Partida Rol por web

Con las primeras luces del amanecer filtrándose a través de la ventana de mi habitación, despierto y, con parsimonia, me equipo. La jornada de hoy, bien puede depararnos un combate. Y por mi parte, solo pienso dejar en manos de los Valar, nada mas que el azar.
Una vez consumida mi ración de leche de cabra y un par de trozos de bizcocho empapado en miel, presto toda mi atencion al mapa que es desplegado ante nosotros sobre la mesa después del desayuno. En silencio examino los lugares que están marcados como objetivos mientras presto toda mi atención a la charla que acontece a mi alrededor. Pero nada digo.
Y una vez concluida la sesión informativa, sigo a los guardias del vidente hasta el exterior de su morada. Ya allí, me coloco el casco y lo aseguro. Alzo la vista para comprobar el día que hace y una vez concluidos todos los preparativos, me giro en dirección a mis compañeros para decir.
Que la suerte os sea propicia y que el filo de vuestras armas muerda con fiereza la carne de vuestros enemigos.
Permitidme un consejo. No busqueis la gloria personal si ocurre un enfrentamiento. Prestad atención a los vuestros y tratemos de lograr, si ocurriera un enfrentamiento, un triunfo rápido y eficaz. Ya habrán otros días en donde demostrar nuestro valor personal.

Bien, nos metíamos en un día con peligros por delante, limpiar los alrededores de arañas.

Me vestí y me atavié con todas mis pertenencias, ojeé un momento el mapa y traté de orientarme, saldríamos a cazar alimañas.

Una vez ya fuera miré a mis compañeros - Tratemos de ser sigilosos, localizar y sobretodo no caer en una emboscada por parte de tan nauseabundas criaturas

- Igualmente Menelcar, que la suerte sea con vos – Respondí a las palabras el humano

Tras la provocación de Borgil, Anar levantó el hacha sosteniéndola casi por la cabeza.

—Anar, hijo de Folgin, tengo por nombre maese Borgil y, respondiendo a su pregunta, más me gustaría que fuera de ejercicio para mi hacha que de exploración pero eso no es lo que procede. Tener por seguro compañeros —dijo para el resto y especialmente para Menelcar—, que mi hacha salvará antes vuestra vida que la mía propia y que antes de librar una batalla debemos tener claro que vamos a ganarla, de otro modo el inicio de la misma no sería provechoso para la gente que nos ha ofrecido su confianza, es más, se volvería en su contra con toda seguridad.

Terminada la exposición volvió a colgar el hacha de su espalda y se volvió de nuevo hacía Borgil.

—Camino detrás de ti, amigo Borgil. Condúcenos hacía nuestro destino.

Borgil había olvidado el escaso sentido del humor de los enanos, mucho menor que el de la mayoría de elfos que conocía, que ya es decir

Disculpadme si mis risueñas palabras os han ofendido, maese Anar, pues no era tal mi intención. Y este elfo aquí presente considerará un honor que vuestra hacha combata al lado de su arco, si es necesario...

Y tras estas palabras marcha en dirección adonde les han indicado que pueden anidar aquellos monstruos...

Con los oidos abiertos y la mente hecha un pergamino donde anotaba los detalles, el hobbit se preparó para la misión. Es decir, se preparó para pasar un par de días de no alimentarse bien; consumió todo lo que el tiempo le deparó, e incluso pudo acopiar biscochos en su zurrón.

Con un poco de pena colocó su pequeño cuchillo en la parte posterior del cinto y extrajo de sus petates una ancha y reluciente hoja. Era solo una espada pequeña y corta, en las manos de un humano no sería más que un cuchillo de grandes proporciones; pero en las suyas parecía un espadón y el peso lo obligaba a manipularla casi con ambas manos para moverla con facilidad.

- Vamos allá, dijo haciendo fuerza por sonreir. Les molesta si comienzo a pensar en una pequeña canción sobre este portentoso encuentro? Creo que la llamaré... "Cinco caminan tras el rastro de Radagast."

Inclino levemente la cabeza ante las palabras de Emeldur y a continuación, presto mi atencion al interesante dialogo que ocurre entre Maese enano y Maese Elfo.
Nada digo aunque no puedo evitar que se me escape cierto sonido que, naturalmente, disimulo con cierta carraspera.
Pero cuando ya nuestro compañero Mediano interviene en la conversacion, yo ya ni disimulo carraspeando. Y girándome hacia el, respondo.
Buen titulo sin duda alguna. Esperemos que no tengas que cambiarlo por algo así como "cinco liados entre arañas" o "cinco puestos a secar al sol colgando de una rama".
Y como me cuesta mantener la compostura. Finalmente, tras encogerme de hombros, paseo mi mirada por los presentes y añado.
Pues bien. Es hora de descubrir cual de tan interesantes títulos se adapta mejor a este día. Personalmente prefiero "Cinco reventando sacos de veneno andantes". Digamos, que estoy impaciente por ver cual es el mas adecuado.

El mediano negó con la cabeza. Señor Menelcar, no es bueno revelar el final de la historia en el título! Mientras así hablaba, acompañaba a los demás hacia la salida, hacia el bosque. A no ser que sea una historia muy muy atractiva. Como "Lidia y sus sábanas revueltas", donde todos saben hacia dónde se dirige la historia.

Avanzáis por el bosque Negro meridional con sorprendente facilidad ahora que los elfos os han revelado algunas de las sendas cercanas a Ceber Fanuin que sólo ellos conocen, y pronto llegáis a la zona sospechosa.

Borgil había dejado vagar su mente unos instantes, aunque su cuerpo seguía moviéndose sigilosamente, con todos los sentidos en alerta...

—Estad alerta mis buenos compañeros pues de cualquiera de esos árboles pudiera manar el peligro del que nos han precavido —dijo mientras caminaba despacio con el hacha en ristre.

En el centro del grupo, de momento me limito a avanzar sin prestar demasiada atención a mi entorno. Vamos, es que ni levanto la cabeza para evitar al menos, tropezar con alguna raíz y acabar estampándome contra el suelo.

El ambiente era relativamente bueno, pero tal y como nos adentrábamos en la profundidad del busque nos volvíamos más y más cautos.

Asentí con la cabeza a las palabras del enano pues era lo que pensábamos todos.

El pequeño hobbit caminaba rápidamente, rebotando sobre sus pies entre raices y arbustos. Que para sus cortos pasos, eran grandes obstáculos. No era como el enano, que parecía abrirse paso con su simple presencia; el elfo que simplemente fluia entre las ramas.

Aún así, se movía con rapidez y silencio. Y sus ojillos no perdían detalle del entorno.

Al cabo de un rato de caminar por el bosque con los sentidos en tensión llegáis a una zona especialmente sombría. Aquí y allí grandes telas de araña festonean los árboles. No cabe duda, estáis cerca del nido.

Moviéndose sigilosamente, Borgil, al igual que sus compañeros, detecta el nido de los asquerosos arácnidos. Y haciendo unn gesto mudo, indica que sería mejor buscar un buen lugar desde donde poder esperar su casi segura acometida...

La zona me daba algo de repelús, más que el ataque en sí lo que temía era quedar atrapado sin poder defenderme.

Saqué una flecha de mi carcaj y la sujeté con el arco, aún sin apuntar a ningún lugar en concreto, con la mano le dí mi conformidad al elfo, mejor un poco más lejos del nido, además no vendrían todas a la vez, me daría más tiempo para disparar más flechas.

Con timidez, el mediano estiró su mano hasta tocar el brazo del elfo. Maese Borgil, estas arañas son grandes, verdad? Y pueden saltar, como sus congéneres pequeñas? No sería mejor buscar un claro, donde podamos verlas venir, y negarles el ocultarse en las copas de los árboles y entre los troncos?

Eso exactamente es lo que pensaba, maese Till. Muy buena idea, busquemos un lugar desde donde las podamos recibir como se merecen con los menos riesgos posibles... le contestó el elfo, que ya estaba mirando en busca del sitio más adecuado para ello

Emboscados en medio de unos matorrales, todos podemos contemplar nuestro inminente objetivo. Y por cierto, pero que asco que da aquí el objetivo en cuestión.
Mientras examino el objetivo, escucho las palabras de nuestros compañeros Elfo y Mediano. Es una idea excelente la de buscar un lugar que nos pueda ofrecer cualquier tipo de ventaja. Pero creo que falta algo. Por tanto, girando la cabeza en dirección a mis compañeros y procurando hablar en un susurro, yo aporto.
Nada mejor que una bonita descarga de proyectiles para ir ablandando el objetivo. Pero es inevitable que nos acaben localizando. Pues bien, yo propongo que algunos de nosotros, se embosquen delante del grupo de tiradores, para detener la mas que posible acometida de estos bichos. Así, nuestros arqueros podrán sacar el máximo partido a su posición mientras estos bichos repugnantes, siguen liados con ese grupo de vanguardia. Naturalmente, yo formare parte de esa vanguardia.

Till observa su espada, que probablemente nunca ha hecho más que tronchar a algún conejo en el fuego, y sus nulas dotes como arquero, además de que no tiene ninguna. Lentamente, intenta desaparecer antes de que el hombre del hacha lo reclute para su grupo "de avanzada".

No tiene nada de cobarde ser prudente...