Partida Rol por web

La sonrisa de Elliot la había tranquilizado, pero lo que dijo después la asustó de verdad. Aunque creía conocer su maldición bastante bien por haber vivido con ella... desde siempre, siempre había algo nuevo que llegaba y la sorprendía con respecto a ella. Saber que su maldición en sí estaba ideada para ser casi irrompible... era algo muy cruel. Una maldición normal ya era bastante difícil de romper. ¿Por qué complicarlo más? ¿Tanto llegó a odiar Hildyr a su madre solo por algo... así? Con la mirada algo triste, siguió a Elliot.

Le tomó un rato detectar los murmullos que habían en el lugar. Le tomó mucho más caer en cuenta de que en verdad no eran los únicos en ese lugar. En ese momento, las palabras de Elliot tomaron mucho más sentido. El corazón de Stella se aceleró, y instintivamente la chica alzó la mirada. ¿Qué pasaría si aquellos que habían llegado antes arrancaban la ortiga? Por un momento quiso adelantarse para correr y buscarla... pero eso era poco razonable, por lo que ni siquiera lo llevó a cabo. Sin poder tener muchas más cosas en mente, se dedicó a preocuparse en vano, sin ganas de apreciar el deprimente estado del cementerio.

Cuando Hogward se tropezó y rompió aquella estatua, Stella se asustó, claro. A ella también le dio escalofríos ver eso. Sin embargo, al volver su mirada hacia el frente, guiada por la sorpresa y el dedo de Hogward, Stella soltó la cesta que tomaba con tanta fuerza.

—Conall... —por un momento, los ojos azules de la chica, casi temblando, se quedaron mirando fijamente aquellos hermosos ojos, mucho más que los de Stella, que miraban hacia dirección del grupo— ¡Conall, estúpido! —el grito de Stella resonó por todo el silencioso lugar— ¿¡En dónde te habías metido!? ¿¡Desde cuándo corres tan rápido!? —a paso firme, y... muy enfadada, Stella empezó a caminar hacia ese chico— ¡Eres de verdad un estúpido!

Habría querido comentar algunas cosas con Parfait antes de seguir avanzando. Sentía que no toda la información había sido compartida pero también confiaba en el hada, y no les sobraba el tiempo. Tenían que llegar a Ezio lo antes posible y liberarlo del encantamiento antes de enfrentarse a la bruja. Se sentía extraña volviendo a aquella casa, pensó que lo haría cuando la maldición se levantase pero... las cosas nunca salen como una quiere. Se giró preocupada hacia su hermano cuando tosió, tenía muchas preguntas que hacerle pero sabia que sólo se encontraría en una situación comprometida.

Le preocupaba verse obligada a enfrentarse a los sirvientes, con los que había trabajado codo con codo esos años. Aunque esperaba que fuese suficiente con noquearlos, si podía evitar un enfrentamiento sería mejor pero... ¿En verdad podía elegir? Mientras pensaba todo llegaron aquel patio trasero y observó la verja. - Dante, ¿Puedes subir tu primero y nos ayudas a los demás? - Le preguntó a su hermano mientras miraba a su alrededor, atenta por si aparecía alguien no esperado. 

Réamann, aún sin alcanzar una respiración tranquila, asintió ante la respuesta de Alain sin sorprenderse ante esa posibilidad como si aquello fuese relativamente familiar. ¿Sería por experiencia, tal vez? Aunque cuando Parfait le advirtió sobre su participación le asintió, pero por un momento parecía que sus ojos se oscurecieron por un breve momento, aunque también pudo ser por alguna sombra al moverse para acomodar su postura y seguir relajándose. 

Procedió a guardar silencio comprendiendo los distintos tipos de hipnosis, aunque no pareció verse desolado ni nada por el estilo, mirando a Fiorella por un momento mientras decía con los labios "voluntad". No sería la solución, pero era mejor tener algo a lo cual aferrarse que rendirse porque al fin y al cabo, una manipulación se rompe cuando se dan cuenta de ello, aterrizan los pies sobre la tierra o un golpe en la cabeza. Tenían opciones.

Escuchó la descripción de la casa y el acomodo de las habitaciones, llevándose un mentón a la mano mientras analizaba la información y luego de unos segundos, habló.

-¿La barrera sólo avisará que entramos y no a dónde vamos, verdad?-desvió su vista a la casa, como si quisiera escudriñarla-. Si es así... ¿Qué les parece que algunos trepen a la habitación del piano y lo toquen? Evidentemente sabrán que es una trampa, pero se pueden encerrar a parte de la servidumbre ahí. Se alertará a la bruja, pero si tenemos gente arriba y abajo, podemos liberar el camino rápido para llegar a ella sin tantas peleas o al menos no con tantos "enemigos"-aún meditaba, volviendo su atención a los demás-. Parfait... ¿existe algún hechizo que nos permita alertarnos entre nosotros? Si es así... incluso otra persona puede ir a la habitación de Ezio, por fuera, y distraer arrojando piedras o lo que sea.

No se veía cerrado a la posibilidad de otros planes, pero ir así sin más.... era complicado.

Se quedó en silencio, escuchando las palabras de todos, tratando de exprimirse al máximo el cerebro para que algo de aquello tuviera sentido. Odiaba trazar planes a contrarreloj. Alain era de la opinión que cualquier estrategia trazada con maestría debía, aunque se ejecutara de forma rápida, debía dejarse germinar para que cuando el contrincante se diera cuenta, ya estuviera enredado en la trama.

Y, sin embargo, ahí estaban, mirando una valla que automáticamente los delataría como invasores y haría que se enfrentaran contra un ejército de criados inocentes.

- No lo veo - acabó por decir, sin poder remediarlo -. Entrar por la entrada de servicio será lo evidente. Tocar el piano...¿alguno de vosotros caería de verdad en esa treta? ¿En que alguien se pusiera a tocar el piano en plena invasión? - sabía que estaban desesperados. Pero aquello seguía sin tener sentido -. Deberíamos separarnos en dos grupos para tener más posibilidades - se quedó un momento callado antes de decir -. Si de mí depende...entraríamos casi todos por aquí, armaríamos un jaleo enorme y luego...Dante y Fiorella por la puerta de entrada. Al fin y al cabo, seguro que tienes la llave - dijo, mirando a Dante. Si tenía que opinar, la entrada sería el lugar menos defendido porque también era el más obvio. Además, estaban partiendo de la premisa de que no dejarían entrar a Dante y aquello no era necesariamente así -. Y siempre podemos entrar 3 de golpe por la cocina y los otros a modo de goteo para que cuando entren Dante y Fiorella alguien más esté entrando a su vez por aquí. Y si realmente no saben el punto en el que la barrera es cruzada... - se encogió de hombros. Si entraban dos a la vez y veían a gente entrar por la cocina, darían por supuesto que era por allí.

No era que se fuera a lanzar a lo loco sobre lo primero que se moviera, por lo que no vio mucho sentido al gesto de Salta, aunque sí que saltaría a golpear si alguien les suponía una amenaza. Más cuando alguien parecía acercarse, alguien conocido por Stella, y aunque ello no afectó a los nervios de Rin, si lo hizo el fruto de Stella (por un claro motivo).

Rin se apresuró a tomar el cable de alambre del interior de Eses y buscó cubrirse ligeramente con el ambiente. Si eran tres grupos y Stella gritaba a uno,... Quedaba otro, quizás enemigo. Miró a Waltz dándole a entender que solo era por precaución, escondiéndose no muy lejos de su mirada. Acurrucada entre losas de piedra para tener en caso de necesitarlo un atacante sorpresa.

El grupo no parecía haberlos notado aún, así que a pesar de la caída de Hogward, todo seguiría bien. Estaban escondidos y tendrían tiempo de idear un plan. Claro que eso era hasta que Stella decidió romper con esa seguridad temporal. Cuando la chica empezó a gritar como una loca, tanto Elliot como Waltz se miraron perplejos. ¿Por qué hacía eso? Trataron de atajarla, pero la chica salió sin miramiento alguno hacia la comitiva.

El grupo se giró hacia Stella sorprendido, pero a quien ella llamaba parecía estar muy débil para girarse. Le tomó más tiempo girarse. Cuando lo hizo, notaron que llevaba grilletes en sus manos. Los que se encontraban en ese lugar estaban listos para saltar al ataque. Apenas vieron a la chica, uno de ellos sacó una espada, otro en cambio extendió una mano mientras lo que parecía un círculo mágico como esos que han visto conjurar a Parfait o incluso a Elliot en el pasado. Poco después, Elliot extiende su mano y su magia rodea a la chica. Lo siguiente que se ve es un rayo que sale hacia Stella, mientras que lo que se escuchó era el mismo sonido de cuando dispararon a la puerta: el vidrio rompiéndose.

Raudo y veloz, Waltz llegó con Stella, la haló del brazo y arrojó una esfera que parecía estar hecha de caucho con fuerza al suelo. Apenas chocó, una nube de humo que cubrió ambos grupos. Waltz haló a Stella para ubicarla en otra parte, mientras que Elliot guió a Hogward y a Rin por un lugar para volver a ocultarse. Se adentraron un poco más al cementerio y, sorprendentemente, el brillo era más intenso en donde estaban.

Con algo de molestia, Waltz miró a Stella - ¿Por qué hiciste eso? - con el ceño levemente fruncido, aunque no subió en ningún momento. Rin y Hogward pudieron notar que aquel grupo empezaba a acercarse de nuevo a su posición, ya que ahora estaban aún más cerca de su objetivo. A unos cuatro metros, estaba la fuente de aquel majestuoso brillo.

Fiorella le pidió a Dante que trepara la reja, por lo cual el pelirrojo la miró incrédula - ¿Hablas en serio? - fue lo único que dijo mientras los demás parecían discutirlo. El pelirrojo solo miraba la reja una y otra vez, tal vez pensando en cómo hacerlo. Él podía tener muchos talentos, pero ese no parecía ser uno de ellos; o al menos era la impresión que daba la expresión que ponía.

El hada miró a Réamann - Para poder tener gente arriba y abajo, tendríamos que pasar primero. No existe tal magia, pero podemos usar la idea de Alain y contar el tiempo para todos entrar a la vez. Ese tipo de barreras no indica exactamente por dónde fue atravesada la barrera, pero sí que alerta a la bruja de la entrada de instrusos. Ya para localizarnos usará a la servidumbre. Y si la servidumbre es tan numerosa como la recuerdo, todos los accesos estarán rodeados. Debemos contar con que cualquier entrada es un riesgo - dijo Parfait mientras mira a Dante, quien seguía mirando la reja preocupado.

El pelirrojo reaccionó cuando Alain dijo que tenía una llave, por lo cual asintió - Pero si es cierto, tendremos que derribar a los sirvientes sí o sí. Esa bruja querrá cansarnos o algo así. No sabemos si tendrá ayuda de otra bruja y... La única persona con magia aquí es Lady Parfait -.

Parfait sonrió y les entregó a cada uno una bolsita de cuero amarrada con una cinta de color rojo. Si tocaban el interior podrían sentir tres esferas que parecían hechas de caucho - Esas son bombas de humo. Úsenlas solo si son necesarias. ¿Cómo nos dividiremos entonces? - para ser lo que podría considerarse una operación suicida, Parfait se veía muy feliz.

Rin siempre alerta saxóunos clavos y más hilo de alambre de su bolso clavando y preparando a toda prisa algunos en los lugar cercanos más inmediatos.

- no los frenará mucho, pero se llevarán un susto e irán más lentos por precaución... Suponiendo que ese tipo es tu amigo... Mientras coges la ortiga; ¿Quien me ayuda a salvar al prisionero? Cuando choquen con los alambres dispondremos de un segundo para actuar.

Un poco de acción, por qué negarlo, Rin era de actuar y si una persona busca una ortiga tan rara llevando a alguien esposado no podían ser buena gente... ¿Quizás algunos antiguos compañeros de gremio de cazadores?

El mayor problema sería que el tipo apresado hiciera su mejor esfuerzo por ganar su libertad de nuevo. Por lo que bordearía junto a quien le ayudara los cables y si lograban noquear a los carceleros ganarían mucho tiempo para cualquier cosa que necesitarán hacer.

Stella, a paso firme y con los puños apretados, caminaba con seguridad hacia aquel grupo desconocido. ¿Por qué? Porque Stella no pensaba mucho las cosas. En tales circunstancias, lo que cualquiera habría hecho sería planear algo, crear una estrategia... Pero Stella no era así. Por eso es que la veían con tanto desinterés caminando hacia el grupo en donde estaba aquel chico al que había llamado "Conall", echando humo. Aunque claro, no tardaría mucho en darse cuenta de lo que en verdad pasaba.

—¡Conall! Te estoy hablan... —fue en ese momento cuando el chico se giró. Los grilletes brillaron ante la débil luz nocturna; Stella abrió los ojos— ¿Conall? —el grupo se volteó sin verse muy... amigable. Antes de darse cuenta, se vio cubierta por un hechizo de Elliot... y atacada por otro. La chica dio un respingo y cerró los ojos al escuchar el sonido de vidrio rompiéndose, con la adrenalina comenzando a subir. Muy poco tiempo para procesar el cambio de ambiente— ¡Conall! —fue lo que alcanzó a gritar, sin querer perder de vista a su hermano.

En la siguiente secuencia, perdió de vista a su hermano y al otro grupo, viéndose arrastrada por Waltz a un lugar más cubierto. Stella mentiría si dijese que no le sorprendió eso. En otras circunstancias le hubiese agradecido, pero no en esos momentos. Ver la molestia del brujo, y su pregunta, hizo que algo hirviera dentro de la chica, quien le quitó el brazo con brusquedad, endureciendo la expresión también.

—¿Acaso te importa en verdad? No te hagas el preocupado conmigo ahora —se podía notar la molestia en la voz de Stella. Le hablaba al chico de forma muy hostil. Lo miró por un momento más con una llama maliciosa en la mirada, pero prefirió no decir nada más, dándole la espalda y mirando a Rin.

Ver a la pequeña dispuesta a liberar a su hermano hizo sentir a Stella un poco de alivio.

—Gracias por todo, Rin —y rápidamente miró a Elliot, ignorando deliberadamente a Waltz—. Y a ti también. Me salvaste.

Sin perder más el tiempo, pero aún preocupada por Conall, Stella observó el brillo. Su corazón se aceleró mucho más. Estaba muy cerca. Sin embargo, su hermano era prisionero. ¿Había algo que pudiera hacer para ayudarlo?

Réamann pareció completamente desinteresado con lo que dijo Alain, aunque sí lo veía cuando expresó no estar muy convencido con su idea. Por un momento, mientras desviaba su mirada a la casa, pareció verse que sonreía fugazmente; pero tal gesto se desvaneció en un parpadeo como si hubiese sido una ilusión o imaginación de quienes lo hayan visto, si es que alguno lo vio mientas él escudriñaba la residencia.

Solo volteó cuando Parfait habló, recibiendo aquella bolsita sabiendo que tendrían tres oportunidades para usarlas. En un momento dado, suspiró y miró a los demás presentes.

-Parfait y Fiorella deben estar juntas, los demás debemos dividirnos o acompañarlas con uno o dos basándonos en lo que podemos hacer y lo que no para garantizar que ellas dos lleguen con la bruja. Podemos hacer dos grupos de 3 y 4 o tres grupos, dos de dos y uno de 3, donde el tercero sea quien acompañe a Parfait y Fiorella-Réamann continuaba bastante frío, como si no se preocupara por lo que fuera a pasar a continuación-. Yo puedo combatir con la espada, pero solo por por un corto periodo y dudo poder hacerlo más de dos veces, así que sería el apoyo de alguien más como Karma, Garlan o Jurien. ¿Alguna sugerencia?

Miró principalmente a Alain y a Dante, pues no sabía qué tanto eran esos dos capaces de hacer en una situación así.

- Estoy de acuerdo. La ayuda de Parfait me vendrá bien para poder enfrentarme al embrujo que tenga atrapado a Ezio, si alguien puede hacerle entrar en razón soy yo, o eso quiero creer. - Dice antes de lanzar un suspiro dubitativo, era una situación complicada pero no era el momento de dudar, así que se armó de valor, cuadrándose de nuevo.

- Yo se algo de esgrima, no soy una experta pero Ezio y Dante me enseñaron, creo que podría mantener cierto nivel en un combate aunque reconozco que estoy algo desentrenada. Pero... no nos sobran efectivos. El mayor problema que veo es que no tengo espada. - Apuntó, y efectivamente, iba aún con su vestido elegante, sin una espada o una funda para llevarla. 

- En cualquier caso... Creo que no podemos jugárnosla cuando es necesario que alcancemos a la bruja, pero tampoco quiero dejar a Réamman desprotegido, así que... que uno venga con nosotras y otro se vaya con él. - No quería despreciar la ayuda de Alain o Dante, cada uno había aportado cosas importantes para ella y había sido clave en esta misión, así que creyó oportuno que sería mejor que ellos tomasen la decisión.

La reacción de Stella tomó al pelinegro por sorpresa, quien la soltó con rostro triste. Poco después se decidió y le dijo con un tono más tranquilo, mas una mirada severa – No puedes pretender juzgar un libro por su portada. No lo olvides – y se apartó de la chica, dispuesto a seguir vigilando el recorrido de quienes iban tras el grupo.

Elliot miró a Waltz con cierta tristeza, pero no dijo nada. No era algo que él debiera resolver, así que se mantuvo al margen. Elliot miró a Stella – Yo te cubriré mientras tomes la ortiga. Es posible que no seamos los únicos en el área, ¿está bien? – y miró a Hogward que asintió tras suspirar. Era mucho trabajo pero, alguien debía hacerlo. Era curioso que fueran más los niños que los mayores allí, y que justo los niños serían quienes tomarían la parte más peligrosa.

Waltz miró a Rin – Yo iré contigo. Tengo otras bombas de humo y de luz. Además de unos somníferos, pero nos veremos en la tarea de huir antes que el humo nos alcance. Sacar al hermano de Stella no será fácil. Las esposas que lo tienen atados no son esposas normales. Son esposas para brujas – y miró a la pelinegra, aunque bajó la mirada -. Ahora -, y le entregó una bolsa de tela roja y otra de tela azul – las azules son las somníferas, las rojas son de luz. Si están en el rango del humo de las somníferas, se verán afectados si aspiran el humo. Para las de luz, deben cerrar los ojos y correr – y sin esperar respuesta de la chica, sin darle chance a rechazar su ofrenda, fue con Rin a ayudarle a montar la trampa.

Conall, el prisionero, estaba de último. Parecía estar vigilado todo el tiempo por uno de los sujetos, mientras otros tres se adelantaban. No tenían mucho tiempo, pero si lo aprovechaban, sería suficiente. Mientras tanto, un segundo grupo se acercaba a la tumba donde estaba la ortiga. Eran tres brujas, esa certeza tenía Stella. Dependía del trabajo conjunto ahora.

Teniendo en cuenta las circunstancias, Garlan y Jurien se miraron, contemplando las posibilidades. Dante a su vez miró a Alain y le dijo con rostro serio – Te la encargo – mientras miró a Réamann -. Si nos encargaremos de abrir paso entre los sirvientes, lo mejor es que yo me quede con Réamann. Después de todo, ella debe ser un desastre con la espada actualmente – y miró a Fiorella con un rostro autosuficiente -. Por mi parte, soy bastante bueno con la espada. Tal vez la más indicada para acompañarlas sea Jurien. De seguro no la tomarán en serio por ser una chica. Y de seguro subestimarán a Karma también – y aunque Jurien pudo haberse ofendido, miró al pelirrojo y asintió. De hecho hasta le sonrió.

Al escuchar la preocupación de Fiorella por no tener una espada, Parfait le sonrió – Eso no es problema – dijo tranquilamente mientras invocaba un pequeño círculo mágico que materializó poco después una hermosa y brillante espada que levitaba encima de su mano. Parfait la tomó con las dos manos, funda incluida y se la tendió a la chica -. Considérala un regalo de mi parte. Es tuya a partir de ahora, sin importar si te quedas en The Marchen o te vas – respondió con una amable sonrisa.

- ¿Están todos de acuerdo con la propuesta de Dante? – y los miró a los tres. Garlan, Jurien y Karma parecían conformes, así que solo restaba su opinión.

Una telaraña de alambre se iba preparando de lado a lado en espera de que le diera tiempo suficiente para sorprender y enmarañar a quienes habían capturado al... ¿Hermano de Stella? Creía haber oído eso, aunque no era el dato más esperado del mundo para Rin, se dio cuenta de que no sabía nada de ninguna persona del Matchen.

Waltz por su parte tuvo la sorprendente idea de añadir una bomba somnífera en el centro de los hilos, de modo que cayera al moverse el alambre, aunque también dejó claro el contra de hacer esa jugada, sacar a Conall del rango antes de que cayera al suelo con sus captores. Ambos debían estar muy atentos y correr un instante antes de que rozaran la trampa, el peso de Conall no sería "sencillo de transportar" si se desmayaba.

Dicen que el instinto te puede llevar a actuar mal durante los 20 segundos después de un ataque sorpresa, por lo que ese sería su límite de acción, contener la respiración veinte segundos mientras arrastrabamos lejos del alcance somnífero a quien debíamos rescatar,...

Puntos a tener en cuenta:

Esposas y cadena; debían golpear la mano de quién tuviera la cadena.
Tapar la boca de Conall; Rin ya se había puesto un pañuelo a modo de bandido, para evitar un poco el somnífero en caso de no lograr aguantar la respiración en pleno jaleo, Waltz por su parte... Parecía incluso quedarle bien, como si se uniera a un juego de niños, Rin rió un poco y a Waltz no parecía hacerle mucha gracia darse cuenta del origen del chiste.
Reunirse con sus compañeros; bordear los alambres con un Conall debilitado, esperando que sus captores (y solo ellos) cayeran al suelo.

Esperaron pacientemente la llegada de aquellos tipos, y en el instante de tocar el alambre... Waltz saltó un instante antes que Rin,... El resto prácticamente pasaba a cámara lenta para los implicados, mientras Waltz golpeaba la mano que sujetaba la cadena, Rin saltaba sobre la espalda de Conall poniéndole una mordaza. "Clinc"la granada somnífera golpeaba el suelo y ambos tomaban su última bocanada. Conall al principio tampoco se movía, seguramente asustado, hasta que Rin le susurró "corre atrás o te mato maldito brujo", bastó esa amenaza para que diera unos pasos atrás y solo entonces Rin saltó a un lado tirando de él junto a un Waltz que se unía a la tarea.

Conall parecía agotado, peronunos tirones le hacían avanzar - no te preocupes lo que he dicho antes era solo para hacerte caminar y distanciarte de tus captores, vamos con tu hermana, intenta saca fuerzas...

Lo que le dijo Waltz la había molestado, pero Stella no le dijo nada. No estaba juzgando un libro por su portada. Las razones de su enojo eran otras muy diferentes. Por lo mismo, ni siquiera lo miró. La chica en verdad se había molestado mucho con Waltz, ¿pero por qué?

Asintió a lo dicho por Elliot con más buena gana, sintiendo la adrenalina recorrer todo su cuerpo. Estaba muy nerviosa, pero era el momento que había estado esperando. Esto podía abrirle nuevas posibilidades que antes creía imposibles. Tal vez pueda seguir haciendo lo que mamá hacía. Eso la llenó de determinación. Sin embargo, esa determinación se vio entrecortada por Waltz de nuevo. Le dio un par de bolsas y le dijo qué tenían cada una. Stella lo estaba mirando de forma realmente severa. La chica aceptó las bolsas, pero no le dijo nada a Waltz. ¿No estaba siendo demasiado dura?

Sin embargo, no era el momento de seguir con ello.

La chica le dio ambas bolsas a Hogward. Después de eso, se quitó el calzado. Sentía que le estorbaría. 

El otro grupo, un grupo de brujas, se acercaba a la ortiga. Stella entrecerró los ojos. Después de recibir la señal por parte de Elliot, la cual fue un hechizo que iluminó por unos segundos aquella área por donde corrían las brujas, Stella salió corriendo a toda velocidad hacia la ortiga.

Apenas pasó el hechizo de Elliot que había cegado a las brujas durante un instante, estas no tardaron en detectar a la otra bruja que también se dirigía a la tumba. Un par de ellas, aún moviéndose, lanzaron ataques destructivos a la pelinegra. Uno destruyó una lápida cerca de Stella, el otro una parte del suelo. La pelinegra cerró los ojos por un momento al escuchar los estruendos; ese error la hizo tropezar.

Con un gemido, la chica chilló por un momento. Parte de su brazo derecho estaba rasguñado, y su codo estaba sangrando un poco.

La tercera bruja, aquella que se había quedado atrás buscando una posición ventajosa para atacar, vio la oportunidad perfecta para atacar a Stella, cosa que hizo. Invocando un círculo mágico, una gran llamarada de fuego salió disparada hacia Stella. Al mismo tiempo, un rayo lo hizo.

Las violentas llamas no consiguieron tocar a la chica. Una cúpula invisible la estaba cubriendo. Más atrás se podría ver que quien estaba conjurando ese poder era Elliot. El sonido de vidrio rompiéndose se escuchó poco después de que la llamarada desapareciese.

Las brujas que corrían hacia la tumba, ya mucho más cerca, se pusieron a cubierto al notar que había alguien más usando magia que no era Stella. Y apenas lo localizaron, lanzaron sus ataques hacia Elliot. Ninguno de ellos impactó sobre el hada, pero si seguían atacándolo, alguno acertarían. Lo que no se esperaban las brujas es que un peliblanco, aunque de mala gana, lanzase una bomba hacia donde ellas estaban. Una pequeña explosión de humo apareció, mientras las brujas sorprendidas, salían de cubierto, tosiendo y tapándose la boca con una mano. Una extendió su mano hacia el peliblanco recién detectado, la otra lo hizo hacia Elliot. Sin embargo, antes de que pudiesen atacar de nuevo, cayeron con un golpe seco sobre el suelo, completamente dormidas.

Dos menos, quedaba una.

Durante todo ese tiempo, Stella había conseguido levantarse. Se veía que lo de su brazo derecho era más que un rasguño. Su brazo le dolía, pero no era nada que no pudiese aguantar. Por lo mismo, al ver que las dos brujas más cercanas a la tumba caían dormidas, salió corriendo de nuevo.

La bruja que quedaba en pie, al notar que estaba por perder la ortiga, también comenzó a correr. Hogward aprovechó para intentar lanzarle una bomba cegadora. Sin embargo, la bruja, quien ya lo había detectado, se le adelantó, lanzándole un hechizo. Eso hizo que Hogward fallase por mucho.

Un poco más.

La ortiga estaba allí. Stella ya podía verla. No faltaba demasiado. Estaba enfocada en llegar en ella, jadeando ya. La otra bruja también corría, aunque estaba claro que a ese paso Stella llegaría primero. La bruja levantó de nuevo la mano, esta vez apuntando a la pelinegra... y lanzó otro hechizo.

Solo un poco más.

Le parecía sorprendente que Parfait luciera feliz y tranquila mientras les proporcionaba bombas de humo como si todos estuvieran acostumbrados a las misiones de asalto. Sopesó la suya con una mano, aunque se abstuvo de hacer comentarios. Atrás había quedado el Alain que de antemano se intentaba escapar de esas situaciones que ponían en riesgo su vida, pues ahora comprendía el objetivo. Pero eso no hacía que, igualmente, le pareciera que se trataba de una insensatez tamaño elefante, por más ineludible que fuera.

Además, la cosa parecía estarse precipitando por momentos, pues cuando hablaban de espadas todo se complicaba. Por un momento se quedó en silencio, recordando la sangre que había manchado su daga, deseando encontrar una opción que no implicara el derramamiento de sangre. Pero, si la había, no fue capaz de llegar a ella.

Negó suavemente con la cabeza antes de desenfundar su propia espada, tenso, intercambiando una mirada con Dante quien ponía la seguridad de Fiorella en sus manos. Afianzó la mano que sujetaba su espada, asintiendo a las últimas palabras del hada.

- No vale la pena esperar más - dijo en voz alta -. Nos veremos arriba. Tened cuidado.

-  Es la hora. - Fiorella dedicó una mirada a su hermano cuando afirmó que se quedaría atrás dándoles tiempo para llegar hasta Ezio. Las manos le temblaban porque había demasiadas cosas que estaban en juego. Avanzó hacia su hermano con grandes zancadas antes de envolverle en un abrazo. Había muchas cosas de las que no habían hablado, de las que la maldición no les había dejado hablar, pero aún así habían sido capaces de hacer las paces y se alegraba de que pasase lo que pasase, hubiesen superado la barrera. Cuando se separa de Dante le hace pat-pat en la cabeza. - Ten cuidado. - Es lo único que le sale, aunque con una sonrisa dulce y brillante.

Tras eso se separó de él y asintió recibiendo las bombas de humor aunque no sabía donde iba a guardarlas hasta que Parfait le entregó una espada con su funda y su cinturón, fue entonces donde se ató la bolsa para poder transportarlas justo después de ajustársela con los ojos brillantes. Cuando estuvo lista le dedicó una amplia sonrisa a la hada. - Gracias. Le daré buen uso, la usaré para ayudar a los demás como vosotros habéis hecho conmigo. -

Por último asintió ante la pregunta. - Si, estoy de acuerdo. Vamos.. Ezio nos espera. -