Partida Rol por web

Que no haya pasado el 10 en 6 tiradas de 1d20, me preocupa :/

Los héroes cruzaron de nuevo los portales sin problemas, esta vez consiguieron dar esquinazo a la bruja fácilmente cada vez que la veian, aunque llegar a los cofres resultaba difícil, especialmente los mas alejados.

Valdärikel consiguió llegar a uno de los cofres, el cual abrió, su rostro se ilumino con la luz que provenía del cofre.

Metió la mano en el cofre y extrajo lo que parecía una lanza plateada que brillaba con luz propia, mas lo que llamaba la atención es que su superficie parecía mantenerse en movimiento, como si estuviera hecha de una niebla densa. Al extraerla del cofre era liviana, como sostener una nube entre las manos, y al rozar las paredes, se percato de que no causaba daño alguno.

Al regresar a la salida el mayordomo asintió ante el descubrimiento. –Maravilloso objeto, es una “lanza incorpórea”, os habría sido de gran utilidad contra las armaduras animadas del museo y lo será contra cualquier criatura espectral que se burle de las armas del plano material –Se froto las manos con una risilla mirando el objeto.

Entre tanto, el héroe de mallas rojas y negras tenia mas suerte encontrando cofres. Pues encontró tres de ellos.

El primero contenía una misteriosa pócima de color azulada, cuya redoma estaba elegantemente decorada con motivos elficos.

El segundo cofre contenía una enorme y pesada armadura de placas completa de gran calidad. Seguramente resultaría difícil moverse con semejante cantidad de acero encima, y seguramente seria imposible utilizar magia dentro de esa cosa, pero por la protección que podría ofrecer bien merecía la pena.

El tercer y último cofre que encontró contenía una mochila con un montón de cachivaches que parecía haber dejado ahí un aventurero. Desde una cuerda con garfio, cadenas, cerrojos, ganzuas, una balanza, abrojos, una pala. Lo había visto en la villa, era un Kit de aventurero para las situaciones mas peliagudas.

Al regresar a la salida junto a su compañera, el mayordomo identificó la pócima rápidamente.

-¡Oh si!, es una pócima contra maldiciones. Puedes tomártela para sanar el daño que te cause una maldición… Lo demás que has traído, la armadura es una armadura normal… supongo que sería una armadura de Dorinal que se había olvidado en la biblioteca y la mochila no es siquiera algo que solemos usar, se lo habrá olvidado algún otro visitante. –Con una nueva risilla y un tic en el cuello que se vuelve de forma casi antinatural a las escaleras de la salida, el mayordomo espera a los aventureros. –Sigamos sigamos, solo queda una sala mas y abramos llegado a la fiesta. Siiiiii.

Siguiendo al haz de luz al abrir el cofre, la guardiana contempló la lanza entre sus manos. Era liviana y poderosa, pero poco o nada interesaba a la muchacha las armas. Sin prestarle más atención de la necesaria, se la tendió a Deadpool, a quien sabía más ducho en el combate.

-Tomadla, valeroso Deadpool. Que su luz os abra paso entre el mundo de los vivos, y el de los espíritus. Ahora que portais esa armadura y que oculta vuestro traje de látex/goma y junto esta majestuosa arma, pareceis un héroe de leyenda.

-¿Ya estan listos?¿si? Entonces continuemos... siguiente parada, el laboratorio. -Dijo el mayordomo.

Los héroes continuaron su ascenso a la torre, entrando en una nueva sala, esta algo mas pequeña. La habitación estaba descuidada, destrozada, llena de huesos y fluidos viscosos y burbujeantes en el suelo. En el aire el fétido aroma a huevos podridos y algo más agrio y desagradable, tanto que daba arcadas a los valerosos aventureros. La habitación en cuestión parecía un laboratorio, lleno de redomas y viales que contenían fluidos de dudosa pureza. Colgando del techo también campanas de cristal tan grandes como para almacenar a un humano, y de hecho muchas de estas estaban llenas de cuerpos retorcidos y despellejados, algunos hasta los huesos, ahogados en líquidos verdosos.

Ianog se escondió tras los aventureros, tembloroso. –Bi… bienvenidos al laboratorio alquímico… permitirme el honor de presentaros a Galasar Gales… nuestro gran maestro alquimista y cocinero oficial de la Torre –Y entre dientes susurra –Espero que hoy no tenga una indigestión.

Para horror y repugnancia de los presentes, los héroes vieron a una masa de grasa que en algún momento fue el cuerpo de un hombre. Sus piernas completamente tapadas por una antinatural y mórbida tripa le daban la apariencia de una montaña. La piel de la extraña criatura era pálida y muerta, parecía cosida en parches, como si tuviera mil heridas por las que suturaran bulbosas y sanguinolentas entrañas. Aunque más aterrador era ver como la criatura estaba tragándose entero el cuerpo de una mujer totalmente despellejada, tal y como las que se veían colgando del techo en las campanas de cristal.

Tras devorarla, la grotesca masa se giró hacia los héroes, mirándolos con las cuencas vacías y abriendo su extraña boca pronunciando con voz gutural y entrecortada-Caaaaarne frescaaaaa- Ante el inminente combate para el combate, los aventureros se prepararon a enfrentar a la criatura, mas esta, al intentar avanzar, rompió los parches que sujetaban sus entrañas y estas se desbordaron creando una explosión de sangre e icores que se lanzó como una ola contra los aventureros, corroyendo y quemando todo cuanto tocaba con sus ácidos fluidos.

Ante el estupor de la sala, la visión del alquimista puso en alerta una vez más a la sacerdotisa. Preparados para el combate, comenzó a conjurar los poderes de su cáliz, cuando una ráfaga de ácido sacudió a los héroes, sin tiempo para la muchacha a esquivar nada.

Se interrumpió su invocación, y sintió el ácido descomponer las túnicas que le abrigaban, llegando peligrosamente hasta su cuerpo...

-¡Oh! ¡Gracias, chica pálida y de sexualidad dudosa! -esbozó sin tapujos el aventurero de rojo cuando recibió la lanza fantasmagórica que había obtenido Vadakiel de uno de los cofres.

A continuación, se abalanzó sobre su nueva armadura. Sustrajo un pote de pintura roja de algún recóndito e insospechado sitio y se puso a pintarla a juego. Al finalizar, y mientras se la colocaba con maña, continuó:

-¡Quédate con ese frasco y este libro, que de poco me sirve!

Siguieron hasta el próximo piso, guiados por Ianog. La sala del alquimista le infundía terror al mayordomo, quién no paraba de escudarse detrás de los héroes.

Súbitamente, el asqueroso cocinero se abrió al medio, dejando escapar sus jugos internos, ácidos y corrosivos, que avanzaron bañándolo todo en descomposición.

La nueva coraza resultó más en una desventaja más que en una ayuda. El peso del metal parecía a Deadpool evitar el destructivo líquido.

-¡Ay! ¡Pero qué asquete! ¡Justo que había salido recién de la peluquería! Pero... esperen un momento, tal vez algún conveniente objeto que se encuentre en esta convenientemente equipada mochila pueda permitirme, de forma conveniente, salvar esta situación...

Deadpool rebuscó rápidamente dentro del saco.

-¡Euskera! ¡Rebeca! ¡Erecta! ¡Eureka! ¡Maldición, es como tener un autocorrector en la boca! -soltó, confundido, mientras sostenía en el aire una soga con un garfio. Con un movimiento brusco enganchó la herramienta a una de las campanas cristalinas y tiró de ella para que cayera frente a él, evitando que el ácido continuara su marcha.

Los jugos altamente corrosivos se lanzaron contra los héroes. Deadpool estuvo a punto de quedarse sin su armadura nueva, pero por puro reflejo fue capaz de utilizar la cuerda con garfio del kit de aventurero y engancharse de una de las campanas de cristal del techo, no pudo bajarla pero antes de que el asqueroso fluido lo tocara pudo escalarla y evitar la ola. Ianog y  Valdärkiel no corrieron la misma suerte, la hechicera intento escapar de la ola, pero esta la envolvió con voracidad, lanzándola contra la pared, calcinándola y provocándole graves quemaduras. El pobre ianog que se escondía detrás de Deadpool se vio de cara con la ola acida que lo arrastro escaleras abajo chillando -¿Por qué siempre me pasa estooooo? –Su voz se disipo en un gorgojeo mientras los icores se filtraban por las grietas y cañerías del laboratorio, calmándose la temible marea.

Parecía que había terminado, pero no era así, de pronto las entrañas se volvieron a juntar en una masa, alzándose de nuevo ante los héroes con una apariencia informe y gelatinosa, mostrando una gran boca que amenazaba con devorarlos. El alquimista ya no era un hombre si no una criatura limosa gigante que solo deseaba un bocado de carne de aventurero.

Deadpool logró evitar la marea corrosiva, pero Valdarikel no. La dama blanca fue rodeada por el letal líquido que engulló sus ropas y quemó su carne. Su compañero, desde una de las campanas de cristal, tomo su cinturón curativo y estrelló contra el suelo la última gema. El polvo rojo que resultó flotó, cruzando el aire fétido de la recámara, hasta Valdarikel. Sus quemaduras sanaron y sus ojos se abrieron nuevamente.

Deadpool saltó, dando vueltas en el aire, y cayó frente a la enorme criatura que se encontraba ante ellos. Con sus dos katanas empuñadas, cargó.

-¡Arriba! ¡Arriba! ¡Yapa! ¡Yipi! ¡Yapa! -esgrimió estas palabras como gritos de guerra, convencido que los cánticos de un ratón mexicano infundirían temor en la criatura.

Un grito de dolor escapó de la sacerdotisa cuando ésta golpeó la pared y cayó al suelo, entre quemaduras que consumían sus vestiduras y su piel por igual. El ardor era tan intenso, que por un momento la muchacha pareció perder el sentido tras gritos de agonía.

Gracias al buen hacer de su compañero, los vahos rojizos de la gema del cinturón flotaron por el aire, hasta ser inspirados por la guardiana, que abrió unos centelleantes ojos aparentemente recuperada.

Se levantó del suelo, ahora desnuda, cubierta tan solo por su cabello despeinado, y caminó hacia la figura del deformado alquimista. Con un gesto recuperó el cáliz, que voló hasta sus mamnos, y recitando las plegarias a su diosa, comenzaron a tomar forma unas brisas blanquecinas y etéreas, arremolinándose con más fuerza e intensidad en torno a su figura como un huracán de poder.

Cuando terminó su conjuración, desató toda la energía y fuerza contenida en la invocación hacia el alquimista, quien resultó blanco de toda la furia y poder de Valdärikel, Guardiana de la Arboleda.

Deadpool saltó haciendo una pirueta y atravesando a la apestosa criatura limpiamente con las katanas, sin embargo la criatura no pareció inmutarse y con un tentáculo gelatinoso golpeo al héroe lanzándolo contra una mesa llena de redomas y viales que se rompieron por el impacto. El héroe sin embargo, con su pesada armadura no sufrió daños, aunque  la armadura quedo dañada por el golpe. Las espadas de Deadpool no corrieron mejor suerte, estaban empapadas de ese icor acido que era la criatura y empezaron a humear hasta que los filos se derritieron. Su cinturón perdió su brillo al usar la última carga mágica, rompiéndose y cayendo al suelo inútil pero habiendo cumplido su propósito.

El monstruo se volvió a la hechicera que se recuperaba por el poder del cinturón de Deadpool y conjuro su magia divina sobre el antiguo alquimista, destruyendo lo poco que quedaba de su forma física y desperdigando sus gelatinosas entrañas por la sala.

Ianog por su parte regresó arrastras de la escalera. La mitad inferior de su cuerpo había desaparecido y se arrastraba mientras su cuerpo parecía regenerarse –Siempre igual, siempre igual… no comas a partir de media noche, se lo decíamos siempre, pero siempre era fan de picar entre horas… así tenia esa condenada diarrea que apestaba siempre. - Las piernas del mayordomo empezaron a crecer, por suerte parecía que su ropa también se regeneraba, lo que os ahorro ver las partes pudendas del poco agraciado mayordomo de la torre.

Recuperáis el aliento y miráis alrededor. El combate ha dejado la sala hecha un asco, pero distinguís 2 cofres normales y corrientes en un rincón, listos para ser saqueados.

-¡Oh! ¡Mis hermosas espadas! -se lamentó Deadpool sollozando en el mismo rincón donde fue arrojado, pero inmediatamente se puso de pie de un salto, al vislumbrar el despampanante cuerpo desnudo de Valdarikel. Se aproximó con paso seductor, un golpe seco se escuchó en la ingle de la armadura- Sepan disculparme. Ha sido la sangre llegando a mi pene. -soltó sin más, clavando sus ojos, o al menos los orificios del yelmo, en dirección a los senos de la dama- Dicen que los icores corrosivos son un buen lubricante...

Ianog apareció, con su cuerpo regenerándose.

-¡Ja! Con razón sobreviviste tanto... ¡Me andas copiando los poderes! Veamos que nos hemos ganado en este nivel, ¿quieres, Igor?

-De las pocas cosas buenas que tiene ser mayordomo de esta torre… claro que es un recurso imprescindible cuando cualquier cosa te puede explotar, desintegrar, evaporar o convertirte en una maceta –Contestó el mayordomo con una risilla psicópata y demente mientras habríais los cofres.

En el primer cofre encontrais una espada elfica de un solo filo muy afilada, que corta el aire con un elegante silbido denotando su gran calidad. Porta runas y detalles ornamentales y por lo que os cuenta Ianog, parece mejorar las habilidades como espadachín del que la empuña

En el otro cofre encontráis lo que parece una especie de cepo para osos o bestias de gran tamaño. Es un “arma” imponente, pero solo útil contra animales y bestias carentes de inteligencia.

El mayordomo os conduce a la siguiente sala cuando estáis listos.

-Ya casi estamos, ¿podéis oírlo? La fiesta esta en el piso de arriba.

Finalmente, las escaleras de la torre terminaron, llegando a la sala más alta de la torre. Ante los heroes una puerta cerrada frente la cual se colocó Ianog volviendose a los invitados. De las rendijas de la puerta, los aventureros vieron salir haces de luz purpurea, tal y como vieron antes de entrar en la torre, así como una pegadiza melodía.

-Enhorabuena, ya hemos llegado a al sanctasanctórum del Amo, donde tiene lugar la fiesta. Que se diviertan los dos –Entre risas el jorobado mayordomo abrió las puertas, dejando a los visitantes contemplar la Gran Fiesta.

Los aventureros se adentraron, sorprendidos a la par que extrañados ante la increíble fiesta, después de los horrores pasados en los pisos inferiores. La habitación era gigantesca y estaba llena de gente bailando en pistas de baile que se iluminaban mágicamente, comiendo manjares en platos que se llenaban por si solos, bebiendo vinos e hidromiel en jarras sin fondo. Otros jugaban diversos juegos, o se relajaban en cómodos sillones y burbujeantes jacuzzis. ¡Incluso habia un cocinero haciendo chimichangas que era una chimichanga de tamaño humano!. Más asombroso aun era que la gente era extremadamente variada, aventureros, gentes del pueblo e incluso criaturas monstruosas, incluso un dragón que soplaba un matasuegras mientras la enorme cúpula de la habitación reflejaba luces como si fueran fuegos artificiales.

Entre apretujones, los aventureros consiguieron acercarse al centro de la sala donde se alzaba una plataforma llena de luces con un atril que soportaba un pesado libro. El libro emitía esa extraña luz violácea que ascendía hasta una esfera de cristales de discoteca que reflejaba las luces sobre toda la sala. Y junto aquel libro, un hombre de apariencia joven, portando una túnica de mago, sujetando una copa de licor. Un par de humanas ligeras de roja y grandes atributos le hacían carantoñas mientras el mago reina y brindaba hacia los asistentes, hasta percatarse de los aventureros.

El mago alzo la voz por encima de la música, alzando su copa-¡Eh! ¡Mirad mas invitados! Bienvenidos a la fiesta de nombramiento del nuevo amo de la torre. ¡Yo! ¡El magnífico Lazarus Lizardbane! –La multitud coreo de júbilo ante la mención de su nombre –¡Gracias a todos! Por favor, dejad las armas en el guardarropa de la entrada y disfrutad por toda la eternidad de mi fiesta. Tomad un bocado de cerdo asado, probad mi hidromiel cortesia de los maestros enanos de Karak Gromdal y no os perdáis mis jacuzzis de mana aderezados con las sales de baño más exóticas de Kara-Thur. Disfrutad de esta noche sin fin. ¡Todo corre a cuenta del gran Lazarus Lizardbane, el mejor archimago de todos los tiempos!

Los héroes se percataron entonces de su deseo de permanecer en aquel lugar, festejando para siempre, como si fueran convencidos lentamente por una fuerza externa. Tendrían buena razón al sospechar pues al mirar fijamente a los demás integrantes de la fiesta se percataron de que sus rostros aun con grandes sonrisas, mostraban miradas aterradas, algunos tenían los ojos en blanco como si hubiesen muertos.

-¡Vamos!¡Unios a la fiesta! –Dijo el archimago con una sonrisa, canalizando una estela de energía mágica con su mano y lanzándola contra los aventureros, que vieron como algunos de los integrantes de la fiesta se volvían a ellos con los ojos totalmente en blanco.

La presencia de ambos héroes desentonaba entre la fiesta- tan irreal como surealista- como lo que eran en realidad. Dos malheridos héroes, con las ropas gastadas o hecha jirones, en el caso de Valdärike, cansados, golpeados, y con semblante apagado.

Pronto se dieron cuenta del árdid del mago, quien seguramente ni siquiera aquella fuera su presencia verdadera. Los invitados muertos se volvieron contra ellos. La hora había llegado, todo por lo que habían luchado y pasado hasta llegar a aquél punto.

De aquella ilusión solo uno de los dos bandos saldría vencedor. Si la Guardiana tuviera que caer, lo haría luchando hasta el final, en compañía de su inesperado, pero leal compañero.

Valdärikel, malherida ya, cansada y agotada, tomó su cáliz y alzó su voz, determinada y potente, en plegaria a Caratra, sabiendo que ésta pudiera ser su última vez que presentara combate a la Sombra. Su voz fue in crecendo, comenzando a acumular todo el poder brindado de su diosa en el cáliz; y como una supernova, llenó todo el lugar de la fiesta ilusoria de una luz cegadora. 

Escucha mi palabra, mi Señora del cielo, mi señora del canto

En esta orilla del río, escucha mi llamada en auxilio y llanto

Concédeme el poder, que destierre la sombra y su manto

Brilla por siempre, Luz de Caratra, así yo comando

Cuando el cénit de poder tuvo lugar, abrió sus ojos en dirección al Archimago, desatando todo el poder del caliz hacia él en un potente rayo celestial.

Frente a los cofres que pudieron saquear en el laboratorio del gordo alquimista Deadpool tomó la espada élfica, contemplándola con ojos fulgurantes. 

-¿Katanas? -dijo- ¡Bah! ¡Esas sí que eran baratijas!

A continuación, ascendieron hasta la última cámara de la torre arcana. Una fiesta magnífica se estaba llevando a cabo, pero más temprano que tarde su perturbador secreto salió a la luz: ¡todos eran esclavos del poder del archimago!

Deadpool había quedado boquiabierto, en un mundo de fascinación ante la chimichanga gigante que cocinaba chimichangas, pero con resignación abandonó su amor cuando el amo de la torre les atacó.

-¡Volveré por tí, mi amor! -le gritó a la chimichanga.

Desenvainó la espada élfica y cargó contra el Archimago de la Demencia.

La luz de Valdarkiel inundó la sala, los “invitados” hicieron un gesto de asombro y luego aplaudieron. Para sorpresa de la hechicera, el archimago había anulado el conjuro con un chasqueo de los dedos, disipando el rayo antes de que lo alcanzara, comprendiendo demasiado tarde que el archimago era capaz de defenderse contra la magia con habilidad.

-¡Me encantan esas luces preciosa, Brindemos! –Junto con el archimago los invitados alzaron sus copas y brindaron entre ellos. Para desgracia de Valdarkiel un ogro estaba a su lado y brindó con una enorme jarra contra el cáliz de Valdarkiel, golpeándola duramente en el proceso y lanzándola contra un jacuzzi.

Por su parte, Deadpool cargó con su espada élfica, abriéndose paso entre los invitados hasta la plataforma en la que estaba el hechicero, el cual le dirigió una mirada y sonrió, guiñándole un ojo al héroe en mallas. En mallas y no armadura, porque de un gesto había hecho desaparecer la armadura.

-Esa armadura parecía demasiado pesada ¿no te parece? La he mandado al guardarropa para que puedas bailar mejor.

Las palabras del archimago eran como un veneno, poco a poco los héroes notaban que querían quedarse para siempre en aquella fatídica fiesta sin fin. Tendrian que derrotarlo para terminar con el embrujo, pero el archimago no era una presa fácil.

El fatal golpe del archimago proyectó a la malherida Valdärikel contra el jacuzzi, golpeando su cabeza fuertemente contra la piedra y perdiéndo el sentido mientras se sumergía en las burbujeantes aguas.

Tal fue el final de la Guardiana, perdida y ahogada en las aguas festivas. Al rato, sería el propio poder del Archimago, quien tomara manejo de su cuerpo, uniéndose a la eterna y terrible fiesta mortal.

-¡Santas chimichangas! -dijo Deadpool, al verse sin armadura- ¡He quedado en paños menores! -se lamentó mientras se cubría sus partes con ambas manos.

-¡Por la de blanco! -vociferó mientras atacaba, elevando su espada y su voz como una última defensa al recuerdo de Valdarikel.