Partida Rol por web

Susan se quedó mirando a la actriz, y para su sorpresa vio como Antoniette asentía con la cabeza.

- Está bien – dijo la actriz. – Pregúntame lo que necesites. No tengo que saberlo, porque ya detecto que eres bastante profesional en esto.

Antoniette se sentó en la silla que ocupara antes que Susan entrara e hizo un gesto para que la muchacha hiciera otro tanto.

- Pregunta.

Leonard cortó la comunicación luego de despedirse de su compañero y rogó porque pudiese convencer al juez encargado de permitirles plantar los micrófonos e intervenir los teléfonos.
Sonrió a Minerva y volvió a subir a su motocicleta. El poblado donde vivía Gabriel se encontraba en completo silencio, quizás era la hora de la siesta, supuso Leonard. Las miradas de algunos de los habitantes se posaron sobre ellos amonestándolos por el ruido del vehículo, Leonard se sintió algo avergonzado y se dirigió con cuidado a la puerta, golpeó con suavidad y espero a que le abrieran.
La mujer que abrió era muy bella y por la expresión de su rostro no tenía ganas de recibir a nadie, anticipándose Leonard extrajo su placa y se la enseñó.

La respuesta de la mujer fue en extremo antipática
-Si van a entrevistar a mi hijo que sea rápido. Gabriel está enfermo, y si lo ponen peor, hablaré con el señor Von Hausen para que les dé su escarmiento-
-¿Llamar al “Señor” Von Hausen para que les dé su escarmiento?- pensó Leonard. –El feudalismo acabó ya hace unos cuantos años señora y hoy día ni siquiera el señor Von Hausen está por encima de la ley… lo quiera él o no. Además si estoy aquí es porque Adolf me ha pedido me haga cargo de encontrar al pequeño Peter. Ya sabe como es, prefiere que este asunto lo maneje la familia. Ahora ¿Va a colaborar con el pedido de mi tío o va a hacerme las cosas todavía más difíciles?-

Leonard se sentía asqueado. ¿Qué demonios era lo que le pasaba a aquellas personas? La mujer se hizo a un lado, quizás dijo algo, Leonard no la escuchó, estaba prestando atención a los detalles del interior de la casa, la siguió hasta donde se encontraba Gabriel. Antes de hablar con el pequeño se acercó a Minerva y le susurró al oído. –Hazme un favor, interroga a la madre en la habitación continua, no la quiero presente mientras hable con Gabriel-. Una vez llegó donde este se acuclilló para estar a su nivel y dijo con tono afable:

-Hola Gabriel, me llamo Leonard. Soy el primo de Peter y resulta que además soy policía, detective para ser más preciso y estoy a cargo de encontrar a mi primito. Me ha dicho tu madre, asumo que aquella bonita mujer es tu madre, que estas algo enfermo. ¿Qué es lo que tienes? ¿Te han visto ya los médicos?- hizo silencio en espera de las respuestas, luego continuó. –Escucha, de verdad que no es mi intención molestarte, pero es muy importante que me cuentes, con todo el detalle posible que fue lo que pasó con Peter. Hagamos una cosa, cuéntame primero todo lo que viste e hiciste luego de que ambos fueran a por el balón y finalmente dime que es lo que tú crees que pasó. Recuerda, primero sólo hechos, cosas, luego tus opiniones. ¿Está bien?-

Estupefacto me quedé al ver la noticia-Vaya...hasta yo- Alzo la vista nuevamente hacia mi amigo y abogado, y tras quedarme pensativo en el dinero que supondría vuelvo a hablar-Entiendo lo que me quieres decir, que yo encuentre donde está...¿No?, gratis.-Sonreí a Cristopher-Lo hago por ti.-Le respondí en su mismo tono, recordándole las palabras que él me dijo anteriormente

¿Y bien?, por donde sugieres que empiece a buscar, ¿tenéis alguna noción de por donde se puede encontrar, o algo que me ayude?-Cinco millones, era mucho dinero, pero Cristopher, él era mi único amigo en esta vida perra que he llevado, así que por él haría lo que fuera, hasta matar a Patricia. Le sonreí tras ese último pensamiento-Di.

Oh bueno. Digo algo confundida. Entonces será ir con los niños... le murmuro a la señora, la madre del pequeño, ¿está bien?, sí quieres puedo hablar con ella.

Era asombrosa la diferencia entre la personalidad de Antoniette y de su marido. Mientras que Adolf Von Hausen inspiraba temor, su esposa era una mujer gentil, inesperadamente cálida para ser una estrella. No dudó en aceptar el pedido de Susan, y con amables palabras le dio la tranquilidad necesaria para que desarrolle su trabajo.

Susan agradeció con una fugaz sonrisa y con un gesto de la cabeza, y tomó asiento. Sacó su grabador y sin perder tiempo dio por comenzada la entrevista.

_Señora Von Hausen, es de público conocimiento que usted está atravesando un difícil momento debido al secuestro de su hijo, Peter. Cuéntenos sobre ello, por favor. ¿Cómo se enteró?

Gabriel observó a Leonard como si éste fuera un fantasma, demasiado nervioso por la experiencia vivida. Sobre su carita infantil se veían los rastros de la fiebre, y cuando el niño abrió la boca para hablar un ataque de tos se interpuso entre su acompañante y la respuesta.

Leonard no era médico, ni nunca había intentado serlo, pero podía apostar que el malestar del niño era más producto de la tensión por la que pasaba el pequeño ante el secuestro de su amigo que por causas naturales.

Al final, cuando Gabriel terminó de toser, se sentó lo mejor que pudo en la cama y abrazando una de las almohadas como quien se sostiene de un salvavidas dijo:

- Esta bien, le contaré, pero no se vaya a burlar de mí señor policía. Ayer estábamos unos amigos, Peter y yo jugando al fútbol cerca de la casa del señor Von Hausen. Norman pateó la pelota muy fuerte y se fue al bosque, así que Peter y yo decidimos ir a buscarla.

El niño agarró un pañuelo de su mesita de luz y atajó un estornudo en él antes de continuar.

- Nos metimos en el bosque y como no encontramos nada nos separamos, Peter por el este y yo al oeste. Me puse a buscar, entre los árboles, cerca del lago, pero nada. Entonces de repente vi en el aire un balón azul, como el color de la pelota, y pensé que sería el balón, pero cuando llegué vi que era un globo y que estaba amarrado a un edificio quemado – ya sabe, el circo maldito. Decidí entrar y en ese momento escuche la voz de Peter, la seguí hasta una sala de espejos y lo vi siendo arrastrado hacia una pared. Salí de allí corriendo y le dije a mi mamá lo que pasó, y ella le dijo a la policía.

- Sí quiero que lo busques – empezó Christopher -, pero ni gratis ni con una pista. Como leíste en el artículo, Adolf planea conseguir a sus “aventureros” en Rouge Café mañana en la noche. Ante todo tendrás que ir y hacer lo posible para que mi hermano te elija a ti entre las miles de personas que estarán allí para la misión, cosa que creo que no se te hará difícil. Y bueno, una vez que consigas a Peter y que te traigas los cinco millones, recibirás la mitad, más mis honorarios por el gran trabajo que vas a hacer por mí y mi familia.

- Sí, ella está bien. Adolf, mi cuñado, le ha pedido que sus habitaciones personales para que los periodistas no la alcancen. Se me haría muy llamativo si algún periódico o televisora logra llegar hasta Antoniette.

Al oír la alusión a Peter, Antoniette volvió a desmayar en sus emociones, pero en vez de retraerse contestó con toda la naturalidad que se le permite a una madre dolida:

- No vi cuando mi hijo fue secuestrado. Fue a buscar su pelota de fútbol unos momentos antes de que su mejor amigo, Gabriel Hernández, le viera desaparecer misteriosamente. Fue gracias a una vecina, y luego a la policía, que pude comprender la grave situación.

_¿Dónde estaba jugando al fútbol Peter? ¿Y dónde estaba usted?

oh bueno. Digo confundida... no es común que este encerrada, ¿o sí? pienso. Iré si gustas hablar con ella, igual, creo que tenemos. digo con lastima cosas en común.

-Por supuesto que no voy a burlarme de un muchachote como tú. No haría todo el camino hasta aquí si no creyera que lo que tienes para contar es de verdad importante.- El muchacho comenzó a hablar y Leonard lo escuchó con total atención. Por el momento todo se condecía con la información que le habían facilitado.
Leonard sopesó las palabras del niño, se tomó la barbilla y luego dijo –Muy bien, sabemos donde desapareció y sabemos que alguien se lo llevó. Eso es muy importante para que podamos trabajar y todo eso te lo debemos a ti. Creeme, no sabes cuanto trabajo nos has ahorrado.- Le guiñó un ojo a Gabriel mientras le dedicaba una sincera sonrisa y luego continuó -Ahora necesito que te concentres y trates de recordar la mayor cantidad de detalles posibles. ¿Fuiste capaz de ver el rostro de quien se llevaba a Peter? ¿Recuerdas si el parecía asustado? ¿Llegaste a ver hacia donde se llevó a Pete? Dices que llegaste a una sala de espejos. ¿Notaste algo extraño en ella, algo que la diferencie, además de los espejos claro, del resto de las habitaciones que viste? Cuando escuchaste su voz ¿Recuerdas que decía o si estaba hablando con alguien?-

Leonard hizo algunas notas mentales:
1) Había un globo que semejaba al balón perdido, por el momento no parecía nada importante, pero el detalle le molestaba, le incordiaba. Gabriel había dicho que el globo se hallaba atado a la construcción, no enganchado sino atado y además se parecía a la pelota con la que los niños jugaban. ¿Qué posibilidades existían de que por casualidad alguien olvidara atado un globo que semeja a la pelota de un niño en la misma construcción donde se lo ve por última vez? Leonard creía que estas eran mínimas.
2) Necesitaría conseguir un mapa de la zona, las cosas podrían clarificarse si estudiaba la posición del circo y sus alrededores. Por ahora prefería no formular una hipótesis, pero cabía la posibilidad que el secuestrador tuviese cautivo a su primo en aquella construcción.

Se le ocurrían más preguntas, pero prefirió no atosigar al pequeño y dejarlo hablar, luego vería si valía la pena preguntar.

Ante la pregunta de Susan y a manera de respuesta, Antoniette se levantó y se dirigió a una de las amplias ventanas, con la periodista pisándole los talones.

La actriz se paró frente a una de las ventanas de la izquierda y señaló con el dedo a un claro que se perdía dentro de un amplio sendero boscoso hacia la derecha.

- Por allí estábamos nosotros – dijo, mirando al claro. – A mí me sacaban unas fotografías mientras Peter jugaba cerca de la entrada del bosque. Cuando me dirigí a la izquierda le perdí de vista y esa fue la última vez que le vi.

La mujer suspiró con tristeza, rememorando cosas que no quería recordar. Susan vio que una arruga de zozobra se dibujaba en el hermoso rostro de la actriz; y cuando ésta dijo lo siguiente, la muchacha no pudo menos que asombrarse:

- ¿Crees que haya sido uno de los fotógrafos, que alguno se haya llevado a Peter? No quisiera dirigir mis sospechas a gente inocente, pero es que habían tantos… ¿Y si alguno nos quería hacer daño? La gente es tan celosa…

Antoniette dejó que un par de lágrimas resbalaran por sus mejillas mientras que un nuevo suspiro salía de sus labios.

- Por lo menos mi esposo ya se ha puesto a buscarlo. Adolf ha hecho publicar en todos los medios de comunicación que buscamos personas que nos ayuden a encontrar a Peter.

Charlotte asintió con la cabeza y por primera vez desde que estaba allí Nicole le vio sonreír con alegría.

- No creo que haya inconveniente para que conozcas a Antoniette. Mañana, inclusive, cuando las circunstancias sean más favorables para nosotras, la invite a tomar el té y así hablarías con ella.

La idea parecía encantadora, aunque Nicole dudaba que para mañana las circunstancias fueran más favorables: Peter seguramente estaría todavía secuestrado y el dolor seguiría abrigando con su manto pesado a los Von Hausen.

Ciertamente las cosas serían así, pero eso la señora Johnson no podía saberlo de cierto, como tampoco intuir que en aquel momento una mujer con el aspecto más agresivo y cínico que hubiera visto jamás, se acercaba a ella.

- ¿Señora Johnson? – preguntó ésta con voz altiva. – El señor Von Hausen me ha pedido que le entregué esto y que se lo haga llegar a su esposo lo antes posible.

Mientras que hablaba, la mujer extendía un sobre abierto a Nicole, papel que, aunque vacío, parecía que tuviera escrito en letras capitales “Léeme”.

Gabriel negó con la cabeza, como si le diera respuesta con ese gesto a varias de las preguntas.

- A Peter no lo secuestro una persona, sino unos brazos, unos que salían de la pared. – Gabriel observó a Leonard intentando detectar en el rostro del policía cualquier indicio de que éste dudara de su cordura. – En la sala de espejos no había nadie, más que él y yo, se lo juro.

Mientras hablaba, el niño sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo, y paró de hablar para buscar más refugio entre las muchas cobijas que le arropaban.

- La sala de espejos era bastante grande, y recuerdo que me sorprendió que todos los espejos estuvieran buenos porque el edificio está todo quemado. Y ahora que me pregunta, también me acuerdo que uno de ellos tenía una inscripción arriba, pero no pude leer que decía.

Gabriel parecía decepcionado por no poder ampliar la información que le daba al policía, pero pronto su expresión cambió a una sonrisa y Leonard observó extrañado como sus mejillas se coloreaban.

Preguntándose qué pasaba, el policía se giró sobre sí mismo para encarar a una mujer demasiado hermosa como para no dejarse encandilar por su belleza. A pesar del nudo que se había armado en su garganta, Leonard se mantuvo impasible ante la bella dama. ¿Cómo había hecho para entrar allí sin que él la oyera?

Pero antes de que cualquier pregunta saliera de la boca del policía, la madre de Gabriel se asomó por el umbral de la puerta con su cara de pocos amigos y dijo a manera de presentación:

- La señorita se llama Helena Salisbury y es la enfermera de Gabriel. Y el señor es…

La muchacha interrumpió a la dueña de la casa y dijo con voz encantadora:

- Ya conozco al señor, señora Hernández.

La joven encaró al policía y con aquella misma voz continuó:

- Si mi información es correcta, tú debes ser Vincent, el hijo de la señora Úrsula y el señor Walther. Casualidades de la vida, tú y yo tenemos una tía en común.

Al policía no le sorprendía que joven tan hermosa tuviera una voz tan melosa ni que fuera tan encantadora, pero sí el hecho de que la tal Helena efectivamente era la sobrina de Antoniette Von Hausen, y aún más que por la manera de hablar de ésta, se notaba a leguas que le conocía más de lo que él desearía.

Lo que menos necesitaba ahora era la presencia de oídos extraños y menos si esos oídos guardaban relación con la familia Von Hausen. Miró de arriba a bajo a la muchacha y se deleitó con su figura, en parte para poner algo celosa a Minerva si es que ella lo veía, en parte para incomodar a la muchacha. -Gracias a dios una tía en común no nos vuelve familia directa... Sería una pena que tuviéramos que preocuparnos por el incesto- hizo un segundo de silencio totalmente intencional y continuó –Me encontraba haciendo algunas preguntas a Gabriel, no sabes cuanto nos está ayudando con su declaración- dijo sonriéndole al joven –Ya estamos por terminar, quedan apenas unos detalles, si quieres puedes quedarte a escuchar. Para mi sería todo un placer- la miró fijamente a los ojos y sonrió pícara y provocativamente. Luego volviéndose hacia el niño continuó –Muy Gabriel, dices que unos brazos arrastraron a Pete. ¿Recuerdas cuantos brazos fueron? Y por último ¿Podrías hacerme un dibujo con la posición de ambos y del espejo escrito? Ah ¿Sabes si Peter había ido antes a aquel lugar?- Leonard esperó a que el joven terminase de responder y luego agregó –Muy bien Gabriel, has sido de gran ayuda. Ahora quisiera pedirte algo más. ¿Podrías decirme que crees tú que sucedió allí?- La mente de Leonard empezaba a trabajar, mientras el niño respondía él comenzaba a intentar atar cabos, pero por ahora la información era escasa. Una vez hubieran terminado y el tuviera una idea de hacia donde encarar la investigación iría a echar un ojo al viejo circo. Seguramente la policía forense ya habría investigado el lugar y habría recolectado toda la evidencia posible, pero el necesitaba estar allí, necesitaba ver lo que vio Peter y, de alguna manera intentar conectar con aquella vivencia de su primo para entender mejor lo sucedido

A punto estuvo Susan de detener el grabador cuando Antoniette pareció quebrarse, pero finalmente dejó correr la cinta. Todo ese tema la tocaba muy de cerca, ella misma había sido víctima de un secuestro, y eso era algo que no se lo deseaba a nadie, mucho menos a un niño de la edad de Peter.

Se acercó entonces a la actriz y comenzó a frotarle la espalda con la palma de la mano.

_Antoniette, tú eras amiga de mis padres, sabes que yo misma fui secuestrada. Si hay algo que pueda hacer para ayudarlos, no tienes más que decírmelo.

Si bien sentía simpatía por la mujer y de corazón esperaba que todo saliera bien para Peter, Susan no podía hacer más que ofrecerle su ayuda de esa manera y continuar con la entrevista. Debía dejar de lado las cuestiones personales, enfriar tanto su mente como su corazón y continuar adelante con su trabajo. Solo si se comportaba como una verdadera profesional conseguiría el puesto en la televisora.

_¿Y la policía ya tiene alguna pista? -prosiguió la entrevista Susan, aunque preguntándolo de forma casual, para que Antoniette siguiera expresándose libremente-.

Supongo que soy tu hombre amigo, así que adelante, mañana allí estaré.-Dije mientras me levantaba de la silla y le tendía la mano a mi compañero a modo de despedida.-Ya te avisaré con los avances.

Más sonprendida aún por lo que acaba de pasar recibo el sobre tratando de notar mi sopresa. En casa me enseñaron que uno no lee las cartas en frente de nadie, así que me la guardo. Miro a la señora sorprendida, no entiendo para que me hizo venir, ¿sólo para entregarme el sobre?

Oh gracias, entonces. digo meditabunda. nos veremos

Cuando guardo el sobre siento un cosquilleo en mis dedos. No entiendo nada, y no entiendo para que me hicieron venir, es más, mi esposo pudo haberme esperado.

De repente me despido de la mujer, y doy media vuelta hacia la puerta. En la misma uso el movil para comunicarme con un servicio de Taxi, afortunadamente  el carro llega rápido y me marcho de esa casa con muchas preguntas. No se sí sentirme agredida por el engaño, no se porque la señora tenia el sobre ahí y me lo entrego, ¿qué esta pasando?

Veo las calles mientras el Taxi me lleva a mi casa, pasamos al frente del cementerio y pienso en mi bebe. Miro de reojo y me doy cuenta que estoy temblando, ¿porque estoy nerviosa?

Llego a casa, y mi esposo  se muestra sorprendido, no esperaba que no me demorara.

Voy directamente a la cocina para hacerle la cena. Abro la gabeta y veo el baso infantil de Harry que me he negado a botar. Le hago la cena a él, y se la sirvo con cariño. No como, no tengo hambre. Miro la cartera con el sobre.

Un día normal pasa, y cuando ya se ha alistado a dormir, me siento en la sala y tomo el mismo, y lo leo.