Fernando miraba al cansado Dámaso. El joven diminuto se había ganado esa noche el trabajo (quizá no tanto por el éxito que tuvo en todo lo que hizo, pero sí por el empeño puesto).
Bueno, no quería importunaros -le dijo a Uloxio, tras el evidente y lógico resquemor de aquella encerrona que habían hecho a los dos misteriosos tipos-. Mientras hablaba, veíais que las jarras seguían saliendo de la cocina, ya para los poco coherentes invitados, que mezclaban risas con aprobaciones y chismes con errores de vocalización. El vial de vino que Manuel había entregado un rato antes a Xilda... empezaba a hacer efecto: muchos de los tipos de Juan Luis y Unai estaban dados las vuelta sobre las sillas con la cabeza hacia atrás y bocas abiertas. Alguno estaba tirado por el suelo, como cuando cae muerto en batalla, y otros se daban tumbos bastante pronunciados. Se notaba que una borrachera no era tan fuerte, y menos con un vino bueno (era el vino del Señor arzobispo de Carrillo, su buen jefe). Deducísteis la potencialidad de éste, aunque, ¡lástima!, que no había mucha cantidad para emborracharlos y envenenarlos en profundo sueño a todos... Claro que, ni Juan Luis ni Unai (ni tan siquiera Sancho, el noble menor agramontés) parecen embebidos en veneno.
Me pregunto si a esos dos que han traído... que habéis traído, los pondrán a excavar en la mina de alumbre -se preguntó Fernando-. No tenía apariencia de simples villanos, la verdad. ¿quienes, eran...? -os preguntó, como en confianza-.
Xilda controla la situación siguiéndole el juego al Alonso, pero asegurándose de que la puerta de la alcoba queda siempre a su espalda para no dejar escapatoria posible. Sonríe, aparentemente complacida al ver como el hombre se desnuda y a su vez, se desata los cordones de su corsé dejando que sus exhuberantes pechos se relajen asomando sus aureolas por el borde de la tela. Acercándose, acaricia su verga con una la mano izquierda mientras que con la derecha echa disimuladamente la mano de a cuchillo. Tuvo que esforzarse por no vomitar debido a la nauseabunda mezcla de olores entre sudor, vino y a saber qué otras inmundicias que aquel botarate emanaba. Pero no sería por mucho tiempo.
Llegado a ese punto, actuó rápido, sacando el cuchillo lo puso justo debajo de la verga mientras que con la otra mano sujetaba el miembro con fuerza. Su gesto cambió completamente, reflejando ira, asco y determinación a partes iguales.
-¡Que non se bos ocurra facer nada, ni menos berrar, cerdo apestoso o dejaréis de ser home para o que vos resta de vida!
Las palabras surgian de la boca de la mujer en un volúmen comedido, pero llenas de fuerza y convicción, intentándole hacer ver al hombre que hablaba en serio. Sin apartar el cuchillo se desató el delantal y quitándole la tira que rodea el cuello, metiósela en la boca al susodicho para evitar que gritase, aunque quisiese. Luego buscó algo conque atarlo. Algún cordón, de las cortinas o cualquier otra cosa bastaría. Ordenóle a él cogerlo. y dejarlo sobre el lecho, a un lado. Y cuando estuvo así dispuesto, le dijo que se tumbase él mismo boca abajo y con las manos hacia atrás. Subióse encima de él y dejando el cuchillo dispuesto de tal forma que pudiese alcanzarlo si se intentase resistir, pero fuera del alcance del hombre, le ató las manos asegurándolas lo mejor que pudo. Hecho esto hizo girones de su mandil y aseguro el tapón de tela que tenía en la boca pasándole una tira sobre la boca y anudándola alrededor de la nuca.
Hecho todo esto, arreglose la ropa y buscó las llaves de la armería, que escondió bajo sus faldas para luego salir para volver a la fiesta.
Esa es mi idea. Si tengo que tirar algo o lo que sea, ya me dices.
Vas a tener que poner la escena para mayores de 18. XD
Fadrique estaba entre aliviado et tenso. Aliviado porque no era el momento de ponerse a folgar; tenso... tensa la verga, como una piel de tamboril, que estaba fecho de barro, pero no de piedra, por Dios.
Dejó ir a la moza et se aposentó de nuevo donde antes había estado, con su copa de vino aguado en la mano y sin mirar a Teresa cuando pasaba por ahí, un poco avergonzado.
No dejó de mirar si la jarra de vino que traía Teresa era usada para otros menesteres. Si ella bebía a placer de la misma, no fuera a ser que...
¿No será que ese vino... ? Fadrique se fija si Teresa bebe, e intenta recordar si antes llegó a hacerlo.
Nota: beber ella, sí que ha bebido. Ha pegado unos tragos antes de besarte un poco en el cuarto (antes de que se largara). En breves te llevo con el resto.
El tipo, Alonso, tenía los ojos abiertos de par en par. No podía creer lo que veía. No estaba borracho como el resto (puesto que sus funciones eran la vigilancia de la armería, no la celebración), et que con la boca "entrapada" del delantal y las manos atadas a la espalda, quedóse desnudo bocabajo, en el maltrecho lecho. Mala cosa era perder las llaves ante una mujer, empero que peor era perder cierto miembro de importancia. Las llaves las tomaste y cerraste la puerta por fuera.
Todo perfecto, no hacen falta tiradas (porque lo has pillado en un momento crítico ;D). En breves te reúno con tus compañeros.
No lo sabémos ¿acaso importa? Unos desdichados que seran cambiados por una buena recompensa para llenar las arcas del arzobispo. Dije levantando la copa para brindar con cierto cinismo en mi voz. Viendo además que los soldados empezaban a caer, pensé que era nuestra oportunidad de actuar. Pero no siendo bueno en combate, esperé a que Laureano o Uloxio hiciesen el primer movimiento y después sumarme a ellos. Miré de reojo por si hubiera algún cuchillo afilado en la mesa que pudiera usar como arma y esperé... quizás aparecerían ahora Fadrique y Xilda con las armas, no lo sabía de modo que esperé alguna señal, algún movimiento, lo que fuese para lanzarme a por Fernando.
Pues sí... desgraciados son ya, sin duda, si han caído en las redes de éstos... -se calló la boca, mirando de reojo a los hombres de Unai y Juan Luis, que ya zozobraban fruto del vino y del veneno (algunos de una cosa y algunos de otra)-. Salud -dijo, bebiendo un poco de su copa-.
Tras un rato, tanto Fadrique como Xilda volvieron al salón donde se celebraba la "cacería" o "batida" de aquella jornada. Encontraron a los hombres de Juan Luis y Unai bebidos y algunos ya envenenados y metidos en pleno sueño (a simple vista ésto no era apreciable). Los líderes mantenian la compostura (no como sus soldados) aunque también comenzaban a decaer un poco. Las sirvientas ya pasaba y regresaban menos a la sala, e incluso alguna participaba de los comentarios y risas de los comensales de forma esporádica (en sus idas y venidas a la cocina).
Os juntásteis todos a la mesa, y allí estaba Fernando (el capataz de la mina del arzobispo) echando un trago de vino con vosotros.
Muchos tipos están envenendados, es decir, deben estarlos. La mayoría están borrachos, pero muchos estarán con el veneno dentro (el cual no es mortal, puesto que al repartir la cantidad la dosis no era para ser mortal). El caso es que el más sereno parecéis Fernando, los dos líderes, las sirvientas y vosotros.
Vosotros diréis qué hacer ;) Podéis postear ya para todos.
Xilda regresó al salón percatándose de que el plan había salido casi a la perfección. Al menos ahora no sería una locura intentar una escapada, aunque desde luego, acarreaba ciertos riesgos. Acercose con una jarra de vino al grupo y emulando a las otras mujeres.
-Aguardo que estén desfrutando do banquete-dijo con una sonrisa alegre a pesar de que el cansancio de la jornada se había acumulado en su cara y en su pelo-Don Fernando, aguardo que non lle estén molestando demasiado.
Sin esperar respuesta sentose junto a sus compañeros, lo más lejos posible de Fernando para poder hablar sin ser escuchada por este, solicitando espacio entre Fadrique y Uloxio, de los que esperaba, sacarían mayor y mejor ventaja de las nuevas que traía. Dejó el vino en la mesa indicando a sus compañeros con un guiño, que estaba libre de veneno. Sirvió a todos, incluso a Fernando. Ella misma se sirvió una copa y bebió un trago de ella para despejar cualquier duda al respecto.
Fue entonces que disimuladamente murmuró algo que ambos hombres pudieron escuchar.
-Teño as chaves da armería-murmuró disimuladamente-debemos actuar rápido, antes e que echen en falta ao Alonso. Se habemos de escapar, este é o momento.
Fadrique asintió en dirección a Xilda, e hizo el gesto de agarrar, y luego miró en dirección a las cocinas.
Un a l'armería, por las armas, unatro a por o culo gordo ixe borracho y asasino. Somos? Dimpués tomamos os caballos y a volar.
Dejó que Xilda eligiera a quién dar las llaves de la armería. Con ese gesto ya estaban repartidos los papeles.
Yo ire a armeria... aunque juraria que vinimos a este lugar con una mision importante... tal vez debamos dar cuenta del malnacido...
La mujer había escondido las llaves sobre el mismo asiento, escondido bajo el vuelo de su falda. Que un mozo deslizara sus manos bajo sus ropas, no sería nada que extrañase demasiado a la soldadesca y menos aún en el estado que estaba. Mas miró al Fadrique con severidad, advirtiéndole con su gesto que como aprovechase la ocasión para cualquier otra cosa que no fuera coger las llaves, lo lamentaría.
La mirada de Xilda se clavó en Fadrique con severidad, cuando él hizo el gesto, que acabó debajo de sus faldas aunque no se vio que tocase carne alguna, sino tan solo un trozo de la prenda que descansaba sobre el banco.
Fadrique tomó las llaves aprovechando para dar un buen tiento a la moza, que era menester que pareciera a los que estuvieren viendo que la cosa iba de algo diferente a la realidad.
Tirada oculta
Motivo: escamotear llaves
Tirada: 1d100
Dificultad: 45-
Resultado: 76 (Fracaso)
Me anticipo y dejo tirado un escamotear en oculto.
Fadrique vio su ocasión y se agarró a ella con ambas manos, por así decir. Carnes generosas pero prietas, por Dios. Luego acompañó su retirada con una buena palmada en los lomos y una risotada.
Me quedé mirando a Fadrique y Xilda mientras partia un cacho de pan y me lo llevaba a la boca. No tenía muy claro si estában ya listos o no, eché un rápido vistazo a la mesa buscando un cuchillo. Después cogí el vaso, rellené la copa y me levanté proponiendo un brindis. ¡Por el arzobispo! y su muerte. Pensé por lo bajo. Estaba nervioso, ansioso por entrar en acción, pero no quería ser el primero.
Los que quedaban aún en pie levantaron su copan, y respodieron al brindis de similar manera. Eran pocos, et que los líderes no hicieron caso de tal cosa, sino que se limitaron a mirar y sonreir. Fernando se despidió de vosotros y dijo que ya había hecho acto de presencia, que se iba a su aposento a descansar. Fadrique hizo un curioso intercambio de llaves.
En breves, la fiesta tocaría a su fín. Es más, muchos ya se comenzaban a ir a sus dormitorios (et que otros intentaban llevarse a las sirvientas al suyo...).
Señones, algunos no lleváis el ritmo. Siempre espero, pero lo que voy a hacer es actualizar en ritmo medio hayáis o no escrito (ya que no todos vuestros compis tienen porqué sucumbir a un ritmo más lento del que es ésta partida).
Uloxio partio en pos de la armeria... por si conseguia birlar algo que pudiera serles de ayuda en aquesta peligrosa empresa...
Sorry. Puse que partia a la Armeria pero tal vez debi explicarme mejor :X