Partida Rol por web

La calabaza situada a la derecha del elfo se levantó de sus raíces y, con una explosión de savia, comenzó a arrastrarse con sus vides en dirección a los orcos.

Por su parte Hargun, que continuaba con la hoz sobre el suelo utilizando su hechizo de enraizar sobre Astaroth, dirigió su atención a la calabaza que estaba luchando con Cecil, a la cuál le lanzó a su halcón.

-¡Ayuda a tu compañero animal, criatura!

Las garras del animal se clavaron en la ya maltrecha calabaza, aunque resistió el ataque. Por su parte los arqueros lanzaron otra andanada de flechas encima de la calabaza que se arrastraba hacia ellos. Tres flechas destrozaron por completo su diabólico rostro, dejándola inerte y rota por todos lados. Aquello estaba siendo demasiado fácil.

Astaroth finalmente consiguió soltarse de las enredaderas que brotaban del suelo.

-¡Al fin! -Astaroth completó el agujero dimensional y se metió dentro de él no sin antes hacer un hechizo que dejase a la calabaza protegida. De la nada salió apareció junto a los cinco orcos un enorme oso negro que rugió y dejó por unos instantes a los orcos sin habla.

El elfo se metió dentro del portal y éste se fue haciendo más pequeño. Si alguien corría podía llegar a meterse dentro pero debía hacerlo en los próximos segundos. Si no, desaparecería y era probable que se apareciese a alguno de los otros grupos.

Cecil malherida no podía dejar el combate atras y cargó contra la calabaza que aún estaba en pie. Apenas se podía mantener en pie por sus heridas pero no iba a dejar sólo a Hardem, su amigo, contra aquellas amenazas. Con todas sus ganas abrió la boca para saborear un poco más de calabaza, sin embargo no acertó. Estaba demasiado cansada y herida.

El oso negro lanza un zarpazo a uno de los arqueros, que le rompe la armadura y le deja completamente cubierto de sangre, aunque sin matarlo.

La calabaza intenta morder la vena aorta del enorme animal pero falla. Está demasiado débil ya para lanzar ataques certeros.

Tras ellos, ves como la calabaza se retuerce. Algo ha pasado. Alguno de tus amigos ha tenido éxito en su tarea.

La calabaza comenzó a retorcerse, aquello era una muy buena señal. Algunos de sus amigos se habían alzado victoriosos. Sólo quedaban dos raices más por cortar y eliminar aquella gran calabaza. Miró al portal que le llevaría junto a sus amigos pero no podía lanzarse a él.

Hardem se giró aunque el oso era una gran amenaza Cecil corría peligro con aquella apenas con vida. Pero Cecil tendría que aguantar fuerte ya que el oso era la gran amenaza. Miro a la driade aún caida en el suelo durmiendo y se acercó corriendo a ella. La zarandeó con cuidado de no dañarla para despertarla y la puso al corriente de la situación.

- El pastor de calabazas intento engañarte para que te acercaras a él pero no podía permitir que acabara con tu vida. Esta ciego, por eso te detuvo, espero que sepas perdonarme. Ahora los orcos estan en peligro. ¿Podrías con tus artes hacer que el oso volviera a su plano de existencia o dejara de atacarnos?

La dríade se despierta y mueve la cabeza de lado a lado. No. La dríade no es hechicera. Es un ser feérico pero es joven y aún no ha sido versada en las artes druídicas.

Sumas a la dríade a la party aunque ya te dice con gestos que no atacará a un ser viviente como el oso.

Se oye una fuerte explosión y ves que ha sido en el pueblo. Algo va mal.

-¡Hardem! ¿Qué ha sido eso? Maldita sea... ¿Puedes encargarte tu de todo esto? ¡Soldados aguantad y proteged al mago!

El druida corre hacia Laderafría. Algo ha explotado. ¿Un edificio? ¿Con gente dentro? ¿Con amigos dentro?

Los arqueros orcos sacan sus hachas de mano y se lanzan a matar al oso, cosa que consiguen. Esos cinco orcos han demostrado ser muy buenos en su trabajo. Hardem descansa por unos instantes mientras algunos de ellos se acercan a él. Cecil aún está luchando con la última calabaza.

-¡Ánimo comadreja! ¡Acaba con ese bicho! -dice el que está herido por culpa de un zarpazo del oso negro.

Esto había resultado sorpesivamente fácil pero la explosión te había hecho pensar. ¿Estarían de verdad bien los amigos? ¿Dónde estaba ahora Astaroth?

- No es atacar la contesto - Es salvarla la vida alejandola de aquí, pero cuando acabó la frase los orcos bien conjuntados habían acabado con ella. - No importa debemos detener como sea que la calabaza despierte, la dijo con una sonrisa para animarla. - Sino las vidas de muchos se apagaran.

Una explosión fuerte sacudió Laderafría y un escalofrío recorrió la columna de Hardem. Algo grave había pasado. - No lo sé contestó a Hargun preocupado que sin más miramientos comenzó a dirigirse. No te preocupes ayuda a mis amigos. Nos encargamos de la Calabaza, esperemos que a tiempo. acabó diciendo cuando Hargun ya estaba lejos. Suspiró hondo y dejo el destino de sus amigos en sus manos, si ellos fracasaban los orcos y él debían acabar con la calabaza.

- Vamos Cecil, animó también a la comadreja, pero esta estaba realmente herida y apenas si podía atacar a la calabaza.

La calabaza, también destrozada, no acertó en su ataque a la yugular del animal.

Cecil apenas podía mantenerse en la lucha con la calabaza. Necesitaba ayuda, por ello Hardem haciendo uso de sus poderes innatos salmodió un conjuro señalando a la calabaza. De sus dedos apareció un proyectil esmeralda que fue directo a impactar sobre la calabaza corroyendola con el acido allí donde impacto y acabando con su animada vida.

- Cecil, orcos, rodead la calabaza gigante y comenzad a golpearla o utilizad fuego si hace falta. No podemos dejar que el ritual finalice. Debemos destrozarla antes. ¿Driade puedes debilitar la dura piel de la calabaza o revitalizar a Cecil? Está malherido comenzó a decir al grupo que iba con él. - Animo Cecil un último reto antes de descansar. Mama y papa dependen de ello.

Los orcos te obedecen pese a que solo uno de ellos entiende el común. Éste les da voces y se lanzan con las hachas a talar la enorme calabaza. Uno de ellos, el herido por el oso, se lanza ciego de rabia. Otro también acierta encontrando un punto débil en la durísima piel naranja. La sabia comienza a manar por las hendiduras que esos dos valientes guerreros han hecho.

La dríade se acerca a la comadreja y la acaricia aunque no puede curarla y te lo hace saber mediante gestos. Así pues, se lanza con su daga de madera oscura a por la calabaza pero no logra atravesarla.

Te diste cuenta que tardaríais un buen rato en acabar con eso. Esperabas que tus compañeros se dieran prisa y, por supuesto, que no se encontraran frente a frente con el siniestro druida.

El trabajo se iba a alargar, estaban dañando muy lentamente. Junto con los orcos y la driade, Hardem y Cecil también rodearon la calabaza poniéndose uno en el lado opuesto del otro. Era cuestión de vida o muerte y ambos atacaron al unisono a la gran calabaza. Cecil atacó con dureza, estaba herida pero sabía que su amo estaba nervioso por lo crítico de la situación sin embargo Hardem, tan poco habituado al combate cuerpo a cuerpo fue incapaz siquiera de acertar el golpe con su bastón.

- Necesitamos fuego, si la quemamos acabaremos con ella más rápido. dijo avisando a los orcos.

Los dientes de la comadreja gigante también hacen mella en la corteza durísima de la gran calabaza.

Los orcos continuaban talando la calabaza. Con aplomo y furia, comenzaron a romper grandes cantidades de corteza. La savia caía a borbotones y el campo comenzaba a inundarse con esa sustancia oscurecida por la magia negra.

Tarde o temprano aquellos soldados acabarían con la invocación pero ninguno de tus compañeros había llegado aún, por lo que tu preocupación iba en aumento. ¿Habrán tenido problemas con las raíces? ¿Estarán heridos? Y lo más importante: ¿dónde estará el Pastor de Calabazas ahora mismo?