Partida Rol por web

En un abrir y cerrar de ojos, tres bestias putrefactas cerraban a Erzsen en su empeño de acudir en ayuda de los aldeanos atrincherados en la sala. Y otro más venía en pos del muchacho. Desentenderse de ellos estaba fuera de toda lógica. Así pues, con un gruñido aferró la daga sagrada y arremetió contra uno de los que le cerraban el paso. Habría de confiar en la determinaciçon de Desther para llegar a la asediada puerta. Con un giro imperceptible de su muñeca, Erzsen pasó bajo uno de los brazos alzados hacia él, agachandose ligeramente. Impulsó su pierna de apoyo y elevó su cuerpo para colar la daga entre las defensas del ser. El acero sacro penetró bajo la barbilla hediendo la carne macilenta hasta el gavilán del arma. Luego, retrayendo el brazo cortó como si de manteca se tratase la mandibula del mosntruo. Cuatro labios rubricaban ahora la macabra sonrisa del zombi.

Una vez más, uno de los no-muertos estalló en una nube de cenizas, tras ser golpeado por la daga de poder sacro. Erzsen se había convertido en un exterminado de tales criaturas, mientras empuñaba la daga de exótica manufactura. A su vez, Kendra se aproximó hasta Desther y conjuró un hechizoo tras leer un pergamino...

Cuando vislumbró como Sic se levantaba gracias a la ayuda de Lyria, la atención de Ishaya se dirigió hacia el alguacil... Lo que vió le espeluznó, los engendros se cebaban con el cuerpo caído de Benjan Caeller... El noble alguacil no merecía un trato tan atroz y despiadado, la no-muerte no conocía límites...
La ira inundó el alma del sacerdote pharasmita que avanzando con paso decidido hacia el centro de la plaza no pudo reprimir la furia.
VOLVED A LA MUERTE!!! PHARASMAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

y la energia se desbordó a través de él impactando con cualquier no-muerto que se hallase alrededor...
Le daba igual perder la ventaja de ser indetectable, le daba igual que tras sus actos fuera blanco de los ataques de aquellas criaturas, solamente buscaba retirar la atención sobre el caído...

La energía purificadora desprendida por las plegarias del sacerdote enano, prendió la carne de los no-muertos en un fugaz fuego sagrado. El que se encontraba luchando con Desther, se encendió como una tea hasta consumirse por completo. La Dama de las Tumbas había hablado...

Alejado del núcleo de la refriega, Jarik se batía con una de las dañinas criaturas, con su hachuela enana en ristre. El zombi volvió a acometer frenético, pero en esta ocasión su golpetazo se enredó con las ramas y hojas del árból que se situaba junto al pistolero...

Lyria se movió rápida entre los dos combates que libraban sus hermanos. Necesitaba una posición mejor para poder descargar su ataque para poder ayudar a Sic que se enfrentaba a dos zombis.

Una vez en la nueva posición, extrajo parte de sus exiguas energías para concentrarlas en un pequeño orbe ácido que se apresuró a lanzar al zombie de Sic más alejado. Sin embargo, quizá fruto del cansancio, su orbe se perdió más a la derecha de ese zombie, golpeando la estructura que allí había.

El peligroso no-muerto intentó inútilmente apresar la pierna de Erzsen, tras sufrir la quemadura sacra procedente de la explosión de energía de Ishaya. Por suerte, la agilidad del pícaro seguía siendo su mejor aliada...

El inquisidor no cesaba en su ataque a los no muertos, manejaba la alabarda con soltura, destreza y con un ahínco obsesivo por dar fin a aquello que había poseído los cuerpos de los que en vida habían sido aldeanos, sus vecinos y conocidos. Los ojos de Desther destellaban de auténtico odio hacía toda la corrupción de la muerte desatada allí.

La energía canalizada por el sacerdote Ishaya había reducido a cenizas el enemigo con el que luchaba en tan sólo unos pocos segundos. A continuación el inquisidor se abalanzó hacía el siguiente no-muerto que encontró deambulando, más cerca de Erzsen, y sosteniendo con firmeza la alabarda la dirigió hacía sus piernas rebanandolas por debajo de las rodillas.

-¡Tu no vas a ir más lejos, engendro corrupto, tu hora ha llegado!- le gritó furioso el inquisidor.

Tras el portentoso alabardazo de Desther, la criatura cayó inerte al suelo. El joven inquisidor estaba dispuesto a poner todas sus habilidades al servicio de la batalla, y jamás daría un paso atrás. Por contra, Sicarius seguía debatiéndose contra dos zombis. El golpetazo del primero chocó contra un muro de energía que lo salvaguardaba, pero el que se encontraba a su lado, hincó su séptica dentadura en el muslo del guerrero arrancándole un trozo del mismo.

A unos cuantos metros de distancia, el no-muerto que se estaba dando un festín con el maltrecho alguacil, fijo su mirada de ojos vacuos y lechosos en Ishaya, y comenzó a marchar hasta donde se encontraba el sacerdote.Cuando llegó hasta él, levantó su brazó desprovisto de mano, mostrando los restos afilados del hueso de su muñeca. Lanzó un fuerte golpe que atravesó la cota de malla del enano...

Los zombis continuaban golpeando la puerta del gran salón con violencia, y una enorme grieta cruzó la madera de la misma, mientras los que se encontraban en su interior intentaban evitra el terrible final. Gritos de mujeres, llantos de niños. Parecía como si el campo de batalla se hubiera quedado mudo y ahora más que nunca, las voces de los inocentes se alzara por encima del pánico y el terror...

Aun no se había recuperado de su milagroso alzamiento a manos de su querida hermana Lyria, que las heridas infringidas volvían a pesar, pero Sicarius era testarudo como una mula y no se iba a dar por vencido. Se encontraba en una posición que le era favorable, en pie, Descanso Eterno en sus manos y frente a dos enemigos desequilibrados por sus propios ataques. Era el momento idóneo para lanzar el ataque que más satisfacciones le había dado hasta el momento, la técnica que su padre le intentó enseñar en su juventud y que él y Lorrimor perfeccionaron, El vuelo del Halcón. Así pues el guerrero aprovechó la posición baja del zombie que le mordisqueaba la pierna para ejecutar un gancho de gran potencia y levantar la hoja de su preciado espadón entrando el corte por la axila y saliendo por la clavícula contraria. Tan formidable fue el golpe que casi desequilibra a Sicarius que tuvo que pivotar sobre si mismo para después dejar caer con extrema violencia la pesada espada. Esta vez Descanso Eterno se abalanzó en diagonal descendente sobre su presa partiéndola en dos mitades casi perfectas.

Cuando el formidable movimiento de Sicarius finalizó, cuatro mitades de carne cayeron con un sonido seco al suelo levantando el polvo, dejando el camino despejado para su reducido grupo de apoyo... fue entonces cuando se dio cuenta de que ni Lyria ni Jarik estaban ya con él, le habían vuelto a dejar colgado y su formidable gesta volvía a pasar desapercibida.

Los Vengadores comenzaban a ver el final de la escaramuza, cuando finalmente la puerta del Salón del Consejo se quebró con un ruido quedo y sordo. Los aldeanos gritaron acongojados ante la visión de los ultraterrenos seres, para algunos antiguos familiares o vecinos, con sus cuerpos descarnados y tumefactos. Jominda intentó detener el avance de los zombis con su ballesta, pero nuevamente volvió a fallar. La herborista no era una combatiente. Una de las criaturas aprovechó la brecha abierta en la puerta para jalar por los pelos a un hombre de mediana edad, sacándolo de un tirón y derribándolo al suelo. En ese instante, Kendra actuó con presteza, e invocando el poder de la magia, lanzó un orbe de color verde de consistencia viscosa, intentando desviar la atención del asqueroso ser, peró erró en su disparo...

Mientras tanto, uno de los zombis que se aproximaban a Erzsen, halló la forma de golpear con sus afiladas uñas en la espalda del muchacho, arrancando jirones de la capa que lo guarecía...

Han podido abrir la puerta.-

Se oye decir a si mismo el pistolero. En ese momento el Vil ser se abalanza sobre él y el ataque que estaba preparando se desvanece en la angustia de saber que más personas morirán por las garras de estas criaturas...Así que el fallo solo agrava el momento... La ira pugna por salir otra vez. Pero la determinación de Jarik es absoluta. Acabará con la bestia y salvará a todos los que pueda... igual que harán sus hermanos

Mientras la cenizas se volatilizaban en el aire, Erzsen sintió un dolor lacerante y un tirón en su capa. Le habían alcanzado. Haciendo caso omiso del dolor, con la mano izquierda cogió un resto de su maltrecha capa y tiró de ella, mientras en el mismo movimiento fluido giraba sobre si mismo. Con el impulso del tirón de su capa y el giro, proyectó la mano que esgrimía la daga hacia el sentido de las agujas del reloj, deteniendo el giro cuando la daga halló carne muerta. Con el resto de la fuerza del volteo, la daga cortó el abultado vientre del zombi desparramando sus inmundas entrañas por el suelo, inundando las fosas nasales del chico pelirrojo con un hedor nauseabundo.

El zombi que recibió la puñalada estalló en una nube de incandescentes cenizas. Esa daga poseía un portentoso poder contra la no-muerte. Eso había quedado claro.

El sonoro crujido de la puerta del Salón del Consejo le atravesó el alma. Los engendros tendrían a su alcance a mujeres y niños, cuyos gritos de terror le perforaban el oído. No podían permitirlo...

CHICOS!! A LA PUERTA!!!

Y centrándose en su propia situación, se movió para intentar interponer su cuerpo entre el zombie y el alguacil Caeller. Volvió a recurrir a su vínculo con Pharasma, pero esta vez la energía que manó de él buscaba el restablecimiento de las heridas...

Jarik repetía una y otra vez la misma técnica sin mucha fortuna, lanzaba el hacha arrojadiza enana y daba un ligero paso hacia atrás. Aunque no había conseguido derribar al muerto viviente, conseguía desviarlo de la atención de Lyria, sin duda el elemento más vulnerable de los Vengadores. La criatura a pesar de los intentos del pistolero de rehuirla, proseguía empeñada en saborear la carne de Jarik, y lanzó un golpe terrible que impactó en el codo del pistolero. Una descarga eléctrica como un calambre recorrió la extremidad del muchacho, pero con todo, pudo seguir sosteniendo el pequeño hacha...

Lyria, una vez asegurada que Sic había terminado con sus contrincantes y que Jarik tenía controlada la situación, continuó su camino hasta situarse al lado de Ishaya. Cuando hubo llegado a su altura vio que este le tendía un odre que le resultaba familiar. Era del conjunto de objetos encontrados en la cripta, y acto seguido comprendió el contenido de este y las intenciones de su menudo hermano. Tomó el odre y fijo la mirada en el tumulto de seres podridos que se hallaban en el dintel de la otrora recia puerta.

El grito de Ishaya no fue más que la confirmación de lo que el joven inquisidor más temía que pasara en ese combate. La puerta del gran salón había cedido y los gritos que brotaron del interior helaron el corazón de Desther, quien enderezó de nuevo la ensangrentada alabarda tras acabar con el último enemigo.

Ya no había fervor en los ojos del inquisidor, más bien una mirada atònita que destilaba sentimiento de derrota y desesperanza. Aquellos gritos de mujeres, niños y aldeanos recordaron al inquisidor el fracaso de los Redge por mantener Ravengro protegida de la corrupción de la no-muerte.

Como en un estado de ensimismamiento miraba con un vacío interior a los vengadores de Pharasma, ocupados en sus respectivos combates, y luego a la puerta en la que uno de aquellos no-muertos sacaba a un desafortunado aldeano del interior:

- He aquí el fracaso de la família Redge, entre sangre y muerte... maldito final para quienes juramos durante generaciones proteger esta tierra... - murmuró para instantes después fruncir el ceño y exclamar con voz más clara: - un final que no puedo permitir, gustoso daré mi vida si con ello redimo el fracaso de mi família.-

El inquisidor enarboló la alabarda y inició una carga desesperada hacia la puerta. No había miedo en él y el odio había vuelto a instalarse en su mirada. Al llegar a los no-muertos gritó con tono imperioso tratando de llamar la atención hacia sí:

-¡¡¡EN NOMBRE DE PHARASMA, VOLVED A LA OSCURIDAD DE LA QUE PROCEDÉIS!!!!-

El grito de Desther resonó como un trueno en la plaza de los horrores. Su carrera impulsada por el valor y el sacrificio obtuvo sus resultados, y una nueva víctima probó el filo maestro que en su día blandiera Anvus Redge, el fundador del Hombre de Hierro, el gran inquisidor...

Por contra, el zombi que se hallaba junto a Ishaya, aprovechó que éste le tendía un frasco de agua bendita a Lyria pra propinarle una nueva punzada con el hueso afilado y saliente de su muñeca.

Cuanto le molestaba a Sicarius estar tan lejos del fragor de la batalla, no estaba hecho para corretear de arriba a bajo como un pollo sin cabeza, a él le gustaba estar en primerisima linea sabiendo que era responsabilidad suya el devenir del combate. La puerta había caido, los vengadores dispersos en el campo de batalla y el guerrero muy lejos de todo. Sicarius solo tenía una opción, correr, correr tan rápido como sus fuerzas le permitiesen e intentar llegar al epicentro del conflicto antes de que fuese demasiado tarde para todos.

-BASTAAAAARDOS, HIJOS DE MIL PERRAS CONCUBINAS DEL DEMONIOOOOOOO. VENIR A BUSCAR VUESTRO PAGO, VENID CON PAPA... - Sicarius gritaba mientras corría con los ojos amoratados por la rabia, las lágrimas y los golpes, el momento empezaba a ser crítico.

El combate prosiguió. Desther lo había conseguido. Había centrado la atención de los zombis que se le echaron encima con furia, mordiéndole uno de ellos en un hombro, mientras intentaba apartar a otro que se le acercaba peligrosamente con sus garras. También sufrió un duro golpe Erzsen en una de sus caderas, cuando el brazo de la única criatura que tenía a su alrededor lanzó una dura arremetida. Kendra intentó ayudarle con uno de sus orbes, pero volvió a fallar su lanzamiento.

Jominda desde lo alto de la cornisa disparó su ballesta acertando en el hombro de uno de los zombis que acosaban al joven inquisidor. A pesar del buen disparo, el ser seguía moviéndose como si no hubiera sufrido el más mínimo daño.