Partida Rol por web

Por teleinfernal emiten un programa de concursos (al menos la semana anterior todavía estaba en el aire) en donde los demonios inferiores compiten mediante pruebas por el premio mayor: ¡Un contrato exclusivo con el archimago Raistlin Majere! (aunque eso simbolice limpiar fosas sépticas con un cepillo dental).

Ahora voy a lo que importa... en el programa de concursos “Rueda del infortunio” los concursantes deben elegir entre varias puertas el tipo de prueba que les toca. Aquí es lo mismo para ZalaJanMurrayYahoo, es elegir entre puertas el menor de los males y con suerte hallar el premio.

El salón comedor en realidad no fue lo esperado, más bien trajo un poco de decepción para el lutin, por lo cual pronto abandono la estancia para ir en busca de las demás puertas.

De tin marín de dos pingüé, 
Cúcara, mácara, títere fue,
Yo no fui, fue Teté, 
Pégale, pégale, al quien fue.

Recitaba Zala al elegir al azar la próxima puerta a abrir.. y el azar determinó que seria la ante ultima de ellas...

Zala sale de nuevo al distribuidor central de la planta desde el cual ve las cinco puertas. Empezando por su izquierda ha visitado la primera que era la cocina, la segunda que era el comedor y ahora quedan tres. La que está frente a las escaleras, que ahora que lo ve, tiene una especie de letrero que llama su curiosidad. Pero no lo suficiente como para alterar el resultado de mugriento dado de hueso "de dragón" que el lutín lleva habitualmente en su bolsillo, recuerdo de a saber qué viaje a nosedonde.

Pasando de largo la puerta, se dirige hacia la siguiente, la opuesta a la del comedor. Cuando abre la puerta ve una sala idéntica al comedor, al menos por su disposición. Su contenido ya es otro cantar. Parece que se tratase de un trastero o algo así. Hay estanterías por todas  partes y armarios con puertas de cristal que permiten ver su interior que albergan toda una suerte de objetos de lo más variado. Los ojos del lutín a punto están de salírsele de las cuencas al ver todo aquello. Por su aspecto, el contenido de aquella sala debía de valer una fortuna.

Jarrones, vasijas, una estantería llena con frasquitos que contienen líquidos de diferentes colores, anillos, bastones, báculos, coronas, diademas, cinturones, bandas, una alfombra, un espejo colgado de la pared...

En el centro de la habitación, descansando sobre una mesa sencilla, se encuentra un enorme esfera de cristal, apoyada sobre una elegante base de algún metal precioso. Posiblemente, plata.

Sí, esa clase de esfera.

La experiencia de presenciar la habitación era sencillamente orgasmica, aunque Zala no tuviese ni idea de lo que significa la palabra. Semejante cantidad de riquezas solo era igualada en las arcas del Gran Belcebu, allí en el primer circulo infernal.

Dando pequeños brincos alegres el avezado lutin entró en la sala examinando todo. ¡Muchas cosas brillantes y llamativas para asimilar en tan poco tiempo! Hasta que dio con lo que estaba buscando: ¡La alfombra!

El otro regordete lutin hablaba mucho de la alfombra... entonces Zala decidió regresar en busca del compañero infernal. Pero primero intentaría desenrollar la alfombra y retozar un poco... solo un poquito.

Tanta aventura le había dado un poco de modorra y una siesta no daña a nadie. ¿O sí?

Zala daba brincos por la sala, en pleno éxtasis. Una mesa tiembla a su paso luego de que el lutín tropiece fortuitamente con una de sus patas. Poco faltó para que varios de los objetos depositados sobre ella cayesen al suelo.

Por fin el lutín alcanza lo que andaba buscando. O eso cree, porque si eso no era la dichosa alfombra mágica, a ver qué iba a ser.

La habitación estaba tan atestada de objetos que no era posible extenderla en ella, así que la sacó al distribuidor y la extendió. Se trataba de una auténtica alfombra perisiana, hecha del mejor hilo trenzado de casi dos metros de largo, por 1,20 de ancho. Efectivamente, se encontraba descosida por uno de sus extremos y, aunque no parecía muy grave. Pero no hacía falta saber mucho de alfombras para saber que si no se remataba bien, corría el riesgo de soltarse la trama con lo que la alfombra simplemente, se desharía.
 

Zalamorito se lanzó en plancha sobre la mullida alfombra y se dejó acariciar por su suave superifice, ronroneando como si de un dócil gatito se tratase. Pero entonces algo sucedió. El lutín sintió una sacudida. Cuando intentó ver cuál era el motivo, descubrió que el techo estaba demasiado cerca. Casi podía tocarlo. La alfombra se había levantado del suelo y estaba allí, suspendida a una considerable altura.

-¿Ke tlaizión ega ezta?- Mascullaba entre dientes el aterrorizado lutin al despertar en el aire. ¿Y si por casualidad, solo una remota casualidad ZalaVonRichthofen había descubierto la habilidad para levitar objetos?

Solo quedaba una vía de acción, y era... ¡Domar a la bestia! (si algún ente deportivo consideraba digno montar alfombras voladoras). Entonces Zala muy decidido pero molesto a la vez por no llegar a descansar lo suficiente intentó sujetarse de dos extremos de la alfombra, como si fuesen riendas de una montura, para dirigir el movimiento del tejido volador.

El no tan valiente lutin con su base de experiencia en monturas imaginarias cree que la tarea será pan comido aunque era posible que encontrase algo de turbulencia durante el viaje de regreso al nivel inferior. Necesitaban reparar la alfombra antes que se destejiera...

El primo abuelo tercero, un gran jinete de libélulas chupasangre del Cuarto circulo infernal, tiene una lapida de mármol que cita:

Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz.

Tal vez no era el momento de recordar a tan lejanos parientes. Eso pensó Zala cuando tiro de las improvisadas riendas al grito de -¡Yahooooo! - 

Zaladino agarra con decisión dos penachos de la alfombra y para su propia sorpresa consigue hacerla girar y enfilar la bajada hasta la planta inferior. Con un movimiento un tanto inseguro, consigue descender. Su cabeza pasa rozando el dintel de la puerta de acceso a la segunda planta pero eso es todo. Así que llega a la primera planta de nuevo a tiempo de ver como Batracius, Bonnie y Bill salen de la habitación del fondo y entran de nuevo en el distribuidor central.

Siguiendo los pasos de Zalakatunga subís las escaleras que llevan hasta la segunda planta de la torre. Llegáiss a un nuevo rellano que se abre hacia la izquierda mientras que las escaleras siguen subiendo.

Al salir al rellano podéis ver que de él parten cinco nuevas puertas; Una de frente y dos a cada lado. Por lo demás la estructura es similar a la de la planta anterior. Igual de insulsas.

Zalakatunga se dirige hacia la puerta de la izquierda con resolución.

Al atravesarla, podéis ver una habitación tan solo iluminada por la luz que entra a través de la única ventana que posee, que da al exterior. Por lo que podéis apreciar, se trata efectivamente de la cocina de la torre. En ella se puede ver una cocina de leña de cuatro fogones, un hogar con una olla y leña a medio consumir acumulada debajo, un arcón y varias alacenas cubriendo las paredes. Huele como si algo se hubiera quemado hace tiempo y no hubiera acabado de salirle el olor.

Por supuesto, todo es tamaño humano, lo cual hace que sea gigante y de difícil acceso para vosotros.

Precisamente sobre la cocina de leña, podéis ver una pila de objetos en precario equilibrio que quizá sirvieron a algún otro lutín para alcanzar la parte superior.

Parece que está bastante bien provista. Hay embutidos colgando de las paredes, frutas y verduras,...carne y pescado no veis a la vista. Tampoco libros. Además hay todo tipo de menaje de cocina. Incluso piezas que no sabíais que existían y cuya utilidad no alcanzáis a adivinar.

¡Ah!...y no hay nadie. O al menos, nadie que quiera revelar su presencia.

Bill no tenía ni idea de que podía hacer allí, la verdad. Aunque podía comerse de una sentada el equivalente a una boda nunca había cocinado.

Le llamó la atención la pila de objetos que evidentemente se había utilizado para ascender a los fogones, por lo que llevado por la curiosidad se puso a trepar la columna para llegar arriba, quizá desde allí encontraría la inspiración.

El camino hacia la cocina fue en total y completo silencio, pensando por momentos sobre las tareas por hacer y como liberarme de ello en poco tiempo, así podía recorrer el castillo al disfrutar de un merecido descanso. Entre los costales de semillas, el bicho de los tentáculos, la alfombra y esa mujerzuela que estaba encerrada, poco es lo que pude divertirme en este lugar. 

Al fin de cuentas el trabajo del lutin si que era sacrificado...

- Bueno, es momento de cocinar. A mi se me da bien preparar pociones y dudo que preparar algo de comida sea un impedimento para mi. - expreso al colocar mis mano sobre las caderas, denotando una actitud magistral e imperante. Ahora señalando a Bill, el artífice de los desastres acontecidos, expreso. - Tú, enciende el fuego. Esta lutina hará de comer. - indico tras chasquear la lengua y comenzar con la epopeya, primero buscando algunas verduras para cortar. 

Zala dirigió al variado grupo de lutines hasta el rellano con todas esas puertas que contenían grandes misterios y maravillas por igual.

Es el momento para la gran tarea, igual que su primo tercero (no el otro primo tercero, porque según el árbol familiar Katraska existen ocho primos terceros) Zaladria El Estoico. ¡Preparar la cocina para la labor!

Y agi bamoz ¡A kozinag… Yo limpiage el pizo! – anuncia Zala para luego agarrar la escoba y barrer como un condenado. Al lutin se le da bien barrer pero por otro lado sus bolsillos repletos de especias vuelcan el contenido detrás de sí.

Según las historias de su primo tercero, antes de cocinar se debe limpiar el lugar de trabajo. Bueno, pues eso espera hacer el lutin bajo el disfraz de dragón…

Batracius escudriñó la cocina detenimiento mientras los demás se disponían a hacer algo.

Bonnie, no veo ningún libro por aquí, así que mientras preparas los ingredientes y los demás están ocupados, voy a dar una vuelta a ver si encuentro la biblioteca... Ten cuidado con los cuchillos -dijo preocupado.

Finalmente, mandó un beso de amor a su amada, surcando el aire, antes de salir por la puerta al rellano.

Batracius tenía otras 4 puertas a su disposición, y al parecer otra planta más por encima...

Decidió seguir un orden metódico en su exploración, y dado que la cocina había sido la primera puerta de la pared izquierda, probó suerte con la segunda.

Sin mucha dificultad, Bill consigue llegar hasta la cima de la pila de cacharros que se tambalea un poco a su paso. Cuando llega arriba de todo, puede ver que da justamente hasta la encimera de una cocina de hierro, de esas que funcionan con leña. Por fortuna la cocina está fría y por ende, apagada.

A ambos lados se extiende un espacio de trabajo sobre el que se puede ver un nutrido especiero y varias cestas con vianda, menaje de cocina, etcétera.

Por su parte Bonnie encuentra lo que busca sin mucho problema, pues bajo un armario hay varias cestas en las que se pueden encontrar todo tipo de verduras y hortalizas: coles, brécol, nabizas, zanahorias, tomates...

Y Zala por su parte, se dedica a barrer aunque diríais que más ensucia que limpia.

Batracius por su parte, se marcha de la habitación por la puerta que da al pasillo.

La siguiente habitación parece incluso más trivial que la anterior. Se trata del comedor de la torre. Una habitación alargada, algo más pequeña que la cocina, provista de una larga y gruesa mesa de madera de roble flanqueada por dos bancos corridos a cada lado y una silla más en cada extremo. Es decir, que podría albergar hasta 10 comensales cómodamente. La limpieza de la sala es muy mejorable.

A la derecha de la puerta hay un aparador lleno de vajillas, cuberterías y demás útiles para preparar la mesa, así como una pequeña selección de vinos, mientras que a la izquierda, hay una chimenea que está apagada y parece que no se ha utilizado en mucho tiempo.

Al fondo de la sala, una ventana da al exterior de la torre.

De un vistazo, Batracius descarta la habitación y prosigue a la siguiente puerta, la de la pared enfrentada a las escaleras.

Está claro que en el comedor no iba a encontrar mucha cosa, y aunque este estuviera sucio de narices, no era su tarea, ni su objetivo actual, encargárse de eso...

Al terminar su tarea de barrendero-ensuciador, Zala deja la escoba y se ocupa de preparar los leños para el fuego. Según el manual de supervivencia del Tio Katadarwing “El constipado” Tercero, el fuego inicial debe tener mucha yesca para que la marmita funcione adecuadamente.

 Por ende ZalaFirestarter cubre todos los huecos disponibles por debajo del elemento para cocinar. Cuando ya no entra nada mas a presión, Zala va en busca de algo de lumbre.

¿Aljien tiene fozfodoz? ¿Fuegho o lo ke zea? – pregunta el lutin muy emocionado por prender fuego la pila desproporcionada de yesca.

-¿Un fósforo?¿UN FÓSFORO? Por favor, estás hablando con el gran Bill, ¡el amo del fuego!- espetó el lutín barrigón poniendo los brazos en jarras.

-Aparta chaval, no se te queme la cola, del disfraz, se entiende- dijo concentrando sus poderes en la yesca seca.

Ya con las verduras en mi poder, busco un cuchillo y comienzo a cortar para agregar a una olla que necesito con agua. - Alguno de los dos, debo poner esto dentro de algo para que se cocine. Bill, ya que no haces nada búscalo y prepara. - ordeno mientras continúo en modo full time con la verduras, ya echaba de menos a Batracius. 

Una vez que termino todo, espero que alguno de los lutines prepare lo que dije.