Partida Rol por web

Miro con curiosidad al chino.

- ¿Y entonces qué hace él aquí? Si ni siquiera nos entiende.

Pero entonces me doy cuenta de que por fin Madeleine ha hablado. Llevaba muy silenciosa todo el camino y es bueno ver que por fin sale de su mutismo. Sin embargo lo que dice de la escalada me resulta desmoralizador.

Aunque claro... más surrealista resulta ver a su novio ponerse a tomar el té. 

Si cuando yo me decía que estos no estaban preparados para una escalada....

- Bueno, creo que mientras el tiempo esté tranquilo deberíamos empezar a subir. En cualquier momento pueden cambiar las condiciones atmosféricas y vernos envueltos en una tormenta. 

Hablo con la mirada fija en la tetera. 

David, querido  suspiró Maddie cuando, siguiendo la mirada de Erica, se percató de las intenciones de su prometido. ¿Crees que es el mejor momento para sentarse a tomar el té? le reprochó con los brazos en jarras, y ese mohín típico en ella cuando comenzaba a enfadarse. El profesor nos advirtió que el tiempo corría en nuestra contra, el buen clima no va a durar mucho.

La prisa no riñe con la tradición - miraba su reloj de bolsillo, cuando escucho un silvido de vapor, - por los pelos, ¿con un poco de limón querida? - mientras le servia una taza a Maddeleine.

Ains... suspiró la muchacha resignada. Sabía que había cosas que David Wilson-Harris cumplía a rajatabla, y la ceremonia del té de las cinco era una de ellas, no importaba dónde se encontrara ni en qué circunstancia.

De acuerdo, tomemos el té, y pongámonos en marcha, o se nos echará la noche encima, David. adujo, sentándose en una roca junto a su prometido. Con limón, por supuesto.

Mientras Maddie y Wilson-Harris se preparan para tomar el té, asiento ante las palabras de la señorita Levy y me permito una leve sonrisa cuando me percato de como mira la tetera. Le guiño un ojo mientras me acerco a los sherpas para echarles una mano en sus tareas, ya que de esa forma acabaremos antes y podremos ponernos en marcha lo más rápido posible.

Cuando terminemos la tarea, saco la petaca llena de un buen whisky escoces y le doy un tiento, antes de ofrecérsela tano a los sherpas como al resto de la expedición por si quieren acompañarme.

- No es té, pero también ayuda a calentar el cuerpo.

Xinng no se acercó a dónde estaba el te ya que él nunca tomaba te. Si, era oriental y tal vez la gente piense que al tener los ojos razgados, rezar y vestir de esa manera, tomaría te cada dos por tres. Pero no. Se acercó al hombre que llevaba la pistola en la mano en el momento que ofrecía la petaca y se la aceptó.

Le dio un buen sorbo al whisky que la misma llevaba dentro y sonrió, limpiándose la comisura de los labios con la manga de su camisa.

Le devolvió la petaca al hombre, con una reverencia de agradecimiento y con una sonrisa en los labios, listo para partir en cuanto todos estén dispuestos.

Entre las dos opciones casi me siento más inclinada a aceptar la petaca. Al menos cuadra más con el lugar en el que estamos, aunque el chino toma la iniciativa. No es extraño, ya que yo aún sigo mirando alucinada a los dos personajes de alta sociedad tomando té al pie de la montaña. Incluso se me escapa un sonido parecido a una risa de incredulidad.

Me giro hacia pistolero dueño de la petaca, ahora en manos del oriental.

- Deberíamos acercarnos a hablar con los guías. 

Me dirijo a ellos despacio, mirando de vez en cuando en dirección a la montaña. Realmente, ahora que lo pienso, no me tomé muchas molestias en averiguar qué vamos a buscar. Pero no me gusta estar quieta. Si hay algo que encontrar, mejor nos vamos moviendo.

Me sorprendo levemente, enarcando una ceja, cuando Xinng acepta la petaca y le da un buen sorbo con una sonrisa en los labios, para ser oriental está acostumbrado a beber whisky, ya que el escocés no es un whisky suave. Cuando me devuelve la petaca y se inclina, respondo a su gesto imitando su reverencia.

Cuando la señorita Levy me comenta lo de ir a hablar con los guías, asiento con la cabeza, sin apartar los ojos de Maddie y de Wilson-Harris, después echo una ojeada a mi alrededor y con un gesto mecánico compruebo que las Colt no estén muy apretadas en sus fundas, por si hace falta sacarlas con rapidez.

- Me parece bien, señorita Levy, siempre que no perdamos de vista a Maddie. - Digo señalándola con un gesto casi imperceptible de la cabeza. - Es mi responsabilidad el protegerla, bueno, a ella y a WH.

Me acerco a los sherpas acompañando a la señorita Levy, manteniéndome un par de pasos por detrás de ella y con la vista recorro de forma continua los alrededores para estar seguro de que no hay problemas.

Los dos sherpas se encontraban atareados, intentando aprovechar el tiempo que, aparentemente, los occidentales estaban empeñados en desperdiciar. pero ya estaban acostumbrados a aquellas extrañas costumbres europeas, y mientras les pagaran lo prometido, ya les iba bien.

Haroon observó cómo Erica y Rick se acercaban a ellos, y dejó el último de los bultos que portaba a la gran tienda de campaña que haría las veces de base comunal para la expedición, mientras que Ava continuaba apilando las otras tiendas, más pequeñas, que llevarían en el ascenso.

El sherpa, con los ojos entre cerrados por el reflejo de la luz del sol en la nieve, se quedó esperando para ver qué deseaban aquellos dos occidentales. Nunca se sabía qué capricho se les iba a ocurrir.

Saludo educadamente al sherpa antes de preguntar.

- ¿Cuándo creen que podremos iniciar el ascenso? - puedo ver en su mirada que nos consideran fuera de lugar. Pero después de que parte de nuestro grupo se haya puesto a tomar el té, no soy nadie para contradecirle. ¿Saben algo de qué condiciones climatológicas nos podemos encontrar y de cuánto puede llevarnos la escalada?

Haroon procuró esforzarse con su mejor inglés, para aquella otra mujer que se dirigía a él. ¡mujeres escalando la montaña sagrada! ¿a dónde iban a parar? Encogiéndose de hombros, sin que Erica supiera muy bien el motivo, el sherpa contestó

Deber subir ya. Ahora bueno tiempo dijo señalando al cielo, al sol, con una sonrisa Luego malo explicó entonces aferrándose los brazos, como si estuviera intentando darse calor. Ir...  3 horas si todo bueno explicó entonces con tres dedos levantados, para dar a entender las horas que podrían necesitar para ascender.

Me giro hacia el grupo para hablarles.

- Si ya han terminado de tomarse el té, en marcha por favor. No debemos demorarnos, el tiempo puede cambiar.

Miro hacia la montaña, con un pensamiento Ay, profesor.. ¿jpor qué me embarqué sin preguntar qué buscábamos? Sabía esa impulsividad mía me acabaría pasando factura, y al recordar a la pareja británica tomándose el té al pie de la montaña, pensé que quizás este era el momento de pagar. Con un suspiro espero que iniciemos la ascensión.

Asiento ante las palabras del sherpa, por lo que me giro y me acerco a Maddie y a Wilson-Harris.

- Maddie, es necesario salir ya, el sherpa nos ha dado ha entender que tenemos unas tres horas antes de que el tiempo empeore y dado que ninguno somos expertos es mejor tratar de evitar situaciones comprometidas.

Después recojo rápidamente mi equipo y espero expectante la reacción de los demás.

Por supuesto, Rick respondió la joven aristócrata, agradecida de que alguien más, fuera él o la señorita Levy, dijeran en voz alta lo que ella misma pensaba, pero no podía decir, a su prometido. David, ¿podemos irnos ya?

Asiento sonriendo ante las palabras de Maddie antes de continuar:

- Vamos WH, si quieres poder tomar el té de las 5 mañana, será mejor que nos demos prisa.

Después me giro hacia Von Wagner antes de añadir:

- ¿Está usted listo, Mr. Von Wagner? ¿Podría preguntar a su acompañante si lo está? - Pregunto señalando con la cabeza hacia Mr. Xinng.

Podemos ponernos en marcha. - David guardó los aperos de té, y se preparó para la caminata -

Xinng se anudó bien las botas que llevaba puestas y se dirigió hasta el sitio dónde los sherpas tenían el equipo. Cogió una cuerda, que se colocó sobre su hombro y sacó un par de guantes de cuero de su bolsillo. Después, rebuscó un poco hasta encontrar un piolet y se lo anudó a su mano derecha.

La bolsa que llevaba estaba colgada en su otro hombro, con la cinta cruzada por delante de su pecho, y se adelantó un poco al grupo para observar la montaña durante unos minutos, y después, el cielo.

Tendrían unas pocas horas de calma antes de que lo que se estuviera gestando allí arriba, tras esas nubes grises, los alcanzara.

¿Y cómo el oriental sabía eso?

Bueno, vivir en el Himalaya durante unos años ayuda a todo eso.