Partida Rol por web

Las aguas por estas zonas son negruzcas, el barro y el humano han hecho mella. Las algas van y vienen, como  soldados gondorianos en posición de ataque. Intento esquivarlas, no son de mi agrado. Noto como si un par de brazos se aferrasen a mi cuello con todas sus fuerzas, un alga repulsiva y de gran tamaño se ha enredado en mi torque * y no puedo librarme de ella. Cada vez me cuesta más respirar, quiero pedir ayuda pero el pánico se apodera de mi, apenas un hilo de voz me acompaña…Soc..rro…Soc Comienzo a chapotear desesperadamente con las manos en señal de ayuda. Ya casi no puedo respirar, voy a perder el conocimiento…y tengo miedo, este puede ser el final de mi aventura.

Cuando hay agua, Huraiva se mueve como pez, pero la haradian parece que jamás aprendió a caminar, y al clavar los pies en el fango empieza a hundirse con la misma cara que si le acabaran de estafar un collar de perlas falsas, suerte que es una chica muy inteligente- Me hundo, pero tranquilos creo que puedo sacar los pies con las manos -

Me agacho quedando doblemente hundida - Uhmmm y ahora... sacaré las manos con la boca - Huraiva desaparece bajo el fango y un pie descalzo asoma por el mortal banco de arena devora gente, de nuevo aparece Huraiva hundida por la cintura y cubierta de fango, escupiendo tierra y tosiendo

Athó athó athó

Elhediel estaba en apuros, traté de bracear hacia ella pero era torpe, empezó a desaparecer bajo la superficie, debía haber dejado de nadar y debía haber apoyado un pie en el fondo fangoso y se empezaba a hundir, la sujeté de la mano y me arrastró bajo el agua con ella, mi primer instinto me hacía apoyarme en el fondo, pero no podía caer en la misma trampa, así que aguantando la respiración mientras una red de burbujas se mezclaba con el agua turbia, di un tirón de su brazo haciendo que una nube de tierra me abofeteara la cara antes de salir ambas cubiertas de ese agua sucia a la superficie, y tosiendo y escupiendo agua, volvimos a nadar hacia la primera orilla

Capitán, la tengo - Dije dando otro tirón a Elhediel que tosía recuperándose, instándola a bracear, ya tendrá tiempo de recuperarse cuando hubiera llegado a la orilla

A pesar de estar atento, los problemas de Elhediel por mantenerse a flote habían pasado desapercibidos para el capitán, que en ese momento estaba ayudando a Kreontas a superar uno de los numerosos cenagales que tenían por delante. Cuando Huraiva avisó de lo que estaba ocurriendo, Cyryatan dejó al anciano y se zambullió en el agua rápidamente, trantando de llegar lo antes posible hasta las chicas para ayudar a la Haradrim a sacar a su compañera ...

-Vamos ... ¡arriba!-

Os internáis despacio en el agua negra, tan fría que corta el aliento. La distancia a recorrer no plantea problemas en principio; pero el viento fuerte que riza el agua, y la vaciante, que empieza a notarse, tiran hacia un lado.

Será preciso echarle resuello. Kreontas ha tenido la precaución de atarse dos calabazas huecas con las que se ayuda cuando tiene que zambullir el pescuezo. En otras circunstancias habría que ocuparse de él para que el ruido que hace, plas, plas, plas, plas, no delatara su presencia a un posible enemigo. Esta noche, por fortuna, el viento se lo come todo.

Elhediel parece resentirse del agua fría, y le afecta. Tanto que Huraiva y Cyryatan tienen que ir en su ayuda, ya que el astrólogo parecía poder arreglárselas por él mismo. Finalmente, pueden llevarla hasta la otra orilla sana y salva.

Al poco también sale Kreontas del caño, tiritando mientras se arrastra como una serpiente embarrada por el fango de la orilla. Cuando todos os reagrupáis a su lado, una débil claridad azul empieza a recortar, seiscientas varas a lo lejos, las alturas y unos pinares oscuros que asoman al este.

Kreontas mira las estrellas y murmura una inquietante salmodia, como si dos frases fluyeran a la vez y las fuera entremezclando el viento. Tras lo cuál, el viento parece perder de repente su fuerza, mas sigue oyéndose en derredor y las aguas continúan rizándose.

-Bien, esto nos protegerá de viento, mas me temo que no por demasiado tiempo, así que avancemos de prisa. Hacia allí... -susurra el astrólogo señalando hacia el frente- No hay tiempo que perder.

Noto unas manos agarrándome, pero apenas veo nada. Lo sigueinte que recuerdo es la voz de Huraiva. Casi sin darme cuenta estoy en la orilla, esta joven se mueve como un pez. Junto a ella el Capitán, siempre atento a cualquier incidente.

- ¡Cof, cof, cof!- no paro de toser, he tragado de estas aguas sucias y asquerosas - Gra...gra...cias. ¡Cof, cof, cof!...aaachís.

Poco a poco me voy tranquilizando, pero el susto que he pasado...todo estaba negro, el cielo , las aguas...Mi cuerpo forma un ovillo para resguardarse en un intento de calmar el frío metido en los huesos, con los brazos encogidos y tiritando.

- Estoy bien, sólo tengo un poco de frío, pero ya está amaneciendo y más temprano que tarde el sol secará mis ropajes.

Instintivamente me llevo las manos a la muñeca y al cuello. Si, todo está en su sitio. El miedo a una posible pérdida de alguno de los avalorios hace que olvide por momentos el mal rato que he pasado.

Pronto, vuestros pies empiezan a resentirse, ya que no sois avezados salineros, y la áspera sal hace mella en pies y calzado. A veces corren arroyuelos entre las salinas que franqueáis sin dificultad. Avanzáis muy lentamente, sin apenas poder hablar por las dificultades del camino y al cabo de una hora más de marcha sólo habíais recorrido apenas dos kilómetros.

De repente oís un grito muy agudo, que se os antoja espeluznante, asustándoos hasta mirar a los cielos, donde un grupo de aves sobrevuela los lindes de la arboleda cercana.

-El pájaro del diablo-susurra Kreontas.

Tras el repentino susto, proseguís  el camino. La ribera del río traza una ligera curva, formando un gancho hacia el noreste. Y en lontananza creéis ver un par de barcazas, que con un poco de suerte podrían serviros para remontar posteriormente el Anduin.

Cuando alcanzáis las barcas ya despunta el día y podéis observar que están inservibles: se descostillan  abandonados en el lecho fangoso de los caños. Antes, la sal se sacaba hasta pelargir a través de la red de caños y con una única vela triangular. Los salineros siempre han sido gente dura y avezada en muchas artes. Curtida por los vientos y por el contacto con la sal.

El viento, la humedad y el salitre, estaban empezando a hacer mella en el grupo, que no veía el momento de parar y descansar algo después de la larga caminata. Habían encontrado algunas barcas, pero tras años y años de estar a la intemperie, estaban completamente inservibles para intentar remontar el Anduin con éxito. Una bandada de pájaros del diablo les acababan de dar un susto tremendo, fue entonces cuando Cyryatan recordó que su pendiente mágico tenía la propiedad de poder hablar con las aves una vez al día. El capitán preguntó a Kreontas sobre la conveniencia de hacerlo con esa especie en concreto y en ese momento ...

-Como bien sabes compañero, puedo hablar con las aves gracias al pensiente, ¿que te parece si realizo el hechizo y nos enteramos de todo lo que tenemos alrededor?- Cyryatan no sabía nada de aquellos pájaros y muy poco sobre el conjuro, así que había creído conveniente preguntarle al hechicero -Aguantad un poco más, iremos a reponer fuerzas y recalcar el plan de acción a esa arboleda ...- dijo dirigiendose a los demás. Tras esto miró a Elhediel, que parecía aterida de frío y no había hablado demasiado después del incidente en las marismas -¿Estás bien? no tardaremos demasiado en parar un rato-

- ¡Uy,ay,uy! Que dolor más espantoso, no lo soporto. La sal se ha filtrado y mis pies  magullados y heridos casi no soportan este tormento.

Cuando creía que por fin habíamos tenido un golpe de suerte con el par de barquitas que se divisaban no muy lejanas, el desconsuelo fue peor. Como se puede poner la miel en los labios para luego quitarla sin ningún tipo de misericordia. Más valía no haber visto nada, las lágrimas están a punto de brotar de mis ojos.

¡Que a gusto me tumbaría a descansar un rato!. Cuando ya estaba resuelta a hacerlo un graznido horripilante me sobresaltó. Alzo la vista, una bandada de pájaros nos sobrevolaban sin yo haberme dado cuenta. Como para verlos, ya tenía bastante con lo que tenía…si casi no podía mantenerme en pie.

-Capitán!, son Vencejos, vencejos comunes - no es que sea una gran entendida, pero mi padre en alguna que otra ocasión me contaba historias sobre estas aves tan curiosas. Poseen unas alas facilformes y negruzcas con una pequeña fracción blanca o gris debajo del pico, una boca muy amplia pero de pico pequeño. Las patas las tienen muy cortas al igual que la cola. Pero lo más curioso es que los vencejos pasan la mayor parte de su vida en el aire; comen, duermen y copulan volando – No son peligrosos. Su presencia no hace presagiar nada malo, estoy segura, ni tampoco nada bueno…son eso…simplemente pájaros corrientes.

Cyryatán está preocupado por sus gentes, y no es para menos…creo que no soy la única que se ve agotada. Me anima ver que se preocupa por mi, no es de extrañar, debo parecer una moribunda. Pero que no me digan de aguantar un poco más, ya he aguantado demasiado…como me gustaría tener un par de alas y sentirme como un pájaro en estos momentos.

- No, Capitán, no estoy bien…pero tampoco quiero ser una molestia. Apenas puedo dar un paso más, tengo los pies en sangre viva por la dichosa sal.

-Están demasiado lejos para poder hablar con ellos. Una pena. Y sí, quizás sí debamos acercarnos hasta esa arboleda para que las mujeres descansen, y yo mismo también. Y para que podamos comer algo, aunque sea poco y rápido-el viejo Kreontas vuelve a toser, salpicando de gotitas carmesí un desgastado lienzo. Después se mira las babuchas, que pese a estar reforzadas están empezando a desgastarse. Desde luego, el astrólogo no había contado con esto.

Cyryatan se quedó pensativo unos instantes, había decidido no usar el conjuro del pendiente para hablar con los dichosos pájaros tras lo que dijo Kreontas. Tenían que alcanzar la arboleda cuanto antes, el viejo estaba cansado, Elhediel no se tenía en pie y las otras dos practicamente no respiraban. Los arboles les proporcionarían refugio e impedirían que fueran vistos, allí podrían comer algo y reponerse un poco antes de seguir. El capitán tenía fuerzas para eso y más, la distancia hasta la arboleda no era demasiado grande, así que decidió coger a la joven, que al parecer llevaba los pies en carne viva y había perdido fuerzas desde la zambullida.

-Vamos, sube ... te acercaré hasta allí ... Kreontas, si no puedes, puedo hacer lo mismo contigo turnandome ...-

Con un vigoroso movimiento, el capitán dió la mano a la chica y la subió a su espalda, comenzando a caminar lentamente, su intención era llevar a los que estuvieran muy mal hasta la arboleda, allí decidirían como seguir. Vistos desde la distancia, la comitiva no parecía ir en misión de vida o muerte por territorio enemigo, sino una familia nómada cruzando la planicie, pero lo cierto era que se la estaban jugando.

La situación era dura, pero Elenna era un hueso duro de roer. Había pasado momentos mucho más difíciles que aquellos, aunque la edad no perdonaba – como se nota que me estoy haciendo mayor… el cuerpo me está pasando factura…- piensa con una sonrisa melancólica.

Se cruzan con unas barcas, la esperanza resurge aunque al percatarse que están destrozadas se vuelve a desanimar- nos hubieran ido tan bien…- se acerca a ellas y roza cn los dedos su madera.

No habían avanzado demasiado y estaban destrozados, tenían que descansar urgentemente si querían seguir adelante- vayamos al bosque… -hace una pequeña pausa- allí podríamos comer algo y calentarnos con una pequeña hoguera...

Como si de una ligera pluma se tratase el Capitán me tomó de la mano para cargarme a sus  anchas espaldas. No gozo con ello, me aterra que piensen que puedo ser una carga, pero estoy tan cansada. Apenas he dormido estos días atrás y me duelen tanto las plantas de los pies que no tengo ni fuerzas para protestar.

Me agarro como puedo, entrelazando los brazos alrededor de su cuello y cruzando las piernas alrededor de su cintura. Se diría que podía cargar con tres como yo sin el menor esfuerzo. Acerco mi cara a la suya, tengo frío…el contacto con su piel me da calor a la vez que me estremece. Los brazos se me adormilan así que los dejo caer sobre su torso. El torso es más robusto de lo que recordaba. Durante un prolongado momento los dejo ahí, palpando todo lo que encuentran a su paso, para volverlos a posar en su rígido cuello.

-Saldremos de esta, en peores nos hemos visto…-le  susurro al oído tras soltar un suspiro.

Al recorrer con la mirada al resto de compañeros veo unos rostros que también reflejan cansancio. Necesitamos descansar y comer si queremos continuar el trayecto.

- ¡Capitán! ¿Falta mucho? – no me importaría recorrer todo el camino montada en su lomo, pero ver al resto jadeando hace que me sienta culpable. Tengo un frío desmesurado pero…- digo tras escuchar vociferar a Elenna - ¿encender una hoguera? ¿no llamaremos demasiado la atención?. Deseo con todas mis fuerzas que no sea así y que podamos disfrutar del calor de un fuego que seque las ropas todavía húmedas .

Huraiva aprovecha el descanso para sentarse en el borde de una gimiente barca, se mira los pies descalzos, están bien, tan solo está cansada, y por lo bajo se ríe del flojucho de Kreontas, vaya hombres se crían hoy día por el mundo, con razón somos las mujeres quienes llevamos el peso de esta misión

¿Hemos traido algo para comer?

Saco el arco y enarco una flecha

Esos vencejos vuelan muy rápidos, pero son una bandada enorme, apuesto a que puedo ensartar uno sin dificultad

-Guarda ese arco, moza -te dice Kreontas- que esos vencejos vuelan demasiado alto para alguien tan diestro con el arco como tú... xDD- mientras saca del hatillo queso, cecina y un azumbre de vino aguado que lleváis para el viaje- Comamos frugalmente y descansemos un poco...-finaliza mientras se sienta en una piedra bajo uno de los árboles.

Cyryatan llegó a la arboleda y dejo en el suelo a Elhediel. La primera parte de la misión, atravesar la marisma y pasar desapercibidos estaba completada. Pero a partir de ese momento, la protectora oscuridad de la noche no iba a estar con ellos así que había que hablar de cuales iban a ser los siguientes pasos a seguir por el grupo. Cyryatan apoyo el pie en una roca echando el peso hacía adelante y bebió agua a la vez que reponía fuerzas, cuando terminó de refrigerarse habló a sus corsarios ...

-Hemos conseguido llegar hasta aquí sin ser vistos, pero a partir de ahora todo será mucho más dificil, ya no tenemos oscuridad y el terreno estará más poblado. No muy lejos de aquí queda el siguiente pueblo, que es de pescadores, así que allí presumiblemente podremos conseguir una embarcación ... Ahora bien, a partir de ahora hay dos opciones, acercarnos a Pelargir por medio del subterfugio, o del engaño, ambas tienen sus riesgos y quiero oir vuestras opiniones y discutir los pros y contras de cada una de ellas- Hizo una pausa mirando alguno de los rostros y después miró entre los arboles, vigilante -Yo soy más partidario del engaño, aunque podeís intentarme convencer de lo contrario. Nuestro aspecto no es el de un grupo incursor peligroso, si no más bien todo lo contrario y, eso puede jugar a nuestro favor ... podriamos hacernos pasar por una familia que va a Pelargir en busca de un sanador para el padre de alguno de ellos -dice señalando con la cantimplora a Kreontas y limpiandose con la manga la boca  -No es por nada viejo ... pero viendote la cara no sería muy dificil de creer- afirma medio en broma medio en serio haciendo saber a Kreontas que se ha percatado de su estado -o incluso alquilar la barca a un lugareño que de creerse el engaño, podría hasta apoyar nuestra teoría si nos vemos en una situación comprometida ... que seguramente se dará ...- El capitán paro entonces de hablar, esperando a que los demás dieran sus opiniones ...