Partida Rol por web

- ¡Equipo Amarillo! - doy un saltito contenta al ver que ya tengo equipo yo también, pero parece que no va a poder ser al final. 

Luego me quedo escuchando la explicación de los deseos y la Esencia que hace Kantoku-nii-san. Así que necesito mucha mucha Esencia y acabar con muchos monstruos... ¡Sí, seguro que puedo hacerlo si mis amigos me ayudan! Después sonrío a Marco al ver que podemos ser amigos igual. Con la explicación de los mundos perdidos y lo que son los monstruos, muevo la cabeza de un lado a otro y al final me encojo de hombros, con una sonrisa. 

- ¡Si podemos ayudarles, entonces está bien! - digo, hablando de los monstruos y de la gente que pueda quedar para ayudar.

En cuanto veo cuál es mi generador, sonrío al ver que es el señor de la tarta, Taro-san. Me despido con la mano de los demás y de Kantoku-nii-san y tiro de la bata de Taro-san para ir rápido a una de las puertas. ¡No quiero perderme nada del juego!

Cuando llegamos a la habitación, miro a todas partes. No tiene colorines... Pensando que era algo más mágico, esperaba un sitio más bonito, pero sí que hay algo mágico en el centro. Parpadeo un par de veces después de ver las figuritas, volviendo a ver la habitación a nuestro alrededor y escuchando a Taro-san. Pero... ¿Pero las calabazas no se comen?

- Parece una prisión. - digo, sin saber si decirle que no es una calabaza o no. A lo mejor es una de esas palabras de mayores... - ¡Pero no te preocupes, yo sé lo que hay que hacer! - digo con gesto orgulloso, llevándome una mano al pecho.

Si fuera con otra persona, me habría puesto muy nerviosa de tener que quitarme la ropa, pero como Taro-san ha dicho que es médico, entonces es algo normal. Me pongo en el centro del círculo y de espaldas a Taro-san me quito la parte de arriba del conjunto y el gorrito que se me cae de paso, y me quedo con la ropa entre las manos. ¿Pero no llevaba unas alitas? Cuando miro hacia atrás, sigo teniendo las alitas con cristales a la espalda, pero no parece que se me hayan enganchado al quitarme la ropa. ¡Porque son mágicas!

- Y ahora tendría que tener unas lucecitas y letras en la espalda. - explico, girándome un poco para mirar a Taro-san, emocionada por tener cositas mágicas en la espalda - ¿Las ves?

No le gustaba mucho lo que decía ese hombre, pero una cosa estaba clara... Si conseguía hacer realidad su deseo no le importaría nada más por lo que sencillamente se bajó del banco y enganchó de la manga al que al parecer sería su pareja. 

-Sí, sí. Yuju te ha tocado el niño conejo. A mi me ha tocado el de las hostias como panes así que todo bien. Ale vamonos. 

Estiró de el hacia la sala que le indicaban.

Aquella sala era... muy creepy definitivamente. -¿No podían poner no sé, un sofá, unos cojines... ¿Por qué tiene que ser todo tan tétrico? Ni que fuéramos una secta. Se dedicó a observar todo y de pronto cruzó por su mente aquella visión.

-Ah... Definitivamente el moco verde es un pervertido... 

Se quitó el chaleco destrozado y apartó las vendas de su abdómen, dejando ver la enorme mancha de vitiligo que viajaba hasta su muslo, perdiéndose bajo el pantalón. Por el sonrojo del chico y el como se tapaba con las manos aquella zona se podía entender que no le hacía gracia esa mancha. -No dejo de tener visiones sobre lo que hay que hacer, así que bueno... Supongo que el siguiente paso es que veas como me salen cosas de la espalda... Se estremeció un poco y derrotado, con las orejas de conejo caídas se metió en el círculo. -Serás el encargado de cambiar los números de mi espalda como te venga en gana... No tengo idea de qué son. A partir de ahí se quedaría quieto a la espera de lo que pudiera pasar. 

Como era más tímida que alguna de mis compañeras, me quedé en el lugar escuchando la explicación del chico que compartía el mismo color de cabello que yo. Todo era muy interesante, pero complejo a la vez y no sabía cómo reaccionar a ello, me gustaba pensar que podía hacer las cosas bien, aunque esto pueda ser un tanto difícil en el mundo de los adultos y sus cosas complicadas. 

Por esa razón un poco opacada por todo el momento, me dirigí hacia el cuarto en el que estaría el guardián que me acompañaría. Imaginé que se trataba de Tobías porque era el más cercano a mi, yo al menos lo sentí así. Por ello es que al estar allí dentro, lo busqué con la mirada y me sorprendió como se veía el lugar, pero más aún los símbolos y que él tenía el torso al descubierto. Se veía guapo así, y de solo pensarlo, mis mejillas se encendieron en demasía, me dió mucha vergüenza y cubrí mi rostro con las manos. 

Después escuché que me habló, así que alcé la mirada. 

—Hm, activar los símbolos. ¿No? Aunque no sé cómo se activa, quizás tenemos que tocarlos juntos—respondí al mirar sus ojos—. ¿Tú siempre me cuidarás? 

¿Por qué le habían puesto justo con ella? ¡Si era una pìja engreída! ¡Y con mala puntería! Sus probabilidades de morir por fuego aliado habían aumentado exponencialmente. Y además no tenían nada en común: No soportaba a la gente rica como ella. Siempre te miraban por encima del hombro, con la misma cara que se pone cuando se huelen deshechos y con la espalda tiesa.

—¡Ah, ya entiendo! —soltó Kaoru, llevándose un dedo bajo la nariz—. Claro, claro... han juntado a la adulta más débil con el niño más fuerte. ¡Tiene sentido!

Después de esa conclusión empezó a fijarse más en el cuarto. De acuerdo, ese cuarto también lo despistaba... ¿Qué tipo de mente enferma te metía en un sitio así? Y eso era sin contar... bueno, lo otro. En realidad su cabeza no terminó de procesar exactamente lo que estaba viendo, y aunque sospechaba que podía estar relacionado con la naturaleza del lugar donde estaban, no comprendía lo suficiente como para que sus conclusiones lo llevaran a ninguna parte.

—Con lo mayor que eres, imagino que creciste en un cuarto parecido a este... —murmuró, como si estuviera pensando en voz alta—. ¿Y ahora qué? —La preguntó, llevando los puños a las caderas—. El cuarto está muy guay, pero ya no hay nada que hacer aquí, ¿no?

 Si bien no te prestó mucha atención en el primer momento, el grito que soltaste hizo dar un sobresalto a la chica que rápidamente voltearía a ver que te pasaba, sin entender nada.

 -¿¡Pero qué pasa!? No entiendo de que hablas -aseguraría la mujer, antes de simplemente suspirar. -. En fin, este lugar tampoco me gusta: volvamos afuera...

 Seria entonces que la mujer intentaría abrir la puerta, solo para encontrarse una absoluta resistencia por parte de esta a ser abierta.

 -Estamos encerradas... -concluyó. -. ¡AAAhh...! ¡Maldito sujeto! ¡Juro que cuando se descuide lo voy a patear donde más le duele! -gritaría finalmente la mujer, antes de suspirar pesadamente y recuperar un poco la compostura, fijándose de nuevo en ti. -. A ver, creo que comenzamos con el pie izquierdo: está claro que a ninguna de las dos les gusta todo este tema del juego y estar ligadas, pero nos guste o no creo que tenemos que cooperar... ¿Te parece intentar una tregua?

 Cuando aseguraste tener conocimiento sobre lo que había que hacer, la mujer te vería con curiosidad antes de seguirte al círculo mágico, escuchando lo que tenías que decir.

 -Okey... Esto se pone más raro cada vez... -opinaría la pistolera, quién a pesar de todo no se negaría a seguir tus indicaciones para ver a donde llegaba todo eso, aunque no esperaba que le pidieses que fuese ella quién te levantase el vestido. -. Oh, vale... Deja que levante esto y...

  Sin parecer precisamente confiada, pero no particularmente incómoda, la chica tomaría la falda del vestido para empezar a subirlo más allá de tu pecho, momento donde te pediría que lo sujetases para no tener que hacerlo ella. Si bien no podías ver tu espalda, sí que podías hacer el intento de ver detrás de ti por encima de tu hombro, aunque el vestido también estorbaba un poco.

  De un momento a otro, sentirías un cosquilleo "mágico" en tu espalda, segundos antes de que una luz empezase a salir de esta.

 -¡Woah! Pues sí que tenías razón: tienes una especie de tatuaje en la espalda, y están saliendo números y letras de él... es muy raro... -explicaría Navy, sorprendida y confundida a partes iguales. -. ¿Se supone que tengo que cambiar los números? Okey...

 Si bien no sabía que tanto esperar de esa afirmación, el doctor decidiría confiar en que realmente sabías que hacer y seguirte hacia el círculo mágico, solo para ser tomado por sorpresa por como te empezabas a quitar la parte superior de la ropa, provocando que rápidamente mirase hacia otro lado.

 -O-Oye, e-espera, ¿qué haces...? -claramente no entendía nada, y no fue hasta que le indicaste lo que se suponía tenía que pasar que se animaría a mirarte de nuevo.

  De un momento a otro, sentirías un cosquilleo "mágico" en tu espalda, segundos antes de que una luz empezase a salir de esta.

 -¡Vaya! Es... Es cierto... -confesaría el hombre, olvidándose por un momento de todo para acercarse y ver tu espalda de cerca. -. Es como si tuvieses grabado algo en la espalda, y un proyector mostrase desde ella unos valores... Dicen que esto es como un juego, ¿no? ¿Serán tus estadísticas...?

 Por la expresión de Kazuya, este no entendería bien el porqué te estabas quitando las prendas superiores, pero lejos de apartar la mirada seguiría mirando hasta observar aquella marca blanca sobre tu piel, momento en el que te dirigiría una mirada de que no haría ningún comentario.

 -No entendí una mierda de lo que dijiste, pero a ver que tal -confesaría el hombre con una leve sonrisa antes de seguirte al círculo.

De un momento a otro, sentirías un cosquilleo "mágico" en tu espalda, segundos antes de que una luz empezase a salir de esta.

 -¡Anda! Conque a esto te referías -se mostró sorprendido el hombre, con una sonrisa de asombro en el rostro. -. Tienes un enorme tatuaje en la espalda que suelta luz, y está dibujando letras y números en el aire... ¿Dices que tengo que cambiarlos yo? Muy bien, veamos...

 Si bien el hombre no parecía enterarse bien de lo que sucedía, una vez se lo explicases simplemente asentiría y te seguiría al círculo mágico a ver como se desarrollaba todo.

 Una vez dejases expuesta tu espalda al hombre, de un momento a otro, sentirías un cosquilleo "mágico" segundos antes de que una luz empezase a salir de esta.

 -Oh, conque a esto te referías... -observaría el rubio, visiblemente intrigado mientras se tomaba la libertad de acariciar suavemente tu espalda con uno de sus dedos, bajando lentamente por ella. -. ¿Siempre has tenido un dibujo en la espalda, o es cosa de todo esto? Sea lo que sea, creo que ya entiendo como funciona...

 -Yo te mato... -soltaría la mujer con molestia cuando decidiste sacar aquella conclusión.

 Una vez en la habitación, la cual parecía tener tan confundida a la mujer como a ti, los ojos de la rubia se blanquearon cuando decidiste comparar una habitación como esa con ella, aunque al ver que no tenías idea de que hacer se limitaría a suspirar.

 -¿Y qué te hace pensar que yo tengo idea de que hacer? Se supone que ustedes son los que andan con su jueguecito, yo nunca pedí nada de esto -afirmaría Lilith, antes de con molestia empezar a caminar de vuelta hacia la puerta por la que entraron. -. Fue una perdida de tiempo todo esto -aseguraría, antes de disponerse a abrir la puerta, solo para encontrar absoluta resistencia por parte de esta al intentar abrirla. -. ¿Qué diablos...? ¡Ey! ¡Abran esta puerta! -empezaría a gritar entonces la mujer, forcejeando sin éxito en un intento de abrirla.

-¡La pared! - Respondió indignada, señalándola por todo concepto y mirándola como si fuera un ser viviente que la hubiera cabreado. Resopló, mirando hacia la puerta cuando creyó haber retomado parte de su color normal. No podía estar más de acuerdo en salir de allí lo antes posible.

Ni siquiera se sorprendió de que estuviera cerrada, ese cabrón era como todos los adultos, inútiles para hacer nada por si mismos pero muy rápidos a la hora de ponerse en el medio. Suspiró, esperando que la mujer cumpliera su amenaza, aunque si un disparo no le había hecho gran cosa, dudaba que una patada tuviera mejor efecto. A su propuesta, la miró evaluándola varios segundos antes de asentir con la cabeza y estirar una mano hacia ella, al fin y al cabo era su única salida de allí -Erika - Se presento con seriedad esperando que la mujer hiciera lo mismo.

-Y creo que el alien no nos va a dejar salir hasta que hagamos lo que dice la pared - Agregó, porque era obvio que el hombre esperaba que las cosas se hicieran a su modo. Miró al suelo sus mejillas volviendo a tomar color rápidamente y camino hacia el medio del círculo, antes de darle la espalda a la mujer para levantarse la parte trasera de la ropa, dejando su espalda al desnudo y esperar que aquello funcionara de alguna manera.

 -¿La... pared? -la mujer te vio confundida, observando la pared que señalabas y los extraños símbolos. -. ¿Allí dice algo...? -por lo que parecía, ella no era capaz de entender aquellas figuras tal como tu lo hiciste, por lo que igual te tocaría explicarle que era lo que "la pared" indicaba.

 Una vez hizo la propuesta de hacer las paces, la mujer estrecharía tu mano formalmente.

 -Lucy -se presentaría, momentos antes de soltar tu mano y escuchar lo que deducías había que hacer para salir.

 Al levantar tu uniforme, sentirías un cosquilleo "mágico" en tu espalda, segundos antes de que una luz empezase a salir de esta.

 -¡Ah! Conque a esto te referías -claramente estaba asombrada, pues a pesar de todo lo que había pasado hasta ahora aquello no era menos inusual. -. Solo tengo que cambiar los números, ¿no? A ver...

—Yo tampoco lo entiendo muy bien... Pero esto es lo que tenemos que hacer. Lo he visto. —A mí también me parecía un poquitín raro, pero, si me lo había dicho la visión, teníamos que hacerlo.

Cuando levantó la falda de mi vestido, sentí el cosquilleo del aire en casi todo mi cuerpo, algo que normalmente sentía solamente en las piernas. Entonces, agarré los bordes de la falda para que no se cayese, como me pidió. Intenté no subirla sobre mi cabeza, para que no me impidiera mirar hacia atrás, pero estaba bastante difícil, porque era muy voluminosa y debía levantarla mucho para que no me tapase la espalda.

De pronto, sentí una sensación extraña, como un cosquilleo, que me hizo soltar una pequeña risita por un momento.

—¿Qué es lo que pone? ¡Quiero verlo! ¡Jo! —Me quejé a la vez que giraba la cabeza de mil formas, intentando mirad por encima del hombro, pero solo llegaba a ver unas lucecitas por encima del vestido. Me sentía frustrada por no poder verlo—. ¿Qué estás haciendo? —Me puse bastante nerviosa al notar que estaba toqueteando cosas y no saber qué estaba haciendo. Me revolví aún más intentando ver detrás de mí, pero era imposible sin soltar el vestido.

—¿Qué has hecho...? —pregunté preocupada, creyendo que había hecho cosas sin pedirme permiso.

Sintió las cosquillas pero no tenía idea de lo que estaba haciendo el tipo, tampoco notaba que estuviera toqueteando nada y en parte lo agradecía. - ¿ Es todo, has terminado? No tengo idea de qué debo hacer. Y era bien cierto. ¿Cuanto tiempo tenía que quedarse así? ¿Podría salir de ahí ya? ¿Qué habría pasado? Estaba confuso y curioso. 

Sintió como si una lucecita se le encendiera. "Bien, así que ellos no pueden leer ese idioma" Que en todo caso, ¿Que demonios era ese idioma? Aquello ni siquiera parecían letras, mucho menos ninguna que le hubieran enseñado en la escuela o que hubiera visto en libros. Parecía que leer aquello iba de la mano con sus otras nuevas habilidades. ¿Tendría alguna que no conocía? Un poco quería ponerlas a prueba, otro parte le recordaba que tenía que regresar antes que Akemi despertara. Pero las preguntas seguían fluyendo en su mente. Y ahora encima se había convertido en una lampara humana. Seguían sumando rarezas. Quizás alguien había mezclado su adn con el de un alienígena mientras dormía y en cualquier momento le saldrían tentáculos, o garras, o tendría tres ojos.

-Lucy - Llamó tanteando mientras la mujer intentaba interactuar con aquella luz - ¿No recuerdas nada de tu vida entonces? -Preguntó recordando lo que había dicho el alien sobre ella- ¿Qué habilidades tienes?

- ¡Pues hacer lo que dicen los muñequitos! - respondo a la pregunta del doctor.

Entonces me quedo esperando hasta que el cosquilleo de la espalda me hace cosquillas y suelto una risita. Al escuchar a Taro-san, giro la cabeza hacia atrás lo que puedo, intentando no mover el resto del cuerpo. ¡Jooo, yo también quiero verlo! 

- ¡Sí, es un juego! ¿Y tengo estabíspicas? ¡¿Qué pone, qué pone?! - pregunto ilusionada, dando saltitos en el sitio e intentando verme más la espalda que antes - ¿Pone que soy súper fuerte? ¿O o o que soy súper lista? ¡¿O pone que tengo poderes mágicos?! 

Un tanto avergonzada por tener que hacer aquello, deslicé hacia abajo mi vestido solo para revelar al completo mi espalda desnuda, evitando con las manos que se puedan ver mis pechos. Estaba roja como tomate, paralizada en parte y al sentir como la yema de sus dedos acarició mi espalda, la piel se erizó ante el roce pese al gesto de sorpresa que no pude evitar. 

Su pregunta me descolocó, no sabía que tenía una marca en la espalda y se que mi hermano me lo hubiera dicho, pero esto evidentemente era algo nuevo y un tanto preocupada desvíe la mirada hacia él para buscar sus ojos, para conectar desde un gesto. 

—No... No sabía que tenía eso—confesé y se vinieron más preguntas—. ¿Es malo? ¿Cómo es la marca? Me puedes explicar... Por favor...

Después regresé la mirada hacia el frente y sentí una inmensa curiosidad de como sería esto. 

—¿Cómo funciona?

—Te faltarían balas —Se burló alegremente.

Aunque esa alegría desapareció cuando escuchó si respuesta. Cerró los ojos, arrugando la nariz y resoplando pensando con mucha, mucha fuerza. Toda la fuerza que podía juntar, por lo menos.

—Yo tampoco he elegido estar aquí... —protestó, empezando a caminar hasta la puerta también—. ¿Eh? ¿Qué pasa? ¿Estás haciendo fuerza?

Como suele ocurrir en esos casos, se acercó a la puerta e intentó tirar también, pese a que la hubiera visto a ella hacerlo sin éxito.

—Hnng... ¿Y ahora qué? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Es que hay una llave escondida o qué? O igual hay una cámara oculta, y van a estudiar nuestras reacciones...