Partida Rol por web

Miro a Melkor esperando alguna señal

- Un helicóptero militar!! ¡¡Y de nuestra parte!!

Mi instinto me dice que debo desconfiar, pero el ruido de las gomas rasgando el suelo hace que dichas reticencias disminuyan increíblemente

- Melkor, ¿subimos? ¿te fías?

- ¿Quiénes se suponen que son estos, tía, y dónde nos llevarán? digo mirando a la nipona la cual sigue sin gustarme un pelo..

- Sam, pilla TODO lo que quede en la furgoneta. TODO.

Sam m ira a Kevin por encima del hombro, con las puertas de la furgo abiertas de par en par.

Oh!, claro carguemos al herido como si fuese una puta mula. Total, sólo tiene una bala en las tripas. Como es negro pues que se lo cargue todo a los "buanas" blancos.

Refunfuñando por lo bajo, comienza a recoger equipo.

Kevin, maldito friki, ven a ayudarme o me olvidaré de tus cosas seguro.

Los segundos pasan en la escena. La oriental y Gill están a pie del helicóptero, a solo un paso de ascender, medio agachados. El sonido de las aspas hace que la conversación entre el resto del grupo se desarrolle prácticamente a gritos. El viento alrededor del EH-101 levanta el fino polvo de la gravilla sobre la que está posado. El derrapaje de gomas continúa en lo que parecen frenazos claros en las inmediaciones del Banco de Cuerpos. Quien quiera que sea está a unos segundos de llegar a la fachada del edificio.

Vamos chicos, hay que largarse. Tenemos que confiar en alguien. Sólos no saldremos vivos de ésta. A esta mujer la conozco, y Adam también, y confió en ella. Hay que largarse. VAMONOS! Gill grita sobre el ruido existente para que le escuche el resto del grupo.

Samuel está en la parte trasera de la furgo, que estaba estacionada en la fachada del Banco de Cuerpos. Está a unos 40 metros del helicóptero, en diagonal. Es el primero en ver aparecer por la misma calle en la que está la Ford, a unos 200 metros tres furgonetas negras como la que está ya estacionada delante de vuestro vehículo y que traía a los soldados enemigos.

Mierda, hay que salir de aquí cagando leches, piensa Samuel.

Vamos, vamos, vamos! Apenas hay unos segundos! Ya habrá tiempo para explicaciones!!!

La oriental y Gill suben al helicóptero flanqueando la puerta corredera trasera del vehículo.

Corro todo lo que dan mis piernas para ir a ayudar al "Negro" con las cosas de la furgoneta y a él mismo a llegar al helicóptero

- Perdona Tío, tienes razón Y lo más rápidamente que podemos subimos al helicóptero con el equipo

- Melkor, vámonos. Ahora ya sólo queda ir tan rápido como podamos Grito para que me oiga bajo el ensordecedor ruido de las aspas del helicóptero

Samuel no necesita pensar en el comando de activación para que el potenciador de reflejos se active. Cargado con todo lo que puede corre tratando de ignorar las dolorosas punzadas del estómago hacia el pájaro de hierro.

Habiendo cojido todo lo de la furgoneta, incluido el maletín, sin perder ni un segundo nos montamos en el helicóptero. En cuanto estamos a una distancia segura ya de la furgoneta saco un detonador a distancia.
Tranquilo Sam, siempre tomo precauciones. Apreto el mando que detona la carga de C-6 que instale bajo la furgoneta.
BUM!

Este detona tu Chevy, nunca se sabe. Tranquilo, si es necesario te comprare uno nuevito. le digo enseñando otro detonador a distancia y guiñándole un ojo con una sonrisa en los labios.

si puede detonar el coche cuando las furgos están cerca de él... mejor que mejor. Los dos kilos de C-6 más la mina y la granada que habian en el doble fondo crearan una explosion la mar de bonita.

sin entrar en comentarios sigo a Gill y a la japonesa al helicoptero....

El helicóptero se levanta del suelo en mitad del infierno de fuego y explosiones causado por la desintegración literal de la Ford de Tecnopelo. Un hongo de fuego explota bajo vuestros pies. Las furgonetas negras se ven sorprendidas por la voladura, derrapando y chocando entre ellas. Observais como salen apresuradamente de los vehículos en tierra unos diez o doce individuos vestidos de negro. El EH-101 maniobra hábilmente sobre el techo del Banco de Cuerpos. Dejais atrás el infierno en el que os habeis visto metidos. El balance es positivo, no habeis salido muy heridos y habeis solventado la situación... Ahora estais a bordo de un helicóptero, pilotado por un desconocido y en compañía de una sorpresiva aliada de origen oriental que ha aparecido de la nada para sacaros de ahí. La puerta lateral del helicóptero sigue abierta. Estais sentados dentro y el ambiente empieza a relajarse poco a poco. Observais como Gill se arrepollina y se tira mano a su costado izquierdo. Samuel también se pone cómodo y se chequea sus heridas. He salido vivo de ésta, cuestión de suerte por una vez. Quién me diría que el hormigón me salvaría la vida..., debe estar pensando. El silencio de la conversación es sólo roto por el ruido del rotor del helicóptero, bastante más silencioso de lo que pudiérais haber pensado...

Saludos señores. Mi nombre es Milled. Y tenemos objetivos comunes. Habrá tiempo para responder a todas vuestras preguntas. Ahora descansad un rato.

La voz de Milled es suave, aunque el tono es frío y marcial, sin emociones. Su mirada rasgada es altiva y dura. Su lenguage corporal es, no obstante, amigable.

Suspiro aliviado cuando el helicóptero se eleva en el aire dejando atrás a aquél montón de hombres de negro que, a buen seguro, no querían felicitarnos las navidades..

Mirando a Samuel,,

- Déjame que te eche un vistazo a eso. Cuando lleguemos a nuestro destino, me encargaré de ti.. y de Gill- digo echándole una mirada de soslayo a éste

- Por cierto, Madame, ¿a dónde nos dirigimos? si no es mucho saber.. podría aprovechar el viaje para contarnos algo.. no sé, su nombre, qué hacía por allí casualmente, no sé, esos detalles..

- Creo que nos debería de decir algo, ¿no crees Melkor?

no somos demasiado malos, y tenemos bastante suerte señores, y eso, es importante. Ademas ibamos a ponernos a buscar a esta dama por todos lados y antes de empezar se presenta ante nosotros, lo que digo parece que la suerte esta de nuestro lado señores.

Samuel se quita el chaleco antibalas "prestado" y se abre el mono, dejando ver la amalgama de compresas ensangrentadas.

Bueno Bruce, creo que algunos han tenido más suerte que otros.

Dice señalándose la herida. Luego abre la bolsa de deporte para sacar un bote de analgésicos. Su cara se contorsiona en una mueca de miedo, mala leche o algo peor.

¡Mierda!, nos hemos dejado el puto contenedor de hielo seco en la furgo. ¡Joder!, con la que hemos liado para conseguirlo, mierda, mierda.

Samuel deja unos segundos para que el resto asimile lo que acaba de decir, pero de repente una gran sonrisa aflora en su cara y hurgando en la bolsa saca el maldito contenedor que le pasa a Kevin con cuidado.

La madre que os parió, aparece una tía buena y os olvidáis de lo que hemos venido a hacer aquí. Menos mal que el bueno de Sam esta en todo, que sino...

Mientras le inspecciono la herida y consigo cerrar la boca de la impresión que me había causado "su broma" le digo

- Negro, eres muy valiente al bromear con eso cuando un médico tiene sus manos encima de una herida como la tuya... - le digo sonriendo ante su ocurrencia..

Cuando termino con la herida de Sam, me vuelvo hacia Gill

- ¿Qué tal todo? ahora que te ha bajado la adrenalina debes de encontrarte hecho polvo, no?

Frunzo el ceño y tuerzo un poco la cabeza antes las palabras de Samuel. Bueno, que más da... hemos salido vivos y mejor parado que ellos. 1 a 0 para nosotros.
Bueno Kevin tiene razón, empieza por explicarnos algo... tu nombre o algo digo a la misteriosa mujer.

El helicóptero sobrevuela U-27 por encima de la tormenta eléctrica que sufre la urbe. Observais los relámpagos esta vez por encima de las nubes, contemplando el tétrico y sobrecogedor fenómeno natural. Vais a una gran velocidad en dirección noreste, podeis intuir. El vehículo vuela con las luces de posición apagadas, siéndo la única iluminación que hay en el compartimento las de emergencia y el resplandor verde que sale de los mandos de la cabina del piloto. No obstante, cuando os habituais a la poca luz, podeis ver con cierta claridad. El sonido del motor se convierte en un leve zumbido. Es impresioanante lo silenciosos que pueden ser estos bichos hoy en día...

Mi nombre en clave es Milled, abreviatura de Millenium Edition. Nací con el milenio, y de ahí el apodo. Sólo estoy autorizada a deciros que pertenezco a una Organización con los mismos intereses que vosotros. O´neill también forma parte de esa Entidad. Nos dirigimos a la megaurbe U-18m, al noreste del país, donde tenemos el Centro de Operaciones. Allí se os atenderán las heridas, se os dará alojamiento y se os expondrá la situación actual y el estado real en el que os encontrais. Son tres horas de vuelo hasta destino, así que tranquilizaos y relajaos. Aquí todos estamos del mismo lado.

Milled os habla alto y claro. Con efectividad y sin emoción, aunque parece satisfecha. En el fondo, he cumplido la misión.