Partida Rol por web

-.Gracias Aerengoll por llegar justo a tiempo, eres la luz en un momento tan oscuro, ve delante te seguimos…

… y con paso firme pero apresurado nos adentramos en el interior del templo buscando una salida cuanto menos, airosa, de esta situación....

-Todos estamos juntos en esto representando a los dioses verdaderos, maese Erandil. Y si yo soy la luz bien podéis ser vosotros el pábilo y la vela-Aërengoll sonríe complacido pero prudente. Y apresurando el paso señala la dirección que debéis seguir.

Aërengoll no había tenido tiempo ni la suficiente luz para analizar la simbología del templo -apenas se había centrado en encontrar una entrada secreta; salida secreta en este acuciante caso-, pero intuyó algo muy curioso: una especie de orden en el número de templos. Le pareció que esos símbolos hablaban del número de templos a Ulmo en Belfalas y Lebennin. Un número de templos sagrados que obligatoriamente deben cumplimentarse para completar el culto a Ulmo y a sus maiar. Pero algo no le cuadraba, pues hablaba de más templos o santuarios de los que conocía o había visto por la región. Amén de algunos datos más que avivaron sus inquietudes. Desgraciadamente no hubo tiempo para más y esa espinita quedó clavada en el espíritu del clérigo. Sin duda tendría que hablarlo con su compañero Erandil. Cuando tuvieran tiempo y menos prisa.

Aërengoll os guía a través de la cella, para descender por una escalinatas hasta una especie de covacha no muy diferente de la del templo de Ostara. Al fondo veis una puerta de piedra, cruzada -girada desde su eje vertical- sobre el umbral de lo que parece una entrada secreta, dejando un par de estrechos huecos a cada lado. Afortunadamente, estáis en forma -amén de que no habéis dormido ni  comido demasiado estos últimos días y estáis empezando a perder peso- y pasáis los tres al otro lado con bastante rapidez.

Aërengoll cierra la entrada tras de sí y os veis en un angosto corredor excavado en la roca, iluminado sólo por la luz del clérigo, y que por consiguiente, se pierde a lo lejos en la más absoluta negrura. Hacia un lado y hacia el otro.

Entonces, ¿derecha o izquierda?

Tras llegar a la encrucijada, y ante la decisión de ir en una u otra dirección, intento percibir por cual de los dos corredores, traes consigo el aire más fresco o menos viciado de los dos; o ver algún atisbo de luz o claridad al fondo de las grutas, un ruido algo que facilite la decisión y no dejar la misma a la buenaventura….

… estudio de forma meticulosa los aspectos del aire, olor ruido y otras sensaciones que pueda percibir, esperando que tenga yo el tiempo suficiente, para que los seres sapo no nos alcancen sin tener una dirección segura a la que dirigirnos…

Hay que aprender a sentir a las corrientes de aire, maese Erandil -te dice Aërengoll con una afable sonrisa- y creo que esta nos susurra el camino de la izquierda. Y diciendo esto apresura el paso en esa dirección, adentrándose en la oscuridad, rota por el halo de luz que su sortilegio mantiene. Atandil te mira cómplice y pronto los dos seguís los pasos del clérigo.

Los corredores serpentean en las profundidades de N´gurth como las vísceras en el vientre; la humedad es mucha, e incluso os veis forzados a seguir cubiertos por el capuz de vuestras túnicas, pues las goteras también son numerosas; ahí fuera sigue lloviendo como si Manwë y Ulmo hubieran intercambiado sus reinos. Oís ruidos difusos y leves mas nada determinante, cuando al fondo creéis ver una luz -aunque ningún ruido proviene de esa zona-. Atandil mira incesantemente hacia atrás, visiblemente nervioso.

- Tranquilo, maese bardo. Pues mucho me temo que no sólo de atrás vendrán estas oscuras criaturas. Debemos de ir mirando hacia delante, pues no sabemos qué podremos encontrarnos en nuestro deambular por estos oscuros caminos. - El clérigo no estaba tranquilo del todo, pero no era esa la impresión que quería transmitirle a sus compañeros. Hay veces en que la persona de más edad debe tratar de transmitir temple y tranquilidad, para que ninguno de los demás pierda la cabeza y cometa algún acto estúpido.  Debían estar concentrados y ser conscientes del lugar dónde se encontraban.

…Siguiendo la estela de Aerengoll, pues quien lleva la luz en mano y justo detrás de Atandil, yo espada en diestra y escudo en siniestra, avanzo cubriendo la retaguardia, en pos de que nos alcanzasen las bestias… Prosiga ligero, maese Aerengoll, que hasta nueva orden voy detrás de sus vuecedes protegiéndoles las espaldas. Digo de forma imperativa pues es de entender que no debemos de quedarnos en estos lares a tertuliar y menos aun cuan semos perseguidos por una criaturas a las que esquinazo queremos dar, sin contar pues las que de frente nos puedan entrar...

El repiquetear de las goteras suena siniestramente intenso en vuestros oídos mientras penetráis la oscuridad en forma de corredores que hay bajo N´gurth. También oís otra serie de ruidos, más siniestros y difusos, mas no inmediatos. Al cabo de un rato llegáis a una bifurcación. Hay unos símbolos gravados toscamente en la roca -suponéis que será el idioma vernáculo de estas criaturas, pues nada entendéis-, y parecen indicar tres direcciones: una hacia la derecha, otra hacia la izquierda y una tercera, que es por donde venís.

Aërengoll iba en cabeza. Las piernas le temblaban y cada paso se hacía más difícil, pensar que en cualquier momento y de cualquiera de las sombras que había a su alrededor podía aparecer un monstruo de aquellos, con los ojos saltones y los dientes de piraña.

Tras meditarlo un rato, preparó uno de sus conjuros, por si en algún momento titubeara en sus decisiones o drásticamente en sus pasos. Asi mismo, sus movimientos se hicieron más lentos y fue cuidando cada paso que daba. Gracias a los dioses que en ese momento no portaba una de esas pesadas armaduras, Aërengoll podía tratar de ir sigilosamente sin hacer el menor ruido.

Andamos cabizbajos y con la vista en todas partes, pues a cada rincón, a cada quiebro del camino oscuro y sinuoso, húmedo y crepitante puede acechar una de esas criaturas o algo aun peor… casi sin respirar, conteniendo la respiración, para que ni el mas leve murmullo revele nuestra posición  a esos seres, avanzamos lo mas rápido que podemos aunque hasta un caracol  corredor seria un competidor a temer si de una carrera se tratase…. Aun en tales circunstancias, avanzo espada y escudo en mano protegiendo la retaguardia de los escamosos que atrás dimos esquinazo…

Aërengoll, tras mesarse la barba unos instantes, decide continuar hacia la izquierda, esta vez tapando su mano iluminada con la otra, para emitir la menor luz posible. Y avanza despacio pero decidido, internándose de nuevo en la oscuridad. Inmediatamente, Atandil sigue al clérigo.

Al rato de avanzar por el angosto y umbrío corredor, Atandil cree oír algo, y agarrando al clérigo por el hombro, le detiene. Una vez estáis los tres parados y en silencio, susurra una cantarinas palabras y se concentra*... 

-Parece que hay algo en el pasillo que arrastra los pies extrañamente de vez en cuando. Y también provienen de esa zona unas voces, algo más difusas -Atandil cierra los ojos, concentrándose aún más-. Parece que discuten en un gutural adûnaico de pueblo, que apenas sí puedo entender. ¡Malditos lugareños incultos! ¡O lo que sean! -murmura el bardo-, os traduciré lo que pueda, mientras dure el sortilegio. 

»Parece que uno discute sobre la necesidad de contestar un mensaje. Cuanto antes. Y el otro le increpa que no piensa mandar sus palomas con esta lluvia. O eso creo. Pero si queremos más detalles tendremos que ir hasta ellos. Y mucho me temo que esta gente no atiende a razones, así que tendremos que llevar prestas nuestras armas -susurra finalmente Atandil desnudando su estoque. Después os mira a vosotros, esperando contestación-.