Partida Rol por web

Los ojos de Rether se abrieron como platos y la sonrisa se congeló en su rostro cuando el pequeño habló de la "señora muy mayor". Como un acto reflejo, arrebató el collar a su hijo y lo arrojó al fuego donde Lythia estaba cocinando. No reprendió a Hessel, sino a ella.

-¿Qué te dije sobre esa mujer? - gritó - ¡No os acerquéis a ella! ¡Es una...! ¡Es una...!

Se dió cuenta demasiado tarde de que su reacción desmedida, fruto del miedo que aquella mujer le provocaba, podía asustar al muchachuelo, cuyo único pecado había sido ser amable y aceptar un bonito premio por ello. Lo atrajo hacia si para abrazarlo.

-Perdonadme. Lo siento. Soy más bruto que mis animales. - se disculpó bajando el tono - Es que tuve un encontronazo con ella una vez y me puso los pelos de punta. Dicen que es una bruja y, desde luego, lo parece.

La realidad de ese encontronazo, el secreto que tanto le pesaba desde hacía meses, comenzaba a ser una carga. Debía contárselo a su mujer, pese a que probablemente se disgustara. Solo así entendería su miedo y fuera más cauta.
Si esa vieja intentaba hacerle algo a su familia, la mataría con sus propias manos. No cumplió con su parte, lo sabía, pero lo intentó. Y tampoco creía que ella tuviera derecho a rechazar comida y feudados como pago alternativo. Le hubiera dado lo poco que tenía, pese a no estar seguro de si su hijo realmente había sanado gracias a su remedio. Estaba convencido de que ella no quería un ojo, quería que Rether se convirtese en algo que no era y cometiese un grave pecado.

Hessel rompió a llorar cuando su padre arrojó su precioso collar al fuego y rabió encolerizado, Rether le cogió antes de que se tirara tras el y lo abrazó fuerte. Tras haberse calmado, comieron sin mediar palabra y pronto acostaron a Hessel. Durante el largo rato que estuvieron en la cama si hablarse, Rether notaba el disguto de su mujer, y no pudo guardarse aquel secreto más para si.

¡Pero que estás contando! ¡En que estabas pensando! ¿Y si es una bruja de verdad? Rether, tienes que conseguir ese ojo, no puede pasarnos nada malo ahora que está apunto de nacer nuestro hijo. en los ojos de Lythia y en su respiración entrecortada podía verse el terror que la apresaba ahora que conocía la verdad. y si tu no eres capaz, lo haré yo! añadió con una mezcla de enfado y decepción en sus palabras.

Tras unos instantes de duda, Rether replicó con firmeza.

-¡No! ¡Tú no harás nada! Esa mujer se aprovechó de mi. Estaba cansado, herido y asustado. Pensaba que me pediría comida, algunas monedas o que le ayudara a hacer algún trabajo pesado. - fue bajando el tono - No le haremos daño a nadie para que esa vieja pueda tener su ojo. Y si intenta algo contra nosotros, iré a buscarle y le romperé el cuello con mis propias manos.

Su mirada era seria, fiera. No parecía el buen vecino que intentaba reformar al borrachillo del pueblo, ni el afable y divertido parroquiano que cantaba y bromeaba en la taberna.

¡Pues hazlo! frunció el ceño y se giró para dormir dando la espalda a Rether. Rether, no había visto jamás así a su mujer. Estaba realmente aterrada por aquella situación y la veía capaz de hacer una locura, almenos eso vio en sus ojos. Suerte que el ganadero supo frenar sus palabras a tiempo y calmarla diciendo que lo haría él mismo. Y obtuvo la respuesta que menos esperaba.

Rether estaba delante de la puerta de su casa. El día era oscuro, tenebroso. La casa era la única levantada al rededor, no estaba en el pueblo. Oyó el maullido de un gato que venía de dentro.

Se acercó hasta la puerta llamando a su mujer, pero esta no respondía. Llamó al pequeño Hessel también pero no hubo respuesta. Con los nervios a flor de piel entró en aquella cabaña que si no era su casa bien le recordaba a ella. No había nada. Ni mesa, ni camastro, ni paja. Nada. Avanzó hasta la siguiente sala. Era claramente la misma disposición que su casa, pero sin nada de ello, ni un objeto, ningún arreglo de los que había hecho, y sobre todo, no en el mismo campamento. La siguiente sala estaba más oscura. Oyó un ruido orgánico, entrecortado pero repetitivo. Dio otro paso adelante cuando FFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFFF unos ojos amarillos como dos soles se abrieron dejando ver aquellas pupilas de tiralínea. Rether le propinó una patada al gato y notó al animal y el animal lanzó un alarido y tras golpear en la pared gimoteó. Retehr fuer a buscar algo con que hacer luz. En el comedor el fuego de la hoguera ardía ahora, cogió una de las maderas improvisando una antorcha. El gató vovlvía a hacer aquel ruido entreortado pero sin pausa; acercó la antorcha para iluminar y contempló aquel gato herido, lamiendo las cuencas vacías y ensangrentadas de los ojos de Sigfred.

Rether se levantó sobresaltado y sudoroso como nunca.

-No, no puedo hacerlo, no con mis propias manos...

No pudo volver a conciliar el sueño, no tanto por la perturbadora pesadilla como por los planes que comenzaban a fraguarse en su cabeza. Echaría mano de nuevo de la iglesia, pero esta vez, el párroco no podría mantenerse al margen.

-Voy a hacer que quemen a esa bruja. No te asustes mañana, pero tengo que hacer que el sacerdote no albergue duda alguna sobre sus tratos con el maligno. - explicó a su mujer antes de dejar la cama.

Se vistió, alivió la sequedad de su garganta con un largo trago de vino, cogió un par de velas y salió fuera tras calmar a Tizón, extrañado por ver a su amo levantado a esas horas. Haciendo memoria sobre los escabrosos detalles de las historias acerca de brujería que todos habían escuchado alguna vez, cogió uno de los pollos del corral, un gallo joven de negro plumaje, y le retorció el pescuezo. Con mil ojos, aun a sabiendas de que nadie rondaría por allí tan entrada la noche, se dispuso a preparar "la excusa" en la parte del cercado más alejada del pueblo.

Con dos ramas confeccionó una tosca cruz sobre la que clavó al gallo con sus alas extendidas, atándola después a uno de los postes. Tapando con la mano la llama para que no fuera visible, esperó paciente a que las velas se consumieran a medias y las puso bajo la aberrante crucifixión. Para rematar, grabó garabatos sin sentido en la madera con la punta de su navaja.

Confuso, como si no acabara de creerse lo que había hecho, desandó sus pasos y volvió a casa, donde aguardó impaciente a que despuntara el alba para ir a la iglesia. No necesitó fingir demasiado para aparentar preocupación y horror ante aquellos con los que se pudiera cruzar, estaba realmente asustado de si mismo.

-¡Padre! ¡Tiene que venir a mi granja! ¡Algo terrible ha ocurrido y solo vos podéis ayudarme! - rogó al clérigo, sus medias mentiras resonando en aquel santo lugar.

Por el camino le contaría que la extraña anciana del bosque comenzó a rondar su casa justo cuando a su mujer comenzó a notársele el embrazo. También le explicaría como intentó darle a Hessel un amuleto pagano para que su madre lo llevara. En ningún momento nombraría la palabra "brujería", con un poco de suerte sería el hombre de fe quien la pronunciara cuando viese con sus propios ojos aquella farsa de misa negra que había preparado durante la noche. Y, con un poco más de suerte, sería aquel siervo de Dios el que decretara que la siniestra anciana debía morir, librándole a él de tener que hacer algo de lo que no se veía capaz.

El padre Wybbert se alarmó por el aviso de Rether. Aquel pobre granjero no ganaba para disgustos desde hacía un tiempo. vamos, vamos Rether, pero cuéntame....

Wybbert quedó alarmado de aquello que Rether le comentaba. ¡No me digas! eso solo puede ser obra del mal, lo que nos faltaba. dijo suspirando. Parecía en todo momento atento a cada una de aquellas palabras. Y le siguió allá por donde Rether le condujo, hasta que llegaron al lugar.

-El-el caso es que el perro ladró y me asomé por la ventana para echar un vistazo al corral y el establo. Podría ser algún zorro. - explicó entre zancada y zancada - No vi nada raro ni oí a los animales, así que le hice callar y me fui otra vez a dormir. No me podía ni imaginar que...

Calló cuando llegaron al lugar. Allí, en una zona bastante discreta del cercado que rodeaba a la granja, un gallo negro había sido crucificado. A los pies de la tosca cruz, dos velas habían ardido hasta consumirse a medias y en los postes circundantes se habían tallado extraños símbolos sin aparente sentido.

-Estoy aterrado, padre. Tengo miedo por el bebé.

El padre pareció marearse al ver aquella imagen y se desequilibró un poco, usando a Rether como apoyo para evitar la caída. In nomine patri, et filii, et spiritu sancti susurró. eto es algo terrible Rether... ¿qué querrá esta bruja de una persona tan bondadosa y piadosa como tu? se irguió de nuevo no te preocupes Rether, esta misma tarde vendré con Lucas a quitar todos los males. I hablaré de ello ahora mismo con sir Robert, estoy seguro de que querrá tomar una decisión inmediata. No te preocupes de nada más, si no os ha pasado nada después de esto es porqué Dios vel apor ti. puso sus manos sobre los hombres de este y se despidió. te veré esta tarde hijo. hizo sobre él la señal de la cruz. Se despidió de Lythia quien miraba extrañada por la ventana.

Lythia salió casi corriendo para ir con su marido. ¿que está pasando Rether? AHHHHHHHHh chilló al ver aquella dramática y terrorífica escena. Bajó la voz. que está pasando aquí Rether... Lythia no era ingenua, y sabía perfectamente que aquello era obra de su marido más que de aquella bruja de la que ambos temían. era nuestro único gallo, tendremos que comprar otro!

-Eso no tiene importancia ahora. - dijo con un hilo de voz, cabizbajo. - No soy un asesino, no se me ocurrió otra manera mejor de librarnos de ella.

Deseoso de no tener que dar más explicaciones, dejó a su mujer para ocupar su mente con los quehaceres de ese día, a los que ya llegaba con retraso.

Que sea lo que Dios quiera.

Hacía horas que el padre Wybert se había marchado al castillo. Rether esperaba tener noticias suyas en ese mismo día. Continuó su rutina y enseñó a su hijo Hessel a hacer los nudos que servirán de unión en las cercas, ayudando así a que estas sean una estructura más fuerte y el viento no pueda tumbarlas tan fácilmnte. Llegado el mediodía, comieron todos juntos y Rether. Se aseguró de que el pequeño granero donde aquella misa pagana había tenido suceso por la madrugada y por la tarde siguió con sus labores. No había pasado mucho rato cuando oyó el trote de unos caballos cada vez más cercanos. Cuando giró el rostro, se acercaban dos figuras sobre dos corceles. Parecían un hombre viejo y una mujer joven. Estando ya más cerca, pudo ver como eran la hija del señor Ghela de Scofferi y su maestro Dewekinus.

El sudoroso Rether, al darse cuenta de quien era la dama que se acercaba a caballo, dejó a un lado las herramientas y se apresuró a arrodillarse con respeto ante ella.

-¡Mi señora! No imaginaba que hoy tendría una visita tan... - al parecer, no encontraba las palabras - Si lo deseais, mi esposa puede prepararos algo de comer. La despensa ha visto tiempos mejores, pero mi Lythia es capaz de convertir en un manjar hasta un triste nabo. - algo en su voz fuerte y campechana decía que no hacía falta pertenecer a la nobleza para que el ganadero te ofreciera su hospitalidad.

Rether, quizá pensando que su parloteo no resultaba apropiado, decidió callar y dejar que Lady Ghela le explicara el motivo de su presencia en la granja.

Alzó ambas cejas francamente sorprendida, mientras observaba y escuchaba con detenimiento a aquel campesino, dándoles la bienvenida y disertando sobre cómo convertir nabos entristecidos en manjares sin igual. El caso era que parecía un hombre afable y, al haber recibido esa primera impresión, el gesto de la cortesana se suavizó, mientras simultáneamente descendía de su caballo, entregaba las riendas del mismo a uno de los soldados que les acompañaban y esperaba a que su maestro Dewekinus hiciera lo propio. Es una pena entonces, que no sean las artes culinarias de vuestra esposa la que nos hayan traido hasta aquí a compartir vuestra mesa, sino otro tipo de asuntos menos distendidos... sonrió levemente como muestra de cordialidad.

A pesar de todo, Ghela parecía entristecida y sus ojos lo rubricaban sin asomo alguno de duda, en otra ocasión será… trataba de ser cortés y de esta manera allanar el camino hacia los temas que habían venido a tratar. Tampoco hubiera podido probar bocado después de lo que acababa de acontecer, ya que aún tenía grabada toda la escena reciente en su retina.

¿Sois Rether, me imagino?... Se aproximó a él, haciéndole un gesto para que se alzara, estamos aquí porque el Padre Wibbert nos ha relatado unos acontecimientos que requieren nuestra atención… mantuvo su mirada, reteniéndola, analizando cada gesto que aquel hombre pudiera realizar a partir de aquel preciso momento. ¿Podríais contarnos qué ha sucedido con vuestro granero.. antes de verlo? Por fin oiría de primera mano todo aquel relato sobre brujas, ceremonias infernales y sangre de gallo esparcida por doquier y sin contención alguna, como elemento decorativo improvisado del granero de aquel lugareño.

-Bueno, no fue en el granero. - parecía lamentar tener que corregirle - Fue en el rincón de la cerca más alejado de la casa y del camino. Todavía se pueden ver algunas manchas. Venid, por favor.

El lugar, en efecto, resultaba bastante discreto. Incluso quedaba fuera de la vista si se oteaba a través de la ventana de la casa. Algunas plumas, restos de cera y unas salpicaduras negras y secas era todo lo que quedaba.

-Por el día dejo sueltas a las gallinas para que picoteen por ahí. Alguna vez he echado en falta alguna, pero es bueno para ellas que les de el sol y puedan comer hierbas y gusanos. Esta vez, fue el gallo. Pensé que se trataba de un zorro, pero por la mañana me lo encontré...- se santiguó antes de proseguir - crucificado, clavado, el pobre, en un poste y con unas velas a medio consumir. También había unos grabados raros en la madera. - señaló los lugares donde había rebajado la misma para eliminarlos.

-Esa mujer lleva rondando a mi familia desde las inundaciones. Hasta llegó a darle a mi pequeño un amuleto. Menos mal que se lo vi y lo arrojé al fuego antes de que... - se estremeció - Estoy aterrado, por eso acudí a pedir consejo a la iglesia. ¿Cómo no estarlo con un hijo en camino? Uno oye tantas cosas que prefiero no pensar en lo que pueda estar tramando esa anciana. Quizá beberíamos prevenir también a las familias que tienen niños recien nacidos...

En su rostro de piel curtida se apreciaba con claridad el nerviosismo y el miedo que le atenazaban por dentro.

Dewekinus bajó del caballo de forma lenta y segura... parecía no sentirse muy cómodo encima de ese animal. Cogió las riendas, tanto las suyas como las de Ghela y acercó los caballos a un poste de madera para atarlos allí. mmmm... interesante... perdonad que interrumpa, pero mi curiosidad se ha hecho mayor tras sus palabras... si dormíais, como podéis estar tan seguro que haya sido una mujer, y es más, ¿de que conocéis a esa mujer? ¿sabéis a caso porqué rondaba tanto a su familia? el hombre se mostraba seguro en sus preguntas y en su cara se podía leer una expresión incrédula.

-Se-se que es ella, señor. Yendo a por ayuda cuando las terribles tormentas, busqué refugio en una cueva oculta en el bosque. En Frog Trees, si no ando confundido. - tragó saliva antes de continuar - Allí estaba ella, vieja, encorvada. No parecía tener miedo de mi. Desde el principio me pareció siniestra, aunque no sabría decir por que. Viendo que era su casa y que había entrado sin permiso, traté de ser cortés y educado. Dentro lo que alguien bruto como yo puede serlo. Pero cometí el error de hablarle de mi familia y de las penurias que estábamos pasando. Ella empezó a mostrar interés por los mios. Demasiado interés. Me fui en cuanto dejó de caer aquel granizo que parecían huevos de gallina.

Como recordando aquel día, se palpó la cabeza, justo donde el hielo le abrió aquella brecha que a punto estuvo de llevarle ante el Altísimo.

-Y, como dije, abordó a mi hijo. Por como contó que era, no puede ser otra que la vieja de la cueva. Y el amuleto que le dio, tenía un símbolo que se parecía a los que había tallados en el poste. Tam-también está lo del gato negro que me atacó. Sus ojos...y...no importa, os parecerán majaderías.