Partida Rol por web

Izzy recurrió a su entrenamiento policial para moverse por la casa. No le gustaba nada esta situación y pronto supo por qué. A pesar de haber dejado la ventana por la que había entrado abierta, se sentía encerrada. Aislada del viento. Y odiaba esa sensación.

Cuando se encontró al tipo dormido en la habitación apuntó con su arma. Dio un paso lentamente hacia él, cuando le sobresaltó la voz de Ary. «Joder, casi me da un puto infarto» pensó quejándose. Hacía mucho que no realizaba prácticas de este tipo con los SWAT. Consiguió controlarse y contestó con un sencillo — copy.

Se acercó con cuidado al tipo de la cama, Rusty y, con un movmiento rápido, le puso una de las almohadas en la cabeza y la apretó con la pistola.

— Si quieres llegar a esta noche, yo que tú no me movería... — dijo, esperando que el tipo se quedara quieto.

Al sentir la presión de la almohada sobre la cara, el primer instinto de Rusty al despertarse fue revolverse e intentar apartarla, pero Izzy aprovechó la ventaja que tenía para sentarse a horcajadas sobre él e inmovilizarlo. Rusty pronto notó el cañón del arma a través de la funda, apoyado sobre su frente, y se fue relajando ligeramente.

- No fé fquién cofño eref, fero te acabaf de mefter en unf buen lío.- dijo como pudo, con la almohada medio metida en la boca.

Cuando el tipo se relajó, Izzy se apartó ligeramente a un lado, manteniendo la almohada y la pistola en su cabeza.

— Date la vuelta — dijo instándole a ponerse boca abajo mientras comprobaba con la mano izquierda que no hubiera ningún arma en la cabezera de la cama. De haberla, la apartaría a un lado, lejos del alcance de Rusty. Luego, cogió sus viejas esposas y sujetó las manos del hombre. — De momento el que está en un lío eres tú, así que si no quieres que esparza tus sesos por toda la cama, será mejor que colabores. — No es que tuviera muchas opciones, así que finalmente esposó a Rusty, boca abajo. Sólo entonces separó un poco la pistola, lo suficiente como para poder rasgar la sábana y vendarle los ojos. Así estaría completamente inmovilizado.

Pese a todo, mantuvo la almohada junto a su cabeza. Amortiguaría lo suficiente el sonido de un disparo a quemarropa y estaba bastante convencida de que él lo sabría.

— Rusty, Rusty... Parece que no te han enseñado a no morder más de lo que puedes abarcar. Te gusta nadar con los peces gordos, ¿no? — Por algún motivo, la referencia a Delia le pareció apropiada. — Pero no puedes comer su misma comida, pobrecito. Ahora sólo tienes dos opciones, contarme todo lo que sepas sobre Labios de Seda y los Falzoni o que te pegue un tiro y buscar por aquí la información que necesito... y luego llevar tu puto cadaver a un medium y que sea él quien te obligue a contarme lo que quiero oir, claro. — Se fijó en la reacción de Rusty ante estas últimas palabras. Si no se inmutaba, pensaría que era una tonta amenaza, pero alguien que hubiera visto lo sobrenatural tal vez pensase que se trata de una posiblidad real.

Izzy estaba en contacto con Rusty, lo suficiente como para empezar a emular su forma y copiar su mente y conocimientos. Siempre era algo útil para extraer información de alguien.

- Ahora solo tienes dos opciones, contarme todo lo que sepas sobre Labios de Seda y los Falzoni o que te pegue un tiro y buscar por aquí la información que necesito... y luego llevar tu puto cadáver a un médium y que sea él quien te obligue a contarme lo que quiero oír, claro. — dijo Izzy, y se fijó en la reacción de Rusty ante estas últimas palabras.

Una sombra de duda, o quizá de miedo, efectivamente pareció cruzar su rostro cuando oyó lo del cadáver y el médium. Fue fugaz, pero Izzy había interrogado a suficientes sospechosos como para detectarlo.

- Vale, tía, tienes huevos, eso hay que reconocerlo. Está bien, si me das tu palabra de que saldré con vida de esta, te diré lo que quieres saber. Pero primero dime con quién estoy hablando, o no hay trato. Tienes pinta de poli, pero no te tengo vista de la comisaría del Distrito.

- Tienes razón, fui poli, pero ahora voy por mi cuenta. Eso es todo lo que necesitas saber, de momento.- dijo Izzy.

- Ah, no, quid pro quo, tía. Dame más detalles, o no hablaré. Me da igual que me pegues un tiro aquí mismo, él podría hacerme cosas peores. ¿Cómo te llamas, guapa, y quién te envía a meterte con los Falzoni?

Izzy pensó en mentirle, pero no tenía tiempo de pensar una historia creíble, tenía que salir de aquel piso antes de que la situación se alargara mucho. Además, quizá Rusty no viviera lo suficiente para contárselo a nadie.

- Puedes llamarme Izzy, y no me envía nadie. Digamos que defiendo los intereses de la gente inocente de la Plaza Miller.

- Ah, qué bonito. Muy bien, Izzy.- dijo Rusty asintiendo. Parecía haber detectado que Izzy decía la verdad.- El verdadero nombre de Labios de Seda es Fabio Santorini, es el consigliere de los Falzoni en este barrio y está decidido a apoderarse de él tarde o temprano. Y será más bien temprano, créeme. Cualquiera que se le opone, lo acaba pagando.

— Fabio Santorini — repitió Izzy, asegurándose de que Ary lo escuchase para que buscase información. — Supongo que podremos hacer algo con eso...

Pero le había dicho a Rusty su nombre y su antigua profesión. Un descuido imperdonable, porque podía poner en peligro a Mac si ligaban su diminutivo con el nombre completo. Y estaba claro que este tipo no iba a dejar estar las cosas como estaban, sin duda en cuanto se fuera de allí cogería el teléfono para informar a los Falzoni.

Inspiró con fuerza y apretó ligeramente el cañón del arma contra la almohada que tenía sobre la cabeza de Rusty para amortiguar el sonido. El funcionamiento físico era el mismo que el de un silenciador, reduciendo el impacto de la salida de los gases del cañón del arma y, cuando le habían enseñado cómo funcionaba esto en la academia, se había sorprendido de lo bien que llegaba a reducir la detonación del disparo. Puso el dedo sobre el gatillo y empezó a ejercer presión.

— Mierda — dijo al cabo de un momento. — Ary, necesito que vengas y mandes a este tío al puto Himalaya. O al Sahara, o al Amazonas, tanto da... Cualquier lugar en el que esté incomunicado y tarde un par de meses en volver a la ciudad.

Notó la reacción de Rusty y aseguró su presa, apretando de nuevo el cañón. — Te estoy haciendo un favor, capullo, así que no te muevas si no quieres que tiña tus sábanas de rojo mientras aireo tus ideas... — Podría transformarse ella misma en Ary si su compañera no podía venir y copiar sus poderes, pero sinceramente, con la precisión que tenía utilizándolos, igual le dejaba donde quería que un kilómetro más arriba o más abajo, así que tanto le daría pegarle un tiro. Aún así, al menos tendría un cuerpo menos del que preocuparse. Y, después de que se librasen de él, podría investigar con más calma el piso, tansformarse en ese gordo y salir por la puerta principal con una maleta, como si se fuera en un viaje planeado. Cuantas menos pistas dejaran, mejor y, si conseguía volver, o a ella no le importaría o ya habrían conseguido librarse de Labios de Seda y los Falzoni.

- ¿El Himalaya? ¿Pero de qué cojones hablas? ¿Con quién estás hablando?- dijo Rusty confundido, aunque al notar de nuevo la presión del cañón intentó seguir negociando por inercia, sin saber muy bien lo que pasaba.- Oye, oye, espera un momento. Hagamos un trato, ¿vale?

- Mira, si los Falzoni se enteran de que he hablado soy hombre muerto. Así que el trato es el siguiente: tú me dejas que me largue de la Ciudad para no volver, es mi única posibilidad de sobrevivir. Y a cambio, te digo dónde puedes encontrar a Labios de Seda.

- Si quiere largarse de la ciudad puedo dejarlo en el próximo tren con un billete recién imprimido. – dijo Amanda mientras miraba los tres que salían en breve para comprar un billete online. Si lo dejaba en el tren en marcha cuando estuviera saliendo de la estación no tendría opción a bajarse ni a que lo cogieran y se pudiera ir de la lengua.

- Dile que tiene de tiempo para decidirse hasta que yo encuentre por mis medios esa información de Labios de Seda – continuó con sus procedimientos para exprimir toda la información posible de Fabio Santorini.

— Y, ¿qué evitaría que avisases a los Falzoni antes de tiempo para intentar salvar el culo? — Preguntó desconfiada. — Una vez fuera de la ciudad, tal vez tengas una mala idea... Al final el resultado es el mismo, pero mi método nos asegura unos días de ventaja. Si no tienes ninguna forma de garantizarnos eso mismo, al menos te vas a ahorrar el billete de tren.

Le dejé un momento para hablar, para buscar una excusa. No quería matarle, para eso le habría pegado un tiro, pero tampoco podíamos arriesgarnos a que avisase a Labios de Seda o a los Falzoni antes de tiempo. Claro que tampoco les iba a poder decir nada que no supieran ya: que estábamos buscándoles.

— Tú decides — le dije a Ary, convencida de que Rusty lo tomaría como un ultimatum. — Aunque, Rusty, una forma de asegurarnos de que no vas a delatarnos antes de tiempo es que nos des más información sobre como pillar desprevenido a Labios de Seda...

- Es imposible pillarle desprevenido. Ese tío no es humano, ni siquiera duerme.- por un momento parecía que a Rusty le invadía un escalofrío de miedo.

- Mira, te aseguro que no voy a avisar a nadie. Tú no entiendes como funcionan, para ellos delatarles es una traición sin perdón, da igual que les ponga sobre aviso de que vas a verles... me matarían igualmente.- Rusty se encogió de hombros.- Te digo todo lo que sé. Labios de Seda tiene un local clandestino en el que se pasa el día metido, cuando no está extorsionando a los pobres capullos de la Plaza Miller, claro.

- A ese local se accede por una puerta secreta tras la barra de mi bar. El botón para abrirla está debajo de la barra. Si lo usáis, supongo que no sospechará nada y que pensará que entra alguien autorizado por mí. Es lo más cerca que estaréis de pillarle "desprevenido", si es que eso es posible.

- Por mí ha cumplido y creo que dice la verdad, que no intentará avisarlos. Ya tengo los billetes listos, así que puedo dejarlo en el tren en unos minutos. Que recoja lo que quiera llevarse y lo dejaré en el tren en marcha. – le indicó a Izzy – Me creo que lo que dice de que no le podremos pillar desprevenido. Ya te dije que cuando seguí el rastro hasta él con mis visiones fue capaz de verme y desconectarme. Meternos ahí va a ser meternos en la boca del lobo… Oye, ¿puedes preguntarle si hay alguna forma de sacar a labios de Seda de su guarida? Dice que no está ahí cuando extorsiona a los de la Plaza Miller. Quizás en terreno abierto sea más vulnerable… y quizás podamos reclutar a alguien de la Plaza Miller, quizás al rebelde roto, al tipo de la licorería.

Izzy miró a Rusty y quitó la almohada de su cabeza.

— Como me entere de que les has dicho algo, no te va a dar tiempo a que te pille Labios de Seda — amenazó mientras se ponía en pie, caminando hacia la puerta de la habitación sin dejar de apuntarle.

Era hora de irse y no quería entretenerse aquí más de lo necesario. Volvió a la ventana por la que había entrado y, tras comprobar que no había nadie, se dejó caer, frenando su caída con una corriente de aire.

— Si Rusty no aparece en el bar hoy, empezarán a sospechar — le dijo a Ary por el comunicador. — Así que tendremos que actuar pronto. ¿Puedes conseguir los planos del bar de Rusty y de ese local clandestino?

Paró un taxi para ir a alguna zona a cinco o seis manzanas del muelle. No le apetecía irse volando en pleno día, pues podía llamar una atención indeseada, pero tampoco se iba a descuidar tanto como para ir directamente a la guarida del grupo y que pudieran rastrearla.

- Los planos del local ya los tengo. Estoy trabajando ahora mismo en dibujar unos planos de la sección no oficial del local, la que estaba detrás de la puerta, que de eso no había planos en ningún lado. Lo tendré en un rato. – le comentó mientras seguía trabajando a supervelocidad a pesar de que su voz sonase normal - ¿Quieres que nos veamos para planear como abordar el asalto a Labios de Seda? Si quieres te puedo teleportar para que perdamos menos tiempo. – propuso Amanda.

Izzy negó con la cabeza, aunque su compañera no podía verla.

— No te preocupes, estoy aquí al lado. Tardo 5 minutos en llegar al almacén. — De todas formas, le vendría bien el paseo.

Se aseguró de que nadie la seguía pero, pese a todo, cuando estaba a punto de girar hacia el almacén, levantó una ráfaga de viento que cegaría a cualquiera tras ella y creó un pequeño espejismo cambiando el índice de refracción del aire tras ella, de forma que la calle a la que giró pareciese vacía viéndola desde el otro lado.

Entró en la base y no pudo evitar mirar de soslayo hacia la sala en la que ayer mismo habían interrogado a Delia y a los policías. Apretó los dientes, forzándose a centrarse en el momento y dejar su chaqueta. La petaca aún seguía en el suelo, abollada, pero Izzy ni siquiera la miró antes de ir a la sala de servidores donde trabajaba Amanda.