Partida Rol por web

Las lluvias cesaron, y llegó el buen tiempo. Desde hacía semanas el sol no dejaba de brillar en lo más alto de un cielo despejado, nubes pequeñas y de poca consistencia. Desde allí arriba, en la montaña de Millstones, se podía contemplar el cielo, al igual que la iglesia. Parecía que todo seguía su curso, y el campamento ya estaba levantado, los aldeanos ya tenían donde vivir, al igual que ellos. Durante las últimas semanas aquel grupo formado por un sabio ciego, su joven e inteligente lazarillo, una familia de dos cazadores y cinco soldados de la orden del hospital, había construido una casa en una cueva.

Encontraron aquel lugar con facilidad. Wyric lo había visto el día que subió con Meuus, a buscar las flores azules. Y aunque en aquel momento no lo tomó en cuenta, una vez llegados a ese punto, parecía el lugar idóneo. La cueva tenía una entrada suficiente grande como para que un hombre entrara caminando sin tener que agacharse o encorvarse. Que tuviera ese ancho facilitaba también su defensa, cosa en que los Hospitalarios hicieron hincapié. Una vez dentro, el horadado era inmenso parecido a una bóveda natural. Allí se podían hacer perfectamente dos alturas, suficiente para las dos familias. Dio la casualidad de que Luq, era hijo de constructor, y sabía perfectamente como hacer una casa de madera que no se cayera.

Pocos días después, los suficientes para descansar de todo lo ocurrido, se pusieron manos a la obra. Mientras que los hospitalarios iban en busca de madera; Hake la cortaba; Minte y Wyric la descortezaban y lijaban. Todos trabajaban lo mejor que podían animados siempre por Ernestus, quien les vigilaba desde la oscuridad total.

El tiempo que les quedaba libre, cada uno lo dedicaba a lo que quería. Hake y Minte, solían ir a cazar, tanto a primerísima hora de la mañana, como a media tarde y cubrían lo necesario para vivir. De mientras, los soldados se entrenaban y cuando era necesario bajaban al campamento en su busca. Wyric, se entrenaba con los soldados, Conrado estaba enseñando al joven a manejar una espada, no se le daba mal. Ernestus, por su parte, dedicaba su tiempo a dar consejos al resto, y a disfrutar de la risa y la vitalidad que envolvían de nuevo a Wyric. Aquel muchacho, podía haber estado condenado a morir de inanición, abandonado, pero él, había conseguido que sobreviviera, le había alimentado, y lo había instruido, aún le quedaba mucha instrucción, pero cuanto menos estaba orgulloso, de haber despertado la inteligencia del chico.

Desde Millstones, escucharon y luego vieron llegar aquel ejército inmenso. Venían caminando la mayoría desde Kirkenly. La nobleza y los caballeros se podían distinguir por los estandartes, y estos, iban a caballo. En ese momento, la actitud tranquila de Conrado y los Hospitalarios cambió subitamente, y empezaron a trabajar duramente No nos podemos ir, sin dejaros esto acabado dijo Luq. Quedaba poco para que aquel grupo de cinco partiera con el grueso del ejército.

Dos días antes de que la casa estuviera acabada, John Mulenbrown, uno de los hospitalarios, regresó del campamento diciendo que el ejército partiría en cinco días. La casa estuvo acabada a los dos días, y esa noche aparte de comer la sabrosa carne que Hake y Minte solían conseguir, lo celebraron con vino y fruta que el mismo John, trajo de su visita al campamento. Era una casa magnífica, incluso habían hecho y colocado una puerta al final de la entrada. Dos plantas espaciosas, la de abajo sería para Ernestus y Wyric, la de arriba para Minte y Hake, ya que así, Ernestus, no tendría que subir escaleras. Aparte de eso, habían equipado bien las casas, aprovechando una chimenea natural que tenía la cueva, crearon dos hogueras, una para cada casa y no sólo eso, camas de paja también. Todo el material del que no disponían, lo conseguían de las aldeas abandonadas, nadie lo reclamaría ya.

Faltaban dos días ya para que los soldados partieran. Para la cena quisieron hacer algo significativo, ya que la mañana siguiente, Conrado y su grupo, irían hacia al castillo a reunirse con el grueso del ejército, para así, al día siguiente partir hacia tierra santa. Minte y Hake, habían cazado a conciencia, y habían traído un javalí joven y musculoso, aparte de tres tortolas. Gailes, cocinó un guiso de tórtola como su madre lo hacía, nadie de aquel grupo había oído jamás del guiso de tórtola. El javalí lo despellejaron y asaron. Y cuando todo estuvo preparado en la mesa, se sentaron a comer...

-Ohhh...vaya...casi se me olvidaba...-dijo Ernestus volviendo a dejar sobre la mesa aquél trozo de jabalí y poniéndose en pie-

-Hmmmm, no estaría bien comenzar a cenar sin antes agradecer a nuestros cocineros su buen hacer...quisiera dar las gracias a los Sloderick por este delicioso jabalí, cuyo muslo aún no he probado, pero con cuyo olor ya me he deleitado...- el anciano sonrió levemente y prosiguió hablando con seca voz-

-¿Y qué decir de este guiso de Tórtolas que nuestro apreciado Gailes ha preparado especialmente para esta noche?...quizá su olor no sea tan agradable como el del jabalí...y a decir verdad quizá tampoco sepa tan bien como éste...pero al menos nos ha enseñado que las tórtolas pueden prepararse en guiso.

Bueno, no deseo haceros sufrir por más tiempo escuchando las palabras de este viejo sin poder probar tan deliciosos manjares...así que todos a comer.

Mientras Ernestus hablaba, el resto apenas hacía ruido, estaban demasiado ocupados intentando escuchar al anciano, cuya voz había ido perdiendo intensidad con el tiempo, y ahora se antojaba como una suave y apenas audible melodía de arpa.

Volvió a tomar asiento apoyándose en el hombro de Wyric, que permanecía sentado junto a él, y comenzó a acercarse aquella pieza de jabalí a la boca lentamente.

Levantó el brazo copa en mano yo quiero desear a todos prosperidad y buen hacer, que Dios haga que nos reencontremos pronto y podamos celebrarlo de nuevo. tras eso bebió un trago y cogió un trozo de aquel jabalí.

Éste guiso Ferreiro está delicioso, servirme un poco más por favor. dijo con el plato ya vacío y señalándolo con la cuchara de madera.

Los modales de aquellos cinco hombres no eran para nada lo común entre la tropa corriente. Durante aquellas semanas, habían demostrado un nivel intelectual, cultural asombroso para ser simplemente soldados. Quizá era esa lo que les diferenciara y lo que les había servido para entrar en aquella órden a la que llamaban del Hospital.

Sonriendo agradecido por los cumplidos, luego por el pedido de John, tengo a bien recordar el sitio en que aprendí aquellas artes...También, otras cosas de mi tierra natal y mi familia.
Tras servir otra tanda de guizantes, tomo mi copa y me paro en mi lugar
Hermanos de la Orden, hermanos de corazón sin duda. miro a nuestros compañeros transitorios de morada, y de vida Amigos míos. alzo la copa a lo alto Los caminos de nuestro señor Todopoderoso son para muchos un misterio. El rememorar mi hogar en Lagos, me ha hecho recordar el pesar que sentí al veros llegar con las armas de mi hermano mayor. Es curioso que fuera aquel día el que se ponía bajo mis pies la senda que hoy transito... Quiero, quiero pedirles un brindis por Patrio, un hospitalario de enorme valía y corazón. ¡Por Patrio!

Disfruto de la cena en silencio, pero sin perder palabra de lo dicho, el hecho de estar entre gente tan ilustre me hacia poner nervioso asi que trataba de hablar lo menos posible, apenas dije, No es nada ante los agradecimientos.

Estaba al lado de mi mujer, Minte, no se lo habia confesado pero me sentia muy feliz de haberla encontrado con vida, no eramos muy abiertos a las muestras de cariño, asi que por eso no habia encontrado oportunidad de decirselo, aunque esperara que la mirada que le dirijia cada vez que la veia a los ojos fuese suficiente.

Toda la angustia y la desesperación de los días de la lluvia, como me gustaba llamarles, había desaparecido dejando lugar a la alegría y de nuevo a las sonrisas que invadían nuestros rostros.

Habíamos conseguido sobrevivir, habíamos conseguido una nueva casa y Minte había recuperado a aquel que creía perdido.

Todo era alegría y esos tiempo difíciles habían quedado atrás no sin dejar mella en nuestras memorias que difícilmente olvidarían esos momentos, pero los recordaríamos como esos días en que nuestra unión se hizo mas fuerte ... habíamos hecho unos lazos que nunca se romperían ...

Llegaba la hora en que los Hospitalarios se irían a las cruzadas ... podría casi decirse que era una de las últimas cenas que haríamos con ellos. Gailes proponía un brindis al cual respondí alzando la copa y cogiendo la mano de Ernestus para que la alzara también ...

-Por Patrio ... respondí ... -Pero yo quiero proponer un nuevo brindis ... quiero brindar por nosotros ...

Mis ojos se hundieron en cada uno de los presentes observando gratamente la sonrisa que todo el mundo mostraba, pero especialmente me quedé mirando a Ernestus, a pesar de se ceguera sabía que el me podía ver ... desde el fondo de su corazón ...

-¡POR NOSOTROS!

Durante este tiempo tenía la sensación que yo había cambiado mucho, me sentía mas mayor, quizás habían sido las dificultades, quizás había sido el hecho de estar rodeado de los Hospitalarios, pero ahora veía las cosas de otra forma. Siempre me habían considerado un chico mayor a lo que mi edad reflejaba, pero ahora me sentía aún mas mayor ...

Conrado se levantó del taburete y levantó su copa mirando a los presentes ¡Por Patrio! un buen hermano al que todos hechamos de menos suspiró, su rostro había entristecido por un momento, luego recuperando la sonrisa viendo la cara de aquellos que le rodeaban exclamo ¡Y por nosotoros! posó la mano en el hombro de Ernestus y le dio unas palmaditas como muestra de amistad.

Por Patrius! Por nosotros! por Dios! y por el vino! jajajajaja exclamó para finalizar su brindis. Era la primera vez que aquel hombre perdía su compostura delante de todos, normalmente era muy serio, taimado y reflexivo. La voz que salió de su garganta no parecía la suya, le brillaban los ojos. Había bebido tres vasos de vino, por lo que debía empezar a estar embriagado.

Alzo mi copa junto a los demás sonriendo, sin decir nada, pero haciéndole un guiño al pequeño Wyric.

Estaba feliz, feliz de volver a estar con mi marido, feliz de que no le hubiese pasado nada, y feliz de seguir junto a Wyric y con Ernestus, pues ya formaban parte de esta familia.

Habíamos sobrevivido mientras otros muchos otros no lo habían logrado, por ello debíamos dar gracias a Dios.

Salud, digo con una sonrisa levantando la copa, salud por ellos, salud por Minte, salud por todos aquellos que en algun lugar se encontraban vivos, entrecierro los ojos y doy un trago largo, aunque tratando de no emitir ningun sonido gutural ni escurrir por las comisuras, al parecer la presencia de tan finos caballeros me habia enseñado algo de urbanidad.

Ernestus alzó lentamente su vaso de agua, rodeado de muestras de afecto por parte de todos aquellos seres queridos que le rodeaban.

Con un leve susurro, el anciano brindó por todos ellos como Wyric había propuesto:

-Por...nosotros...y por quienes no pueden sentarse hoy a nuestro lado.

Después refrescó su garganta con el contenido del vaso y prosiguió degustando aquél jabalí.

Era increíble cómo todo volvía a la normalidad, hacía ya dos años que los días de la lluvia, como a Wyric le gustaba llamarlos, habían pasado, y aquí estaban ellos, sobreviviendo, adaptándose al medio y prosiguiendo con sus vidas, con su existencia...tras tantos peligros vividos...por ello el brindis de Wyric era hermoso, porque era una forma de que varias personas que habían compartido destino echasen la vista atrás por unos momentos y recordasen todo aquello que habían pasado juntos...y recordasen que la senda aún no ha concluido sino que continúa para ellos...

-Wyric, hijo mío, acércame un poco de ese guiso de tórtola...alguien ha de ser el primero...

El viejo sonrió al muchacho mientras apartaba los restos del muslo de jabalí que había comido.

Ernestus volvía a tener un tono de voz de lo mas alegre ... un tono que había recuperado justo cuando volvimos a recuperar un hogar que nos había sido arrebatado por la Madre Naturaleza ... la caprichosa Madre Naturaleza ... pero como bien decía Ernestus todo lo sufrido había sido fruto de la obstinación del ser humano ... por eso nos habían castigado con los días de la lluvia. Pero a pesar de las explicaciones de Ernestus yo aún no llegaba a comprender que era lo que nosotros habíamos hecho mal para merecer semejante castigo.

Pero todo esto era agua pasada ... todos estábamos sanos y salvos y nos teníamos los unos a los otros que era lo que realmente me importaba. Minte por su parte había recuperado a Hake y volví a ver en ella esa ilusión que había perdido el día que Hake se fue de cacería y no volvió junto a ella ... pero de eso ya hacía dos años y las heridas estaban curadas aunque no olvidadas ...

Alargué la mano y cogí el guiso de tórtola que había preparado Gailes ... vertí un poco en el plato de Ernestus y después me puse un poco yo para después tenderle el guiso a Minte ...

-Ten Minte ... serviros un poco ... tiene una pinta deliciosa ... dije con una gran sonrisa en el rostro ...

-Por cierto Padre ... aún no nos has formulado el acertijo del día ...

Todos de repente miramos a Ernestus ya que los acertijos de Ernestus que en un principio eran para mi ahora se habían extendido a los miembros del grupo incluidos los Hospitalarios que eran partícipes de todo lo que sucedía en la casa ... pero durante estos últimos días no nos habíamos acordado de los acertijos debido a las prisas por terminar la construcción de la casa que ahora cubría nuestras cabezas ...

-Vamos Padre ... el acertijo ... dije impacientemente ...

-Ohhh, no vas a volver a engañarme, no, esta vez no jaja...te dije esta mañana el acertijo, nada más te levantaste...o no...

Nisiquiera él mismo lograba recordar si había formulado el acertijo del día a Wyric...pero aquello no era algo nuevo...su memoria había comenzado a jugarle malas pasadas hacía varios meses, pero el viejo intentaba que nadie se percatase...cosa difícil cuando se le olvidaban datos importantes... pero este no era el caso...aunque no sabía si lo había formulado ya o no, se acordaba de cual era el acertijo que tenía preparado para el día que ya estaba terminando...sin embargo...

-Bueno, no importa...pero hoy el acertijo es únicamente para ti...mi querido hijo...hoy tendrás que apañártelas tú sólo para resolverlo...así que veamos si todo lo que te he enseñado ha servido para algo...

A pesar de que las palabras del anciano sonasen severas, su rostro no dejaba lugar al enfado ni mucho menos, y aunque no reía a carcajada limpia, Wyric aún podía distinguir la felicidad en él.

-Veamos...ahh si...el acertijo de hoy dice así Wyric...

"Canta cuando los pájaros cantan.
Cuando las aguas están tranquilas, en ellas nada.
Ríe cuando los árboles bailan ante el viento.
Está lejos pero a la vez cerca.
Sólo puedes verlo si nada te atormenta....¿quién es?."

Al finalizar el acertijo, el anciano acarició la mejilla del muchacho y comenzó a degustar el guiso de tórtola.

Gracias Wyric - respondo al chiquillo mientras cojo el guiso y me sirvo pasándolo a Hake.

Presto atención al nuevo acertijo de Ernestus, cada día me sorprende más... siempre tiene alguno nuevo en mente. Sonrío al ver el entusiasmo con el que el pequeño siempre trata de adivinarlo.

"Canta cuando los pájaros cantan..." - repito mirando a Wyric encogiéndome de hombros. - Esta vez te lo ha puesto difícil eh? jajaja

Canta cuando los pájaros cantan ... Cuando las aguas están tranquilas, en ellas nada ... Ríe cuando los árboles bailan ante el viento ... Está lejos pero a la vez cerca ... Sólo puedes verlo si nada te atormenta....¿quién es?

El acertijo de Ernestus se me había clavado en mis pensamientos pero mi rostro denotaba perfectamente que estaba desconcertado por la dificultad de este ... no sabía por donde podían ir los tiros y parecía que Ernestus disfrutaba con ello ya que de nuevo había privatizado los acertijos para tan solo mi persona ...

No contesté inmediatamente y me dediqué a comer el guiso de tórtola mientras intentaba buscar la solución al problema ... pero por mas y mas que pensaba no daba con la solución ...

-Es muy difícil Ernestus ... dije mirándole a los ojos para luego buscar los de los demás para ver si me daban alguna pista ...

Conrado miraba a Wyric comer. Me agrada chico, tiene un espíritu fuerte. Yo creo que ya se la respuesta sonrió mas no te la puedo decir, entiendo que es tarea tuya adivinarlo.

La cena terminó. Su hambre y su sed quedaron del todo saciadas y siguieron charlando hasta que ya, el sueño se fue apoderando de ellos, y todo el mundo se acostó.

La mañana siguiente despertó con el canto de un gallo lejano. El sol empezó a salir y todos los de la casa empezaron a levantarse.

Ernestus, no se había levantado aún, cuando Wyric despertó. Éste, decidió no despertarlo, ni se le acercó. Vio que los caballeros hospitalarios ya no estaban. Salió afuera corriendo a ver si les alcanzaba aunque fuera con la vista, y allí estaban. Fuera de la cueva preparaban todos sus pertrechos para emprender camino. Minte y Hake bajaron también, y se reunieron con ellos fuera. Sólo faltaba Ernestus. Wyric corrió hacia dentro otra vez con la intención de despertar a su padre adoptivo y ayudarle a salir para despedir a Conrado y a sus hombres de armas.

Al acercarse Wyric, notó algo extraño, el pelo del bigote de Ernestus no se movía con su respiración. Era más, no parecía respirar. Se acercó más y trató de hablar y sacudirle pero el anciano no respondía. Wyric no quería creerlo, era lo suficientemente inteligente para saber que Ernestus no iba a levantarse más, pero no quería eso, él quería que Ernestus se levantara y caminara hacia afuera, y sintiera aquella fresca mañana arremeter contra su cara, y verle sonreír.

El resto de gente, percibió los gritos y sollozos del niño. No tardaron en reaccionar y en entrar corriendo para darse cuenta de lo que allí estaba pasando.

Wyric, estaba tendido sobre su padre llorando, golpeaba instintivo el pecho del hombre al mismo tiempo que gritaba respira! respira!

Serxe se acercó al chico, y se arrodilló a su lado. Puso una mano sobre la espalda y le dio unos giolpecitos. Ya no podemos hacer nada hijo, Dios le ha reclamado en el cielo. no supo que más decir ante aquella situación. Serxe había visto morir muchos buenos hombres, pero ninguno en situación parecida.