Partida Rol por web

La habitación contigua sigue tal como estaba la primera vez que entrataste. O al menos, tú no eres capaz de notar la diferencia.

"Hay estanterías por todas  partes y armarios con puertas de cristal que permiten ver su interior que albergan toda una suerte de objetos de lo más variado. Los ojos del lutín a punto están de salírsele de las cuencas al ver todo aquello. Por su aspecto, el contenido de aquella sala debía de valer una fortuna."

"Jarrones, vasijas, una estantería llena con frasquitos que contienen líquidos de diferentes colores, anillos, bastones, báculos, coronas, diademas, cinturones, bandas, una alfombra, un espejo colgado de la pared..."

"En el centro de la habitación, descansando sobre una mesa sencilla, se encuentra un enorme esfera de cristal, apoyada sobre una elegante base de algún metal precioso. Posiblemente, plata."

"Sí, esa clase de esfera."

Para un insignificante lutín, es complejo determinar la utilidad y el uso de todas aquellas cosas. Bien se podría coger una al azar e intentar usarla. En el improbable caso de tener la capacidad para usarla y descubrir como se usa, podría ser que ayudase o empeorase la situación. ¿Qué hacer? He ahí la cuestión que Kalakatunga debía resolver.

Batracius recuperó la consciencia un rato después del impacto, y abrió los ojos para encontrarse el preocupado rostro de Bonnie sobre él, y un infierno de llamas alrededor.

¿E... estamos muertos? Unngh -preguntó, aún confuso.

Con ayuda de Bonnie se incorporó, y vio que no, que aún estaban en la dichosa cocina, aunque las llamas casi no la hacían reconocible.

Bonnie, salgamos de aquí -dijo empezando a cojear con su amada hacia la puerta- Espero que la Rudesindus tenga un sistema mágico anti-incendios en el resto de la torre, o que la tenga asegurada *cof cof* porque nos va a caer una buena...

Oyó la voz de Bonnie y avanzó hacia ella. Cuando hubo dado unos cuantos pasos pudo ver como la pequeña lutina sujetando el maltrecho cuerpo de Patitas que se sostenía a duras penas.

Olvidando su propio estado, que no era mucho mejor, la verdad, se acercó a ellos con la intención de sacarlos lo antes posible de aquel incendio. El era un lutín de fuego y aquella situación no era ni de lejos la peor a la que se había enfrentado, pero sus compañeros estaban pasándolas canutas y tenía que echarles una mano.

- Por Belcebú, lo de la señora que se marcha ha pasado a ser un problema menor. Me puedo dar por despedido. nos podemos dar por despedidos.

- Pero se puede saber qué habéis hecho? Qué ha pasado aquí?

Batracius, Bill y Bonnie salen de la habitación que hace poco más de 1 hora era la cocina, convertida ahora en un auténtico infierno en la tierra. Las llamas se extienden por toda la habitación y probablemente se habrán contagiado al piso de arriba.

Algorímedes corretea por el distribuidor central de la planta, asustado por la situación.

Mientras, Zalakatunga se ha metido una habitación contigua. No sabéis lo que puede estar haciendo.

Agradecida de corazón por el obrar de Bill con nosotros, sonrió feliz de que finalmente las llamas no lograron consumirnos del todo y pese a tener mis diferencias con el barrigón lutín, le debía una. - Gracias, siempre estaré en deuda contigo. -afirmo tras guiñar un ojo mientras le doy unos segundos a Batracius para que reaccione. 

Igualmente lo que me preocupaba era que Zalalajode se había ido al cuarto contiguo. Si ya encendió la cocina y ni siquiera pudimos parar el fueg, no quiero imaginar lo que puede hacer el draconil lutin en otro sitio. - Hay que seguir a Zala, puede hacer peores cosas y Rudesindus se enojará mucho. - advierto mientras me pongo en marcha, no sin antes darle un beso a mi sapo favorito.  - Amado mío, aún debemos seguir haciendo nuestras tareas. Ven conmigo. - propongo tras sujetar su manita y esperar que avance junto a mi. 

-Bah, no tiene importancia- dijo Bill moviendo su mano derecha en contestación a las palabras de agradecimiento de Bonnie. Estaba completamente loca, eso era así, pero era su compañera y no había dudado ni por un momento en ayudarla.

En cuanto a que había que localizar y neutralizar a Zala lo antes posible, no podía estar más de acuerdo.

Mientras salían a toda prisa de la cocina en llamas se encontraron de bruces con un desconcertado Algorímedes.

-No hay tiempo para explicaciones. Ven con nosotros si no quieres acabar cocinado a la barbacoa- apremió al recién llegado.

-Tenemos que encontrar a ese pirado disfrazado de dragón antes de que acabe con la torre entera- añadió mientras se adentraba en la habitación contigua, que tenía la puerta abierta.

Batracius se dejó medio arrastrar por sus compañeros hasta salir de aquel infierno abrasador. Fuera de allí, en la antesala de la segunda planta, el calor era muy intenso por la proximidad del fuego, pero ya era algo que el cuerpo anfibio del lutín podía soportar, y empezó a recuperarse.

Sus compañeros pretendían seguir a Zala a donde quiera que fuese para que no la liase más, ¿¡pero qué sentido tenía aquello, si la torre ya estaba prácticamente perdida!?

Batracius se soltó del cálido abrazo de Bonnie y se tambaleó como en un trance hacia la escalera que subía a la tercera planta mientras balbuceaba:

El incendio... se extiende... los libros... debo salvar los libros...

Nuevamente Zaladino se encontraba en la cámara del tesoro, donde un sinfín de objetos brillantes y llamativos incita al lutin por su obtención y posterior uso.

Tan grande era el despilfarro de objetos, fragancias y colores que Zala no sabía por dónde empezar, así que opto por lo más simple. Algo que sirviera para mitigar las llamas de la sala contigua.

Por lo tanto comenzó a buscar por algún frasco con líquido similar al agua, de color azul o celeste; o simplemente parecido a su débil criterio de selección.

Una vez que encontrase algunos frascos con líquido, Zala intentaría apagar el fuego rociando el contenido sobre las llamas.

Quizás hubiese alguna pócima de chorro de agua o lo que fuera…

Entre todos los potingues que hay en la sala, encuentras uno que más que celeste, es de color azul oscuro. Se trata de un frasco de tamaño considerable para ti. Lo que sea que hay dentro de ese frasco parece que burbujea...e incluso dirías que...¡si, se mueve!, como si estuviese vivo. ¿Quién sabe para qué serviría?

Mientras el fuego se sigue extendiendo, Batracius se liberó del abrazo de su recién encontrado amor sobresaltado ante la idea de que la librería del mago Rudesindus, con todos esos preciosos volúmenes, fuese consumida por las llamas. Se trataba de un amor primigenio que arrastraba desde su más tierna infancia, así que ni siquiera el recién hallado amor de Bonie, consiguió alejar de su mente la imperiosa necesidad de ponerlos a salvo. Y lo cierto es que ni siquiera sabía dónde estaba la biblioteca, pero su lógica le decía que debía ser en un piso superior, de modo que echó a correr hacia las escaleras, perdiéndose de vista al instante.

Por su parte Bonnie y Bill salieron corriendo en pos de Zalabustero, que se había metido en una de las salas contiguas a la cocina. Todo esto ante la atónita mirada de Algorímedes que seguía sin saber muy bien qué hacer al respecto. Finalmente, decide salier corriendo detrás de estos dos.

Al entrar en la habitación os quedáis extasiados por su contenido. Vuestros ojos parecen a punto de salirse de sus cuencas.

Hay estanterías por todas  partes y armarios con puertas de cristal que permiten ver su interior que albergan toda una suerte de objetos de lo más variado.

Jarrones, vasijas, una estantería llena con frasquitos que contienen líquidos de diferentes colores, anillos, bastones, báculos, coronas, diademas, cinturones, bandas, una alfombra, un espejo colgado de la pared...

Por su aspecto, el contenido de aquella sala debía de valer una fortuna. Pero además, todos aquellos objetos parecen irradiar poder. Probablemente, sean mágicos.

En el centro de la habitación, descansando sobre una mesa sencilla, se encuentra un enorme esfera de cristal, apoyada sobre una elegante base de algún metal precioso. Posiblemente, plata.

Sí,...esa clase de esfera.

Y no muy lejos de ella, halláis a Zalakatunga curioseando entre un montón de potingues. Justo cuando entráis se gira con una sonrisa de satisfacción. Lleva entre los brazos una pesada botella de color azul. A saber lo que pretende hacer con ella.

Al ver que Batracius se aleja para salvar a su primer amor, continúo siguiendo junto a mis compañeros lutines a Zalaveloz hacia el lugar en donde sus patitas se detuvieron. Sólo que al ingresar a la misteriosa sala, mis ojos se salieron de su órbita al ver las diademas, era como cumplir el sueño de mi asquerosa vida ya que finalmente puedo convertirme en una reina de verdad. 

-¡Vooooooooooooooooooooooyyyyyyyyyy por mi corona!-  grito con fuerza tras empujar al que esté en mi camino. Una vez que llego al sector en cuestión, no dudo en colocarme una bella diadema con una piedra azul. Ahora saboreando el instante de mi coronación, inicio mi danza lutinesca festejando este momento especial para mi. 

- Soy una reina de verdad, ahora mi destino será dominar a todos los lutines del mundo, del infierno o de donde sean. Yo su majestad, seré implacable ante los arrebatos de estos seres desmedidos y ejerceré la justicia bajo el yugo de mi mandato. - ofrezco mi discurso mientras sostengo con una manita la diadema, se me caía. 

Y entonces así fue como el lutin ZaladinoZ abandonó la gran sala del tesoro cargando una enorme (para él desde luego) botella de liquido azul, el cual burbujea y se mueve dentro del frasco de cristal.

Dando pequeños saltitos por casi completar su plan de salvataje, Zala canturrea… - Jue una mañana kuango te encontge, Azul, kuando el zilenzio pog fin te encontge, Azul, y ez ezte amog komo el mag, Azul, un manangtial azul … -

Y de ese modo canturreando Zala se dirige a la cocina con el frasco azul…

Cuando entraban en la sala, Bonnie se quedó sin habla durante un instante y acto seguido corrió hacia un montón de joyas gratando majaderias. Pasó junto a Zala, que volvía del fondo de la habitación con un frasco en las manos, canturreando una cancioncilla que sonaba extraña con su también extraño acento.

Cuando pasó a su lado le enganchó del disfraz con la intención de pararlo en seco. No pensaba dejarle campar a sus anchas de nuevo, podría tirarles la torre sobre la cabeza.

-¡Quieto ahí! Vamos a ver que es eso que llevas- después miró a los ojos al lutín y le hizo una pregunta de la que realmente no quería escuchar la respuesta: -¿Es que estás completamente loco?-

Bonnie en la distancia alcanza a ver una hermosísima tiara que le cautiva al momento. Sus ojos se le salen de las córneas y no puede hacer otra cosa que correr a por él.

Lamentablemente, hay un problema que descubre cuando se acerca lo suficiente: como todo o casi todo en aquella habitación es de tamaño humano, por lo que le resulta imposible ponérsela.

Zalakatunga pasa decidido con su botellón. El botellón pesa lo suyo así que ha de andar despacio y con cuidado. Pero Bill lo agarra por su capucha-cabeza de dragón haciendo que ésta le tire del cuello y en todo caso, deteniéndolo.

Algorímedes sigue en su éxtasis al ver todo aquel tesoro ante sus ojos.

Uhm, pensaba Algorímedes, al fin doy con algo que se puede parecer a uno de esos oscuros objetivos que nos encomendó el Amo. Una alfombra! Es mía! Mi tesoro! El Amo me premiará, seguro que nadie ha cumplido con sus tareas y yo podré presentarle esta hermosa alfombra bien cepillada y totalmente lustrosa.

Así que Algorímedes sale de su éxtasis y se lanza hacia la alfombra sin parar cuentas en lo que hacían los demás.

-¡Quieto ahí! Vamos a ver que es eso que llevas- después miró a los ojos al lutín y le hizo una pregunta de la que realmente no quería escuchar la respuesta: -¿Es que estás completamente loco?-

Desde luego que la respuesta del lutin quedaría perdida en los anales del heroísmo Zalakutengesko, porque nada mejor que un buen frasco de liquido mágico azul puede acabar con el incendio desproporcionado que Otro lutin inicio…

- ¡Kita, kita! ¡Ke eze fuego no ze apaga zolo! ¡Kita, kita! – Exclama Zalabombero mientras agita el enorme frasco con el agua mágica que apagara el incendio de la cocina y revitalizará a todos los lutines por las arduas tareas que han hecho hasta ahora.

Después de todo es lo menos que ese frasco puede hacer por el Zalallero y sus compinches, menos por supuesto por el pirómano que anda pro allí suelto…  

- Nooooo, nooooo. -  protesto al ver que la corona es demasiado grande para mi. - Odio a los humanos, malditos que no son capaces de tener una tiara para mi. - refunfuño en el suelo pataleando por la bronca mientras Bill ignora mi discurso y se dedica a detener al Zaladraconil que lleva entre sus manos una poción. 

Ya dejando de lado mi futuro reinado, busco algún anillo que pueda servirme de corona para sentir el poder de la monarquía sobre mi. - ¡Detengan a ese rufián! No le permitiremos que se vaya de aquí con eso, soy experta en pociones y puedo averiguar de que se trata sólo si logran quitárselo. -  sugiero al subir a una mesa para hablarles desde allí. 

- Ni se te ocurra zalapirómano intentar apagar ese fuego nuevamente, he perdido parte de mi encanto por tu culpa. - acuso a Zala inundada por la rabia y el horror de recordar que mi cabello se ha chamuscado. 

El comentario de Bonnie sobre su talento para elaborar pociones le dio una idea. Mientras la chamuscada lutina estudiaba el contenido del frasco para ver a que se enfrentaban, él tambien utilizaría su talento para encender hogeras de una manera un tanto... distinta.

-Se me ha ocurrido un plan que podría funcionar- dijo creando entre sus manos una diminuta llamita -Ésta sala apesta a magia a kilómetros, y seguro que hay artefactos de todo tipo y con toda clase de efectos. Si me doy una vuelta por la sala acercando mi fuego a los objetos, puedo ver si alguno tiene un hechizo que la debilite, y, probablemente tambien pueda debilitar el fuego de la cocina- dijo tremendamente satisfecho de su astucia.

No había estado tanto tiempo sin consumir su preciado alcohol desde que tenía ocho años, y la sobriedad que tanta rabia le daba, por una vez le aportaba algo positivo. Una buena idea.

-Tú no te muevas de aquí hasta que no estemos preparados- dijo amenazante a ZalaCuloInquieto -Es más. Si eres un lutín de fuego, haz lo mismo que yo- le aconsejó. Sería más facil si todos colaboraban en encontrar una sulución.

Y sin más se puso a pasear por la abarrotada habitación acercando su pequeño fuego a todo lo que parecía mágico.