Partida Rol por web

Mientras Bonnie cortaba toda suerte de hortalizas en trozos pequeños, Zalakatunga había llenado el cajón inferior de la cocina de leña de tanta leña como cabía. Y se había asegurado de meter yesca suficiente como para asegurarse de que prendiera con rapidez...y una poca más, por si acaso.

Lo cierto es que había pedernal junto a la cocina, pero Bill no pudo reprimirse ante la ocasión de utilizar sus poderes. Se concentró y pronunció unas palabrejas en lengua infernal y una chispa se encendió en medio de un haz de yesca. Esta prendió con rapidez y pronto, el fuego se extendió a todo el interior de la cavidad de la cocina. El problema fue que quizá, hubiese demasiada yesca, demasiada madera o ambas cosas porque pronto las llamas salían como medio metro pot encima de los fogones.

En estas condiciones, ninguno de los lutines parecía hacer caso a Bonnie, que había pedido agua para llenar una pota.

La siguiente puerta, situada justo en frente de las escaleras, parece una puerta normal salvo por un cartel que destaca a media altura de la puerta. Desafortunadamente, la puerta está cerrada con llave.

Hay una tinaja en un extremo de la encimera. Cuando digo una tinaja, me refiero a una tinaja tamaño humano, claro. Osea, dos veces tu tamaño. Si tuviese agua, sería una suerte. Porque la otra opción sería bajar al pozo a por ella. Así que...¿Cómo lo ves?

La simple imagen del fuego sin control trajo muchos recuerdos al lutin. Presenciar las llamas danzantes tratando de obtener más alimento simplemente llenaba de nostalgia a Zalapyromancer, y los recuerdos de su cabaña al borde del rio de sangre en el sexto círculo infernal eran inevitables.

Ahhhhhhhhhh… - suspiraba embobado por el espectáculo infernal frente a él. Tanto que incluso olvidó llenar la pota con agua y arrojar las verduras dentro.

Mientras tanto el fuego crecía y crecía, intentando escapar de la cocina en busca de su preciada libertad. Por otro lado Bonnie estaría despotricando por el mal servicio, ya que los ayudantes de cocina solo sirven para encender la cocina y barrer-ensuciando (que es un arte olvidado pero valioso).

Las llamas continúan creciendo a medida que devoran el preciado combustible saliendo por los orificios de la cocina de hierro como auténticos haces de fuego que reptan hacia el techo, haciendo que se ennegrezca allá donde el calor y el humo les llegan; incluyendo algunas vigas y pontones que sostienen la estructura del piso superior y que comienzan a consumirse levemente. La propia cocina empieza a cambiar de color poniéndose al rojo vivo. Todos comenzáis a tener un calor de lo más agradable. Estáis como en casa. Pero por encima de todo, apreciáis que ese fuego descontrolado podría llegar a extenderse por toda la torre si no conseguís sofocarlo.

NeroKatunga pegaba saltitos de emoción observando el caos que había provocado.

Cuando Bonnie pidió agua para el guiso Bill se puso a buscar a su alrededor y pudo observar una tinaja bastante grande al otro lado de la encimera. ¿Contendría agua? Solamente había una manera de saberlo.

Mientras se acercaba al ánfora para trepar y mirar en su interior la cocina empezó a transmitirle un calor que, aunque no estaba familiarizado con las artes culinarias, se le antojó un poco por encima de lo que se consideraba óptimo.

Aún así no prestó demasiada atención al fuego, total, sus compañeros lo tenían más a mano. Con sumo cuidado se dispuso a subir al recipiente para ver que era lo que contenía.

Desesperada por el incendio que Bill originó, cierro mis ojitos de lutina adorable para invocar una ola de agua o un incípido chorro. Ya concentrada en mi elemento, giro las manitas para ir creando lo anhelado. - Yo puedo crear... Yo puedo crear. - expreso a modo de mantra personal, buscando de alguna manera una conexión con el elemento y así manifestarlo a través de mis poderes. 

Al estar tan centrada en mi poder, no podía ver u observar a otro lutin. 

Batracius se había quedado profundamente empanado mientras miraba el cartel de la puerta. Llevaba un rato sin moverse. ¿Habría sufrido un ictus? Al parecer no, pues volvió en sí e hizo además de dirigirse a la siguiente puerta, pues la exploración no tiene limites.

Pero antes de que pudiera abrirla, oyó un sonido muy raro (FWOOOOOOOOOOSH) viniendo de la cocina, seguido de un golpe de aire caliente.

Raudo, volvió a la cocina a ver que había pasado y se encontró un percal bastante interesante. El hornillo parecía estar "ardiendo por encima de sus posibilidades".

¿Estáis locos? ¡Hay que apagar ese fuego! ¿Dónde hay agua? -Batracius miró alrededor buscando una grifo o alguna otra fuente de agua, pues ni con los poderes de control del fuego de Bill ni los del agua de Bonnie podrían controlar aquello. Se les iba de las manos...

Algo salió mal. Tal vez a algún lutin (que no fuese NeroburningsuiteKatunga) se le pasó la mano con el fuego y ahora el pobre ZalakatuFire debía hacer lo que un lutin responsable debía hacer.

Así que por lo tanto Zala se aproxima al fuego, deteniendo sus pasos a tan solo un par de pies de distancia y examinando las irrespetuosas llamas que hacen lo posible por escapar de la cocina. Tras dedicar una mirada intimidante al fuego, Zala baja sus pantalones, sujeta su “amigo” y apunta en dirección de las llamas.

-         ¡Jazta la bizta vavye! – despide el lutin a las llamas para luego atacar las mismas con un potente chorro de pis.

El único problema es la cantidad de orina que debería expulsar y otro tanto el tiempo necesario. Por ello Zala se distendió y soltó un sonoro gas por su parte de atrás.

Sin mucho problema Bill se encarama al ánfora comprobando que en efecto y no parece oler mal ni nada. Dirías que puede usarse para cocinar.

Bonnie intentó crear agua, pero el estrés ocasionado por la situación no fue propicio. Crear agua de la nada es muy difícil; mucho más que controlarla. Todo lo más que consiguió hacer es condensar algunas gotas de agua a partir de la humedad que había en la habitación que en cualquier caso no podían rivalizar con el potente chorro de pis que salió del arrugado miembro viril de ZalaManekenpisTunga. Pese a la cara de satisfacción del lutín que observaba con orgullo como salía su potente chorro, ni con ventosidad ni sin ella, consiguió causar el más mínimo efecto sobre el mismo.

Batracius intenta buscar algún recipiente con agua y repara en el ánfora que ya está revisando Bill. Por lo demás, recuerda que en el jardín había un pozo. Que sepas, es el punto más cercando del que se podría sacar agua. Bueno...también está el foso, claro. Pero lo mismo con el agua os vienen pirañas o a saber lo qué. 

El caso es que mientras todo esto sucedía, las llamas seguían creciendo.

Bill tenía un conflicto de intereses.

Al descubrir que el recipiente al que se había encaramado era algo que se podía utilizar para cocinar algo sin correr el riesgo de intoxicar a los comensales se le iluminó la cara. Por otro lado, parecía ser el único liquido que había disponible, y Patitas, al que se le estaba cuarteando la piel por el calor, quería utilizarla para apagar el fuego. Pero si apagaban el fuego no podían cocinar...

-¡Maldición!- agitó la cabeza para despejar su mente. Se bajó hasta la encimera y, abriendo las piernas ligeramente, se colocó de cara a las rugientes llamas.

-Dejádmelo a mí!- gritó a sus compañeros mientras se golpeaba el pecho con el pulgar. -Bill Barril, el Amo del Fuego!- exclamó concentrando sus poderes al máximo, y apretando las nalgas para no sufrir un accidente similar al de ZalaVentosidadesTunga.

-¡¡¡¡¡¡¡Qué asco!!!!!! - grito al tapar mis ojos horrorizada, Zalapitomani había sacado a su pequeñín a relucir intentando apagar el fuego con su pis. Era algo repulsivo y no pude evitar hacer arcadas por el efecto visual que generaba el lutín. - Tenemos que irnos, pero antes intentaré generar más agua. -  expreso al cerrar mis ojitos y mover las manitas de forma envolvente mientras me concentro en el elemento. 

- Yo puedo, yo puedo... Vamos aguita... aguita... - pronuncio con cierta dulzura, esperando fluir como en un cántaro. Aunque bueno, me encontraba en una hoguera. 

El fuego sale de control, casi como la ocasión en que el tío NeroKatunga IV destruyo (o eso pensó) el octavo círculo infernal durante la parrillada del día de acción de gracias.

Entonces el gran Zala, completamente decepcionado por su intento comienza a buscar en la cocina hasta encontrar un saco de harina.

Zala había escuchado por ahí que la harina sirve para extinguir fuegos (igual que el petróleo¿?) si se arroja sobre las llamas en grandes cantidades.

¡Atgaz! ¡Atgaz! Yho apagade ezte dezkontol… - bramo Zala para luego comenzar a arrojar harina al fuego con una enorme cuchara de madera.

Mientras para Bonnie se concentraba intentando condensar agua sin éxito, Bill tenía más suerte con su elemento y el incendio parece que amainaba.

Batracius estaba suspirando, algo más tranquilo, cuando por el rabillo del ojo vio a Zala que corría hacia el hornillo con un saco de harina y un cucharón.

¿Qué cojones hace? -pensó el anfibio lutín, pero prontó quedó claro que pretendía arrojar harina sobre el fuego.

El cerebro de Batracius, trabajando a destajo, recordó lo que se decía sobre sustancias pulverulentas en un viejo libro titulado "Higiene y Seguridad en la Cocina y el Laboratorio Mágico".

Si Zala arroja eso sobre el fuego vivo... ¡POR TODOS LOS DEMONIOS! ¡DETENTE INSENSATO!

Batracius, desquiciado, dio un tremendo salto en horizontal, intentando placar al estúpido lutín draconiano antes de que los matase a todos.

Bill se baja de la tinaja a la cual estaba encaramado y comienza a invocar su poder. Las llamas parecen danzar al compás de su mano. El lutín hace un gesto con la mano hacia abajo, como ordenándoles bajar hasta extinguirse. El fuego parece reaccionar y las llamas bajan considerablemente, pero llegado a un punto, no consigue hacer que desciendan más. Simplemente, aún haciendo acopio de todo su poder, éste es insuficiente para extinguir el incendio y todo lo que puede hacer es mantenerlo controlado. El problema será determinar cúanto tiempo podrá el lutín mantener su influencia sobre el fuego y qué hacer mientras tanto.

Bonnie sigue intentando invocar agua, sin que sus resultados mejoren considerablemente. Probablemente, el estrés de la situación sigue causando mella en las habilidades de la lutina.

Mientras, Zala busca por la cocina y no tarda en encontrar un saco de arpillera lleno de harina. El problema será cómo subirlo por la torre de utensilios de cocina hasta lo alto para poder echarlo sobre las llamas, pues pesa considerablemente.

Pero antes de que pueda tomar ninguna decisión, Batracius le sale al paso e intenta placarlo.

¡POR TODOS LOS DEMONIOS! ¡DETENTE INSENSATO!

La palabra insensato dentro de la familia Katraska era bien recibido tras siglos y siglos de recibirla de malas por todas las clases sociales, sean lutinezcas y infernales sin discriminación de clase. Hoy en día se considera un halago y más si la palabra se acompaña de un golpe en la cabeza o golpeado por alguna roya y otro proyectil hiriente.

Zala podría recibir el impacto de buenas pero no quería que la harina se desparrame por todos lados y su plan de extinguir las llamas termine en la cloaca.

Por lo tanto Zala decidió desaprovechar el buen gesto de su compañero anfibio-lutinezco. ¡El deber se encontraba primero! 

- No puedo más, que se vaya todo al infierno. -  protesto al negar con la cabeza, era imposible crear agua porque el estrés me podía. Así que corriendo como una rata que prefiere huir antes que luchar, intento esquivar el fuego y colocarme en la puerta para dirigir desde allí. 

- Zalapiroloco, deja eso ya. ¡Vamos a explotar todo! ¡DEMENTE! -grito con fuerza dando pequeños saltos en el lugar, despeinando mi sedosa cabellera. - Espera... si me pongo nerviosa puedo vomitar arco iris... eso es. - Hagan algo que me incomode y me ponga nerviosa, no sé... Así vomito Arco Iris. ¡Vamos! ¡Batracius Bésame! - alzo la voz plagada de energía e ímpetu. Ese plan tenía que funcionar. 

Batracius se lanza contra Zala desde lo alto de la cocina con la intención de placarlo, pero no lo consigue. ZalakaMontana consigue esquivarlo sin mucho problema. Pero el subir el saco por la pila de utensilios de menaje del hogar que tenía hasta lo alto de la cocina era harina de otro costal. O bueno, del mismo costal, pero que iba a tener que ingeníarselas para lograrlo, vaya.

Como consecuencia de su fallo, el sapo sabio cae echo un ovillo sobre el suelo y sale dando rolos hasta que sus huesos dan con la dura pared de la cocina.

Por su parte Bonnie parece histérica. Incapaz de crear agua, daba saltitos sobre la encimera de la cocina, muy cerca de donde estaban las llamas, que Bill con mucho esfuerzo, intentaba contener con más o menos éxito. La reina de los lutines se reconcomía por dentro de pura frustración. Deseó invocar el vómito arcoiris, pero no había nada tan poderoso como para desencadenarlo.

Tal vez el saco es demasiado para el pequeño Zalamincito, o quizás no había tomado toda la sopa de pequeño y ahora enfrentaba las consecuencias de su reducido tamaño. Sin importar el porqué ahora Zala debe superar la dificultad del saco de harina y las llamas. Entonces una idea genial golpeó su cabeza disfrazada. ¡Usar el cucharon!

Entonces el lutin disfrazado de dragón sujeto con ambas manos el cucharon y lo lleno con harina para luego hacer un lanzamiento de prueba como si fuera una catapulta.

Si todo salía bien podría continuar con los lanzamientos ahora que Batracius tenía otras cosas que atender…