Partida Rol por web

La visión de Huinen golpeó a Borgil como un rayo. No le extrañaba que a sus compañeros les fuera indiferente, pero los Primeros Nacidos no se veían afectados por la gran mayoría de las enfermedades de Arda, y ver al vidente así le causó gran impresión.

Le recordaba entre las brumas de la niñez como un hombre altivo y sabio, aunque con extrañas manías... y ahora... Borgil sacudió la cabeza apesadumbrado. La mente era delicada como una flor, y no sabía qué podía haberle ocurrido a Huinen para quedar tan desmejorado...

El elfo asiente a las palabras de Menelcar, aún ensimismado, y no contesta hasta un pooco después

No creo que ninguno de nosotros sepa lo que quiere decirnos el vidente. Como hombre sabio que es, es muy capaz de sorprendernos a todos... dice con una sonrisa algo entristecida, mientras va a asearse a los alojamientos que le indica la servidumbre

En cierto modo la debilidad mostrada por el vidente pagaba el mal recibimiento de su compañera. Pero poco duró esa sensación. Nadie merecía tal destino, ni siquiera aunque su altiva raza menospreciara por costumbre al resto.

—No te fíes de las apariencias maese elfo. La prudencia me invita a pensar que el mago pardo no a elegido al elfo vidente por tullido así que no creo que lo sea.

Me quedé un poco… sorprendido por el estado de Huinen ¿Qué le ocurriría? Miré a Borgil con el ceño levemente fruncido tratando de transmitirle mi extrañeza con la mirada, no parecía tan viejo y los elfos que yo supiese no enfermaban…

Pero este si parecía pensativo, no debía de haberle pasado desapercibido… en todo caso más tarde iba a hablarnos así que poco podíamos hacer – Si, yo voy a asearme también para la cena, nos vemos luego

Frunzo el ceño ante las palabras de mis compañeros, para finalmente encogerme de hombros. El estado del vidente, no es algo que a mi me afecte. Mas aun cuando no se ni sus causas ni el tiempo que lleva así.
Y cuando Emelcar habla de asearse para la cena, yo añado.
Buena idea indudablemente. Digamos que pasear por las entrañas del Bosque negro, no es un pasatiempo que recomiende a nadie.
Por tanto, me encamino tras Emelcar y Borgil hacia las estancias que nos han reservado.

El hobbit retoza de aquí para allá, casi danzando sobre sus peludos pies. Y es que cada hilo, cada vista, cada piedra le parece maravillosa! 

Saltando sigue a los hombres. Oh sí! Queremos estar presentables para la cena! Debo limpiar y lustrar mi flauta! Cree que me dejarán tocarles una canción, maese Borgil? Tal vez... me contarán alguna historia? Cuantas historias los de la bella raza... su raza, maese Borgil?

El pequeño está excitado, de eso sin duda.

Se os asignan unas habitaciones poco menos que lujosas, y se os proporcionan, no sólo agua caliente para bañaros, sino también ropas de gran calidad (incluso de la medida del hobbit) para que os cambiéis.

A la hora de la cena acuden los criados y os acompañan, no al salón, sino a lo que no puede ser sino la biblioteca. Esta es la biblioteca principal de la casa, que contiene muchos libros de historia, así como textos relacionados con la antropología, la astronomía y la física. Hay toda una sección ocupada por los diarios de Huinen, en los que se incluyen sus visiones del pasado y del futuro. La mayoría de estas visiones constituyen una jerigonza casi totalmente incomprensible. También hay una completa colección de obras literarias. Como norma, la biblioteca de Huinen está disponible tanto para sus criados como para sus invitados. El único mobiliario, aparte de las librerías, son varias mesas. Las paredes están completamente cubiertas de libros.

Se os acomoda en las mesitas, y se sirve una espléndida cena fría. El dueño de la casa no acude, sino que lo hace Ringlin quien se acomoda en una de las mesas y os hace seña de que comáis, haciéndolo él también.

Al cabo de unos momentos, Ringlin toma la palabra: Mi señor os agradece vuestra labor de emisarios; a lo que parece, el cielo no está lo suficientemente despejado como para poder divisar Rhosgobel desde aquí y no lo estará en unos días, así que si lo deseáis sois nuestros invitados hasta entonces, en que mi señor pueda completar vuestra misión.

Mientras tanto, me ha pedido que os proponga una pequeña misión adicional. Pese a que distamos mucho de estar indefensos, esto no es una fortaleza y no hay guarnición suficiente más que para proteger la mansión, no para controlar el territorio que nos rodea. Llevamos algunas semanas viendo con preocupación cómo proliferan las grandes arañas en esta parte del bosque, cuando nunca lo habían hecho. Eso solo puede significar un nido. ¿Seríais tan amables de explorar unos cuantos kilómetros en derredor en su busca? No hará falta que lo erradiquéis, de eso nos podemos encargar nosotros, pero una búsqueda dejaría la mansión desguarnecida y eso no nos lo podemos permitir.

¿Qué os parece?

Si no lo hacen ellos lo haré yo, mi querido maese Till... y hasta cantaré alguna vieja canción si estoy inspirado dice Borgil con una cariñosa sonrisa dedicada al mediano.

Las palabras de Ringlin acerca de la ausencia del vidente y del posible retraso en completar su misión hacen que el elfo arquee una ceja por un instante, pero enseguida descarta cualquier cosa rara.

Escucha la proposición de su anfitrión y asiente, aunque a título particular Las grandes arañas son una plaga que hay que procurar erradicar, por lo que podéis contar conmigo para localizar ese nido, pero yo no decido por mis compañeros y, como comprenderéis, es algo que deben decidir ellos mismos...

Me extrañó un poco que Huinen no se presentara, lo que no ayudó a que mis sospechas sobre que algo le sucedía se disiparan.

Ringlin nos atendió en tan suculenta cena, y tras informarnos sobre la consecución de nuestra misión nos propuso un asunto referente a unas arañas que parecían amenazar la zona.

Por un momento dudé, la arañas eran temibles rivales, pero siendo misión de localización el riesgo aún parecía aceptable - Será un honor servir a los aliados de Radagast – dije finalmente

¡Al fin llega la parte importante de este asunto.
Y allí estamos. Ante una excelente mesa en una sala que parece la biblioteca del vidente. Por mi parte, no es que pierda mucho el tiempo no. Y me dedico, sistematicamente, a devorar la pierna de cordero fría, que me han servido.
Naturalmente, si mi diestra esta ocupada con el manjar mi zurda, para no ser menos no se aparta de una excelente jarra de cerveza negra servida con el grado justo y adecuado de presión.
La conversacion viene y va pero yo, solo levanto la mirada y arqueo una ceja, cuando escucho que hay problemas meteorológicos en la transmisión elfica esta o lo que sea.
Tanta historia para que se crucen unas nubes. Noldor tenia que ser
Naturalmente, este pensamiento no aparece por mi boca si no que, prudentemente, se queda revoloteando por mi mente.
La cena sigue. Y ya que sigue, yo sigo también.
Segunda jarra de cerveza, acompañando a unas deliciosas tiras de queso de cabra que se deshacen en la boca.
Escucho el comentario del secretario, ayudante o mayordomo del vidente, sobre lo de mantenernos alojados y esta vez, si que aporto algo a la conversacion.
Por mi encantado. Podéis creerme. Digamos, que la hospitalidad de la que se hace gala en este lugar, supera todas mis espectativas.
Dicho esto, me detengo en mi sistematico banquete por un segundo e inclino la cabeza ante Ringlin.
Y ya repanchingado en mi asiento, dando únicamente pequeños sorbos a mi jarra, para evitar consumirla del todo de un trago, escucho algo realmente interesante.
Una misión de exploración. Por tanto, acabo la jarra, la poso sobre la mesa con un ruido sordo y doy mi opinión sobre el asunto.
Por supuesto que pienso formar parte de esta misión. Por mi parte, tampoco me importaría que probaran el filo de mi hacha una vez descubierto el emplazamiento de ese nido. Ya se vera lo que ocurre una vez que las hayamos localizado.

Ringlin asiente con la cabeza al ver la resolución del grupo.

Bien, por la mañana os indicaré sobre un mapa las partes más proclives a albergar un nido. Hasta entonces, descansad.

Al unirse al grupo para pasar la noche, y tras no haber emitido opinión sobre el pedido del elfo, el pequeño se animó a decir, en voz baja. Los acompañaré, señores... aunque realmente tiemble de miedo de encontrar semejante oponente. Tal vez pueda ser de alguna ayuda, con mis ojos o de alguna otra forma.

Con algo de pesar observó la sala. En condiciones normales hubiera probado su flauta en los asistentes del lugar, pero algo en el lugar, tan regio, tan severo y antiguo, lo amedentraba.

Así se durmió, alternando entre la excitación de la aventura por venir, y el miedo de esa misma aventura.

- Eres muy valiente Till, nadie te culparía si decidieras quedarte, no obstante tratad de permanecer en lo más seguro del grupo cuando se acerquen los momentos de peligro.

Dicho esto y agradeciendo la hospitalidad a Ringlin, me retiré a descansar, harían falta mis fuerzas y un buen descanso gana muchas luchas.

El elfo le sonrió al mediano, obviamente estaba abrumado por todo lo que veía y vivía, así que no insistió con el tema de las canciones y decidió dejarlo para mejor ocasión

Así pues, volviendo a su habitual parquedad de palabras, se retiró a descansar tras despedirse educadamente de los presentes...

Y puesto que yo ya había dado mi parecer sobre el asunto, me levanto. Inclino la cabeza ante todos los presentes y tras unas palabras de despedida, me retiro a mis alojamientos pues ya es hora de descansar.
De camino a los mismos, palmeo con mi diestra la cabeza de mi hacha que cuelga en su cinto. Pues posibilidades para probarlas en combate, parece que las hay.
Y con tan grata perspectiva en mente, al fin cruzo el umbral de mi habitación para aprovechar al máximo las horas de sueño.

De buena gana hubiera tronado en contra de la propuesta.

—¡Un simple batidor! ¡Por quién me toman estos estirados elfos! —eran algunas de las exclamaciones que se debatían en su cabeza pero no dijo ninguna de ellas.

Anar no era un enano como la mayoría, no era especialmente impulsivo y quizá su mayor virtud era la mesura. Y esta vez decidió usar algo de esa característica.

—Sea pues esa la misión que empeñaremos mas creo oportuno aprovechar el viaje para despejar algo esos nidos, ¿no lo creéis? —preguntó tanto para Ringlin como para sus compañeros.

El elfo arquea una ceja y sonríe ante las embravecidas palabras del enano.

Maese naugrim, tenéis nuestro permiso expreso para eliminar cualquier araña con la que os tropecéis... por casualidad o no, tan sólo pretendíamos no abusar de la amabilidad de unos invitados.

Luego hace una semirreverencia y se retira.

El enano sonríe satisfecho y saluda reverente a a Ringlin.

—Con mucho gusto nos dejaremos abusar maese Ringlin —acaba diciendo tras unas sonoras carcajadas—. Eso hará mucho más interesante la misión.

Al día siguiente se  sirve el desayuno y se os indica, sobre un mapa de la zona circundante, un par de hondonadas donde se sospecha que pueden anidar las arañas.

Los guardias os acompañan a la salida, bastante más simpáticos que el día anterior.

Tras desayunar, el elfo contempla con detenimiento las zonas del mapa donde dicen sospechar que anidan las arañas. No hace muchas preguntas, las justas sobre detalles del terreno y señales que les puedan indicar que van por el buen camino.

Bueno, así pues qué será, maese naugrim... ¿un paseo matutino de exploración o de ejercicio para vuestra hacha? pregunta una vez han salido Borgil al enano con una media sonrisa, mientras le guiña un ojo al mediano y aguarda ver qué dicen los hombres del bosque