Partida Rol por web

Con el grito llegó el cambio en el tapiz, un cambio cruel pero repleto de necesidad. Algo en el efecto iba acompasado del pedido de auxilio que sin duda había implicado el grito.

Donde están ustedes el efecto del encantamiento apenas se siente, si funcionó entonces fue más cerca de su origen.

Quedo en silencio pensando en como habian sucedido las cosas. Todo se ponía en contra de ir al hospital.

- Si, tiene que ver con ese grito en particular. Debemos acercarnos hacia donde ha sido causado, andando- empezó a andar siguiendo el rastro del tapiz y el origen del grito.

Escucho con atención a Daphne y decido seguirla. Veamos si podemos dar con  el libro ese.

Camino distraido pensando en lo mucho que deseo ver a Yesika mi amiga especial.

Habida cuenta que la chica parece que los va a seguir, Flanagan intenta, trabajosamente, estar a la altura de las circunstancias y... caminar. Simplemente caminar, lo que ya le está costando un gran esfuerzo. Tanto que acaso logra avanzar medio metro, para despues pararse, jadeando por el cansancio.

Si... sigan sin mi. Intentaré alcanzarles.

Or-Deux y Meyer salen en pos de los coches junto con la mujer, que sin oponerse camina junto a Meyer mientras este la toma del brazo. A medio camino se encuentran con Payen, Jackson y Daphne que se dirigían hacia el lugar del accidente.

El rostro de la mujer que acompaña a los ingleses es un calco del imitado por Payne, su cuerpo claro no está no puede ser más diferente que el de Payne. Es algo espectacular, con una minúscula cintura y unos pechos que resulta imposible no notar. Incluso Daphne parece una cría frente al cuerpo de la desconocida, el rostro de la pelirroja sin embargo es mucho más atractivo.

La mujer no hace gesto ni emite palabra alguna al encontrarse con los demás.

Al llegar a los coches Flanagan aparece corriendo para alcanzarles, al parecer el efecto ha pasado.

Cuando se cruzan con los demás notas cómo la mirada de la mujer se detiene un instante más en Daphne, no estás seguro si es deseo o envidia lo que ves en sus ojos.

Señores, cómo decirles... pies para qué los queremos ¿no es así? Busquemos un rincón tranquilo para poder parlamentar con la señorita, dice mirando sus encantos de arriba a abajo (eso si, discretamente) Sus gestos para con ella son, en principio, tranquilizadores.

Vamos, ciertamente es mejor alejarse de éste caos -Es extraño lo que ocurre,¿será paranoia o puede ser que haya algo dentro de ésta mujer que desee a Holly?

Al ver a la capturada una sonrisa se dibuja en mi rostro mostrándome aun mas bizarro al mundo.

Me adelanto, dejando a Daphne y su terrible genio atrás para encarar a la desconocida. Hasta que encuentro alguien con clase. Le extiendo la mano. Encantado señorita, mi nombre es Payne, paso mi lengua por el labio superior. Y sí el dolor me agrada. La miro con descaro total.

Los ojos de Daphne miraron a la desconocida, no se le hacía familiar de ningún lado. El olor al cigarrillo de Payne se le había pegado a la ropa. No se le pasó por alto aquella mirada profanadora, felizmente está vez el blanco era otra.

- ¿Parlamen...tar? esa palabra... -la pelirroja se quedó mirando con curiosidad al doctor, ahora liberada por el cigarrillo de Payne, se le hacía menos trabajoso actuar y ver las cosas. Se aproximó a Flanagan y le pellizcó una mejilla con suavidad mientras lo observaba- ¡Flanagan! ¿Es usted realmente, no? -se tomó del mentón pensando- Si, bueno vamos a donde digan. Asi hemos estado todo el tiempo-se encogió de hombros y torció los labios, aunque de hecho había mucha seguridad en sus palabras y movimientos a diferencia de antes.

Ya estamos todos, señorita. Miré a  la mujer de soslayo escrutándo sus reacciones y gestos. Ardíamos en deseos de ener una conversación con usted, pero al parecer sabe hacerse de rogar.

¿Acaso duda de que sea yo, señorita Wind Holly? Dice a Daphne. De hecho, quizá hubiera que escanear un posible espionaje, o treta... Mira a la chica. Por favor, no se sienta demasiado intimidada, es el conocimiento lo que ahora buscamos... ¿Dónde está el objeto en cuestión?

Meyer estaba a punto de hablar, para aclarar que la mujer no parecía comprender el inglés, cuando esta le interrumpe.

- Cuidado con lo que pides bombón. - responde a Payne mirándolo directamente a los ojos, con media sonrisa y arqueando levemente su espalda, haciendo notar aún más sus atributos. Su acento es perfecto, alguien con buen oído para estas cosas diría que del norte de Inglaterra incluso.

- Cuál objeto mi vida? - pregunta a Flanagan volviendo a una posición más relajada y un tanto menos provocativa. - Podemos irnos? No me llevo bien con la policía.

-Sé lo que pido y me gusta el peligro.- Saco de otro de mis bolsillo un gramo de heroina que guardo para momentos especiales. -Tengo todo lo que necesitas- Mantengo su mirada mientras el pulso se acelera un poco. Aprovecho la repentina exitación para observar a la chica con los ojos de mis conocimientos. Ya que mis ojos masculinos la habian recorrido de pies a cabeza. Sin ninguna clase de vergüeza me quedo mirando sus grandes atributos mientras se endereza y presta atención al flaco.

-Vale, vale. Vamos antes que la policía nos requise.- 

¿Arder en deseos? un color levemente carmesí se le subió al rostro al escuchar las palabras de Or-deux.  

Los ojos color turquesa de Daphne miraron entonces a Flanagan tras su respuesta. - Dudo, dudo después de todo lo que ha pasado. Usted debería ser igual de precavido y asegurarse si soy yo- le vuelve a pellizcar una mejilla, divertida, asegurándose. - por lo pronto me ha convencido, me voy a asegurar en cuanto haga alguna clase de impertinencia social- sonreí bajito- La mirada de Daphne se sorprendió ante la ímplicita insinuación que había entre Payne y ella- ¿bombón? -se tomó el mentón, pensando y observando a la chica. Su alusión a la evasión de la ley, no le hizo mucha gracia. Levantó su mano en el aire en una forma de saludo jovial, como si acabara de entender algo- Daphne Wind-Holy, señora, mucho gusto-miró a Payne- que lo revisen a Ud. Señor Payne, seguramente es algo de esas extrañas sustancias que... oh vaya, no tiene caso- acto seguido empezó a avanzar lentamente y se tomó del endeble brazo del científico excéntrico, y lo haló levemente hacia si, susurrando- Sr. accionista de los arcos dorados ¿o prefiere que le diga "cariño" también? bien no tiene caso-carraspeó bajito- Dr. Mac Donald... -sonrió a punto de reir- ahmm ¿Quién es la dama de cuestionable moral y cuál es el objeto del que hablan? -De pronto, se encontraba demasiado segura y directa para ser Daphne, demasiado extrovertida también.

Bien, señorita Wind-Holly, respondió Flanagan en voz muy baja, con los labios pegados a su oído, la dama en cuestión parece ser el extremo del hilo que seguía el señor Payne, y el "objeto" al que me refería, es aquel que fue sustraído, por supuesto. El códice.

Palmeó la mano con la que había cogido su brazo.

Mire a ver si, con la superior intuición típica de su... sexo, es usted capaz de sonsacarle algo sin que se estropee por fuera, se lo ruego. Termina con un brillo cruel en la mirada.

La voz del doctor le llegó como una ligera caricia tibia al oído y se encontró un tanto afectada por eso, aunque no como antes. Asumió que su inexperticia social había provocado que su aproximamiento fuera un tanto fuera de lugar. Sintió inclusive el ligero roce de los labios del doctor cerca de su lóbulo y eso hizo que una sensación extraña ascendiera desde sus entrañas hasta su cerebro sintiendo hasta un poco de calor. 

Porque... ¿se le pegó lo de Payne? ¡Madre mía!

Se mantuvo a raya conteniéndose de gritar como una niña azorada. Prestó atención al consejo de Flanagan. 

Ciertamente tiene razón, ya veo porque siempre anda tan ensimismado planeándolo todo. Bien no puedo recriminarle nada, hasta ahora ha hecho mucho más de lo que yo misma he podido.

Aún en mis pensamientos, sentí el palmeo sobre mi mano y por la creciente sorpresa no me moví.

- Ya entiendo- susurré acercándome a él. Después de todo, con los tacones era lo suficientemente alta para casi igualar la talla del doctor- Quiere usted que me valga del engaño masivo de nuestra cultura de que el género sexual femenino puede afectar positivamente en la obtención de respuestas  en base al uso de este llamado sexto sentido o intuición.-sonreí levemente.

- Yo haré lo que usted me pida, porsupuesto.-le palmeé el brazo con suavidad, imitando su gesto. 

De pronto su mirada cruel me sorprende demasiado, ya que no lo creía capaz de dedicar ese particular modo de ver. Sentí de pronto aplomo en mi espíritu- Bien, pero no prometo no estropearla por fuera. -lo miré de vuelta con seriedad, mientras mis labios se torcieron en una mueca un poco parecida a la de Flanagan. No me gustaban esa clase de mujeres para nada. No señor, no me gustaban.

Me erguí de repente aunque no me solté del brazo del doctor, aún no...

- Señora ¿Cúal es su nombre? Si no es mucha molestia para usted el compartirlo. No estoy muy segura de como llamarla.-pregunté en voz alta a medida que avanzábamos.- No espero que estos señores tuvieran la delicadeza de preguntárselo.-esperé la respuesta de la mujer mirándola con mi particular rostro ingenuo de siempre.

- Parecen adolescentes - gruñe Meyer ante el comportamiento de Payne y al comentario de Daphne que entiende como una clara invitación al doctor a pasar la noche con ella. - Todos a los carros. Creo que lo más conveniente será que la señorita Daphne, el señor Or-Deux y el doctor acompañen a la señorita en el coche. Los demás les seguiremos en la camioneta. Vayamos al hotel donde pasamos la noche, de seguro aún hay una habitación libre donde podamos hablar.

- Gabriela, querida - responde con una sonrisa a Daphne - Pero puedes llamarme como prefieras. - Cada una de las palabras que la mujer pronuncia conllevan un coqueteo que incluso a Daphne le resulta imposible de ignorar. - Qué clase de sitio es ese motel suyo?

Asentí a la recomendación de Meyer; allí sobrábamos, antes de subir al vehículo, abrí la puerta con cortesía para la mujer. Señorita... Pensarán lo que pensaran no esaba de más ser cortés y de paso controlar la situación con elegancia.