Partida Rol por web

Creación, Olvido.

El Mundo.

Cargando editor
14/04/2015, 18:12
Sevoriam

Sevoriam se había mantenido tranquilo, observando todo lo que podía ofrecer ese mundo y, sobre todo, calculando cual sería su siguiente paso para hacer de ese lugar una auténtica prueba para todo lo que viniera después. Vio montañas alzarse y ríos y lagos crecer en un instante ante sus ojos mientras sopesaba que era lo que había que hacer, y se dio cuenta de una cosa. En ese mundo parecía estar muy delimitada cada zona, unas de agua y otras de tierra, por lo que usando los poderes de Ser'Durk, Sevoriam alzó las aguas muy por encima de su límite normal e hizo que arrasaran parte de la zona situada al norte de Durk-hael, haciendo que el agua se quedara en algunas zonas más que en otras, pues ese suelo, hecho por las raíces del Primer Árbol era irregular, y en unas zonas se llenaban de agua por completo y otras parecían ser pequeños islotes, pero no muy seguros pues algunos se hundían bajo el peso.

Podía hacer que ese movimiento continuara, pero quería experimentar, y durante mucho tiempo que para el dios fue unos pocos parpadeos, pudo ver como ese agua era absorbida por algunas raíces mientras que otras morían bajo la sustancia líquida, pudriéndose y deshaciendose, formando parte de ese agua que empezaba a adquirir un tono marrón verdoso. Una sonrisa surgió en el rostro del dios cuando, aprovechando esas raices que habían aguantado, las otorgó más valía y empezaron a subir ligeramente hacia arriba, imitando a Durk-Hael pero sin ser tan exageradamente altos, quizás llegaran a la decena de metros. 

Observó que todas sus creaciones estaban en un mismo lugar, y con un solo paso cruzó el mar que separaba esa porción de tierra de la otra, más terrestres y áridas donde el ser de su hermano Sargolax seguía creando esos survos y movimientos. Quedaban pocas raíces en ese lugar, y Sevoriam optó por dejar un regalito. Con un gesto, parte de su ser hizo crecer unas plantas cilíndricas repletas de pinchos. No sabía por qué, pero su interior le impulsó a realizar dos cosas en esa planta. La primera que su esencia, su estructura, podría llegar a ser vañida y asimilable para otras formas de vida, pero entonces se dio cuenta de que en ese lugar no podía dejar nada de regalo, por lo que las cubrió de unas púas venenosas para que tuvieran que hacerse valer para aprovechar ese recurso.

Cargando editor
14/04/2015, 18:52
Urdamesh

Mientras Urdamesh mantenía casi toda su atención centrada en otra parte, gracias a las actuaciones de sus hermanos la tarea de poblar al mundo de diversas formas de vida fue avanzando poco a poco… alguna de las cuales se encontraron con los Cristales Il, y siendo estos una fuente de luz y calor como eran, algunas de estas formas no tardaron en adaptarse para aprovecharlos. Y de los nuevos seres que surgieron de dicha adaptación, la Miruvóre fue la primera.

Creciendo en anillos concéntricos con el Cristal Il que le proporciona la luz y el calor que necesitan para desarrollarse, sus raíces pueden extenderse hasta un par de docenas de metros alrededor de este, de las cuales surgen una especie de tallos que terminan en un bulbo relleno de líquido, habiendo bulbos de dos tipos. Aunque todos ellos contienen agua fresca varios tienen también un veneno que mata casi al instante, haciendo que las desafortunadas victimas que se acercaron a obtener agua acaben siendo fertilizante para la Miruvóre. Además, aunque el veneno desaparece del bulbo con el tiempo, la planta lo segrega aleatoriamente entre todos sus bulblos, por lo que siempre hay la posibilidad de ser envenenado.

Cargando editor
14/04/2015, 19:26
Gargoltar el Forjador

Gargoltar dio un paseo por el mundo, observando como avanzaba. Sus hermanos lo estaban poblando de bellas creaciones, pero sin duda la que más le impactó fue la vida. La primera vez que se cruzó con algo que la poseía, se quedó un largo tiempo observándolo, a pesar de ser una simple vida de forma vegetal. Vio, maravillado, como crecía y como, finalmente, murió. 

Aquella era la respuesta. O, al menos, parte de ella. Se suponía que debían crear vida para enriquecer aún más el mundo. Las piezas de aquel rompecabezas empezaban a encajar en la mente del Forjador. Quizás aquel acto consiguiera llenar el vacío que parecía haberse formado dentro de todos ellos. Quizás para eso estaban ahí. Pero un rápido vistazo a lo que encontró durante su paseo le bastó para comprender algo. Él no podía hacer lo que estaban haciendo sus hermanos. O, si podía, no quería. Sabía cuales eran sus gustos, afinidades y poderes, y aquellas formas, aunque le fascinaban, a la vez le resultaban extrañas y totalmente ajenas. No, lo que él creara debía salir de su ser, no limitarse a la mera imitación. 

Con esos pensamientos, volvió a recluirse en la Forja Primigenia durante algún tiempo, pensando. Finalmente, llegó a un plan, aunando su talento para crear con sus otros dones, y también haciendo uso de los recuerdos de su camino hasta Ruth-Adum. Iba a necesitar algunas cosas, y el primer paso sería obtenerlas. Por fin se decidió a salir de su reclusión, y al hacerlo, miró al cielo. Pero no a Garganta, ni a Ilkáne, si no más allá. Mucho más allá, más allá de estas o de las constelaciones que habían creado sus hermanos. Lo que necesitaba se encontraba más lejos. Finalmente, lo encontró. Con satisfacción estiró sus brazos hacia el cielo, en la dirección en la que estaba mirando... Y así se quedó, totalmente quieto. Permaneció así durante un tiempo que para cualquier ser mortal habría sido increíblemente largo. Incluso para un dios, fue más que un par de parpadeos o un suspiro, aunque nada inabarcable. 

Se necesitaba la vista de un dios para darse cuenta de que, aunque Gargoltar no se había movido, había aumentado de tamaño, poco a poco, hasta alcanzar una envergadura realmente colosal. Además, algo se movía en los cielos. Finalmente, la postura del dios cobró sentido cuando lo que había llamado terminó de llegar a él. Parte de la más lejana creación de Padre, unas estrellas cercanas a la roja nebulosa donde fue consciente por primera vez de su ser, se acercaban al orbe terrestre. Estos cuerpos celestes gustaron desde el principio a Gargoltar por su composición, y gracias a ella había podido encontrarlos, y ahora, reclamarlos. 

Lo que podría haber sido un impacto apocalíptico en la superficie del planeta, o haber supuesto la destrucción de alguno de los elementos celestes de la creación, se quedó en absolutamente nada. Los cálculos sobre la trayectoria adecuada de aquellas lejanas estrellas les permitieron evitar cualquier colisión, y el propio dios los recogió a bastante altura sobre el suelo, reduciendo su velocidad con su dominio sobre los metales antes de atraparlas. Allí las tenía. Tres pequeñas estrellas, hechas de una serie de metales que a él mismo le habría costado replicar, y con los restos de Padre aún en ellas. Éso era lo complicado. Con algo de tiempo, podría haber replicado su composición. Pero no la energía divina que había estado presente en su propio nacimiento. No, éso sobrepasaba los dones que le habían sido concedidos, o eso pensaba. Pero ahora podría aprovechar aquel remanente. 

Lo primero que hizo fue separar el metal más duro de todos, y con parte de él crear lo que sería cuna de vida para sus creaciones: el Yunque Estelar, que situó en el interior de la Forja Primigenia, en un lugar privilegiado. Formado totalmente de Titanita Estelar, que casi podría asegurar que era el elemento más resistente de toda la creación... Pero que era extremadamente difícil de encontrar. El resto de aquel elemento lo guardó en una de las dependencias de aquel edificio, listo para ser usado en el futuro de ser necesario. 

Con el resto de aquellos metales se puso a trabajar encima del recién creado yunque, golpeando con su martillo una y otra vez, e intentando alimentar los restos de la chispa de Padre que quedaban allí, usando la suya propia como fuente de energía. Sin duda, aquello le dejaría agotado... Pero no se le ocurría otro modo de hacerlo. Finalmente, tras mucho tiempo incluso para el estándar de los dioses, se volvió a sentir complacido. Si el Yunque era la cuna de su creación, acababa de crear la materia de la que estaría hecha. Había creado el metal vivo. Observó con curiosidad su comportamiento, un gran ente plásmico totalmente amorfo, que realmente no tenía consciencia ni vida compleja. Aún no era un ser por sí mismo. Pero eran los inicios. Poco a poco, Gargoltar empezó a trabajar, recordando lo que habían creado sus hermanos, y atreviéndose a ir más allá. Aún parecían estar ciegos. Incluso aquel de entre ellos que se regocijaba con el fin y la muerte, no parecía ser consciente de ese hecho. Todo encontraría su final tarde o temprano. Pero no podían dejar que eso ocurriera sin más, y que los cuerpos de aquellas criaturas se quedaran ahí, apilándose. 

Debían pensar en todo. Debían ir más allá, y buscar la eficiencia y el equilibrio. O, al menos, así lo veía Gargoltar. A él no le valía una creación desequilibrada y que se condenara a sí misma. Debía ser un sistema perfecto, que contemplara tanto los principios como los fines. Y el Forjador hizo su aportación al mundo pensando precisamente en eso. 

En primer lugar, pensó en lo que ya habían hecho sus hermanos. Algo que, según parecía, todos coincidían en llamar árbol. Los había de distintas formas, pero eran un tipo de vida relativamente simple, y que el dios pensaba que podía crear sin mucho trabajo. Pensando en eso, con sus herramientas y parte del metal vivo, trajo al mundo los primeros Árboles de Gargoltar.

Más aquello era sólo el principio, y el dios lo sabía. En su esquema mental, aún faltaban más elementos. Y así, siguió con la creación de vida "vegetal", creando la Hierba Férrica, las Flores Magnéticas y las Acumuladoras.

  

Pero aún quedaba más. Mucho más. El martillo subía y bajaba. Sin duda, si hubiera podido, el cuerpo del dios habría reflejado algún síntoma de cansancio. Pero su esencia estaba más allá de eso. No comprendía el cansancio, aunque sí la energía y la falta de ella. Pero debía completar aquello, dejar todo perfectamente cerrado. 

De momento, las formas de vida vegetales ya estaban. El siguiente paso era controlar su expansión, y para eso debía diseñar seres que las controlaran de algún modo. Y puede que el método de control más efectivo y, a la vez, simple de programar en sus creaciones, fuera el alimento. El siguiente paso, por tanto, sería más complejo. Algunos de sus hermanos habían creado grandes seres, complejos sí, pero únicos. Él sería el primero en masificar la complejidad, en poblar el mundo de ella, pero de forma ordenada. De ese pensamiento, surgieron sus dos primeras creaciones vivas complejas, los pacíficos Forrajeadores Metálicos y sus parientes lejanos, los Forrajeadores Astados.

 

Aquello iba tomando forma. Pero se dio cuenta de algo, y antes de pasar a aquellos que cazarían a los anteriores, creó dos seres más que se alimentarían de las plantas metálicas del dios: los Cuidadores de Árboles y los Canto Argénteo.

 

Tras dejar resuelto aquello, pasó a idear una especie que mantuviera bajo control a las cuatro anteriores. Y finalmente, tras varios fallos de diseño y pruebas, dio con un diseño lo suficientemente ágil y a la vez potente, como para poder tumbar incluso a los grandes Cuidadores de Árboles. Y los llamó Depredadores de Forja. 

Y, finalmente, creó el ser que cerraba aquel ciclo vital, que se ocuparía de los restos de todos aquellos seres cuando el fin les alcanzara y la energía a la que se llamaba vida escapara de sus exánimes cuerpos. Con herramientas más precisas y mucho más pequeñas, y muchísima paciencia, además de un diseño delicado pero extremadamente funcional, el Forjador dio vida a los enjambres de Recicladores.

Tras aquel duro trabajo, empezó a introducir directrices de comportamiento dentro de todos ellos, antes de tomarse un descanso para recuperar energías. Aquel había sido un esfuerzo titánico, pero de veras esperaba que diera sus frutos. 

Cargando editor
15/04/2015, 10:17
Meseth

Por fin el Forjador había dado un paso adelante y había movido ficha en el inmenso juego que estaba resultado toda la Creación, y su hermano Meseth se sintió complacido. No por la hermosura o complejidad de sus creaciones - tenían un Principio y un Fin, y para Él, era más que suficiente - sino porque las miles de formas de vida distintas que comenzaban a poblar el planeta le permitían estudiarlas y corromperlas para salpicar aquella mota de polvo con más de su esencia.

Ya había creado una forma de vida microscópica, y la Miasma recorría el planeta con una letalidad apabullante, por lo que el Escriba se permitió aumentar la escala de sus mutaciones. Primero, centró su atención en los enjambres de Recicladores que brillaban con la luz diurna, y pensó que les faltaba algo, un detalle que él encontraba imprescindible: la capacidad innata de matar indiscriminadamente. Por eso tomó a muchas de las criaturas de su hermano y las arrastró con su negro manto, sumiéndolas en los horrores que se escondían en la oscuridad que formaba el cuerpo de Meseth. Y así, emergiendo como si fueran uno solo, millones de insectos tomaron el planeta con el estigma de la Muerte marcado a fuego en su código genético.

Algunos se arrastraban por las sombras y la noche, tentando a los demás con pequeñas luces para después atravesarlos con un aguijón duro como el metal del Forjador. Otros aprendieron a imitar las flores que ya poblaban los jardines del planeta para fundirse con el entorno, y así cazar a sus víctimas sin ser vistos. También surgieron depredadores que excavaban la tierra y se mantenían agazapados, a la espera de atrapar a su presa. Y Meseth vio que eran cazadores letales para los demás insectos, aunque no serían rivales para las criaturas de mayor tamaño.

Ý el Escriba del Destino vio que cumplían su cometido. Ocultos entre las sombras, la tierra y la vegetación, sus insectos cazaban y devoraban sin medida, y vio que era bueno, pues así Él mismo se alimentaba. Y eso volvió avaricioso a Meseth, porque pensó que cuanto más grandes fueran los seres, más saciarían su apetito.

Así que decidió ser menos cuidadoso, y cogió más criaturas vivas y las envenenó hasta lo más intimo de su ser, corrompiendo sus entrañas y su voluntad. Algunas las volvió lentas, más rocas que bestias, observando el mundo a través de sus apáticos ojos. Otras las condenó a ser saqueadoras, ladronas y asesinas, sumidas en las sombras de la noche, alimentándose de los cadáveres o de los huevos de otras criaturas. Otras las convirtió en una mera burla de lo que habían sido, obligándolas a alimentarse de las hierbas y flores que antaño habían jurado proteger.

Y Meseth estaba eufórico, porque cada criatura era más hermosa que la anterior a sus ojos. 

Cargando editor
16/04/2015, 01:12
Urdamesh

Mientras revelaba a sus hermanos en el salón de los tronos la existencia del extraño cristal que había encontrado y el mensaje que contenía, una parte de la mente de Urdamesh volvió su atención a la esfera, viendo lo que en su ausencia había ocurrido en ella. Vio la creación de vida de sus hermanos, así como la alteración de parte de esta por Meseth… e incluso por sus propios Cristales Il, algo que nunca había planeado, pero que sin embargo fue de su agrado. Sin embargo, sentía que no era suficiente, así que llamó a los Idhúns, aquellos pequeños seres de fuego que crease antes incluso de descubrir la esfera y los envió a recorrer todos los rincones de esta, para que llevasen su esencia a todas partes y diesen forma a nuevas vidas.

 

En la primera vuelta, los idhúns surcaron veloces los cielos, observando toda la creación mientras que algunos de ellos daban forma a una especie de plantas voladoras de forma globosa, alimentándose de cualquier partícula o pequeño animal lo bastante desafortunado como para cruzarse con ellas en su viaje.

En la segunda vuelta descendieron a la superficie, llegando a montañas y valles, desiertos y océanos, glaciares y pantanos y a otras muchas partes hasta llegar a cada rincón. Algunos dieron forma a plantas que tornaban en fuego el frio glacial, mientras que otras encontraban agua incluso decenas de metros bajo la superficie. Algunas se anclaban al fondo de los océanos y crecían hasta alcanzar docenas e incluso cientos de metros de longitud mientras que otras crecían en montañas alimentándose de la propia roca. Varios llegaron a los pantanos y dieron lugar a plantas que se alimentaban de los restos de otros seres y producían bolsas de aire a su alrededor como resultado, e incluso hubo otras que alcanzaron el Reino de la Noche Eterna, y formaron flores tan hermosas como mortales, en consonancia con aquella tierra.

En la tercera vuelta descendieron a las cavernas de Infra, donde algunos de ellos dieron con el Jorium y en aquellas zonas donde este y los Cristales Il surgían, dieron lugar a lugar a un organismo que se alimentaba de ambos, formando burbujas de un líquido tan nutritivo como peligroso.

Y no se detuvieron ahí, sino que siguieron su recorrido…

Cargando editor
16/04/2015, 13:37
Meseth

Recuperado ya del agotamiento sufrido tras llenar de mortíferos insectos y otras abominaciones el planeta, Meseth decidió dar rienda suelta a las criaturas que llevarían Su Voluntad a las demás criaturas. Porque, sí, estaban bien los pequeños y letales insectos, pero no eran rivales para otras bestias mayores. ¿Cómo se alimentaría de sus esencias y sus espíritus entonces? Así que decidió trastornar aún más a las criaturas de sus hermanos, sobre todo aquellas más feroces y salvajes, para liberar su faceta más siniestra.

Ya había creado seres que se alimentaban de carroña pero aún necesitaban un rival mayor, un auténtico depredador que fuera el terror de las bestias de la tierra. Tomó a los depredadores de forja de su hermano y los cubrió de piel, músculo y huesos, y les imbuyó con la voluntad de enfrentarse a toda criatura viva sin importar su tamaño. Y Meseth alcanzó un estado semejante a la felicidad.

Entones decidió que probaría a poblar los mares, pues por ahora ninguno de sus hermanos lo habían hecho salvo por algo de vegetación, y buscaba incitarles a darles más ideas. Así que cogió un puñado de miasma y lo llevó hasta el agua, y ésta se retorció y burbujeó, liberando criaturas de aspecto gelatinoso pero con una gran capacidad de adaptación. Pero eran demasiado sencillas, y no serían rivales para sus futuros vecinos, por lo que el Escriba generó bestias a medio camino entre varias especies, lo suficientemente trastornadas como para cazar sin sentir necesidad de alimentarse.

Y luego posó su mirada carente de facciones a los cielos, y pensó en lo maravilloso que sería entregar la muerte desde allá arriba, sin que sus víctimas fueran capaces de defenderse. Y extendió su voluntad a las capas exteriores del planeta y la realidad se deshizo para luego reafirmarse, tomando forma de pequeñas criaturas de alas coriáceas, a medio camino entre la vida y la muerte. También otras más grandes, que acecharían en los ricos y montañas, para luego lanzarse en picado para entregar el Don de su Padre.

Cargando editor
16/04/2015, 15:56
Zavara

Zavara sentía la vida de la esfera, y quería dar por fin paso a su propia interpretación de lo que podía ser la vida. Sus hermanos ya estaban poblando el mundo con criaturas asombrosas -y, algunas de ellas, peligrosas- de modo que ella no podía quedarse atrás.

Una parte de su ser descendió y se posó en el Bastión Helado, justo donde Abhan yacía durmiente bajo el hielo. Mirando hacia el oscuro horizonte, viendo más allá, meditó durante unos instantes. Tras estos momentos de pausa, alzó ambos brazos, y empezó a moverlos rítmicamente, creando ondas invisibles en el cielo y describiendo uno de sus ya característicos bailes elegantes. De sus dedos empezaron a desprenderse partículas blancas, azules, rosadas y verdes que volaron con el viento, llegando a montañas y llanuras cercanas, pero algunas de ellos fueron incluso más allá, alejándose de las zonas heladas y nevadas y llegando a los reinos de sus hermanos.

De esta forma, las partículas encontraron su lugar en el mundo, y brotaron desde el suelo definiendo formas distintas. Zavara siguió a un grupo en concreto que se reunió de forma natural cubriendo una extensa zona pero dejando, justo en su centro, un círculo inmaculado. Supo entonces que allí debería crear un santuario de paz y protección para la nueva vida que creara ella y también sus hermanos. De esta forma, mientras los Miraye, árboles de hoja blanca y translúcida, crecían a su alrededor, Zavara abrió la tierra y depositó allí una acumulación de agua.

Aquí atenderé los deseos de las criaturas inocentes, y sus ofrendas servirán como mensajeras de sus plegarias. Si son dignas de mi compasión, tendré en consideración sus lamentos, y daré cobijo en este mismo lugar a aquellos que huyan de los peligros.- dijo mientras jugaba con el agua, dejando parte de su esencia en ella.- Y, del mismo modo, condenaré a los seres que se atrevan a traer el conflicto y la desgracia a este lago. Desde ahora, te llamarás Ani'layan, porque serás el Refugio de los Protegidos.- anunció al lago.

Hecho esto, volvió a las misma montaña donde había bailado, y allí recogió nieve y la moldeó para crear pequeños y grandes dragones parecidos a los dragones de fuego de su hermano, aunque de naturaleza totalmente opuesta. A los grandes les concedió fuerza y resistencia, aunque les prohibió usarla a menos que fuera en caso necesario. A los pequeños, les concedió velocidad y astucia para que se movieran con sigilo.

Como acción final antes de reposar, Zavara se arrancó un mechón de pelo, que rápidamente se tornó blanquecino. Lo soplo y dejó que volara con el viento, y en su vuelo se transformaron en diminutos insectos que en seguida se pegaron a algunas de las plantas del mundo, cubriéndolas de agua y transportando sus semillas a cambio de consumir cualquier fruto o resto orgánico que no necesitaran.

Cargando editor
23/04/2015, 07:03
Mirari

La estrella fugaz desprendió un brillo tan bello que su cabellera parecía un camino perlado en el cielo, Luzbella estaba actuando por órdenes de Mirari.

Desprendió primero perlas blancas, que al regarse por el mundo, se transformaron en semillas, tan varias y pintas como las creaciones de la diosa, pero cada una de ellas se defendía a su manera.

Tres fueron los primeros.

Cargando editor
23/04/2015, 15:31
Sargolax
Sólo para el director

Mientras el dios de la oscuridad buscaba la manera de obtener información del extraño cristal que había encontrado su hermano, una pequeña parte de él aun seguía centrada en su creación en el mundo.

Infra estaba casi lista para sus planes. Nuevas criaturas surgieron en la oscuridad y las uso para dar forma al mundo una vez más.

Hizo que algunas de las cuevas se abrieran para dar accesos entre Infra y el mundo de la superficie, cada uno como un reto, pues como siempre, el conocimiento que se esconde en la oscuridad no siempre es fácil de alcanzar

Se centró especialmente en el futuro hogar de sus primogénitos directos, pues aunque había llenado el mundo de criaturas magnificas, precisaba de una criatura mejor, capaz de generar conocimiento mas allá de la mente de su creador. Su plan fue progresando e incluso una de las razas que aparecieron empezaba a cumplir con sus expectativas... más aun quedaba un poco para que la oscuridad de Infra conociera a su ceración maestra.

Cargando editor
23/04/2015, 22:17
Mirari

El mundo se llenó de plantas, pero Luzbella seguía lanzando perlas. Pero estas eran diferentes.

Las que cayeron al mar, se mezclaron con las lágrimas de Mirari y dieron en su lugar a una especie que regiría las estaciones del mundo.

Las otras cayeron sobre las zonas de Mirari y denotaron ser plantas a imagen y semejanza de la diosa. 

Cargando editor
24/04/2015, 22:21
Sevoriam

Sevoriam apareció en el mundo de nuevo sin dejar de estar con sus hermanos, pues tenía en su interior la energía para crear diferentes formas de vida, usando sus energías, la de sus hermanos y algunas de las creaciones que ya habían para poder crear diferentes criaturas, de varios tipos diferentes.

Cargando editor
26/04/2015, 00:18
Urdamesh

Los Idhúns siguieron su recorrido por la esfera, pero ahora en sentido ascendente, volviendo a dar forma a nueva vida, pero con mucha mayor intensidad, distinta a lo que habían hecho anteriormente.

Volvieron a recorrer las cavernas y túneles de infra, algunos se sumergieron en los ríos de magma que en ella había y viajaron por ellos llegando a todas partes, ascendiendo a la superficie en forma de erupciones, mientras que otros lo hacían por cuevas submarinas o túneles que se abrían a cielo abierto. Recorrieron bosques y desiertos, ríos y océanos, praderas y montañas, cubrieron la superficie, surcaron los cielos y en cada lugar daban forma a algo distinto. En ocasiones usaban animales creados por los hermanos de su señor, en otras les daban forma desde cero. En gran parte de ellas apenas depositaban una brizna de la esencia de su señor, en otras, algo más, y en unas pocas, gran cantidad de esta y de su propia energía eran usadas para moldear nueva vida. Grandes y pequeños, pacíficos y peligrosos, seres de todo tipo surgieron en todas partes, animales que se unieron a los que ya habitaban en esta, dotando a la esfera de todavía mayor riqueza. Y cuando hubieron acabado, ascendieron hacia el firmamento, buscando volver al lado de su señor, e iluminando los cielos de todo el mundo con ello, pues su número era inconmensurable.

 

 

Pero no todos regresaron…

Cargando editor
26/04/2015, 19:39
Zavara

Una parte de Zavara permanecía en el mundo, caminando por la nieve de las montañas cercanas al Bastión Helado. Mirando a su alrededor, observó sus propias huellas y sonrió. Con toda la inocencia, empezó a jugar con la nieve: cogió algunos puñados y los lanzó hacia el aire, y también hizo formas con ellas. Cada vez que encontraba una nueva forma de entretenerse con la nieve, nacía un nuevo tipo de criatura en el mundo, pues eran hijos de la nieve que ella tocaba.

Como la nieve que cae, esos seres fueron apareciendo en silencio y paulatinamente, pero no eran simples muñecos de nieve, sino animales con vida y libertad.

Cargando editor
27/04/2015, 13:23
Meseth

Mientras sus hermanos y hermanas creaban más vida y luchaban con todas sus fuerzas por desentrañar lo que escondía el cristal que Urdamesh había encontrado, el Dios de la Muerte tenía su atención dirigida a otro punto. En algún lugar de Ruth-Adum, en unos niveles inferiores que hasta ahora no existían, bajo una espiral de escaleras mohosas y semiderruidas, aguardaba una habitación. Iluminada por unas antorchas de un verde enfermizo, y con las paredes cubiertas de huesos, era evidente la voluntad de qué dios había forjado aquel lugar. Largas mesas manchadas de sangre y fluidos internos sostenían cadáveres de todas y cada una de las especies que ahora poblaban el planeta. Cadáveres que aún vivían en una suerte de agonía eterna, pues así había sido la voluntad del Escriba.

Allí, atrapado en una jaula de cristal ennegrecido, agonizaba una de las pequeñas criaturas en llamas de su hermano Urdamesh. El Dios de la Muerte lo guardaba para futuras investigaciones, pero no había contado con el valor que su padre y creador le había imbuido. Alejado el guardián de aquellas instalaciones, la criatura de fuego se liberó con un torrente de llamas, incinerando aquel sitio de paso para evitar que se volvieran a realizar más atrocidades. Con un silbido de júbilo salió de allí para reunirse con sus hermanos.

Sin embargo, la pequeña criatura provocó algo más que la liberación final de aquellas criaturas. Su inesperada acción abrió una jaula que no debía ser abierta. Un experimento a medias que no estaba previsto terminar, y que liberó una abominación de carne y huesos que gorgoteaba a cada paso. Y esa criatura descendió al Mundo para vagar por el submundo, dejando sangre y vísceras tras de sí. Para alimentarse una y otra vez. Y para morir una y mil veces.

Cargando editor
28/04/2015, 06:00
Mirari

Mirari vio la creación, y sonrió, ahora había vida, pero todo era en su mayoría salvaje, las especies que quisieran sobrevivir tendrían que luchar en demasía.

Suficiente dijo y su voz resonó hasta el mundo mismo. Es hora de darte mi regalo.

Le habla a esa nueva energía, la vida.

Lamentablemente no podre anular a mis hermanos, por lo que la competencia por sobrevivir será feroz, pero si podre amortiguarla, estos son mis 5 dones que te ofrezco.

Extendió su ala izquierda y de ella salió un ser que se parecía a las plantas Esbi. No coloco esa forma de vida en la esfera pero se aseguró que comieran ahí

Mis Gomazoas extenderán la materia de la esfera a toda la creación, incluso semillas, en un intento por que la vida florezca sobrepasando los límites.

Extendió su ala derecha en un gesto protector y de ella salió un ser poderoso. De 6 extremidades y de apariencia temible

Mis escudos de los indefensos, se adaptaran a todos los medios, y serán parte del mundo, con su poder protegerán a las especies de sus depredadores, y competirán contra quien perturbe su balance.

Extendió su pie diestro y entonces aparecieron seres alados de gran magnificencia.

Pero incluso los depredadores deben inspirar al débil, aquí te regalo al Grifiin, cuyas acciones serán nobles, cuidara incluso a sus presas dentro de su territorio, y serán la raíz de animales nobles.

Entonces extendió su pie izquierdo y del el salieron insectos alargados, que comenzaron a devorar hueso y carroña.

Mi antepenúltimo don limpiara la superficie del planeta, pues comerá la carroña, limpiara los huesos, dejando limpio donde estén, así la creación no será manchada de cadáveres, sus hembras alimentaran a quien las alcance.

 Extendió entonces su mano izquierda con la cual acaricio la esencia de la vida.

No puedo evitar que los seres se coman, que mueran, pero será este proceso el que haga florecer la vida, pues todos los cadáveres serán de nuevo Tierra, y  cuando abandonen sus cuerpos nacerá esta especie, Grimms.

Los Grimms eternizaran el ocaso de la vida, estos seres serán como la sombra de la luz, así para la vida existirán los Grimms, que velaran por la creación, y fortalecerán los recuerdos.

Alzo por ultimo su brazo izquierdo, con espada en mano exclamo al tiempo que la luz de la espada atravesó momentáneamente toda la esfera.

He aquí mi última creación, con esta arma que cree para protegerme, protegeré la vida en este mundo salvaje, pues creare a los Marmoles reales, que habitaran en todo ser capaz de soñar, y serán parásitos, alimentándose del deseo de vivir, pero retribuirán este cuando su huésped se enfrente a otro ser vivo, y cuando eso ocurra, serán ellos el campo de batalla, donde se competiría por la vida de una manera justa.

Así sea de aquí entonces en adelante que los Marmoles se alimenten de lo que no sea armónico, dando una oportunidad a todo ser de sobrevivir. Y recompensaran al campeón con algo más que alimento.

Mirari se sintió débil pero prosiguio, una vez terminado descanso. 

Cargando editor
28/04/2015, 21:40
Meseth
Sólo para el director

Aunque no lo pareciera, Meseth estaba descontento. El impertérrito Dios de la Muerte había sido desafiado deliberadamente, entrando su hermana sin temor ninguno en el exquisito equilibrio que él tenía planeado. Sin preguntar, sin esperar, sin respetar, había decidido sobre qué ocurría con las criaturas que morían. ¿Cómo osaba? No lo iba a permitir.

Con un rugido ensordecedor se materializó junto al planeta, un titán a cuyo lado el cuerpo celeste no era más que un juguete. Garganta parecía un suspiro a su lado, y el Dios de la Muerte se inclinó sobre la esfera de tierra, extendiendo sus garras a su alrededor.

- Ésta es nuestra voluntad, y es una voluntad inquebrantable, pues con nuestra Voz declaramos una Ley Universal. Que su efecto perdure por siempre y abrace a toda criatura viva en el planeta: No habrá Vida después de la Muerte. Cuando el último aliento se escape de las gargantas, cuando la última flor se marchite, no habrá un Más Allá ni forma de redención. No habrá reencarnación ni almas vagabundas. No habrá resurrección ni espíritus guía.

Y con estas fatídicas palabras aferró al planeta con ambas garras, sumiéndolo durante apenas unos segundos en una total oscuridad, y a partir de ese momento, fijó el destino de cada ser vivo que llegaba a su fin.

Notas de juego

Y esto por si Mirari no rectifica.

Cargando editor
28/04/2015, 22:49
Urdamesh

Y mientras la mayoría de los Idhúns regresaban con su creador, algunos pocos permaneciéron un poco más en la esfera... y lo que eso propició fue algo que nadie esperaba, un cumulo de circunstancias que juntas, dieron origen a algo muy distinto a lo que se había visto hasta ahora.

Tal vez algunos Idhúns sintieran de alguna forma la liberación de su hermano perdido, y por ello se quedaron, o tal vez fuese este quien al sentir la presencia de sus hermanos por toda la esfera obtuviese entonces la energía para liberarse de su prisión y atrajese con ello a alguno de sus hermanos. Tal vez fuese una combinación de ambas cosas, o tal vez fuese pura y simple casualidad, una mera coincidencia cosmica, pero fuese como fuese, el hecho es que el escape del idhún capturado sucedió al mismo tiempo que sus hermanos comenzaban a dejar la esfera, y fuese porque se atrajesen entre ellos o mera casualidad, su liberación hizo que fuera arrastrado hacia la esfera, donde sus hermanos se encontraban, apareciendo entre los ríos de magma que alimentaban el Monte del Pesar, lugar donde en encuentro entre algunos de los idhúns y el antiguo cautivo ocurrió. Y al hacerlo, la tierra tembló y el Monte rugió.

Tal vez el antiguo cautivo había logrado escapar de las garras de su captor, pero su cautiverio lo había marcado de forma que nadie preveía, y aunque de haberse encontrado en primer lugar con su señor Urdamesh este lo habría podido restaurar, su encuentro fue con sus hermanos, quienes llevaban la esencia que su creador les había dado para formar vida en la esfera, pero carecían de su divina voluntad, por lo que no pudieron resistir aquello en lo que su antiguo hermanos se había convertido, y lo que iba a ser un reencuentro se tornó en algo mucho peor. El antiguo cautivo había sido cambiado por Meseth, no de manera consciente tal vez, pero la influencia de este había corrompido casi por completo su esencia, y al ver a sus hermanos cargados con la energía de su señor, solo sintió hambre. Pillados por sorpresa, los idhúns no pudieron defenderse y el antiguo cautivo los absorbió, se sació con su energía y la usó para crecer, para cambiar, para adquirir un cuerpo solido con el que poder devorar. Fue ascendiendo mientras crecía, quebrando la tierra a su paso, y cuando, en medio de una violenta erupción, llegó a la superficie, apenas nada quedaba de su antiguo ser. Celebró su nacimiento con un rugido y los corazones de quienes le escucharon, temblaron al sentirlo.

Aquel ser era la encarnación más destructiva de lo que el fuego podía llegar a ser, no inspiraba, no calentaba, no iluminaba, tan solo consumía, pues en su interior apenas había otra cosa que un hambre atroz y un dolor eterno que solo el consumir a otros podía calmar… por un momento, al menos. Y víctima de este dolor, volvió a rugir, pero expulsando con forme lo hacia una potente llamarada que quemó bosques, calcino la tierra y fundió la roca hasta donde alcanzaba la vista, dejando a su paso un paraje de negra tierra y ardiente magma, una cicatriz en la superficie del mundo que reflejaba lo que estaba por llegar.

Tras eso, buscó en las tierras que lo rodeaban, buscando algo que consumir, animal, planta o mineral, no le importaba lo que fuese, tan solo con que tuviese algo de energía bastaba para convertirse en su objetivo… y aquel mundo estaba lleno de objetivos, por lo que apenas si tardó algo en encontrar su primera presa. La consumiría, acabaría con su existencia y con ello calmaría su dolor, tal vez no por mucho tiempo, pero si consumía lo suficiente, algún día se libraría de él. Con ello en mente, alzó el vuelo y se lanzó hacia su presa… pero algo se interpuso entre él y su objetivo. En un inicio, aquel ser había sido creado por Urdamesh… y por esa razón, ahora era Él quien debía detenerlo.

Pobre criatura- dije al ver aquel ser, mezcla tanto de mi esencia como de la de mi hermano, lanzarse hacia mí cegado por el hambre, en un vano intento de consumirme. Lo detuve con facilidad, apresando su cuerpo únicamente con mi voluntad -Debería acabar con tu dolor- le dije, aunque dudaba que pudiese entenderme, pues nada quedaba ya de su antiguo ser, y comencé a quitarle la energía que había robado a sus antiguos hermanos, hasta dejarlo con tan solo una ínfima parte de lo que había llegado a tener. Solo tenía que quitarle lo poco que aún tenía para acabar con él, convirtiendo su cuerpo en una cascara vacía… pero no lo hice -Tal vez sea la voluntad de Padre- le dije, pues su aparición no había sido producto de la voluntad de ninguno de los miembros del panteón, así que lo solté. Sin energía suficiente para ni para mantenerse consciente, el ser calló al suelo, y el calor que desprendía fundió la roca a su alrededor, formando un pequeño lago de lava donde acabó por sumergirse.

Aletargado y sin apenas energía, aquella criatura ya no suponía el peligro que había sido para la esfera y tardaría siglos simplemente en poder recobrar la consciencia… tal vez entonces, tuviese una respuesta.

Cargando editor
28/04/2015, 23:11
Meseth

Y sin embargo, la energía, la corrupción que Urdamesh había liberado de aquella aberración no desapareció. Antes siquiera de tocar el suelo, una sombra huidiza, apenas un susurro que se escondía entre la maleza, tomó aquella energía y la absorbió, llevándosela lejos, a Desolación. Allí, cruzó los mares, los desiertos y montañas, empapándose del manto de oscuridad con el que Meseth había cubierto la isla. Absorbió las sombras y tinieblas, tomando forma. Adquirió alas como la criatura original, conservando su afán por alimentarse, pero limitando su voracidad. No tenía sentido ser excesivamente destructivo cuando había un mundo que lo alimentaría durante toda la eternidad. Un par de ojos brillantes asomaron en su rostro coronado de cuernos, y una hilera de afilados dientes delimitaron una mandíbula estremecedora.

Y con un rugido, Asteón, el Dragón Sombrío, surgió en el mundo.

Cargando editor
28/04/2015, 23:39
Meseth

Aunque no lo pareciera, Meseth estaba descontento. El impertérrito Dios de la Muerte había sido desafiado deliberadamente, entrando su hermana sin temor ninguno en el exquisito equilibrio que él tenía planeado. Sin preguntar, sin esperar, sin respetar, había decidido sobre qué ocurría con las criaturas que morían. ¿Cómo osaba? No lo iba a permitir.

Con un rugido ensordecedor se materializó junto al planeta, un titán a cuyo lado el cuerpo celeste no era más que un juguete. Garganta parecía un suspiro a su lado, y el Dios de la Muerte se inclinó sobre la esfera de tierra, extendiendo sus garras a su alrededor.

- Ésta es nuestra voluntad, y es una voluntad inquebrantable, pues con nuestra Voz declaramos una Ley Universal. Que su efecto perdure por siempre y abrace a toda criatura viva en el planeta: No habrá Vida después de la Muerte. Cuando el último aliento se escape de las gargantas, cuando la última flor se marchite, no habrá un Más Allá ni forma de redención. No habrá reencarnación ni almas vagabundas. No habrá resurrección ni espíritus guía.

Y con estas fatídicas palabras aferró al planeta con ambas garras, sumiéndolo durante apenas unos segundos en una total oscuridad, y a partir de ese momento, fijó el destino de cada ser vivo que llegaba a su fin.

Cargando editor
28/04/2015, 23:42
Gargoltar el Forjador

Gargoltar, tras aquel breve lapso con el cristal, volvió a la Forja Primigenia. Por el camino, sin embargo, pudo observar lo que habían hecho sus hermanos. En general nada le despertó ninguna clase de sentimiento, pero sí hubo algunas cosas que le disgustaron. De un tiempo a esta parte, habían proliferado criaturas que, o bien se alimentaban exclusivamente de metal, o bien lo tenían como parte de su dieta. 

Él, que había creado un "ecosistema autoregulado", como le gustaba llamarlo, de repente se encontraba con toda una caterva de seres que podían alterar su equilibrio y dar al traste con todo. Éso, claro, por no mencionar las "abducciones" por parte de su hermano Meseth, que había sustraído miembros de especies aún escasas. Todo estaba mal. Todo era caos a su alrededor. Aquello ni podía ni debía ser permitido. 

Así que el dios se permitió pensar en términos mayores. Si todos iban a depredar a sus criaturas, algo tendría que haber para mantener el equilibrio, de manera hostil de ser necesario. Las forjas volvieron a encenderse y el Forjador volvió a trabajar, empleando enormes cantidades de su reserva de metal vivo. Sin embargo no paró allí. Era evidente que no le iba a bastar sólo con eso. 

La criatura iba tomando forma, pero en su interior depositó un mecanismo especial. Uno que le permitiría aprovechar todo lo que los dioses habían dejado atrás. No sería él el que cayera en el robo simple y llano de las obras de sus hermanos... Pero, ¿por qué no iba a poder su creación usar y asimilar el fuego de Urdamesh, o dispensar la negra muerte de Meseth o modelar la tierra de Mirari? ¿Por qué no iba a poder expulsar el frío de Zavara, o proyectar los rayos que parecían formar parte del propio Sevoriam? Incluso usar el Jorium de Sargolax sobre otros, para acelerar su capacidad, a veces hasta puntos fatales. La respuesta le pareció evidente. Por ningún motivo. Nada lo impedía, y ya que otros se habían molestado en hacer lo propio, él dejaría tras de sí alguien que equilibrara todo lo que otros se molestaban en alterar. 

Finalmente, aquella obra estuvo terminada. Un ser que apenas cabía en las gigantescas bóvedas de la Forja Primigenia, cuyo tamaño sólo podía competir con su adaptabilidad y posibilidades. Un ser que recalibraría todo. Sí, Recalibrador, aquel era un buen nombre. 

En él, el dios depositó una misión muy simple. Proteger el equilibrio de las creaciones del Forjador. Él repararía las máquinas generadoras dañadas, crearía nuevas de ser necesario, y reduciría a miserables despojos a cualquier cosa que se atreviera a amenazar aquel orden.