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Ghela de Scofferi + Letta de Vail

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01/06/2008, 20:03
Letta De Vail

Me aburren las clases de Dewekinus, no entiendo por que debo aprender todo eso... La niña miraba a Ghela. Cuando fuera mayor quería tener el aplomo que ella tenía. De todas las cortesanas, sólo sentía admiración por la hija del señor de Scofferi; el resto, le parecían no tener nada que enseñarle. ¿Vienes de fuera? ¿Has ido a ver a un chico? ¿Que chico es?

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01/06/2008, 22:28
Ghela de Scofferi

Pues siento decepcionaros, querida, pero al único chico que acabo de visitar es a mi hermano... se encogió de hombros y observó con detenimiento a aquella chiquilla curiosa, con ganas de un poco de diversión, que me alegra decir que parecía encontrarse algo mejor... sonrió y se frenó en su avance.

Se colocó delante de ella, le apartó el pelo de la cara y añadió, sé que a vuestra edad lo que pretende enseñaros Dewekinus, os parecerá un soberano aburrimiento, pero el conocimiento es algo que os ayudará a entender mejor vuestro entorno y os prepará para lo que os depare el destino... después le guiñó un ojo y añadió, además prometo leeros también cuentos y que no os faltará la diversión con nosotras... recordó a Jutta y su alegría, ella hubiera sido una compañera perfecta para Letta, se entristeció y luego tiró de ella con suavidad. Sigamos...

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01/06/2008, 22:55
Letta De Vail

La niña asintió con la cabeza y se quedó callada hasta llegar a su habitación. Buenas noches Ghela la pequeña la abrazó poniéndose de puntillas. Luego fue hacia dentro de la alcoba y se metió en la cama.

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01/06/2008, 23:46
Ghela de Scofferi

Ghela sintió el abrazo de la pequeña, como si no le fuera ajeno, y le gustó. Le dio las buenas noches con ternura, cerró la puerta de su alcoba y se encaminó hacia su habitación para cambiarse de ropa. Era tarde, pero no había bajado a despedirse de Jutta y seguramente Mille estaría allí. Dobló la ropa con presteza, guardándola por separado en la cómoda y al fondo del baúl, debía devolverle la capa y los guantes a su hermano, o quizá no, a lo mejor volvía a necesitarlos si había de salir sola en alguna otra ocasión. Se estremeció y prefirió no analizar los últimos acontecimientos de la jornada.

Por último se soltó el pelo que había llevado recogido y, abandonando el amparo de sus aposentos, se dirigió a la capilla del castillo sin más demora. Comenzaba a estar cansada, pero se había prometido acompañar a su amiga. Rezaría junto a ella y luego regresaría a su alcoba. Aquel último día había sido agotador y le había enseñado lecciones que jamás podría olvidar.

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02/06/2008, 23:53
Director

Esa noche, Ghela no pudo dormir muy bien, y dio vueltas en la cama, se despertó carias veces habiendo visto la cara de esa mujer decrépita. Recordó a su abuelo... que le habría hecho su abuelo para que aquella mujer le dejara aquella marca en el torso...

Pasaron los días, y Ghela se dedicó plenamente a pasarlos con su hermano y con sus compañeras en la corte. La boda de Terresia y Waldruc se había aplazado, pues en un brote de hombría, Waldruc dijo que partiría hacia tierra santa y mataría a cien musulmanes con sus propias manos, a lo que muchos caballeros aplaudieron y se rieron de él muy sutilmente. Waldruc era todo un bufón, pero no hacía gracia alguna. Sentía verdadera lástima por Terresia. Pero el padre de esta, no quiso dar la mano a su hija a un hombre que partiera a las cruzadas, le valía más tenerla soltera mientras su prometido jugaba a las espadas con su vida como apuesta.

Yda desapareció unos días, posteriormente Ghela se la encontró en la calle principal del castillo, tenía aspecto sucio y había dormido a la intemperie seguro. Yda le explicó que los guardias no la dejaban entrar y que tras darle de cenar aquella noche, la acompañaron a la puerta, y que desde entonces no veía a Sighard. Ghela, ya había hablado con Sighard de aquello, y le había hecho comprender que la mejor forma era de hacerla pasar por una mujer que se ocupaba de complacer a Sighard y cuidarlo y acompañarlo a todas horas en su sufrimiento. Una vez él curara, se la prsentarían a su padre, y se le otorgaría la gracia de haberle curado. Ante aquello, la alegría de su padre sería tal, que no podría oponerse un enlace. Además, su familia no era de la nobleza, aunque vivieran y se comportaran como ello. Por lo que aquel enlace no tendría apenas importancia más que la de no fuera una mujer poco fértil.

Sighard iba recuperándose día tras día, y tenía mejor aspecto. Finalmente se puso en pie. Aquello era algo que emocionó del todo a Ghela. Todo había salido bien, Leranide no le había fallado. Ahora tocaría devolverle el favor algún día.

Se organizó una fiesta en la corte para celebrar la recuperación de Sighard, apunto de estar como nuevo. Esa fiesta fue el día indicado para presentar a Yda en sociedad. Ghela procuró que la lavaran y perfumaran, y ella misma eligió el vestido que Yda se pondría. Una vez en la fiesta, su belleza causó admiración y la gente cuchicheaba sobre ella, pues apenas sabían ni que era una mujer de una de las destruidas aldeas. Tras presentar la historia a su padre, una coordinación maestra entre ambos hermanos hizo que el plan saliera bien, Yda se quedaría en castillo recibiendo instrucción el tiempo que Sighard estuviera en Urshalim, pero la boda no se celebraría hasta que volviese.

La relación con las otras cortesanas seguía siendo buena. Cada mañana, Dewekinus les impartía clases. Dewekinus era un tipo muy listo, y sabía como sacar provecho del cerebro. Ghela, era la que más avanzaba, y seguía dedicando muchas horas a libros de todo tipo, o a todo aquello que salía de la boca del filósofo y a ella le parecía interesante.

Finalmete llegó el día, y los hombres estaban preparados para partir. El grupo de tu hermano era numeroso, llevaban varios escuderos y caballos ligeros para el equipo.

Notas de juego

Tu primer turno de tres meses empezará en breve, no posetees please, yo avisaré :D

Si quieres puedes ir hablando con Yda eso si.

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14/06/2008, 00:08
Ghela de Scofferi

Odi et amo.
Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
(Catulo)

Despertar poco a poco a la verdad, dándose cuenta de la situación, de la dificultad de ser libre, de obrar a su completo antojo y sufrir por ello, porque ya no te colman ni joyas, ni encajes, porque el conocimiento te hace ver más allá.

Renacer, volar, hablarle al alba perdiendo sin mesura el cobijo de la noche, aceptar la verdad, soñar, gritar, amar y odiar. Y también sufrir, sentir sin miedo, en toda su complejidad. Sin contención. Tomar las riendas del destino, asirlas por un instante, aunque sea para naufragar. Dejar de ser el objeto de la oración.

Saber y entender, abrirse a la vida, a la verdad, a pesar de que ello seguro te lleve a preguntarte si mereció la pena el camino. Caminar y llegar, aceptando el precio del peaje.

Primavera, el tiempo perfecto para iniciarse.

En el año del Señor 1189, los que tenían acceso a formación y cultura, como era el caso actual de Ghela, estudiaban lo que se denominaban las siete artes liberales, que comprendían dos grupos de estudios, el trívium y el quadrivium, ambos principalmente en latín, es decir, por una parte, el trívium abarcaba: la gramática, la ciencia del uso correcto de la lengua; la dialéctica, la ciencia de la expresión, y la retórica, la ciencia del pensamiento correcto, que ayudaba a buscar la verdad; y por otra, el quadrivium, que abarcaba: la aritmética, que enseñaba a hacer números; la geometría, que enseñaba a calcular; la astronomía y la música, que enseñaba a producir notas. En las teorías educativas de la época que a nuestra cortesana le ha tocado vivir, podríamos decir que el quadrivium seguiría al trabajo preparatorio del trívium y que de todas esas artes Ghela aprendió lo que a Dewekinus le pareció.

Los conceptos básicos de estas artes liberales designaban unos estudios que tenían como propósito ofrecer conocimientos generales y destrezas intelectuales antes que destrezas profesionales u ocupacionales especializadas, de manera que Ghela, embarcada en tamaña batalla de carácter personal, comenzó durante aquella primavera de cambio y comienzos a cultivarse en mayor profundidad de lo que hasta entonces había hecho, de la mano más que peculiar de un Dewekinus, que en sí mismo parecía resultar quizás más liberal de lo estrictamente conveniente, gozando de corrientes culturales que provenían de la filosofía griega y del derecho romano, que sirvieron para dar alas a algo, que en realidad le estaba vetado. Si esto resultó beneficiarla o perjudicarla de cara a lo que estaba por venir, el tiempo dictaría sentencia, pero Ghela a buen seguro que lo disfrutó en profundidad, pese a que en realidad para lo que en teoría estaba destinada, no le sirviera de nada.

¿Qué de qué disfrutó? Pues de mañanas intensas dedicadas a los libros, en las que no obligó a ninguna de sus amigas a estudiar más de lo que a ellas les llamase la atención, si es que en verdad les apetecía, ya que, de no ser así, cada una obraba a su antojo, excepto Letta, que se veía en la obligación por designio de su tío de aprender los fundamentos básicos de las materias más destacadas, amenizados con cuentos y juegos, que Ghela alentaba para animarla, siempre con el permiso de su maestro. En resumen, que cada una de las cortesanas se entregó en la medida que le apeteció.

Intentó que las tardes fueran distintas, colmadas de cánticos, paseos, juegos, lectura poética y esparcimiento junto al lago, si es que el tiempo atmosférico permitía esta última salvedad. En alguna ocasión más festiva, quizás acompañadas por la pareja de hermanos juglares del pueblo, si seguían vivos, a los cuales podrían contratar y con los que se entretendrían cantando o representando alguna que otra fábula u obrilla de teatro.

Apoyó a Mille en todo momento tras la pérdida de su hermana y se preocupó de que no estuviera sola ni desanimada, en la medida de lo posible, promoviendo que se hallase respaldada siempre por sus amigas, entre las cuales se contaba. Echó la imaginación a volar en más de una ocasión junto a Terrezia, la más proclive a temas mundanos, a charlar sobre deseos y ensoñaciones, propias de damas jóvenes de futuro incierto, y, por último, fue una niña con Letta y las demás, cuando ésta lo necesitó. Aunque había algo en su interior desde su charla con Leradine que la avisaba de que no les quedaba mucho tiempo de mocedad, así que decidió que debían aprovecharlo.

Respecto a esto de los actores y juglares, Ghela pensó que no vendría mal hablar con su padre y recordarle que en tiempos de adversidad, el pueblo tendía a olvidar rápido los bienes recibidos y a centrarse tan sólo en aquello que le desconsolaba y que por tanto sería aconsejable contratar a la pareja de actores y a los trovadores de la zona y ofrecer, de cuando en cuando, algún espectáculo en el pueblo que estaba renaciendo, que, entre otras cosas, les recordase la bondad de su señor y que sirviera, con asistencia de plebe y nobles, de contacto en tiempos inestables y así él pudiese aprovechar para observar sus cuitas en directo, sin engaño posible.

Ghela acudió siempre que pudo a las reuniones que se celebraban en el castillo que tuvieran que ver con el pueblo y sus gentes, es decir, con la reconstrucción del enclave y las ayudas necesarias o peticiones, y le encomendó a Dewekinus una tarea, la de que fuera sus ojos y oídos cuando visitase la zona en construcción, ya que a ella seguramente nadie se pensaba acercar y sin duda alguna la cortesana lamentaría la pérdida o el soporte de penurias por parte de alguna mente preclara y, antes de llegar a tamaños extremos, trataría de acogerla en su pequeño feudo escolar.

Otra cosa que se propuso Ghela fue encontrar a alguien a través de quien poder hacerse con información entre las huestes y acompañantes del ejército de Cruzados, sobre técnicas novedosas de todo tipo, para la agricultura, ganadería, construcción… que pudieran ayudarles en la pronta reconstrucción y enriquecimiento del feudo, ya que, debido a que ellos iban recorriendo mundo, quizás pudieran ayudarles a salir del trance con sus conocimientos.

En vista de que el comercio había decaído del todo, y, a diferencia de antes, pocas caravanas llegaban, ya que todas iban directamente hacia Hidenwood o Suncross, más al norte, y a sabiendas de que las actividades comerciales eran las que permitían la subsistencia de algunos de los mercaderes locales, que realizaban su trabajo, pagando una parte de sus beneficios en forma de tributos a su padre, que a su vez incrementaba con ello sus recursos, se acercó a ellos a enterarse de su situación. Sólo faltaba que los que menos problemas solían tener a la hora de pagar a su señor, se fueran a venir a pique, cosa que repercutiría muy negativamente en las arcas de su padre y de la que consecuentemente le debería alertar.

La marcha de su hermano fue especialmente conmovedora para Ghela, ya que como era bien sabido, nadie le podía garantizar su vuelta y eso era algo, que la agitaba interiormente sobremanera. Le vio partir con pesar y prometió cuidar de Yda, a la cual acogió desde entonces entre las cortesanas en todos los aspectos, incluida su formación como dama, que quizás algún día acompañase al joven Señor del feudo. Si su hermano no regresaba, no se lamentaría por ello, ni la devolvería al sitio del que había venido, ya que Yda, al fin y al cabo, era la mujer que Sighard había elegido para él y estaba claro que lo había hecho con el corazón y no con la cabeza, lo cual no dejaba de tener mérito en aquella época, preñada de matrimonios concertados y en muchas ocasiones fallidos.

Otro tema que traía a nuestra dama de cabeza era el de los bastardos de su padre, los cuales en muchos aspectos eran de excesiva importancia como para dejar correr el tema así como así, de manera que empezó por Gertrude, su sirvienta, preguntando siempre con una discreción sublime sobre algún dato que le pudiera resultar de interés y, aunque no hiciera inquisiciones directas, trató de ir poco a poco y sin levantar sospechas, intentando recabar información, sus primeros pasos los dio entre la servidumbre, que en teoría debía saber de las andanzas de su padre. En ningún momento se arriesgó a preguntar más de lo debido, no quería bajo ningún concepto levantar sospechas.

Notas de juego

Creo que el turno va aquí... Micrantha se encogió de hombros. Y si no... pues ajo y agua...jajajaja

Bueno, pues en algunos de los puntos estos son los hilvanes no sólo del primer turno, sino de la línea un poco por la que parece avanzar el personaje.

Según como vayan los temas, pues surgiran nuevas estrategias. Si en algún punto tengo que perfilar más, me dices.

Con Yda me pongo en breve, a ver si mañana o pasado saco un rato.

Espero haber dado con lo que pedías ;)

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21/06/2008, 15:58
Director

Ghela vio llegar la primavera con la esperanza que esta trajera buenos tiempos para todos. Y así fue. El sol brillaba a diario en lo más alto del cielo del sur de la Britania. Recibía lecciones diarias junto al resto de cortesanas, descansando de aquellas clases únicamente los domingos, día del señor en las que solía ir a la iglesia a oír el sermón del Padre Wybert. En sus ratos libres y si no había nada que urgiera en el castillo, leía. Devoraba libros a un ritmo espeluznante. Ghela tuvo la suerte de que Scofferishire tuviera una biblioteca, algo de lo que la mayoría de pueblos o ciudades no disponían. Era por ello, que aquella dama, podía disponer de una gran variedad de escritos. Fue su abuelo quien instauró los puestos de escriba y bibliotecario. Desde entonces, habían ocupado los puestos miembros de tres generaciones distintas. El escriba se ocupaba de copiar libros, y el bibliotecario de conseguirlos para ser copiados o para ser almacenados en aquel santuario de la literatura. Ghela, influenciada en gran parte por su mentor Dewekinus, comenzó a cultivar su intelecto con aquello que los antiguos habían dejado para la posteridad. Las obras griegas y romanas, desde su filosofía a sus leyes o su organización social y logros culturales, le parecían de lo más curioso y renovador en muchos aspectos a lo que ella conocía. Le parecía un mundo totalmente diferente. Gracias a los libros vio mejorado su dominio del latín. Ahora no le daba reparo conversar con su mentor en dicho idioma. Dewekinus le había hecho entender, que era la más inteligente de toda la corte, y eso animó a Ghela, a empezar a meterse en las reuniones que se hacían sobre la reconstrucción del feudo. En las que trataba de aportar ideas que ayudaran a mejorar ciertos aspectos que ella no veía bien. Su padre solía mostrarse ahora muy orgulloso de ella, y solía halagarla siempre que veía una ocasión justa para ello.

Sus compañeras, no prestaban atención a estudios más allá de las clases diarias que Dewekinus impartía, y siempre estaban dispuestas a pasar con ella un rato. Al grupo se había unido ahora Astiria de Kriegghar. Mille había encontrado un apoyo y mucho consuelo en Astiria, ya que también había perdido a su hermana en las mismas circumstancias y ahora se las podía ver juntas en casi todo momento. Por otro lado, Terresia volvía a radiar de ilusión y energías. El padre de ésta, escuchando la decisión tomada por su padre en el caso de su hermano, quiso hacer lo mismo. Y haciendo entender a Waldruc que lo primero era servir a dios, pospuso la boda entre ellos hasta que éste regresara de las cruzadas. Una vez por semana mínimo, aprovechaban para escaparse a comer cerca del lago, ya limpio de cuerpos flotantes. Letta la seguía a todas partes, era como su sombra, y aprovechó la decisión de la niña a seguirla, para obligarla de buenas maneras a aprender lo que ella aprendía, así que tras las clases con Dewekinus, le hacía sentarse cerca de ella a leer en silencio. Muchas veces se quedaba dormida y Ghela tenía que darle un capón para despertarla. Pero poco a poco fue viendo el enorme cambio que ella estaba provocando a la niña, que ahora se mostraba más atenta de las cosas y tenía sus palabras tenían una logica muchas veces mayor que la de sus otras compañeras. Yda también recibía clases con ellas, pero no las acompañaba mucho más. Hablaba con Ghela y Letta por norma general. Las otras cortesanas sabían que esa mujer no tenía estatus y que la historia que la envolvía ahora era simplemente una mentira, y recelaban de ella. Ella siempre se mostraba cauta y silenciosa. Muchas veces la veía hablar a solas con su padre Robert. A su padre parecía gustarle esa mujer para su hijo, y la había aceptado como una más, cosa que decía mucho del amor que sentía por su hijo Sighard. Por eso, Ghela no sabía si realmente aquel buen hombre, la llegaría a obligar a casarse con alguien del que ella no quisiera ni ver.

Los días pasaban, y ansiaba tener noticias ya de aquel chico al que mandó para que estudiara aquello que viera novedoso en Urshalim; también que le informara sobre él y aquellos que iban en su séquito, además de la situación en aquellas tierras. Le había costado encontrar a alguien de entre el grupo tan numeroso de peregrinos. Pero finalmente dio con él, un inteligente muchacho de su edad, llamado Henry Wanes; el que tras varias horas de charla con ella, logró convencerla de que era la persona adecuada para ese trabajo. Ghela le obsequió con un caballo y le hizo jurar que se mantendría siempre cerca del séquito de su hermano, su recompensa era clara, le costearían el alimento del viaje y una buena protección. Henry, juró escribir en cuanto pisara tierra.

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21/06/2008, 17:05
Peter Spingle

Peter vio llegar a aquella dama montada a caballo. Jamás había visto una belleza tan abrumadora. No creía real lo que veían sus ojos. Peter era ahora el único mercader que había en Scofferi, y era quien recorría los poblados de los alrededores y feudos contiguos a éste para comprar todo lo que hiciera falta. Siempre iba acompañado de Ferro Platernish en sus viajes y luego ellos dos montaban la parada. Ferro era quien tenía el arte de vender, pues había vendido desde que era un zagal las frutas y hortalizas que su familia cultivaba y disponía de una labia sin igual.

En ese momento su mente dejó de pensar y se quedó en blanco cuando vio a esa mujer delante de él. Apenas se había dado cuenta de que desmontaba y se le acercaba, se había quedado embobado, absorto, le había venido toda su historia de las últimas semanas a la cabeza.

Ehh... buenas, di...di..dígame que le puedo ofrecer... tragó saliva luego se mojó los labios que ahora tenía secos.

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23/06/2008, 12:39
Ghela de Scofferi

Pues veréis, parece ser que vos y vuestro compañero sois los únicos mercaderes que quedan en Scofferi… no sonrió, era verdaderamente alarmante, así que añadió, no parecen buenos tiempos para una labor que antes dotaba de vida el patio del castillo, convirtiéndolo en un hervidero de puestos y transeúntes… clavó sus ojos en él, que parecía algo apocado, preguntándose hasta que punto aquel hombre sería lo suficientemente versátil para lo que ella necesitaba, personalmente desearía ver resurgir el comercio del feudo, siempre ha sido síntoma de bienestar, de manera que me gustaría que fuerais franco y me narrarais la situación exacta del gremio y si creéis que hay algo que se pueda hacer al respecto... ¿Aquel tipo sabría quién era ella o lo desconocería? Por una parte, podía serle beneficioso jugar con ello, pero por otra, no se podía permitir el lujo de levantar habladurías, que luego perjudicasen su labor, soy Ghela de Scofferi… se presentó por si acaso y posteriormente guardó silencio durante unos segundos, y ahora no os dediquéis a hablarme tan sólo de peticiones monetarias, he venido aquí a observar el reflejo de una situación y a estudiar qué se puede hacer al respecto…

Relajó la expresión de su rostro, tratando de no parecer tan severa, y tomó aire, actualmente tan sólo adquirís la mercancía justa, algo que quizás se pudiera mejorar si aparte de traer meramente lo que consideráis estrictamente necesario, os ofrecieseis a traer encargos a los habitantes del castillo u os pasaseis por el campamento y escuchaseis sus necesidades… normalmente los mercaderes ponían su puesto en el sitio habitual y esperaban a que la gente se acercase, llamando su atención con salmodias de tres al cuarto y eran ellos los que hacían y deshacían respecto a las mercancías que portaban. ¿Qué sabéis del resto de mercaderes que frecuentaban el feudo o residían en él?... supuso que algunos habrían muerto y otros habrían perdido sus mercancías y abandonado la localidad.

Notas de juego

Por fin te he podido contestar... ;)

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03/07/2008, 22:28
Peter Spingle

El hombre mira a la dama con cara de sorpresa tras oír quien es La verdad, mi señora, no se donde estarán el resto, seguramente buscando buena fortuna en otros lugares. Yo mismo me dirigía a Kirkenly, pero se rompió una de las ruedas de mi carro, y he tenido que asentarme aquí por un tiempo. He conocido gente magnífica en este lugar, y con mi nuevo compañero Ferro, estamos yendo a mercados cercanos para traer mercancías que aquí no llegan, y si, la verdad la traigo justa, pero no tengo más que un viejo carro para transportarla. el tipo tomó aliento Aquí mi señora faltan muchas cosas, y sobretodo falta gente dispuesta a levantar este negocio, yo mismo me encargaría, pero no es cosa que pueda hacer una persona sola, por lo menos yo no puedo.

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06/07/2008, 13:41
Ghela de Scofferi

¿Necesitáis personas que os ayuden? ¿Os referís a manos que trabajen para o con vos?... Los ojos de Ghela se clavaron en el suelo, como si en él hubieran hallado algo interesante, mientras se apartaba el pelo de los hombros. Bueno, ahora mismo en el feudo no puede ser difícil encontrar personas que se hayan quedado sin tarea o cosechas y necesiten trabajar en algo para salir adelante… alzó la vista del suelo, las reuniones sobre la reconstrucción del pueblo se suceden con frecuencia en estos días aciagos, yo podría preguntar en ellas si hay manos libres que deseen trabajar en asuntos mercantiles, que seguro las habrá, o podríais hacerlo vos mismo si deseáis acercaros en persona, yo podría facilitaros el acceso… se quedó un momento pensativa y luego añadió, hablaré con mi padre al respecto… ladeó un poco la cabeza hacia la izquierda, mirando a su interlocutor de soslayo, si queréis acceder a un negocio de verdad en estos tiempos, necesitáis tener contacto directo con la gente, tanto del Castillo, como del pueblo en ciernes y de esa manera poder hacer recados, aparte de traer hasta aquí lo más básico… ya sé que es un poco complicado cuando ya no hay mercado en realidad, se lamentó.

Entrecerró los ojos un instante mientras apartaba la vista de su interlocutor y sentenció, decís que habéis tenido problemas y que por eso no os habéis marchado de aquí, pues yo os animo a solucionarlos, pero no para que nos abandonéis, sino para que retoméis el comercio dentro del feudo. Eso ayudará a que regresen algunos de los mercaderes que se fueron y a que se reabra cuanto antes de nuevo el mercado, lo cual es mi deseo y os beneficiaría ampliamente… le observó con detenimiento, pero para ello es indispensable conocer las necesidades de las personas y no ir a ciegas… para ese tipo de tarea, os servirían los zagales, ellos se mueven bien entre la gente a cambio de poco, por el Castillo y el Campamento andarán bastantes… hizo una pausa, para toda aquella labor de reconstrucción de un gremio, no sólo necesitaría ayuda adulta o monetaria, sino que, para las pequeñas cosas, con gente menuda bastaría, y terminó, vos diréis…

Notas de juego

Bueno, aquí estoy otra vez, jefe ;)

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09/07/2008, 22:00
Director

El hombre seguía parado atento a todo lo que aquella mujer le decía... en algunos momentos inclusó pensó que le estaba riñendo mas no pudo contestar por lo mucho que aquella persona le imponía, aún siendo una joven mujer. Si, si, si mi señora, eso realmente sería bueno, pero claro, el problema es que yo por el momento no puedo pagar a la gente, ni una caravana en condiciones, y menos dos. Gente dispuesta a trabajar la hay, pero no a no cobrar, es ley de vida. se mojó los labios No quiero irme de este feudo ya, es más, ¡quiero una casa allí arriba!, pero para ello necesito antes poner al día todas las cuentas y empezar a ganar el dinero que ahora mismo no gano. Y digo que no me quiero ir, por que soy de los que piensan que si Dios le ha parado en un sitio es por que lo necesita allí o por su bien.

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09/07/2008, 22:09
Letta De Vail

Letta, que estaba callada y expectante a la conversación de aquellos dos, saltó tras oír sus palabras... Usted lo ha dicho, es Dios quien le ha parado aquí para que ayude a este pueblo y lo haga usted grande a la vez que usted se hace grande, pero empiece ya. acabó tajante. Ghela no había visto nunca en la joven Letta tal pronto.

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11/07/2008, 00:30
Ghela de Scofferi

Ghela se rió de buena gana, aquella chiquilla aprendía por segundos y tenía una mente despierta. Se giró de nuevo hacia el mercader, aún alegre tras la intervención de la muchacha, bueno, ¿qué? ¿Vendréis al consejo para enteraos del estado de las gentes y sus necesidades y añadir vuestras cuitas? ¿O haréis cuentas primero antes de responderme?... Alzó una ceja. ¿O acaso me estáis proponiendo algo? Si es así, soy toda oídos, claro que os advierto que no soy tan desprendida como mi padre, quizás prefiráis tratar con él. Sonrió, suavizando de nuevo los rasgos de su rostro, no había ironía ni sarcasmo en sus palabras, expresaba una realidad. Decís que queréis una casa allí arriba, y yo os adelanto que por mucho que os lamentéis no se construirá ella sola, de manera que vos diréis.

Se giró hacia Letta y otra vez hacia a aquel hombre, que tan pronto hablaba de personas, como de dinero, de caravanas, como de construirse una casa, decís que queréis quedaros aquí y levantar vuestro negocio, ¿qué es lo que necesitáis entonces exactamente aparte de personas? Y si vais a hablarme de dinero, habladme claro, sin divagar… Ahora lo que suavizó fue el tono de voz, buscando que sus palabras no sonasen demasiado austeras, demasiado autoritarias. Veréis, si sois listo ahora tendréis un monopolio, aunque bien es cierto que no por mucho tiempo, ya que en cuanto el feudo levante cabeza, vuestros compañeros de gremio regresarán, como bien es mi deseo, recalcó esta última frase, pero si vos os habéis sabido ganar a la gente, sin aprovecharos de ella, sin encarecer los productos por avaricia y trayéndoles lo que os pidan, ellos lo recordarán y eso os hará no decrecer después. ¿Os habéis parado a pensar que quizás algunas de esas personas con las que podríais trabajar, necesiten cosas materiales o algo que llevarse a la boca más que dinero propiamente dicho?

Respiró hondo, no hay nada que yo desee más que ver resurgir de nuevo el feudo y sé que el mercado y sus puestos son un síntoma de ello… De hecho, los mercaderes eran ingresos normalmente asegurados a la hora de cobrar impuestos. Eran los que mejor abastecían las arcas del feudo. Recordó el patio del castillo antaño y se le encogió el corazón al compararlo con las torres derruidas actuales, con los escombros, con la miseria, con las muertes. Se acordó de Jutta, de la pierna de su hermano, de su compromiso con Leradine, de la tormenta, de la riada y del fuego, de los cadáveres que poblaban el lecho del río y el lago, apretó los labios pensativa y después exhaló con lentitud el aire que había estado reteniendo. Sabía que sin aquel hombre estarían en realidad aislados y el aislamiento no podía traer otra cosa aparte de decadencia.

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20/07/2008, 22:54
Peter Spingle

El hombre ahora menos temeroso de aquella mujer se nota compungido por las palabras de aquella niña. Bien, haré lo que pueda mi señora. Asistiré a la próxima reunión ya que me invitáis a ella, y hablaré delante de su padre exponiendo mis puntos, pensaré en como puedo hacer que esto sea el inicio de una próspera actividad comercial para Scofferishire.

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20/07/2008, 22:58
Guardia de la Milicia Local

Un guardia se acerca trotando a lomos de un caballo. Lo hace parar en seco con un buen golpe de rienda Señorita Ghela, no sabe lo que me ha costado encontrarla, su padre la requiere en castillo, han llegado noticias del ejército. Se reunirá con vos en la sala de las cortesanas. Dicho esto, espera a que aquella hermosa mujer monte en su corcel y suba a la pequeña para llevarlas bajo su protección al castillo.

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22/07/2008, 01:15
Ghela de Scofferi

Al final va a resultar que tiene sangre en las venas… o eso esperemos... Había llegado a pensar que tendría que traer la reunión hasta allí para que aquel individuo asiera su futuro con el suficiente garbo, me alegro de que hayais tomado tal determinación y procuraré asistir para escuchar vuestra exposición junto a mi padre… de pronto se giró, ladeando la cabeza al oír el sonido de los cascos de un caballo al acercarse.

El guardia llegó hasta su posición, apremiándolas, y Ghela no se hizo esperar, era su progenitor el que la reclamaba a su presencia y, nada más y nada menos, que con noticias del ejército, bueno, mi padre me requiere… Asintió con un gesto al mercader a modo de despedida, mientras tiraba con suavidad del brazo de Letta, vamos, procuremos no hacerle esperar, intentó sonreír a la muchacha, aunque tenía el corazón en un puño ante tanto apremio, a veces las cosas que se reclamaban con tanta celeridad, no auguraban nada bueno. Se subió al caballo, ayudó a Letta a montar a su grupa y siguió al soldado hacia el castillo.

Notas de juego

Voy para allá ;)

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09/08/2008, 22:52
Ghela de Scofferi

Dum loquimur, fugerit invida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.
(Horacio, Odas, I, 11, 7-8)

“Mientras hablamos, huye el envidioso tiempo.
Aprovecha el día, y no confíes lo más mínimo en el mañana.”

Con los ojos abiertos, redescubrir, redescubrirse, hallar, hallarse. Aprender, reemprender, conocer, reconocer. Dar el siguiente paso.

Alzarse, sabedora de los límites, jugando con la borrosa línea que delimita la frontera. No limitarse a sobrevivir, sino vivir en primera persona y, lo que va aún más allá, revivir.

Cosechar el día, aprovecharlo, sin permitirse el lujo de malgastarlo.

Verano, el tiempo perfecto para afianzarse.

Día a día, página a página, adquiriendo conocimientos, cimentando algo que ya empezaba a parecerse a una construcción, algo que ya comenzaba a tener cierta solidez, con Letta bajo su tutela, intentando hacerla fuerte, nada de idealismos, nada de suavizar realidades, pero permitiéndole ser niña a la vez y jugando quizás por última vez a serlo junto a ella, así pasaban los días de Ghela en aquel verano intenso de florecimiento, de tardes junto al lago, a pesar de los muertos, o junto al río en las colinas de Millstone, de domingos por la mañana de Iglesia y tardes festivas de canciones y representaciones, amenizadas por los juglares y actores del feudo. Creciendo por dentro y por fuera, madurando y navegando en un mar de dudas generadas por el propio devenir del aprendizaje. Con ampollas en las plantas de los pies, fruto de la aridez del camino, siguiendo la directriz de Dewekinus y a ratos acompañada por el resto de cortesanas. Sin perder de vista el estado y necesidades de su progenitor, ni de sus amigas.

Sin embargo, hubo otra cosa en la que esta cortesana centró sus esfuerzos y fue la siguiente: a lo largo del siglo XI las invasiones habían ido cediendo para acabar poco a poco dando paso a intercambios más pacíficos. Las pieles y el grano del norte de Europa o los metales procedentes de África y Asia habían comenzado a fluir.

Esta paz "relativa" de la que gozaban las tierras europeas daba cierta estabilidad a la economía y con ello potenciaba el comercio, aunque para ello había de solventarse el problema de la inseguridad y el pillaje en los caminos, por lo que Ghela sugirió a su padre que esas avanzadillas que enviaba a capturar a los bandidos y que ni siquiera conseguían echarles un ojo encima, se sirviese de la guía de los cazadores de la zona, grandes conocedores de los bosques del feudo para realizar batidas y peinar Frog Trees y así dar caza y amedrentar a los asaltadores, que lo único que conseguían era asustar a los aldeanos, que se veían obligados a atravesar la zona, y ahuyentar el tráfico de mercancías en detrimento del enriquecimiento del feudo, aparte de desvalijar y de paso empobrecer, aún más si cabe, a todo bicho viviente. Había que aunar esfuerzos y contingentes de forma prioritaria o podía acabar siendo un problema mucho mayor del esperado, ya que podían terminar creciéndose y envalentonándose.

De hecho, retomando la consecución de esa paz "relativa", en aquellos tiempos era la cristiandad la que atacaba sirviéndose del episodio militar de las Cruzadas, que bajo esa fachada militar enriquecía grandemente el comercio. De cara a favorecer ese auge comercial dentro del propio feudo, Ghela ayudó a Peter Springle y a su socio De Ferro a asegurar el transporte de mercancías y a favorecer su tránsito, por medio de una ayuda monetaria que redundara en beneficio mutuo y que permitiera a estos comerciantes contratar una escolta, que les mantuviera a salvo en su labor de mercaderes errantes y les ayudase a superar los obstáculos, tanto naturales, como de acarreo e inseguridad.

La cortesana parecía querer labrarse un futuro propio y así se convirtió en cierta medida en una comendataria que compartía una parte de los beneficios y riesgos, siempre calculados y en la medida de sus posibilidades, ya que dependía económicamente del respaldo del dinero que le dispensaba su padre para sus necesidades de carácter personal.

Este hecho, sumado al asentamiento de aquellos hombres en el feudo y a que su labor comenzaba a fructificar, la llevó a incitarles a embarcarse en una nueva fase comercial, la de tomar a su vez artículos de la zona, como por ejemplo productos de manufactura textil, paños y tejidos, o cuero ya tratado por los curtidores del feudo y comerciar allá donde fueran a adquirir mercancías con ese tipo de materiales que solían ser altamente solicitados, proponiéndoles de esta manera un enfoque comercial de ida y vuelta. Los aldeanos que se dedicaban a tales tareas salían ganando si sus productos eran vendidos y, de no ser así, no perdían nada.

Habría que añadir que no pasaba día sin que Ghela se preguntara si aquel muchacho, llamado Henry Wanes, le habría tomado el pelo y habría salido ganando un caballo, alimento para el viaje y protección, sin tener en realidad la más mínima intención de cumplir su promesa de estudiar y comunicarle todo aquello que viera novedoso en Urshalim y de camino hacia allí. Henry había jurado escribir en cuanto pisara tierra y estaba claro que no pensaba malgastar tinta antes, pero le había sonado sincero y comprometido, aunque la verdad era que, de todas formas, como lo había colado dentro del séquito de su hermano, no tenía mucha escapatoria, a no ser que, ¡Dios no lo permitiera!, perdiese la vida de camino a tierras infieles o en ellas mismas. Así era Ghela, desconfiada hasta el final, incluso dentro de los márgenes de la propia seguridad.

Siguió asistiendo a las reuniones del consejo y a las asambleas de peticiones, incluso después de que las mayores dificultades parecieran irse solventando poco a poco, aprovechando que todos sa habían acostumbrado a su presencia y eso le daba una situación privilegiada a la hora de enterarse de todo lo que sucedía en el feudo de primera mano.

Por último, cuando estaba a solas, divagaba sobre cuál sería el precio final de la pierna de su hermano, rogando a dios por no tener que cometer alguna atrocidad al respecto, pensando en que quizás más adelante, cuando el bosque se hallase en condiciones más seguras de tránsito, es decir, exento de malhechores, podría hacerle una visita a Leradine y charlar, no sobre piernas precisamente, sino entre otras cosas sobre hermanos bastardos. Aunque parecía que aquel encuentro tendría que esperar y postergarse, puesto que era más que probable que tardasen en dar caza a aquellos bandidos, que por allí ejercían su labor de pillaje. ¿Tendría ella algo que ver con el magestuoso anillo que su padre quería hacerle llegar a Sighard a través de Yda? Lo recordaba a la perfección, de dimensiones considerables, con el águila, emblema de la familia Scofferi, grabado en relieve y dos pequeñas piedras preciosas incrustadas a cada lado. Las palabras exactas de su padre habían sido algo así como: "Necesito darle esto, pues con esto estoy seguro de que volverá sano y salvo". Esperaba que a Yda la acompañasen los mejores augurios y que todo saliese aún mejor de lo deseado. Cuando regresara, al fin tendría noticias importantes y relatos de acontecimientos de primera mano, por lo menos recrearía el mundo exterior a través de los labios y los ojos de alguien cercano.

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14/08/2008, 22:02
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Ghela prosiguió su día a día. Pegada siempre a ella Letta ya era casi idéntica a ella. Claro estaba que Ghela, no obligaba a la pequeña a comportarse como ella, pero Letta la admiraba, siempre que veía una buena ocasión de elogiarla o dejarla bien delante de todos, lo hacía. En muchas ocasiones en el inicio de ese verano, Ghela había tenido que reñirla por llamar la atención, o ser descarada. Por otra parte, en todo lo que hacía, incluyendo sus actos reprochables, era realizado con la mayor educación y elegancia. Las muchas horas pasadas con Letta, permitieron descubrir nuevas facetas en la más pequeña de las cortesanas, que le hacían creer en que un día, cuando Letta fuera ya mayor, aspiraría a lo más alto. Los domingos, acostumbraban a cabalgar hacia la iglesia junto a su padre, para asistir a los oficios dominicales.

Yda estaba esos días bastante ausente, preparando su viaje, aún así seguía compartiendo ciertos ratos con ellas. Su día era ocupado por lecciones particulares de Ülrich, y las lecciones de esgrima, que le impartía uno de los sargentos de la guardia. Ülrich era un hombre de corte, estaba con los Kriegghar, quienes estaban haciendo construir una gran hacienda cercana al castillo, en un mirador precioso orientado al lago. Parecía que la familia Germana se quedaría un buen tiempo en Scofferishire. Éste hombre de corte, era buen conocedor de países extranjeros y Adhus de Kriegghar pidió que impartiera lecciones a la joven que iba a partir de viaje. Al parecer, su hija Astiria a quien también había puesto bajo la tutela su tutela, acompañaría a Yda en el viaje.

Con buena parte de sus ahorros, aquella buena suma de feudados que había atesorado en un cofre en el que de pequeña solía guardar cosas que encontraba, financió la primera expedición de Peter y Ferro, pidiéndoles regresar con una larga lista de útiles de todo tipo, sin contar con todo el resto. El día que partió la expedición causó expectación, pues era un grupo de dieciocho personas y cuatro carros con sus respectivos caballos. Hacía tiempo que no se veía algo así. No sabía si tendrían problemas, pero esperaba que aquellos hombres a quienes había asignado el deber de proteger a aquel mercader, cumplieran, y regresaran todos vivos y con los bienes.

De nuevo corrían rumores de pillaje en Frogg Trees, cosa que a Ghela, no le hacía ninguna gracia. Por mucho que trataba de alentar a su padre contra la lucha de aquellos indeseables, ladrones, cobardes e indignos de ser llamados hombres, sabía que poco se podía hacer. Ahora la guardia, no contaba con más de cincuenta soldados y cada pérdida era peligrosa, no podía menguar mucho más su ejército, antaño numeroso. Las cruzadas habían hecho perder la mayor parte de sus efectivos, y era algo inevitable, incluso, había tenido que mandar a un hijo, al que se le notaba echar en falta.

Yda partió finalmente rumbo a tierras normandas en busca de su amado. En su poder, tenía aquel anillo al que juró a su padre, entregárselo a Sighard en el momento en que le viera. A su lado, tenía ahora a Astiria. Astiria era una buena chica, y acabarían siendo muy buenas amigas seguro. Tenían un larguísimo viaje por delante y sería mejor para las dos que fuera así. Además, Yda estaba necesitada de alguien de confianza fuera de la familia de su prometido. El día de su partida, Ghela deseó a las dos un esplendido viaje y a Yda, le dio un beso para que de su parte se, lo entregara a su hermano. El padre de Astiria empezó a pasar muchas horas de nuevo en compañía de su padre. Yda veía en ellos, aquello que era una amistad forjada con el paso de los años. Aún a la distancia a la que estaban, siguieron tras haberse conocido en la guerra, intercambiando una correspondencia continuada.

El verano siguió pasando rápidamente. Ghela, tenía muchas obligaciones que ella misma se había auto-impuesto, como la tutela de Letta. Aquella niña la asombraba tanto como ella misma asombraba a su padre. Su imaginación y su picardía desbordaban por completo los mismos límites de Ghela. Aprendía mucho de aquella niña desenfadada y terriblemente correcta. Era una niña difícil de corregir, pues para ella todo parecía ser un juego. Letta estaba sin lugar a dudas en la época traviesa de un niño, y lo hacía de tal manera que Ghela acababa siempre implicada de una u otra forma en sus travesuras y sintiendo en algunas de ellas, ser de nuevo aquella niña que había sido hacía años.

Durante aquel verano, su padre y ella volvieron a encontrarse al atardecer para pasear y hablar de todas aquellas cosas que les venía en mente. A veces cabalgaban como cuando ella era pequeña y su padre la enseñaba a montar. Robert se hacía viejo, su pelo blanco del todo, las arrugas en su cara ocultadas la mayoría bajo su barba también blanca. En ninguno de aquellos momentos, su padre le habló de lo que ella más se temía en esos momentos. No parecía que le interesara casarla. Esas reuniones siempre acababan a la hora en que se servía la cena, y luego no volvía a ver a su padre hasta el atardecer siguiente. Era un hombre demasiado ocupado, pero siempre había sido así.

En las pocas reuniones que se hicieron para tratar del pueblo, se agradeció la presencia de Ghela. Siempre tenía algo que decir para mejorar. Muhcas veces sus razonamientos llegaban a plantear un serio retraso en el término de la construcción. El maestro constructor y sus albañiles se quejaban de tener que retrasar su avance. Su padre siempre saltó en su defensa todas aquellas veces señalando a que no debían quejarse por poder trabajar más tiempo.

Era de noche, y Ghela estaba sentada frente a su tocador. Encerrada en su habitación, pensando mientras acariciaba su pelo. Pensaba en todas aquellas cosas que no quedaban a merced de sus manos. Pensaba en aquella compañía que había partido a principios del verano y que debía estar ya de regreso ¿qué contarían de su viaje?¿qué les habría sucedido durante aquellos meses?; pensaba en Henry, aquel muchacho encargado de escribir todo lo que viera, sobretodo, aquellos avances que permitieran a Scofferishire brillar por encima de otros pueblos, incluso ciudades; pensaba en Leranide y aquellos dos hermanos bastardos de los que le habló ¿quien sería? ¿vivirían en el campamento?; pensaba en su hermano, tan lejos, apunto de entrar en batalla, deseaba volver a verle, no quería que nada de lo que había hecho fuera en vano; pensaba en Evese y su hermano, los actores de los que se decía habían abandonado Scofferishire para irse a buscar la vida a otra parte; pensaba en Letta; pensaba en ella, en aquella posibilidad de que su padre la casara cualquier día, sin que ellas apenas pudiera tener tiempo a reaccionar o negarse. Eso último le enfurecía por dentro, todas sus amigas eran elogiadas por muchachos pero a ella no se le acercaba ninguno, siempre había pensado que era por su padre, pero en ese caso ¿es que ningún chico había tenido las agallas suficientes como para cortejarla?¿Eran todos los jóvenes de Scofferishire unos cobardes? De repente la brisa que entraba por la ventana y acariciaba su piel se cortó en seco. Ghela notó la presencia de alguien en la ventana.

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21/08/2008, 23:37
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a rolear.