Partida Rol por web

Alzandose sobre sus patas traseras y mostrándome toda su envergadura, una de las arañas se lanzo sobre mi. Sus hilos de seda maloliente y pegagosa tratan de inmovilizarme y yo, solo sonrío entre dientes esperando mi oportunidad.
Pues cuando el bicho mal nacido acorta distancias dispuesto a rematar el trabajo, comprueba para su desgracia que no soy presa fácil.
De abajo a arriba, silba mi hacha cortando el aire hasta que resuena un seco chasquido.
Recula mi oponente perdiendo icores desde su vientre pero no puedo rematarlo. Después de todo, acabo pegado al suelo a causa de su maldita seda.
No obstante, asiento con torva satisfacción al ver como se va desarrollando el choque. Aunque una sombra de preocupación me cruza el rostro al ver como dos de mis compañeros, se hallan en mi misma pegajosa situación.
Rematad a esta bestia!. ¡Es hora de ir acabando aquí!

Rápidamente Anar se había visto superado por la fétida criatura. De repente tenía encima a uno de los attercops, enredado en su pegajosa telaraña. En un vano intento se arrojó de nuevo contra la criatura pero de nuevo su hacha fue a dar directa contra el suelo sin inmutar mínimamente a la araña.

El enano refunfuñó y volvió a componer la guardia para prepararse para la nueva embestida.

Menelcar impacta en su attercop, pero su hacha no penetra lo suficiente en su duro caparazón. Anar vuelve a fallar, y Borgil falla también.

Bien, la situación no era mala del todo, los arqueros teníamos fortuna dispar, antes del combate cuerpo a cuento herí a uno y ahora mismo había eliminado a otro.

¡Bien por Emeldur! Me alegré por haber causado la primera baja enemiga, pero no había tiempo para triunfos, había que concentrarse en un nuevo disparo con el arco, me concentré en aquella de aquellas bestias y…

Tembloroso, el hobbit llevó una nueva flecha hasta su oreja, apuntó y disparó al monstruo que más cercano tenía. Al salir la saeta volando a mucha distancia del blanco, no pudo evitar maldecir: Oh, hobbit idiota! No acertarías al costado de un granero a diez pasos!!

El primer attercop ataca al atrapado Anar, a quien le clava el aguijón para 6 puntos de aguante.

El segundo ataca al también atrapado Borgil, pero falla.

El tercero ataca al también atrapado Menelcar, pero falla.

El aguijón de la araña había enfurecido al enano que levantó el hacha con tremenda virulencia. Con un movimiento de los brazos abalanzó el arma hacia el cuerpo de la infecta criatura, esta vez con éxito.

—¡Maldita criatura! Muchas veces te he perdonado la vida —grito acompañando a un gruñido.

Mi arácnido oponente, fija en mi todos y cada uno de sus ojos mientras gotas de veneno caen desde sus colmillos. Y por mi parte, muestro mis dientes en algo no es precisamente una sonrisa mientras espero su ataque.
Y este, no tarda en llegar. La maldita araña se lanza sobre mi tratando de aprovechar su ventaja al estar yo inmovilizado.
Y como me tiene harto, justo en el instante en que viene a por mi, volteo mi hacha por encima de mi cabeza para descargarla sobre este desgraciado bicho.
Cruje su caparazón y resuena mi acero en medio del bosque. Pues esta vez, ambos íbamos a matar.

Las hachas de Anar y de Menelcar entonan su mortífera canción, con el resultado de que los dos attercop que se les enfrentaban caen al suelo, entre los estertores de la muerte.

Por contra Borgil falla por bastante contra el último de los monstruos.

El enano tenía ciertos problemas, pero la línea de delante aguantaba por lo que me preparé para un nuevo disparo con el arco, el último no había dado frutos como los dos primeras flecha, me concentré tratando de mantener la serenidad y disparé.

El flechazo de Emeldur acierta en su blanco, pero el attercop restante es duro de pelar y aún no se da por vencido.

Till retrocede un paso, buscando un ángulo. Su falta de pericia, o poca fortuna, hicieron que no dañara a la última araña, sin embargo.

Con un suspiro, rápidamente dejó el arco y desenvainó su espada, dispuesto a ayudar en algo... algo.

El attercop restante, herido por Emeldur, busca un contrincante en cuerpo a cuerpo y se dirige al enano, a quien le clava el aguijón.

El pinchazo de la criatura se clavó hondo pero Anar resistió en pie. Eso no hizo más que enfurecer al enano y que volvió a levantar el hacha para descargar con fuerza sobre la araña.

—Grrrr —gruño fuertemente a la vez que el hacha golpeaba a la criatura—. Mira, maese Menelcar, mi hacha vuelve a funcionar. Jo, jo, jo.

Los gritos del enano retumbaban en el claro del bosque.

Toda la bestia arácnida parece temblar ante el golpe de Maese Enano. Y mientras retumban sus carcajadas en el campo de batalla, a pesar de estar yo todavía atrapado por los pegajosos hilos, me giro alzando mi propia arma por encima de mi cabeza.
Y tras un breve ruego a Orome el cazador, la descargo con rabia sobre la cabeza del desgraciado bicho.
Parece hacerse un momentáneo silencio en el bosque. Silencio que no tardo en romper con estas palabras.
Poderoso tajo sin duda alguna Maese enano. Pero espero que no me tengáis en cuenta mis ganas de acabar con este maldito bicho.
Y tras estas palabras, alzo mi hacha hasta apoyarla sobre mi hombro derecho. Miro a mi alrededor y añado.
Permaneced atentos todos. Pues no sabemos si habrá segunda oleada.

El golpe de Anar basta para acabar con el monstruo, pero por si acaso Menelcar se asegura de que no vuelva a levantar cabeza.

De repente, se hace el silencio, sólo roto por vuestra agitada respiración.

Os quitáis en cuanto podéis las pegajosas hebras, en guardia por si hay más amenazas, pero sólo el silencio del bosque responde a vuestras pesquisas.

Ed' i'ear ar' elenea!, cormlle naa tanya tel'raa, naugrim, dice Borgil con un gesto respetuoso hacia el enano.

Ahora si sonreí y me acerqué a mis compañeros de vanguardia por si necesitaban ayuda para liberarse de ese pegajoso material y por si alguno necesitaba atención medica que le pudiese brindar.

Hablé en susurros – Bien, nuestra misión era avisar de la presencia de nido… ¿Qué tal si volvemos por no tentar más a la suerte?

Sinceramente que nuestra misión estaría más que cumplida con esto, quizás atacar el nido era demasiado peligroso para los pocos que éramos, pero aguardaría la opinión de los demás