Partida Rol por web

CORNAGO

Escena IV

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18/09/2014, 11:46
Juan Luis Lacarra

Finalmente aceptas la propuesta de Antonio y, este te acompaña todo el camino hasta las mismas puertas de Casa Carrillo. Bastían, rezagado, no cesa en su empeño de pretender "infiltrarse" por separado. Poco te importa, a fin de cuentas, quizá no sea más que un estorbo despés de todo.

Tras cruzar la barbacana de la entrada, te das cuenta de que la casa Carrillo es una pequeña fortaleza que puede albergar al menos a un centenar de personas. En el centro de las edificaciones se alza una torre cuadrada, de tres plantas y doce varas de lado. La entrada, que se encuentra en el primer piso, se alcanza subiendo unas escaleras y cruzando un pequeño puente de madera.

Dos guardias te flanquean la entrada tras quitarte las armas y varios más ocupan la sala interior, alrededor de una mesa que se encuentra a la derecha. A la izquierda unas escaleras suben y bajan hacia otras alturas de la torre. El hombre que os ha quitado las armas se encamina hacia el piso inferior. En el centro, un arco con una gruesa cortina da paso a otra estancia por la que aparece un hombre de intensa mirada y una fea cicatriz en la sien, alrededor de la cual no le crece el pelo negro y rizado que ocupa el resto de su cabeza, y parte de la cara en forma de largas patillas desarregladas.

Juan Luis es el líder de la casa Carrillo, el hombre de confianza del arzobispo, y ha hecho méritos para ganárselo. Es un tipo listo que rápidamente intenta averiguar todo lo posible sobre ti, tanto para hacerse una idea de lo útil que puedes ser, como para ver si eres de fiar. Algunas de las preguntas que te hace son:

─¿Cómo vos llamades?.
─¿De dónde sois?.
─¿Qué es lo que vos ha traído a aquestas tierras?.
─¿Por qué quieres ansiades unirvos a mi banda? ¿Qué es lo que habedes oído de mi?.
─¿Qué experiencia habéis en combate? ¿Habéis servídole a algún noble señor?
.

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18/09/2014, 11:57
Narrador

No fue muy difícil haceros con una carreta y, tras prepararla adecuadamente llenando varias cajas con piedras y alguno barriles con tierra, os disponéis pronto a marchar. La señora de Luna, informada de vuestro plan y conocedora de los peligros que conlleva, pone a vuestro servicio a dos de sus hombres que, aunque jovenes, parecen ser diestros y voluntariosos.

Embozados en capas de paño provistas de capuchas iniciais el camino que, aunque de tierra, es fácilmente transitable. Suerte que no han caído lluvias los últimos días, pues de ser así ya no sería camino sino más bien lodazal. La belleza de la zona es algo sin igual, cuyas hermosas laderas están adornadas por bosques de hayas y robles, siendo este el árbol dominante de la región.

El sol se oculta y asoma entre las nubes, juguetón, observando de tanto en tanto la gastada tierra. El despojo que los cuervos carcomen el cuerpo disecado de algun jabalí rezagado y el bamboleo de la carretas, que al son de latigazos suaves y espaciados de las bridas hacen mover los enjutos caballos, es quizá lo que más turba la quietud y sosiego del camino.

A buen paso, y sin cruzaros con nadie, salvo algún cuervo que sobrevuela la zona, llegáis a una bifurcación. El camino de la siniestra es el que torna en dirección a Casa Carrillo os informa uno de los jovenes soldados.

 

Notas de juego

Estoy haciendo un poco de tiempo para sincronizaros con Guillermo y Bastián.

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18/09/2014, 12:51
Narrador

Dejas que Guillermo y el tal Antonio se adelanten y, queriendo dejar suficiente tiempo entre su llegada y la tuya, te sientas al amparo de la sombra de un viejo y grueso árbol. Sacas del zurrón una dura hogaza de pan y das cuenta de ella con avidez ayudando su pesado tránsito con algún que otro trago de agua. Una vez pasado el tiempo prudencial, y ahora con un Lorenzo menos castigador asomado entre las nubes, prosigues la andadura hacia Casa Carrillo.

Tras cruzar la barbacana de la entrada, te das cuenta de que la casa Carrillo es una pequeña fortaleza que puede albergar al menos a un centenar de personas. En el centro de las edificaciones se alza una torre cuadrada, de tres plantas y doce varas de lado. La entrada, que se encuentra en el primer piso, se alcanza subiendo unas escaleras y cruzando un pequeño puente de madera.

Uno de los dos guardias que cuidan el acceso se aproxima hacia ti:

─¿Veniedes por ventura de conquistar Castiella? ─espeta. ─¿O veniedes a conquistarnos a nosotros? ─añade, con una mueca burlona.

El guardia se refiere a la falta de pertrechos de batalla y a tu aspecto delicado.

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18/09/2014, 16:54
Fray Juan

Aparezco con una carreta, disfrazado con ropas anchas, una capucha y un zurrón, dentro del cual, llevo oculto el cuchillo del finado Bertrán.

Disimulo como buenamente puedo el arco y unas flechas bajo el banco de conductor de carreta y los tapo con una manta – Espero no tener que echar mano de ello. –

Y así volvemos al camino. Tomo las riendas del carro y lo dirijo por los caminos en dirección a Rincón de Olivedo. El calor aprieta en los caminos de montaña. Por momentos canto algunas estrofas para combatir el nerviosismo que me provoca la situación.

 

- ¡O virtud por quien se planta                 

la vida en los coraçones!                            

la soga de tu garganta                  

me atormenta y me quebranta                              

con nudos de mil pasiones;                       

rey de las dominaciones,                           

juez de buenos y malos,                            

dime por qué te dispones                         

a sofrir destos sayones               

coces, puñadas y palos. -

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18/09/2014, 18:40
Diego López de Santsoles

Entre todo lo que solicitamos a los religiosos del convento les pido una sotana vieja y gastada con apertura en el medio buscando disimular la armadura que llevo debajo y aparte poder sacármela rápidamente llegado el caso. Voy del lado de la derecha de la carreta con el escudo que está cubierto por una manta y la espada apoyada contra el borde haciendo imposible verlo desde el lado derecho. Camino lento y pesado, siguiendo el ritmo del tiro sin levantar la cabeza y con los hombros abajo. Las manos y el rostro los cubro con barro buscando tener un aspecto no tan "noble".

Los dos que nos acompañar nos indican que por un lado se va a la casa Carillo. - ¿Y el otro camino? - Detengo el ritmo mientras presto disimuladamente atención a los que nos rodea, no vaya a ser que justo aquí nos asalten y terminemos nosotros emboscados.

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19/09/2014, 01:03
Guillermo "el cruel"

Con toda la dejadez del camino a mi espalda, a pesar del peligro que me acecha sin yo mismo saberlo a ciencia cierta, avanzo pues nada puedo hacer. Bastián me rehuye. El resto me insulta llamándome asesino. ¿Nada puedo hacer? Al menos poner mala faz a los guardias, reirme al ver cómo no habían sido casi capaces de soltar a la Judas de mis correajes, caminar con soberbia como hidalgo que soy, con la virilidad a flor de piel y la barbilla alta.

— Cuidad mi jamelgo, mozo. 

Al ver aparecer al caballero Juan Luis me sentí apuñalado por la desconfianza. Parecía omne de batalla, con esa herida en el rostro, de ojos vivos cual aguilucho. No me placían aquellas liebres de palacio, dispuestas a vender hasta a su padre si era menester, cansados y hastiados después de dejar una vida de espada y lucha. Mas no pretendía ser grosero y contesté a lo que me preguntó.

— Me llaman el Cruel, pero de nombre fui llamado Guillermo en la pila bautismal. Vengo del norte del Reino de Castilla, cansado del camino y el polvo. ¿Vos quién sois? He de saber a quién me dirijo, pues he venido a presentar mis respetos a los Carrillo y no a un paje...

— Ya os he dicho de dónde provengo. De la Ponferrada, villa de puente de hierro y hombres gallardos y duros. Dicen de mi que soy un pardo mas creo que merezco otras deferencias y trato...

— He oído que los Carrillo precisan de gente fuerte y decidida. Yo soy de esos. No tengo miedo a nada, ni siquiera el Demiurgo, y me tienen miedo todos.

— Ni siquiera se quien sois. Pero si manejáis la bolsa del arzobispo seguro estoy que sois hombre de buenas luces. Quiero luchar para un noble, como hizo mi padre, Don Fernando, contra los moros. Quiero poner prieta mi bolsa de plata pues harto estoy de todo y no encuentro consuelo más que en la desgracia del enemigo.

— Bastantes. El primero mi padre. El segundo uno que llamaban Constantí Domenech, un catalán. El tercero un castellano, Miguel "el Fermoso", de Gredos. Luego con Don Juan, al que abandoné tras su muerte. Y ahora... a los Carrillo, si tenéis a bien.

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19/09/2014, 14:31
Alaric

Sin nada que ganar y la vida por perder, el plan pareciole una locura al aragonés que no estaba dispuesto a dejar la piel por las disputas de unos nobles castellanos que nada tenían que ver con él.

Se había comprometido a llevar el cuerpo del señor de Cornago y así lo había hecho, así que, entendía él, su palabra se había cumplido y ya nada pintaba en compañía de locos asesinos desalmados, frailes que se echaban a los caminos con cuchillos bajo la sotana y nobles manducones que no tenían aprecio a la ley.

Inquieto y pensativo durante el camino, cabilaba si lo mejor sería hablar con el de Santsoles cara a cara o marchar "a la francesa" sin dar explicaciones

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21/09/2014, 01:43
Juan Luis Lacarra

─Vamos, toma asiento muchacho ─dice invitándote a sentarte al otro lado de un amplio escritorio. El noble, al otro lado del mismo, se acomoda en un sillón cuyo viejo tapiz tiene un color ya inclasificable. El de Lacarra primero sonríe, pero es una sonrisa vacía y falsa, pues no tarda una fracción de segundo en tornar en amenaza: ─¿Acaso vos parezco un paje? ─y en un relampagueante movimiento, Juan luis te coge veloz por el pescuezo y estampa tu cabeza contra la mesa. Un chorro de sangre brota al instante de tu nariz y tu boca, acto seguido, toma una daga que tiene a su alcance y te lo clava en la mano, de modo que te la deja incrustada en la madera del escritorio.

─¿Vos sigo paresciendo un paje? ¿o vos creéis agora que fabláis con el omne adecuado?. ─te agarra con fuerza de los pelos y acerca su boja a tu oreja:

Hombres más duros et gallardos que vos me he comido para desayunar, et vuestro problema, veo, es que non sabéis que puesto ocupades en la jerarquía social. ¿Non tenéis miedo a nada et a nadie? Habréis de ser estúpido pues, pues el miedo es una herramienta útil que ayúdanos a sobrevivir.

Juan Luis te desclava el abrecartas de la mano y te aparte de un empujón en la cara. ─Mas sabed que habéisme caído en gracia. Habéis de cuajo, don "cruel" ─dice con sarna. ─Et que tengo ya tarea para vos. Que mis omnes parten en breve a asaltear caminos et si queréis ser de los Carrillo, marcharéis con ellos et demostraréis vuestra valía.

Y, con un leve movimiento de mano, te indica que salgas de su presencia sin darte lugar a réplicas.

─Qué se reuna con Unai ─le dice a uno de los guardias presentes.

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21/09/2014, 02:02
Unai Redondo Lasa

El guardia te lleva ante Unai, la mano derecha de Juan Luis. Es un tipo bizco, feo y malcarado que disfruta enormemente con su trabajo. Pese a que no es un tipo grande, es paranoico y violento, y el resto de la banda parece tenerle miedo.

─Vaya, carne nueva ─dice cuando te ve llegar.

─Bien, empezaremos por el principio: en cuanto a las normas, hay pocas. Nada de pendencias et nada de armas. Juan Luis es muy estricto en tales menesteres. Sólo permítense armas a quienes fazen guardias o patrullas. El resto del tiempo están guardadas en el armero. ─donde precisamente, en este momento, se encuentran las tuyas.

Mientras habla Unai te analiza ─parecedes omne capaz et acostumbrado a nuestras lides. Marchamos agora a buscar fortuna en el camino, ya me entendéis. Habréis de acompañarnos et, según la habilidad que mostréis, seréis aceptado o non en Casa Carrillo.

 


 

¡Se aproxima una carreta! ─dice el explorador de la banda. Unaí, agazapado tras un arbusto ballesta en mano sonríe.

─¿Cuantos omnes? ─pregunta ─cinco al menos ─le responden.

─Bien, les superamos en dos. Estad preparados. Non tardarán en llegar. Et recordad, non actuéis hasta que escuchéis mi señal.

Lorenzo, juguetón, se cuela entre las hojas de los árboles que, mecidas por la suave brisa, hacen que se proyecte una telaraña de luces y sombras sobre el camino que pronto tornará en campo de batalla. Estás ansioso. A fin de cuentas esto te encanta...

 

Notas de juego

Tienes un post antes de que llegue la carreta a vuestra altura.

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21/09/2014, 02:17
Narrador

El otro camino aléjase de Cornago et Casa Carrillo. Habemos de tomar aqueste mi señor ─responde el mozo, y haciéndole caso dáis orden a las bestias a tomar el camino adecuado, el que torna a siniestra. Y que no habéis de avanzado ni doscientas varas desde la bifurcación que algo os da en el espinazo; una mala sensación, un funesto presentimiento...

 

Notas de juego

Tirad todos Descubrir/Escuchar (tirada oculta).

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21/09/2014, 18:41
Diego López de Santsoles
- Tiradas (1)

Notas de juego

Pero yo no quería ir por el otro lado, solo saber a donde va ese camino.

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22/09/2014, 09:36
Fray Juan
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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22/09/2014, 10:32
Guillermo "el cruel"

Tensión. Sudor. Ansia. Violencia. Todas esas eran las cosas buenas que tenía, echado testa contra el suelo, esperando por el botín. Bajo el sol miré mi mano siniestra, perforada, violada, clavada. Y sonreí. El tal Juan Luis Lacarra era omne de cuajo y valor. ¡Cómo había manejado la tempestad! La herida de la palma había sido precisa, sin tomar tendones. Su fuerza medida para amenazar. Algún día le daría su merecido, le demostraría que podía ser más fuerte que él.

Algún día.

No ahora. Pues había de demostrar mi valía, de sobra conocida, en aquesta misión. No miré a mis compadres sino saqué el gran hacha del mio padre. Me unté la mano en roña para que no me resbalase del mango y me quedé quieto cual ave rapaz. Eran cinco. Había de matar yo mismo a dos al menos...

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22/09/2014, 16:00
Narrador

Notas de juego

Me falta la tirada de Alaric y seguimos.

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23/09/2014, 11:39
Bastián "El Hierbas"
Sólo para el director

Exhaló una bocanada de aire al escuchar al guardia, conteniendo una sonrisa irónica. Había encontrado la primera traba pronto - Quiças, mas de un modo que diferente al que esperáis. Sanador soy, capaz de sanar enfermedad, cerrar ferida et otros remedios mundanos et en servicio a vuestro Señor me presento, que tiempos dificil Cornago ha. Dejarme pasar os pido, a entrevista con el servicio del Señor tener.

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23/09/2014, 14:46
Alaric
- Tiradas (1)

Notas de juego

Desde donde estoy no puedo hacer tiradas Escuchar 61

DJ: Ya la hago yo. Y dicho sea de paso, cuidado con los destinatarios: Ni Guillermo ni Bastián están aquí.

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23/09/2014, 18:29
Narrador

Algo no marcha bien.

─¿Habedes escuxado eso? ─pregunta el de Santsolés.
─Si, mi señor, helo oído ─responde Alaric, el almogávar de oído fino acostumbrado a la fronda.

─Credo nos han preparado celada más adelante. Habéis de frenar la carreta fray. ─murmura preocupado uno de los soldados de la señora de Luna.

El tiempo parece detenerse. El vello de vuestros cuerpos se eriza y una extraña y escalofriante sensación recorre vuestra espina dorsal de abarro a arriba hasta acabar en vuestra nuca. Ya es demasiado tarde para dar marcha atrás. Aunque, esto precisamente era lo que pretendíais a fin de cuentas...

Entonces uno de los jovenes soldados se dirige al noble: ─¿Ordenes mi señor?. ─que si por el muchacho fuera, tiraría sin pensar de ballesta listo para lo que fuera que apareciera tras aquellos arbustos que rodeaban el camino.

Notas de juego

Os ha parecido oir voces por lo bajo, murmullos. Además de también algún sonido metálico y, teniendo en cuenta el tramo de camino por el que váis (ideal para una emboscada), tenéis todas las papeletas para ser asaltados en breve.

Disponéis de un tiempo mínimo para preparaos (frenar la carreta, desenfundar, poneros a cubierto, etc...) antes de que suceda cualquier cosa.

Los dos soldados, en principio, actuaran bajo las órdenes de Diego.

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23/09/2014, 18:39
Narrador

Ya ves la carreta. Si, efectivamente son cinco; uno a las riendas, dos montados, y otros dos a pie. Cajas y barriles es el cargamento, aunque desde ese ángulo y a esa distancia es imposible saber a ciencia cierta de que se trata. Derepente los tipos parecen ponerse nervioso. Miran en todas direcciones y la carreta comienza a aminorar el paso.

─Calma, muchachos susurra Unai. Non actuéis aún, esperad mi señal.

¿Se habrán percatado de que pronto serán emboscados?.

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23/09/2014, 18:52
Narrador

Si, si... ─dice sin poner asunto a todo lo que acabas de decirle. Su mueca burlona desaparece y mira al otro guardia: ─¿Otro más?.

─Cosa extraña. ─responde el otro.
El primero hace un gesto con la cabeza. ─id a buscar a Fernando. Que él sea quién decida.

Esperas un buen rato hasta que el guardia vuelve y te dice que le acompañes tras registrarte metículosamente en busca de armas. Cruzas una sala interior ocupada por unos cuantos guardias más. Subís por unas escaleras situadas a la izquierda hasta llegar a una estancia amplia. Es una sala de estudio. Muchos libros de aspecto antiguo están ordenados en estanterías de madera labrada, a lo largo de las paredes. Otras estanterías contienen frascos, y tubos de colores. Sentado en un sillón, en el centro de la sala, un hombre flaco y desgarbado, aunque vestido lujosamente, está sumido en el estudio de un viejo y grueso libro. De vez en cuando escribe alguna anotación, con una pluma de ave. Adivinas que debe tratarse de alguien de gran importancia allí en Casa Carrillo.

Don Fernando ─avisa el guardia sacando al erudito de su ensimismamiento ─aqueste omne dize querer obrar para nos, et quizá las aptitudes que habe pudan ser de utilidad.

El erudito alza la mirada y con un gesto de mano indica al guardia que os deje sólos.

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23/09/2014, 19:06
Fernando de Alarcón

Dime, zagal, ¿qué vos trae por Casa Carrillo?. ─su mirada es fría y profunda. Realmente inquietante...