Partida Rol por web

Los dos novicios se quedaron junto a la estatua que Daynee había cerrado. ¿Cuál sería su camino ahora?

Nicarius sujetaba el vial mientras a lo lejos se perdían las figuras de Daynee y el magistrado Cestmir. A su lado permanecía el siempre tapado Ilias. No podía saberse en que pensaba el novicio Avestita pero si que podía percibirse el sufrimiento de Ilias. Sus palabras, sus acciones, algo le decía a Nicarius que el novicio Ilias sufría.

Ninguno de los dos novicios tenía claro cual sería el siguiente paso. ¿Qué decisión tomarían? ¿Hacía donde se dirigirían?

- La pregunta es un poco inútil .... ¿pero por casualidad conoces algún lugar donde buscar refugio? - Preguntó el novicio sin muchas esperanzas.

A Nicarius le mortificaba ser tan patética inútil en aquella misión. Bajando la mirada contestó:

- No... La verdad es que no... Pero hay alguien a quien debo ver aquí. Se trata de un sacerdote de mi Orden. Quizás él pueda ayudarnos y darnos cobijo.

- Me preocupa que hablemos con quien tengas que hablar y nos quiten el vial sin ... el justo motivo. - Comentó Ilias mirando hacia la ciudad. - O que alguien nos detenga por ser quienes somos. -

- Que te parece buscar un escondite para el frasco, aquí en las afueras, un lugar sin nada destacable pero que podamos reconocer ... y luego vamos a ver tu contacto. -

 Nicarius asiente:

- Me parece lógico. Visto lo que ha sucedido hasta el momento está claro que no podemos fiarnos de nadie.

Los dos novicios registraron los alrededores en busca de un buen lugar donde esconder el preciado vial. Ningún lugar parecía mejor que otro para ocultar el fluido. Quizá entre unas piedras... quizá enterrado...

La opción de contratar una caja de alquiler para que alguien tuviera a buen recaudo el vial sin preguntas durante un tiempo sería valorable de no ser por el poco dinero del que disponían los novicios: era suficiente para ocultar la caja por un par de días pero quizá ese tiempo no fuera suficiente.

Durante unos instantes valoraron las opciones. En un par de horas caería la noche y con ella muchas de sus opciones desaparecerían... aunque otras muchas serían reveladas.

Nicarius examinó el vial: una cosa tan pequeña y que traía tantos problemas consigo...

- Propongo enterrarlo por aquí tomando como referencia algo y contando unos pasos. Sé que suena algo infantil pero me parece la opción más segura. Luego nos podemos poner en marcha.

Ilias asintió las palabras de Nicarius.

Mientras el Eskatonico enterraba el frasco el Avestita examinó los alrededores para asegurarse que nadie estaba cotilleando. Al terminar lo apremió.

- Venga, vamos a ver a tu contacto. -

Antes de ir a la ciudad Ilias decidió quitarse parte de su indumentaria para que no fuera tan aparente su "profesión" ademas de usar la misma ropa para envolver el lanzallamas y que no fuera tan visible.

Sonrió a su compañero.

- Será mejor que oculte mis ropajes, un Avestita en estas tierras puede crear cierta incomodidad. -

Nicarius asintió mientras salía a la calle seguido por el avestita:

- Estoy de acuerdo. Cuanto más discreto sea nuestro paseo mejor... La verdad es que no sé muy bien por donde empezar. Busquemos una iglesia de mi Orden y a partir de allí espero que encontremos a mi contacto.

Dicho lo cual se dirigió a las calles principales en busca de algún indicador o, en el peor de los casos, algún buen samaritano que le diera una dirección hacia la iglesia Eskatónica más cercana.

Nicarius enterró el vial a conciencia y pronto no quedaba más rastro de él que el marcador de referencia que los novicios habían tomado para poder recuperarlo.

Acabada la tarea se dirigieron hacia el centro de Ligaheim, hacía el lugar de operaciones de los gremios. Tras poco tiempo caminando se encontraban en la plaza central donde unos mercaderes exponían su mercancía a la venta y otros charlaban probablemente de negocios. En uno de los lados de la plaza había unas escaleras que ascendían varias decenas de peldaños hacía otro lugar de la ciudad y, en ellas, llegaron a ver las figuras del magistrado y Daynee acompañados de otro hombre vestido íntegramente de negro. Un instante después su rastro estaba perdido entre las callejas.

Los novicios echaron un vistazo alrededor sin demasiado éxito. La plaza estaba plagada de puestos donde se comerciaba con mercancía de todo tipo.

Caminaron por las calles de Ligaheim durante más de treinta minutos hasta dar con lo que buscaban. No era una iglesia como las que recordaba Nicarius pero parecía ser un lugar de reunión estable de los miembros de su orden, al menos así se lo había indicado el joven novicio que les había llevado allí.

—¿Y a quién dicen que buscan, hermanos? —preguntó el muchacho.

Ilias contemplaba toda la ciudad con cierto desprecio, aunque reprimió las ganas de lanzar sermones.

Finalmente observó con cierto recelo el edificio que, se suponía, era una iglesia.

Lanzó una mirada a ambos lados, casi esperando encontrar a ladrones acechando para una emboscada.

Antes de que nadie le preguntase el por qué buscaba al sacerdote Nicarius decidió que sería mejor lanzar una pequeña mentirijilla por adelantado. Quizás de esa forma no levantaran sospechas.

- Estoy buscando al sacerdote Mortinus. Debo darle una desgraciada noticia - dijo fingiendo cara de pena - ya que un viejo conocido suyo ha fallecido. Como mi Orden sabía que vendría a Ligaheim a documentarme sobre...- dudo sólo un segundo antes de improvisar - el estado de las relaciones gremiales con la Iglesia pues aprovecharon para enviarme con la noticia. Hubiera preferido ser portador de mejores dones pero el Pancreator tiene sus designios escritos.

El joven asintió y abrió la puerta lentamente. Caminó por el estrecho pasillo hasta llegar a una amplia sala donde se encontraban más monjes. En un pequeño sofá estaba sentado un anciano sacerdote con el pelo cano y el joven se dirigió hacia el haciendo un gesto a los novicios para que esperaran.

El viejo sacerdote se levantó del sofá, le dio una palmada en el hombro al joven novicio y se dirigió hacia donde esperaban Nicarius e Ilias.

—Acompañadme novicios —dijo haciendo un gesto serio.

Salió de la sala por otro pasillo y pronto estuvieron en otra habitación más pequeña que la anterior. En el centro de la misma había una pequeña mesa y a su alrededor varias sillas dispuestas.

—¿Cuál es esa desgraciada nueva que me traéis, novicios?

Nicarius miró a su alrededor, constatando que estaban a solas con el viejo sacerdote. Luego preguntó con tono amable pero firme:

- ¿Sois vos el sacerdote Mortinus? Debéis disculparme pero mis superiores no tuvieron la precaución de darme una descripción física. Pero imagino que conocería usted a Limper Semperius .- el muchachó indagó en el rostro de su interlocutor alguna muestra de interés - Debo anunciaros que ha fallecido... aunque me dejó algo para usted. ¿Sabe a lo qué me refiero?

El joven novicio pensó en ese momento que, después de todo, no había ninguna mentira en lo que le había dicho a los otros clérigos. Aunque había sido fruto de la improvisación realmente venía a dar la noticia de un fallecimiento a Mortinus. Sólo la gravedad de la situación impidió que Nicarius esbozase una sonrisa ante tales pensamientos.

El sacerdote Mortinus asintió y meneó la cabeza a ambos lados esbozando una pequeña sonrisa.

—Me temo que te equivocas, joven novicio. Tengo noticias recientes de Semperius, muy recientes. Me ha hablado de ti, aunque me dijo que vendrías con tres más y aquí sólo veo uno. ¿Eres tu el novicio Nicarius? ¿Y qué es eso que tienes para mi?

Ilias se sorprendió ante la revelación del sacerdote.

- Está vivo? -

- Vaya ... es difícil de creer. Supongo que era un hueso duro de roer. -

El Avestita no las tenia todas consigo. ¿El otro sacerdote había escapado el solo sin transporte adicional de ese coloso lleno de mentiras e ilusiones?

Quizá era su habitual paranoia de inquisidor haciendo la murga, pero todo eso le hacia agudizar sus sentidos y esperar una traición o emboscada en cualquier instante.

Nicarius no pudo ocultar su sorpresa.

- ¿Semperius está vivo? - su rostro reflejó alegría al principio, pero luego cambió por una mueca de sospecha - ¿Dónde está? Y si habéis hablado con él... ¿cómo es que no os ha dicho cual es mi encargo?

Ya se la habían jugado una vez. El joven sacerdote podía no tener mucha experiencia pero aprendía rápido.

El sacerdote miró a Ilias sorprendido.

—Ciertamente no se de que se sorprende tanto, la Llama Sagrada no se extingue hasta que el Pancreator lo dicta.

Mortinus se rascó el mentón reflexivo y pronto volvió sobre Nicarius.

—No le he visto en persona pero se ha comunicado conmigo esta misma mañana. No me ha contado mucho y me advirtió que serías tú el que lo hiciera.