Partida Rol por web

Verán continuó el profesor su explicación, como si fuera una de las clases que impartía en la universidad Lo cierto es que no soy meramente un profesor, como mi querida Maddie puede atestiguar. Durante años he gastado casi toda mi fortuna familiar en viajes que me han permitido devolver al munod tesoros maravillosos, que dábamos por pérdidos. Objetos que los advenedizos venderían por una gigantesca sum de dinero, sí, pero que deben ser entregados al mundo sin duda ninguna.  La pasión al hablar era contagiosa, y todos los presentes pudieron comprender que aquel hombre amaba el arte por encima de todo.

La máscara de Fu-Kang es un objeto que un terrible cabecilla mogol utilizó mucho tiempo atrás, hace siglos. Servía para intimidar a sus enemigos, llenar sus corazones de temor ante su simple presencia. La leyenda cuenta que otorgaba a su portador increíbles poderes, que lo hacían invulnerable a las armas y todo tipo de ataques.

Por supuesto no espero que estoy sea cierto, no soy un viejo chocho, hehehe.  se rió divertido Pero el valor de la pieza es incalculable, una muestra del arte mogol perdido.

Un terrible ataque de tos, sin embargo, interrumpió las palabras del anciano. El hecho de que no le diera importancia, y continuara fumando el enorme puro daba muestras de que no tenía miedo a la muerte. Ya había vivido lo suyo, sin duda.

Por fortuna, pesquisas realizadas desde hace tiempo me hacen creer ¡que la hemos hallado al fin! exclamó, la emoción provocandole un brillito en los ojos. Ahora mismo nos dirigimos hacia Katmandú, en donde me he permitido alojarles a todos en un hotelito, para preparar la expedición en sí. Al tíbet, amigos míos. Van a conocer el Tíbet. 

Estupendo profesor Donaldson, - como si la historia no le fascinase demasiado - fascinante, pero... ¿En que parte de su historia encaja el señor Archer? al fin y a cabo estamos aquí para encontrarlo a él - miró a Madeleine buscando un apoyo, ya que era su padre quien había desaparecido

Escucho atentamente hablar al profesor y nada de lo que cuenta me sorprende, ya le conozco demasiado para que a estas alturas lo consiga. De todos modos, con sus palabras confirma mis sospechas sobre sus actividades y las de mi padre al hablar del servicio de inteligencia, aunque no sabía muy bien qué pintaba eso en la búsqueda la de máscara de la que Herbert hablaba con tanta pasión. 

Yo simplemente asentía esperando el momento de intimidad apropiado para hablar con Herbert de lo que me preocupaba. Había allí varios desconocidos delante con los que no me sentía cómoda hablando ciertos temas.

Es entonces cuando interviene David para preguntarle sobre papá, asiento con la cabeza ante su gesto y me dirijo a Herbert -Es cierto profesor, David no entiende muy bien qué relación tiene este viaje con papá. -Vuelvo a mirar a David a los ojos -Realmente no creo que tenga relación alguna con papá, David, simplemente ha sido la forma de Herbert de conseguir que le acompañemos en este viaje. Pero dejaré que sea él el que te lo explique mejor porque dice que puede obtener información sobre su paradero.

Ejem  carraspeó el anciano, intentando no ofenderse por la evidente falta de respeto de un joven como David, que debería contar con unos modales mucho más exquisitos al hablar con un anciano.

Si sugiere que les he embaucado para esta pequeña excursión, me temo que se equivoca, joven se justificó, subiéndose las gafas con el dedo índice Lamento mucho si les he dado esa impresión. Como le expliqué a Maddie, esta expedición no podía esperar, pues es probable que el clima empeore en muy pocos días en la montaña. De modo que realizaré una serie de llamadas a contactos que compartía con Douglas desde el hotel, mientras ustedes verifican la presencia de la máscara en el monasterio nepalí que se supone está.

Douglas y yo éramos colegas... de algo más que la Universidad dijo mirando a Xinng Lau y a Hans antes de proseguir. Ambos pertenecíamos a un selecto club que trabajaba para el servicio de inteligencia en determinadas cuestiones que no vienen al caso ahora. Nuestros compañeros serán difíciles de localizar, por lo que no será cuestión de simplemente coger el teléfono y llamar. Y por supuesto, no podía dejar a Maddie tan preocupada en Londres, podría haber hecho cualquier locura, hehehe. Tiene el temperamento de su madre.

Tibet.

Eso lo había entendido.

No sé para que lo han hecho viajar desde el lejano oriente hasta Londres, para después, volverle a mandar allí. Que el Van no sé qué puede ser una persona importante, pero el Jet Lag lo he sufrido yo, y no él. No hago más que adaptarme a una zona horaria que me mandan a la otra parte del mundo, de la cual estaba a tan sólo a horas de viaje.

Pero bueno, según mi contacto en el MI-6 ese era mi trabajo. Y doy gracias a dios que el contacto hablara mandarín. Por que de aquí, ninguno pilla un comino, excepto el profesor, como hombre culto que es, y por ser del MI-6, vamos. Espero que los demás entiendan lenguaje de signos.

Se acomodó en el asiento, cerrando los ojos.

Mientras tanto, escuchaba al profesor, y repasaba sus oraciones con su rosario de cuentas.

Hans sacó una pequeña libreta y realizó algunas anotaciones mientras el profesor hablaba. Parecía que, de repente, todo aquello había despertado su interés, por lo que esperó a que el anciano terminase.
Cuando lo hizo, decidió intervenir.

Esa máscara... no había oído hablar de ella en mi vida, pero creo que puede tener algo que ver con lo que había estado investigando mi padre hasta... bueno, ya sabe.
No sé si están al tanto de lo que habría podido descubrir, pero he hecho algunas averiguaciones que quizás le interesen. He traído un resumen de las notas que he podido tomar y lo llevo todo aquí conmigo. - Tocó el maletín sin mirar hacia él, tanto para señalar dónde estaban los datos como para comprobar que aún seguía allí. - Quizá quiera contrastar los datos más tarde.
Si puede ser en privado. Claro.

Intento adoptar una expresión mas amable con el profesor - Descuide, quién me ha embaucado a mi ha sido Madeleine ya que no podría dejar que hiciese este viaje sin mi respaldo - con un leve tono de resignación - Sin embargo he de admitir que en un primer momento tuve la esperanza, de que supiese usted algo más directo sobre el Sr Archer, pero en fin... estamos en sus manos en este asunto y si cree usted que puede encontrarlo, estoy a su disposición.

Xinng iba escuchando hablar a todos, y aunque no les entendía un carajo de lo que decían, se iba dando cuenta gracias a su experiencia de, más o menos, como era la personalidad de cada uno. Tenía ciertos reparos sobre su protegido, y ahora también los tendría que tener sobre todos los demás, ya que no sabía si cuando hablaban se estaban refiriendo a él o no.

Es la mierda de no haber prestado atención en clase.

Aún así, cuando el señor Wilson-Harris tomo la palabra, otra vez, el oriental estaba hojeando el diccionario que le había dado el señor Van no sé qué antes de subir al avión.

Abrió grande la boca y gesticulando como si tuviera los oídos tapados, se le escuchó decir en voz baja y en un inglés que dejaba mucho que desear.

- Jodio estirao. -

Se carcajeó un par de veces, y continuó leyendo.

Es usted un buen hombre, joven, le agradezco su buena disposición respondía Herbert a David, cuando de pronto abrió mucho los ojos, al escuchar el improperio de Xinng Lau, intentando contener una carcajada.

Esto... ¿por dónde iba? se preguntó tras dar una nueva calada a su puro Oh, sí. No me cabe duda de que será un marido excepcional para la pequeña Maddie, ¿verdad querida? le dijo sonriendo, dando de nuevo palmaditas en su manos. Sólo hay que ver cómo se preocupa por tí. Archie... quiero decir, Douglas, no podría haber escogido mejor candidato para tu mano.

No entendía nada de lo que aquel hombre oriental decía pero a Herbert parecía hacerle bastante gracia. No sé si sabía muy bien lo que estaba haciendo pero lo que yo tenía claro es que éramos un grupo de lo más extraño.

Y ahí estaba David preocupándose en exceso, aunque parecía que eso a Herbert le gustaba, a sus ojos le hacía parecer un buen partido -¿un marido excepcional? -me quedé mirando a la nada unos segundos mientras por mi cabeza era asaltada por los recuerdos -Oh, sí, sí, estoy segura de ello. Papá así lo cree -y me volví a internar en mi mente.

Una vez que el avión está en el aire me quito el cinturón y me pongo cómodo en el asiento, estirando las piernas de lado y subiéndolas al respaldo de un asiento de la fila anterior, mientras bajo el sombreo para tapar parte de mi cara, aunque sin tapar del todo mi visión para poder echar una ojeada a lo que sucede.

Me mantengo silencioso mientras conversan, aunque me permito una leve sonrisa ante los últimos comentarios.

Katmandú.

La ciudad más grande de Nepal, aunque apenas un pueblucho comparada con la cosmopolita capital del Imperio Británico. Cuenta la leyenda que los antiguos reyes del Nepal fueron bendecidos por los dioses en esta ciudad, y la multitud de templos que la salpican es prueba de que los nativos así lo creen.

El destartalado avión que albergaba en su interior a la expedición del profesor Donaldson logró aterrizar sin, aunque pareciera mentira, ninguna complicación. Había sido un viaje largo, pero por fin estaban allí.

El anciano profesor descendió el primero del aparato, dirigiéndose con seguridad a los trabajadores que allí les esperaban. Sin lugar a dudas, aquel hombre era un veterano buscador de tesoros, y sus preparativos daban fe de que sabía lo que se hacía. En pocos minutos, todo el equipaje era descargado del avión, cargado en un camión que podría tener miles de años y conducido al destino de los aventureros: el Hotel Radisson.

Otro automóvil aguardaba a los viajeros, una especie de camioneta que, como todo lo visto hasta el momento, sin duda había vivido épocas mejores. Herbert permitió elegantemente que Maddie se sentara delante, junto con él y el conductor, mientras que los hombres hubieron de apretarse en la parte posterior, con algunos bultos más que no cupieron en el camión.

El trayecto, en realidad fue corto, y la incomodidad de Rick, Hans, Wilson y Xinng no duró demasiado, a excepción hecha de los muchos baches que pilló el conductor. PArecía no querer dejarse ni uno, tal era el lamentable estado de eso que llamaban carretera los lugareños.

Por fin, la camioneta se detuvo ante un, de nuevo, destartalado hotel. Sus paredes necesitaban una mano de pintura para ayer, y el frío y la humedad imperantes en la región no debía dar mucha tregua a la mampostería. Pero era un hotel, al menos, un lugar en el que poder descansar tras tantas horas de viaje...

Amigos anunció Herbert al descender del automóvil, ayudando a Maddie a hacer lo propio Bienvenidos al Hotel Radisson. En su día, este lugar albergó a la flor y nata europea de la región. Aunque obviamente, ya no es el lugar que era, nos servirá bien.

Como no sería apropiado que Maddie compartiera habitación con un hombre sin haberse casado aún, me he permitido la libertad de reservar una habitación para ella sola, y usetedes deberán compartir dos más, espero que no les moleste.

Una vez estemos instalados, sugiero que nos reunamos en el comedor  añadió en el último momento Herbert, antes de subir a su propia habitación. Allí podremos charlar tranquilamente con un buen brandy, y el señor Wagner podrá explicarnos qué información tiene que pudiera sernos de utilidad.

Me parece todo más que apropiado profesor, nos veremos en el comedor pues - Recogió la llave y se dirigió a su habitación a dejar sus cosas y asearse un poco después del largo viaje.

Xinng se sentía un poco mejor al pisar una tierra que, pese a no ser su tierra natal, no distaba mucho de la misma. Allí, un oriental pasaba tranquilamente desapercibido, pero con las compañías que ahora mismo el muchacho andaba, ser un oriental entre tanto occidental iba a dar que hablar.

Escuchó a profesor decir que iban a compartir habitaciones, por lo que supuso que él iría con su amigo Van. Cogió su petate de tela oscura y se lo colgó al hombro, y mientras saludaba con una reverencia al profesor y a la señorita, buscó su habitación para dejar a buen resguardo sus cosas.

Cuando entró a su cuarto, se dio cuenta que era un buen cuarto, con dos camas de una plaza separadas por un par de mesillas de noche. Eligió la cama que estaba más cerca de la puerta y allí, dejó su petate. Lo abrió y extrajo del mismo un maletín de cuero con una cuerda, también de cuero, que lo mantenía cerrado y enrrollado. Lo apoyó en la cama y lo desenrrollo. En su interior había de todo para que una persona como él se sienta más que seguro. De por si, Xinng había sido entrenado para ser mortal con sus manos desnudas. Todo su cuerpo era un arma, sin embargo, había veces que no podía dar rienda suelta a sus artes por la calle, y debía ser más sutil.

Podría romperle el cuello a cualquiera con un simple movimiento de sus dedos, pero ahora mismo, lo que necesitaba era algo de protección, para él, para su protegido, y para todos los que estaban dentro de la expedición. Así se lo habían ordenado en el último correo secreto que recibió.

Cogió algunas cosas de su maletín, y las fue distribuyendo concienzudamente por sus ropas. Cuchillos, shurikenes, más cuchillos. Cuadno hubo terminado, volvió a cerrar su petate y bajó a dónde habían quedado para reunirse.

Al bajar del avión, lo primero que hago son unos estiramientos para recuperar la sensibilidad de los brazos y de las piernas, tantas horas seguidas metido en un avión no son buenas para el cuerpo. Después compruebo como suben todos los bultos al camión y finalmente subo al coche, para emprender la marcha hacia el hotel.

Una vez en el hotel, asiento ante las palabras del profesor Donaldson y observo como se descargan nuestros bultos del camión, para asegurarme de que no falta ningún bulto y de que todo es correcto. Una vez comprobado que están todos los bultos les doy las gracias y unas libras para que se vayan contentos.

Después cargo las maletas de Maddie y entre un botones, si los hay, y yo subimos las maletas a su habitación. Una vez allí compruebo la disposición de la misma, así como las posibles vías de acceso y salida de la misma, tanto desde dentro del hotel como desde el exterior, asomándome a la ventana para comprobar todo. Una vez comprobado corro las cortinas para que no se pueda ver el interior de la habitación y vuelvo a la recepción con el botones.

- Maddie. - Le digo en voz baja y expresión seria acercándome a ella. - No te asomes mucho a la ventana y recuerda que si vas a salir del hotel es mejor que nos avises a alguno para que te acompañemos, ¿ok? Ten en cuenta que una muchacha como tú destaca demasiado en un sitio como este y eso no siempre es bueno.

Después pregunto por mi habitación y subo la maleta que dejo tirada a los pies de la cama. Me doy una ducha rápida antes de bajar al comedor del hotel para esperar a los demás, con un buen whisky en la mano y con la pistolera doble ya puesta.