Partida Rol por web

La agitación de tu cuerpo solo parecía divertirla y la sonrisa que se dibujó en su rostro fue cuenta de ello. Aquel dedo que acariciaba tu mejilla pasó por tus labios con delicadeza, dejando aquel hormigueo que siempre te dejaba ansiando más. ¿Qué otra persona podría tener ese poder sobre ti? Difícilmente podría ser alguien diferente.

- Sin duda querría estar aún más cerca - y acercó su rostro al tuyo, dejándolo solo a unos cuantos centímetros. Con un pequeño avance, aquello de seguro resultaría en un beso. Las imágenes alrededor seguían difusas y el ambiente en esa pequeña burbuja privada empezaba a tornarse peligroso. ¿Sería posible que ella realmente quisiera tanto estar a solas contigo?

- ¿No te lo dije? Te extrañé cada instante. Tengo debilidad por... los hombres fuertes - y acarició tu brazo. Se acercó un poco y miraba tus labios. Actuaba como si todo aquello fuera una ilusión, como si nunca te hubiera condenado a tener un cuerpo débil, como si la humillación que sufriste fuera solo un mal sueño... Lo real era su tacto que, a pesar de la diferencia en su apariencia, resultaba terriblemente familiar.

- Así que... ¿Me extrañaste? - y descarada, desvergonzada, delicada, seductora... Plantó sus labios sobre los tuyos con aquella dulzura tan familiar... ¿Siquiera era correcto?

Cuando mencionaste que solo la conocías de la fiesta, algo cambió en su expresión. No era como que mostrara sorpresa, pero sí algo parecido a la satisfacción. Sonrió y dijo - Comprendo. Entonces me haré cargo. Si debe ir, lo entiendo. Tome - y te tendió su tarjeta de presentación que recién había sacado de un bolsillo de su pantalón. Era sencilla, con letra cursiva y blanca donde decía su nombre y su dirección.

- Estaré observándola toda la noche. No dude en acudir apenas le sea posible - y dicho esto, levantó a Lara con cuidado para luego dirigirse en dirección opuesta a The Marchen. Al fijarte en aquel tumulto otra vez, notaste que ya Rin no estaba sobre las mesas y aunque era difícil de ver, viste que Fiorella y Stella parecían estar cerca de esta, aunque estas últimas acompañada de un joven que, en apariencia, era parecido a Fiorella. Este parecía estar luchando con otros hombres, mientras que más atrás, Rin golpeaba a algunos en vez de escapar. ¿Por qué? No lograbas verlo desde esa posición.

No sería fácil el avance porque casi ni parecía disminuir el número de personas a pesar del tiempo transcurrido. Los caballeros de la orden seguían forcejeando para controlar a las personas, pero sin mucho éxito.

El joven asintió cuando Stella dijo su nombre y ayudó a que Fiorella se levantara - Eso puedo notarlo. Mis felicitaciones por tan excepcional maestro - sonreía gentil a la chica mientras se alistaba para un segundo round, aunque el hombre parecía estar algo magullado en el suelo, después del golpe de Ezio y los múltiples cortes que le hizo Fiorella.

Al escuchar la explicación sobre que tenían a alguien a quien ayudar, siguió sus miradas para toparse con Rin. Hizo una señal y entendiendo que se trataba de ella, se acercó. Gracias a Ezio, pudieron abrirse paso. Era elegante, pero feroz e implacable. Fue cuestión de tiempo para que llegaran hasta Rin. Ella parecía estar golpeando a quienes, minutos antes, trataron de capturarla, pero esta vez había alguien que estaba siendo el blanco de los golpes de los otros: un joven que parecía se contemporáneo de esta estaba en el suelo, siendo golpeado sin descanso. Tenía varios moretones y sangraba por la nariz y la boca.

Fiorella y Stella se abrieron paso hasta donde la chica estaba con ayuda de un joven apuesto que parecía llevar en sus manos un enorme trozo de madera que cargaba como si de una espada se tratara. Tal vez no fuera filoso, pero de seguro debía golpear muy fuertemente.

Rin, quien hizo acopio de su energía para lograr una proesa importante, volcó una de las mesas llenas de comida en quien golpeaban al joven que yacía sobre el suelo. Miles de bocadillos, ponche, algunos aperitivos restantes cayeron sobre las víctimas de su ira y el mueble cayó encima de otros. Eso dio tiempo suficiente al joven de largos cabellos de sacar de allí al chico que se encontraba tan lastimado. Lo cargó en su espalda a caballito y este parecía estar inconsciente. Miró a Rin con una sonrisa - Mucho gusto, Milady. Es hora de salir de aquí -  pero no todo sería tan sencillo, pues los venían persiguiendo. Empezaron a avanzar y, no tan lejos de allí, notaron que Hogward parecía estar mirando en su dirección. ¿Los habría visto? Aunque Réamann... No parecía estar por ninguna parte.

El cabello lila de Parfait resaltaba por fuera, aunque tenía a una figura encapuchada muy cerca de ella.

Fue solo un instante, un parpadeo... Casi como si lo hubieras imaginado, pero en la mitad de toda la fiesta, como si hubiera una cúpula rodeándolos, pudiste ver a la mujer de cabello castaño que antes te había sonreído junto a Réamann... Tal vez demasiado juntos. Sus figuras se confundían una con otra, pero sin duda era él. Un parpadeo más y la imagen desapareció.

¿Lo habrías imaginado?

No caigas.

Aquél hormigueo provocó que Réamann suspirase con gran fuerza, sabiendo que su mente y su cuerpo solo estaban siendo manipulados por esa mujer. Él estaba seguro de que ya no la amaba y posiblemente parte de su atracción a ella había sido por los encantos de Phoisa. Tal como lo dijo Delora, era un hombre muy ingenuo y ahora mismo lo estaba siendo al tratar de distraerla, pero la ventaja que tenía en estos momentos a comparación de la vez anterior, él ya era consciente de la verdadera naturaleza de su ahora ex-prometida.

No caigas, no ahora.

Sus palabras, sus caricias, su cercanía... todo eso lo estaba alterando y la agitación física haría que los efectos de la poción acabasen más rápido de lo que tenía planeado, pues el estrés también influía en su maldición porque, a fin de cuentas, aquello tenía repercusiones físicas. No obstante, fue cuando se percató que ya no estaba fingiendo su malestar, sino que éste había vuelto como minutos antes de que se fueran las luces. ¿Acaso ella era quien la estaba distrayendo y no al revés?

No... no... caigas...

Y de pronto, le besó. Instintivamente, su boca se abrió levemente para hacer lo mismo. Incluso sus pensamientos se detuvieron para intentar fundirse con ella como antaño; sin embargo, otro recuerdo de Stella, cuando se le declaró formalmente, salvó nuevamente su mente y con cautela se alejó para tomar distancia de la castaña. Estaba agitado, con esa opresión molesta en su pecho y respirando con suma dificultad, incluso... se llevó una palma a su boca para limpiársela.

-Tenemos conceptos distintos sobre cómo querer a alguien...-aunque quería distraerla, su dignidad estaba hundiéndose. No podía permitirse caer tan bajo y menos sabiendo que sus demás compañeros estaban en peligro. No debía retarla; pero tampoco dejarse sucumbir en esos momentos bajo un embrujo que sí estaba afectándolo de sobremanera. Réamann estaba primero en la lista, así podría ayudar a los demás-. Pero eso no significa... que tengas derecho sobre mí o cualquier persona. Solo estás jugando... como siempre lo has hecho.

Después de que aquel sujeto de aspecto caballeroso las ayudase, Stella siguió corriendo junto a este y Fiorella. Se sintió algo molesta consigo misma en ese momento... Si tan solo pudiese hacer una ínfima parte de lo que Delora podía, podría ayudar. Sin embargo, en tales circunstancias, solo podía tomar su vestido por el dobladillo y correr.

Al ver que Rin estaba bien, y que podía defenderse mil veces mejor que ella, Stella sintió un pequeño alivio, aunque, al mismo tiempo, sitió pena por aquel pequeño que había recibido tal paliza tan salvaje—. ¿Estás bien? Has hecho muy buen trabajo aguantando —dijo a la pequeña Rin, más aliviada de poder haber llegado con ella.

Mientras avanzaron se toparon a la lejanía a Hogward. Estuvo a punto de decir algo al respecto, pero algo pareció captar su atención de golpe. Por un momento se detuvo del todo, luciendo asustada y sorprendida. Parpadeó un poco... ¿se lo habría imaginado? Era imposible, él había salido, ¿verdad? Sin pensar demasiado en lo que había visto, retomó su andar.

- gr-gracias - decía algo falta de aliento, demasiado esfuerzo prácticamente para nada. Cuando Stella preguntó, Rin asintió suspirando, miró hacia Parfait - no me gusta confiar en nadie, pero el chico me ha ayudado ¿Está bien? Y... Parfait, ese encapuchado ¿Necesitará ayuda? - si le respondía que si correría a ayudar a aquel hada, y quizás con su cabeza, el estómago del encapuchado.

No tenían mucho margen de decisión, en aquellas condiciones era mejor actuar y luego preguntar.

Hogward exhalo con exasperacion -¿Pero qué esta haciendo?- Rin estaba golpeando a todos lados en lugar de escapar. La niña se iba matar si seguía. También pudo ver a Fiorella y a Stella, pero Hogward pensó que ya eran lo suficientemente mayores para cuidarse por si mismas, ademas estaban con alguien que parecía estar de su lado.

El peliblanco no sabía que hacer, ¿debería intentar entrar ahí y sacar a Rin? No quería problemas y mucho menos liarse a golpes con alguien. Hogward apretó los puños con fuerza maldiciendose por no poder irse de allí y dejarlas a su suerte.

Tomando una silla de la fiesta Hogward se dirigió hacia los hombres con los que peleaba Rin y la estampó en medio de la niña y los hombres -¡Eh! ¿Que intentais hacer con una niña pequeña?- exclamó tratando de que no le temblara la voz

Todo era críptico y confuso. ¿Por qué Parfait no podía hacerlo? La conocía ya lo bastante como para saber que no era por miedo, a pesar de que así lo hubiera creído hacía dos semanas. No, esa mujer estaba dispuesta a sacrificarse por los demás, no importaba cuán buena fuera la causa. Así que, sencillamente, si decía que no podía era porque la magia estaba en el camino.

Se limitó a negar con la cabeza en lugar de responder a sus disculpas. Mentiría si dijera que no importaba. Lo hacía y mucho. No quería ponerse en riesgo por los demás. Evidentemente, los conocía ya lo suficiente como para no querer que les sucediera nada, incluso sentía cierta preocupación por ellos. Pero el Alain habitual no se dejaría llevar por esos sentimientos. Tampoco lo hacía el actual. Sin embargo, ya le había quedado claro que pensando de ese modo no lograría nada así que asumiría aquel riesgo.

Escuchó su explicación antes de dirigirse al piso de abajo con ella, dándole vueltas a lo que le había contado. ¿Qué esperaban conseguir al infiltrarse en una fiesta local? Y otra vez estaba ahí Caelfall, aguijoneando su conciencia con un recuerdo de sufrimiento y desgaste. Además, estaba el hecho de que los suministros fueran sólo para el "después" pero no para el durante. No tendría más que su ingenio y su habilidad para salir airoso de un ataque. Aquello no le gustaba. No le gustaba nada.

Sin embargo, no dijo nada. Su rostro estaba algo más pálido de su habitual y su quijada tensa expresando todas las protestas que no verbalizaba, pero cuando por fin salieron de The Marchen, lo hizo con determinación. Y así siguió cuando se encontró ante la extraña situación que se podía ver en la plaza. Como atraídos por un imán, sus ojos encontraron primero el lugar en el que estaban Stella y Fiorella, ambas aparentemente bien y protegidas.

Arrugó el ceño pero no dijo nada. Rin era la prioridad. Era el eslabón supuestamente más débil, aunque la chiquilla fuera de armas tomar.

- Parfait - musitó a la par que se echaba la capucha sobre el rostro. Seguramente él no sería fácil de reconocer. Se había afeitado la barba de pordiosero y su estado de salud había cambiado junto a su apariencia. Aún así, cualquier precaución es poca -. Necesito que crees alguna distracción sonora. Si los guardias me ordenan que me detenga, ni siquiera podré llegar a entrar. Así que o bien atraes su atención o bien haces que no los escuche. No sé como funciona la magia ni si es factible, pero estoy seguro de que algo al estilo fuegos artificiales en un lugar como este, serían perfectos - cuadró los hombros antes de exhalar un suspiro nervioso. No respondió a si estaría bien -. Ahí voy.

Dicho lo cual, empezó a avanzar hacia el cerco con la intención de lanzarse a por Rin en cuanto Parfait cumpliera on su parte. Y, si no era posible, arrollaría a los guardias a fin de cogerlos por sorpresa para que no le dieran ninguna orden.

La ayuda de Ezio le hacía sentirse entre segura e inquieta. Era una situación mucho más delicada de lo que parecía pero es que ahora mismo había algo mucho más importante como era rescatar a Rin. Por suerte gracias a su ayuda se abrieron paso y consiguieron acercarse y también al pobre muchacho apaleado. Por lo menos parecía que iban avanzando, y como bien dijo él, era el momento de salir de allí. 

- Me alegra que estés bien bien, Rin. - Le acaricia un poco el pelo antes de girarse hacia el cabello lila de Parfait. No había señales de Réamann y Hogward y sólo lo habían visto de refilón, primero había que poner a esos dos a salvo antes de continuar, y si su intuición no le fallaba, la figura encapuchada probablemente fuese Delora.

- Vamos hacia allí. - Indicó en dirección hacia donde estaba Parfait, sin soltar a sus compañeras para no perderse entre la multitud. 

El tacto de sus labios, el aroma conocido... Era volver un año atrás donde todo parecía perfecto. ¿Acaso era eso precisamente lo que Phoisa quería? Posiblemente lo fuera. Tal vez aquello que quería la serpiente era que su presa se viera cómoda con la idea de ser devorada. ¿Aunque caería la presa por segunda vez? No lo parecía.

Con dificultad te alejaste de ella y la miraste. No dejaba de sonreír como lo había hecho desde que la conociste. En verdad se veía tan dulce como siempre. Su apariencia era diferente, pero esa expresión en sus ojos la habías visto ya muchas veces. Se rió y lamió sus labios en un gesto que se antojaba seductor, mas era imposible pensar en todo el daño que te había causado. Después de todo, era gracias a ella que tu vida pendía de un hilo.

- Con lo que hiciste, solo me gustas más - y rió con suavidad dando unos cuantos pasos hacia atrás. Tal y como predijiste, el dolor en tu pecho aumentaba poco a poco, aunque para lo que estaba pasando, ya deberías estar en el suelo retorciéndote en agonía. La poción era efectiva. El dolor era más fuerte, pero aún podías moverte. Al menos tenías tiempo de buscar un lugar para descansar antes que los síntomas empeoraran.

Se acercó a ti y siguió hablando - ¿Pero qué dices? ¿Acaso alguien como tú sabe lo que es amor? Vaya... Has tenido una aventura interesante en mi ausencia. Regresarás a mí. Todos lo hacen - y te guiñó un ojo mientras seguía alejándose -. Adiós, Réamann - y te lanzó un beso para luego perderse en la multitud.

No lo habías notado, pero las figuras alrededor se habían aclarado una vez más y ahora parecía todo volver a la normalidad, solo que ya no había rastros de la mujer. Lo último extraño que sentiste fue un fuerte empujón. Al parecer, alguien apurado había chocado contigo.

Tomaste la silla para correr hacia quienes molestaban a Rin, pero es que no estabas realmente cerca. Sin embargo, forcejeabas por alcanzarla. Cuando encontraste un punto relativamente despejado para poder correr, emprendiste marcha, mas algo te detuvo súbitamente.

No sabes con exactitud cómo sucedió, ni qué tipo de poder mágico había intervenido para que eso pasara, pero algo enorme y macizo apareció frente a ti de repente, haciéndote chocar con la velocidad que llevabas y haciéndote caer. ¿Era una pared? ¿Qué hacía una pared allí? No estabas del todo seguro. Caíste sentado y al mirar hacia arriba para ver qué era eso que te había golpeado, notaste que era aquel joven de cabello blanco que vivía en la taberna: no era otro que Réamann. ¿Había estado allí todo el tiempo? Si sí, ¿cómo es que no lo habías visto en primer lugar?

La silla cayó a tu lado, pero afortunadamente no te hizo daño.

Todo fue muy repentino. Es más, podrían decir que se trató de un asunto insólito, incluso mágico. Hogward corría con ímpetu mientras gritaba algo y Réamann tenía una mano empuñada sobre su pecho mientras se hacía presión. Ambos inmersos en situaciones diferentes, pero pares a su vez.

Hogward chocó con un Réamann que apareció de repente y la contextura del antes caballero le hizo caer hacia atrás sentado en el suelo. El otro peliblanco llevaba una silla en sus manos, la cual cayó a un lado de este, dañándose un poco. A pesar de eso, no lastimó al hombre. Ambos se encontraban ubicados en un pequeño círculo despejado de personas corriendo que se cerraba poco a poco. Era como si una barrera invisible los separara de Réamann, quien se encontraba en el centro de ese círculo. Hogward tal vez era el primero en romper esa burbuja de todos.

Tras pasar la conmoción del impacto y girarse a ver qué era lo que lo había provocado, pudieron mirarse a la cara y reconocerse. Aquella colisión había sido un choque, sin duda. Mientras tanto, se escuchó una explosión cercana a la salida del lugar. Al girarse al ver de dónde provenía, notaron que la explosión provenía de uno de los faroles, aunque este parecía transformarse en una especie de ave de fuego que ascendía y luego estallaba en llamas.

Parfait conjuró algo pequeño en su mano. Al mirar de qué se trataba, notaste que tenía la forma de una grulla de origami. Esta sopló de ella y la pequeña grulla de papel voló por el aire con cierta gracia, casi asemejándose a su contraparte animal. Sonrió - Es solo un aviso para Delora. Espero que llegue aquí pronto - y entonces, vio cómo los habías localizado con la mirada. Te miró preocupada, pero se ahorró comentario alguno hasta que te escuchó. Parecía importante para ti, así que dejó que hablaras y sonrió.

- Cuenta conmigo. Me diste una idea - y empezó a mirar alrededor como buscando algo. Tras localizarlo, te guiñó un ojo y se movió un poco de su posición. Era señal suficiente y, no mucho después, la explosión sonó. Si te girabas, verías a Parfait alejada de la multitud y mirando confiada. Había hecho estallar una de las farolas, pero esta estaba por encima de las cabezas de las personas y formaba el reflejo de una hermosa ave de fuego para luego estallar en miles de fragmentos. A pesar de esto, la explosión fue lo suficientemente potente como para distraer a la guardia. Tu idea había resultado bastante efectiva. Muchas personas dejaron de moverse de manera tan asustada para observar la explosión entre maravillados y asustados.

Aprovechando eso, lograste atravesar con cierto grado de facilidad a la multitud hasta quedar en una posición privilegiada. Fue cuestión de tiempo para llegar con el grupo y notar que había un hombre con un puñal listo para atacar a una de las chicas, mas justo cuando se abalanzaba hacia ellas, tú hiciste lo mismo, impidiéndole completar su acción*. Gracias a los mágicos fuegos artificiales, podías ver mejor y por ello, lograste apreciar mejor la faz de los dos desconocidos. El joven de cabello largo ahora llevaba a un joven de la edad de Rin a caballo. Este chico se veía magullado e inconsciente. Mirando al pelilargo que le sonreía con cierta complicidad a Fiorella, notaste que sus rasgos eran similares a los de la anteriormente mencionada. Lo que más resaltaba era el color de su cabello. Si no era el mismo, era similar. Mientras tanto, el chico que cargaba en su espalda, tenía diversos moretones en el rostro.

Seguían avanzando, aunque con algo de dificultad. De repente, una fuerte explosión sonó, robando su atención. Al girarse al ver de dónde provenía, notaron que la explosión provenía de uno de los faroles, aunque este parecía transformarse en una especie de ave de fuego que ascendía y luego estallaba en llamas. No fueron los únicos que se distrajeron a mirar. Muchos de los presentes también lo hicieron, frenando su avance. ¿Eso era algo bueno o algo malo? Lo que no podía discutirse era el sonido de una hoja atravesando la piel de alguien y, al girarse, notaron que uno de los hombres que los perseguía, cayó al suelo herido. Y no solo eso, junto a ustedes estaba aquel extraño encapuchado que estaba junto a Parfait. ¿Había sido magia o realmente había tenido el tiempo suficiente para moverse? Eso solo denotaba su destreza y velocidad.

Ezio se giró hacia este de frente para que no pudiera herir al chico de su espalda y puso a Rin detrás de él con delicadeza. La estaba protegiendo - Milady, por favor quédese detrás de mí y huya apenas pueda - su tono era seguro, aunque sus ojos no abandonaban a la recién aparecida figura.

Tras el encapuchado, notaron que había otras dos figuras yendo en su persecución. ¿Y cómo era que podían ver claramente? Por aquellos repentinos fuegos artificiales iluminando el cielo nocturno. De lo contrario, era posible que no pudieran ver más que un par de metros frente a ustedes.

Exhaló un suspiro nervioso antes de asentir en dirección al hada y marcharse en dirección al peligro. A decir verdad, aquello le parecía casi profético, un recordatorio menos siniestro de lo que sucedió en Caelfall pero igualmente terrible. Por lo menos, ahí las personas no estaban bajo un embrujo que las hacía perecer lentamente en un engañoso halo de felicidad. No, el miedo era real, se podía ver en cada mirada, en cada grito ahogado, en cada gesto. Y podía sentirlo en él mismo, en el modo rápido en que latía su corazón.

Mas ya no había vuelta atrás. Cuando tomaba una decisión, esta se convertía inamovible así que avanzó con decisión hacia la muchedumbre y ya a la carrera cuando Parfait cumplió con su palabra, creando una distracción que le permitió atravesar la barrera de guardias.

Con paso decidido, empezó a abrirse pasos entre empujones y chillidos, moviéndose a contracorriente con el objetivo de llegar a las chicas a tiempo. Y a salvo. Cuando más avanzaba, más sentía que su corazón retumbaba en sus oídos, ensordeciendo todo lo demás. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué sucedería? No había tenido tiempo de evaluar la situación y trazar un plan efectivo de acción. Improvisar no era lo suyo. Ponerse en peligro, tampoco. Sintió que le sudaban las manos mientras se hundían en el interior de su capa, buscando el tacto reconfortante del metal.

Fue entonces cuando por fin llegó cerca de su destino. Luz y oscuridad se sobreponían de forma acentuada tras cada pequeña explosión orquestrada por Parfait y fue precisamente en uno de los estallidos en que vio a una figura con una daga acercándose a Rin.

A la mierda los planes.

Empujó con brusquedad a dos personas que se interponían en su camino a la par que sacaba la daga oculta en su funda. No dijo nada, no gritó, no hizo señal alguna. Si algo había aprendido en las clases era que coger al adversario por sorpresa era lo mejor a lo que se podía aspirar en un duelo. Y así lo hizo, sencillamente, en un ágil movimiento aprovechó que el hombre se estaba lanzando al ataque para hundir la daga en el hueco de su axila, provocando un terrible sonido que siguió caído por un golpe sordo al caer al suelo.

Observó al hombre retorcerse, posiblemente herido de muerte y contuvo un escalofrío. Nunca había participado en una pelea real. Nunca había matado a nadie. Pero si tenía remordimientos o no, no era el momento de deleitarse en sentimentalismos absurdos. Con cierta dificultad, sacó la daga del cuerpo del hombre, provocando que la sangre manara con más fluidez antes de ponerse en pie y mirar al grupo que ahora lo encaraba como si fueran a atacarlo de un momento a otro.

- Soy yo, Alain - murmuró, elevando un poco el rostro para que lo reconocieran bajo la capucha -. Parfait me dijo que estabais en peligro y me pidió ayuda. ¿Estáis bien? - preguntó, deteniendo un segundo de más su mirada en Fiorella -. ¿Dónde están Hogward y Réamann?

En verdad... ¿podrían tener en algún momento un poco de paz? Le sonrió un poco a la pequeña Rin al ver que estaba preocupada por el chico. A ella misma le hubiese gustado cerciorarse de que el pequeño estuviese bien, o ayudar a cargarlo, pero no podía ponerlo en peligro de esa manera.

Stella miró preocupada a donde Rin y Fiorella indicaban. ¿Podría ser que Parfait sí estuviese en peligro? Tan preocupada como ellas, tomó con fuerza la mano de Fiorella y se dispuso a seguirlas. Al menos ese era el plan, hasta que... las cosas empeoraron, solo un poco más, o eso fue lo primero que creyó la pelinegra.

El encapuchado venía hacia ellas. ¿Era bueno o malo? Por un momento creyó que estaban en un peligro mayor, sobre todo al ver lo que le había hecho a uno de los hombres que lo acechaban. Sin embargo, cuando estuvo frente a ellos y dijo quien era, además de sentir alivio, Stella no pudo evitar sentirse sorprendida. Aquel hombre herido en el suelo... ¿estaría bien? No, no era momento para preocuparse por alguien más.

—Yo... creo que lo estamos, ¿pero tú...? —se detuvo apenas escuchó el nombre de Hogward y Réamann. A Hogward lo habían visto cerca, pero Réamann...— Hogward... creo que estaba cerca, pero Réamann —se empezaba a preocupar mucho más—. ¿Réamann no estaba con la señora Parfait?

-¡Aah! ¿Pero que demonios...?- exclamo Hogward adolorido. De repente, se encontraba en el suelo con la silla a un lado sin entender que había pasado. Cuando levanto la mirada vio al otro peliblanco de The Marchen frente a el. ¿Dese cuando estaba ahí? No lo había visto al empezar a correr.

-Hey ¿Que se supone que haces? ¿Estás bien?- pregunto al chico, malhumorado por la caida. De todas formas se volvió a poner de pie, levantando la silla consigo. Volteado a ver a su alrededor Hogward trato de ubicarse y encontrar a los demás entre toda la confusión.

La situación era extraña, todo era un alboroto a su alrededor, pero parecía como si el caos evitara el lugar donde se encontraban los peliblancos. Hogward estaba por preguntar qué pasaba pero la explosión que sucedió a continuación lo corto.

-Aaah Maldición- las cosas se ponían cada vez más complicadas. Hogward solo quería agarrar a Rin apenas la ubicara y salir de ahí lo más rápido posible

Réamann tenía su mirada perdida pero sin perder su rostro afilado y gélido mientras tenía su mano en puño en el pecho ejerciendo presión y respiraba con dificultad. Sintió el empujón y volteó con severidad para ver qué había pasado, topándose con Hogward en el suelo y observarlo con ese mismo rostro indiferente. Instintivamente estiró su brazo para ayudarle a levantarse, pero se detuvo a medio camino abruptamente y así el otro se levantó por su cuenta. A estas alturas, el mesero respiraba por la boca agitadamente.

-No importa qué estaba haciendo o cómo me siento. ¿Sabes dónde están las demás? Te vi sacando a alguien de aquí-arremetió el joven esperando alguna respuesta ya que parecía querer saber el paradero y el estado de las chicas. No obstante, la explosión hizo que volteara para toparse con esa ave no natural y sin dilatarse comenzó a dirigirse ahí-. Si las ves, sácalas, por favor.

Hogward parecía poder con ellas, pero Réamann... ¿Cuándo se le había visto cargar algo o jalar a alguien?