Partida Rol por web

Nos metemos dentro y buscamos algo con lo que vestirnos,y cambiarnos un poco de aspecto... ademas claro esta.
Si hay habitos de monje, mejor.
Luego si hay alguna antorcha o forma de hacer fuego meteremos fuego al exterior del pasillo,donde prenda y saldremos gritando "¡¡¡Fuegoooo!!!"

((Este plan lo discuto momentaneamente con Gabrielle))

Gerald coge una de las antorchas de la pared y corre con precaución por el segundo pasillo, iluminando y atento en todo momento.

Giro la cabeza tras atisbar el cuarto en dirección al ruido. Debe ser uno de los fugados. Si este es el rastro que va dejando muy necios han de ser los guardias para no atraparle.

Girando lentamente sobre mi mismo, y mantiene la guardia dispuesta, me acerco por el pasillo a la siguiente puerta con paso cauto. Asiendo con la mano el libre el pomo de la puerta, aplico la oreja a la madera y escucho con atención.

Hernán sonríe disimuladamente desde el quicio de la puerta:

- ¡Ja! Créame padre que prefiero no ser tan buen cristiano y poder vivir unas horas más.

Acto seguido, mira al lado donde están las celdas y al otro, sencuencialmente:

- Por allí caminamos al infierno del que venimos. No queda otra Hernán. Corre...

Hernán comienza a moverse rápidamente en la dirección que no le lleva a la encerrona más evidente. Nadie le asegura la vida en ninguno de los dos caminos pero al menos, por este, la muerte no tiene la hora tan cogida. Según corre intenta coger una de las antorchas, que bien se sabe que el fuego quema y al menos evitará el acercamiento de los aceros.

Gabrielle entro en la habitación, removiendo cajones y armarios con prisas para encontrar algo con lo que cambiarse de ropa.

- Tal vez no sea buena idea lo del fuego. Es mucha casualidad un incendio en medio de una huida. El fuego nos delatará. Si lo iniciamos debería ser lejos del lugar en que nos encontremos... y yo no se vos, pero a mi no me encerraron por bruja.

Comentó Gabrielle a su compañero de huida mientras ponia patas arriba la habitación.

Ayudo a buscar entre la habitacion algo que usar.
Bueno,podriamos tirar una antorcha en una direccion y salir corriendo en la otra.
Otra opcion es tirarnos por las almenas con una cuerda y rezar...

Te acercas hasta la puerta y te parece escuchar ruido en su interior como si alguien rebuscase entre armarios o algo similar mientras escuchas unas sibilinas voces que hablan de "fuego".

Parece que hay al menos dos personas en su interior aunque la oscuridad es un factor a su favor...

Entrais en la habitacion cerrando la puerta tras de vosotros y registrando rapidamente la estancia... nadie. Parece que hubiese quien hubiese se ha marchado de ellas cn rapidez dejando en una mesilla una jarra de agua y un vaso.

Os acercais al dormitorio y pese a la penumbra distinguis un armario con ropajes de hombre, capa, sombreros y demas parafernalia. Ademas en la habitacion hay velas y una palmatoria aunque tendriais que estar mas tiempo registrando los cajones y el mobiliario para conocer mas detalles o encontrar algo que pudiese seros de mas utilidad.

Ambos salis corriendo en direccion desconocida. Gerald coge una de las antorchas que reposan sobre sus sujecciones de hierro dejando a Hernan sin la posibilidad inmediata de hacer lo mismo dado que se distancian bastante entre ellas.

Tras de ambos salen corriendo los dos guardias armados y preparados y rezais por que no tengan pistola u otra arma similar a mano.

Rapidamente Gerald va llegando al primer recodo del corredor. El monje solitario que os cerraba el paso rapidamente tambien sale corriendo para huir de vosotros por lo que la situacion es bastante desesperada y a la vez comica.

El monje desaparece por el recodo seguido de Gerald, Hernan y por ultimo los dos guardias. Tras doblar la esquina veis otro largo pasillo con una bifurcacion a ambos lados que parece conducir a mas celdas y el pasillo central que conduce hacia unas escaleras ascendentes. El monje ya ha desaparecido y llevais una cierta ventaja sobre los guardias que os siguen.

Antes de que podais decidir nada aparece otro guardia armado por las escaleras centrales pues, es extraño, pero parece que ya se habia dado la alarma en incluso diriais que hay sangre en el suelo y marcas de algun combate.

Hernán mira a su alrededor.

- Tiene que haber algo con lo que defenderse en este lugar.

Busca a su alrededor algo con lo que poder golpear o, en su caso, poder para alguno de los golpes que parece que van a llover.

Mira a un lado, celdas, mira hacia el otro, más celdas.

- No queda otra Hernán, hay que ir en contra de donde vienen todos

Hernán comienza una carrera hacia el lugar por donde ha venido el guardia armado (intentando antes coger algo para su defensa) y esquivarle para entrar por la puerta por donde él vino.

Gabrielle se sintió afortunada en ese momento por no tener demasiado pecho mientras se enfundaba la ropa de hombre.

- No mireis... - Le indico a Armand, mientras se volteaba para cambiarse la camisa y los pantalones rasgados en las mazmorras.

Cuando acabó parecía un zagal con pelo rubio. Tomó un sombrero de ala para oculta aun más su pelo y escondio sus ropas ajadas bajo la cama.

Se acercó despues a la ventana, mirando al exterior, con la esperanza de vislumbrar una ruta de escape.

Abro la puerta calmadamente, con intención de no inquietar a sus ocupantes, y desde el umbral echo un rápido vistazo al interior de la sala en busca de las personas cuyos susurros he escuchado.

La puerta se abre y las dos figuras de su interior, un hombre ataviado ya con sombrero y otro que se reconoce entre las sombras como Armand, parecen sobresaltarse y reaccionar con rapidez apartando un bulto bajo la cama contigua, acercandose a la ventana que da al exterior, a una caida de unos diez metros de altura.

El recien llegado a la estancia no lleva arma alguna en sus manos y su silueta se recorta entre las sombras aunque es facilmente reconocible como el buen doctor.

Los tres quedais en silencio por un momento mientras el ruido en el exterior hace que os pregunteis si podreis mantenerlo un segundo mas.

Al ver que se trata de dos de los fugados a los que atendí, y al acercarse uno de ellos al ventanal que da al abismo, bajo mi espada en señal de que no vengo a pelear. Lo último que quiero es que uno de los dos intente dar con sus huesos en los adoquines bajo estos muros..

Al ver que no reaccionan, entre sorprendidos y preocupados, cierro con la mano libre la puerta tras de mi para evitar que miradas menos amables que la mía nos interrumpan.

- Al parecer, alguien ha resultado más astuto que los guardas. Os ruego os alejéis de la ventana, no curé vuestras heridas con intención de infligiros otras más adelante.- Con estas palabras, confiando en que su desesperación no les disponga en mi contra envaino mi acero lentamente.

¡Dios nos salve! Buen doctor, ¡saquenos de aqui! Usted sabe que somos inocentes... digo mientras me termino de poner los atuendos de monje (si los hay, sino lo mas cubierta posible)

Maldición... Gabrielle se lamentó para sus adentros. Se alegraba de ver al doctor, pero no era momento para esto.

- Mi buen doctor... espero que confie en nosotros tanto como nosotros en usted... lamentablemente, para salir de esa celda hemos tenido que tomar una senda sin retorno al infierno, con billetes pagados. Espero que tenga en bien ignorar nuestra presencia aqui... no queremos que por nuestra culpa se vea cumpliendo condena también.

Levanto la vista de nuevo al exterior...

- Cree que tenemos alguna opción de escape?

Penso en preguntarle por su ama, pero de nada le serviria saber de ella en ese momento, asi que guardo sus dudas para cuando estuvieran lejos de alli... en Génova o Flandes, seria lo suficientemente lejos...

- Soy médico no santo, y he visto incluso clérigos que matan sin temor al infierno. También la necesidad ha impulsado a esta espada en alguna ocasión. El infierno solo les espera a sus mercedes al día siguiente si vuelven a cruzarse con la guardia y me temo muchacha que no cometerán más errores que el de haberles dejado escapar. Son numerosos y conocen el lugar, a diferencia de vuestras mercedes.- Me acerco a echar un vistazo por la ventana - Creo que el disfraz de monje al que estaban recurriendo podría ser una buena solución, especialmente para ella. No he visto ninguna otra mujer aquí.

Lanzo una mirada al bulto que pretendían esconder de mí la pareja de fugitivos - He recorrido una pequeña parte de estos pasillos malditos y podría encontrar la salida principal, pero esta no carecerá de custodios y tampoco yo soy libre de dirigirme adonde me plazca en este lugar.

Me alegra saber que sois tan terrenal como yo. Vistamonos como Monjes y tratemos de escabullirnos de aqui. Pense en crear un incendio... pero supongo que sera demasiado... ¿que se os ocurre?

Hernan corre hacia el guardia y de camino agarra una de las antorchas; el hombre al que se enfrenta esgrime la ropera delante suyo y se prepara para recibirlo...

Los ruidos en el exterior indican que aun todo se encuentra patas arriba. Antonio, el doctor, se acerca al ventanal comprobando que la altura es demasiada y que la caida desemboca en el bosque cercano al castillo por lo que el desnivel de tierra donde se encuentra la fortaleza se uniria a los ramajes de los arboles en una caida seguramente mortal.

Sabeis que es cuestion de tiempo que alguien mas pueda encontrar vuestro rastro pero las opciones no parecen ser muy halagueñas...