Partida Rol por web

Diara siente de inmediato el subidón. La coca parece buena, lo que es normal considerando que los que la dejaron allí son del cartel de Tijuana. Su corazón bombea más deprisa, lo que contrariamente a lo que pudiera suceder con otras personas, en su estado la hace sentirse de lo más normal.

Los dos seguratas de la puerta la miran caminar, con ese contoneo sexy. Su apariencia de mujer de clase alta no les pasa desapercibido, ni sus modales. El negro le abre la puerta, mientras el blanco sonríe invitándola a pasar con la palma de la mano. Al girarse un momento, puede ver que se ha bajado las gafas de sol, y estaba contemplando el espectáculo que deja adivinar la parte trasera de su falda.

El interior de la discoteca se presenta como suele: ruidoso y psicodélico. Hombres con camisa, algo sudados por el alcohol y el baile, comparten pista con chicas embutidas en sus provocativos vestidos, que bailan al son de la música electrónica. Diara está acostumbrada a ver eso, pues ella ha estado en ese tipo de fiestas.

Desde el segundo par de puertas, puede ver la disposición del atronador local: una pista central, una barra, una pista lateral y un pasillo desde donde se accede a la zona VIP, custodiado por un segurata. A parte, claro está, la cabina del DJ y las "torres" donde bailan las gogós.

El policía negó cuando le pasaron la droga, él no caería tan bajo, sus principios eran más fuertes que cualquier musculo de su cuerpo....salvo cuando Diara se le echó encima con la vista perfecta de su escote y dado que le habían dejado una mamada a medias o eso creía recordar, su "pistola" se puso más dura que un garrote campurriano.

Cuando ella abandonó el coche, no hizo caso a Tronick, solo al culo de la piba, lo normal. A continuacion salió del coche y se cruzó de brazos, imitando a alguien que esperaba a alguna persona del piso de arriba o algo así. Tenia la pipa bajo la axila.

Tronick anda patizambo con su perpetuo cigarrillo con filtro hasta la puerta trasera y se mete la raya por el camino, cogiendo la coca de su bolsillo y "oliendola"... mas que aspirar parecia oler la droga.

- Joder, huele a culo.

Una vez en la puerta trasera empieza a andar de un lado a otro sin poder estarse quieto. Mirando detrás de el con paranoia a ver si habia alguien y urgando en un cubo de basura cercano a ver si encontraba algo útil. Todo esto antes de cargar debidamente la pistola. En cuando saliese el ruso ese le hincharia a tiros. Y si no salia por ahi, seguro que si lo hacia algun marica... El antro ese tenia pinta de ser el templo del pecado y la decadencia de la cultura occidental.

Se quitó las gafas de sol cuando entró a la discoteca, se sentía muy viva, le encantaba esa sensación que tenía colocada y más en la situación en la que se encontraba, por eso mismo estaba enganchada.
Miró a su alrededor observando a la gente que allí se encontraba, caminaba contoneandose entre las personas que estaban en la pista, agarrando con fuerza su bolso para que nadie se lo arrebatase.
Fue directa hacia la sala Vip deteniéndose al lado del segurata:

- Estoy buscando al Sr Glushenko, tengo un negocio que proponerle- dijo al gorila mirándole a los ojos, como si lo que estuviera diciéndole era cierto, en parte lo era..

Una poderosa mano negro detuvo a Diara. Frente a ella, la cara de poker, una expresión de bulldog desapasionado totalmente. Era un gordo negro, pero parecía que estaba fuerte.

-¿Y que negocio ese ese? -preguntó.

Patrick se queda allí, aburrido. Los minutos pasan despacio, y le inquietan. Pasan algunos peatones, y otros coches aparcan por allí cerca, pijos y pijas que van a la discoteca.

El poli irlandés comienza a sentirse mal. El corazón le late más despacio, y una extraña somnolencia comienza a adueñarse de él.

Tronick siente que el colocón ha sido malo. Menos mal que la coca tiene un efecto relativamente corto. Caminando, llega hasta el callejón trasero de la discoteca, donde existe una única puerta de metal cerrada que, imagina, debe comunicar con la despensa, pues aparte de los cubos de basura existen algunos cartones de bebidas y cajas llenas de latas de coca-cola vacías.

Lo más significativo del lugar, es la presencia de un par de personas: una puta y su cliente. Están de espaldas a Tronick, pero por la posición arodillada de la tipa (parece chicana, o de por ahí), los movimientos de su cabeza y la postura del fulano apoyado en el cubo de basura y sus gemidos, tal parece que le estuviera haciendo una limpieza de sable.

- Vengo de parte de Don Kin, a hacerle una oferta muy interesante- sacó del bolso una pequeña bolsita con coca dentro para que comprobara que es verdad.

El segurata parpadea, estólido.

-¿Eres un camello? Cuando quieran droga, te avisamos. De momento, vete a vender tu mierda a los de la pista.

Se cruza de brazos.

- No soy ningún camello, soy una puta de lujo y vengo a darle placer a tu jefe, al sr Glushenko- le miró levantando una ceja, como si se hubiera sentido ofendida. Aunque no lo pareciera estaba bastante impaciente.

El segurata te mira de arriba a abajo, como evaluando la "calidad del material". Luego, toma la radio que lleva a la cintura y mantiene una corta conversación. Al cabo, la cachea superficialmente, con desgana. Por fortuna, sus manos pasan cerca de la pistola, pero no dan con ella. Le hace un gesto.

-Puede pasar.

El interior de la zona VIP tambien se presenta jerarquizado. Hay un pasillo central, surcado por un conjunto de mesas circulares con sillones continuos en semicírculo forrados de azul. En ellos, ríen y se meten alguna que otra ralla personas de clase alta, en su mayoría blancos, aunque tambien algún chino y negro. Las camareras pasan por allí, sirviendo bebidas para paladares selectos en copas de impoluto cristal.

No obstante, cada x metros existe un acceso a un salón privado, de similares características pero con sofás y sillones de más calidad y una música e iluminación diferentes a la del resto del local. Allí, la música es suave. Algunos de esos reservados están vacíos. En otro, al asomarse, Diara puede ver en la semipenumbra a un negro sentado en el sofá, y encima de él una chica blanca con la falda subida hasta la rabadilla, sin ropa interior y... en suma, follándole con energía.

Tras esta escena digna de Eyes Wide Shut, la chica localiza el reservado del ruso. Él está sentado con un tipo blanco bien vestido y dos chicas. Una con traje negro y otra con traje rojo. Un matón trajeado y enorme, con aspecto de ruso monta guardia en la puerta, y algunos más dentro de la habitación, silenciosos.

Sean se llevó la mano al pecho, algo iba mal, pensó, unos segundos en echarse mierda. Pero no. Se giró y vio a un tipo con una chica, se acercó a este, como cual salido.

-Me mola tu piba, maricón. Te voy a partir la cara.

Patrik se interpone delante de un pijo blanco con aspecto de cachas de gimnasio. A su lado, va una zorra rubia vestida informal (bastante guapa), con tejanos. Parece que estos iban a algún pub, o a otro sitio... quizá iban a coger su coche. En realidad, eso es algo que a Patrick le da igual.

El pijo se pone por delante de su novia, encarando a Patrick. Le mira bien, y ve que está sudando un poco. Parece un colgao, pero un colgao fornido.

-¿Como has dicho, gilipollas?

Le mira a los ojos, sacando un poco de músculos.

La nariz del irlandes se pegó a la del pijo, amenazante. Sacó pecho, como si fuera un pavo real en algún aviso de que podría haber golpes. Se echó hacia atrás y le golpeó con la cabeza en la nariz, intentando luego golpearle con la rodilla en el vientre y acto seguido, una patada en los huevos. Al estilo irlandes.

El cabezazo en la cara da al pijo, rompiéndole la nariz. El rodillazo da en la pierna, pero igualmente hace que se resienta. Mientras, la patada en los huevos le da de refilón, no alcanzándole en el pelotamen.

En un postrer esfuerzo, el pijo lanza un puñetazo que da al vacío. La chica rubia chilla.

Doherty sintió algo de remordimientos, pero al menos había salido con vida de aquello.
Sujetó al tipo por la camisa.

-Escucha, chaval, solo quiero la droga. Dáme tu mierda y lárgate.

El pijo niega, acojonado. Su chica ha dejado de gritar y ahora mira a Patrick con fijeza y algo de espanto.

-No llevo droga encima, tio, te lo juro. Si quieres la pasta te la doy, pero droga no llevo.

Su novia lo mira con algo de rabia. Quizá se pensaba que su media naranja tenía mas pelotas en esa clase de situaciones.

Doherty soltó del todo al chico. Sacó un clinex y se lo pasó.

-¡Y sigue así, sin meterte mierda! anda, vete.

Dijo dándole una palmada en la espalda. Empezó a sentirse mejor, la adrenalina del combate le sirvió para mantenerse un poco. Sin embargo, empezó a ver de otro modo el echase mierda, debería empezar a asimilar que la necesita.