Partida Rol por web

No es complicado darse cuenta de como Kendra otorga una mirada curiosa a la niña. La estudia durante unos segundos y después vuelve a atender a Silas. 

Dr. Sebastián, si bien había aportado su pequeño granito de arena a la expiación de la prisión, era relativamente nuevo en el grupo y solo había tenido una pequeña charla con el Padre Grimburrow, cuando pregunto por el Profesor Lorrimor. 

Cuando recogieron los cuerpos de Griam y Johansson, el buen Dr. quería preguntar si podría hacerles la autopsia cuando llegaran al poblado, sería una aportación muy interesante para su tesis, pero cuando vio la cara de tristeza de sus compañeros, comprendió que no era lo más adecuado.

Una vez en el Ravengor todo se sucedió muy deprisa, las noticias iban a correr rápido y el grupo se podía tomar un merecido descanso. Pero el joven Doctor, estaba ansioso por continuar anotando acontecimientos en su tesis y seguramente esa noche le costaría dormir.

El Padre Grimburrow había llamado a un par de acólitos que recogían los cuerpos con mucho cuidado. Había una parte de la pequeña iglesia donde se rezaba a los muertos, y si bien era cierto que normalmente lo hacían de manera individual, se las apañarían para preparar la estancia. 

Se despidieron y partieron a casa de Kendra. Parecía que la lluvia daba un poco de descanso. El pueblo estaba vacío. Los acontecimientos que habían sucedido en las últimas semanas, se habían ido incrementando aunque los aventureros estuvieran en Harrowstone combatiendo con los fantasmas. Por ello, en el ambiente se notaba un cierto miedo, que tardaría tiempo en normalizarse. 

Al llegar a la casa de los Lorrimor agradecisteis el calor que otorgaba la leña ardiendo en el fogón. La comida estaba preparada y Kendra, aunque no había hecho demasiado, pudo alargarla con un poco más de agua, y algunas verduras cortadas muy finas para que se hicieran rápido. Tenían hambre, hacía casi un día que no comían y devoraron la -ahora un poco insípida- preparación de su anfitriona. 

Pero no habíais acabado y la mujer ya os estaba interrogando con la mirada. Tenía una expresión de espera y curiosidad. No quería violentarlos, no quería interrumpir su cena, pero sentía una infinita curiosidad por la historia que habían vivido. Por ello, no preguntaba con palabras, pero esperaba que alguno tomara la iniciativa y le contara, al menos, aquellas partes que quisierais contar.

Todo esto era bastante obvio. Thanos y Silas sabían perfectamente que Kendra era una estudiosa, y que tenía ciertas dotes para la magia. Pero es que, además, la mujer había perdido a su padre en Harrowstone, y querría saber quién y por qué razones lo habían hecho. Por otro lado, parecía sentir cierta curiosidad por los nuevos y esperaba que se presentaran, especialmente Snivat, a quién no dejaba de lanzar miradas furtivas.

Con cuatro hermanos mayores, Snivat sabía mucho sobre guisos aguados y de como untar pan en ellos los mejoraba y llenaba más. Esto, unido a que llevaba un par de días más de mal comer antes de encontrarse con el grupo hizo que le supiese a gloria. Sin embargo, y a pesar del hambre la niña comía despacio, consciente de las miradas que le lanzaba Kendra y esperando a que sus compañeros comenzasen a hablar. Le habían contado alguna cosa por encima en la prisión, pero ahora que estaban lejos de ella y cerca de aquella tranquilizadora y adormecedor fuego, podía enterarse mejor.

Mientras esperaba a que alguno se animase, pues poco tenía ella que contar, la niña se fijó en un retrato de Lorrimor y se le quedó mirando pensativa. No sabía que aquel hombre era Lorrimor, pero en cambio le sonaba. Mucho. Hasta que de pronto se dio cuenta. Y aunque en su casa solían decir oveja que bala, bocado que pierde, no pudo evitar preguntar.

—Creo que conozco a ese señor— dijo de pronto sin dejar de mirar el retrato— ¿Quién es?

- Ese era mi padre - dijo Kendra poco sorprendida - Petros Lorrimor, aunque la mayoría le conocía como Profesor Lorrimor, porque era muy importante en la Universidad de Lepistadt. ¿Dices que le conocías? ¿Le viste en la prisión antes de que muriera? Le cayó una piedra en la cabeza hace unas semanas. Una gárgola de las que adornan sus muros. Un terrible accidente, aunque hay quien piensa que pudo pasar algo más. 

Por un momento, Snivat se quedó confundida al oír hablar de las gárgolas de la prisión, pensando que se refería a gárgolas vivas, lanzando piedras sobre la gente ¡menos mal que no había visto ninguna o se hubiese muerto de miedo! Si las de piedra ya asustaban, unas que se escondiesen para tirarte piedras... 

—No, no, allí no... En mi pueblo, Redleaf. Me acuerdo porque me curó unas heridas que me hizo un bicho raro y porque discutió con mucha gente—la niña no explicó que las discusiones habían sido por su culpa; era lo suficientemente avispada como para saber que eso podía traerle problemas... y también sabía que sus compañeros, con lo poco que les habían contado, sabrían unir dos y dos y suponer cual había sido el motivo de la discusión—Se enfadó mucho y les llamó ignorantes supersticiosos. Pero parecía simpático... siento que muriese.

Y más allí... 

- Snivat tiene un talento innato para la magia - comento mientras la miro -, le sale naturalmente. También tiene ... sueños, sueños que tienden a cumplirse. Cuando la encontramos por primera vez, miró a Griam, le señaló y dijo que había soñado que moría. Cuando nos encontramos con el fantasma de Salpicaduras Griam cayó en combate. Parece tener don para la profecía. - Miro a Kendra - por lo visto en su pueblo no tratan bien a los que demuestran dotes arcanas. Por lo que nos contó, sus propios padres la llevaron a la prisión, creo que puedes imaginar el motivo.

No puedo evitar que la voz se me endurezca al decir las dos últimas frases. Abandonar en ese lugar a su propia hija, ¡pandilla de ignorantes!

- La cobijamos bajo nuestra ala mientras estuvimos allí dentro y nos devolvió el favor con creces. Fue su magia la que protegió a Kal mientras él se enfrentaba al fantasma del Cercenador y lo destruía. Dicho sea de paso, Kal también se ha revelado como un excelente camarada y luchador, esa espada suya parece cobrar vida en sus manos. El doctor Sebastian, nuestra más reciente adquisición en la prisión, tampoco carece de habilidades. Se enfrentó sin titubear al Cercenador distrayéndole mientras Kal atacaba y cayó bajo el influjo de la aparición del padre Charlatán, pero conseguimos que saliera de ella.

- Sé que quieres saber si hemos averiguado algo sobre la muerte de tu padre, y lo siento, pero no tenemos buenas noticias. Parece ser que una organización llamada el Camino Susurrante realizó algún tipo de ritual en la prisión, tu padre les descubrió y ellos lo mataron disfrazándolo de accidente para encubrir su paso por Harrowstone. El ritual en cuestión tenía algo que ver con el espíritu del alcaide muerto, y provocó que los espíritus de los presos que estaban atrapados allí se liberaran de lo que les retenía e intentaran escapar del lugar. Tuvimos que localizar y destruir a los espíritus más poderosos, casualmente los de los presos más peligrosos, para debilitar lo que el Camino Susurrante había desencadenado y que el fantasma de la mujer del alcaide pudiera tomar el lugar de su marido como guardiana de la prisión y así acabar con la maldición de Harrowstone.

Kendra agradeció con un gesto el comentario de la niña. No había estado realmente muy unida a su padre hasta los últimos años. Su padre siempre estaba fuera de casa, realizando investigaciones, y rara vez le hacía mucho caso, pero bien era cierto que su padre había conocido a mucha gente en sus viajes que le querían y le ayudaban. Eso hablaba bien de él como persona, pero peor de él como padre. Kendra, sin embargo, era una estudiosa. Había sacado eso de su padre y, ahora, entendía perfectamente las razones que tuvo Petros en su momento. No le guardaba ningún rencor, y lo cierto era que recordaba aquellos fantásticos momentos que pasaban juntos. 

Escuchar a Silas le hizo ver aún más las cosas. 

La niña era mágica, eso explicaba por qué estaba con ellos, cómo había llegado a Harrowstone. Sin embargo, estaba claro que no había tenido un mentor y que su magia era más peligrosa que otra cosa. 

De Kal no tuvo dudas, solo una mirada al fornido guerrero contaba mucho sobre él. Una persona a quien, claramente, querías tener de tu lado, protegiéndote. En cambio Sebastian tenía un aspecto muy diferente, y parecería recién salido de la Universidad, si no fuera por las canas que peinaban sus sienes. ¡Doctor!, ni más ni menos. ¿Sería médico de profesión o un simple curandero? 

 - Mi padre sabía que el Camino Susurrante estaba en Ravengro. No me lo dijo más que en carta, y me enteré después de que fuera tarde. Hubiera impedido que siguiera sus investigaciones... - rectificó - lo hubiera intentado al menos. Con mi padre era muy complicado sacarle de las decisiones que tomaba, aunque pudieran tener el final que tuvieron. 

Escuchó el final de la historia. Historias de fantasmas. Las gentes de Ravengro iban a estar encantadas con semejante historia. Hizo una pausa, miró a la niña y de nuevo a Silas. 

- Supongo que estaréis agotados. Me encantaría saber todos los detalles, pero entiendo que queráis descansar. Mañana enterraremos a vuestros amigos, y dudo mucho que el Concejo no os llame para hablar con vosotros. - Kendra miró después a Kal, Sebastian y después a Snivat. - No obstante, sería un poco complicado explicar que Snivat estaba en la prisión. No sé si ella debería de estar allí. Lo dejo a vuestra discreción, pero por respeto que os tengan ahora, una niña en un lugar maldito es difícil de explicar. 

La niña ya empezaba a disimular bostezos cuando Kendra insinuó que no debía ir al entierro de Griam. Snivat miró a unos y otros, sin entender muy bien que quería decir. No con lo de que no se fiarían de una niña que salía de la prisión, eso lo tenía muy claro, sino con el hecho de que pensasen que podían simplemente no llevarla. A ver, que podían decir que la insignia la había encontrado otro y poco más había hecho ella, salvo presagiar una muerte, pero a la hechicera se le escapaba un cabo. Bastante gordo, además. Bueno, gordo no, pero si notorio y viejo.

—Pero Kendra... el padre Grimburrow ya habrá comentado a alguien algo. Será aún más raro si creen que volvemos cinco y van cuatro.

La niña miró a sus compañeros. No se había planteado demasiado hasta aquel momento lo que pasaría al salir de la prisión, pero ahora comenzaba a tener dudas. Quizás pudiese volver a su casa, al fin y al cabo no le habían dicho que no volviese y así podría ver a su hermano... ¡Y vaya susto daría a sus padres que la creerían atrapada! Oh si, aquello podía ser muy gracioso... Claro, que lo que pasase después probablemente no compensase aquella pequeña diversión.

- Que estés aquí no es el problema - le dijo a la niña - Puedes ser simplemente la hija de Kal, y nadie preguntaría de más. - Su gesto parecía más maternal que otra cosa - Pero ir a reunirte con el Concejo e insinuar tus dotes mágicas puede que no sea una buena idea. Es verdad que a Silas y a Thanos os conocen, pero al resto no. Y aquí la desconfianza podría llevar a situaciones incómodas como las que viviste en tu pueblo. Además, siempre puedes venir conmigo y podemos tratar de enterarnos de otras maneras. - sonrió. Ella había dado su opinión, no pretendía decirles lo que tenían que hacer. 

-Kendra lleva razón.- se limitó a decir Thanos. -En Ravengro nos miraban mal de antes, y tras la muerte de Griam y de Johansson las autoridades nos van a presionar bastante. Presentarles a una hechicera que habían encerrado en las ruinas solo te puede provocar más problemas.- argumentó. -Debes venir con nosotros a verlas, claro, Silas y yo no habríamos salido vivos de Harrowstone si no hubiese sido por tí... pero eso no lo saben en Ravengro, y dudo seriamente quieran hacer el esfuerzo por aprenderlo.-

-Por lo que debes venir, claro que debes venir, pero en calidad de “hija de”, y no decir a nadie cuales son tus poderes.- miró a Kal. -Una buena mentira a tiempo ahorrará problemas.- Esto lo decía por experiencia propia, de haberse callado en su momento medio pueblo no lo miraría por la calle como si fuese a convertirlos en rana a todos.

Así que la hija del profesor...- pensó el hombretón tras las palabras de Silas - eso explica muchas cosas.

Más tarde el guerrero comía por tres y bebía por cinco. O eso hubiese deseado ya que la cena era bastante escasa, algo que Kal hubiese lamentado de no ser porque los pasados días hacían que incluso esto pareciese un banquete.

Frunció el ceño al escuchar las palabras de Snivat, de Silas y de la propia Kendra. Finalmente aunque ya le habían mencionado decidió hablar con la voz algo ronca -lamento mucho la muerte de vuestro padre, nos conocimos en un "baile" contra unos acólitos del Rey de los Ladrones con ganas de gresca.

Claro que seguramente eran unos bandidos con aspiraciones de ascender - pensó Kal al recordar la escena.

Y respecto a mi... fui un soldado y ahora soy un mercenario que bebe por Cayden Cailean, desea la suerte de Desna y suspira por los favores de Shelyn y Calistria.

Aunque Kal jamás iba a seguir el camino clerical, recordaba bien los sermones sobre el ethos que muchos sacerdotes de Cayden Cailean proclamaban entre jarra y jarra. El caos era libertad, innovación, pasión e impetuosidad. Bueno... también era más cosas pero esas eran las que Kal había decidido que quería hacer como propias. Como tal aunque seguía fervientemente al Dios Borracho respetaba a esas deidades mencionadas por encima de las demás.

Después se dedicaba a escuchar más que hablar, después de todo lo que decían sus compañeros ayudaba a conocerles mejor, ya que en la prisión tales "minucias" habían quedado en un segundo plano ante la amenaza de muerte constante.

Sin embargo alzó una ceja ante las palabras de Kendra sobre la "hija de Kal" y después alzó la otra cuando Thanos secundó la idea.

¿Por quien demonios me han tomado, por una maldita niñera? Si no soy capaz ni de encauzar un rumbo certero a mi puñetera vida - pensó para sus adentros lanzando maldiciones mientras meditaba lo que decían.

¿Y porqué íbamos a involucrar una niña más de lo necesario? - contestó con aire desabrido - Hicimos lo que hicimos en Harrowstone porque no rechazas un trago de meado en el desierto, pero... ¿Ahora? Deberíamos empaquetarla en el primer carro en dirección a la primera jodida academia de chiflados lanza conjuros y que aprenda lo que hace y crezca como se supone que deben hacerlo. Además... - añadió una sonrisa todo dientes que no era una sonrisa de verdad - si Snivat fuese mi "hija" y alguien le dijese algo por lanzar unas chispitas acabaría recogiendo todos sus dientes en el suelo.

Y Kal no mentía, puede que el Kal Endar aventurero y corriendo riesgos de morir fuese alguien que forzase un estricto orden casi militar, pero el Kal Endar aventurero en una ciudad era un pendenciero que no buscaba directamente problemas pero tampoco los rehuía lo más mínimo.

Finalizó con una última frase casi gruñida -Las suspicacias y costumbres de Ustalav me importan menos que la mierda de sus vacas en la que se rebozan. 

—Mmmm— Además de reconocer que tanto Thanos como ella tenían razón (aunque Grimburrow ya sabía que hacía magia) las palabras de Kendra habían intrigado a la niña, ¿conocería la mujer algún pasadizo o algún sitio secreto desde donde observar en silencio? ¡Quizás un pasadizo mágico! Aquello podía molar—Vale, ¿enterarnos? ¿como?

La conversación quedó cortada con las palabras de Kal. La mirada con la que Snivat le lanzó en un momento que Kal miraba a Kendra era más elocuente incluso que las palabras del guerrero. Si los males de ojo existían estaba más que claro que a Kal se le romperían todas las jarras antes de que pudiese acercarse la cerveza a sus labios y todos los barriles se perderían a su paso. Afortunadamente, Snivat no lanzaba males de ojo. Que no quisiesen que estuviese con ellos era una cosa que Snivat podía entender. Era lógico, al fin y al cabo, no era más que una niña. Que le comparasen con una meada, ya no le gustaba tanto y, a pesar de lo que pudiera parecer, tenía su orgullo. La expresión furiosa no duró más que un relámpago y volvió a convertirse en una, ciertamente impenetrable.

—Ni soy un paquete, ni una chiflada ni necesito tu ayuda, pero antes de que cambie la luna tú vas a necesitar la mía.— el tono de voz era lo más alejado del mundo de una amenaza, como en otras ocasiones, era de pleno convencimiento. Lejos de asustarse de la brutalidad de Kal, la niña le mantuvo la mirada antes de encogerse de hombros— Ya, ya, que te da igual. 

Levantándose, la niña se acercó a su anfitriona

—Kendra, ¿te ayudo a recoger?

Kendra se levantó. 

- No hace falta, Snivat, muchas gracias, es mejor que descanséis. Tú también. Dudo que hayáis tenido alguna noche tranquila en Harrowstone. - Después se dirigió a Kal, con un gesto de aceptación en la cara. El hombre era rudo, pero no era idiota del todo. Aunque sus modales no fueran los mejores - Estoy muy de acuerdo contigo, Kal. Pero yo misma he sido maestra y soy usuaria de la magia. - Se giró hacia Snivat - Serías bienvenida si quisieras quedarte conmigo. No tengo que ser tu madre, podemos ser simplemente... amigas. Te enseñaré lo que sé y luego podrás usarlo de la mejor forma posible, controlando tu poder, que además será mayor. Como sabes, tengo espacio de sobra, y tendrías acceso a las investigaciones de mi padre y a su biblioteca. Sé que tu don es natural y no aprendido, pero precisamente por eso creo que necesitas una formación adecuada. Piénsalo, la decisión es tuya.   - se giró hacia los demás - Sólo tuya. 

El Dr. Sebastián estaba atentó a la conversación, mientras diseccionaba delicadamente y con cortes precisos los trozos de comida, sin importar si era carne o verdura. La niña con poderes estaba trayendo cola y había puntos a favor y puntos en contra sobre su educación. Aunque ella tendría la última palabra sobre su destino, para el Dr. ya estaba todo dicho. Había demostrado de sobras su potencial, saliendo de una pieza de una prisión encantada donde otros supuestamente más preparados no se atreverían ni siquiera pisarla o han fallecido.

- No daría más vueltas al tema, mañana nos presentamos al consejo, para dar la buenas noticias y si hacen más preguntas de la cuenta, decimos que más vale dejar todo como esta, no vaya a ser que levantemos los espíritus otra vez. Sebastián se detuvo un secundo para degustar un poco de vino. Si no son lo suficientemente tolerantes, comprensivos o inteligentes, no hace falta perder el tiempo dando explicaciones, más de las necesarias. Eso me recuerda una clase que di en la Academia de Magia de Magnimar, por aquel entonces daba clases de primer curso de Pociones y elixires, los alumnos tenían que hacer una simple poción.... y claro por más que le repetía que mezclaran los ingredientes por orden...todo empeoro cuando uno de los alumnos...

-Opino lo mismo que tú Kendra, la chiquilla necesita formación… pero creo que debería impartirsela yo.- la voz de Thanos sonaba distraída, su cabeza había volado hasta Harrowstone de nuevo, a la celda en la que la encontraron y a la posterior muerte de Griam. -Los conocimientos que atesoras en este edificio son imponentes, y no dudo dudo de tus dotes como profesora.- sus ojos se posaron en Snivat. -Pero tras lo vivido en su antiguo hogar… quizás le convendría aprender otras cosas, cosas que solo pueden aprenderse en el camino.- 

El mago obvió deliberadamente la perorata de Sebastian, las batallítas le importaban bien poco cuando tenían que resolver un asunto como aquél. -Nuestro camino es peligroso, muy peligroso, pero su soltura está más que probada, se las apañará con nosotros.- 

Se enderezó en su silla, mirando directamente a los ojos a la muchacha. -Si ella gusta de que yo sea su maestro, claro.- esbozó una sonrisa.

- No sé qué te hace pensar que soy débil - dijo a Thanos muy seria - Pero mi padre era profesor de la Universidad de magia, y yo he aprendido magia con él desde que era pequeña. Entiendo que no lo sabrás, pero yo hasta hace poco tiempo tampoco estaba en casa, supongo que hay algo en nuestra sangre que nos hace salir afuera.

Kendra había sido en realidad una aventurera, y muchas de las cosas que había hoy en la casa eran tesoros que ella misma había conseguido durante sus viajes.

- No soy ninguna mojigata que no sabe defenderse de un ataque de una aberración o de una bestia mágica. No confundas mi sexo con debilidad, Thanos. Mi especialización, además, es la adivinación y como sabrás, los sueños precognitivos de Snivat están más ligados a esa escuela que a otras. 

No estaba ni siquiera riñendo por quedarse con Snivat, pero algo había tocado Thanos en Kendra, alguna fibra sensible. Algo, por otro lado, normal. En un lugar como aquel, no debía de ser fácil ser una mujer y ser además usuaria de magia. Kendra combinaba todas las variables para ser una "apestada". 

El ambiente se estaba poniendo tenso y parecía que ella era la razón. Por un momento se había ilusionado de verás con la proposición de Thanos, que al menos no la comparaba con meadas. Quedarse con Kendra no le convencía porque sabía que era condenar a la mujer a las malas miradas, aunque sabía que a ella no le importaría. Lo había visto muchas veces: ya fuesen solteras o viudas, las mujeres solitarias con niños no tenían un futuro agradable. Aquella discusión no le gustaba nada y, comenzó a valorar la opción de volver a su casa, ya no para dar un merecido susto a sus padres, sino como opción real. 

—Creo que Thanos no quería decir eso... —se atrevió a decir finalmente con un astuto tacto que denotaba la infantil tradición de "no enfadar a papá ni a mamá" salvo que así lo desease. Snivat hablaba despacio, tratando de parecer tranquila y que no se notase demasiado que se sentía afectada por haber ocasionado aquella pequeña riña— Solo que piensa que quieres enseñarme aquí, porque eres buena y querrás ayudar al pueblo, has hablado de la biblioteca y estabas de acuerdo con Kal en lo del viaje...

La niña carraspeo un poco y luego con un descaro que solo se pueden permitir los muy jóvenes o los muy locos añadió esperando que sirviese para cambiar de tema y evitar que aquello escalase más

—¿No íbamos a dormir?

Ante las palabras de la niña, Kendra reculó. 

- Tienes razón, Snivat. - dijo haciendo una ligera inclinación de cabeza hacia Thanos - Lo siento, maese Thanos. Entendí que cuestionabas mis habilidades. Sólo quise aclarar que yo también hago viajes constantemente, y entendemos la necesidad de la experiencia en el campo, para poder controlar, correctamente y en su máxima extensión, la magia. No todo pueden ser libros, mucho menos cuando se trata de una hechicera y no de un estudioso. - Sonrió - Espero aceptes mis disculpas. 

Le agradeció con un gesto a Snivat que le hubiera sacado de su propia impertinencia. 

- Sí, puedo acompañarte al dormitorio, es una cama enorme. - le indicó el camino para seguir. Ambas salieron escaleras arriba y Kendra le enseñó la amplia estancia donde iba a dormir. Era un dormitorio exclusivo para ella. Los demás dormirían dos a dos. Tras ello, le ofreció muda limpia (tenía viejos camisones de cuando era pequeña) y un cacharro de metal para hacer sus necesidades si lo requería. - Si necesitas cualquier cosa más, avísame. 

Después volvió a bajar y se puso a recoger la mesa. 

Kal miró a la niña y dijo áspero -menos humos conmigo Snivat, los acertijos a los demás si no quieres llevarte una azotaina.

Ese era exactamente uno de los problemas para el guerrero, la idea de una niña con demasiado poder y el temperamento infantil. Mostró su complacencia ante las palabras de Kendra de quedarse con ella, quizá estando las dos solas podrían darse compañía y si la mujer sabía magia podría guiarla.

En cambio miró al doctor Sebastian con una gran sorpresa, había demostrado ser excéntrico, pero parecía ser incapaz de concentrarse en lo importante de cada situación. Desde luego no era nada halagüeño y se preguntó si el hombre querría seguir con ellos en futuro o no, quizá ya había terminado su estudio y volvía a la cueva en la que le habían sorbido los sesos.

Finalmente el pequeño rifirrafe hizo que mostrase levemente los dientes con una sonrisa, parecían dos sargentos midiendo quien la tenía más larga, aunque no sería él quien hiciese ese comentario a dos avezados usuarios de magia. Decidió introducirse de nuevo carraspeando antes de decir -estoy de acuerdo que la niña necesita instrucción y vosotros sabréis quien es el más indicado. Pero la vida que llevamos nosotros - dijo incluyendo con la mirada a Thanos, Silas y Sebastian - no es la vida que nadie incapaz de hacerse responsable de sus propias cagadas pueda ni deba llevar.

No le importaba que Snivat escuchase. Kal sabía que ella era madura para su edad y disponía de un gran poder mágico, pero hasta ahí; seguía siendo una niña y eso sólo lo iba a cambiar el tiempo.

Ya que mañana y en futuro vamos a estar ocupados deberíamos tener un plan concreto de que hacer con ella, donde y con quien se queda.