Partida Rol por web

Llegar hasta donde Parfait estaba fue un respiro de aire fresco para Stella, quien reflejó en su rostro el alivio que sentía. Si podían estar seguros con alguien, era con ella... de eso no le cabía la menor duda. Menos desesperada que en un principio, y sin despegarse de Réamann en ningún momento, se dirigió junto a todos los demás a la taberna.

Estando en aquel que por los momentos reconocía como un hogar, Stella no perdió el tiempo y ayudó a Fiorella en lo que pudo. No preguntó nada sobre lo que había visto esa noche con respecto a su manejo en la espada, no al menos en ese momento. No era porque se creyese inoportuna, o algo por el estilo. Era simplemente porque su mente estaba en blanco... De no ser por algo. Solo podía actuar en modo automático, intentando relajar la tensión de su cuerpo con eso. De hecho, solo habló si en algún momento las demás se dirigieron a ella. Habían cosas que no se podía sacar de la cabeza.

Lejos de Réamann, esta vez, sosteniendo una bandeja en las manos se detuvo y esperó a que el peliblanco contase lo que sabía, así como todos los demás. Desde que había dicho aquello, Stella había estado muy intrigada. 

Durante la estancia en el evento Réamann apenas lograba concentrarse, de ahí que se dirigió de manera automática a The Marchen ayudado por sus compañeros. Algunas cosas no se le escaparon, pero no era el momento para tocar el tema ni era alguien para solicitar información. Su prioridad era que todos estuviesen bien y tomar el descanso pertinente mientras Annice le procuraba. Cuando le dieron té, negó y señaló que lo pusieran en otra parte porque no podría sostenerlo con sus manos sin que se derramara. Le había agradecido a Stella con un débil susurro, enfocándose en reposar para recuperarse lo más rápido posible.

Cerró sus ojos un poco sin caer dormido en lo que los demás realizaban sus labores. Se mantuvo en esa posición hasta que Parfait pidió que hablara. Con cansancio, pero ya un poco mejor, abrió los párpados mientras tomaba con cuidado el té que le habían traído; ya no estaba tan caliente, pero el olor continuaba suave y era suficiente para darle un sorbo, así hidrataba la garganta.

-En realidad, lo que te dije en la fiesta fue lo que pasó-Réamann suspiró. Si de por sí su tez era blanca, palidecía más por el dolor que había padecido hace rato. Había sido muy intenso-. Me había salido del evento porque...-miró a Stella, quien estaba lejos... y por un momento parecía que le pediría algo, pero no fue así-. Se había disparado mi maldición y debía irme. Volví cuando me topé con Parfait y Waltz y fue cuando comenzó todo. Regresé para ver si podía ayudar en algo y... por inercia, se llevó una mano a su pecho. Miró a Parfait asintiéndole con seriedad-. Por favor, explícales-luego se centró en los demás y continuó-. Me topé con alguien, alguien como Delora. Quise entrenerle para que no fuese por ninguno de ustedes, pero mi condición empeoró y me dijo que solo estaba ahí porque quería conocer a la hija de la traidora... y... no puedo explicar más, si lo hago tendré un ataque.

Sus ojos color miel se tornaron fríos, pero eso no impidió que continuase hablando.

-Espero que comprendan a qué me refiero con "hija de la traidora"... y que si esa persona, que es como Delora, estaba ahí, significaba que ya nos esperaban o sabían que iríamos; que el príncipe nos pediría ayuda o esa información le llegó para aparecer... y no creo que haya sido la única persona... "así", en estar en la fiesta-suspiró, y cerró los ojos, casi parecía que se había quedado dormido-. Me liberó sea de donde estaba atrapado y fue cuando me topé con Hogward. No pude ayudar mucho, estar con esa persona aceleró mi condición y tampoco sé que ocurrió con ustedes. 

Que había visto... Difícil de explicar cuando ni ella misma lo sabía muy bien.

- en principio en mi caso fue una fiesta normal, aunque desde el inicio ya habían habladurías y cuchicheos aislados. Fue cuando notando demasiadas miradas, pensé que podría ser útil preparar una o dos trampas por si acaso, es entonces cuando me di cuenta de que "demasiados" ojos me miraban e intentaron meterme en un saco.

Actuó rápido dejando que el instinto le guiara... - para evitarlo grité que habían secuestradores, para poder escapar entre la confusión y que los guardias estuvieran alerta por si no era a la única a la que intentaban capturar. Cuando intenté razonar mientras escapaba, el que parecía el líder del grupo que iba por mi, me dijo que sabían quién era por mi bolso... Aunque; no es algo que simplemente pueda dejar en un rincón... Es mi hermano... - el bolso pareció saludar con la solapa, aunque con bastante pereza y poca intensidad.

- no sé bien porque, en su caso mi maldición le hizo un efecto diferente... Y no me acabo de sentir bien si está lejos de mí... Dijeron que aunque no me pudieran reconocer, llevaban tiempo rastreándome y que fue fácil encontrarme viéndole a él.

¿Que más había pasado? Tanto en tan poco tiempo, que seguro que olvidaba algo o contaba algo de forma diferente a como ocurrió - mmmm después ya esquivar, subir a la mesa para estar más a la vista de todos, pues quienes me querían atrapar ya los tenía rodeándome y ser vista era la única opción de ganar tiempo, pateando a quien me intentará coger... Cuando comenzaron a golpearle a él, simplemente no pude aguantar mi rabia y hice toda la fuerza posible para bajar y volcarles la mesa encima. No podía permitir que golpearan a mi compañero de baile, aunque merece un regaño, ¡Como si me fuera a ir dejándole recibiendo golpes para que yo escape! - miró al chico haciendo morros - se agradece el gesto, pero ¿De verdad creías que te dejaría siendo pateado posiblemente hasta matarte? ¡Si no hubieran llegado ellos les habría demostrado porque me llaman bruja!

Lo dijo con cierto alivio de no haber tenido que recurrir a ello, no sabía bien si aquellas personas a las que tocaba seguían vivas siquiera... Y matar no era algo que quisiera hacer pese a todo.

Hogward suspiro con gran alivio cuando pudo deshacerse del peso de Reamann en The Marchen. El peliblanco movió el brazo derecho, con el que lo había cargado, en círculos mientras se daba un masaje en el hombro con la otra mano. De verdad estaba agotado. 

Cuando todos se acomodaron, Hogward aceptó el té de Annice y se recostó en una silla para descansar mientras tomaba pequeños sorbos. El no había podido conseguir nada de la fiesta y mucho menos entendía que estaba pasando, por lo que no intervino en la conversación para nada. Mas bien, su mente viajo hacia la clínica que tenía que visitar. ¿Tendría tiempo de ir? Uno de sus pies se movía de arriba abajo, con ansiedad. No prestaba mucha atención a lo que se decía y solo se quedo esperando a que la conversación acabase.

Todo se resolvió rápido. Posiblemente, demasiado rápido, pues Alain aún no había logrado comprender lo que había sucedido. Sus compañeros, vestidos de las mejores galas - lo cuál le resultaba exagerado para una fiesta abierta a toda la ciudadanía, quien evidentemente no podría permitirse semejantes lujos -, estaban desgranando para los demás historias demasiado fragmentadas para que las pudiera comprender. O, tal vez, sólo era la visión de sangre sobre su daga lo que impedía que su cabeza juntara las piezas del puzzle.

Apenas correspondió al comentario de Parfait con un leve asentimiento de cabeza y no dijo nada durante toda la exposición. Era demasiado increíble. Que el hermano de Rin fuera un bolso resultaba inverosímil, pero éste saludo como una estrambótica confirmación de un hecho que no tenía cabida para su ordenado mundo. Las palabras de Réamann tampoco parecían tener mayor sentido. ¿La hija de la traidora? ¿Alguien como Delora? ¿Secuestros?

Se llevó una mano al rostro con gesto agotado, pensando que se iba a arrepentir de lo que iba a decir a continuación pero sin poder contenerse.

- Disculpad, pero no estoy entendiendo nada. ¿Alguien me puede explicar todo desde el principio?

Tuviste una vista fugaz de tu antebrazo. Fue solo un momento, pero aquello bastó para que notaras que había algo diferente en él. Dibujada como si de un tatuaje se tratara, había una rosa en la parte cercana al codo. Pasaste tu mano para ver si se trataba de una mancha, pero no desaparecía. Estaba realmente tatuada en tu piel.

Para sentirte más cómodo, decidiste quitarte los guantes. Tal vez eso ayudaría a que te pusieras un poco más cómodo. Y fue entonces cuando la viste: parpadeaste un par de veces para estar seguro que no era una ilusión o una mala pasada de la maldición. Realmente estaba ahí. Una nueva hoja había aparecido.

Parfait miró a Réamann algo preocupada y asintió a su petición, mas prefería esperar antes de intervenir ella. Cosa que hizo notar pues esperó a que Rin hablara. Incluso esperaba que las chicas dijeran algo, pero no lo hicieron. Se mostraba algo inquieta, pero prefirió no forzarlas a hablar. Suspiró y decidió intervenir al escuchar a Alain verse confundido. Después de todo, solo dos personas habían hablado.

- Trataré de explicar un poco. La maldición de Réamann le impide hablar sobre cierta persona, que fue la bruja que lo maldijo. Si siquiera lo menciona, se pondrá peor. Pero lo que dice es que esa mujer estaba en la fiesta - y miró a Stella por un momento para luego proseguir -. Y si es así, es posible que esperaran que asistieran, aunque queda la pregunta de ¿por qué? Si realmente querían llevarse a Rin, tal vez podamos afirmar que quieren algo. Tal vez a mí o la ubicación de la taberna. Aún no sabemos eso con claridad, pero gracias por ayudarle, Rin. Y me alegra que no haya sido necesario que te quitaras los guantes - sonrió el hada mirando a la pequeña Rin. Las últimas palabras de Réamann la inquietaron.

En ese momento, el chico de cabello azul se forzó a sentarse, a pesar de las palabras de Annice, quien se dio por vencida y lo ayudó a sentarse - A mí me envió mi padre, Aed. Él vio a una bruja ir con los cazarrecompensas para buscar a Rin Lotong - apretaba su estómago mientras tosía. Tal vez las heridas lo incomodaban bastante y hacía un esfuerzo para poder intervenir.

- Me pidió que les advirtiera que hay alguien interesado en quitarlos del camino, pero él no podía comprometer su posición. Por eso... lo mejor era enviar un mensajero - y Annice le sostuvo la taza de té para que este la tomara con despacio.

Respiró profundamente - Y dijo que fue Phoisa - y miró a Réamann para finalizar -. Gracias, Milady Rin. Es usted una guerrera feroz -.

Parfait miró a Hogward, quien parecía ausente - Hogward, ¿te sucede algo? - se quedó mirándole, esperando una respuesta de su parte.

Conforme todos iban interviniendo, la curiosa mirada de Stella iba pasando de uno a otro, aunque era evidente que se mostró más interesada y preocupada por lo que iba a contar Réamann. Abrió los ojos cuando el peliblanco mencionó que se había encontrado a alguien como Delora en la fiesta, pero realmente solo pudo sorprenderse por eso. Por todo lo demás, más bien parecía confundida; no comprendió mucho más de lo que Réamann dijo.

Puso atención a la pequeña Rin. Siendo un hecho que había visto varias cosas que la pequeña había hecho, no era que le sorprendiese. Aunque lo que sí le sorprendió fue... ¿En verdad aquél bolso era su hermano? Bueno, no es como si algo así fuese común. A pesar del ambiente en el que estaban, y que en sí eso no sería algo extraordinario, a Stella le sorprendió saber eso.

Comprendió perfectamente a Alain y asintió un poco. Si ella en ese momento estaba perdida... no podía imaginarse al chico. Después de todo, él no había estado allí con ellos.

La conversación siguió su curso y Parfait intervino. Cuando se habló sobre la maldición de Réamann, Stella se notó de nuevo preocupada, aunque no precisamente porque se estuviese hablando de eso. ¿Así que de verdad querían llevarse a Rin? ¿Pero por qué habían intentado secuestrarlos a todos, entonces? Cuando el nombre "Phoisa" fue mencionad, Stella miró a Réamann. Le preocupaba lo que esa mujer le podía haber hecho, también el cómo reaccionaría él al saber todo eso.

La confusión en algunos de los presentes fue evidente, pero Réamann no se inmutó en ello porque si quisiera aclarar aunque fuese por poco, seguramente caería desmayado de dolor y las palabras de Parfait confirmaban aquél escenario. 

En silencio y bebiendo de a poco el té que sujetaba en sus manos, el peliblanco escuchó la versión de Rin y comprendió que estaban por ella. Sin embargo, que hubiesen aprovechado esa fiesta rodeados de tantas personas y seguridad provocó que alzara una ceja. A pesar de que parecía que intervendría, se refugió en el silencio mientras la conversación seguía, dejando el recipiente a un lado para comenzar a quitarse los guantes, pero se detuvo a medio proceso cuando el chico mencionó quién era su padre.

-​​​​​​¿Aed? - le observó con atención comparando a aquél hombre con él joven. Una tenue sonrisa se dibujó en el rostro cansado del mesero, pero el gesto fugaz se desvaneció al escuchar el nombre de esa mujer. Su mirada se oscureció y su cara adoptó una postura indescifrable-. Así que ella... No importa. ¿Aed no te dijo más de por qué nos quiere fuera o que sospeche? Es obvio que no iba solo por Rin, arriesgaba mucho esta noche... Debe tener más objetivos-su mirada reflejó frustración profunda, pero no dijo nada más al respecto-. ¿Alguno de los caballeros fue cómplice del intento de secuestro? Y Rin.. Si no quieres contestar no lo hagas, pero no sabemos si tú o alguna invitada más sea la susodicha "hija de la traidora", pues lo primero que se me vino a la mente era que trataba de una mujer que tiene como madre a una bruja. 

Decir eso seguía añadiendo más dudas que respuestas, pero no tenía idea de cómo proseguir. Sumamente cansado y fastidiado, terminó por quitarse los guantes y fue ahí que la cara de Réamann se rompió. Sus ojos se abrieron como platos mientras miraba con sorpresa su muñeca derecha en la que reposaba una pulsera de una serpiente que se mordía a sí misma. Cualquiera que le hubiese prestado la atención necesaria sabría que antes ese adorno estaba vacío, pero de un momento a otro ya tenía una hoja verde brillante; y ahora tenía dos cuando antes de partir de la cabaña había ese único dije. ¿Qué había pasado? 

Fue ahí que el joven dejó de prestar atención a la plática sin dejar de ver ese accesorio. No se veía enojado ni con miedo, era... ¿Alivio? Se llevó la otra mano libre a la cara, cubriéndose mientras temblaba levemente y su respiración comenzaba a sonar similar al de alguien que sollozaba en silencio. 

-¿Aah? ¿Qué?- farfulló Hogward tomado con la guardia baja. Mirando rápidamente a su alrededor, se dio cuenta que la atención de Parfait estaba sobre el. No había estado escuchando, por lo que le tomó un momento, volver de entre sus pensamientos. -No, nada- respondió a la pregunta apartando la mirada hacia afuera. No tenía que aportar y tenía otras cosas en las que pensar -Solo no tengo nada que decir- dijo con voz plana.

La muñeca izquierda le molestaba, pues no dejaba de girarla de un lado para otro. Por alguna razón, le ponía de malhumor que la pulsera hubiera cambiado. Mordiendose una uña le daba vueltas a lo ocurrido en la fiesta en su mente. Sentía como si hubiera perdido de alguna forma, por lo que trataba de averiguar que había pasado. Por eso quería ir a la clínica para poder deshacerse de esa incomodidad.

- mierda, mierda. Mierda... - Rin se rascaba el codo con cierto nerviosismo, pero dejó de hacerlo al escuchar sobre "la hija de la bruja", negando con la cabeza - imposible que sea yo... Mi familia capturaba criaturas mágicas, conejos cornudos, duendes, hadas, brujas o lo que fuera que nos pidieran, además se vio afectada por mi maldición, que según tengo entendido no afecta a seres mágicos y otros malditos.

- me llaman bruja porque en mi primera huida, cuando no entendía mi maldición, dejé un largo rastro de estatuas ¿No sé si te suena el pueblo de piedra, pero me debe el nombre...

Le preocupaba pensar que tuviera en ese momento otra maldición más... ¿Cuando había ocurrido? ¿Se podía tendrán mala suerte? Más tarde hablaría con Parfait...

Sus ojos miraron de nuevo el filo de la daga, con la sangre todavía húmeda en él. De algún modo, ni siquiera se atrevía a guardarla. Una parte de él sencillamente seguía rememorando el momento exacto en que había segado una vida, tratando de convencerse de que el fin siempre justificaba los medios. Pero otra parte no deseaba ocultarla porque no se sentía seguro. Conforme hablaban, se daba cuenta de que se cocía algo más que una mera maldición. No era como si estuvieran malditos y simplemente tuvieran que batallar contra la misma para romperla. Había algo más. Algo que, a pesar de las explicaciones, todavía se le escapaban.

- Ayudadme a rellenar los huecos - acabó por decir, rascándose una ceja con expresión cansada -. Porque es evidente que me falta mucha información. ¿Todo esto tiene algo que ver con lo de Caelfall? ¿Por qué tanta inquina? Entonces... a ver si me aclaro. A ti, Rin, te quieren raptar por los poderes que te ha dado tu maldición. Que consisten en transformar en piedra a todo aquel que tocas que no esté maldito o sea un ser mágico. Excepto con tu hermano - señaló al bolso, todavía confuso ante la idea de que pudiera ser un ser humano -. A ti, Réamann, te raptó la bruja que te maldijo. ¿O una mujer que era como Delora? ¿Cuando dices que era como Delora te refieres a que era exactamente igual a ella en el físico? Si es así, ¿cómo supiste que no era, de hecho, la propia Delora? - en esta ocasión, miró a su vez a Parfait, pues no sabía si el chico podría responder debido a su maldición -. ¿Y dices que vienen a por...nosotros? ¿Vosotros? ¿Parfait y Delora? Además, no entiendo a qué os referís con la hija de la traidora. ¿Traidora de qué? No soy de Angielle, así que si tiene algo que ver con todo lo que pasó aquí... la información llegó a Brugantia a medias. ¿A vosotras dos también os sucedió algo? - dirigió la mirada hacia Stella y Fiorella. Recordaba algo de Stella cuando sucedió todo lo de Caelfall pero, nuevamente, no acababa de ver la conexión con todo -. ¿Y quiénes son Aed y Phoisa? - por último, dirigió una mirada a Hogward interrogativa porque tampoco sabía si él había aparecido como el propio Alain en misión de rescate o también había estado implicado de algún modo.

Fiorella se mantenía en silencio sepulcral, sin entender que es lo que podía estar pasando allí. Estaba tan perdida como Alain porque ella tampoco sabía a quién se referían. Parpadeó sorprendida al escuchar la historia de Rin sorprendida cuando aquel bolso les saludó. Sin duda aquella noche les guardaba muchas más sorpresas. 

Cuando le preguntaron si le había sucedido algo sintió un nudo en su garganta. - No... Estaba hablando con un noble sobre la situación política y la posible boda de la princesa,  cuando vi que Rin estaba en apuros y acudí en su auxilio cruzándome con Stella en el camino cuando se apagaron las luces. Poco después me reuní con el grupo, y el resto ya lo conocéis. - 

Cuando Réamann le preguntó al joven directamente por las palabras de su padre, este suspiró – Solo me dijo que esa bruja era mañosa y que seguramente lo único que quería era aprovecharse de la codicia de los cazarrecompensas para acercarse a todos y tal vez capturar a alguno. Por el momento, eso es todo lo que sabemos – y al ver que el chico no daría su brazo a torcer en esto, se sentó.

Parfait escuchó la simple respuesta de Hogward – Si no tuvieras que decir, no estarías tan distraído. Tal vez algo de lo que viste nos ayude a aclarar la situación. Además, tu traje está manchado de sangre y no traes tus guantes. ¿Por qué no nos cuentas lo que sucedió? – su tono no era autoritario, pero tampoco parecía dispuesta a solo ignorar al chico.

La reacción de Réamann dejó al hada un tanto desconcertada, pero al menos parecía estar más serena ahora. Le sonrió al mirar su muñeca y luego se giró hacia Rin para escucharla. Negó con la cabeza – No eres tú, Rin. Eso lo sé – y miró a Stella, quien parecía estar guardando un respetuoso o tal vez solo temeroso silencio.

Miró a Fiorella cuando esta habló y la sonrió con cierta alegría, aunque parecía que había más en su expresión que solo alegría. Parecía estar algo impaciente, como queriendo preguntar algo, pero las preguntas de Alain le ayudaron a camuflar aquello que se formaba en su rostro.

- Trataré de ampliarte un poco más el panorama porque Réamann no puede hacerlo ahora – pasó su mirada fugazmente en dirección al peliblanco y se volvió a girar -. Aed Shadowfog es un tabernero que custodia una de las entradas a Caelfall y fue por donde pasaron Réamann y Rin. Pero no solo eso, Aed es un hada como yo, aunque más musculoso e intimidante – rió.

Carraspeó para volver a centrarse – Su taberna es famosa entre los cazarrecompensas que buscan algún trabajo y es la fachada perfecta para vigilar. Lo más seguro es que aquellos estuvieran buscando a Rin para cobrar la recompensa sobre su cabeza y Phoisa se les acercó para darles información. Phoisa es la bruja que maldijo a Réamann – y miró al peliblanco -. Ella se caracteriza por ser escurridiza, pero no solo por eso, sino por ser astuta. Así que tal vez ella quiere quitarlos del camino porque cree que la conocen. Aunque la verdad no lo sé. Y sí sé quién es la hija de la traidora, pero creo que eso se revelará en su momento – sonrió y volvió a mirar a Stella para luego proseguir -. Lo que sí te puedo segur es algo que en Brugantia también se conoce y es sobre la infame Reina Hildyr. Era no solo la reina, sino la bruja más poderosa de todas: la portadora del Cristal Tenebrarum y… Mi compañera – bajó la mirada -. Tras la caza de brujas, perdió la cabeza y se volvió en quien realmente se dio a conocer. A pesar de esto, no todos los brujos la siguieron y hubo algunos como Delora que se le revelaron pagando un precio muy alto como las vidas de sus hijos. Pero Delora no fue la única, solo que las brujas que traicionaron a Hildyr se escondieron para no ser cazadas y muchas se mezclaron entre los humanos. A eso se refiere Phoisa. No sabemos cuál es su objetivo real, pero sí sabemos que nos vigila. Tendré que ajustar sus glamours para que puedan caminar por el pueblo a salvo otra vez. Y Rin, por el momento está prohibido que salgas con Eses. Si vas a salir, lo harás sola – y miró al bolsito.

- Sí sabes que Rin no hará caso, ¿verdad? Aunque intentaré recordárselo – una voz de un chico de más o menos la edad de Rin salió del pequeño bolso mientras agitaba la cuerda que lo sujetaba con cierta lentitud.

Muchas cosas de las que estaban diciendo todos se les escapaban, menos una que venía tratando de ignorar desde el inicio de la conversación. Hasta ese momento lo venía haciendo bien, pero las esporádicas miradas de Parfait y que a cada rato se tocaba el tema, le hicieron algo difícil no mostrarse un poco nerviosa al respecto. Se empezaba a sentir algo culpable...

Se pudo olvidar de todo lo anterior un momento cuando Réamann se quitó los guantes. Los ojos de Stella se abrieron un poco al seguir la línea de lo que Réamann miraba tan desconcertado. No pudo evitar llevarse una mano a la boca de la sorpresa. Sin pensarlo mucho, se acercó con cuidado de no importunar a nadie a donde Réamann estaba. Cuando estuvo allí, acarició un poco su cabello, sintiendo que sus ojos se humedecían un poco. No dijo nada a Réamann en ese momento para no entorpecer la reunión, lo dejaría para después. Luego de limpiarse los ojos con una mano, siguió escuchando atenta lo que los demás decían.

Que Hogward no quisiese hablar mucho no le parecía extraño... aunque sí algo curioso. Con respecto a Rin... Sí, bueno, ella no podía ser la hija de la traidora por obvias razones, aunque saber lo de su maldición... Ahora Stella podía entender por qué Rin siempre tenía guantes.

Cuando cayó el torrente de preguntas de Alain, Stella quedó un poco aturdida. Su mente aún estaba un poco dispersa, por lo que más de una de las preguntas de Alain se le escapó, pero retuvo lo esencial. Cuando las miró a ella y a Fiorella preguntándoles si les había sucedido algo, Stella asintió un poco. Lo de Fiorella había ayudado a rellenar huecos, por lo que solo faltaba su versión de los hechos.

Mientras los demás hablaban, siguió acariciando el cabello de Réamann, esperando que eso pudiese ayudarlo a calmarse. Parfait seguía mirándola de tanto en tanto, y eso estaba poniendo a Stella algo nerviosa, ya se le empezaba a notar en la cara. Escuchar la historia sobre las brujas que se habían revelado a Hildyr terminó por dejar a Stella con un semblante algo entristecido. Stella dejó de acariciar a Réamann de golpe, aunque no retiró su mano de la cabeza del chico. Una vez el hada dejó de hablar, y luego de que el bolso de Rin lo hiciera (cosa que la sorprendió un poco), tomó algo de fuerza de voluntad y levantó la mirada.

—Lo siento por no haberlo dicho, pero no me gustaría dejar esto inconcluso... —miró a Parfait, tal y como ella la había estado mirando. Tragó saliva y miró a sus compañeros— La hija de la bruja... creo que soy yo —por fin lo había dicho, aunque no con muchas ganas—. Mi madre era una bruja y... Bueno... —Stella bajó la mirada— En la fiesta, también trataron de secuestrarme como a Rin, y... creo que reconocí a esa mujer. Sí, puedo estar segura, la vi —por un momento miró a Réamann, pero no dijo nada. 

Con eso dicho, volvió a mirar a Parfait y luego bajó la mirada. Esperaba que esa información pudiese esclarecer un poco más las cosas.

Debido a que aún observaba su pulsera y ocultaba su rostro tras la otra mano, Réamann no había prestado atención a los cuestionamientos de Alain ni de Fiorella, tan solo permitiéndose escuchar al peliazul sin atar cabos de momento. La voz de Parfait apenas llegó a su atención y se limitó a escucharla vagamente hasta que sintió una mano en su cabeza. El peliblanco alzó levemente su cabeza para saber quién hacía eso y al percatarse que se trataba de Stella, cerró sus ojos brevemente como si ese gesto le hubiese gustado bastante, además de calmarlo un poco. Aún ocultaba su cara, pero su porte en general ya no era tan tembloroso y se notaba que buscaba calmarse.

Con cuidado, tomó la mano de la pelinegra cuando ella dejó de acariciarle para llevarla a su cara y recargar su cabeza levemente en ella, solo lo suficiente para que hubiese un contacto que le indicara a Stella que agradecía lo que hizo. Además, cuando la joven habló de que ella podría ser "la hija de la traidora", apretó con suavidad para darle su apoyo al revelar esa información que era delicada para su persona. Suspiró y, con su mente maquinando nuevamente con todo lo que se había dicho, habló.

-Como dijo Parfait, si entro en detalles de esa persona y hablo de más, sufriré de tal dolor que podría tardar hasta casi una semana recuperarme en el mejor de los casos. Tampoco puedo hacer una gran actividad física, por algo mi habitación está en la planta baja y mi trabajo es el ser un mesero cuando es evidente que tengo la complexión de realizar jornadas más complicadas-aunque no se veía su rostro porque aún estaba oculto, su tono de voz continuaba siendo frío pero daba la sensación de haberse suavizado-. Rin, recuerda que en la taberna de Aed estaba una ficha con una recompensa para atraparte. ¿Y si... esa persona se aprovechó de que te buscaban para otros objetivos? Distracción, sencillamente. Además, Hogward, vi que sacaste a una joven que pensé era la princesa, pero no pude discernir de eso. ¿Era ella? E independientemente de que fuese o no, ¿por qué querer llevársela a ella, a Stella y a Rin? Eran muchos objetivos para un sitio que estaba custodiado... por eso pregunté si alguno vio a los caballeros confabular o actuar en contra de lo que se esperase de la Orden. Y Parfait, creo que Stella tampoco podrá salir sola si... es el interés de esa persona.

Suspiró. Se podía detectar cierta preocupación en su color de voz, aunque permaneció en silencio dando la sensación de que pronto se quedaría dormido.

Hogward enarcó una ceja al escuchar todo el melodrama que se había formado de un momento a otro. Al peliblanco le sorprendió lo complicado que se había vuelto todo. Secuestro, locura, una traidora, la hija de dicha traidora, conspiraciones, intentos de "quitarlos del camino" y las maldiciones tampoco ayudaban mucho. Todo esto, hacía que le doliera la cabeza. No quería tener nada que ver con ello.

Cuando tanto como Parfait y Reamann, insistieron preguntar, Hogward se exaspero un poco. Ya estaba incomodo por la pulsera, además de que se acababa de enterar que ahora puede que lo quieran matar por alguna razón. El chico no pudo evitar chasquear la lengua. -Como he dicho- empezó lentamente -No tengo nada que decir, por que nada de lo que diga tiene que ver con lo que están hablando. Estaba lejos cuando todo empezó. No me acerque ni a 5 metros de alguna princesa. La joven con la que estaba- diciendo esto se volteo hacia Reamann -Solo era la hermana de uno de los tantos pretendientes de la princesa, nadie vino por ella así que dudo que sea un objetivo de lo que sea que haya ocurrido- explicó con algo de impaciencia 

-La sangre es de ella, cuando el barullo comenzó, de repente se desmayo y cayo al suelo abriendose un poco la cabeza. Solo la saque de ahí y trate su herida. La razón por la que estoy "distraido" ademas de que no tengo nada que aportar, es la condición de esa chica y el cambio de esta cosa- dijo refiriendose a la pulsera que llevaba en la muñeca izquierda. La pulsera que solía ser de huesos color marfil, ahora tenia uno teñido de rojo oscuro. Cosa que Hogward miraba con fastidio. -Cortesía de una de esas brujas-

-Eso es todo, no tengo idea de quienes, por que o para que. Siento no ser de ayuda en nada de nada- dijo con acidez. Se sentía inútil, sobretodo después de tener que ventilarlo al aire. No tenía ninguna conexión o conocimiento sobre lo ocurrido -Agradecería que no me metieran en todo esto- pensó para sí. Sin embargo, no todos los deseos se cumplen

Poco a poco sus compañeros fueron respondiendo a las preguntas y explicando lo que les había pasado. Escuchaba atentamente sentada mientras sus piernas se movían con nerviosismo. No tenía mucho más que aportar aparte de lo que había dicho así que se mantuvo en silencio mientras bebía algo de té caliente que pudiese reconfortarle. 

Cuando Stella confesó que la hija de la traidora era ella, se giró hacia su amiga con la preocupación marcada en su rostro. Pero dado que esta dirigió sus atenciones a Réamman decidió que ya habría tiempo para demostrarle su apoyo. No debería ser fácil estar atrapada entre dos mundos y además maldita. Lo que estaba claro, es que estaba siendo una noche de sorpresas, poco a poco se iban desenredando la madeja pero... ¿Hacia a donde les llevaba? 

Aquella posada que habían mencionado al parecer estaba al tanto de mucha información. Pero aún así había una pregunta que le inquietaba. ¿Por qué arriesgarse en un evento tan multitudinario? Con la realeza presente y una gran escolta era demasiado arriesgado. Aunque, supongo que alguien pensó que la jugosa recompensa merecía la pena. Sea como fuese... Probablemente tendrían que acabar investigando aquel tugurio. 

Rin no tenía más que decir,se veía y tenía solo ganas de cambiarse, aquel vestido estaba perfecto para quemar... Las manchas exageradas y algún que otro desgarro. Pero no por ello se iría antes de escuchar todo lo que se tuviera que decir.