Partida Rol por web

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Snivat vacío como pudo el petate de Thanos hasta encontrar el pergamino. Afortunadamente, el mago era muy metódico y ordenado y el pergamino estaba muy a mano. Ya con el pergamino, Snivat se giró y lo abrió. Le encantaba leer, pero las palabrejas escritas en aquel viejo papel no se parecían en nada a su libro. ¡Eran complicadísimas y la letra era casi ilegible! Por no hablar de que no sabía ni lo que estaba lanzando aunque, si se parecía a la armadura que había puesto a Kal, sabía que tendría que tocar de nuevo a ¿Sebastian? para protegerlo. 

—No malu... ¡Non malum sit!— consciente de que el tiempo era escaso, la niña no esperó las instrucciones de Silas y se arriesgo a confiar en su instinto. Agarrando el tobillo de su compañero, la niña leyó aquellas últimas palabras, convencida de que no hacía falta más, esperando que su escaso poder fuese suficiente.

De reojo Thanos vió como las cadenas que ataban a Sebastian se desvanecían en el aire. Disparó a traves un de Kal un virote arcano al tiempo que el pequeño elemental de fuego engullía a la araña que quedaba viva.

Snivat lanzó el pergamino y Sebastian se despertó. Abrió los ojos, aturdido. Estaba tumbado en el suelo y a su lado, agachados estaban Snivat y Silas. Kal y Thanos estaban acabando con las arañas que habían "matado" al alquimista. 

Su aspecto seguía siendo el de Hannibal. Algo que... iba a dar que hablar...

El guerrero se dio la vuelta jadeando ligeramente debido a la pérdida de sangre, pero en perfecto estado y con su espada en ambas manos mientras observaba lo ocurrido con el ceño fruncido.

No perdió el tiempo y se acercó a "Sebastian" o lo que fuese con la punta de la espada tocando el pecho de la criatura y dijo en una voz grave y amenazadora -quien demonios eres tu malnacido de mierda, que le has hecho a Sebastian, contesta rapidito o te ensarto aquí mismo.

Las manos que sujetaban su espada eran firmes y no temblaban, sus ojos atentos a cualquier movimiento que no fuese el de su boca para ejecutar su amenaza.

Nada más liberar de las cadenas a aquel ser, la niña se apartó de un saltos y se escudó tras Silas. De haber podido, se hubiese lanzado encima una armadura mágica y es que, a pesar de que hubiese intentado librarle de sus ataduras, la visión de Hanibal aterrorizaba a la chiquilla. 

—No es él...¿verdad?— susurró tirando de la capa a Silas e imaginándose mil posibilidades, todas horribles, sin haber descartado del todo la del vampiro. La posibilidad de que el Padre Charlatán hubiese tomado de forma definitiva el cuerpo de Sebastian, también se cruzó por su cabeza... y es que salvo la desaparición de las cadenas no veía ninguna señal de que hubiese desaparecido realmente. Quizás las cadenas habían desaparecido "porque ya era suyo".

-¿Pero que...? Fue la respuesta del sorprendido Mister Hannibal, al ver el filo de la espada de Kal en su pecho y la pequeña Snivat gritando que lo quemaran. Enserio, casi preferiría estar con el extraño sacerdote de Sarenrae que hace nada le había resucitado. Hannibal dió un rápido vistazo a su alrededor para situarse y descartar que se tratase de otra situación surrealista como la que se encontró antes, pero al ver las arañas muertas y la habitación donde estaba antes de perder el norte, supuso que era todo real. -¿Pero que os pasa no veis que soy Sebat...?- de nuevo se cortó al verse las garras que tenía por manos. - Vale ya comprendo, quizás tenía que haberme presentado antes, Soy Mister Hannibal, el alter ego de Sebastián, normalmente cuando el buen Doctor se encuentra en un verdadero aprieto me hace aparecer para que le arregle la situación.- Explicó Mister Hannibal esbozando su mejor sonrísa...

Cuando el individuo se despierta y habla me da tal susto que al levantarme rápido por poco me caigo de culo.

- ¿Alter ego? Será mejor que te expliques, o ese tío que está al otro lado de la espada que tienes en el pecho no va a tener ningún inconveniente en atravesarte con ella. ¿Dónde está Sebastian y qué has hecho con él? ¿Eres algún tipo de espíritu, fantasma o similar que le posee y le transforma en ti?

Mis ojos relampaguean cuando me doy cuenta de las implicaciones de lo que acabo de decir.

¿Y si al desaparecer las cadenas hemos liberado al Charlatán y le ha poseído?

Si había algo que le gustaba a Mister Hannibal/Dr. Esteban es explicar sus descubrimientos. - Por donde empezamos, comenzó entusiasmado, durante mis investigaciones con mezclas de brebajes en la academia de alquimia de Magnimar... Fue en primer curso o segundo, ahora no me acuerdo... Aprendimos a mezclar componentes para potenciar nuestras cualidades físicas, en decremento de nuestras cualidades mentales o estéticas...Ahora que me acuerdo, mi novia me dejo por que le gaste una broma cuando le dije que cerrara los ojos y tome el brebaje, cuando los abrió se pegó tal susto que salió corriendo y no la volví a ver nunca más, lástima porque tenía un par...jajaaj Veis que en ese punto Hannibal se queda pensativo y le suben un poco los colores... Pues...

¿Le dejáis continuar?

Snivat volvió a tirar de la capa de Silas para llamar su atención y decirle algo. Ahora, además de asustada parecía confusa por la actitud del tal Hanibal. Sin embargo había algo... Era raro.

—Pregúntale por Salpicaduras —susurró para que solo lo oyese el clérigo— Si no sabe nada o sabe mucho es que nos engaña, porque él no estaba

La niña seguía oculta, pero entonces pilló al vuelo parte de la perorata de Sebastián y se quedó profundamente extrañada. Entendía que la novia le hubiese dejado al ver que era un malvado monstruo... o al creerlo. Pero no entendía muy bien en porque Sebastian lamentaba su marcha. Ni porque se ponía rojo. ¿Los vampiros podían ponerse rojos?

—¿Un par de qué?

Un par de tetas -contestó el guerrero con aridez a algo que le hubiese hecho gracia en otro momento. Dirigió la mirada un instante a Thanos antes de volver a fijarse en el monstruo que tenía entre el suelo y la espada -que dices Thanos, si nadie está seguro de que dice la verdad lo dejo inconsciente y que Vesorianna nos diga si el Charlatán sigue aún aquí.

Era Thanos la fuente de conocimientos esotéricos, si él tampoco sabía nada tendría que actuar según le indicaba la lógica.

-Esa boca…- se limitó a responder con voz queda. 

Thanos se llevó los dedos a las sienes. Volvía a sufrir la dicotomía entre lo que le decía su cuerpo y lo que decía su mente. Tomó aire lentamente intentando serenarse en aquel mar de sospechas. Le cuadraba la información que había dado el llamado “Mr. Hannibal”, pero en aquél lugar… hasta la sombra más inofensiva parecía querer matarlos.

Thanos miró a los ojos a la criatura que se encontraba en el suelo, al otro lado de la espada de Kal. Durante unos segundos se quedó en silencio, pensativo, mirándolos. Juzgando. 

-Es... es Sebastian. Kal, puedes bajar el arma.- sentenció. -Hay métodos alquímicos para extraer el poder arcano y elemental de plantas y animales, y en manos expertas ese poder se puede usar para replicar hechizos.- explicó. -En este caso Sebastian ha usado algún tipo extracto con un efecto de poliformia, que viendo como habla, no solo le ha afectado a nivel estético, también le ha deteriorado las habilidades mentales.- Volvió su atención a Silas. -Tanto como para pensar que es otra persona.- el clérigo era un buen sanador, experto en las enfermedades del cuerpo, posiblemente conocería también las enfermedades de la mente, y “Mr. Hannibal” tenía pinta de ser producto de una de ellas.

-De todas formas el efecto se pasará dentro de un rato, no deberíamos preocuparnos.- se encogió de hombros. -No sé vosotros, pero yo tengo ganas de salir de este edificio, visitemos a Vesoriana para acabar con esto. Necesito una cena digna de Caiden y dormir en una buena cama.- Tenían el ticket para huir de la prisión, y el mago no quería demorarse lo más mínimo en usarlo.

—Pregúntale por Salpicaduras —susurró para que solo lo oyese el clérigo— Si no sabe nada o sabe mucho es que nos engaña, porque él no estaba

Sonrío a Snivat. Tiene una mente despierta, cuando tenga unos años más va a cazar las mentiras al vuelo. Cuando la inocencia de la niñez la abandone. 

- No serviría de mucho, podría mentirnos ¿verdad? - respondo en el mismo tono.

-Es... es Sebastian. Kal, puedes bajar el arma.

Pero ese brebaje hace algo más que deteriorar sus capacidades mentales, le está provocando un trastorno de identidad disociativo, otra personalidad - pienso, recordando el seminario sobre enfermedades mentales -. Si abusa de él al final es posible que la personalidad secundaria pase a ser la principal.

- Si Thanos lo cree así para mí es suficiente. Aparta el arma Kal, por favor. ¿Así que el señor Hannibal es Sebastian? ¿O Sebastian es Hannibal? ¿Cuál de los dos manda ahí dentro? - Tiendo la mano a Sebastian/Hannibal para ayudarle a levantarse.

Su instinto le gritaba que lo mejor era terminar con el problema de cuajo, pero su instinto podía estar equivocado en este maldito sitio.

El guerrero asintió a las palabras de Thanos pero no movió su espada mientras contemplaba las opciones disponibles. Podía dejarle libre, pero le preocupaba que el mago se equivocase, creía poder terminar con éste engendro llegado el caso, pero antes Snivat o los demás podrían sufrir algún daño.

También podía atarle, pero si de verdad era Sebastian y encontraban algún peligro no tendrían su apoyo y si era un enemigo... bueno, no creía que pudiese librarse si Kal decidía atarle con saña pero nunca se sabía.

Y acabar con él... si era Sebastian sería un asesinato a sangre fría, como guerrero estaba acostumbrado más que la mayoría a la presencia de la muerte a su alrededor incluyendo la que él proporcionaba, pero una cosa era acabar con alguien al abrigo del calor de la batalla cuando la moral dejaba lugar a la lucha por la supervivencia. Incluso podría acabar con él si estuviese seguro que era un peligro, pero no lo estaba.

En fin... Cayden seguro que lo dejaría libre...- decidió confiar en su fe antes que en lo que sus instintos y lógica le dictaban, apartando la espada lentamente. No le gustaba el alquimista y sus truquitos extraños, tendría un ojo abierto vigilándole, pero eso no era suficiente para invalidarle como compañero o privarle de su libertad.

Levanta - dijo tendiéndole uno de sus enormes brazos para ayudar a que se levantase - y si puedes mejora tu brebaje para ser más guapo, que asustas a Snivat - dijo bromeando para disminuir la tensión de la situación, incluso esbozó una sonrisa al monstruo, aunque lo suyo le costó.

Thanos tiene razón, el fantasma nos espera - añadió antes de pensar -y si se equivoca y el Charlatán sigue aquí quizá ella lo descubra.

—Ah...¿pero eso no lo tienen todas las mujeres?

La niña escuchó con atención a Thanos, mientras pensaba que vaya cosas más raras hacía la gente. Si ya a ella por involuntariamente ver cosas le habían liado de aquella forma, no quería ni pensar lo que harían al bueno de Sebastian, Hanibal o como quiera que se llamase si se pasaba por su pueblo. Quizás nada, porque era explicable. Quizás le sacasen a pedradas, por ser voluntario. Entre Silas y Kal levantaron a Sebastian. 

—Si no es un vampiro, un monstruo o algo así puede ser todo lo feo que quiera, que no me asustará.—respondió más tranquila, pues en ningún momento vio el riesgo de que perdiese el control. Simplemente era más fuerte, más feo y había perdido la capacidad de curar a otros. Pero seguía siendo aquel señor raro. Solo que más raro aún.

Las tienen todas, pero normalmente cuánto más grandes mejor - dijo con cierta sorna mirando a Snivat con curiosidad. ¿Habrían sido sus padres fervientes seguidores de algún dios de la castidad? ¿Existía algún dios así?

Le extrañaba que una chica de su edad aún no supiese como funcionaba el tema entre hombres y mujeres, de ser una chica normal en media década ya iba a estar en edad casamentera.

Aún te quedan unos cuantos años para preocuparte de eso, de todos modos. 

Aunque hablaba con voz bastante tranquila sus ojos iban perforando el camino que seguían así como a Sebastian, aún no había envainado su espada, algo que seguramente no iba a hacer hasta salir de la puñetera prisión.

—Como Florinda Penford— murmuró por lo bajini la chiquilla recordando a la mujer de gigantescos pechos que vivía a pocas calles de su casa. Aquella mujer, un ama de cría muy popular de pechos tan anchos como los hombros del guerrero era un portento sacando adelante a niños recién nacidos sin necesidad de debilitar a los suyos propios. Además, hacía poco había quedado viuda... Quizás fuese una buena nueva novia para Sebastian o para Kal, si les gustaban las mujeres así. Si finalmente la llevaban de vuelta a su casa, les presentaría. No recordaba que hubiese mucho interés hacia ella por los hombres del pueblo. Probablemente el gusto por los pechos grandes fuese algo más común fuera de Redleaf, donde era más apreciada la belleza y juventud  —Si queréis os la presento. Además, cocina muy bien.

Mister Hannibal agradeció que la aclarara la confusión sobre su identidad, y cogiendo con sus garras las mános tendidas por sus compañeros se levantó y sacudió los ropajes.

Ante el ofrecimiento de presentarles de la inocente Snivat, de presentarle una señora con grandes atributos, Hannibal no pudo contenerse y comenzó a reír sonoramente con una risotada que ponía los pelos de punta...- jajajajajaj No hace falta pequeña, aunque es de agradecer que una mujer tenga buenos atributos, no es lo más importante.

- Toca volver a informar que hemos limpiado de fantasmas la zona, antes de que esos desalmados vuelvan a las andadas... Luego si todavía nos quedan ganas, podríamos acabar de registras más a fondo la prisión, por si podemos encontrar algo más de valor.