Partida Rol por web

- Ya veo. En fin, es una lástima.- dijo Labios de Seda cuando vio que las chicas no parecían tener intención de aceptar su oferta.

- Como os he dicho, intento ayudaros. Intento sacaros del lío en el que os habéis metido con los Falzoni. Porque no solo os habéis metido vosotras, claro. También habéis metido a gente como... a ver, dadme un segundo...- teatralmente se sacó un papelito del bolsillo del chaleco y empezó a leerlo en voz alta.- Ah, sí, como por ejemplo al teniente McDarren. Alias Mac. Esposa: Linda. Hijo de once años: Tim.

Izzy tuvo que contenerse para no vaciarle el cargador entero a aquel hijo de puta engreído.

- ¿De verdad que no estaríamos mejor todos si fuéramos más razonables?- dijo, y ni tan siquiera tuvo que decir su amenaza en voz alta.

- Estamos siendo muy razonables. – dijo Amanda logrando que la voz apenas le temblara y levantando la escopeta que traía. Fijó su mirada en los dos tipos que seguían en la habitación. De nuevo en Labios de Seda. Tragó saliva. Sabía lo que tocaba ahora. Tenía el dedo preparado, pero no el alma. No estaba preparada para ser quien iniciara un tiroteo ni para matar a sangre fría. Volvió a tragar saliva. - ¿Crees que así nos vas a asustar? – se preparó para lo que se avecinaba.

Izzy frunció el ceño al escuchar el nombre de Mac, y aumentó la presión de su dedo en el gatillo al escuchar los nombres de su familia.

— ¿Llamas ser razonable a amenazar, no sólo a la gente de esta ciudad, sino a la mujer y al hijo de un policía que aún no habéis llegado a corromper?

«¡A la mierda!»

No dio ninguna pista más de lo que pensaba hacer. Sencillamente, su dedo se movió ligeramente, superando por poco el punto en el que el gatillo accionaba el percutor de su arma, recuperando su posición y volviendo a apretarlo una y otra vez mientras se desplazaba hacia un lateral, buscando cobertura entre los muebles de la habitación.

Y todo se fue a la mierda. Lo veía venir de lejos, pero su propia imagen de chica buena, de una especie de Robin Hood moderna detrás de un teclado, le había impedido hacer lo que había que hacer como ahora hacía Izzy. El tiempo casi se paró a su alrededor.

Tic.

Vio el futuro. Los futuros. Muchos. Diferentes permutaciones del combate actual. Ary disparando la escopeta y alcanzando a Izzy por la espalda al no calcular bien la expansión de los perdigones.

Ary sacando su tasser del bolso y recibiendo un disparo a bocajarro antes de llegar al matón.

Ary parada allí en medio analizando la situación mientras Izzy era cosida a balazos por los atacantes.

Tac.

El pasado se entremezclo en las visiones. Las amenazas veladas eran lo de menos. Las ordenes de ejecución allí dadas lo más suave. Envenenamientos, estrangulamientos, cuando no navajazos y sesos desparramándose por un disparo en la cabeza a bocajarro. Amanda podía sentir el sabor de la sangre salpicada al entrar por su boca entreabierta.

Tic.

El presente. Izzy seguía avanzando. Debía hacer algo. No podía parar más tiempo por su análisis.

Buscó todas las armas que tenían aquellos tipos para arrebatárselas a supervelocidad. No podía quitarles las armas que llevaban en las manos, no al menos sin pelear antes con ellos, pero sí podía apropiarse de sus pistolas para ella misma y lanzar por el espacio-tiempo hasta una bolsa segura el resto de sus armas arrebatándoselas a supervelocidad. No había arma oculta que escapara a su vista. Ni siquiera las que tenía Labios de Seda escondidas en su propio sillón.

Tac.

Aún así no era suficiente para ayudar a Izzy. Concentró toda su atención en Labios de Seda y los tipos que se movían a cámara lenta… si pudiera rebobinar… y lo logró. Por un momento parpadearon y regresaron a las posiciones que tenían dos segundos antes. Repitieron exactamente los mismos movimientos que antes, aunque esta vez llegaron un poco más lejos antes de rebobinarse dos segundos. No era perfecto, pero le daba un resquicio a Izzy.

Toda la tensión acumulada restalló finalmente como un látigo cuando Izzy oyó a aquel cabrón amenazar a Mac y a su familia. Empezó a descargar la pistola sobre Labios de Seda, mientras se movía para buscar cobertura. Los dos matones reaccionaron al instante, como si hubieran estado esperando aquello, e intentaron ponerse delante de su jefe para interceptar el ataque con sus cuerpos.

Pero Amanda fue más rápida. O simplemente ya había estado allí, y volvía desde el futuro. Era difícil de explicar. El caso es que los matones tardaron un par de segundos más en llegar a la posición, lo que fue suficiente para que las balas de Izzy impactaran sobre el consigliere. Sin embargo, el efecto no fue el esperado. Igual que los otros matones Falzoni que se habían encontrado hasta el momento, Labios de Seda parecía más resistente que el común de los mortales... Lo que habría convertido a cualquiera en un colador, había resultado en apenas unos rasguños.

Los dos matones cogieron sus armas y empezaron a disparar también, pero las dos chicas ya corrían hacia la barra. Con un salto digno de dos atletas olímpicas, aterrizaron al otro lado, y apretaron los dientes cuando las balas del otro lado restallaron contra la madera. Se quedaron en el suelo, con la espalda apretada contra la barra.

Al cabo de un rato, los disparos se detuvieron, y oyeron de nuevo la voz de Labios de Seda.

- Vaya... ¿tenéis idea de lo que cuesta este traje, joder?- dijo, con lo que parecía una nota de enfado por primera vez desde que lo conocieran.- Mirad, aquí detrás tenemos ametralladoras. No hagáis más el tonto, ¿de acuerdo? No quiero tener que destrozar mi local para convertiros en un charco de sangre...

- Yo me encargo de los matones, tú dale con todo a ese cabronazo. – le dijo Amanda a Izzy. De sus visiones del futuro había traído algo más… había traído conocimiento… habilidades nuevas… algo que sabría, que aprendería… no que ya había aprendido… el tiempo no era exactamente circular, pero sí que daba muchas vueltas y revueltas sobre sí mismo antes de continuar.

Se asomó de golpe con una pistola en cada mano. Descargó seis balas con cada una en el tiempo en que alguien normal habría disparado dos. Entre bala y bala Ary parpadeaba entre su posición para disparar y detrás de cada uno de los matones con su táser en la mano; quería asegurarse de que ellos no tendrían oportunidad de apretar los gatillos ya que si lo hacían esas ametralladoras podían arrojar una ráfaga muy peligrosa antes de que cayeran.

Entre el eletroschock y forzar su poder para mantenerlos en el bucle esperaba que no tuvieran oportunidad de devolver los disparos.

Con cada parpadeo las pistolas caían un poco, ya que necesitaban unas fracciones de segundo para disparar cada bala y cargar la siguiente. Cada bala iba dirigida a un punto diferente, un punto calculado al milímetro para impactar en zonas incapacitantes, pero sin alcanzar ninguna zona vital; quería dejarlos fuera de combate, pero no matarlos. Confiaba en que cuando acabaran con Labios de Seda podría ponerlos en un bucle más fuerte en el que su sangre no dejara sus venas y evitar que murieran desangrados.

Amanda ni se lo pensó, abandonó la cobertura que le proporcionaba la barra y se convirtió en un borrón. Entre su super-velocidad, su teleportación y su movimiento adelante y atrás en el bucle temporal, los matones simplemente no sabían a donde disparar.

Las ametralladoras empezaron a disparar ráfagas indiscriminadas, destrozando la mayor parte del local. Izzy se agachó tras la barra cuando alguna ráfaga se estrelló más cerca de lo deseado.

Uno de los matones había caído ya al suelo, entre shocks eléctricos del táser de Amanda, mientras el otro seguía buscando a la hacker como loco, disparando sin parar...

Las balas de ametralladora silbaban a su alrededor, pero eso sólo preocuparía a alguien que no pudiera controlar el flujo de las balas. Extendió su arma y creó un muro de aire alrededor del cañón, permitiéndole disparar pero bloqueando cualquier proyectil que se dirigiera hacia ella. Aprovechó la energía que recibía ese bloqueo para acelerar la ráfaga de viento de su propia munición, impulsando las balas con más fuerza hacia su objetivo, Labios de Seda. Ella misma tomó parte de la velocidad del viento para moverse entre coberturas mientras cosía a balazos al consigliere de los Falzoni. No le gustaba matar, pero igual que el día anterior, no había ninguna alternativa viable. No si quería proteger a la gente de la Plaza Miller. Y a Mac.

Sujetó el arma con las dos manos y apretó el gatillo una y otra vez, sabiendo que la potencia extra debería servir para acabar con su oponente.

Izzy asintió ante las instrucciones de Amanda, y en cuanto esta desapareció, se puso sobre la barra convocando una barrera de viento para protegerse y empezó a disparar contra Labios de Seda mientras su compañera se encargaba de los matones. Consiguió alcanzarlo varias veces, en una ráfaga que de nuevo habría matado a cualquier mortal corriente. Pero el maldito tipo seguía en pie.

El matón que quedaba seguía disparando a todo lo que se movía con su ametralladora, pero las balas que iban hacia Izzy se desviaron por efecto del muro de viento. Mientras tanto, Labios de Seda se refugió tras la butaca sobre la que había estado sentado antes, para protegerse de nuevas andanadas. El matón lo cubría, con la ametralladora apoyada sobre el respaldo de la butaca.

Tras unos minutos de tiroteo, el intercambio quedó en punto muerto, con los dos Falzoni parapetados tras la butaca, e Izzy haciendo lo propio tras la barra. Tras un último parpadeo, Amanda estaba en una esquina tras una columna, considerando qué hacer a continuación, pues el segundo matón parecía más duro de lo que había pensado. El táser ni siquiera le había hecho cosquillas.

En el silencio que sobrevino, se oyó la voz de Labios de Seda.

- Última oportunidad de rendiros. Hablemos y saldréis de aquí con vida, y también salvaréis la vida de Mac. Si yo caigo, él está muerto.- dijo, aunque no sabían si se trataba de un farol.

A cubierto, Izzy cogió el teléfono y llamó a Mac. Activó el manos libres y silenció el altavoz para que la voz de su compañero no se pudiera escuchar. Era la mejor forma que se le ocurría de avisarle. Esperó a que cogiera el teléfono para empezar a hablar.

— Muy bien, Labios de Seda. Pero si le pasa algo a Mac o a su familia, me dará igual tener que enfrentarme luego con los Falzoni, porque acabaré contigo y ni siquiera toda su gente podrá ponerte a salvo. — Dejó el móvil en el suelo y, por costumbre, cambió el cargador de su arma por uno completo. — Habéis comprado policías, estorsionado a todo el barrio de la Plaza Miller y seguramente a media ciudad. Y ahora amenazas a un policía, a su mujer y a su hijo... Ya hablamos antes: no estás dispuesto a dejar en paz a la gente y lo que yo quiero es protegerles. ¿Qué puedes ofrecer?

De momento Izzy sólo pretendía avisar a Mac y ganar algo de tiempo, aunque buscó algo a su alrededor que poder utilizar para romper el inestable equilibrio en el que habían acabado. Miró a su alrededor, sin llegar a asomarse a pesar del muro de aire que aún la rodeaba...

El móvil de Mac contestó con el buzón de voz. Izzy maldijo, pero dejó que se grabara el mensaje igualmente. Con un poco de suerte, Mac lo escucharía a tiempo.

La voz de Labios de Seda volvió a surgir de detrás de la butaca para envolver sus oídos como miel derretida.

- Os puedo ofrecer muchas cosas, ya os lo he dicho. Os puedo ofrecer conocimiento. Os puedo ofrecer invulnerabilidad. ¿Habéis visto como nuestra gente es inmune a vuestros patéticos intentos? Es porque los Falzoni nos dan a beber un brebaje maravilloso, una Ambrosía que nos vuelve indestructibles. Vosotras también podríais serlo.

- No os engañéis, no estáis protegiendo a nadie, solo estáis luchando una lucha ficticia. Ya no existen "buenos y malos", donde los buenos eran siempre los policías. Os lo he dicho: nuestro sistema funciona mejor. ¿Acaso pensáis que los polis no eran corruptos antes de que llegáramos nosotros? La única diferencia es que ahora hay orden en el barrio.

- ¿Muchas cosas? – preguntó Ary escondida desde detrás de su lugar. Acababa de tener una idea - ¿Conocimiento? Cuéntanos algo que no sepamos y que nos sea útil. Sin argucias, sin irte por las ramas ni hacerte el interesante como antes. Demuestra que vas en serio. – quería ganar un poco de tiempo. Alguien normal necesitaría mucho tiempo, más del que podría conseguir haciéndole hablar, pero ella podía moverse a una velocidad que era casi imperceptible para el ojo humano.

*La cámara ralentiza la imagen*

Vemos como de su bolso saca varios artilugios. Imanes, cables, cinta adhesiva, incluso un pequeño soldador portable con batería propia, y una pequeña multitud más de cosas pequeñas que solo un friki del Hazlo Tú Mismo llevaría encima.

*La cámara da un primer plano de Labios de Seda*

Vemos como traga saliva con la boca reseca. Se mira la herida de bala. Es más grave de lo que esperaba. En su rostro se ve el miedo de quien no está acostumbrado a sufrir la violencia en carne propia.

- Está bien. – dice sin salir de su posición. Confía en que será capaz de convencerlas. Claro que puede convencerlas. Siempre convence a todo el mundo de cualquier cosa.

*Volvemos a ver a Ary*

Labios de Seda apenas acaba de tomar la decisión de darles algo, una muestra de lo que sabe. Ha sido tiempo suficiente para ella para acoplar de alguna forma unos pequeños imanes al sistema de comunicaciones del móvil usando el puerto Jack. Ya tiene el emisor. Aún necesita la señal que emitirá.

Su portátil ya está encendido sobre sus piernas mientras Labios de Seda habla. De momento está consiguiendo el tiempo. Sus dedos vuelan sobre las teclas. Las líneas de código, letras verde eléctrico metálico, rojo metálico, púrpura, azul cielo, azul cyan, todas sobre fondo negro resaltando los diferentes tokens de la sintaxis del programa elevando el conjunto de ceros y unos a la categoría de obra de arte posmoderna. Ella apenas lo oye de fondo centrada en su tarea.

El código está listo, pero falta lo más importante, la base a analizar. Aún con lo que está hablando no tiene una muestra lo suficientemente grande.

*La cámara muestra la barra del bar de Rusty con Izzy y Amanda agachadas observando la puerta secreta. Ya hemos visto esta escena.*

- Puede que no esté solo – escuchamos de nuevo a Amanda susurrar.

*Oímos estática en el comunicador de Amanda y como esta se lleva la mano al oído donde está*

- Amanda, soy tú dentro de poco. - *estática intertemporal* - Escúchame. No te puedo contar nada de lo que va a suceder o esto no ocurrirá. - *estática intertemporal* - Sólo haz lo que te digo. Activa la - *estática intertemporal* - Activa la función de grabación directa al móvil y la subida automática al servidor en la nube como backup. - *estática intertemporal* - No me falles. - *estática intertemporal* - Grabación - *estática intertemporal* - móvil - *estática intertemporal* - nube - *estática intertemporal*

*Un fundido en negro envuelto en sonido de estática temporal nos lleva hasta el presente a través de un agujero de gusano*

Ary actualiza el directorio donde se guardan las grabaciones del móvil. ¡Sí! Allí estaba. El archivo que necesitaba. Arranca el programa para demodular los tonos usados por Labios de Seda. Esta convencida de que su poder se basa en pequeñas modulaciones imperceptibles del sonido que hace que los cerebros de los receptores sean más sensibles a sus sugestiones, por eso su sistema de comunicaciones las había protegido.

- ¿Te es suficiente? – Labios de Seda había terminado de hablar. El programa también había terminado de procesar el archivo.

- Vale, voy a asomarme. Bandera blanca. – dijo antes de activar el sistema de altavoces que recibían la señal base del poder de Labios de Seda. Colocó los altavoces apuntando hacia ellos para que las ondas solo les afectara a esos cabrones.

Parecía una chica dispuesta a negociar, a la que no merecía la pena disparar. Querían alcanzar un acuerdo con ellos y eso era lo que veían en Ary. Todo el mundo veía en ella lo que querían ver.

- Os vais a entregar. Vais terminar con esto aquí y ahora. Esa Ambrosía no os hace indestructibles. Mira tu traje, mira tu carne, mira tu sangre. Esa es la evidencia de que no eres indestructible. Has fallado a tus jefes y los dos sabemos que tus jefes no son de los que permiten errores. – estaba yendo a dónde más podía dolerle – Quitarte el acceso a la Ambrosía será el primero y el menor de tus problemas. ¿Sabes? He conocido a muchos yonkis. A muchos que han pasado el mono. ¿Cómo crees que será el síndrome de abstinencia de la Ambrosía? – el tono era completamente retórico, únicamente destinado a atravesar como un cuchillo caliente la mantequilla de su cerebro, un cuchillo calentado con las ondas inaudibles de los pequeños altavoces.

Con su poder de visiones podía ver las caras de Labios de Seda y ese matón que quedaba junto a él. Podía ver como estaba pulsando las teclas correctas. Los pequeños detalles de su lenguaje corporal, como aumentaba la sudoración, como se miraban el uno al otro con desconfianza. Incluso podía ver más allá, podía ver sus almas, podía ver sus auténticos miedos a los Falzoni.

- Sabes que tú tampoco podrás escapar de los Falzoni. No hay lugar en esta ciudad ni fuera de ella donde te puedas esconder de su ira ni en el que su venganza no te alcance. Solo la muerte os salvará del sufrimiento inenarrable que os espera a manos de los Falzoni. – hizo una pausa dramática – O veniros con nosotros. Entregaros, poneos bajo nuestra protección, contadnos todo lo que sabéis, ayudadnos a acabar con los Falzoni y os protegeremos. Sabes que nosotros sí podemos acabar con ellos. Somos vuestra única oportunidad de salir con vida.

El silencio se prolongó más de medio minuto. El matón de la ametralladora, parapetado tras el sillón, iba echando miradas nerviosas hacia donde se suponía que estaba escondido su jefe. Amanda e Izzy no lo veían tras el respaldo, pero la mirada de preocupación del esbirro era suficiente para hacerse una idea de que el truco de Ary había funcionado, al menos en parte. Parecía que Labios de Seda de verdad se lo estaba pensando.

- No, déjalo, Michael, sabes, en el fondo quizá tengan hasta razón.- dijo aquella voz suave cuando el matón finalmente se atrevió a abrir la boca para preguntarle si iba todo bien.

- Siempre igual, somos como peces dando vueltas en una pecera. Nos creemos que podemos avanzar, que las cosas cambiarán, que veremos un nuevo horizonte. Pero en realidad estamos atrapados, y no lo vemos porque somos cortos de memoria.- dijo, con un tono de voz cada vez más melancólico.- Pero yo sí recuerdo. Oh, vaya si recuerdo. Demasiados recuerdos. Quizá tengáis razón, chicas. Quizá es mejor dejar de engañarse, dejar de dar vueltas a la pecera y acabar con todo, aquí y ahora. Eso por lo menos sería valiente. Sería un acto de volición. Os haré el favor de daros la libertad, a todos vosotros.- y los pelos de Amanda e Izzy se erizaron al escuchar aquella última frase.

Izzy llevaba un rato a cubierto, pensando. Al escuchar a Labios de Seda tuvo que intervenir: debía impedir lo que fuera que estuviera preparando ese tipo. Durante un momento pensó en congelar todo el aire del fondo de la habitación, solidificarlo para dejarles allí bloqueados. Pero en seguida descartó esa idea. Aún desconocían los poderes del hombre y, si se activaban con la mente, iban a estar jodidas de todas formas.

Con la mente...

Había una forma, algo que siempre había pensado que podía llegar a hacer. Algo que, desde que resolvió sus dudas con respecto a sus poderes la noche anterior, tal vez no resultase un problema. Después de todo, ya sabía que, incluso usando sus poderes, seguiría siendo ella misma. El sentimiento de culpa por la muerte de los policías aún con la cara de otra persona así lo atestiguaban.

Alzó la cabeza por encima de la cobertura y miró a Labios de Seda. Se mantuvo allí, tras el invisible muro de aire, estudiándole. No lo conocía lo suficiente, de eso estaba segura, pero sonrió recordando la voz de su entrenador de defensa personal en la academia. «La mejor forma de conocer a alguien es luchando con él». Estaba segura de que el hombre había sacado esa frase de alguna película, pero en parte tenía razón. Desde que había empezado esta investigación había estado tratando de meterse en la mente de ese mafioso, tratando de entender cómo pensaba para anticipar su siguiente movimiento, y ahora sabía que podía hacerlo. Literalmente.

Estaba acostumbrada a copiar la forma de la gente, sus poderes, incluso su mapa mental para ponerse en su lugar y prever su forma de pensar. Pero ahora eso no sería una solución y tendría que ir más allá. No iba sólo a copiar los poderes y la forma de pensar de Labios de Seda. Iba a robárselos. Arrebatárselos y dejarle siendo poco más que un cascarón. Sonrió con amargura, desviando un momento la mirada a los secuaces, que ya se habían dado cuenta de que sus balas no las iban a alcanzar. De policía a ladrón, la historia de su vida. La habían expulsado del Cuerpo por todos los extraños sucesos que habían ocurrido cuando despertó a sus poderes y se había convertido en detective, aunque realmente era poco más que un ladrón callejero, trabajando justo al borde de la ley para resolver sus casos. Ahora haría lo mismo: protegería a la ciudad robándole la mente a alguien que amenazaba con destruirla.

Clavó la mirada en Labios de Seda.

— No. Seré yo quien te libere a ti. De tu egoismo y tu prepotencia. Y libraré a esta Ciudad de ti.

Izzy dejó caer las barreras que normalmente levantaba, las que la protegían de absorber demasiado de una persona. Después de todo, ella era fuerte. Sabía quien era. Sabía que, a pesar de copiar la forma de un matón Falzoni para darle el pasaporte a Delia, no era un matón como ellos. Sabía donde estaban los límites.

Sin las barreras, la inundó un maremoto de sensaciones. La mente de Labios de Seda era como un laberinto, en el que el consigliere se movía hábilmente para retorcer pensamientos, darles forma, manipular a los demás. Izzy simplemente no pudo contener la ola que arrasó su mente como un tsunami, con decenas de miles de pensamientos a la vez.

Izzy gritó, llevándose las manos a las sienes y cerrando los ojos con fuerza. Intentó con todas sus fuerzas echar a la mente invasora, pero ya era demasiado tarde. Los pensamientos parecían tener vida propia, y podía ver, horrorizada, como empezaban a instalarse en su propia mente, echando para ello a sus propios recuerdos. Sus noches de patrulla con Mac, sus paseos por la Plaza Miller, sus primeros escarceos con el whisky... todo iba desapareciendo poco a poco, fundiéndose en una neblina informe.

Amanda vio como Izzy finalmente abría los ojos y levantaba la vista. Pero aquella no era Izzy, aquellos no eran sus ojos. Ya no. No sabía como lo sabía, pero sabía que Izzy se había convertido en Labios de Seda.

Los pensamientos de Labios de Seda acudieron a la mente de Izzy y empezó a sonreír pensando que había logrado su objetivo. Pero algo iba mal. Muy mal. Cerró los ojos y se agarró la cabeza viendo cómo sus recuerdos empezaban a desvanecerse.

— ¿Prepotencia? — Dijo enderezándose de repente. La voz que salió de su boca no era la suya. — No niña, tú eres la pepotente. Y, ¿cómo piensas salvar la Ciudad si ni siquiera puedes liberarte a ti misma? — Al otro lado del sótano, Labios de Seda decía esas mismas palabras, exactamente al mismo tiempo.

Miró hacia abajo, a su mano, y en ella estaba el detonador conectado a los explosivos que llenaban el local...

...Miró hacia abajo, a su mano, y en ella estaba su móvil con un nombre en la pantalla. «Mac».

Algo en lo más profundo de la cabeza de Izzy se activó de repente. Quería resistirse, sabía que podía hacerlo y empezó a luchar contra esos pensamientos extraños. Pero en seguida se le ocurrió otra alternativa y, en vez de luchar contra ellos, abrazó esa mente que se fusionaba con la suya. Tal vez salvar su propia mente no era lo primordial en estos momentos, después de todo.

— Soy yo — dijo de repente Labios de Seda con una voz profunda, mientras Izzy movía también los labios. — Abortad la operación. El policía y su familia ya no son importantes. — El móvil de la ex-policía apuntaba directamente hacia el consigliere, grabando su voz.

Bajo la atenta mirada de Labios de Seda, que no podía creer lo que estaba diciendo, Izzy miró a Ary. Esta vez eran sus propios ojos claros los que se fijaron en ella, con un brillo de esperanza en su gesto. La llamada estaba siendo grabada en el buzón de voz de Mac y Elisabeth confiaba en que la hacker supiera qué hacer con esas palabras para ayudar a su antiguo compañero.

Labios de Seda rió... y una carcajada salió de la garganta de Elisabeth.

— No lo entiendes, ¿verdad? Te sientes mal por haber matado a esos policías y a mi asesina, crees que podrás redimirte, pero te equivocas niña. Serás como yo. ¡Ya eres como yo! Estás atrapada aquí, y...

— ...yo nos liberaré de este maldito acuario — dijo Izzy, terminando la frase que había empezado el hombre.

Una ráfaga de viento bajó por la escalera que había tenido la precaución de dejar abierta, llenando la sala y empujando a Ari hacia uno de los cuadros. La pintura voló, arrancada de la pared por la violencia del aire, desvelando la puerta de una caja fuerte. Izzy sonrió por última vez, de nuevo confiando en que su amiga supiera qué hacer con ella. No había tiempo, pero eso nunca había sido un problema para Ary.

Por un momento, el instinto de conservación de Izzy la instó a protegerse, a utilizar ese viento para bloquear todo lo que iba a ocurrir a su alrededor. Pero Labios de Seda tenía razón. O a lo mejor se había metido tanto en su cabeza que pensaba exactamente lo mismo. Debía morir aquí. En cualquier caso, no podía confiar en si misma para salir de este sótano; no si eso significaba que Labios de Seda podría seguir dañando a esta ciudad y a su gente.

El dedo de Izzy se deslizó hacia el botón de llamada del teléfono, mientras sus labios formaban una palabra. — ¡VETE! — Toda la voluntad de la mujer se fusionó con la de Labios de Seda, utilizando el poder de dominación del hombre para instar a Ary a escapar del lugar, a ser posible con la información que pudiera sacar de la caja fuerte.

...El dedo de Labios de Seda se deslizó hacia el botón del detonador, mientras él también pronunciaba una palabra. — ¡Libres!

Y, mientras la misma Izzy apretaba el detonador, estuvo de acuerdo con él. Abrazó los recuerdos que llenaban su mente: ese niño que siempre había conseguido que sus padres le comprasen lo que él quería; la chica que había llegado nerviosa a su primer día de clase en la academia; el disparo del policía que se había volado su propia cabeza cuando se lo ordenó después de haber intentado detenerle en un robo; la primera noche de patrulla con Mac, quejándose del tópico de comprar café y donuts mientras esperaban en el coche; el día que conoció a Falzoni, dándose cuenta de que había más como él en esta ciudad; investigaciones, casos; asesinatos, extorsiones; alcohol barato; alcohol caro; proteger la Ciudad; gobernarla; la sonrisa de un hombre que llevaba un libro de cuentos para su hija; montones de billetes esparcidos en la cama bajo los cuerpos desnudos de dos mujeres dormidas; poder; viento; desesperación; muerte... Libertad.

Cerró los ojos, en paz consigo misma, colgando la llamada... mientras todo el local saltaba por los aires por el efecto de las bombas, acabando con todos los que no pudieran irse de allí en un instante.

No… No…

Amanda podía intuir lo que estaba pasando. Izzy había ido demasiado allá y ahora se estaba perdiendo en la consciencia de Labios de Seda… o ese mal nacido estaba tomando posesión de ella… o…

El golpe contra la pared le robó el aliento un instante. Su cerebro seguía funcionando a un millón de revoluciones por segundo analizando realidades alternativas en las que probaba una y otra solución podando las ramas del árbol de decisión tan rápido como podía para analizar más posibilidades. La realidad era mucho más difícil de predecir que una partida de ajedrez, las posibilidades infinitas.

Necesitaba tiempo.

Había una disincronía entre Labios de Seda e Izzy. Aquel estaba afectado por su bucle… forzó el bucle temporal para englobar a Izzy. El espacio-tiempo se notaba ya tensado al máximo en la zona debido a sus manipulaciones anteriores, seguir desgarrándolo la arriesgaba a sufrir una paradoja temporal o incluso meterse a ella misma en el bucle que creaba para los demás como una burbuja que la excluyera a ella y a la caja.

A pesar del tiempo que podía ganar notaba que el poder desatado de Elisabeth era demasiado para ser contenido por el bucle. Tenía que moverse a supervelocidad para tener una posibilidad de lograr lo que quería hacer.

La mirada de Izzy le había bastado para entender que ahí dentro debía haber algo importante, algo valioso, algo que pudiera ayudarlas a acabar contra los Falzoni. Puso su mano sobre la caja fuerte para centrar su atención en el pasado de la sala, no en el pasado de la caja, no en el pasado de ese panel alfanumérico. Con un poco más de tiempo podría hackearlo cómodamente, pero no tenía el tiempo suficiente, necesitaba ver cuál era la contraseña.

Los flashes se sucedieron entremezclados con las emociones de los crímenes que se habían producido y de la propia desesperación que había instalado ahora en Labios de Seda. Había logrado algunos retazos del código de 6 números, pero no lo suficiente.

Sacó una caja de polvos para investigar huellas dactilares que llevaba en el bolso, en la misma cajita que había comprado siguiendo las indicaciones de Izzy cuando le enseñaba los procedimientos básicos de criminalística que ella había aprendido en la academia. La cajita tenía un pelo, una pequeña grieta, pero seguía teniéndole especial cariño a ese trozo de metacrilato.

Sopló los polvos sobre los botones revelando los que solía pulsar.

Maldita sea.

Sólo se pulsaban cinco botones. Podía verlo a simple vista forzando los sentidos a límites insospechados para las personas. Eso significaba que había un número repetido.

El tiempo se agotaba. Reforzó el bucle sobre Izzy. Unos pocos microsegundos más para desentrañar la combinación. Repasó mentalmente toda la información que tenían de Labios de Seda. Probó una docena de combinaciones que no eran la correcta.

No le quedaba tiempo. Forzó de nuevo sus visiones. Al extender sus sentidos pudo percibir la agonía mental en la que se debatía Izzy, la desesperación de Labios de Seda y la propia desesperación que Izzy había estado alimentando con la botella durante años. Dos desesperaciones que ahora se retroalimentaban. Luchó para atravesar el fango temporal que la rodeaba hasta enfocar claramente la secuencia correcta durante pi nanosegundos.

Abrió la caja metiendo todo el contenido en su bolsa sin apenas mirar siquiera lo que era.

El bucle explotó devolviendo a Izzy y Labios de Seda al flujo normal del tiempo. El tiempo se había agotado.

Sintió en el bello de la nuca la señal que enviaba el botón. Saltó apoyándose contra la pared para llegar hasta Elisabeth aún moviéndose ella en los límites del tiempo. Podía notar como las costuras comenzaban a saltar. La agarró por la muñeca que sujetaba el mando con el botón. Podía intuir que la señal llegaba a su objetivo.

Saltó a ciegas confiando en su instinto para regresar al cuartel general en los muelles.