Partida Rol por web

Dentro de la caja solo había un pequeño objeto; un pincel con el mango de madera agrietada y con escasas cedras, manchadas y desgastadas por el uso. Parecía difícil que se pudiera pintar algo con aquel objeto. Sin embargo, desprendía un ligero aroma a cenizas y hojas muertas. Desde luego, no parecía un arma.

¿Cenizas y hojas muertas?  Lo olió a más detalle y Macario recorrió con su memoria las leyendas y rumores de la zona, de la corte, para saber que encerraba esto, y si era algo que tuviera buen karma, o malo. 

¿Quien lo hizo, Jenny? ¿Porqué huele así?  ¿Es magia de Otoño?

- Esto se pone interesante. - pienso. Veamos hasta donde podemos llegar.

- Yo no he dicho tal cosa. - le respondo. Vos habeis interpretado mis palabras de forma errónea.

Evidentemente no pensaba contestar a su pregunta así que decido proseguir por donde realmente me interesa. Esta vez pienso llevar el mando en la conversación.

- ¿Buscabais a Botas? - pregunto con curiosidad. ¿Para que lo buscabais?

Ya hablaremos más adelante de la Corte de Verano Francesa.

La perdida, ya de pie miró a otro lado de nuevo con cierta vergüenza.

-Es cierto que no lo habéis dicho, pero aun así me habéis metido burdamente como si lo pensarais. ¿Y que hago yo?

En este punto Pietrus pudo notar que a la mujer le costaba mantener el contacto visual con el mas que de pasada, pues se sentía intimidada.

-Revelar cosas que no debía... yo y mi estúpida lengua. -viste de nuevo la decepción en su rostro, casi parecía que quería contarlo, pero no tenia la suficiente confianza.- Pero no puedo contarte el motivo, es algo privado entre el y yo... ni la reina lo sabe.

Lo último fue casí un susurro. Dió unos pasos mas hacia la puerta, temiendo haber vuelto a meter la pata.

-¿Podemos irnos ya? Por favor.

Jennie sonrió levemente, una sonrisa algo enigmática

- Es un pequeño regalo que adquirí en el mercado goblin hace un tiempo; te proporcionará la ventaja que necesitas en el duelo de esta noche, o al menos eso espero
 

Después del baño delicioso, Macario sentía la piel suave, sensible cada terminal nerviosa a todo, emitiendo como un canto suave ante las cosas, aun al contacto con el aire sólo un poco más frío de las orillas del cuarto.  

Jenny, reina mía, ya me arreglaré para quedar listo.  Debo salir porque quedé de ir a preparar los almuerzos con los chicos.  De todas formas regreso a tiempo para la meditación preparativa antes del duelo.  ¿ A que hora será ?

La ropa de algodón suave era una delicia de ponerse.  Sus músculos estaban relajados, toda traza de músculo contraído había desaparecido de su cuerpo.  Eligió ropa color morado serigrafía, bajando y subiendo de tono, con patrones de paramecios implícitos en el patrón de la tela.  Es la mejor para soñar, según el manual de sueños lúcidos, -explicó. 

- ¿Se sonroja? - pienso. ¿Que diantres pasa aquí?

- Espera un segundo. - digo levantándome e interponiéndome entra la puerta y Miriam. ¿Qué está pasando? - pregunto.

- Tal vez si me lo cuentas podamos ayudarnos mutuamente. - prosigo.

Me estaba encontrando más cómodo de lo que pensaba.

- Será en el casino El Dorado, el mismo sitio donde celebramos ayer aquella pequeña fiesta; es territorio neutral, no reclamado para ninguna corte, y allí disponemos de una sala privada para arreglar este tipo de asuntos. El duelo será a medianoche; se puntual -dijo, sentenciando las dos últimas palabras en un tono muy firme

Macario se fue, siendo sábado, con los niños del orfanatorio.  Había quedado de ayudarles a preparar el almuerzo a las monjas para que pudieran dedicarse bien a los preparativos para su salida al campo.  Y bueno, así se aseguraba de ponerles a los emparedados de los chicos unas hojitas de hierbasanta y albahaca para que no se perdieran en el sendero y no atrajesen a ningún hada.  Eso le había dicho Gaia que funcionaba y pues si, en más de una docena de salidas no había pasado nada, así que debía ser cierto.  Aun así, uno que otro cuento de advertencia acabaría de fijar en la mente de los chicos que con los hados no se juega, y podrían disfrutar de la naturaleza y las bendiciones que esta daba. 

Tomó las hojitas frescas del jardín de sus colegas de primavera, le agradeció a la negraza hermosa de Gaia que les hiciera su conjurillo de protección y se encaminó con paso saltarín, al ritmo de los franceses estos de Caravan Palace en sus audífonos...

Cuando Pietrus se interpuso entre la puerta y ella, Miriam retrocedió varios pasos hacia atrás, hasta que choco con su propio escritorio y casi se desequilibra y cae. Era normal a pesar de que Miriam no era especialmente bajita, era de constitución frágil y el troll para ella era como un gigante.

-No.. ¡No! -Dijo haciendo un claro esfuerzo mental por plantar cara.- He sido tonta, estaba confundida contigo. Pensaba que como le caias bien a Macario serias.... ¡Ah! que rabia... Te he defendido delante de la reina y he hablado de mas. Y tu ni siquiera has confiado en mi ni un poco... -añadió con tristeza.- He metido la pata, ahora no se que va a ser de mi.

- Sería, ¿que? - pregunto. Piensa que si Macario confía en mí será por algo. - prosigo. La gente confía en mí porque sabe que sus secretos están a salvo conmigo.

- ¿Qué te pasa? - inquiero. Cuéntamelo y juntos veremos la forma de ayudarte. Al fin y al cabo estábamos juntos en el sueño. Eso debe de significar algo, ¿no? - añado extendiendo mi mano hacia ella.

- Venga, no te eches atrás ahora. - pienso. Cuéntamelo todo.

Aun algo desestabilizada, Miriam parecía observarte sin decidir a darte la mano o no. -Por eso mismo, Macario confía en ti... estábamos juntos en el sueño... Por eso pensé que podía confiar en ti. ¿Por que si no te iba a defender ante la reina?
Me pides que confié en ti, pero la confianza va en dos sentidos, todo esto no ha sido mas que una estupidez por mi parte. Lo que hacias con Macario realmente me importa bien poco, solo era una tonta prueba para ver si me decias la verdad, si podia confiar en ti. ¿No has pensado que después hablaré con el y el me lo contara? Solo quería ver si contestabas o no. -Clavo la mirada en el suelo con melancolía.- No puedo confiar lo suficiente en ti, no por el momento al menos...

Finalmente estiró la mano, tomando la tuya. Se incorporo de nuevo recuperando el equilibrio, pero sin mirarte a los ojos.

-Necesito saber si la situación fuese la contraria tu hubieses dado la cara por mi... -Te miró de reojo con timidez.- ¿Tu hablarías bien de mi a tu corte, si todo esto saliese mal para mi?

- En estos momentos te debo la vida. - le digo a Miriam. Estaré en deuda contigo hasta que consiga devolverte tamaño favor. - añado. Evidentemente que intercedería ante la Corte de Verano por tí al igual que tú hiciste conmigo ante tu Reina.

- Con respecto a lo de Macario ... - prosigo. Puedes preguntarle cuando quieras si así te convences de que te digo la verdad. ¿Para que iba a mentirte? Ya sabes la historia pues Macario se la contó a vuestra Reina y estabas delante .

- Realmente estás preocupada. - digo observando su reacción. Si necesitas ayuda ya sabes que estoy en deuda contigo. Un Caballero siempre cumple su promesa.

Al parecer Pietrus iba bien encaminado con las palabras, Miriam volvía a mirarle a lo ojos y cuando dijo lo de "Un caballero siempre cumple su promesa", sonrió y su rostro parecía brillar con luz propia. Parecía aliviada al oírte decir que hablarías bien de ella a los del Verano, no estaba claro que se sintiese muy segura con la Corte de Primavera.

-Tenéis razón en que estoy preocupada, quizás mi reacción y comportamiento han sido exagerados. Lo lamento mucho -se sonrojó ligeramente.- siempre me dicen que me dejo llevar demasiado por mis pasiones y por eso los ahí que me toman el pelo. Además, nunca había estado a solas con un hombre tan fuerte y grande...

Ahora si que se puso completamente colorada, miró al suelo de nuevo. Se aclaró la garganta y volvió en si. De paso mientras hablaba ajustaba el vestido que tras el traspíes había quedado algo descolocado. -Lo que me preocupa es que mi reina se enteré de que intento localizar por mi propia cuenta a Botas, no suele reaccionar bien cuando el asunto trata sobre el, como seguro ya sabrás... -La agraciada colocó una mano sobre el pecho del hombre, a la altura del corazón.- He decidido confiar de nuevo en vos, creo que vuestro corazón es puro, lo único que os pido es que si tenéis alguna pista sobre el paradero de Botas me lo comuniquéis, y yo por supuesto haré lo mismo, tenéis mi palabra de que no compartiré con nadie mas nada de ese tema.

Se separo de nuevo, esta vez para medio sentarse en el escritorio, se le notaba mucho mas cómoda ahora. Agarró de la mesa una pequeña tarjeta blanca y la ofreció, se podía leer su nombre y su numero. -Es mi número privado, siempre que necesites algo puedes llamarme o mandarme un whasaap. Contacto directo conmigo, nada que ver con Cortes -guiñó un ojo.- ¡Vaya! eso me recuerda que apague el móvil al entrar en el Seto.

Saco su móvil y se puso a encender el aparato de nuevo.

- Descuida. - le digo. Si averiguo algo te lo haré saber. - añado guardando la tarjeta.

- Tengo unas preguntas al respecto. - le digo. ¿Por qué buscas a Botas a espaldas de la Reina? - pregunto. ¿Acaso ella también lo busca? ¿Por qué la Corte de Primavera se toma tantas molestias con un miembro de la Corte de Verano?

Había muchas cosas que no terminaban de encajar y no me gusta dejar cabos sueltos.

- ¿Que escondes Miriam? - me pregunto. ¿Por qué tanto interés?