Partida Rol por web

Crónica de la Vara: el Comienzo.

El incidente de los extraños viajeros.

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01/06/2013, 16:03
Zeleste

Zeleste se sintió desfallecer cuando sus seres queridos se convirtieron en sus captores. Deseó gritar, pero el grito murió en su garganta. Les miró horrorizada, no podía huir, estaba completamente a su merced... Veía la mirada vacía de su captor, la sonrisa deshumanizada y la posición de su cuerpo, afilado, mientras imaginaba cosas que Zeleste prefería no saber.

Se cubrió el rostro, intentando no mirar, pero entonces sintió una gran paz y luz en su corazón. Levantó la mirada y vio a su madre... Las lágrimas empezaron a correr por su rostro y cuando se levantó para poder abrazarla y poder enterrar la cabeza en su pecho, como cuando era una niña, algo la despertó...

Al abrir los ojos aquella dicha que había rozado su corazón se desvaneció junto a su sueño. Se incorporó y entonces fue cuando vio los kilómetros y kilómetros de desierto que parecía esperarles...

Se sintió desfallecer... 

- ¡No...! - Con esa visión se fue su última esperanza de poder escapar...

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02/06/2013, 13:32
Director

Tras el tiempo que están todos arremolinados en la cabecera, los guardias vuelven a sus puestos y la caravana se pone en marcha de nuevo entrando con sus inestables ruedas por el peligroso e impredecible camino del desierto.

Escuchas la conversación de dos de los guardias, que discuten sobre algo que ha pasado.

- Yo no confiaría nada en ese vagabundo del desierto. A saber si no nos llevará a una emboscada. Cualquiera se fiaría de estos comerratas.

El otro guardia se encoge de hombros.

- Las órdenes son órdenes. Kharcatiff sabrá lo que hace. Además, dudo de que nadie se atreva a atacar esta caravana, y menos en su territorio... - Cuando dice esto último mira hacia la derecha, donde tu tan solo ves unas lejanas montañas.

Aquí el calor es seco, sofocante y el sol machaca reflejándose en la arena.

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02/06/2013, 13:50
Zeleste

Zeleste se mantuvo en silencio mientras la desesperación iba creciendo en su interior. Escuchó las voces de aquellos guardias e intentó prestar más atención. Pero parecían haber callado y no escuchó nada más.

¿Un guía? ¿Y ellos no se fían?

Volvió su mirada violácea hacia Hamah.

- ¿Has escuchado? Parece que hay algún guía y no se fían mucho de él... - Le dijo en susurros y acercándose a él.

Las horas pasaban y el calor cada vez se hacía más insoportable. Además, Zeleste tenía una piel muy suave y temía quemársela bajo aquel sol. Cogió una de las mantas y se cubrió, sintiendo un enorme sofoco...

- Ohhh... No aguantaré mucho... - Dijo echándose hacia atrás y cerrando los ojos, mientras los rayos inclementes golpeaban en su rostro.

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02/06/2013, 20:06
Viajero

A la hora de comer la caravana se detiene, aunque todo el mundo se queja y suelta imprecaciones. El viaje por el desierto acaba de comenzar y ya es insoportable.

Después de varios días sin verlo, vislumbras al hombre que ha ocupado tus últimas pesadillas. Esta pasando revisión a los carros.

Cuando llega al vuestro, sonríe y se acerca. Con su fría voz te pregunta.

- ¿Que tal lleváis el viaje, señorita? Espero que las comodidades de su alcoba sean de su agrado.

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02/06/2013, 20:12
Zeleste

Era peor de lo que había imaginado. Los carros ahora no traqueteaban como en los otros caminos. Éstos se hundían ligeramente y daban una extraña sensación de arrastre. 

Finalmente se detuvieron y Zeleste se incorporó. Sentía la ropa pegada a su cuerpo, el sudor perlando su sien y el cabello apelmazado. Cuánto daría por un buen baño...

La joven se encontraba sentada en el carromato, sintiéndose muy desdichada y con la mirada perdida, cuando se dio cuenta de que aquel hombre parecía estar pasando revista.

Enarcó una ceja y lo miró con odio, pero no se atrevió a decirle ninguna palabra. Se mordió el labio inferior y apartó la mirada. 

- Estoy bien... - Dijo con un tono helado. Por dentro se sentía desfallecer pero su orgullo habló por ella.

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02/06/2013, 20:54
Viajero

- No deberías ser tan borde con tus captores. - Contesta él, con un ligero tono burlón, que lo vuelve aún más escalofriante. - Allí donde te llevamos tendrás que aprender a ser sumisa o... - Él se encoge de hombros sin mostrar emoción alguna por sus palabras. - ... Te cortarán la cabeza. Tu verás.

En ese momento se acerca a ti e intenta poner sus garrudas manos sobre tus hombros.

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02/06/2013, 20:59
Zeleste

El rostro de Zeleste palideció al escuchar las palabras de aquel hombre. Tragó saliva... No quiero acabar así... Yo... ¿esclava...? Una solitaria lágrima empezó a rodar por su mejilla...

Pero no podía hacer nada, estaba completamente a merced de aquel hombre que tanto asco le daba. Había intentado no pensar en lo que se le venía, pero al entrelazar sus violáceos ojos con los carbones encendidos de su captor no podía quitarse de la cabeza aquellas palabras...

Tu cuerpo...

Horrorizada vio que acercaba sus garras hacia ella, intentando tocarla. Se apartó del borde del carro, yendo hacia el centro... Y desde allí lo miró con temor...

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02/06/2013, 21:10
Viajero

El hombre, que se acercaba hacia ti en una especie de trance, abre más los ojos cuando te alejas de él, saliendo de su ensimismamiento. Al instante te lanza una mirada enfurecida, pero su gesto sigue igual. Pero sus ojos... Es como la otra vez, como si pudiera matar con tan solo mirar, atravesando a las personas.

- Deberías lavarte y alguien debería tratar tu piel. Estás quemada. - Las palabras parecen sinceras, aunque no hay signo de preocupación en su tono. Mira a uno de los guardias y hace un gesto. - Ábrele.

El guardia asiente con un "Sí, señor" y aprisa saca unas llaves. Descorre el cerrojo de la puerta trasera del carro y la echa a un lado.

- Acompáñala hasta el carro principal y que la bañen. Ni se te ocurra quitarle los grilletes.

Vuelve a mirarte a ti.

- Y tu... será mejor que no hagas tonterías.

Se da media vuelta y continúa revisando el resto de la caravana.

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02/06/2013, 21:22
Zeleste

¿Lavarme? Zeleste no se lo creía y pestañeó un par de veces tras escuchar las palabras de su captor. Miró de soslayo a Hamah, en sus pupilas se podía ver el temor que sentía. Pero se mordió el labio y no hizo comentario alguno, esperando que el guardia abriera la puerta trasera. 

La muchacha no entendía por qué el hombre se había extrañado. Llevaba ya varios días encerrada en aquel sitio, con el sol cayendo inclemente sobre ella.

Suspiró y se acercó a la puerta. No pensaba hacer ninguna tontería... Estaba engrilletada, ¿qué esperaba que hiciera? No puedo escapar, ya se han encargado de ello... Y no, no voy a cometer ninguna locura. Aunque seguro que si la hicieran no se atreverían a tocarme, por lo que parece me quiere sin máculas... Con aquel pensamiento, levantó la mirada y lo siguió con ella mientras se alejaba... Pero enseguida desechó cualquier locura que le pasara por la cabeza, no quería problemas...

 

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03/06/2013, 12:54
Guardia III

El hombre te ayuda a bajar, sin mucha delicadeza. Cuando estás en el suelo, cierra la puerta de nuevo y guarda las llaves. Luego te da un empujón para que te dirijas hacia el carro que va en cabeza.

Al pasar por el carro siguiente, ves a dos hombres y un niño entre los barrotes. Éste ultimo te mira con el rostro surcado de lágrimas y los labios resecos. El estado de los tres es tan penoso como el de Hamah.

Llegáis finalmente al carro con tela. Es algo más grande que los de los barrotes y va tirado por dos caballos. El guardia te coloca detrás del carro, de manera que quedas "parcialmente" tapada por él de cara al campamento, aunque por el otro lado estás descubierta. Con lo que parece ser una risilla, distorsionada por el metal, dice.

- El jefe ha dicho que te laves, así que vamos... ¡Desnúdate!

Se cruza de brazos y espera, mirándote.

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03/06/2013, 13:16
Zeleste

Zeleste apretó los dientes para no proferir ninguna queja ante el trato del guardia. Caminaron hacia el carro principal. Cuando por fin vio a los otros presos, sintió un vuelco en el corazón al comprobar que tenían a un niño

Miró hacia delante, sintiendo sobre ella la sombra del mercenario. 

Finalmente llegaron al carro principal y el soldado le ordenó que se desnudara. Zeleste miró a su alrededor, estaba completamente al descubierto y la risa de aquel hombre le confirmaba sus intenciones. Pretendía que fuera un espectáculo para todos.

Le miró a los ojos, estaba asustada, pero su orgullo no le permitía convertirse en la diversión de todos.

- Cuando entre en el carro... - Le dijo sin apartar sus ojos del frío yelmo que cubría sus facciones. 

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03/06/2013, 13:35
Director

- ¿Cómo? - La voz del hombre se tensa ante tu reacción. - He dicho que te desnudes, ¡ahora!

Se acerca hacia ti con el puño cerrado pero apenas ha dado dos pasos cuando el filo de una espada, surgido desde el interior del carro, se interpone en su camino.

"Retírate" - Dice la una voz firme de mujer. El caballero duda un instante, suelta un gruñido y finalmente retrocede.

- Mi señora...

Hace una pequeña reverencia y se marcha.

La cortina del carro se descorre y una rubia imbuida en una gran armadura aparece tras ella. Envaina la espada y la deja a un lado. Momento en el que ves un pequeño gatito negro, que empieza a maullar con una mezcla de queja y regañina.

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03/06/2013, 14:16
Zeleste

Los ojos de Zeleste se abrieron como platos cuando vio al guerrero acercarse con el puño alzado. Sabía que iba a doler, pero no se desnudaría allí en medio, delante de todos. Cerró los ojos y se encogió ligeramente cuando escuchó una voz femenina y autoritaria. 

Abrió nuevamente los ojos y vio el filo de una espada que pasaba por al lado de su cabeza. Se volvió temerosa cuando el guerrero ya se alejaba, entonces vio a la mujer rubia.

- Gracias... - Su mirada se deslizó por el suelo y vio a Simba. 

- Simba... ¡Estás bien! - Era consciente de que si algo le hubiera pasado ella lo habría sentido. Pero verlo allí y escuchar su maullido, fue como si a la oscuridad que recubría su alma, hubiera conseguido entrar un rayo de sol. Sin preocuparse por aquella mujer, olvidándose de toda su mala experiencia y del lugar donde se encontraba, se acercó alargando las manos engrilletadas para poder acariciar a aquella parte de su ser que tanto había echado de menos...

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03/06/2013, 14:49
Dhalia

El gato salta de inmediato a tus brazos. Para tu desconcierto, y parece ser que para el suyo también, no sientes ningún vínculo mágico hacia el pequeño. Simba maúlla un par de veces y ronronea, restregándose contra tu pecho.

- Vaya, así que este bicho era tuyo. - Dice la mujer, con una sonrisa. Coge un barreño con agua, una sábana y una toalla de tela. - Lo siento, pero no vas a poder bañarte en el carro. Aun así, te cubriré con la sábana.

Baja y te acerca lo que ha cogido, extendiéndote la sabana desplegada con sus brazos.

- Tranquila, no se acercarán estando yo por aquí.

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03/06/2013, 16:18
Zeleste

Con Simba entre sus brazos, Zeleste sintió un atisbo de la felicidad que había disfrutado tan sólo unos días antes. Enterró la cara en su suave pelaje y sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Estaba acostumbrada a percibir sus sentimientos, y ahora no sabía si estaba alegre, triste, asustado... No sentía nada...

Levantó la cabeza y dirigió su mirada agradecida hacia la mujer rubia.

- Sí, es mío... Pensaba que lo había perdido... Gracias... - Le dijo esbozando una suave sonrisa. Asintió con la cabeza y soltando a Simba se refugió entre las sábanas extendidas y empezó a desvestirse para poder bañarse. Ahora que sabía que Simba estaba bien sus ojos habían recuperado un poco del brillo que solía iluminarlos.

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03/06/2013, 17:16
Dhalia

La mujer sonríe ante la muestra de afecto que expresas por el animal.

- No ha sido nada, estaba escondido entre tus cosas. Se ha portado muy bien, es muy cariñoso, aunque no soy muy dada a estos bichejos.

Espera pacientemente a que te bañes, sin darte prisa ninguna ni molestarte. De vez en cuando mira hacia el exterior, vigilando por si viene alguien.

- Cuando termines de vestirte, siéntate en el carro, te voy a aplicar un ungüento.

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03/06/2013, 17:40
Zeleste

Como la habían secuestrado en la posada, Zeleste llevaba puesto el uniforme que solía llevar. Éste consistía en una falda que cubría hasta la mitad de sus muslos y una blusa blanca, que ahora parecía más bien amarillenta. Se quitó las ropas y empezó a bañarse, agradeciendo poder quitarse aquel olor de encima. Lo que más trabajo le dio fue su largo cabello, aunque poco a poco iba recuperando su textura habitual.

- ¿Mis cosas...? - Preguntó volviéndose hacia la mujer. - ¿Hay ropa limpia? - Arrugó la nariz al pensar en volver a ponerse el uniforme. Deseaba vestirse con otra clase de vestimenta, además de que ahora que estaba limpia no quería volver a cubrir sus piel con la sucia ropa.

Una vez se sintió limpia, cogió la toalla y se envolvió en ella. Volvió sus ojos violáceos hacia la guerrera y sonrió débilmente. 

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04/06/2013, 12:15
Dhalia

La mujer te devuelve amablemente la sonrisa y te tapa con la sábana.

- Puedes entrar a vestirte. Coge una muda que verás nada más al entrar. Son ropas mías, quizás te quedan un poco grandes, pero no tenemos nada más.

Te ayuda a subir al carro. Simba sube contigo de un salto.

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04/06/2013, 12:30
Zeleste

Con la ayuda de la mujer, Zeleste subió al carro. Allí vio unas calzas oscuras y una camisa blanca. Se vistió como pudo, la verdad es que con las manos engrilletadas era algo complicado. Los pantalones le iban grandes, la mujer era mucho más fuerte que ella y corrían el peligro de deslizarse. Pero Zeleste agradeció el tacto de la ropa limpia. Dobló la cinturilla y comprobó como le quedaban. Parecía que aguantarían bien, así que se dispuso a ponerse la camisa. Ésta le llegaba a la mitad del muslo y era muy ancha. La joven sonrió y miró a Simba guiñándole un ojo.

Durante todos aquellos días había sentido que algo le faltaba, ahora que el animal volvía a estar con ella se sentía nuevamente completa, y sus ojos volvían a iluminarse...

- Vamos, Simba... - 

Se asomó y miró hacia la mujer.

- Muchas gracias... - Le dijo y bajó del carro sin su ayuda. Aunque yendo engrilletada era un poco complicado. - ¿Simba puede venir conmigo? - Le preguntó rogándole con la mirada... No quería separarse más del animal, sentía que no podría soportarlo...

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04/06/2013, 12:49
Dhalia

La mujer se encoge de hombros.

- Puede... pero seguramente tengas que compartir tu comida y agua con él. Vamos.

Entonces te acompaña hacia el carro. Simba trota detrás, maullando a casi todos los guardias con los que os topáis. Cuando llegáis, la mujer saca un frasco con una pasta verdosa y te lo da.

- Es para que te lo untes en los hombros y en la cara. Evitará el deterioro de la piel.

Hace una seña al guardia de antes y éste abre la puerta del carro, haciéndote pasar.