Partida Rol por web

Un escalofrío recorrió el espinazo del avezado sacerdote pharasmita. Gurtis Vortch... Gurtis Vortch... Entonces la inspiración pareció alumbrar la mente del enano. En su piel revivió nuevamente la esperiencia del horno. Otra vez escuchó las risas de los guardias y como todos ellos felicitaban al despiadado capataz... Gurtis Vortch. Como si de un parpadeo se tratara, Ishaya se trasladó hasta la sala de torturas donde el despiadado Gurtis castigaba sin piedad la espalda de un prisionero enjuto, espigado y de mirada altiva. A pesar de los latigazos, nada parecía cambiar el semblante del reo.

Una tras otra, las escenas de escarnio se sucedían. Los presos eran sometidos a torturas inhumanas mientras un ser deleznable organizaba y disfrutaba de tales espectáculos...

Gurtis Vortch.

El Cercenador los acosaba en un pasillo? Podría ser? Nada era seguro allí dentro, y aunque el ser deambulada descabezado y portando un hacha, todo vestido de llamas, no se aventuraba a creerselo aún...el devenir del combate se lo mostraría claramente. Actuando por inercia, Erzsen avanzó entre la vanguardia para situarse a un costado y maniobrar con Ira de Phrasma en la diestra y la daga de mitrhal en la siniestra. La curva daga trató de romper sus defensas, consiguiendolo, y con la daga brillante, que mostraba un perfecto equilibrio, cruzó un golpe sesgado que buscaba el ardiente costillar del esqueleto. Mentalmente anotó que la proxima vez, fuese la siniestra la que fintase para así poder descargar el sacro poder de la curva hoja, que más daño haría a estos seres preternaturales.

Sería ese engendro el espíritu maldito de El Cercenador? Sicarius no lo sabía, lo que si que sabía es que fuese o no fuese él el arma que portaba iba a ser más efectiva (si podía ser) que de costumbre. En su interior albergaba la esperanza de que este enemigo fuese el antiguo amo del magnífico arma, así seguro que al acabar con él nadie podría reclamarla y por fin sería legítimamente suya, suya de verdad, suya para siempre.

Con la fuerza que le otorgaba la rabia de querer superar a El Cercenador para ganarse tan preciado tesoro, Sicarius lanzó un poderoso golpe descendente que debiere partir el cráneo del adversario en dos de tenerlo. A pesar de su maestría con las armas y sus ganas, el guerrero aun no se había hecho a usar de esa manera armas tan ligeras y su golpe no fue tan preciso como desearían todos en ese momento, eso si, la fuerza con la que estaba ejecutado el golpe podría partir a cualquier hombre en dos perfectas mitades.

MUERE PERROOOOOO. LIBERA EL HACHA; ES MIIIIIIIA

La maniobra de Erzsen fue magistral. Con una serie de fintas y ademanes, consiguió aproximarse hasta las rugientes llamas que envolvían al esqueleto descabezado. Tanto la daga de mithral como Ira de Pharasma, se hincaron entre el fuego de la criatura. A pesar de eso, la daga bendita por la Dama de las Tumbas fue incapaz de destruir a la criatura como en otras ocasiones. Casi sin tiempo para reaccionar, Sicarius entró en tromba sobre el imponente esqueleto golpeando con una terrible rabia inusitada, pero el no-muerto proseguía en pie con ganas de pelea...

La aparición del esqueleto decapitado y llameante sorprendió a Lyria como al resto de sus hermanos. Mientras Erzsen y Sic se lanzaban contra el esqueleto para intentar reducirlo lo antes posible, Lyria estuvo sopesando el quedarse a la espera para suministrar la única poción de curación que tenía en caso de ser necesario. Pero cambió de opinión al caer en otra posibilidad.

Todavía tenía el anillo que los Sacerdotes de Pharasma del templo de Ardis, "Nuestra Señora de las Linternas", le obsequiaron. Era un buen momento para utilizar sus poderes. Se acercó a la línea atacante, y descargó parte del poder del anillo sobre Erzsen, que a buen seguro, a pesar de sus increíbles reflejos, dispondría bien de un poco más de protección.

La posición era casi imposible. En su mano esperaba pimentera el momento en que viese algo para poder disparar y comprobar si surtía efecto contra este esqueleto.

Vio la oportunidad. Un instante de claridad donde entre la maraña de brazos y cuerpos pudo ver la llamas y a la propia criatura decapitada. Como le ocurría a menudo,el tiempo se ralentizó y su percepción se expandió.  Disparó un único disparo . Este parecía aproximarse a la criatura. Pero como siempre, no podía estar seguro hasta confirmar el impacto.

La hechicera de ojos dispares se acercó hasta el joven conde, e invocando las energías del anillo que le fuera entregado en el lugar que se crió, consiguió cubrirlo con un manto energético que lo protegería de embates futuros. Por otra parte, Jarik accionó el gatillo de su arma, y un nuevo proyectil salió disparado contra la adriente y esquelética criatura, quebrando las costillas y medio esternón.

Un nuevo combate ponía al grupo en una situación donde su vida pendía de un hilo. Desther estaba decidido a seguir con su cruzada contra toda la no-muerte allí congregada, tan cerca de Ravengro, su hogar. Asiendo el alabarda con ambas manos y con una mirada de odio en sus ojos, el joven inquisidor se abalanzó hasta el llameante enemigo asestando uno de sus sagrados tajos.... el acero de los Redge no temía a fuego alguno, pues un fuego interno de determinación era lo que guiaba el arma.

Ishaya entornó los ojos cuando apareció aquel ser envuelto en llamas y unas imágenes pasaron rápidamente por su mente. Reconoció aquel ser... y comprendió muchas de las cosas que allí habían ocurrido.

Su nombre es, o más bien era, Gurtis Vortch y era el capataz de los guardias de la prisión. Él era el ideólogo de todas las torturas y vejaciones que sufrieron los presos de Harrowstone. No soy nadie para emitir juicio sobre sus acciones, ese cometido es de Pharasma, pero reflexiono profundamente sobre el tema y llego a la conclusión que el mal que pervive entre estas paredes no fue provocado únicamente por los presos, sino que los carceleros también tuvieron mucho que ver....

¿Cuánto sufrimiento habían visto aquellos muros? ¿A quién se podía culpar de todo aquello? El sacerdote pharasmita tenía claros indicios que en Harrowstone había pocos inocentes, presos o no... Y también llegó a la conclusión que el mal generaba aún más mal y acababa volviéndose contra uno mismo.... Los guardias torturadores fueron los que más sufrirían durante el motín, sin ninguna duda... Tenían delante un claro ejemplo...

Atentos!!! No es el Cercenador pero podría estar cerca.... La ausencia de cabeza de Gurtis puede ser una pista!!!!

El inquisidor llegó hasta la retaguardia de la criatura. Hasta el momento, Gurtis había sido un enorme testaferro para recibir los furiosos golpes de los Vengadores, pero cuando llegó el turno de la criatura, actuó sin piedad. El hachuela del flameante esqueleto se descargó de forma brutal sobre el hombro del joven herrero destrozándolo e inflamando la ropa de éste.

Nuevamente Desther, volvía a sentir el dolor de las llamas sobre su cuerpo, mientras caía al suelo presa del dolor y la desproporcionada herida. Acto seguido, la criatura se giró hacia Sicarius y lanzó un poderoso garrazo que arañó los refuerzos de metal de su escudo. Parecía increíble que una criatura sin cabeza, supiera en todo momento dónde estaban sus hostigadores...

Ishaya permaneció a la espera, el estado de salud de sus hermanos era tan delicado que cualquier daño podía abocarlos a un final abrupto. Y así sucedió.... Desther se lanzó contra el espectro de Gurtis para darle justo descanso, y fue respondido con un tremendo hachazo que lo tumbó...

Sopesando las posibilidades que tenía, decidió hacer uso de un don menor. No por gastar algún que otro recurso sino más bien para evitar que el inquisidor se volviera a encontrar enmedio de la lucha en una situación de desventaja... Y además no podía acercarse lo suficiente para darle algún vial. Apuntó con su dedo y la energía divina frenó la caída de Desther al abismo.

El incendiario esqueleto se cebó por entero en Desther, descargandole un tremendo hachazo en el hombro, a la vez que sus llamas antinatura prendían furiosas. Esto ultimo tambien afectó a Sic y a él mismo, por hallarse demasiado cerca del no-muerto. Pero debía ignorar el abrasador dolor del fuego, pues tenía que acabar rapido con aquel ser para que el inquisidor pudiese ser atendido en condiciones. Esta vez intercambió las fintas, y primero coló la daga de mitrhal entre la osamenta incandescente del esqueleto descabezado, para luego asestar un tajo de abajo a arriba con la intención de que el sacro poder del arma penetrase hasta el tuetano del inmundo no-muerto. A todas luces parecía que la treta había funcionado... pero con aquellas criaturas preternaturales, nunca se sabía...

Al finalizar el golpe con la daga curva, los pies de Erzsen danzaron con suavidad hasta la posición del caido inquisidor, con la esperanza de que su cuerpo menudo distrayese al engendro oseo y se olvidase de Desther.

Como si de un leñador que tratase de talar el árbol en el que ahorcaron a su familia, Sicarius insistía en golpear con furia a aquel peculiar enemigo. Ni al aura flamígera, ni los compañeros caídos, ni el recuerdo de Lorrimor podían detener el anhelo del guerrero por llegar al encuentro del famoso Cercenador, ansiaba ese combate, deseaba ganarlo por la gloria, pero sobre todo por el premio. Necesitaba poseer el hachuela únicamente para su persona y nadie más, debía ser el hacha de Sicarius Vanhuter y no de El Cercenador.

Antepuso el escudo para evitar golpes y proteger su faz del abrasador fuego, luego bajó el escudo haciendo que su cuerpo se balanceara con el peso de éste y así dejar caer de nuevo el hacha aprovechando la inercia del movimiento. La hoja golpeó con fuerza al esqueleto y el líquido que segregaba apagó parte del fuego (de forma momentánea) donde la hoja se clavó y el hueso burbujeó como la carne que recibe las corrosivas caricias de un potente ácido.

Aparta o muere sarnoso. Tú no eres a quien busco. NO TE ESCONDAS Y DA LA CARA. VAS A MORIIIIR

El hacahazo de Sicarius destruyó toda la osamenta que halló a su paso. La criatura cayó al suelo tras los certeros golpes del pícaro pelirrojo y el robusto mocetón, pero aún les aguardaba una funesta sorpresa. A medida que la estructura esqulética del no-muerto, se fue desmoronando, las llamas se fueron concentrando en su interior en una especie de bola flamígera. Cuando por fin cayó el últtimo hueso, la bola estalló como si de un explosivo se tratara afectando sin remisión a aquellos que se hallaban más cerca del malogrado y depravado Gurtis...

El golpe de Sic fue bestial. El esqueleto ardiente, estalló en mil pedazos cuando la hoja del hacha maldita se adentró en la osamenta sin piedad, desperdigando su cuerpo corrupto por todas partes. Pero estaban en Harrowstone, donde las sorpresas más macabras eran el pan de cada dia, y hasta las victorias se tornaban en exitos a medias, reduciendo los sabores del triunfo a cenizas amargas con visos de tragedia. La bola de huesos que se acabó formando con la "muerte" del esqueleto acabó por explotar salvajemente, cubriendolo todo con una ultima llamarada atroz, recuerdo inefable de donde se habían metido y con quien se estaban jugando los cobres. Por un instante tan fugaz como un soplo de aire, Erzsen estuvo a punto de saltar en el aire cual gato asustado para evitar la deflagración. Su capacidad de reacción sobrehumana evitaría que una sola llamita rozase su cuerpo menudo. Pero Pharasma, que a veces tenía la delicadeza de indicarles cual era el recto camino en aquella senda torcida que era la prisión, actuó en su nombre, y lo que había de convertirse en un salto prodigioso se tornó en un encogimiento del cuerpo, aferrandose las rodillas mientras apretaba los dientes hasta formar una especie de pantalla protectora para el caido cuerpo de Desther Redge. Las llamas se lo comieron vivo, cubriendolo de ampollas y haciendo que sus apretadas mandibulas rechinasen como goznes herrumbrosos, mientras unos gruesos lagrimones surcaban sus mejillas ennegrecidas, dejando unos graciosos regueros de piel pristina como el marmol. En su interior, esperaba que aquel dolor sirviese para que el inquisidor no quedase reducido humeantes rescoldos.

El fuego remitió. Su anaranjado resplandor se mitigó hasta desaparecer por completo, dejandolos de nuevo en las tinieblas de aquel lugar del averno. Tinieblas solo rotas por la luz sagrada que el escudo de Sic proyectaba aquí y allá. El nervudo cuerpo de Erzsen era ahora como un faro que rotaba y despedía su luz a intervalos regulares, como destellos repetitivos de un quinqué a punto de extinguirse. Solo que en vez de luz, su cuerpo emitía dolor. Un dolor sordo y palpitante, que retumbaba en sus oidos como un tambor lejano, con cada latido de su ya exhausto corazón. Con no poco trabajo, se irguió en su pequeña estatura, bombeando de nuevo aquel torrente de dolor con cada movimiento. Despacio, como vadeando un rio de melaza, el conde se apartó de Desther para apoyarse en la pared, mirando el cuerpo del fuerte inquisidor. Respiraba como por obligación, sin ganas, y su rostro de acero forjado mostraba un semblante cansado, como si en vez de estar inconsciente estuviera dormido y soñando cosas horribles. Y tal vez fuese así. No había paz en aquella cara. Deslizandose como un grumo de aceite, Erzsen se sentó recostado en la pared, padeciendo en silencio cada milimetro de pared que su espalda surcaba. Pero no le importó, ya apenas nada le importaba. Solo había cansancio, pesar, dolor y angustia. Pero sobre todo, cansancio. Soño despierto que se quedaba allí dormido, con la piel acartonada por el fuego, respirando suave y acompasadamente, dormitando feliz sin que ningun sueño lo molestase. Era un bonito sueño. Y sin embargo, despierto como estaba, una especie de pesadilla se filtraba con malicia en su mente. Caminaban para toda la eternidad por aquellos lobregos corredores, abriendo infinidad de puertas, buscando no se sabía que, condenandos para siempre a vagar sin rumbo por aquellos oscuros salones, donde el mal moraba a la sazón, sin que nada ni nadie lo turbase. Y quizas fuese así.

- Nunca saldremos de aquí - murmuró apenas el niño. Pero la maldad de aquellas paredes aumentaron el sonido hasta hacerlo audible. - Vagaremos por aquí por siempre jamás, condenados a luchar una y mil veces contra estos engendros... y no servirá de nada...

Luego trató de mirar a sus hermanos, compañeros... a los Vengadores. Pero solo topó con la recia figura de Sic, que aferraba con una malsana felicidad aquella hacha de mierda. Aquellos ojos perdidos por completo eran el triste balance de la lucha que llevaban desde hacía eras contra los horrores de Harrowstone. Mirando la cara de Sicarius, que ya no era Sicarius, Erzsen quiso llorar. Pero no pudo. La prisión se lo quitaba todo, y las lagrimas no eran una excepcion.