Partida Rol por web

Bien cierto es que lo único que me jode de las cucarachas, es que interrumpen un casto momento de unión fraternal. Cerca de mi hermana, de pronto comienzo a notar golpecitos de algo golpear mi cuerpo y pronto salgo de dudas de lo que se trata. Seguidamente a la llegada de los bichos, vienen las bichas. Por la cocina aparecen la traidora (mi ex-futura bestie) y alguna otra más de cuyo nombre no me molesto en aprender. 

Poseída por un fastidio importante, lo que hago en enganchar con la boca la cucaracha que se posó cerca del ojo de hermana. Y mastico y mastico.... Textura crocante, crac, crac, debido al exoesqueleto de queratina. Seguida del derrame de un líquido tibio y amargo. Proteína hecha batido. Vísceras blanquecinas de cucaracha machacadas por mis dientes. Patitas que aún se mueven espasmódicas en mi boca. 

- Claro, habrán olido ya el tufo a alcantarilla de barrio bajo...- hago un mohín, mientras trago el ultimo bocadito de aquella criatura. Cojo un cuchillo y si la baca burra piensa venir a estamparse contra nosotros, entonces nadie nos culparía de defensa propia.

El momento se jodió con la inoportuna lluvia de cucarachas. Luzbel tenía algo personal con las cucarachas. Madre Monroe había educado a las hermanas en el correcto y ordenado odio y desprecio por las razas inferiores, y por las cucarachas en general, en un revoltijo de enseñanzas nunca del todo explicadas ni desarrolladas que al final se resolvía en odiar a los negros, pero muy especialmente a las negras. Que si las negras y las cucharachas nosequé. Luzbel no lo tenía muy claro, y era confuso porque por mucho que mamá dijera cosas de los no-blancos, bien que se había calzado a más de un gorila bien calzado. Mandingos de esos de polla por la rodilla. Luzbel también, por supuesto. A pares y hasta desfondar el cajón. Pero con desprecio racial, claro. Son como animales.

El mensaje había calado hondo en Luzbel y las negras le daban asco y las asociaba inmediatamente con las cucarachas, que según mamá eran mucho más y peor de lo que parecían. Muy peligrosas. Muy de barrio. Y de este rebujo de ideas mal digeridas y peor explicadas salía el mayor temor de Luzbel. Su secreto más oculto y que más le había desencajado las entrañas. Más que el desencajamiento de entrañas que tuvo aquella vez que… bueno, más que esa vez. Luzbel tenía un secreto que no le había contado a nadie. Un horroroso secreto que podría acabar de la peor manera para ella: siendo desheredada de la fortuna de mamá y expulsada del Imperio monriano. Luzbel tenía un amor secreto. Un secreto que quería contarle a Lilith pero no se había atrevido porque pondría en peligro la unión de hermanas. Porque por primera vez en su vida Luzbel había conocido el amor auténtico. A través de un cipote de 38 cm, sí, pero ese cipote había llegado a su corazón y lo había tocado con la punta como un arcoiris se despliega y toca una montaña rocosa en primavera. Desde los dos lados, porque podía. Y ese cipote también respondió, como buen macho caballero, y ambos, ella y él, empezaron un tórrido romance. Nunca antes le había pasado nada parecido y nunca antes había tenido tanto miedo.

Porque ese cipote pertenecía a un apolíneo negro. Enganchada a un negro, literal y metafóricamente. Primera norma de mamá Monroe rota. Y lo que era peor, ese negro semental se llamaba Beetlejuice. Llevaba la cucaracha en el nombre. Era una cucaracha. Era la peor afrenta que le podía hacer a mamá. Era abrir las puertas del infierno en Monroe Palace.

Le estaba comiendo la cabeza desde hacía semanas, pero aquel día había sido lo peor. Cuando esa mañana llegaron las novatas también empezaron a llegar mensajes al iPhone 12 de Luzbel: «sé lo que hicisteis» decía un wasa anónimo. Anónimo los cojones. Luzbel se había puesto gallita con el wasa ese y había mandado a tomar por culo a quien lo mandó, pero había estado con el resquemor todo el puto día. Había intentado contárselo a Lilith, pero no había conseguido quedarse a sola con ellas el tiempo suficiente. Pero sabía quién era: la puta de Cara. Cara Delevinge, la anterior esclava sexual de Beetlejuice, despechada y cargada de odio. No podía ser otra. Solo podía ser ella. ¡Por eso se había liado luego con la marimacho de Michelle Rodríguez! Buscó en esa bollera la masculinidad que había perdido con Beetlejuice. Y ahora se lo quería hacer pagar a la pobre Luzbel. ¿Qué culpa tenía ella de que el amor le había llegado en forma de negro cucaracho?

Mamá se enteraría de la peor manera y Luzbel sería expulsada del legado familiar.

Y entonces llovieron las cucarachas para recordárselo. Y llegaron las otras cucarachas. Las auténticas criaturas de la basura y lo podrido.

Y ahí estaba llegando lo que siempre habías esperado, ese sentimiento oscuro dentro de ti que habías guardado siempre como un huevo que está a punto de eclosionar. Por alguna razón desconocida aquellas cucarachas habían sido el desencadenante de todo. 

La oscuridad dentro de ti despertó y te lleno en plenitud, como una noche loca en la fraternidad de afroamericanos la gracia que siempre habías deseado alcanzar. La grandeza que te esperaba y siempre habías predestinado para ti. Al fin y al cabo habías nacido como unos segundos antes que Lilith, eso te hacía mayor y con toda la concentración de todo lo bueno que madre hubiera almacenado en su útero. De haber sido tiburones y no niñas del demonio, hasta podrías haber devorado a tu queridísima hermana. Solo para hacerla parte de ti.

En ese momento lo viste claro y lo supiste... ¿Papá?

Había cucas por todas partes, humo a sus espaldas y fuego en el piso superior. La cosa estaba muy chunga, pero lo peor no era eso sino la cara de Luzbel. De normal la gemela tenía una expresión como de estar oliendo mierda continuamente, pero ahora... Había algo en sus ojos.

Es como si se hubiera puesto todo ciega de algo, lo cual explicaría porqué le había dado por quemar la fraternidad, ¿no?

–Rápido, coged algo y saltad por encima

Darcy vio los ojos de alien endemoniada cuando estaba clavando el palo en el suelo justo antes de saltar por encima. Lástima. La hubiese clavado el palo en los ojos si se hubiese dado cuenta antes. De todas formas el salto fue espectacular. La animadora había tomado impulso y había conseguido saltar lo suficientemente alto como para agarrarse a la lámpara y aprovechar ese segundo impulso para llegar al tro lado. Entre lo escueto de su vestuario, las tetas, el palo y aquel salto, la animadora parecía una heroína de cómic. De estas que son capacesde enseñar pechamen y culamen al mismo tiempo y estar supersexies hasta cuando rebanan cabezas.

Aquello se estaba pasando de castaño oscuro, y si Kimber fuese un demonio, le estarían saliendo los cuernos y el rabo ahora mismo, aunque bien pensado, seguramente tenía más rabo que la pandilla de mariquitas que tios que habían ido a la fiesta.

Pero si yo también salí corriendo muerta de miedo.

Bueno, pero si no lo dices, no ha ocurrido.

Entre las zorrifurcis de las gemelas y el friki salido de antena 3, habían requetejodido la fiesta, SU fiesta, porque al fin y al cabo, ya eran HOTS ¿No?.

Ya estaba cabreada cuando Darcy hizo aquella tontería de chocarle la mano con la medio bollera o bollera entera a saber, pero no le pegó porque era SU Darcy. Se libraría esa vez.

Al menos su animo mejoró, cuando las gemeliers quedaron cubiertas de malditas cucharachas, las cuales salieron en tromba de a saber donde, porque claro, eran cucarachas, solo iba a joder siempre.

Vio como Darcy saltaba y les pasaba el palo, así que Kimber lo cogió dispuesta a hacer lo mismo, que no le diesen miedo las cucarachas, no quería decir que tuviera que estropearse el pelo y el vestido cubriendose con esos asquerosos bichos.

-Apartad, que estais como amamonadas-  Y como un saltador de pértiga, hizo un salto inmaculado para caer a los brazos de su querida amiga Darcy.

-Hecho sistah, ¿Esperamos o nos piramos sin estas?- Lanzó el palo de vuelta.

-Esto se está poniendo feo, como aquella vez con Willy 'Cristal Picante' cuando pillamos cristal para vender y se nos olvidó el dinero, mejor buscar un algo por aquí, que pinche, corte o apalee, ¿No crees?-

Mientras las demás seguían apavadas, Kimber buscó algún cuchillo o elemento válido para apalear o pinchar. Tenía que sacar su vena Jarcor  a la de ya.

Darcy consigue pasar de las cucarachas usando un palo, como si de una atleta de esas oníricas o como se llamen se tratara. Luego Kim hace lo propio y lanza el palo, el cual cojo yo. Tengo dudas, nunca he hecho esto y no sé si voy a ser capaz de saltar ese nido de horribles cucarachas. ¡Rayos, me da un escalofrío de solo pensar que podría tocarlas!

Así que respiro hondo, tomo carrerilla y... las manos se me resbalan por el palo cuando intento impulsarme.

- ¡No, no, NOOO!

- ¡Jess!

Un grito de sincera preocupación sale de mi garganta cuando veo a la chica resbalar. ¿Por qué eran tan tontas y se jugaban la vida así?

- ¡Te vas a romper algo, sólo por evitar tocar a unos "animalitos" que, como ya dije antes, no muerden ni pican ni nada!

Así que por fin había ocurrido. Nunca había sido buena. Eso nadie los discutiría. Las gemelas habían sido una auténticas hijas de Satanás durante toda su existencia, literal y metafóricamente. Habían encontrado un extraño placer en sus travesuras. Cosas que provocaban más gusto que rascarse. Y lo habían hecho simplemente por joder, por ese secreto picorcillo interior que les daba ver el sufrimiento en los demás. Como prenderle fuego al gato de mamá. Como prenderle fuego al jardinero chicano. Como prenderle fuego a HOTs.

Luzbel lo sabía, era algo que tenía en su interior. Lo sabía sin ser consciente de ello: tarde o temprano algo sería un punto de inflexión y ras, se rasgaría algo dentro. Aquel día de mierda parecía haberse roto algo definitivamente en ellas, porque quizá el único pilar moral que conocían, los firmes valores y la grandeza de HOTs, se habían derrumbado en manos de una falsa mesías: Channel. Con eso, Luzbel había entrado en una espiral que descendía por un pozo cada vez más negro, un pozo que entraba más y más en las profundidades y solo podía acabar aterrizando en un lugar muy, muy oscuro, de poder atávico y primordial.

Y, por fin, el descenso por el pozo del odio y la crueldad había cesado, Luzbel había llegado a casa. Y en casa estaba papá. Luzbel comprendió aquello: papá nunca se había ido a por tabaco. Se había ido a donde le salía del pollón bifucardo, y eso era todas partes y al mismo tiempo ninguna, y sobre todo, era el interior de las gemelas. Dentro de ellas había una semilla putrefacta que por fin estaba germinando con brotes negros.

Con un parpadeo papá la aceptó y repudió al mismo tiempo, convirtiéndola en un mero instrumento. Alargó su dedo y tocó esa simiente en sus entrañas, y el huevo eclosionó dejando salir al verdadero espíritu de Luzbel, que de inmediato se hizo con el control del cuerpo. Lo que la anterior Luzbel había sospechado era verdad y ya estaba lista. La nueva Luzbel estaba hecha. Sonó el timbre del microondas en su interior. La palomitas estaban listas.

Estaba claro. Una no es la calentorra oficial si no lo lleva en los genes. Luzbel era un súcubo. Un demonio de la lujuria y la depravación. Y se sentía de putérrima madre. Más cachonda, cerda, chorreante, estimulada y con los pezones más duros y sensibles que nunca. Un demonio del placer y del dolor. Parpadeó, sonrió y sintió hasta deseos de sí misma. Sabía que podría hacer lefarse a los hombres solo con pasar por su lado. Podría hacer derramar un galón de ácido vaginílico por minuto a cualquiera hembra. Se relamió y quiso follarse sola. Miró a su hermana y quiso follársela hasta matarla de gusto. Y luego masticar su cadáver todavía trémulo y presa de convulsiones de placer.

Todavía faltaba para estar totalmente desarrollada y libre. No era tan poderosa como sería pronto. Papá desataría a sus legiones y había querido empezar con su hijita querida. Era el momento de empezar a cosechar almas para papá, y devorarlas para fortalecerse y ser un súcubo de nivel alfa prima plus.

En un alarde de inteligencia, Furcy decidió jugarse el cuello saltando por encima de las gemelas y las cucarachas. Una reacción propia de una mente anormal, como cabía esperar de ella. Esa misma escoba podría haberla usado para barrer y espantar a los bichos. Pero quiso jugar a Liberad a Willy y sorprendentemente consiguió saltar sin partirse la boca. Seguro que las ubres habían tirado del cuerpo hacia arriba por inercia.

El zepelín pasó por encima de las gemelas y aterrizó al otro lado, mientras Luzbel tenía la mirada perdida y se sonreía por algo. Le pasó el palo a su amiga la supuesta chica mala, que repitió la operación. Ahí estaban de nuevo reunidas vaca y pollo, amigüitas del alma. Y Luzbel las miró con apetito. Se relamió, y la rubia se dispuso a buscar algo por los cajones.

No. Lilith ya tenía un cuchillo, y Luzbel otro. No hacían falta más. Lo que hacía falta era soltar lastre.

Levantó una mano a la altura de su cara y algo sucedió. Empezó a verse un brillo en la palma, un punto que empezó a latir y crecer, como una polla que se amorcillaba. Y eso era.

Porque la esencia de Luzbel era ser una devorapollas. Cientos de hombres habían pasado por su cuerpo, a cientos había devorado. Ella era adicta y adictiva, y esos sementales agotados habían ido llenando, gota a gota, el depósito de maná de Luzbel. Una barra de energía sexual que ahora se definía como una polla de poder. Un cipote relampagueante empezó a constituirse flotando sobre la mano alzada de Luzbel, poniéndose cada vez más prieto y venoso. Latía y crepitaba de energía genital.

Luzbel sonrió. Porque su depósito de energía demonisexual era más grande que la presa Hoover. Miró a la rubia de bote, hizo un gesto con la mano, y el nardo de poder se convulsionó como la manguera de un bombero cuando se abre el grifo. Y escupió un relámpago de sementricidad, un chorro de lefa mística con brillos de chispas y purpurina. Muy elegante y muy glam.

El rayo impactó justo detrás de la niñata de barrio, como advertencia. Y dejó el aire cargado de electricidad estática, olor a ozono y a orgía y una melosa sensación de feromonas oscuras. Si a esas perras les daban ganas de comerse las bocas en ese mismo instante, a Luzbel no le extrañaría.

– Quietas, putas.

Comenzaron a volar cerdas por los aires. Primero una, luego otra... Otra se escurre y me tengo que partir el ojete de ello. Lo hace la que parece más dulce y frágil. Esas son las que más lucía martirizar y quebrar por dentro, hasta convertirlas en auténticas hijas de puta labradas por el mundo y los traumas del bullying. 

- Le pasa por gord.... - empiezo a decir a Lilith, pero no puedo acabar la frase. Sus ojos se oscurecieron, cuan gótica patética que se compra lentillas para llamar la atención de la forma mas hortera. Pero mi hermana, ni era hortera (aunque no tenía mi glamour), ni era una gótica de mierda. Ni se había comprado lentillas...- ¿Pero qué cojones, Lilith...? - no iba a huír, claro que no. Algo dentro de mi me decía que seguía siendo mi hermana... Aun cuando presencio como una especie de ¿nardo? toma cuerpo sobre su malo, y acaba disparando ¿qué?, contra las cerdas. Ahí, simplemente, me quedo de piedra. ¿Que coño le había pasado a Lilith?

Channel vio que la lluvia de cucarachas seguía y no sòlo eso, sino que Luzbel sacaba un pene de energía infernal y disparaba a sus compañeras tratando de matarlas.

—¡Chicas, huyamos! —Kim y Darcy saltan una detrás de otra con un palo, sobre la alfombra de cucarachas. Después de eso trata de hacerlo Jessica y se cae...

... y Channel no se lo piensa, algunos caerán en batalla... esos son los afortunados... y tomando carrerilla, salta, pisa a Jessica como un islote en un mar de cucas y pasó al otro lado huyendo a toda velocidad. 

Mientras aún estoy gritando, Darcy y Kim saltan por encima de las gemelas con una gracia que no les suponía, la verdad.

Y entonces las lentillas de Luzbel "Fijo que es algo así" tiene una reacción química con los líquidos de limpieza y el humo y se ponen negras. No se me ocurre otra explicación lógica. Aunque tampoco me paro mucho a pensarlo porque estoy viendo lo que le ha salido en la mano y me está entrando más calor del normal cuando se está en medio de un incendio.

"Centrate Mary Ann" pero me cuesta apartar la vista. Esto debe ser como un superpoder de esos que dicen los frikis "Si yo pudiera hacer eso..." Sacudo la cabeza. Cucarachas, incendio, gemelas maléficas... lo importante es salir de aquí y luego ya me enteraré donde se puede comprar lo que sea que tiene Luzbel.

Veo como Jess intenta saltar y falla. Y entonces dudo. Porque ¿y si no lo consigo? Lo malo no es fallar, lo malo es que Darcy y Kim sí que lo han hecho.

Pero Channel, la que sabe por dónde se sale nuestra lider, salta. Ahora sí que no me puedo quedar aquí.

Salto intentando no pisar a Jess en el pelo, sería una pena, lo tiene tannnnn bonito.

Kimber agarró a Darcy con fuerza del brazo.

-Joder, joder, joder, Darcy, te dije que esas setas no eran para hacer un revuelto, mierda ¿Que coño es esta mierda?-

A las zorras gemelas seguro que podía partirles sola sus preciosas y operadas caras, pero aquello, de rollo muy demoníaco del gusto de Beth, no era agradable, y encima, la presidenta corriendo como una zorrita asustada. No, no era buena señal aquello.

Aprovechando que Mary ann y la Fhürer presi huían, y que la pobre torti de jessy estaba por los suelos, escupiendo cucas, era el momento, ahora o nunca.

-CORRE DARCY CORRE COÑO!- Le dio un tirón del brazo para que la siguiera, detras de Channel, ella sabría donde esconderse como una rata.