Partida Rol por web

El encuentro con el agente Scylla no había sido tal y como habría esperado. La irrupción tan inoportuna y la celeridad y la prisa con la que me demandaba que pusiera toda la cabina patas arriba, unido al hecho de que no logró transmitirme confianza inicialmente, hacen que me cierre enbanda ante la repentina idea de salir precipitadamente los tres de la cabina, juntos, con sabanas y mantas llamando la atención. Cualquiera o incluso el personal del Zeppelin podrían vernos en seguida. Este espacio era demasiado reducido y cualquier movimiento ruidoso no pasaba desapercibido. 

¡No...!, (digo con emitiendo un quejido con la voz baja). Así no... . Digo intentando no asomarme fuera para no ser visto desde el pasillo.Maldita sea... qué se propone (pienso). Luego... gesticulo con la mano diciéndole algo casi gesticulando únicamente con los labios "dinner" digo mientras muevo sin alzar la voz la mano y gesticulando. 

Señalo con los dedos índice y corazón a Robert después sus ojos y los míos y después a mí (vigílame)."Luego".  ¿"Su número, cual es"? digo sin emitir sonido hablando con los labios mientras señalo hacia la parte superior de la puerta de mi cabina, a la espera de conocerlo justo antes de volver a cerrar la puerta. 

- Déjese de chiquilladas. Le riño con severidad aún en voz baja. - No pueden tomar nada, ni agua si quiera hasta pisar mi patria. En mi camarote les podré proteger un tanto, pero... no pueden acercarse a ningún lugar, ni si quiera a los aseos. En mi camarote les podré proteger mejor. Estaba al tanto que había varios tipos de veneno a bordo, y además, sabía que al menos una persona estaba armada... y no era él (Aunque sus puñetazos bien podría tenerse en cuenta o tomarse como tales). Miró al muchacho presente y se puso a tomar las sábanas y se las entregó al chico, y cualquier tipo de recipiente que pudieran usar. - He pedido que nos intercepten y hagan descender. Podremos escapar entonces. Pero para eso aún faltaban unas cuantas horas. Largas horas. - Y dejen aquí su equipaje. Y tenían que moverse ya. Antes de que el suministro eléctrico se recuperase y pudieran verles.

Son ya aproximadamente las 19:30h mientras se acerca la hora de la cena y el Graf Zeppelin sobrevuela Checoslovaquia oriental.

Mientras los pasajeros toman un aperitivo previo a la cena en las zonas comunes o se preparan en su cabina con sus mejores galas para la cena, el sistema de megafonía vuelve a cobrar vida de improviso, ya que parece ser que una de las pasajeras tiene una nueva llamada:

- Señorita Anastasia Filipova, tiene una llamada. Diríjase a la sala de radio en donde el oficial al cargo le dará instrucciones

Todos pueden oír el mensaje llamando a Anastasia.

Había ya informado a mis superiores, y tras transmitir aquel mensaje había de nuevo acudido a mi cabina donde estaba revisándola a fondo para saber si ocultaba algo más a simple vista, faltaba ya poco para la cena y debía parecer elegante, la etiqueta era importante , aunque manteniendo la discreción por supuesto no era importante destacar ni llamar demasiado la atención.

Escuché una llamada para Anastasia, vaya con la rusa, sin duda esa periodista guardaba sus secretos, mi intuición siempre me decía de no subestimar a nadie, una vez estaba ya preparado, escudriñé mi cabina en busca de algún detalle que se me hubiera pasado buscando algo con la mirada que pudiera serme útil.

Mis fríos ojos se clavaron con detenimiento en cualquier detalle que antes hubiera pasado por alto no podía fallarme mi intuición de nuevo mi aguda mirada de determinación de hierro se clavaba en cada rincón en cada cartel en cada hueco y buscaba algo que antes no había podido encontrar.

Con una leve mueca de disgusto, no me gusta ser el centro de atención, más bien me gusta pasar desapercibida... Me dirijo con paso firme con la cabeza alta, y sin hacer contacto visual con nadie, hacia la puerta que paso el umbral con decisión.

Al oficial que me mira e interpreto que es quien me acompañará, le hago un leve gesto con la cabeza afirmando quién soy y me dispongo a seguirle.

Conforme Robert entra al camarote para recoger las sábanas, superado por la iniciativa y la celeridad del agente, Lèo cede al paso de este, sin atreverse a contradecir o entorpecerle por la fuerza. Nada más acercarse a Tàmas y comenzar a recoger las sábanas, oigo la radiofonía llamando a una tal Anastasia. No llego a contemplarla, pero la radiofonía solo logra alterarme un poco más, ya que todo parece sucederse precipitadamente como si anticipara la llegada de alguna clase de peligro. ¿Radio, llamada por qué?...

Inmediatamente, desisto de convencer al agente británico. Tras escuchar la radiofonía cierro la puerta de la cabina con nosotros tres dentro, intentando que nadie desde fuera nos vea reunidos. 

Aislando el ruido que pudieramos hacer, intento cerrar la puerta dejando la llave a medio girar mientras me dirijo a Robert. Escuchándole ojiplático. 

-Pero... descender, el itinerario termina en nuestro destino, ¡¿no?! así llamaremos la atención. Espere...digo mientras intento coger mis cosas. 

¡Tàmas!... levantate. Oiga... Scy... mire, no quiero contradecirle ahora, pero estamos llamando demasiado la atención. No puedo deshacerme de mis cosas así como así... digo mientras le miro a la espera de que me lea entrelineas ¿entiende?. Acudiremos a su cabina si hace falta, pero necesito un momento. 

Escuche. Intento recapacitar y pensar mejor las cosas un momento. Entonces, caigo en la cuenta de algo que ha mencionado la megafonía. Este Zeppelin hasta donde se, dispone de un telecomunicador de radio de alta teconología, ¿no?. ¿Donde pretende usted hacernos descender si nos dirijimos a Londres?

¿No sería sensato evitar que nadie se acercara a la sala de radio hasta que sobrepasemos la latitud alemana?. Piénselo, si nos encerramos en su cabina a esperar a que el viaje termine, y no estamos solos como creo que usted sospecha, ¿no debería de evitar que el enemigo sabotee las comunicaciones y nos haga descender antes de lo que usted ha previsto?. Le acompañaremos si hace falta, pero por separado, y dando cuenta de mis cosas antes. Le digo mientras le sostengo la mirada con asertividad. Seguiré sus instrucciones, pero hade darme un voto de confianza antes. 

- No comprende la gravedad del asunto ¿Verdad?. Si no está a salvo mientras sobrevuela territorio alemán... morirá usted y ese muchacho.... y tal vez yo. No... no puede. Vengan ya. No veía que las comunicaciones eran algo del servicio del Zeppelín. No era algo que estuviese en su mano, no al menos sin que uno de los operadores de radio viera como lo hacía. - Está claro que no es consciente de la situación en la que se encuentra.... así que deje de juzgar que es discreto y que no.... Inspiró profundamente, intentando no pillar al tipo de las solapas y llevarlo a rastras. - No pierdan más el tiempo.

Anastasia Filipova avanzó con paso controlado, cruzando discretamente la puerta de la sala de comunicaciones.

Dentro, el aire olía a metal caliente y estática, un leve zumbido llenaba el ambiente mientras la radio mantenía su conexión abierta. Conrad Wiesse, el oficial de comunicaciones, levantó la vista al verla entrar, pero su expresión no mostró sorpresa. Sabía que debía darle prioridad... a lo que abandonó la estancia para dejarla sola.

—Tiene una transmisión entrante. —murmuró, evitando cualquier contacto visual innecesario.

Sin decir una palabra, Anastasia se colocó los auriculares pesados, sintiendo la vibración de la interferencia en su oído antes de que una voz firme y sin matices emergiera entre el ruido blanco.

—Informe. ¿Ha localizado al fugitivo?

La pregunta quedó flotando en la estática unos segundos antes de que la voz prosiguiera con un tono más calculador.

—Se sospecha de la presencia de agentes de otras potencias a bordo. No solo los británicos están interesados en el contenido o la persona de Leó Szilárd.

Un breve silencio, seguido de una instrucción directa.

—Tiene autorización para suprimir a cualquiera que se interponga en su misión.

Anastasia mantuvo su expresión inmutable, pero sus dedos se cerraron levemente sobre el escritorio de la radio. Moscú no estaba para juegos.

—¿Ha contactado ya con el científico? ¿Sabe qué documentos transporta?

La voz cambió levemente de tono, añadiendo otro elemento al tablero.

—Uno de los oficiales de la tripulación, Csaba Kutzera, es simpatizante de nuestra causa. Está al tanto de su presencia a bordo. Contáctelo, vea en qué puede ser útil.

Anastasia cerró los ojos un instante. La información coincidía con lo que ya había averiguado.

Por último, la voz adoptó un matiz aún más estratégico.

—Considere una opción viable: si logra tomar el control, redirija el dirigible hacia Moscú durante la noche. Si lo consigue, una escolta aérea podrá recibirlos al amanecer en territorio soviético.

La señal quedó en silencio unos segundos más, permitiendo que las órdenes se asentaran antes de que la transmisión finalizara con un último chasquido estático.

Anastasia retiró los auriculares con calma.

Se puso en pie, ajustó su abrigo y salió de la sala con la misma expresión imperturbable con la que había entrado. La noche aún era joven, pero ya había demasiadas piezas en movimiento.

Tras la llamada, vuelvo a la sala común. Me quedo unos segundos allá y miro alrededor. Intento quedarme con la cara de todas las personas, su forma de gesticular, de respirar, de "estar"...

Es algo que en ocasiones hago cuando quiero tener la mente en blanco, para quitar el ruido de mi cabeza y poder centrarme.

Pasados unos segundos (quizá varios minutos), me dirijo hacia mi camerino.

¡Está bien! . Digo frustrado ante el hecho de que no encuentro las palabras para convencerle de lo contrario. Lo haremos a su manera. Pero es estrcitamente importante que me lleve mis cosas conmigo. Hablaremos del resto en su camarote. Pero tenga en cuenta lo que le he dicho. No bastará con quedarnos dentro todo el viaje. Al menos, yo he de custodiar mis cosas no se si me entiende. 

Acto seguido, ignorando a Robert vuelvo hacia la cama y recojo rápidamente como me ha indicado, pero llevando parte de mi equipaje conmigo. Recojo mi abrigo y el maletín. Sin colocarme nada y tapando el mi equipaje con la extensión de la gabardina arrugada entorno al brazo. Suspendido en el aire, este oculta la parte del equipaje siendo visible solo la tela de la prenda. 

Llevo mi llave y Tàmas hace lo propio. Bien, por ahora lo haremos a su manera. Pero al menos deje que le explique las cosas una vez estemos en su camarote. Después de usted, tendrá que abrirnos primero le digo indicándole ante el hecho de que fuera delante. 

Mire antes de salir y le seguimos antes de que pase el apagón. O al menos, que no nos vean. Tàmas, colócate a mi lado cuando salgas. Le hago una seña para que me tape por el costado donde llevo mis cosas. 

Solucionados los chanchullos entre algunos pasajeros, cerramos esta escena y postearé (yo primero) en la nueva Escena III dedicada a la cena y las posteriores horas de vuelo nocturno sobre Checoslovaquia y más tarde Alemania.