Partida Rol por web

El dependiente miraba a Robert cada vez peor.

- Ya entiendo. Hay muchas tiendas cerradas, y si no voy con cuidado, la mía podría ser la próxima, ¿no? Y vosotros podéis protegerme para que no me pase nada, ¿verdad?- dijo, con un tono de voz cada vez más cercano a la ira.

- Estoy harto de vosotros, basura Falzoni. ¡Largo de mi tienda, o te patearé el culo!- dijo, dejando el libro sobre el mostrador y poniéndose en pie. Robert no podía dar crédito, no entendía para nada cómo diablos habían llegado a aquel malentendido.

La explosiva respuesta del joven le pilló tan por sorpresa que Robert estuvo a punto de dejar caer una deleznable botella de whisky 11Wells Rye. Algo que, por otro lado, tampoco sería una gran pérdida más allá del leve desembolso económico que supondría para el bolsillo del bibliotecario.

—Uo, uo, uo —respondió, alzando las manos como si le estuviera apuntando con una escopeta. Al menos me acaba de confirmar lo que sospechaba. ¡Y tenemos un apellido! Falzoni. ¿Mafia italiana? —. Creo que aquí hay algún tipo de error. Te prometo que soy inofensivo. ¿Tengo aspecto de ir intimidando a la gente por ahí?

Su voz sonaba dubitativa, algo que si hubiera sido a propósito reafirmaría sus capacidades interpretativas. Pero Robert no era un hombre de acción y no sabía bien cómo afrontar la situación como lo harían Elisabeth o Samantha. Él era el tipo de los libros—. ¿Por eso está todo tan abandonado? ¿Hay matones que os están coaccionando? ¿Por eso lo de... la tienda de enfrente? —bajó los brazos lentamente para no asustarle. Aunque seguramente Robert estaría más asustado que el muchacho.

El tipo no parecía convencido, así que decidió demostrarle que era inofensivo.

—Mira, ¿ves este libro? Es un regalo para mi hija —deslizó las páginas suavemente, mostrando los textos, las bellas ilustraciones y el desgaste del lomo repujado en cuero—. Le encantan los cuentos, le leía desde que era pequeña, ¿sabes? Son una buena forma de hablarle a los niños sobre las crueldades de este mundo de forma que ellos lo entiendan. No soy nadie violento. Creo que de hecho nunca me he metido en ninguna pelea desde el instituto.

Dejó el libro al alcance del coreano, confiado en que no podría romperlo aunque quisiera. Lo había aprendido a las malas cuando lo lanzó a las llamas en un arrebato de ira al poco de encontrarlo. Al igual que pasaba con El Anillo Único, permaneció intacto mientras el fuego acariciaba su superficie.

—Desde que su madre y yo nos divorciamos todo es más difícil. El tiempo que paso con ella es una carrera contrarreloj para exprimir cada minuto. Y cuando tengo que dejarla en su casa, muero un poco por dentro —miró a la lluvia que golpeaba contra el suelo de la plaza con fuerza—. Y piensas en el camino fácil, en dejarlo todo y venir a uno de estos sitios, comprarte tres o cuatro de éstas y abandonarte. Porque pelear es muy duro, ¿verdad?

Cogió una de las botellas, un líquido parduzco del que ni siquiera quiso leer la etiqueta— Pero vale mucho la pena. Perdería mucho más si dejara de pelear. Mi hija. Nuestro tiempo juntos. Su futuro. Hay que seguir peleando por lo que uno quiere. ¿No estás de acuerdo?

Robert vio como los hombros del dependiente se relajaban y perdían algo de tensión, aunque el hombre aún lo miraba con desconfianza. Puso la mano sobre la cubierta del libro de Robert.

- Sí, hay que pelear por defender lo que uno ama. Aunque a veces eso no es suficiente...- parecía que de repente lo invadiera la tristeza.- Me llamo George, por cierto.- dijo, como si de repente se hubiera dado cuenta de lo maleducado que había sido sin presentarse antes de “patearle el culo”

- Dime la verdad, amigo. Dime quién eres y qué haces aquí.- dijo, mientras lanzaba una mirada significativa a Robert. Este se fijó en que el hombre no había retirado la mano de su libro.

Con cuidado de no llamar la atención, Sam cubrió de nuevo con sombras a ambas mujeres haciéndolas invisibles para el resto. No quería que las vieran llegar a la parte trasera de la pizzería. Cuando tenían el local a la vista, ambas pudieron ver como Amanda se dirigía al mismo lugar hacia el que caminaban ellas. Incluso vio como enviaba el mensaje que acababa de recibir en el teléfono.

“Mierda. De nuevo cambio de planes.”

Sin perder el paso, como si todo fuera según lo previsto, continuó caminando. Con el teléfono aún en la mano, mandó el mismo mensaje tanto a Ary como a Dino:

Entretén al chico todo lo que puedas

- Izzy, - dijo en voz baja girándose hacia su compañera - necesito que crees una barrera a nuestro alrededor que haga que no se nos pueda escuchar desde fuera. Una burbuja de vacío o densidad de aire extrema... ¿Puedes hacerlo? Tenemos que entrar en la pizzería y buscar allí algo que nos lleve hasta los tiburones. Si Ary tiene mala suerte, - “o yo lo eché todo por la borda” - necesitaremos algo de información extra.

Oh, mierda, there we go again… pensó en cuanto vió a aparecer ese manto de sombras que sabía (o deseaba) que pertenecía a Samantha. Dio un paso a la derecha instintivamente para que Willie se tuviera que girar un poquito más y asegurarse así que las chicas quedaban a su espalda. Quería creer que las sombras no harían ruido, pero no sabía si ellas lo harían o no. Por favor, por favor, que no hagan ruido y no lo jodan todo otra vez…

- Imagino que no tendremos mucho tiempo – trató de romper el hielo de nuevo – y conste que no te lo voy a tener en cuenta – añadió con una sonrisa señalando el paraguas – Yo soy del equipo Iron Man – le guiñó un ojo – Tú nos mandaste la nota, ¿verdad? Bueno, a nosotros, o a Izzy. ¿Cómo supiste de nosotros? ¿Y qué nos puedes decir para ayudarnos a empezar con todo esto? – se notaba que no sabía muy bien como enfocar la conversación, pero quizás empezando por lo básico… luego podrían ver a dónde les llevaba.

Dino miró al joven trabajar un momento, desde la barra. De pronto vio cómo el más pequeño de los hermanos salía por una puerta trasera mirando hacia Michael. Algo se traía, y seguramente tenía que ver con una Amanda hablándole antes de irse.

...Avisa cuando termines... le escribió rápidamente a Amanda.

-¿Hace cuánto tiempo están aquí? Vi muchos locales cerrados, pero me alegra que esta esquina siga activa como siempre- le dijo, sacando conversación y sin ánimos de retirarse.

—Robert —correspondió al saludo alzando levemente la mano. ¿Quién soy y qué hago aquí? Es una excelente pregunta—. Verás, pertenezco a una... sociedad que se dedica a solucionar problemas aquí, en La Ciudad. El tipo de personas a las que acudes cuando la policía te ignora o no sabe qué hacer. ¿Te han hablado de los disturbios de Los Ángeles del 92? ¿Cuando los propietarios coreanos defendieron sus tiendas con armas subidos en los tejados? Puedes verlo de esa forma— recordaba aquellas imágenes como si fueran ayer gracias a su excelente memoria—. Nos contaron que había problemas con tiburones en la plaza, y nos ha bastado unos minutos dando una vuelta por aquí para ver que la cosa es más complicada todavía. ¿Me equivoco?

Izzy miró el móvil, pero era su turno de no contestar a Amanda. Ya tenía el disco duro y en dos minutos no iban a poder hacer nada, de todas formas. Escuchó el plan de Samantha y sonrió ante la explicación física de cómo controlar el aire. Para ella era algo mucho más intuitivo que generar un campo de presión alterada, pero cuando consiguió sus poderes había intentado leer algo al respecto.

— Eso está hecho. También podría cristalizarlo para modificar el índice de refracción — no era su vocabulario habitual, pero había hecho sus deberes — y tratar de ocultarnos, pero creo que eso lo tienes tú mejor cubierto... Eso sí, una vez ahí dentro, salvo que sea una zona ventilada — no debería haber problemas si pretendía colarse precisamente por una rejilla de ventilación — sería un poco más complicado.

Se concentró un momento y el viento se revolvió un poco a su alrededor mientras iba formando una barrera transparente. A menudo utilizaba efectos similares para defenderse de un ataque, pero ahora lo que prentendía era evitar que el sonido saliera de esta zona, en vez de solidificar el aire para crear una barrera física. Sin embargo, no tuvo demasiado problema en conseguir su objetivo.

— ¡Listo! Te sigo al interior — le dijo a Sam, asumiendo sus intenciones. — Si nos encontramos al crío que dejó la nota, creo que podré justificar nuestra presencia allí.

Dino continuó.

-Mira, Michael, realmente me interesa contactar a ese amigo tuyo, que veo que te ayuda con... lo que esté sucediendo en el barrio- comenzó a decir, convencido de que sería capaz de sonsacarle el número, mientras una capucha comenzaba a formarse alrededor de su cabeza, formando una larga capa... que el muchacho no podía ver -Tengo una serie de inversionistas que no se detienen con sus ansias de sacarme de mi empresa, que fundé con mis propias manos- en un momento había sido así, pero esos hombres habían cambiado de decisión de un día para otro -Si no actúo ya, y no sé cuánto tiempo me queda en la empresa, quedaré en la calle, porque todo lo que tengo está a nombre de ésta- continuó el Encapuchado, mientras se sentaba pesadamente, y se tomaba la cabeza con las manos... esos años mozos en teatro tal vez le servirían.

-Si hay algún problema con que me lo pases, para que me pueda ayudar también a mí, puedo decir que lo robé... o directamente no decir nada al respecto- dijo el viejo -En estos tiempos, deberíamos poder ayudarnos, estar unidos...- hizo una pequeña pausa -¿Podrías ayudar a un viejo en sus últimos días?-

- Iron Man también mola.- Amanda consiguió arrancarle una sonrisa al niño, quien se refugiaba bajo su paraguas y no se acercaba demasiado.

– Tú nos mandaste la nota, ¿verdad? Bueno, a nosotros, o a Izzy. ¿Cómo supiste de nosotros? ¿Y qué nos puedes decir para ayudarnos a empezar con todo esto?

Willie parecía dudar, y por un momento miró a derecha e izquierda, como para asegurarse de que no había nadie.

- No sé quién es Izzy. ¿Es tu amiga de los ojos oscuros?- dijo, con un deje de preocupación en la voz.- Sí, yo dejé la nota en la agencia de investigación. Es la única que conozco en el barrio, y aquí no podemos ir a la policía. La policía de este barrio no es buena gente.

- Le prometí a Mike que no hablaría con nadie del tema, así que lo de la nota fue lo único que se ocurrió. Así técnicamente no he roto ninguna promesa. Una vez oí a Mike tener una conversa con el señor Saddle, y hablaban sobre un prestamista. No quiero que mi hermano acabe como el señor Saddle, ¿sabes?

Mientras, arropadas por el manto de oscuridad y la burbuja de silencio, Izzy y Samantha se acercaron como una sombra por un lateral del callejón. Willie apenas les prestó atención, era imposible que pudiera darse cuenta de que allí había alguien más.

Dirigiéndose a la puerta de atrás de la pizzería, vieron que aquella puerta llevaba a las cocinas. Pudieron entrever a un pizzero que no tenía demasiado trabajo fumando en un rincón.

En la caja, Dino intentaba convencer a Michael de que le diera el contacto de su amigo, pero definitivamente aquel no era su día. Después del shock que había tenido con la visión anterior, ahora notaba una barrera invisible que le impedía llegar hasta el muchacho.

- Lo siento, debe ser un malentendido. Es sólo un amigo. No creo que pueda ayudarle con los problemas de una compañía tan importante como la suya.- dijo Michael.

Esta vez parecía que la respuesta de Robert sí que satisfizo al dependiente, quien se permitió hasta un amago de sonrisa. Si es que se podía llamar sonrisa a la fugaz mueca que cruzó su rostro por unos milisegundos.

- No te equivocas, no. El barrio está alterado. En el último mes más o menos, todos los negocios de la zona hemos recibido ofertas de “protección” de parte de los Falzoni, una especie de mafia que parece haberse instalado en el barrio.

Superada la barrera de la desconfianza, Robert se sintió un poco menos incómodo al tratar con el joven. 

—Entonces imagino que lo de ese pobre diablo de enfrente no fue un suicidio, ¿verdad? —tanteó por curiosidad, ya que por lo que había encontrado con Elisabeth ya sabía la respuesta. Magia italiana con cuotas de protección. Un clásico. Repasó mentalmente su Palacio de la Memoria a ver si encontraba alguna referencia a la familia Falzoni en los registros de la ciudad, ya fuera en los periódicos o en los papeles oficiales. Quizás allí podría encontrar algo de utilidad—. ¿Sabes si se mueven por alguna otra zona de La Ciudad? Quizás algún amigo te haya contado que ha visto u oído algo similar. Quiero saber el alcance de estos "Falzoni".

También le interesaban nombres o descripciones. Deslizó en la conversación también la existencia de una mujer con tacones. Por probar que no quede.

Al mencionar el suicidio del dueño del colmado, la expresión triste volvió a la cara de George. Robert se maldijo a sí mismo internamente, al parecer había cometido un error mencionándolo. Probablemente se conocían personalmente.

- No debería haber hablado tanto. Lo siento, amigo... quiero, decir, Robert. Será mejor que te vayas. Es por tu propia seguridad.- dicho esto, le tendió su libro de vuelta.

Tomó el libro, decepcionado por no sacarle nada de información. Suspiró, se arrebujó en la gabardina y se dirigió a la puerta dispuesto a enfrentarse nuevamente a la lluvia. Tiene razón, sólo soy un simple ratón de biblioteca. Son las chicas del grupo quienes tienen el poder para resolver esto. O Dino, que quién sabe de qué es capaz más allá de esas visiones suyas. Sólo soy un estorbo, mejor me voy al coche a esperarlas.

Puso la mano en el pomo de la puerta y de repente escuchó una voz— No.

Le sorprendió escucharla. Era firme, de alguien que no iba a permitir que las cosas terminaran así. Alguien a quien hacer caso. Pero lo que más le sorprendió es que la palabra había salido de su boca. Robert apretó los puños, se dio media vuelta y señaló con el dedo al joven coreano.

—No, me vas a decir lo que sabes —la frase no salió tan firme y segura como hubiera querido pero ya era tarde para detenerse—. Porque no me voy a ir sabiendo que hay gente que lo está pasando mal y que he podido hacer algo. Yo... tengo poder— fue casi un susurro, la mano temblorosa sobre la cubierta del libro. Mentía descaradamente. Él no tenía poder alguno, sólo era un canal para el verdadero poder—. Tengo las herramientas para cambiar las cosas. Mis amigos también. Y si ahora pierdes la oportunidad de poner tu grano de arena para detener a esos tipos, te acostarás preguntándote si has hecho lo correcto. Se egoísta, maldita sea. No lo hagas por el chaval de la pizzería o los demás negocios. Hazlo por ti, protege tu tienda. ¡No creas que me haces ningún favor callándote!

Sin darse cuenta se había acercado nuevamente al mostrador, paso a paso, los puños blancos de apretar con fuerza. Reparó en que se había alterado de más, y recordó las discusiones con su ex-mujer. Llevaba mucha tensión e ira acumulada y, de vez en cuando, por las situaciones más insospechadas, el vaso se desbordaba. Dio un paso atrás e inspiró profundamente, retirándose un mechón de cabello de la frente.

—Pe-perdona. No tendría que haberte gritado.