Partida Rol por web

Unos segundos después de que Sara acercase la llama de su mechero a los detectores de incendios, una estruendosa alarma empieza a oirse por todo el supermercado. 

Unas luces rojas empiezan a parpadear, dándole a los carteles de ofertas del día un aspecto fantasmagórico, y a los pescados de Arsenio toda la pinta de criaturas salidas de un mundo lovecraftiano. El ruido de una válvula, y de tuberías funcionando a duras penas, se entremezcla entonces con la sirena. 

Y de pronto comienza a llover dentro del Mercadona de la calle Prosperidad. Los champiñones y todas las verduras de la sección de productos frescos quedan enchumbados, las cajas de leche Hacendado comienzan a reblandecerse, al igual que las de los cereales rellenos de leche, ¡los cereales rellenos de leche! Y los empleados y los clientes, comienzan a mojarse sin posible escapatoria.

Entonces se escucha otro ruido- pRFRFF... CHAF-un humo negro con muy mala pinta empieza a salir de los detectores de incendios, a los que algunos miran con atención, desesperanza y preocupación, descubriendo entonces una etiqueta en ellos que dicta "Revisado por última vez en enero de 1999". Y tan pronto como empieza el invento acaba. El Mercadona queda sumido en un silencio sepulcral, interrumpido tan solo por el goteo de los productos empapados de las estanterías y los cabellos  y ropas humedecidos de sus clientes y empleados.

Nada era más erótico que el paletismo reconcentardo de la Sholi. Era como el negativo de una dama, como la salvaje concrección contundente y sin pulir, como un diamante en bruto que luego resulta ser un plástico transparente de los chinos. Sexualidad en estado puro, aderezada con treinta kilos de espuma para el pelo. Era... auténtica. Auténticamente choni. Cuando la Sholi se dirigió a ellos, Shakiro quiso entender:

"Ahora no, pollote, lerdo"

O sea, que primero se dirigía a él llamándole pollote, y luego a Xékspir llamándole lerdo. Tenía sentido.

Shakiro sirvió té en uno de esos vasos de plástico que se joden a la mínima, y repartió para Miriam Yuan:

- 船浮劍醬 (*) -le deseó amablemente.

Luego le pasó otro vasico a la Sholi:

- Para ti, flor de pitiminí.

Pero de pronto comienza a llover, y como buen hipster cabrón, Shakiro eleva los brazos al "cielo".

Joel se estaba comiendo una pasta tan tranquilamente y de repente se puso a llover. El hojaldre que tenía en la mano se empapó y pasó de estar bueno a saber a mierda. -¡Joder! -Tiro el la comida al suelo con desprecio y luego dedicó una larga mirada a Sara. -¿Tia te das cuenta de que acabas de arruinar casi todo el stock de la tienda?

¿Otra genial idea? ¿Por qué no incendiábamos la tienda ya de paso?

-El Bulldog nos va a matar, literalmente. Y suspiró deseando que todo aquello pasara rápido.

Kanaka crecía en incredulidad por momentos.

El playmobil de serie B va y le llama amarillo de bien con manos y luego se obsesiona con la manteca o algo así.

Miriam le revela que hay piojos sueltos.

Empieza a llover.

La tropa goofi geriátrica monta campamento.

La koala pechugona le embute un chicle a la cría.

Pero nadie cae en lo verdaderamente importante...

Tendría que hacerlo él mismo. Da un paso al frente, se sube de pie encima del mostrador y con sonrisa esperanzada grita su arenga a todos los presentes. Por supuesto, en chino.

Esto es de locos. Me parece totalmente increíble. ¿¿es que nadie piensa traer Jodós* a este campamento improvisado?? Propongo montar una expedición: iremos a buscar H&S antipiojos, Jodós*, chuches y helados para todos para usar de almohada.

Finalmente se crece e indica Ilusionado al grupo

¿Quién se une a la expedición Kanaka?

Aicha respondió al simulado brindis(simulador de brindis 2014) de Sara y continuó comiando patatas y bebiendo cerveza hasta que esta hizo saltar la alarma. Entonces cubrió rápidamente las pringles y sentada como estaba en la cinta, levanto el otro brazo con la cerveza gritando:

-¡¡¡Yuhoooooouuuuuu!!!-seguido de unas cuantas risas para continuar diciendo-Ala, ala, si lo llego a saber esparzo Fairy por todo el supermercado y montamos una fiesta de la espuma-volvió a reír-Madre mía, la que has liado...¡uepa, el móvil!-Aicha comprobó que no se había mojado casi-Menos mal. Bueno, al menos ya nos hemos duchado.-miró como toda su ropa había quedado empapada-Buah, nos vamos a resfriar, ya verás.
Entonces el chino se pone a dar un discurso subido ahí arriba y con la emoción ya,sin enterarse ni papa de lo que había dicho, Aicha empieza a aplaudirle.
-¡Bravo! Di que sí.
 

Las horas habían ido pasando, y poco a poco la resignación había ido extendiéndose. Parecía que no podíamos hacer mucho más que esperar, y aunque Serrano había encontrado cómo salir ninguno de nosotros había hallado la manera. Quizá, como había dicho Mauricio, el Bulldog le había dejado marcharse porque le había ayudado.

Cogí la cerveza que me tendió Aicha y esperé a ver cómo la abrían mis amigas para hacer lo mismo. Antes de dar el primer trago la alcé en respuesta al brindis que proponía Sara, y con un pequeño suspiro murmuré. - Por este gran curro. - Aunque realmente podíamos verlo de una manera positiva: seguro que con la indemnización que nos iba a tener que pagar el encargado si esto seguía así íbamos a poder estar un tiempo sin trabajar.

Cuando Sara se dispuso a probar los detectores de humos me bajé de mi caja, dejando la botella sobre la cinta. - Espera, que te ayudo. - Le dije, preparándome para sujetarle la escalera. Sólo faltaba que tuviéramos un accidente. Acto seguido, al empezar a llover, me metí de inmediato debajo de la escalera para no mojarme, y aunque a todos le parecía que aquello había sido terrible yo creía que era algo maravilloso.

Para el momento en que mi amiga bajó de la escalera estábamos empapados, y prácticamente todas las cosas de la tienda también. Sin embargo probablemente eso habría alertado a los bomberos. Una risa sincera escapó de mi boca por primera vez desde que nos habíamos quedado encerrados al sentir mi ropa mojada y ver las caras de los demás, especialmente la de los que habían dicho que aquellos detectores eran de mentira.

- Bien hecho, Sara. - La felicité después, realmente contenta. Pero entonces recordé algo. Algo que ponía en peligro todo mi trabajo y dedicación. Corriendo rodeé mi caja buscando la libretita, esperando que estuviera bien. Como le hubiera pasado algo... Como le hubiera pasado algo todo el esfuerzo de los últimos meses habría sido para nada. Al tenerla ya entre las manos respiré aliviada, abrazándola, y la guardé en el cajón de las monedas.

Fue entonces cuando mis ojos se desviaron hacia el humo negro, ese que salía de los aspersores. Llevé una mano a mi boca, recordando la última vez que había visto algo así: Perdidos. - Vamos a morir todos. - Dije en voz alta al darme cuenta de que, independientemente de que aquello fuera ficción, podríamos acabar asfixiados. Sin embargo pronto paró de salir y respiré aliviada y sintiéndome un poco tonta, llevando mi mirada hacia los que pudieran haberme oído, avergonzada.

Sara se había subido a la escalera y encendido el mechero cerca del detector, convencida de que no iba a servir de nada. Mientras la llama se prendía, bajó la mirada y le sacó la lengua a Eva, que se había acercado para sujetarle la escalera. 

En el momento en el que se encendieron las luces rojas y empezó a sonar la sirena, Sara levantó la mirada, con los ojos como platos y un grito de júbilo trepando por su garganta. ¡Estaba funcionando! Vendrían los bomberos y les sacarían de allí. El agua la empapó y ella cerró los ojos, guardándose el mechero en el bolsillo y disfrutando de aquella improvisada ducha. 

- ¡Oh! ¡oh...! - Exclamó cuando vio el humo negro salir de los aparatos. Entonces se fijó en la fecha del mantenimiento y empezó a proferir quejas mientras se bajaba de las escaleras.

- Joder, putos tacaños de mierda. Desde el 99 que no se hace una revisión. ¡Desde el 99! Me cago en la puta - . Bajó y miró a Joel, que se estaba quejando de lo que había pasado. - ¡Eh! que yo no tengo la culpa. Que si esto estuviera en condiciones, como dios manda, podría haber servido para algo - . Le recriminó mientras recogía la escalera para poder apartarla del medio. Menos mal que el humo negro dejó de salir. Sara había vuelto a mirar hacia arriba y empezó a darle un ataque de risa. Llevaban todo el día allí encerrados. Sus planes de pasar la tarde en casa de Aicha, disfrutando de la piscina y bebiendo y fumando, se habían ido al traste y encima, ahora pasaba aquello - Aicha, queríamos un baño, ¿no? Jajajajaja - 

Algunos estaban preparando un puchero, que Alberto no se comería si Maricarmen metía alguna de las setas que les había vendido. Después la cosa cambió, y no a mejor como le gustaría a él, si no a peor. Mucho peor. 

Lluvia, humo, cosas raras. Si Stephen King conociera la casa Mercadona sin duda podría estar escribiendo esta historia ahora mismo. No es que le preocupara mojarse, o que la leche se pudiera delante de sus narices, aquello era raro pero no una matanza. Fue lo de los champiñones lo que le sacó de quicio. El Seta, el ser más tranquilo sobre la faz de la Tierra, o al menos sobre ese Mercadona en particular, perdió por primera vez los nervios mientras corría para ver si se podía salvar algo del género que él se encargaba de reponer.

-¿Por qué tienen que sufrir siempre los más inocentes?- Decía mientras intentaba secar inutilmente los hongos. Si hasta los deshidratados habían comenzado a hidratarse.

Alberto abrió una caja de champiñones y con los dedos cogió un poco de la tierra que a veces tenían cuando no habían sido bien lavados. Era más barro que tierrecilla, así que se la untó por la cara como pintura de guerra.

-Esto ya es personal.

Y quedaron encerrados. Eso era bueno, porque no escaparían los infiltrados. Pero era malo, porque se percató entonces que no tenía cobertura de ningún tipo, ni móvil ni wi-fi. Eso iba a ser duro, pero tendría que hacer sacrificios por el bien de su Mercadona. Probablemente Enrique lo había hecho para que pudiera concentrarse mejor, aunque su estómago se removía viendo como esa panda de Poochyenas cogiendo comida del Mercadona. ¡Seguro que luego no iban a pagar por ella! Iba a decir algo al respecto, pero en ese momento se sintió como un Castform al recibir un Día Soleado.

Saray rápidamente sacó una libretita que usaba cuando tenía que apuntar cosas cuando hablaba por el móvil - que solía ser muchas veces -, y empezó a anotar quien comía que. No lo hacía para luego chivarse de quien no había pagado. Bueno, en algunos casos también por eso. Pero no, era para intentar descubrir a los infiltrados. Por encima de todos, había pasado más tiempo que nadie con los productos. Ellos serían la clave...

Entonces Sara la lió parda. Salvó de milagro que su libreta quedase totalmente empapada, y perdiese la única herramienta que tenía en ese momento para descubrir a los infiltrados. Ahora se sentía como Castform tras una Llovizna. - Maldita Swirlix, shorra estúpida. Deja de hacer sandeces y evoluciona un poco. - Luego miró la de productos que se habían desperdiciado. Oh si, se iba a chivar. Esta si iba a pagar por el destrozo que había hecho...

Los jodidos se habían organizado, habían montado un campamento de la nada, ¿de donde habían sacado todos aquellos víveres? Esa panda eran mejores magos que el que le dijo que podía bajarle las bragas sin tocarlas.

Si no fuera porqué la mitad eran unas momias de paso y la otra mitad unos frikis de cuidado hasta hubiese pensado que eran mejor plantilla que su pandilla.

- Qué pitiminí ni que pitiminá. - rechistó la Sholi desde su glándula maternal a la oferta de Shakiro. Lanzó su mano para arrebatarle el vaso pero el escuálido niñato se libro alzando las manos.

Los aspersores contra incendios se encendieron y ducharon toda la planta, aunque la Sholi no tenía muy claro si se debía al mechero de Sara o a los vapores ardientes de las manos de Shakiro al elevarse al techo. Había sido tan rápido que ignoraba si había sido acción o reacción.

Se hurgó entre los biberones de Xekspir que en otras ocasiones usaba de air bags y sacó una petaca - Pavo, ¡dale! - invito a quien quisiera a enriquecer su té aguado con un poco de ginebra. 

Un puchero, dice Hipólito.. eso es malgastar. ¡Que esta gente se apaña con unos donuts Hacendado revenidos!

Pero el cristo que se montó en poco tiempo merece mi atención más consagrada. Nos han dejado dentro del súper, y eso se agradece. Si me pasa esto dentro del banco, ¡el hambre que hubiera pasado!

Pero a mí esto de que me acusen de algo.. Leñe, eso sí que no. ¡Que una es muy decente! 

Justina se pone a picar verduras, y la verdad es que eso relaja. A mí me viene bien por la artritis, y le pongo ganas. 

-Ale trae, Justina, que te ayudo. No me pierdo Masterchef, y lo de picar se me da de miedo. Lo que sobre me lo llevo ya para casa, que me ahorro el trabajo -miro con suspicacia a los demás habitantes del inframundo Mercadonil -y a ver quién es el saboteador, ¡que tengo que llegar a casa para hacer la cena!

-¡Me cago en la leche!-el rugido del Lejía se oyó a lo lejos en el momento en que empezó a caer agua-¡Hostia puta, Virgen del Carmen! ¿Qué te he hecho yo para que me putees así, cojones? ¡Es que ni encender un pitillo se va a poder en esta puta casa!

La arenga de maldiciones se interrumpe por el estruendo de una pila de latas de melocotón en almíbar (MEGA OFERTA: paga dos y llévate una tercera a mitad de precio) al desparramarse. Los juramentos del Lejía se van acercando:

-¡Puta alarma de incendios, puta agua que no has de beber y puta la manta que las cobija, me cago en la estampa que he mamao! ¿Quién? ¿Quién ha sido el cagabandurrias, el esgarramantas, el puto inútil que le ha dado a la alarma? ¡Y fijo que sé quién es! ¡Ha sido el "ese", como si lo viera! ¡Copón, que cuando Dios creo a los animales con todas las piezas que le sobraron no tenía otra cosa que hacer que...!

El Lejía irrumpe en la "zona de acampada". Tiene un aspecto bastante lamentable todo empapado y con un cigarro hecho papilla en la mano. El chubasco anti-incendios le ha pillado justo debajo de una cañería rota cuando estaba a punto de encenderse un medio cigarro que ha encontrado cerca de la puerta de los baños.

-... puchero-repentinamente, toda su cólera desatada se desinfla. Incluso sus ojos parecen llenarse de sinceras lágrimas de alegría-Con lo que me chifla: qué buena idea ha tenido, doña Justina. ¡Usted sí que sabe hacerse cargo de las situaciones más difíciles! Pues está de suerte porque aquí tiene a uno que se chupó enterita la Campaña del Gurugú en el Sahara y estuvo en el Barranco del Lobo echándose carreras con los bereberes. Y no hay nadie como un ex-legionario para preparar el rancho y hacer que se lo coma hasta la cabra. Permita, permita que traiga perejil en condiciones...

Y se aleja de nuevo en dirección a la pescadería.

Vladimir se había quedado en una esquina adolecido y tiritando ligeramente con una botella de ginebra en sus manos. Completamente vacía. Mientras todo había parecido suceder, él había estado pasando una moña de tres pares de narices. Casi no puede levantarse pero el contacto con el agua repentinamente le despierta y se levanta para ponerse en guardia. Tal y como le enseñaron en la madre patria.

Mierrrrda- grita agitando la botella y amenazando a todo aquel que se le cruza. Tarda un poco en darse cuenta de que está mojado y tira la botella al aire para tratar de quitarse el agua de encima agitando los brazos. - Venirrrrr venirrr a porr mi - dice con tono amenazador y arrastrando las palabras. Mira a su alrededor para darse cuenta de que no está en una misión, sino dentro del supermercado. Y mojado. Vladimir hace tranquilamente 8 años que no entra en contacto con el agua, sólo cuando llueve en la calle. Cuando se da cuenta de dónde está baja los brazos y gira la cabeza. - Voy a perrderr mi sitriooo en el cajerro - dice con rabia y echa a correr hacia las puertas del mercadona para rebotar contra ellas ya que no se detiene ni al verlas cerradas. - Joderr - repite levantándose del suelo con torpeza. Se dirige de nuevo hacia la zona de las bebidas alcohólicas dispuesto a agarrar una botella de vodka - Esto serr culpa de amerricanos. Sin duda saberr que estoy aquí. El viejo Vlady llevarrr muchos años perrrseguido. - dice con total seriedad mientras se rasca la cabeza. 

Miriam recoje su cuenco de te eternamente agradecida y con una cordial sonrisa. Shakiro vuelve a enjendrar una frase en chino, por lo que esta suspira y niega simpáticamente con la cabeza para terminar diciéndole - 你错过了一颗螺丝钉*-, llevándose un dedo a la sien y girándolo ligeramente, idioma universal. Miriam sorbetea la taza haciendo el mayor ruido posible, como buena china… aunque para que estuviera a su gusto, tendría que estar hirviendo hasta que fuese humanamente imposible ingerirlo.

Por su parte, el club del reuma empezaba su cocinera revolución, pero la inquieta Sara siembra un curioso caos a través de los aspersores de incendio. Miriam se queda parada por unos segundos, mojándose con su cuenco, las gotitas caían una detrás de otra sobre ella mientras el parpadeo de luces de emergencia hacía mas dramática y ridícula la escena. Ve como el seta corría hacia sus indefensas setas, Shakiro hacía el imbécil mientras la Sholi intentaba adulterar su te, las chicas parecían divertirse Singing In The Rain, el señor Kanaka se subía a las cintas cual profeta y Joel hacía incapié en las consecuencias futuras, así que con todo este revoloteo... Miriam arroja su cuenco al piso y huye despavorida meneando los brazos en alto por los pasillos.

Cuando todo pasa, o algo... y empieza a salir humo en lugar de agua, la chica vuelve hasta el grupo... mojada - Y ahola que? ¿bombelos o glipe? - pregunta, aunque la respuesta ya rondaba el ambiente cuando el pescadero aparece gritando y el ruso alcohólico se estampa contra la verja...- Pues nada, Kalise pala todos - suelta encogiendo sus hombros, pues sonaba muy español.

Primero los croissants rellenos de caca, luego el kétchup del día mezclado con nuestro kétchup de marca blanca. ¿Qué será lo siguiente?. ¡Esto es inaceptable! A mi no me van a tener aquí encerrada como si fuera un mono. Llevo todo el día currando como una negra y ahora sale el encargado este con el cuento chino, -sin menospreciar a Miriam y Kanaka por ser chinos- de que tenemos que hacer de detectives para desenmascarar a los infiltrados que están boicoteando nuestros productos. Encima el minusválido tiene la poca vergüenza de hacernos un corte de mangas desde la calle como diciendo ala jodeos que yo estoy fuera. Ay, ay. Empieza a hiperventilar. Coge el móvil y llama a su marido. Comunica. A mi me va a dar algo, una ducha es lo que necesito para desestresarme. Y voila el deseo de Lourdes se hace realidad gracias a Sara. El agua empieza a caer a cantaros por el sistema antiincendios. Luces rojas, una alarma irritante y mas humo negro. Cuando Lourdes se da cuenta de lo que está pasando y ve todas las frutas y verduras ahogadas, sufriendo como unas pobres víctimas dentro de las cajas se derrumba por completo. ¡Que he hecho yo para merecer esto!. Rompe a llorar y se abraza a las sandías buscando un poco de consuelo.

Después de dejarles horas encerrados, el ambiente se iba caldeando. Tras su arrebato inicial, en el que no había recibido demasiados apoyos, Pascual se quedó en una esquina, rumiando para sus adentros improperios varios contra la burguesía explotadora y los desclasados sin iniciativa. Y es que cuando no tienes apoyos no hay mucho que hacer. Pero el hecho de que sin venir a cuento se pusiera a llover en el interior del edificio le sacó de su ensimismamiento. Fue rápido a la sala de personal y se engarzó su sombrero, pues no le gustaba mojarse.

- ¡¿Pero ezto que e'? ¿Ahora no' torturan? ¡No ze puede permití! ¡Hay que rebelarze, cohone'! ¿Iniciamo una canció protezta para animar la lucha, compañero'? ¡No manife'taremos como hicimo' ayer! ¡El Mercao e' zuyo, pero nueztro el poder!

-Bueno, bueno, bueno-el Lejía vuelve de la pescadería con un manojo de perejil muy poco digno-y sabéis a quién le viene dabuten toda esta romería, ¿no? A los infiltrados esos. Que una cosa es poner etiquetas raras a las cosas pero que te cierren una tienda toda una noche con toda la plantilla dentro liándose a tortas ya me diréis... una publicidad cojonuda para la empresa.

Arsenio se planta en medio de todos con las manos en las caderas, todo tripa y molla el hombre.

-Que no señalo a nadie, ¿eh?, pero aquí hay gente que ni es de la empresa ni del país-fulmina con la mirada a Kanaka, a Akinlabi y a Vladimir-Y también hay más de uno que no está miaja contento con como funcionan aquí las cosas y no se corta un pelo en decirlo-clavó los ojos por turnos en Pascual y en Mauricio-O, por qué no decirlo, el que ha montado esto ha sido el encargado que, mira tú por dónde, hasta familia tiene aquí dentro para que le cuente cómo van las cosas-miró a la Sainz durante un largo segundo-Vosotros no sé pero yo, que sé de estas cosas, si fuera el enemigo y pensara en plan malvado y siniestro tengo clarinete a quién metería de infiltrado.

Le acercó el puñado de perejil a la señora Pérez antes de añadir:

-Clarinete.

¿Quién cojones era Swirlix? Sara miró a la Pokémon y parpadeó, confusa. - Que te jodan - . Le dijo, haciendo el propio gesto con la mano derecha y mostrándole el dedo medio. No tenía ni idea de pokémons, nunca había jugado a esos estúpidos juegos, pero ¡Le había llamado zorra! y ¿estúpida? 

Sara había vuelto a sentarse junto a Eva y Aicha. Cogió la lata de cerveza que había dejado en el suelo y se la llevó a los labios. 

- ¡Oh! ¡Está asquerosa! - Gruñó, tras hacer el esfuerzo de tragar la cerveza aguada que tenía en la boca. Se levantó de nuevo y caminó hacia la zona de la bebida. Cogió una botella de vodka Absolut y otra de fanta naranja. Iba a coger las botellas de marca barata, que era la que solía comprar para ahorrarse pasta, pero ¡qué cojones! les habían encerrado en contra de su voluntad, así que buscó las mejores.

Regresó, con ambas botellas y unos cuantos vasos de plástico, y volvió a sentarse junto a las dos chicas. Miró a Iker y a Joel y también les ofreció unos vasos, aparte de los de las dos chicas.

- Venga tíos, ya que tenemos que quedarnos aquí, no nos agobiemos - . Les dijo mientras se preparaba un cubata y pasaba las botellas por si alguien más quería prepararse alguno.

Se llevó el vaso a los labios y le dio un buen trago, cuando escuchó como Lourdes empezaba a llorar. Miró hacia donde se encontraba y chasqueó la lengua. Preparó otro cubata y se acercó a la mujer con él en la mano. 

- No llores mujer, verás como todo se soluciona, venga, bébete esto y alegra el alma - Le dijo, ofreciéndole el cubata. Levantó la mirada al escuchar al Lejía y arrugó el ceño.

- Arsenio, no digas gilipolleces. ¿Cómo va a haber provocado esto el padre de Aicha? Con esta mierda de dejarnos encerrados, cuando al final podamos demostrarlo y nos saquen de aquí, Mercadona será el perjudicado. Yo creo que todo es cosa del Bulldog, que se le ha ido la chota - .

¿Qué puede ir peor? O follamos todos o la puta al rio... pensó Joel para consolarse mientras aceptaba el vaso que le ofrecíó Sara, y después la botella con Vodka. -Supongo que si, últimamente no hago nada más que trabajar como un chino.

Empezó a mezclar el contenido en su vaso, y cuando hubo acabado levantó el brazo para proponer un brindis. -Por el Bulldog, que pese a ser un auténtico mamonazo y un gilipollas rabioso nos acaba de encerrar con un local lleno de alcohol. ¡Que alguien saque el móvil y ponga algo de música va!

Y bebió sabiendo que mañana no tendría trabajo.

-Arseniooooo caaaallaaaateeeeeeeee y bebe un poco hombre. -dijo después de sentir como el alcohol le calentaba la garganta. 

Seguí con la cara pintada como en las pelis de guerra. Sentía que debía vengarse pero no había pasado nada nuevo de sde entonces. Así que se sintió como un imbécil con esa cara sin saber qué hacer.

Lo más fácil era seguir el paso de algunos, darse a la bebida. Ayudaría a pasar la noche y olvidaría el ahogamiento fúngico que había tenido que presenciar. La impotencia de no saber a quien culpar de la atrocidad se ahogaría igual que los champiñones con algo de vino Don Simón.

Claro que había otra opción. Sacar la rabia por primera vez en su vida, coger un estintor y romper los cristales o la puerta del encargado. Amenazarle, obligarle a abrir la puerta. O, si eso no funcionaba, interrogar a todos los presentes para encontrar a los infiltrados. Hacerles hablar y resolver todo de raíz. Pero esas dos opciones tenían su pega, eran agotadoras.

-Pues ala, yo también brindo... por lo que sea- dijo bebiendo directamente de un tetrabrick de vino. Había escogido la opción fácil. Emborracharse con la esperanza de que al día siguiente pillaran a los infiltrados.

Para qué hacer algo hoy si se podía hacer mañana. Aún así, no podrían demorarse o los saboteadores eran capaces de cargarse el techo y matarlos lapidados.