Partida Rol por web

Al acercarte a la ventana el panorama es bastante extraño, están bastante alto, más de lo que podrían haber imaginado al ingresar a aquella casa infernal.

Lo que observar por la ventana es que todo el pueblo está cubierto por la bruma hasta donde tu vista alcanza a notar por la noche que acaece en el lugar, no se ven ni los tejados de las casas más grandes, pareciera que están sobre una nube.

El piso, cubierto de tierra no presenta ninguna huella, es más, pareciera que la primera huella que va a haber después de varios años van a ser las suyas. Con cada paso una leve estela de polvo se levanta. 

En la escalera no hay nada extraño y no alcanzas a detectar de donde proviene la brisa helada, aunque probablemente sea por el mismo ambiente y la falta de luz o fuego en estas últimas dos plantas de la casa. 

Saliendo con dificultad de la angosta escalera Kord agradeció poder erguirse de nuevo y tomar las armas en sus manos, siguiendo a Yedrik en su exploración, aprovechando también él para echar un vistazo.

Cuando hubieron terminado, preguntó señalando a la puerta que había a la derecha nada más dejar las escaleras. - ¿Empezamos por ahí? - 

-¿No tendrás una moneda?

Yedrik deja a un lado la antorcha y desenvaina la espada.

Al tiempo que encanta la moneda y esta empieza a brillar, la luz del bastón-antorcha se marchita y se apaga.

Al acercarse a la puerta y tratar de abrirla caen en la cuenta de que esta se encuentra cerrada con llave. 

-¿Alguien sabe abrir cerraduras? Tal vez deberíamos probar con la siguiente puerta y dejar esta para lo último.

Derril subió tras sus compañeros y la iluminación que estos proveían. A excepción de la primera planta, el resto de la casa presentaba grandes muestras de abandono, y justamente el área a la que ahora accedieron parecía ser la peor de todas. El monje no pudo evitar asomarse también por la ventana como lo había hecho Yedrik. Parecía que toda más abajo de la planta en la que se encontraban hubiese sido tragado por la misteriosa niebla. No había rastro de nada a través de aquella ventana, provocando una extraña sensación de soledad en el monje.

--Siempre misericordioso, te ruego me brindes la resistencia necesaria para cargar con el peso de los horrores de este sitio. Si aún queda algo bueno y puro en este lugar, por favor permite aliviar su sufrimiento..-- Meditaba el monje a cada paso mientras ayudaba a examinar el lugar.

-Veamos si hay alguna abierta primero.- Respondió el monje.

El guerrero estaba apunto de dar un paso atrás para darse un poco de impulso para reventar la cerradura de una patada, sin embargo la pregunta de Yedirk detuvo su acción y no pudo evitar que se le escapara una corta risotada, en otras circunstancias se hubiera reído abiertamente, pues visto los que eran aquella cuestión le pareció de lo más graciosa.

Fueron las palabras de Darril las que terminaron por descartar su idea, por el momento. Era cierto que no habían sido especialmente silenciosos, pero tampoco era plan de llamar todavía más la atención sobre ellos. - Tenéis razón, vayamos a la siguiente. - dijo encaminándose hacia la puerta¹ que en la misma pared había unos metros más a la izquierda

Al abrir la puerta se encuentran con una habitación, bastante modesta, no tiene más que una cama, una silla de madera carcomida por el moho, una estufa de hierro y un armario. 

Es bastante pequeña, por lo que podría ser la habitación de un niño o de huéspedes tranquilamente. 

No pudo evitar pensar que esta fue la habitación del pequeño Thornboloy cuando todavía era un niño normal. Ya que, los niños que vieron en la calle, parecían tan encantados como la propia casa.

Yedrik echó un vistazo a la habitación y abrió el armario, aunque no esperaba encontrar nada.

A simple vista no parecía haber nada de interés, por lo que ni se molestó en entrar, Kord se mantuvo en la puerta, alerta, para ayudar a sus compañeros si algún nuevo objeto cobraba vida y se decidía a atacarles. Visto lo visto, la estufa bien podría empezar a moverse y a lanzar fuego, aunque realmente esperaba que nada de aquello ocurriera.

Como era de suponer algunas de las otras puertas permanecían sin cerrojo. Al adentrase en una de ellas, Derril constató aliviado que no había ningún objeto agresivo dentro, por el momento. Que el grandote se quedase cuidando la puerta le transmitía cierta seguridad para internarse en el lugar, se estaba volviendo una práctica habitual y por ahora había dado resultados.

El monje se internó junto con Yedrik y examinó cuidadosamente la habitación.

Después de buscar por unos instantes, dan cuenta de que no hay nada relevante, ni escondido, ni fuera de lugar que pudiese ser potencialmente agresivo en esa pequeña habitación. 

Inspeccionada la habitación procedía seguir avanzando, así tocaba entrar en la puerta que estaba enfrente. Nuevamente se colocó en posición y abrió la puerta¹.

Al abrir la puerta se encuentran con una enorme habitación con una gran cantidad de bultos cubiertos de mantas blancas, algunas bastante carcomidas y resecas, que dan la impresión de ser mobiliario.

A un costado se puede ver un hogar de hierro.

Uno de los bultos da la impresión de ser un ataúd, las sábanas están muy desgastadas y se deja ver la forma y la madera del mismo. 

Toda la habitación esta cubierta de polvo y telas de araña. 

Hay una puerta al final de la habitación. 

Aquella habitación a diferencia de las anteriores, era una habitación de paso que contaba con una segunda puerta, así que a diferencia de otras ocasiones en las que dejó a sus compañeros inspeccionando la habitación, mientras él esperaba fuera, en esta, se introdujo situándose en el medio, de tal modo que pudiera acercarse tanto a Yedrik como a Derril, en la casi segura exploración que harían del lugar.

Desde el centro de la habitación barrió la sala con la vista en busca de alguna amenaza o movimiento y presto a reaccionar contra ella.

Yedrik se queda cerca de Kord y Derril.

-Alguien o algo podría aparecer por la puerta (21) al tiempo que los objetos bajo la manta cobran vida. Eso nos dejaría atrapados. Quizá debamos avanzar primero hasta la ventana y desde allí ir levantando las mantas y empujando los objetos hacia las puertas para que, pase lo que pase, no nos puedan tomar la espalda. ¿Qué opináis?

-Me parece bien. No debemos dejar trastro sin revisar, cualquier cosa puede ser peligrosa en este lugar.- Asintió el monje para empezar a examinar muy cuidadosamente los sospechosos objetos bajo las polvorientas mantas.