Partida Rol por web

- no creo que sea ningún secreto aún el que os cazaba en nombre de mis padres - decía viéndola, no le mostraba miedo más allá de eso; le parecía interesante - ya he dicho que no recordaba haber tocado a tanta gente, es obvio que yo lo hice...

Algo que dijo la bruja le llamó la atención, y no le correspondía a ella decidir si dar información o no a aquella mujer - de hecho creo que la maldición me ha ayudado a entender muchas cosas... Pero, ¿Dices que se liberan de Asus maldiciones? ¿Se pueden liberar de ese encierro de piedra? - si pudieran no le importaría perder algo de tiempo liberando a quienes consideraba inocentes, aquellos que habían "topado" con ella de manera accidental y que no eran malas personas.

No se sentía muy culpable de lo que había propagado, después de todo nadie le dijo que cazar seres mágicos fuera algo malo hasta que recibió su maldición,... Quizás solo su hermano se lo dijo indirectamente pero no le frenó - no me considero inocente pero tampoco culpable, es lo único que me habían enseñado, nunca se sabe cuánto quema un fuego hasta que te acercas demasiado (supongo).

Pasó a mirar a Stella con cierta calma, no era como si fuera a recibir otra maldición según lo que estaba aprendiendo - no creo que sea mala, cuando huí me asustaba, pero por lo que he podido aprender últimamente, tenía razones de sobras para maldecirme.

Debía ser la afectada quien decidiera decir u ocultar lo que buscaba.

Cuando Rin explicó lo que pasaba, Stella se quedó completamente... de piedra. Claro, sabía de antemano que esa era la maldición de Rin, pero nunca habría pensado que todo lo que estaba viendo... fuese gracias a ella. Eso la dejó sin saber muy bien qué decir. De hecho, no dijo nada. Ver la naturalidad con la que Rin trataba todo, quizá, fue lo que más impactó a Stella. Mas el rumbo que tomó la conversación la despejó un poco de ello... apenas un poco.

Ver a Elliot molestarse por lo que había dicho Hogward hizo que a Stella le pareciese mucho mayor de lo que era en realidad. Se sintió algo identificada por sus palabras, mirando a Waltz por un momento. Por primera vez en mucho tiempo, Stella cayó en cuenta de que, en efecto, Waltz también era un brujo. Ella aún estaba en la transición de ello, y le costaba procesar aún cuál era su verdadera identidad. Pero ver cómo el chico defendía a las brujas de esa manera. Sí, ella en parte podía entender ese sentimiento, a pesar de haber sido maldecida de forma completamente injusta.

Stella retomó su andar, en silencio, conmocionada por todo. Mantuvo su mirada baja, reflexionando las cosas, hasta que Elliot y Waltz le dijeron que se detuviesen. Como su hubiese sentido algo en ese preciso instante, ella también miró a la misma dirección en la que los chicos miraban, sin saber muy bien por qué. Cuando la mujer apareció, no se sorprendió. Lo que sí lo hizo fue escuchar lo primero que la mujer dijo. Automáticamente, Stella miró a Waltz. ¿Él había sido aprendiz de... Hildyr? Eso desconcertó mucho a Stella. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para devolver su atención a la bruja. ¿Él... la conoce?

Rin comenzó a explicar cosas. Algunas se le escaparon a Stella, quien, sin poder evitarlo, no podía dejar de mirar de reojo a Waltz. Apenas y dejó de hacerlo cuando la pequeña Rin se dirigió a ella.

—Oh, bueno... —por fin Stella volvió a mirar a la bruja, cayendo en cuenta de dónde estaban y cuál era la razón del viaje. Se notaba nerviosa. Sin embargo, sobreponiéndose a ello, se atrevió a hablar a la bruja— Nosotros vinimos hasta aquí... en busca de una ortiga.

En un momento, todo se había torcido. Se había quedado con Fiorella, a su lado, viendo como los nervios y la esperanza se turnaban a partes iguales en su compañera. No podía decir que una parte de él no hubiera dudado de aquel plan. Por supuesto que lo había hecho. Aquella parte que estaba dispuesta a esperar lo peor desde que estaba maldito, había imaginado como todo se truncaba nuevamente en un baño de sangre.

Sin embargo, no había pasado por su cabeza aquello. Que la maldición tomara su camino para hacer que su víctima siguiera eso, maldita. Dejándola esperar hasta el último minuto, creyendo que todo volvería a la normalidad, para luego romperse en mil pedazos.

Incluso algo en su interior se encogió de pena, quizás en un sentimiento nuevo de empatía, al ver cómo la joven se rompía, acercándose a su hermano, su salvador, para escupirle palabras de amargura que, sabía demasiado bien y por experiencia propia, no iban a llegar realmente hacia su receptor.

Antes de marcharse tras su compañera, no quiso dejar de decir algo él también, aunque fuera una única palabra.

- Bruja.

No fue un insulto. Fue una afirmación hacia aquella chica que había usurpado una posición que no le correspondía con una capacidad de atracción más que sospechosa.

Tal vez habría podido decir mucho más pero la única persona por la cual había acudido a aquel lugar acababa de partirse en mil pedazos mientras huía de algo de lo que era imposible escapar: un corazón roto.

De modo que fue tras ella hasta que vio que frenaba en su huida, cerca del cementerio.

- Fiorella... - empezó a hablar pero detuvo sus palabras. Nada de lo que dijera la consolaría. Nada. Quizás algunas palabras apelarían a su lógica pero incluso él sabía que no era el momento de ser racionales, así que sin decir nada se acercó a ella y la envolvió en un abrazo reconfortante, colocando una mano en su cabello.

Réamann miraba a Annice mientras ella hablaba, parpadeando ocasionalmente manteniendo esa misma postura sin moverse en absoluto. Realmente parecía un muñeco de tamaño real que, debido a la palidez que apenas se quitaba por comer, lo dotaban de ese aire poco vivaz; sin embargo, ahí estaba prestando atención a su compañera, pues realmente estaba interesado en el paradero de los demás y debía concordar en algo de lo que la castaña dijo.

-Sí, sin ellos aquí The Marchen es silenciosa-señaló mientras se disculpaba mentalmente con Stella de no haber podido acompañarla y esperaba compensarlo después. Aunque si se enteraba que Hogward la había dejado otra vez, no le importaría pasar un día completo en cama recuperándose con tal de darle su merecido.

Al caer la noche y percatarse que era el bullicio de féminas, se asomó para ver de qué iba, queriendo confirmar que sólo se tratase de la fiesta de los hermanos de Fiorella y no otra cosa.

-¿Y Parfait y Karma?-preguntó, pues no se mencionaron sus nombres y deducía que Delora debía estar en el castillo.

Nunca había llorado desde que le habían echado la maldición, había aguantado con resignación y siempre se había aguantado estoica todo lo que había tenido que pasar pero esto había sido demasiado, habían alimentado el fuego marchito de sus esperanzas para después apagarlas de un plumazo. 

Intentó separarse de Alain porque aún había una parte de ella que se resistía a caer en aquella amargura pero al final el consiguió abrazarla y apoyar la cabeza en su hombro, sus ojos estaban rojos y temblaba pero aún no había empezado a llorar, aunque una lágrima se deslizó por su mejilla a la vez que balbuceaba unas palabras. - Como... cómo ha podido.... - Protestó, estaba triste, podía ocultarlo en enfado e ira, pero al final los sentimientos que le inundaban eran la tristeza y la desazón.

Al final las lágrimas brotaron contra su voluntad mientras empezaba a quejarse. - Ojalá nada de esto hubiera ocurrido, ojalá Delora nunca me hubiese encontrado, ojalá no me hubiese cruzado con Ezio y ojalá Dante no hubiese aparecido.... - Dijo con voz temblorosa, no sabía si era lo que pensaba de verdad pero era lo único que podía articular ahora entre sollozos y ríos de lágrimas. 

Hogward se sorprendió de ser el blanco de las palabras de la bruja, por lo que se vio realmente fastidiado y miró a Rin molesto por darle la razón a la bruja. ¿Tal vez él estaba distraído y no había notado que, en efecto, Rin había admitido ello?

- Y-yo me refería a lo del pueblo... Que tú acabas de darme la razón. Así que tenía razón - sonreía incómodo mientras se cruzaba de brazos fingiendo confianza. Prefirió pasar desapercibido mientras la conversación continuaba. Después de todo, era cosa de Stella revelar o no el motivo del viaje.

Cuando la pequeña Rin habló de la posibilidad de los otros recuperar su vida, la mujer la miró – Sí hay una posibilidad de que así sea. Sin embargo, todo tiene un límite de tiempo. Si pasa demasiado tiempo desde que se volvieron piedra o su estatua se rompe por algún motivo, entonces la persona debajo de esa prisión morirá inevitablemente – y señaló hacia una casa cercana donde había una estatua que había perdido su cabeza -. Por eso y lo que antes mencioné es necesario ocultar este pueblo – y aunque su voz narraba una historia, miró a Rin con mayor severidad al escucharle decir que no era culpable.

- Independiente de lo que seas: humano, hada, bruja… Dañar a otros está mal. Tus morales dudosas son solo tu culpa, así como tu hermano por ser cómplice. ¿Cómo es que él sí sabía que estaba mal y tú no? No confundas la inocencia con la perversión – y dio dos pasos más -. Por eso cargas el toque de Medusa en tus manos. Para que aprendas que todo tiene consecuencias, y veo que ya has comenzado tu camino. Lo creas o no, eso me satisface. Tampoco creo que solo haya maldad en tu corazón, creo que la luz ha comenzado a encontrar su camino en ti – y se quedó mirando a Stella mientras esta miraba fijamente a Waltz. Waltz no fue indiferente a esa mirada y cuando se giró hacia Stella, lo que había en su mirada era temor, pero también una profunda y oscura tristeza. También se giró hacia la bruja otra vez con dificultad cuando esta habló de la ortiga.

La mujer alzó una ceja algo desconcertada ante la proclamación – Es extraño… No son los primeros que mencionan eso. Los últimos que lo hicieron juraron que era con motivos medicinales, y otros antes que esos porque querían reparar los daños que HIldyr hizo a las brujas. ¿Cuál es su motivo? Si me convencen, podrán pasar. Eso sí… Si me entero que mienten, compartirán el destino de las estatuas y no dejarán este pueblo. La barrera no los dejará salir y se volverán de piedra – tal vez por eso se veía tan calmada con la idea de dejar a la gente pasar.  

Asintió Annice. En verdad todo era aburrido si no había nadie allí. La chica negó con la cabeza – Sé que fueron a vigilar por posibles disturbios en la fiesta o sus alrededores, pero no sé dónde están – dijo preocupada -. Mientras tanto, ¿por qué no me ayudas a limpiar la taberna? Así el tiempo se pasará más rápido – y así lo hicieron.

Con la falta de clientela, la taberna se podía considerar prácticamente limpia. Solo era quitarle algo de polvo a las mesas, limpiar el suelo y organizar las servilletas. Algo que con calma lo pudieron hacer para dejar todo listo para el día siguiente.

Ya un poco entrada la noche, Karma llegó corriendo por la puerta en sus hermosas galas como siempre y luciendo elegante. Se detuvo en seco cuando te vio - ¿Oh? Así que nuestro bello durmiente decidió unirse a nosotros en esta celebración. Bueno, no hay mejor momento. Debemos encontrar a Fiorella – y te hizo una seña para que lo siguieras afuera de la taberna.

La chica a la cual Alain llamó “bruja” no dejó de sonreír y Ezio no dejó de mirarla, pero Dante sí reaccionó. Su mirada era de sorpresa y como si todo tuviera sentido en su mente, trató de decir algo, pero ya estaban lejos. El chico corrió en otra dirección.

Estaban solos los dos allí, a la luz de la luna que hacía brillar el vestido de Fiorella con la intensidad de la aurora boreal. La chica podía estar destrozada, pero el brillo de su vestido reflejaba la esperanza que había sido quebrantada en su corazón. En el abrazo pasaron mucho tiempo, tal vez horas o tal vez solo un par de minutos, pero todo lo que rodeaba esa noche era el silencio interrumpido por los sollozos de la chica.

Después escucharon unos pasos apresurados acercarse. Alzaron la mirada como reflejo y notaron que se trataba de Dante, quien tuvo que parar y apoyarse en sus rodillas para tomar aire y poder seguir corriendo hacia donde estaban - ¡Fiorella! – solo gritó una vez mientras seguía corriendo. Al alcanzarlos, cayó de rodillas por el cansancio. Con lo pálido que se veía, parecía haber estado corriendo un trayecto muy largo.

Stella no estaba prestando demasiado atención a lo que sucedía con las estatuas y cómo salvarlas. De hecho, prácticamente no había escuchado eso. Después de responder a la bruja, se encontraba mirando, sin quererlo realmente, a Waltz de nuevo de reojo, sorprendiéndose cuando vio que el chico correspondió a esa mirada con... ¿temor y tristeza? Avergonzada, bajó la mirada.

¿Rin? ¿Toque de Medusa? Eso era lo poco que le había quedado en la mente de lo que había dicho la bruja. ¿En verdad había hecho todo eso Rin? Oh, y la bruja hablaba así porque ella... Stella ya entendía un poco más todo. Aunque igual, de una u otra forma, su atención seguía dispersa. Se sentía muy aturdida por todo aquello en lo que apenas había caído en cuenta. ¿Había alguna razón por la que no se lo habían contado? ¿Por qué? Probablemente él lo sabía, y aun así...

Stella levantó la mirada cuando la bruja comenzó a hablar de nuevo, intentando centrarse. Sus manos apretaron con más fuerza el asa de la cesta que llevaba cuando la bruja mencionó a Hildyr, pero Stella hizo esto de lado, intentando centrarse para contestar. Dio un paso adelante, sin dudar.

—Yo... fui maldecida. Las condiciones para romper mi maldición son encontrar esa ortiga... o el amor verdadero. Y... —por un momento, Stella miró a Waltz, a Rin y a Hogward. Tomó la determinación necesaria y volvió a mirar a la bruja. Entonces, mientras la luz de la luna se reflejaba en su cabello...— soy una bruja. Si no puedo librarme de esta maldición, nunca podré usar mis poderes. Por favor, déjanos pasar —Stella hizo una reverencia a la bruja, cerrando los ojos con fuerza.

¿Que porque su hermano intuía que lo que hacían estaba mal y ella no? Bueno, su hermano siempre estaba leyendo, y ella nunca consideró a los seres mágicos como a iguales pues confiando en sus padres; duendes, brujas, hadas... Al igual que los animales eran para "consumo o uso de la gente", en esos momentos se daba cuenta de que lo que decían sus padres era atroz y desagradable, pero realmente nunca quiso dudar de ellos. Esa fue la razón por la que cuando vio en sus carnes una maldición se desesperó y actuó descerebradamente. No podía considerarse muy culpable, porque realmente nomás trataba de ser inocente, si no de que jamás nadie le dijo que sus padres nomtuvieran razón, y a ello se añadía la satisfacción de lograr lo que muchos tenían hacer y los altos por su buen trabajo.

Se podría decir que entre el convencimiento de que sus padres no le utilizarían de manera irresponsable y vivir embriagada de vítores que le aseguraban que era increible, no se trataba de sabernsi se hacía algo bueno o malo, se trataba de hacer su trabajo y volver satisfecha por su merecida recompensa.

- nunca conocí otra cosa - susurró rascándose la nuca, su arrepentimiento era parcial, pues estaba segura, quede tirar atrás el tiempo haría todo igual, a menos que se mantuvieran sus recuerdos y lo aprendido en esas últimas fechas.

Estuvo atenta y escuchó que la bruja decía que si mentían se transformarían en estatuas también y sonrió pensando un "lo sabía", no recordaba haber tocado a tanta gente, y seguramente parte de los presentes eran mentirosos en potencia condenados por esa "submaldición" que añadía esculturas a las presentes. Aunque ello no le libraba de culpa, no era una sonrisa exculpatoria, si no una de alivio al ver que su recuerdo no estaba muy equivocado.

Estaba oyendo lo que decían unos u otros y solo le sorprendió que Stella afirmara ser bruja, Rin creía que las hadas y brujas no podían ser maldecidas, y aunque sospechó que había algo extraño en ella, no imaginó que ese fuera el caso.

Se mantuvo en silencio, en espera de que la conversación concluyera (con suerte) en una buena dirección.

Réamann no se mostró preocupado al ver que Annice desconocía el paradero del resto, aunque por dentro esperaba que no se saliese de control tal y como sucedió en la fiesta donde se reencontró con Phoisa. Recordarla ensombreció su mirada, aunque asintió cuando la ojirojiza le pidió ayuda con la taberna. 

Terminaron bien, la calma estuvo a su favor. Se había decidido autorecompensarse bebiendo un poco de hidromiel, teniendo un vaso para él y otro por si Annice quería cuando vio a Karma y con lo que dijo, pareció que hizo una microexpresión de molestia cuando le llamó "bello durmiente".

-Dame un momento-se tomó de un solo trago aquella bebida que lo terminó por refrescar, aunque una que otra gota se filtró por las comisuras y se limpió con el dorso de su mano libre-. ¿Qué tal se siente usar vestidos?

Tomó un saco para ponérselo encima de sus ropas sencillas y se despidió de Annice con un movimiento de cabeza.

-No me cambiaré-dijo cuando llegó al lado de la pelirroja y esperaba a que le guiara. No preguntó por qué o a dónde debían ir por Fiorella, dando por sentado que la explicación llegaría cuando iniciaran su recorrido.

Fiorella con las mejillas llenas de lágrimas se separó un poco del hombro de Alain para girarse hacia su hermano. Por primera vez no estaba irritada o enfadada con él, sino simplemente triste y derrotada por aquella situación que no sabía como arreglar.

Se encogió de hombros - Era demasiado bonito para que saliese bien, Dante. No.... No es culpa tuya. Se que lo has intentando. Pero quizá deberías quedarte tu con Ezio y con la chica que ha elegido. No me necesitáis a mi. - 

No dijo nada. Quería decir mucho pero algo le decía que debía esperar a que la chica desahogara todas las lágrimas, dejar por fin salir el dolor y la frustración que tanto había retenido. Por eso siguió en silencio, acariciando su pelo en un gesto consolador. Hasta que una voz irrumpió en aquel lugar lleno de dolor.

Se separó un poco de Fiorella a regañadientes para posar su mirada en un agotado y arrepentido Dante. Incluso siendo como era que no acababan de llevarse bien, cabeceó un poco en señal de comprensión al ver su agotamiento y la preocupación que sentía por la muchacha. Probablemente no hubiera dicho nada, manteniéndose al margen, si no fuera porque las palabras de Fiorella fueron el detonante.

- Escúchame, Fiorella - le dijo, acabando de apartarse de ella para que hicieran contacto visual, no sin antes atajar con suavidad una de las lágrimas que caían por sus mejillas -. Esto no es una derrota. En todo caso, una retirada. Es evidente que esa mujer era una bruja que estaba ahí con todo el propósito de impedir que tú rompieras tu maldición. Me parece que Ezio es un daño colateral de tu maldición igual que Claire lo es de la mía. Parfait dijo que esta maldición os había afectado a los tres - esta vez, miró a Dante mientras hablaba -. ¿Cómo?

La etérea mujer miraba a Stella con atención mientras esta explicaba. Miró a sus amigos un momento al esperar su reacción, mas su expresión no cambió. Incluso ante las palabras de Rin, la mujer la miró sin expresar más enojo o algún otro sentimiento negativo. Solo la misma estoicidad y solemnidad en su porte que había manejado desde que se la toparon.

Ante la explicación de Stella, Elliot y Waltz no se mostraron realmente sorprendidos. Al menos en parte. Las condiciones para romper su maldición sí que le eran desconocidas a ambos. La mujer miró fijamente a stella, casi como si estuviera leyendo lo más profundo de su alma – Con que una bruja… La única persona capaz de maldecir a una bruja es la misma portadora del cristal Tenebrarum. En otras palabras, la mismísima Reina Hyldir. Aunque si ya sabes que eres una bruja, entonces supongo que esto ya lo sabes – y miró a los demás un momento -. Solo ha habido dos brujas maldecidas por ella: su mano derecha, quien llevó a que se ganara la guerra anterior y la reina fuera derrotada; y la hija de una bruja, quien se negó a servirle durante la guerra – y se volvió a Stella otra vez-. Eloise era una bruja talentosa. No te habría reconocido, pero la historia sobre la maldición que cayó sobre la hija de Eloise se conoce bien entre nuestra gente – y luego miró a los demás. Waltz miraba al suelo afligido, como si estuviera haciendo un enorme esfuerzo por no levantarle la voz a la mujer que tenían en frente.

- Muy bien, les dejaré pasar. Pero si me han mentido, ya no podrán dejar este pueblo – y se hizo a un lado para dejarlos pasar con una señal de su mano.

La expresión de Karma era sonriente. Incluso cuando mencionaste que lo esperaras un poco, lo único que hizo fue batir su rojizo cabello. En realidad parecía resplandecer a la luz de los faroles. Miss Karma era seguramente la envidia de cualquier mujer en el pueblo, y de hecho habías escuchando muchos rumores al respecto.

El comentario del vestido se lo tomó con la misma gracia que todo lo demás - ¿Qué puedo decirte? Es liberador y elegante. Además, lo mejor de todo es que me queda a la perfección. ¿Por qué? ¿Planeas usar uno? Puedo ayudarte a escogerlo. Incluso puedo ayudarte con el maquillaje y tu cabello. Es posible que me hagas competencia – y hablaba con una voz realmente femenina y delicada. Karma subió los hombros algo desinterasada y salió corriendo junto a ti.

Para correr en tacones, era muy veloz. Además que parecía esquivar las multitudes con bastante destreza – Algo salió mal. Parece que otra chica fue elegida y Fiorella escapó. El problema es que esa chica parece ser una bruja y se llevó a su hermano. Debemos hallarla para que nos ayude a detenerla. Lo creas o no, la chica sabe usar la espada – y siguió su camino -. Si llegas a cansarte, solo dilo -.

La plaza del pueblo estaba vacía, pero parecían dirigirse a las afueras de la ciudad. No muy lejos de allí se toparon con Jurien y Garlan, quienes corrían en dirección opuesta.

Dante aún luchaba por recuperar el aliento, pero cuando Fiorella le dijo que se fuera a casa con esa chica y Ezio, el pelirrojo se puso a la par de su cabello de la ira. Parecía listo para decirle varias cosas a Fiorella, pero se interrumpió cuando Alain habló. Se calmó con rapidez sorprendido por las palabras del pelinegro.

- Bueno... Ezio no fue afectado directamente. Yo sí, pero - y se ahogó empezando a toser con violencia. Mientras más se resistía a decir algo, más parecía batallar por respirar. Cayó de rodillas en el suelo sujetándose el cuello con una mano. Después de un rato, logró calmarse y ponerse de pie. Subió los hombros con señal de resignación en una señal de "Esto es lo que pasa". Poco después retomó - Ezio no la recuerda. Yo sí por... - y tosió - haber visto más de lo debido - y volvió a toser.

Recuperó el aliento y dijo - Esa mujer se lo llevó -.

Después de la reverencia, Stella se le quedó mirando a la bruja con todo el coraje que había podido reunir para decirle algo así. Decir que ser el centro de atención en esos momentos no la ponía nerviosa sería mentira, así como también decir que la introspectiva mirada de la bruja no la hacía sentir profundamente incómoda. Pero se sobrepuso a eso, apretando con más fuerza el asa de la cesta.

Cuando la bruja comenzó a hablar, Stella se puso más nerviosa. Ante la mención de la reina Hyldir, no pudo evitar bajar la mirada por un momento, recordando a Waltz. ¿Había otra bruja que había sido maldecida como ella? Eso le dio curiosidad. ¿Quién era? Pero eso tan solo ocupó su mente durante unos instantes. Ante la mención del nombre de su madre, subió su mirada de inmediato, sintiendo su corazón acelerarse. ¿Esa historia era famosa entre las brujas? Sintió su corazón encogerse un poco, sin saber muy bien por qué.

En el momento en que la bruja terminó de hablar, casi por impulsividad, dio un paso adelante... pero se detuvo. Miró por un momento a Rin.

—¿Vamos? —después de decirle eso, sin mirar a nadie más, volvió su mirada al frente y tomó una gran bocanada de aire, avanzando con paso firme— Muchas gracias —dijo a la bruja. No sabía por qué, pero la mujer no le caía mal.

Rin asintió a Stella, dio un saltito adelante mirando a Selene, era más bonita de lo que recordaba, y sin duda sabía que era una diferencia de verla aterrada o con calma... Con el poco tiempo que llevaba con todos ellos, había aprendido que nada daba tanto miedo si lo mirabas con calma. Tenía ganas de conocer mejor el mundo, sonreía pensando que su mundo pese a haberse expandido un poco, era como el de la rana en el pozo, solo había visto una mínima parte del cielo sin darse cuenta de que este seguía más allá de los bordes de piedra.

En cuanto empezó a ahogarse, dio un paso en su dirección, alzando una de las manos que al final terminó por caer sobre uno de sus costados, incapaz de hacer algo para ayudar lo que a todas luces era fruto de la maldición. Sólo cuando se hubo calmado suficiente el ataque de tos que le impedía hablar de ello, Alain volvió a tomar la palabra.

- Sea como sea, que una bruja se haya inmiscuido demuestra que has estado muy cerca de romper la maldición. Creo que ha sido un buen intento pero quizás anunciarlo tanto no haya sido la mejor idea si hay alguien tratando de impedir que la rompas - y era obvio que así era, pues si no fuera el caso, el efecto sobre Dante no sería que podía recordarlo pero no hablar sobre ello -. Tenemos que pensar en la manera de que esa bruja baje la guardia y conseguir acercarnos a Ezio sin que nadie se entere. Y quitarle el brazalete a la bruja. Creo que tendrías que regresar a casa y no quitarle el ojo de encima, Dante, ya que lo peor que podría pasar es que desapareciera con el brazalete. Aunque dudo que eso sea un peligro inmediato, estaba claro que quería verte sufrir, Fiorella...