Partida Rol por web

Tras entrar por la puerta derecha y examinar la zona, Thomas se percató de que en esa sala tan sólo se encontraba un maniquí, aparte de muebles antiguos. Tras eso escuchó un grito desde fuera, y al asomarse por la ventana y no ver nada se imaginó que sería Tiffany.

Thomas no se lo pensó dos veces. Agarrando bien el hacha con sus manos empezó a romper las maderas que bloqueaban aquella ventana, así saldría rápidamente y si luego quería volver a la casa no sería necesario volver a entrar por aquel lúgubre sótano.

-¡Aguanta Tiff, ya voy!- gritó Thomas, apresurado.

Tras varios hachazos, consiguió romper las maderas y de un salto salió por la ventana. Al caer al suelo e incorporarse miró en todas las direcciones. Pero no había ni rastro de la chica.

-¡Tiffany! ¡Tiff! ¡¿Dónde estás?!- 

Las cosas empezaban a ir de mal en peor. A saber qué habría pasado ahora con la chica... Thomas pensó unos segundos y se dio cuenta de que aquella cosa que vio dentro de la casa pudo haber salido fuera sin ser visto mientras él entraba... Y como es lógico, haberse ido a por Tiffany...

-Mierda...- suspiró, entre la oscuridad de aquel bosque, en el que la espesura de la noche cubría todo cada vez más.

De pronto notaste algo posarse en tus hombros. Parecían dos manos. Y sin previo aviso...

-¡Buh!- Al darte la vuelta del sobresalto viste que era Tiffany y estaba riéndose de ti con mucho gusto.- Jajaja... ¡Lo sabía! ¡Sabía que te iba a pillar! Eso te pasa por dejar a una señorita a solas en mitad del bosque. La próxima vez te lo pensarás dos veces.

Parecía que aquel grito de Tiffany solo había sido una farsa para hacerte preocuparte por ella y salir rápidamente de la casa. Desde luego había funcionado, aunque mucha gracia para ti no había tenido. Y cuando finalmente Tiffany pareció terminar de reírse, te puso una mano en el hombro.

-Bueno, va. ¿Ya has visto esa casa, no? Pues vámonos ya. Que seguro que este lugar de noche da mucho más miedo. Y la verdad, no quiero comprobar si de verdad hay fantasmas o algo por este lugar...

Tiffany parecía querer marcharse ya, pero todavía no habías explorado por completo la casa. Seguramente Tiffany no querría marcharse sola, por lo que si volvías a entrar, de nuevo se quedaría fuera, esperándote.

-Menuda bromita...- le respondió Thomas a Tiffany, cabreado tras haber casi sufrido un ataque al corazón después de esa broma.

La chica, entre risas, siguió mirándolo. En ese momento, Thomas se dio cuenta de que la mirada de Tiffany tenía algo de psicópata... O quizás fuesen solo cosas suyas, el caso es que sintió algo raro.

-Bueno venga, vámonos de aquí. No hay nada interesante dentro de esa casa.- dijo Thomas, decidido.

Miró el bosque, pensando a dónde se podían dirigir en ese momento. Ya mismo sería noche cerrada.

-Pensándolo mejor... ¿y si nos refugiamos y acampamos dentro de la casa durante la noche? No sé si será buena idea adentrarnos en el bosque cuando la oscuridad sea total...- le propuso Thomas a la chica, que ahora se puso seria.

-¡¿Cómo?!- Tiffany inmediatamente puso el grito en el cielo.- ¡No, no no! ¡Ni de coña me voy a quedar ahí a pasar la noche! Mira, ¿sabes que te digo? Me voy ya. Me alejo de este lugar tan "creepy", que me da muy malas vibraciones. Toma.- Tiffany sacó un boli y un papel y comenzó a escribir. Luego te lo dio. Parecía que era un número de teléfono.- Ya me llamarás que quiero copia de esas fotos, ¿de acuerdo? Pero ahora es mejor que me vaya.

La chica miró de nuevo la casa y le dio un escalofrío. Entonces se dio la vuelta y comenzó a caminar de nuevo en dirección al mirador. Entonces alzó la mano y se despidió con ella. Parecía que el haber insistido en la casa la había puesto de los nervios y prefería seguir ella sola. Pero mirándolo por el lado positivo, habías conseguido el teléfono de una chica y además podías investigar toda la casa tranquilamente.

Pues parecía que Tiffany no iba a quedarse en la casa de ninguna de las maneras, por lo que Thomas se llevó un gran chasco. Eso sí, logró obtener su número de teléfono, algo que siempre es de agradecer. Tras despedirse de ella, volvió de nuevo a la casa. Le esperaba en ella una larga noche, tenía su cámara para fotografiarlo todo y hacer un reportaje perfecto... ¿qué podría salir mal? Además, si por algún casual se metía en un lío, podía avisar a la chica llamándola por teléfono para pedir ayuda. Aunque... ¿habría cobertura en aquella isla?

-Bueno pues nada, habrá que echarle huevos- se dijo Thomas a sí mismo mientras volvía directo a la casa.

Entró por la ventana por la que había quitado las maderas, evitándose tener que recorrer el oscuro sótano. Una vez dentro, saco su cámara y empezó a tomar fotos por toda la entrada, recorriendo el pasillo por el que había pasado. La casa tenía un estilo gótico, victoriano, como las casas encantadas que aparecían en los relatos de Edgar Allan Poe o Howard Phillips Lovecraft. Thomas se fijó en que había una escalera que llevaba a la parte de arriba de la casa, y pensó que sería buena idea ir arriba para ver qué se encontraba por allí, así que las subió cautelosamente...

Sin más remedio que quedarte a solas allí y entrar en la casa. En el momento en el que entraste, tuviste la intención de subir al piso de arriba. Pero algo te detuvo de pronto nada más entrar. Notaste algo extraño. Algo de verdad extraño. Algo no estaba bien. ¿Qué podría ser? No lograbas caer en que podría ser. Así que seguiste avanzando hasta encontrar las escaleras y comenzar a subir. Lograste llegar al piso de arriba, a un pequeño rellano con 3 puertas. Posiblemente fueran las habitaciones. Pero en aquel momento, justo cuando subías la el último de aquellos peldaños de madera, un escalofrío recorrió tu cuerpo. Acababas de darte cuenta que era lo que no te cuadraba. Algo de verdad extraño. Algo que no estaba bien. Algo que, literalmente... no estaba. Al entrar, no habías visto el maniquí en su lugar.

Una vez en la planta superior de la casa, Thomas se percató de algo extraño. El maniquí que había en la planta baja no estaba en su lugar. Apurado por este asunto, y comenzando a temblar, decidió darse media vuelta y salir por donde había venido como alma que lleva el diablo. Pero entonces, justo cuando se giraba... escuchó unos pasos que subían por las escaleras, justo en dirección a donde se encontraba él... Rápidamente, Thomas entró en una de las habitaciones que se encontraba más próxima en esa planta, y una vez dentro se escondió debajo de una pequeña y vieja cama metálica.

-Mierda, mierda- susurró, metido debajo de aquella cama, mientras contenía la respiración esperando que aquello que fuera eso no lo encontrara.

Mientras estaba escondido y escuchaba los pasos cada vez más cerca, pensó que podría sacar el móvil y escribir un mensaje de whatsapp a Tiffany para pedirle ayuda. Pero también sería un poco arriesgado en aquel instante, puesto que la luz del móvil delataría su posición y aquella cosa lo acabaría encontrando.

Estuviste un buen rato tratando de escuchar aquellos pasos si se acercaban o se movían. Finalmente sacaste el móvil para comprobar rápidamente que no había nada de cobertura, por lo que no te serviría de nada. Entonces trataste de concentrarte de nuevo para saber donde se encontraban aquellos pasos hasta que, finalmente, te diste cuenta de algo. El sonido de los pasos parecían venir todos desde el mismo lugar y a la misma distancia. Finalmente acabaste deduciendo que en realidad se trataba de la rama de un árbol golpeando la pared de madera de la casa gracias al viento. Aquello parecía simular los pasos que escuchaste. Parecía que en realidad estaba en tu cabeza.

Parecía que el no haber visto aquel maniquí te había afectado bastante y por eso mismo te habías escondido antes siquiera de tratar de encontrar una explicación lógica a aquello. Pero por mucho que se diera vueltas, la única explicación podría ser que alguien se lo había llevado de allí. ¿Tiffany? Imposible. No tardó mucho en salir cuando saliste fuera al bosque. ¿Tal vez un conocido de Tiffany que hubiera querido gastarte una broma? Era la explicación más común. Pero si comenzabas a pensar en las historias de aquella isla... al igual no era tan común lo que había sucedido.

Parecía que Thomas estaba tan conmocionado por lo del maniquí que su imaginación le había jugado una mala pasada. Tras comprobar que era tan solo eso, salió de debajo de la cama y se puso a explorar la estancia. Bajó para comprobar que el maniquí no se encontraba en su lugar y no había sido también su imaginación y, efectivamente, el maniquí no estaba allí. Pero... ¿quién lo habría movido? Thomas comenzó a recorrer el resto de la casa, ahora más atrevido, pero no distinguía a ver a nadie más por allí. Subió de nuevo a la planta de arriba y decidió tumbarse en la cama y cerrar un rato los ojos, quizás sería mejor descansar un rato...

Comenzaste a buscar por toda la casa. Viste algunas habitaciones comunes. Baños, cocina, habitaciones, sala de estar... Todas con decoraciones de cosas hechas en madera. Parecía que el dueño era un entusiasta de la carpintería tal y como habías podido comprobar en el sótano. Pero aparte de eso no viste nada más fuera de lo común. Ni siquiera lograste encontrar aquel maniquí que había desaparecido. En ninguna de las habitaciones. Fuera quien fuera quien se lo había llevado, debería haberlo sacado fuera de la casa. Sin embargo todas las ventanas y puertas seguían tapiadas. Entonces te tumbaste en la cama y cerraste los ojos. Dándole vueltas a aquel pensamiento, de pronto te diste cuenta de que no. Había un lugar por donde lo podría haber sacado. Y ese lugar era el mismo por el que tú habías entrado: el sótano. En tu búsqueda por las habitaciones no habías vuelto a revisar el sótano. ¿Merecería la pena volver allí?

De repente, Thomas abrió los ojos y se desveló de la duermevela que lo estababa aturdiendo. Recordó que no había revisado bien el sótano por el que entró, y que quizás por allí hubiese salido quien quiera que fuese que había en la casa, si es que lo había. Si pensarlo demasiado, se puso en pie y caminó directo al sótano, donde volvió a entrar con la linterna del móvil encendida... esperando no encontrarse nada que no debiera...

De nuevo bajaste a la planta baja y, desde allí, bajaste por la puerta del sótano. De nuevo comenzó a a crujir las escaleras conforme bajabas. Ibas alumbrando todo el lugar como podías con la linterna del móvil, pero estaba bastante oscuro. Más oscuro que antes. Y enseguida te diste cuenta del motivo de aquello. Las puertas por las que habías entrado antes al sótano, desde el exterior, estaban cerradas. Desde luego alguien había estado allí. Ya no había duda. 

Seguiste investigando la sala y por un momento te sobresaltaste al ver una silueta. Pero pronto te diste cuenta de que era el maniquí de madera que había desaparecido. Se encontraba sentado en una silla de madera, de nuevo inmóvil, y en la cabeza tenía un cepo clavado, cerrado. Parecía estar dañándole la mitad de la cara. Y ante aquello, sin dudarlo, miraste hacia donde estaban los cepos colgados. Entonces te diste cuenta de que faltaban dos. Uno estaba clavado en el maniquí pero, ¿dónde estaba el otro?

-Qué cosa más extraña- pensó Thomas, cuando bajó de nuevo al sótano y se percató de que el maniquí de madera se encontraba allí sentado... y lo más extraño: tenía uno de los cepos clavado en la cabeza.

Le echó un ojo a la pared donde estaban colgados los cepos y se dio cuenta de que faltaba otro cepo más, ¿dónde estaría? Eso, unido a que la trampilla de acceso al sótano había sido cerrada, indicaba sin lugar a dudas que alguien había estado por allí...

Thomas decidió que era momento de salir de aquella casa y explorar el exterior, su misión ahora era encontrar a quien quiera que rondase por aquella zona. Pero debía tener más cuidado que nunca, puesto que si por un casual habían colocado el cepo por el suelo, podría llegar a clavárselo y eso sería su final.

Recordó que había dejado el hacha colocada en una mesita en la entrada de la casa, así que se fue a por ella, la necesitaría por si intentaban atacarlo mientras exploraba los alrededores. Tras esto, salió decidido de aquella casa.

Volviste a subir por las escaleras del sótano hasta la entrada. Entonces, por suerte, el hacha seguía allí, por lo que pudiste armarte sin ningún problema. Y acto seguido, saliste con mucho cuidado al exterior. Observando tu alrededor, comprobaste que estabas rodeado de bosque, como ya sabías. E iba a ser difícil saber por donde se había marchado quien quisiera que hacía un momento estaba en la casa. Sin embargo, no te fue difícil decidir una dirección, pues de pronto se escuchó un grito de mujer a lo lejos. ¿Tal vez era Tiffany? Podía serlo...

Sin dudarlo comenzaste a correr hacia allí, vigilando siempre el suelo por si había alguna trampa y el frente, para no chocarte con ningún árbol. Y seguiste y seguiste corriendo en aquella dirección hasta ver a alguien sentado en el suelo. Sí, se trataba de Tifanny. Pero... en cuanto llegaste, viste algo que hizo que una sensación de angustia te recorriera el cuerpo. Su pierna estaba sangrando. El cepo perdido estaba atravesando la carne de ella, habiéndose clavado con fuerza y haciendo que no pudiera librarse. Tiffany gritaba y lloraba, retorciéndose en el suelo del dolor. Tanto que no se había percatado siquiera de tu presencia.

Nada más salir de la casa, hacha en mano, Thomas escuchó un grito a o lejos que parecía ser de una chica. Se aproximó al lugar de donde provenía lo más rápido que pudo y se encontró de nuevo a Tiffany, esta vez sentada en el suelo y con una pierna atrapada en un cepo, que no paraba de chorrear sangre. Acercándose cauteloso, y con cuidado de no asustarla, Thomas le dijo:

-Ufff, tranquila Tiffany, intentaré averiguar la forma de sacarte la pierna de ahí. Tranquilízate por favor, en parte es normal que hayas caído en una de estas trampas puesto que por aquí se debe practicar la caza y algún cazador se habrá dejado un cepo suelto. Intenta aguantar un poco, ¿vale?-

Thomas se acercó e intentó hacer palanca con el mango del hacha, a ver si con un poco de suerte el cepo cedía... A su vez, se quitó el jersey que llevaba puesto encima de su camiseta interior y se lo puso a Tiffany en la boca, para que lo apretase fuertemente con los dientes y así contuviese un poco más el dolor...

Tiffany pareció hacerte caso, a pesar del dolor que estaba sintiendo en aquel momento. Pareció dejar de gritar y apenas soltaba gemidos y sollozos de dolor. Entonces, mordió como le dijiste la prenda de vestir mientras comenzabas a hacer palanca. Las cuchillas parecían estar bien clavadas en su carne y, mientras hacías palanca, pudiste ver como comenzaban a salir de la profundidad de su carne. Y cuando casi estaban fuera, de pronto el mango del hacha cedió por su vejez y se partió, haciendo que el cepo volviera a cerrarse volviéndose a clavar en su carne. Ante aquello, Tiffany cayó de espaldas por el dolor, retorciéndose y gritando de forma amortiguada debido al jersey.

-¡Mmmmmmhhhhhh! ¡Mmmmmhhhh!

Sus lágrimas caían por su rostro desesperado mientras sufría aquel dolor. Y de pronto, cuando te giraste para mirar el mango del hacha rota, frente a ti, sentado con la espalda apoyada en un árbol, estaba aquel maniquí de madera. Con la trampa clavada en la cabeza. ¿Cómo había llegado allí? ¿Cómo era posible?

Thomas se giró bruscamente, tras comprobar que el mango del hacha se había roto y para su sorpresa se encontró con el maniquí de madera apoyado en un árbol, con el cepo en la cabeza aún. Cegado por la furia de que la chica se encontrase desangrándose y la impotencia de no poder hacer nada, unido a la locura que estaba viviendo, Thomas se lanzó directo al maniquí, al que le pegó una patada y tiró al suelo. Un vez en el suelo comenzó a darle más patadas.

-¡Hijo de puta, ¿qué coño eres?! ¡¿Qué quieres?!- gritó Thomas mientras pateaba al maniquí.

El maniquí simplemente acabó cayéndose al suelo, recibiendo tus patadas como era normal de un objeto inanimado. Pero mientras lo hacías, los gritos de Tiffany cesaron. Al girar tu rostro pudiste fijarte en que se había desmayado debido al dolor. Entonces, cuando volviste a girar tu rostro de nuevo al maniquí, ya no se encontraba allí. ¿Tu mente te la estaba jugando? Era imposible. Habías notado como le habías golpeado. Y si era así, ¿cómo había desaparecido? ¿Cómo era posible?

Pero no era tiempo de eso. Tiffany podría desangrarse si seguía así. Había que salvarla. Al girarte de nuevo a ella... ¡Allí estaba! El maniquí sentado al lado de Tiffany, inmóvil. Pero con un detalle preocupante. El cepo que tenía en la cabeza había desaparecido. Las marcas provocadas por éste estaban todavía en su cabeza. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era lo que ocurría?

La confusión imperaba en Thomas tras lo que acababa de presenciar. El maniquí se había "teletransportado" misteriosamente y ahora se encontraba justa al lado de Tiffany, pero... sin el cepo en la cabeza, lo que era aún más extraño. Thomas, desobediendo a sus ansias de volver a atacar al maniquí, fue corriendo hasta Tiffany y la cogió en brazos. Debían de irse de allí. La cogió y se fue corriendo con ella a cuestas, de nuevo hacia la cabaña...

Al agarrar a Tiffany notaste lo pesada que era. Y más aún con un cepo colgando de su pierna. El propio peso hizo que éste comenzara a caer, de forma que la carne de su pierna comenzó a desgarrarse ligeramente. Sin embargo la idea de llegar a la cabaña fue mayor aún en esa situación tan extraña. Comenzaste a correr lo más rápido que pudiste, que no era mucho debido al peso que llevabas. Y mientras avanzabas, de pronto tuviste que pararte en seco. Frente a ti, en el suelo, casi de milagro pudiste fijarte en que había algo tirado: un cepo. ¿Era el cepo que había desaparecido de la cabeza del maniquí? Pero sin tiempo para pensarlo, seguiste corriendo mientras lo esquivabas. Y siempre corriendo en la dirección de la casa hasta que, finalmente, lograste salir del bosque para llegar de nuevo a la entrada principal. Pero de nuevo, allí en el porche, se encontraba el maniquí, sentado en el banco donde hacía poco había estado posando Tiffany.