Partida Rol por web

Entonces una andanada telepática estuvo a punto de hacerle perder el hilo. La voz dulce aunque sensual de Beshaabel resonó en su cabeza con el acento de su tierra natal que tanta nostalgia le traía en aquel lugar tan lejano y extraño.

-"Este tío me suena mucho. No le conozco de nada y aún así me suena mucho. Es muy irritante, se que me suena de algo, lo tengo al borde de la memoria. Me suena. Me suena. Quiero sondearle ¡necesito sondearle!" 

Garv escuchó atentamente cada palabra, cada inflexión del tono, de Saball, pendiente de cualquier detalle que pudiera desenmascarar una hipotética falsedad. Sin embargo sus esfuerzos se vieron sorprendidos por el mensaje mental de su compañera. Con un auténtico esfuerzo procuró no dejar traslucir su sorpresa y la pérdida de atención a la conversación mientras devolvía el mensaje.

-*Aguarda un poco; hay algo en él que no me termina de cuadrar a mi tampoco pero no hay motivo para despertar sus sospechas y ponerlo a la defensiva cuando parece que colabora*-de hecho la última frase de su interlocutor podían tomarse como una confesión explícita pero necesitaba estar seguro antes de actuar-*Tan sólo aguarda a que finalicemos esta conversación, no debería llevar mucho*-lo transmitió tan rápido como pudo mientras, por todos los medios, se forzaba a seguir el hilo de la diatriba de Saball

-Sí, estamos al tanto de las desapariciones causadas por los ataques procedentes de Bajo Sigil. Sin embargo ese no es el motivo de nuestra visita-acompañó sus palabras de un gesto inclusivo abarcando el cuarto en el que estaban-Difícilmente podría considerarse eso necesario de intervención de una investigación formal. Por otra parte, sus palabras podrían considerarse una confesión.-había omitido deliberadamente los insultos a Hargrim pues comprendía que la animadversión existente entre ambos enturbiaba mucho las cosas-Al fin y al cabo tampoco estamos hablando de aquellos que voluntariamente han buscado sus servicios para cruzar el Velo, no.-aunque no las empleaba a menudo aún recordaba el proceso interrogatorio inherente a su oficio-Tal vez no los conozcáis, pero un habitante esquelético de estos lares, Ablot, ha perdido a su amada. ¿No resulta una conducta un tanto extraña que habiendo tomado la determinación de vivir eternamente juntos su pareja decidiera de forma unilateral desaparecer? Máxime teniendo en cuenta esta declaración vuestra...-abrió las manos en gesto inocente-Comprended que al menos tenga que preguntaros al respecto.-

Beshaabel bufo mentalmente cuando fue requerida para tener paciencia, se cruzó de brazos y se enfurruño en una actitud infantil un tanto tonta, pero obedeció limitandose a mirar suspicaz al viejo.

Saball contesto sonriente, sin molestarse por la grosería de la chica.

-"¿Confesión? A menos que su amplitud de miras sea aún más estrecha que la de Hargrimm... Difícilmente se puede hallar mal en mis actos. El mismo derecho que pueda amparar a alguien para someterse a esta aberrante condenación en forma de parodia de vida ha de asistirle para dejarla atrás y continuar su camino con la verdadera muerte. Yo sólo convenzo a estas pobres almas a abandonar su condena, la justicia y la razón me amparan pues no les hago mal alguno."

Saball escucho las preguntas sobre Ablot y su enamorada con la misma sonrisa pacífica y contesto con tono amable.

-"Al contrario, una vez que logras hacer entender a un espíritu enamorado que esta vida es la auténtica muerte y que la vida eterna y verdadera espera mas allá del velo, es obvio que el único camino es cruzar y forzar a tu amado a seguirte a la luz eterna con ello. ¿No lo ves precisamente tu, exaltado?"

Garv había tratado de leer la expresión del anciano mientras le interrogaba, buscando las miradas huidizas, los dejes y tics que indicaban que estaba mintiendo. Y lo que comprobó le dejo sorprendido, Saball no es que no apartara la mirada, señal de que mentía, es que no parpadeaba. Su sonrisa estaba fija, como congelada en su cara, a modo de máscara, no era de verdad... Y no tenía expresión, el paladín no sabía si decía la verdad... Porque esa cara no era humana, en un sentido alienigena, Beshaabel no era humana, era, estrictamente hablando, un monstruo, pero podía entenderla, tal vez fuera capaz de mentirle o tal vez no, pero era comprensible. Saball no. Garv estaba seguro que su forma de expresión no era la conversación que ahora mantenía con el.

Sus sospechas se confirmaron cuando su amiga abisal le confirmo que ella sentía lo mismo. Más habituada a tratar con monstruos, ella reconocía esos rasgos como propios de seres aberrantes que no tenían nada en común con los humanoides.

Permitiéndose enarcar una ceja a modo de respuesta inicial a los argumentos de Saball Garv pudo ganar unos segundos en los que pensar qué hacer con la revelación de la inhumanidad de su interlocutor. Sin respuesta para ello se decidió por seguir con la conversación -Puedo comprender que en vuestra opinión hacéis algo justo.-se encogió de hombros, se había visto en esa situación muchas veces-pero entended también que en Sigil lo que rige es la Ley de su gobernante-a buen entendedor pocas palabras bastaban-Además, en el mejor de los casos para vos seríais responsable de un ataque entre facciones aunque de forma inadvertida; pues, por si no lo sabíais, Ablot y su pareja no adoraban a las mismas deidades-el que hubiera más deidades, desconocidas para él, le atraía y repelía a un tiempo pero no estaba ahí para expresar sus prejuicios.

-De tal forma que habéis causado un daño irreparable a esta comunidad, a esta facción, separando a dos personas que no podrán ser reunidas jamás. Ni al otro lado del velo ni a éste.-en esta ocasión miró fijamente la máscara de carne de Saball-esto sería así siempre y cuando no fuerais consciente de este hecho... si lo hubierais sabido, en fin, los cargos serían más serios.-tendió una mano hacia él, abierta-Acompañadnos, entregaos a la justicia de Sigil y que sea Ella quien decida-por el momento se guardó la información de su aspecto incoherente, nunca se sabía cuando podía ser de utilidad esa información-Haced gala de esa sabiduría que hemos oído que poseéis-dejó la frase en el aire temiéndose cualquier reacción, desde que se entregase a que fueran atacados

-"No te entiendo. O mas, más bien, supongo que, al ser un Sin pistas, tú no entiendes cómo son las cosas por aquí. La ley de Sigil ampara completamente mis actos. Convencer a muertos vivientes de que su existencia es errónea y se vayan a seguir su ciclo es legal. No he usado magia de compulsión, como es obvio, puesto que no funciona con ellos y aquí convencer a alguien de que se suicide - y ya es concesion admitir que abandonar la muerte en vida sea suicidio - no es ilegal. Respecto a la moralidad del acto, la moral de cada uno es particular, pero te aseguro que encontrarás mucha más gente que piensa que la nigromancia es una aberración maligna que debe destruirse que al revés."

-"Respecto a las deidades de cada uno, yo tambien tengo la mía. No tengo miedo de la ira de sus dioses y cada uno debe asumir sus actos llegado el momento de rendir cuentas en el más allá, esos esqueletos no son una excepción y la muerte viviente sólo es una demora sin sentido. No he hecho nada malo ni ilegal, no tengo que entregarme a nadie y menos a ti, que no tienes ninguna autoridad aquí. Si piensas que tienes algo contra mi, ya sabes dónde están los Barracones, la sede del Harmonium, expón tu caso y mira si envían a la Muerte Roja a por mi." - aunque su sonrisa era de suficiencia y su actitud segura y decidida, Garv seguía viendo vacías sus expresiones, era como estar ante alguien muy inteligente pero sin conocimientos de actuación tratando de reproducir una tragedia leyendo las instrucciones de cómo tenía que poner la cara en un papel. El rostro de Saball, cada vez le resultaba más familiar también a él, empezaba a comprender la sensación de Beshaabel, tenía la impresión de haberle visto antes, hacía muy poco, pero no conseguía ubicarle... Hoy, le había visto hoy, ¿pero dónde?

La respuesta del clérigo hizo que Beshaabel pasase del bufido a un quedo gruñido que, para él que conocía su naturaleza, resultaba preocupante. Por un momento temió que se lanzase contra Saball, o que entrase es su cabeza como un abanto, rompiendo cualquier intento diplomático.

Pero se limitó a mirar con odio al anciano y seguir gruñendo. Garv se sintió un poco especial, sabiendo que si la demonesa se contenía era sólo porque él se lo había pedido... O eso esperaba, porque cabía la posibilidad de que estuviera fingiendo y, en realidad, ya estuviera sondeando al Hombre de la Ceniza en secreto.

Garv se daba cuenta que el hombre, o lo que fuera aquello, empezaba a cerrarse en banda y que un debate semántico sobre qué se considera asesinato y qué se considera inducción al suicidio no iba a llegar a ninguna parte. Sin embargo le extrañaban dos cosas; que, asumiendo que fuera lo segundo fuese legal y la extraña sensación de haberse encontrado antes con Saball.

-Es cierto que no soy local, a decir verdad creo que nadie lo puede acabar siendo en Sigil, y es por ello que me son extrañas muchas de sus costumbres.-se decidió por un enfoque sincero a pesar de los pocos resultados obtenidos-Soy el primero al que le extraña la sociedad no muerta que se permite, no sólo eso, sino que se considera una de las facciones de la ciudad.-se encogió de hombros dando a entender que si él era capaz de asumir eso siendo paladín otras opciones serían consideradas intolerantes-Sin embargo a pesar de ésto no alcanzo a concebir cómo la incitación al suicidio, tal y como lo habéis llamado, se puede considerar legal. Cualquiera diría que como poco algún tipo de responsabilidad en la tragedia, pues que alguien nos abandone siempre lo es, se debería tener-hizo una pausa dejando que sus palabras calasen en la criatura. Cada vez le costaba más pensar en Saball como alguien humano y una vez detectada la fuente de extrañeza ésta se hacía obvia.

-Por eso os exhortaba antes a que nos acompañaseis a clarificar esta situación ante la justicia de Sigil. A buen seguro si sólo se trata de un malentendido no os sucederá nada; y en caso de no serlo estoy convencido que vuestro afán de colaboración, mostrado por esa misma asistencia ayudaría vuestro caso.-parecía que iba a dejar su alocución ahí, mas no era capaz de sacarse la extrañeza de la mente-Disculpad que insista, con un cambio de tema nada menos, pero ¿nos hemos visto antes?-se pasó la mano por el mentón-Estoy prácticamente seguro que es así pero no soy capaz de ubicar vuestro rostro.-tal vez con aquel cambio rápido de interrogatorio le pillase desprevenido y revelara algo.

-“Planteas cuestiones basándote en decisiones que ya has tomado. No se qué es incitación al suicidio, yo no he hechizado a nadie, ni he usado magia de coacción para convencerle, en cualquier caso un no muerto ya está muerto no se puede suicidar. Y no veo ninguna tragedia en que alguien que se había apartado del ciclo natural con malas artes oscuras vuelva a él. Tarde o temprano acabaría pasando, cuanto más tarde peor.” – puede que Garv no consiguiera entender bien el lenguaje gestual artificial de Saball, completamente alienígena pero no sólo seguía seguro de que mentía: eso también era falso, a Saball no le parecían mal los muertos vivientes, su intolerancia era fingida, aunque tampoco era, exactamente, simpatía lo que sentía por ellos pero era favorable.

-“No quiero abandonar éste lugar, aquí está mi trabajo. Presenta tu caso en el tribunal y, si vuelves acompañado del Harmonium acudiré sin problemas. Pero no voy a abandonar mi tarea ni perder el tiempo por tu estrechez de miras.” – el paladín tenía claro que no iba a hacer cambiar de idea al anciano, su mentalidad no le era inteligible pero tenía muy claro que ocultaba secretos y que no pretendía colaborar.

Mostró sorpresa, artificial, cuando le preguntó por si se conocían.

-“No. No lo entiendo, aunque no soy muy llamativo y tengo un rostro bastante común, sobre todo porque tengo el mal del Barrio Inferior, con éste tono de piel amarillento todos nos parecemos más. Llevo aquí bastantes años y no salgo a Sigil más que unos minutos cada muchas semanas a por suministros, a menos que hayas venido antes por aquí no podemos habernos visto.” – aunque su lenguaje gestual seguía siendo artificial y estudiado, aquello no parecía haberle incomodado, no creía que Saball le reconociera. Pero Garv seguía teniendo la sensación de haber visto ese rostro hacía muy poco; en las últimas horas, de hecho.

Algo en la mente de Garv bullía, la idea de que algo no terminaba de encajar en los nuevos datos. Beshaabel debió darse cuenta durante la conversación sobre si se conocían de los sentimientos del Hombre de la Ceniza acerca de los no-muertos, porque se lo envió mentalmente a Garv de un modo que resultó un poco desagradable, como si hubiera dado un chillido con la voz, seguido de un “lo siento” a la vez que enrojecía ligeramente. Efectivamente, eso parecía raro pero fue ella, que tenía más experiencia en la sociedad de Sigil la que le puso palabras, aunque seguían siendo sólo palabras, pues no tenían prueba ninguna.

-“Tu no odias a los no muertos, te son... apreciados. Tú no eres un Cenizo. Se lo diré a Hargrimm, el probará a hacerte daño y descubrirá que sí puede y se caerá tu mascarada. ¿Qué te harán aquí si descubren que pueden atacarte sin consecuencias?” – era eso, efectivamente, los Hombres de la Ceniza consideran a los muertos vivientes anatema, sin ambages y Garv había notado, antes que Beshaabel, que Saball no les tenia una inquina real.

La luz de alarma en los ojos de Saball no dejaron lugar a dudas, esa perspectiva, aunque no estaba seguro de por qué debido a lo extraño del comportamiento del viejo, le había alarmado mucho, le había provocado tanto o más que si la chica le hubiera sondeado. Tenía muy poco tiempo para evitar una pelea entre el anciano y la súcubo... Si es que quería hacerlo

Garv no tenía motivos para dudar de la corazonada de su compañera; de hecho era una deducción bastante sensata. -¿Qué eres?-murmuró entre dientes, más para si mismo que para obtener una respuesta. Cuantas más vueltas le daba más sentido tenía. Era consciente que no estaba demasiado familiarizado con los haceres de Sigil, y a ello podía achacarse el despiste referente a la actitud del supuesto Hombre de Ceniza; pero no iba a dejar pasar esa oportunidad.

-No creo que fuera necesario tener que recurrir a esas medidas tan extremas-terció, entrando a actuar nuevamente como interrogador bueno. No era la primera vez que recurrían a esa técnica y contaba con que Beshaabel haría lo propio-Seguramente este hecho debería ser puesto en conocimiento de la autoridad; a buen seguro el Harmonium emitirá un justo veredicto.-una vez más no conocía las leyes del lugar, pero la suplantación de identidad era un delito serio en casi cualquier lugar civilizado. Por no mencionar, razonó para si, el perjuicio que podría causar a una facción. Y teniendo en cuenta que Sigil se regía por facciones era de suponer que el castigo no fuera leve.-A no ser, claro está, que lleguemos a un acuerdo y planteemos atenuantes que hablen a tu favor. ¿Qué tienes que decir a ésto?-

Estaba ofreciendo una alternativa que no implicase violencia mas no sabía si llegaría a tiempo. Lo ideal sería poder plantear unas condiciones desde las que negociar sobre la base de la verdad y a partir de ahí se podría avanzar. Cumplirían su parte del trato con Hargrim y desentrañarían el misterio. Siempre y cuando, claro está, Saball cooperase y no optase por resolverlo a la fuerza. El Inquisidor confiaba en que vería que sus palabras le ofrecían una vía de escape más o menos indemne.

Garv nunca pudo decir quién empezó la pelea. Tras su propuesta diplomática, su mente se había perdido en una revelación: primero pensó en la mancha de sangre junto a la Laguna Oscura, paso a el cadáver a medio comer ahumándose en el campamento de los hombres rata, su rostro para ser exactos. El rostro, demacrado, a medio pudrir y otro medio comer… era el rostro de Saball, ahí le había visto, de eso le sonaba. Todo en un segundo.

Segundo que fue llenado en el exterior por un par de gruñidos. No supo cual se inició primero, ni qué sucedió antes de los hechos a continuación.

Beshaable extrajo su espadón de la vaina entre las alas y rieló, desapareciendo y reapareciendo detrás de Saball con un estremecedor alarido de guerra, desde fuera alguien lo hubiera visto como un ataque salvaje y sin juicio que estropeaba una situación de ventaja. El paladín sabía que llamaba la atención de Saball, distrayéndole para que Garv pudiera aprovechar sus certeras estocadas furtivas.

Saball, por su parte, sorprendió a ambos al rielar y deshacerse como si fuera arcilla para reformarse en una entidad aberrante, alienígena, desconocida y casi inenarrable. Parecía ser una mezcla bastarda y abyecta que tomase partes de calamar, planta, insecto y gusano. Era muy grande, tanto que ahora ocupaba todo el espacio entre Beshaabel y Garv. Su cuerpo era vermiforme, aunque la punta de su cola era ósea. Tenía un montón de brazos finos, como las patas de un saltamontes o una araña rematados en puntas afiladas y parecía apoyarse para caminar en un sin número de repugnantes tentáculos. Una boca enorme babeaba un líquido fétido y verdoso que espumeaba de forma peligrosa y estaba flanqueada por una mandíbula triple afilada, llena de púas y con peligrosos garfios curvados.

Ni el paladín ni la súcubo habían visto jamás una aberración como aquella, casi parecía escapar a su comprensión y su misma contemplación causaba desasosiego y un poco de vértigo si uno se paraba a pensar qué horrores semejantes podían poblar el multiverso, acechando desconocidos por todas partes.

Mientras se transformaba el horror antinatural gruñó claramente:

-“Condenados entrometidos. Segaré vuestras vidas, reanimaré vuestros cadáveres como zombis y me deleitaré en vuestra sabrosa carne no muerta como festín de despedida de ésta barra libre de delicias.”

El paladín aún no desenvainó, decidido a seguir intentando una solución pacífica hasta el final -Sé razonable-dijo con voz mesurada pasando por alto la hostilidad del ambiente-sabemos que no eres Saball, y posiblemente se te pudiera acusar de suplantación de identidad; incluso de asesinato se hacemos caso a la sangre encontrada en el lago de la comunidad no muerta.-aceleró la velocidad de diálogo pues las cosas se estaban acelerando.

-Sométete a juicio y éste será justo, pero si nos obligas a combatir te encuentras superado en número en un espacio cerrado.-no pudo evitar echar un vistazo rápido al cuarto. Tal vez no fuera el lugar más adecuado para manejar su espadón, pero desde luego no lo era para ser atacado en superioridad numérica-Ninguno queremos esto, no precipitemos nada. ¿Realmente quieres jugártelo todo a una carta en lugar de recurrir a la justicia?-al menos él tenía la conciencia tranquila. El misterio estaba desentrañado.

Beshaabel amagó un tajo para llamar la atención del bicho. Con un tono de mofa extremadamente irritante le gritó:

-“Monstruo estúpido, estás perdido, me iré de inmediato a traer una patrulla del harmonium teleportada, ni siquiera tendrás tiempo de protestar. ¡Trata de detenerme!” – Garv pudo sentir la magia impregnada en las últimas palabras acompañadas de una risa sardónica que el paladín pensó que si le estuviera dedicando a él, le podría llegar a crispar los nervios.

El monstruo no dio impresión de haber sido afectado por la magia, pero sí por la amenaza: se giró hacia la chica furioso y, sin dar tiempo a reaccionar, acumuló una energía negra que soliviantaba el alma de Garv y apuntó con cuidado a Beshaabel quien, sorprendida, aprovechó la distracción para lanzar un doloroso tajo transversal que hizo brotar un repugnante líquido verde del cuerpo vermiforme del ser, después trató de agacharse y esquivar la energía oscura, pero el rayo le acarició la espalda.

Ella gimió y su rostro, lo único que se veía fuera del cuero que la protegía, quedó un poco macilento, incluso pudo ver algunos de sus cabellos azules caer al suelo junto a algunas plumas de las alas. La bestia no dio tregua y lanzó una rápida sacudida tratando de morder la cabeza de la muchacha, que se echó atrás desviando las mandíbulas con su brazo envuelto en cuero.

Aprovechando el combate cerrado, el monstruo descargó ocho zarpazos simultáneos sobre Beshaabel. Aunque la chica sólo pudo esquivar uno y desviar otro al resbalar sobre el cuero que la ceñía entera, otras cinco garras que consiguieron agujerear su blindaje, su ropa o golpearon su cara descubierta rebotaron contra su piel de alabastro como si fuera hierro forjado.

Incluso la última púa, que se hincó con fuerza haciendo tope en su vientre, iba sin rastro de la negra sangre que chorreaba su compañera cuando la herían cuando ella le forzó a sacarla. La consternación fue patente incluso en aquel ser alienígena al constatar que no había sido capaz de hacerla ni un rasguño, salvo por el rayo de energía negra.

La voz inexpresiva y átona del ser bramó, su contenido expresaba la furia que no parecía capaz de transmitir con entonaciones.

-“¡Me has engañado, bípeda insolente y artera, pagarás éste insulto!, primero mataré a tu pareja y luego desharé tu espírítu con energía negativa” -

Mientras hablaba el corte infligido por Beshaabel se cerraba a ojos vista.