Partida Rol por web

La criatura continúa golpeando violentamente destrozando el cuerpo de Theodor contra la puerta. Sin embargo y por fortuna para el sorprendido vástago éste consigue zafarse de una de sus presas y alcanza el tirador de la puerta que abre dejando caer su cuerpo a la acera frente al local. Si aún circulase la sangre por el cuerpo del vástago ésta habría manchado el suelo, pero no era así, y apenas podía moverse sin sentir dolor debido a los huesos rotos que se habían clavado en sus órganos ya marchitos y secos.

Apenas consigue moverse un metro cuando la silueta humanoide se dibuja dentro del vehículo. A la espalda del ventrue se escuchan los pasos del guarda de seguridad. Sus pasos son rápidos y nerviosos al principio, pero poco a poco se van volviendo más y más lentos, temeroso de lo que sus ojos le enseñan dentro del coche.

- ¿Señor? Se... Señor, ¿qué es eso? -pronuncia con voz débil.

El humanoide es de gran tamaño mostrando unos colmillos bastante prominentes. Alarga su mano para intentar alcanzar a Theodor, mostrando un tatuaje con un dragón rojo en el antebrazo. Pero sorprendentemente no avanza y decide recular internándose dentro del vehículo, entre las sombras.

El coche se mueve cada vez más. Parece que todo procede de su interior, como si hubiese una pelea en él. Se llega a escuchar el crujir de unos cristales así como varios golpes secos contra puertas y techo del vehículo. El hombre que vigilaba la entrada del local abandona pronto su posición para dirigirse hacia el coche. De pronto sus pasos se vuelven más lentos y nerviosos. Al otro lado de donde os encontráis, una puerta del coche se abre y alguien grita saliendo a la acera. Está el gran vehículo de por medio y es prácticamente imposible ver nada si no es rodeándolo.

-Pero que...- murmura en ruso el Brujah.

Viendo que algo turbio está pasando dentro del coche Sergei acelera el paso hasta un trote ligero dispuesto a rodear el vehículo y descubrir que pasa al otro lado.

Intenta ponerse en pie lentamente sin quitar ojo del coche, intentando buscar la mirada de aquel que le había atacado.

- ¡Helmut!¡Que alguien traiga la espada que esta colgada en mi despacho, gasolina y un mechero...

Helmut todavía paralizado no comprende bien, o quizá demasiado bien, la idea que su jefe tiene en la cabeza.

- ¡Ahora! - Grita Theodor, cosa que hace volver en sí al guardia que sale disparado en dirección al local impartiendo ordenes.

Mira alrededor, de reojo, intentando ver cuanta gente se ha aproximado ante tal barullo. Esta claro que esto no gustará y quizá tendria que avisar a alguien para que este desafortunado incidente no llegara a oidos de ninguna persona mas. ¿O tendria que ocuparse él mismo?

Galatea le sigue sin dudarlo un momento, viendo cómo están las cosas, ha decidido que junto a Sergei tiene más posibilidades de sobrevivir, y piensa aprovecharlas.

La calle está prácticamente desolada y tan solo se ve a gente en los extremos de ésta. No pasa ningún coche desde hace varios minutos, aunque no sería extraño que pronto apareciese alguno. Tras el elegante y caro coche estacionado frente al local de Jazz está un hombre muy bien vestido caído contra la acera. Arrastra su cuerpo hacia atrás empujándose con las manos. Tiene numerosos cortes y contusiones en la cara, destacando el labio inferior muy hinchado por algún tipo de golpe de gran fuerza. Tras él un hombre de espaldas anchas y bien trajeado se mueve lentamente hacia el coche mientras se va colocando un puño americano. Su cara está confusa y descompuesta por igual presa del terror.

De pronto desde uno de los laterales del coche aparecen dos figuras a la carrera. Un hombre de constitución grande y bien vestido, y una mujer bastante atractiva con un vestido que claramente no es de su talla pues le queda algo holgado.

El coche se mueve un poco como si alguien hubiese dentro y se moviese con violencia. Se pueden escuchar varias palabras en ruso, lo que parecen ser tacos. Quizá la presencia de los dos nuevos recién llegados no estaba previsto. La puerta contraria por la que ha salido el hombre postrado en tierra se abre poco después con gran violencia. Seguramente de una patada o un puñetazo.

Mientras tanto, el elegante hombre golpeado se gira y con unas palabras cargadas de rabia y frustración ordena a su hombre que vaya a por gasolina, algo con lo que encenderlo y un arma. El "gorila" se detiene en seco, deja caer el puño americano al suelo y gira sobre sus talones para internarse en el local a a la carrera.

Tratando de encontrar a Kenhailer en medio de ese follón, Galatea busca algo con lo que defenderse, una barra o lo que sea. Está claro que han llegado justo a tiempo, pero hay que actuar con celeridad.

Sergei se acerca hasta el tipo trajeado que da órdenes desde el suelo y lo ayuda a levantarse, triando de él hacia arriba. Desde ese lugar, con mucho mejor ángulo, mira al interior del coche, intentanto ver que es lo que lo ha hecho moverse de esa manera.

-¿Que demonios ha pasado ahí dentro?

- ¡Buena pregunta! - Dice indignado mientras que se intenta enderezar ayudado por Sergei. 

Está herido pero sin duda el mayor daño lo lleva en su orgullo. No deja de mirar el coche intentando pensar en opciones para evitar que su agresor salga "vivo y coleando" de esta afrenta.

- Y vosotros, ¿Quienes sois? - Pregunta sin, ni siquiera, girarse hacia ellos.

-Tu eres Kenhailer, ¿verdad?- dice el hombre del acento ruso.- Pues hemos venido a advertirte. Y hemos llegado justo a tiempo, por lo que veo.

La mujer llega justo detrás de Sergei y se mantiene en silencio, preparada para lo que sea, visiblemente incómoda dada la situación. Se siente como un pez fuera del agua y no duda en demostrarlo.

La situación es cuanto menos curiosa.

Un hombre elegante que podría ser Kenhailer se encontraba aún postrado en el suelo con las palmas de sus manos apoyadas en la piedra. Sus ropas están sucias y rotas, y cuando habla un pequeño silbido sale de su boca. Seguramente algún hueso halla perforado un pulmón. A su lado se encuentran otras dos personas que han acudido a "socorrerlo", y frente a ellos, la amenaza con la que se encuentran.

La puerta opuesta a donde os encontráis vosotros se abrió y algo se agitaba aún en el interior del coche cuando los recién llegados se situaron frente al herido. De pronto y mientras los tres entablan una más que breve conversación, el coche comienza a levantarse desde el lado opuesto, apoyándose en las ruedas más cercanas a vosotros. Es como si algo o alguien lo estuviese levantando por el otro lado para volcarlo sobre vosotros.

Las poquísimas personas que aún hay por la calle y en puntos alejados del lugar donde todo ocurre os miran asombrados o corren. Pero están demasiado lejos y es muy oscuro como para reconocer a cualquier persona, tanto ellos como vosotros.

-¡Maldita sea! ¡Vamos! ¡Hay que salir de aquí.- Sergei tira del brazo del hombre trajeado hacia el interior del edificio más cercano. Si este no se mueve le deja ahí, prefiere salvar el pellejo. Ser aplastado por un coche no es lo que más le apetece ahora mismo.

-¿Que demonios es eso?

Theodor se pone en pie a la vez que Sergei tira de su brazo. Se siente bastante debil y se deja llevar aunque no esté muy de acuerdo con retirarse del cara a cara.

Mientras q se retira pregunta - ¡¿Advertirme de qué?! - mientras que no quita ojo del coche moviendose. Aprieta sus puños debido a la rabia de haberse dejado sorprender así.

Galatea se lanza ágilmente a un lado, lo suficiente para apartarse de la trayectoria del vehículo y rodar por el suelo. Odio hacer estas cosas....maldita sea.... Bueno genio, ¿cual es el plan? - pregunta mientras busca un lugar seguro donde protegerse.

-La primera parte del plan es evitar ser aplastados por un coche. La segunda parte consiste en saber quien está tan loco como para hacer eso- dice mirando a lo que sea que levanta el vehiculo- en el centro de Berlín.

Al mismo tiempo que los tres os echáis hacia atrás, el coche termina de levantarse y apoyarse sobre su lateral para acto seguido caer contra el suelo provocando un estruendo. Los cristales se rompieron en pedazos y la chapa de metal se aboyó en varios puntos.

Tras el coche no hay ninguna figura a simple vista, y tan solo los humos y vapores que manaban de la parte baja del coche se podían ver encima de éste o al otro lado. Varias ventanas de los edifcios cercanos se abren y pequeñas cabezas os miran curiosos debido al ruido producido. Giráis la cabeza a ambos lados y nuevamente miráis al frente, pero sigue sin haber nada.

Tras vosotros aparece el hombre trajeado que desapareció antes y lleva en una mano un sable y en la otra una lata de gasolina. Está ligeramente descamisado y su mirada parece perdida.

La calle luce anaranjada por las luces de las pocas farolas que iluminan el lugar. La alarma del coche salta en cuanto pasan unos segundos, y un estridente e insoportable pitido comienza a sonar incesante frente a vosotros mientras el vehículo sigue humeando. Os tomáis un segundo para poder situaros en el lugar, en aquella extraña y complicada situación. Y de pronto el coche vuelve a moverse aunque de forma mucho más leve, casi como un pequeño empujón. Entrecerráis los ojos, y una silueta se dibuja sobre el vehículo. El humo recorta la imagen de alguien ligeramente encorvado y de hombros anchos. Parece llevar la cabeza tapada, o bien con el pelo demasiado largo. Lleva los brazos separados del cuerpo con las manos extendidas.

Avanza un paso, pero un nuevo crujir del coche provoca que su imagen cada vez se haga más visible. Viste ropas anchas, aunque lleva los brazos al aire libre. De piel clara, su cara está poblada de barba espesa, o al menos su mentón. La figura mira hacia abajo, hacia sus propios pies, y frustrado por su visible presencia salta hacia detrás del coche donde desaparece de vuestra vista, quizá agachado tras el vehículo.

Todo ocurre muy rápido, y aunque Galatea sería la más adecuada para seguir sus movimientos, el estridente sonido de la alarma del coche le sacude en su mente como un yunque sobre su frágil cuerpo.

Ese ruido... me está volviendo loca... - dice casi gritando, algo muy extraño en ella, mientras se lleva las manos hasta los oidos,tratando inútilmente de evitar escuchar el rítmico e insoportable sonido de la alarma. Aún así, trata de seguir con la vista al extraño, aunque resulta casi imposible hacerlo.