TURNO 6

La mole de tierra y piedra se abalanzó sobre Davros, su objetivo más cercano, como bien había procurado, era algo arriesgado, pero recientemente le había salido bien, y estaba más que dispuesto a morir intentando emularlo de nuevo.

No le sobrecoge el temor, simplemente es más consciente de lo que le todo lo que le rodea: 

El aire, frío en sus pulmones, el agua, que mecida por el viento se estrella contra las rocas de la orilla.

Su pulso es firme.

Su forma física... Perfecta.

Una vez apareció la criatura justo delante, la lanza se clavó en su hombro, haciéndolo añicos. Cuando sintió aquel agradable calor subiendo de las botas y recorriendo su cuerpo, echó su arma hacia atrás sólo para adelantarla de nuevo, ésta vez con menos precisión pero manteniendo la misma potencia, e hincarla profundamente en el cuerpo del elemental de piedra. El segundo ataque acabo lo que empezó el primero, el enorme brazo del elemental cayó al suelo en pedazos así como su hombro, todo ello mientras el mango de madera de la lanza aún permanecía combado por la presión. Su enemigo hincó la rodilla en el suelo y la grieta que surgió en el segundo impacto comenzó a expandirse por todo su cuerpo... Fueron unos instantes de tensión en los que los corazones quedaron encogidos pero por fin las seis mil libras de pura roca se desplomaron en el suelo esparciéndose en multitud de pedazos. 

El sonido de las olas rompiendo contra las rocas del acantilado volvió a reclamar el título de protagonista en la explanada azotada por la brisa marina; acompañada únicamente por los jadeos de cansancio de los combatientes.

Tan pronto la gigantesca criatura se desplomó ante los pies del bárbaro el corazón de Ogna intentó volver a su ritmo habitual; al principio de una manera imperceptible incluso para ella misma, aunque fue más que suficiente para que Visha se percatase de algún cambio en el exterior.

¿Ya?¿Ya?¿Ya? - Preguntó de forma repetitiva y totalmente excitada. ¿Qué ha pasado? - La espada saturó con diversas emociones la mente Ogna, quien ahora notaba la ansiedad del estoque por conocer los hechos. Aunque hacía menos de un día que la chiquilla poseía la espada, se había amoldado estupendamente a ella, al contrario que Khizmiran quien nunca llegó a sentir aquellas vibraciones tan profundas. Sin demasiado esfuerzo Ogna notaba cómo aparte de aquellas vibraciones existía algo más, como pequeño y curioso ojo interior que sondeaba su interior en busca de sentimientos, experiencias e inquietudes. 

Ogna sorprendió al pequeño diablillo curioseando entre sus canciones y poesías. Era la primera vez que veía algo semejante. Estaba acostumbrado a ver conjuros, maquinaciones, instintos primarios...pero nada como aquel arte o abstracción que la poesía y la canción provocaba en la muchacha. Visha, sorprendida con las manos en la masa, o más bien en los recuerdos, aflojó su vínculo. Ehmm hmmm ¡Oh! ¡Sí, sí oh Manos-Delicadas, me gusta, me gusta mucho eso que cantas! ¡Nos llevaremos muy bien! ¿Dónde lo has aprendido? - Contestó zalamera.

Zanc no se lo creía, su fiero y confiable amigo de fatigas estaba tendido en el piso, al parecer sin vida, un extraño sentimiento de preocupación empezó a inundarlo, no podía dejar que su amigo muriera allí, no si el podía evitarlo. Aquella mole de roca se avalanzaba con furia sobre Davros al mismo tiempo que el Gnomo saltaba de la muralla y corría hacia Kormack. -KOORMAAACKKKK!- Gritaba a la vez que sus pequeñas piernas corrían, por el rabillo del ojo pudo ver como el bárbaro del colmillo recibía la embestida con una fiereza inigualable, trozos de roca volaban sobre su cabeza mientras continuaba con la carrera hasta el lugar en donde el enano yacía inmóvil en el suelo.

-Aguanta amigo!... Aguanta!...- Exclamaba un preocupado Zanc a la vez que revisaba su mochila, por un segundo dudó en darle una de las pociones que había encontrado, pero descartó esa opción y decidió sacar una de las que guardaba, la de mayor potencia, como pudo levantó la enorme cabeza ensangrentada del enano y dejó que el liquido pasara a travez de su garganta, de inmediato el efecto curativo se vio cuando la hemorragia de su cabeza se detuvo y algunas de sus heridas se cerraron.

La perplejidad en el rostro de Morwing quedó patente al presenciar como, una vez más, el bárbaro derrotaba al enemigo con la misma estrategia, en está ocasión de forma más espectacular al tratarse de un rival aún más poderoso.

-¡Lo ha conseguido!, pensaba mientras admiraba la masa de rocas deshacerse como si de un castillo de naipes se tratase. El hechicero no sabía si besar, abrazar o huir de Davros, ya que con cada combate al que se enfrentaba parecía hacerse más fuerte. Finalmente le soltó sin pensarlo un puñetazo en el hombro, algo insignificante venido de un enclenque elfo. - ¡Ja!, Síiii, ¡¡¡GRAN GOLPE!!!, exclamaba celebrándolo.

Con los ánimos más calmados aunque teniendo presente la situación en la que se encontraban, Morwing observó al resto de compañeros. Zanc acudió a toda prisa a socorrer a Kormack, el enano estuvo cerca de la muerte en esta ocasión, sensación que el propio Morwing había vivido el día anterior por lo que fue a interesarse por su estado.

-¡Arriba Kormack!...menudo susto nos has dado bribón, dijo mientras ofrecía su ayuda para levantarse... luego cayó en la cuenta que iba disfrazado de Urthgal... -¡Uops!

Increíble. No se podía describir de otra manera. Desde luego, cuando salieran de la maldita isla y llegaran a una taberna en condiciones, iba a describir las acciones heroicas que había realizado Davros ante sus ojos. Iba a hacerlo tan famoso que se tendría que quitar a las putas a manotazos, atraídas como las moscas a la miel, deseosas de acostarse con el gratis o, al menos, por un precio rebajado.

De pronto Ogan se agarró el chaleco, cerrándolo para ocultar las pequeñas protuberancias que formaban sus pechos bajo la armadura. Se había sentido mancillada pero tardó en darse cuenta de que no era físicamente.

- ¡Espera!- Dijo involuntariamente en alto agarrándose la cabeza con las manos. Vishna la aturullaba con sus preguntas y no era fácil mantenerse cantando y pensando y actuando, todo a la vez

¿Qué ha sido eso? No te metas en mis cosas sin mi permiso.- No tenía tiempo para preocuparse ahora por si Vishna era una ladrona de recuerdos o sólo una cotilla redomada. Ya lidiaría con ello cuando estuviera en la civilización. Ahora se necesitaban mutuamente para salir de allí.- Esta no la he aprendido, me la acabo de inventar. Ver a ese elemental me inspiró. Pro cierto ha sido derrotado.- Decidió seguirle el juego y adularla también.- Otras canciones las he leído o las he aprendido de mis padres. Pero no me cuesta componerlas yo misma, ¿sabes? Ya lo verás. Haré muchas contando nuestras aventuras. Las de Manos-Delicadas y su fiel Vishna, azotadora de demonios.

Tras limpiar su filo, la guardó en su funda, manteniendo en todo momento el contacto con su empuñadura. Vio cómo Kormack era atendido por Zanc y Morwing y se relajó cuando vio que el enano se movía. Había tenido mucha suerte, casi no salía de esta el último de los Quebrantahuesos. Ogna corrió hacia Davros y le acarició el brazo. 

- Ha sido increíble. - Miró a Allen con una sonrisa de satisfacción. El paladín estaba perfectamente en apariencia. Volvió a dirigirse al bárbaro.-No sé qué haríamos sin ti.¿Estas bien?- Pero apenas le dejó contestar pues su mirada buscaba con avidez a Losse. Se acercó al muró y lo trepó.- ¿Losse?

Una relativa calma reinó de nuevo a los pies de la muralla del baluarte pirata tras la destrucción de elemental de tierra a manos de los compañeros, y especialmente de Davros. Frente a él, un montón de arena y rocas del tamaño de un hombre y rodeado por multitud de piedrecitas eran los únicos restos de la criatura que a punto había estado de reunir a Kormack con su hermano. El tono pálido de la piel del enano desapareció  tan pronto recibió la atención del pequeño gnomo, recuperando el tono marronáceo de su piel a medida que se cerraban las graves heridas. Con un intenso pitido en los oídos y unas enormes ganas de vomitar, el último de los Quebrantahuesos poco a poco fue recuperando la consciencia.

Losse, viendo que el combate había concluido, se agachó lo suficiente para que su cabeza no sobresaliese por los antepechos de la muralla, a fin de evitar ser detectado por el resto de piratas que vigilaban la parte de la muralla que daba al portón principal del recinto fortificado. Gracias a una serie de afortunados factores tales como que el combate había sido corto, que la guarnición del baluarte se mantenía relajada por la falta de amenazas a lo largo de los años y que eran numerosos los ruidos que se daban en el patio principal al cargar las provisiones en los carros, tal y como apreció Losse, todo aquel episodio había pasado totalmente inadvertido. Pero, convenía preguntarse: ¿Por cuánto tiempo?

El enano se despertaba junto al gnomo... -NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!- bramó con toda la fuerza de su pecho. La boca le sabía a sangre y a una mezcla de combate y poción. Sus cejas se juntaron tanto que casi podía ser una. Lenta y pesadamente se incorporó. Un par de sacudidas le bastaron para quitar polvo y arena. Sus manos temblaban y su rostro estaba tan pálido y asustado que casi no parecía el enano. Consiguió articular un débil y leve gracias, que sonó como un quejido de la madera al ser golpeado con fuerza por un puño.

El enano parecía confundido y asustado... era la segunda vez que besaba el suelo y esta vez casi fue definitivo. En su sueño... o pesadilla, estaba Ruzgath; se burlaba de él.

-¿EL ÚLTIMO DE LOS QUIEBRANTAHUESOS?? ¿TÚUUUU?? JA! MENUDA ÚLTIMA PIEZA... - se escuchaba en el gran salón en el que se encontraba sentado. Muchos familiares adornaban la mesa.

-RRRRRUZGATH! - bramaba la voz impetuosa de su padre. La piel de Kormack se erizó al recordar aquella voz, sus ojos se llenaron de lágrimas. -TU HERRRMANO TAMBIÉN ES UN QUEBRANTAHUESOS... - espetó a su hermano.

- Y TE SOBREVIVÍIII IDIOTA! - gritaba un Kormack atípico. Tenía trenzas en el pelo y pétalos decoraban su pelo y barbas. Su pelo estaba liso y sedoso. No una maraña uniforme que brotaba de la cabeza y se unía a la barba. Las trenzas de la barba eran tres que se unían en una, reprensentando  el símbolo familiar de los Quebrantahuesos: un martillo que partía de una trenza dorada de tres cabezas hasta llegar a la cabeza del metal.

-¿ME SOBRRRREVIVISTE O ME DEJASTE MORRRRIR???? NO TE VI MOVER UN MÚSCULO, MALDITO IMBÉCIL!!! SI HUBIESE ESTADO, PADRE... -dijo cruzando los brazos. Para entonces el rostro de Kormack se sonrojó. Todos sus familiares volvieron su rostro al último heredero. El murmullo comenzó a crecer hasta convertirse en un sonoro bullicio. Pequeñas frases se dejaban oír... Tuzagh pies ligeros decía "Ja... oíste, ¿que enano no lucha?". Roth el martillo negaba decepcionado mientras bebía de su copa. Su bisaabuelo Korrión desgarraba la piel del enano mientras se acicalaba su antigua y larga barba blanca. Sus dientes tambaleaban en una conversación que parecía mantener consigo mismo. Buscaba explicaciones... Cientos de Quebrantahuesos miraban avergonzados al último... Una voz se coló encima de las demás. Kormack no pudo entender lo que se dijo, su voz era tan suave y fuerte que hizo enmudecer la sala.

-¿Es eso cierto, hijo? Dijo levantándose de la mesa el auténtico Quebrantahuesos. De quien se decía que era capaz de tumbar a un Troll con un puñetazo, con la zurda sin duda lo mataba... Thorn, vestía fina seda verde con ribetes dorados. En una postura relajada y semiapoyado en la mesa miraba a Kormack. Sus brazos eran dos árboles y su panza se apretaba a la estrecha vestidura. Pese a no ser el padre de Kormack, si no su abuelo... ya que éste lo había criado al último como un hijo. En su cara se reflejaba la decepción de ver a los hermanos en aquella sala sin siquiera una historia que le hiciese merecedor de aquella carne. Thorn, se retiraba el pelo de la cara, Thurin el herrero aprovechó en ese mismo instante para levantarse. -Padrrrre, Korrrrmack ha demostrado serr un excelente guerrerro. - dijo defendiendo a su hijo. Tiene el mismo derrecho que todos a estarr en esta mesa.

-¿DERRRRRRECHO???!!!!! -Gritó Thorn. El frío hielo del norte golpeó en la cara de Kormack. Las velas se apagaron ante tan sonora y potente voz. Un silencio sepulcral llenó la sala y Thurin volvió a sentarse respetuoso. El puño de Thorn se levantaba despacio de la mesa que acaba de ser golpeada. La madera cedió con un pequeño y lastimero quejido, del que se apreciaba la figura del puño de Thorn. -Ruzgath murió como un cobarde y Kormack ahora deberá pagar por los dos.- Comenzaba diciendo, pero una mirada al cinto del último le hizo cerrar los ojos y apretar con fuerza los párpados -Lleva una cimitarra...- dijo tapándose la cara con la mano avergonzado de presenciar tal escena. Todos miraron en ese momento a Kormack, él mismo se miró en el cinturón avergonzado de aquella arma. idiota, Idiota, idiota! - se repetía a si mismo. Entrar en el último banquete con ese arma... Un arma que era más de un sucio humano o elfo que de un enano. Kormack miró con la boca abierta a Thorn y el rostro congestionado.

-Io...io...yio- intentaba buscar una excusa.

-Estás expulsado. - sentenció la dura voz de Thorn. La silla de Kormack voló al suelo y una fuerza tiraba de él hacia el exterior. Una ventisca le azotaba el rostro.

-No, no...no! balbuceaba. Intentaba luchar contra aquella fuerza. Quería quedarse a la última cena junto a sus familiares. La luz del día entró en la sala a sus espaldas. Las puertas se abrían para expulsar a Kormack. Kormack volvió a abrir los ojos. Recogió su escudo y vaciló a la hora de recoger la cimitarra. Finalmente la recogió con los ojos desencajados en el rostro. -Vamos... dijo con una voz rota y lastimera el enano. A medio camino Kormack bebió una de sus pociones...

Con una sonrisa en su rostro, El Gnomo se levantó junto a Kormack, de una palmada en el hombro le hizo saber la alegría que le daba que no hubiera muerto en aquel combate que había terminado segundos atrás. -Aún nos queda mucho por vivir amigo, no te atrevas a dejarme sólo disfrutando de la Gloria en cuanto consigamos fama!- Animaba Zanc al orgulloso enano, entonces tuvo tiempo de observar la situación, las rocas que yacían junto a Davros, los piratas muertos en medio de la explanada, El elfo de cabellos de nieve en lo Alto del baluarte.... -El baluarte!.. La fortaleza!- Exclamó Zanc al recordar lo que había visto durante tan sólo unos segundos, rápidamente se dispuso a dibujar en la arena la visión de la fortaleza que había tenido, ahora que la imagen estaba fresca en su cabeza. -Esta sólo es una esquina de la fortaleza que nos aguarda allí enfrente, pude ver otros guardias en la distancia.... Creo que aún no se percatan de nuestra presencia...- Decía el Gnomo a medida que hacia trazos en el suelo, poco a poco los demás empezaron a agolparse a su alrededor para ver el improvisado plano que trazaba el Gnomo. -Vi varias balistas más en los demás baluartes... Debemos aprovechar el factor sorpresa lo antes posible, no sabemos durante cuanto tiempo pasemos desapercibidos.- Zanc se levantó y sacudió sus ropas, dispuso su mochila en el suelo y sacó algunas de las pociones que había encontrado en la caja, se acercó a Kormack, Davros y Allen mientras repartía las pociones. -Encontré esto, nos será de utilidad y debemos fortalecer a nuestros guerreros- 2 Pociones a Kormack, 2 Pociones a Davros y 1 a Allen fue lo que repartió. -Conservaré las demás...- Entonces levantó la mirada y se acercó dando zancadas a la muralla. -Mientras deciden que hacer, daré un vistazo en los alrededores- Fue lo que dijo el inquieto Gnomo antes de comenzar a trepar hasta donde estaba Losse y Ogna.

Mientras sus compañeros seguían retrocediendo, Losse seguía con su labor de debilitar lo más posible al elemental. La agitación del elfo en el combate, provocó que sus manos se llenaran de sudor, y, de esta forma, cuando fue a agarrar la siguiente flecha, notó como se le resbalaba de las manos y caía justo a sus pies. Con un gesto casi fugaz, pasó su mano derecha por la ropa con el objetivo de secarla para que no le volviera a ocurrir lo mismo. Esta vez logró colocarla en su arco y disparó hacia el elemental, provocando que se soltaran más piedras de su cambiante forma.

Parecía que la resolución del combate no se haría esperar mucho más, sobre todo cuando el elemental cargó contra Davros, el cual le estaba esperando con su lanza. Un par de ataques tan potentes como veloces convirtieron al elemental en arena, finalizando el combate súbitamente. - Vaya puta bestia - A Losse le causaba una profunda admiración la salvaje naturaleza del bárbaro y cómo era capaz de desatar su potencial con un par de gestos.

Con la calma tensa que le proporcionaba su ubicación, Losse registró los cuerpos de los piratas los dejó en una postura en la que parecieran sentados y apoyados contra las almenas, de modo que pudieran dar una ligera sensación de disimulo si alguien no demasiado avispado los mirara. Según terminó este cometido, agarró una poción curativa de los piratas y otra de su cinto y se las bebió, sintiendo como se reponía al instante. Podía sentirse con la misma vitalidad con la que se despertó.

Cuando ya casi se disponía a investigar lo que había en el patio central, Ogna trepó por la muralla y, rápidamente, el explorador se lanzó a ayudarla.

- No sé si dejarte subir aquí - Le dijo con un gesto serio. - Cada día das más miedo con ese estoque - Y una sonrisa brotó de la boca del elfo lunar aludiendo a las dos víctimas que la humana se había cobrado. Extendió su mano y tiró de ella hasta que pudo poner sus pies arriba. - Voy a echar un vistazo para ver qué hay en el interior del patio. No alces mucho la cabeza si no quieres que te descubran. - Y, con su habitual sigilo, el elfo se acercó a la balaustrada para contemplar qué es lo que había abajo.

Ogna se dejó ayudar por Losse para trepar a lo alto del muro. Su contacto fue reparador e inmediatamente se tranquilizó.La broma del elfo fue una sensación agri-dulce.

- Sólo fue suerte. Kormack y Allen ya habían dejado a esos piratas malheridos. Yo sólo acabé la tarea con Vishna.- Le cogió el rostro entre sus manos mirándole bien de arriba a abajo.

- Estas bien.-Dijo como si lo dudara y no acabara de creérselo.- Sí, aquí me quedo, pero recuerda que ellos, al igual que tú, solo ven al viejo loco.

Tan pronto Zanc y Ogna se encontraron junto al elfo de cabellos plateados éste asomó la cabeza por encima del antepecho que daba a la parte interior del recinto. Lo primero que percibió no fue una imagen si no un olor, el olor ácido y característico de las boñigas frescas de caballo. Tras ello llegaron un par de relinchos, todo ello desde un pequeño corral muy cerca de su posición, el cual retenía en su interior a cuatro briosos corceles que pacían en sus comederos ajenos al bullicio de su alrededor. Justo bajo esa parte de la muralla existían dos casas de doble planta y una de tres, ésta con acceso a la muralla un poco más allá de su posición. Todas ellas estaban construidas en piedra y sus techos se hallaban perfectamente entejados con teja negra traída desde el continente. Se trataba a todas luces de asentamientos permanentes y confortables que habían albergado durante muchos años a las diversas guarniciones del baluarte. El patio sobre el que habían sido construidas todas las edificaciones estaba vestido con un pavimentado de adoquines tallados a base de martillo y cincel por la mano de obra de la isla, los esclavos, a partir del material extraído en las minas y que carecía de mineral de hierro. 

Como bien pudieron comprobar los tres compañeros encaramados a la muralla, y posteriormente el resto a medida que se unieron a ellos, el recinto estaba bien protegido tanto para un ataque por tierra como por mar. Existían abundantes piezas de artillería repartidas por todo el perímetro las cuales disponían de una ingente cantidad de munición, toda ella depositada en barriles a su lado lista para una rápida carga, siempre y cuando hubiese al menos una dotación de dos personas por cada balista. Además de las armas, varias torres de vigilancia cubrían los lados que durante la construcción del baluarte se consideraron más vulnerables, tres orientadas hacia el exterior y una que dominaba la parte interna de las murallas y que debía ser algo más que un elemento defensivo. Cada una sobresalía más de veinte pies por encima de las almenas con sus techos circulares y terminados en punta. Equipadas con una planta superior con espacio abierto donde un par de vigías harían guardia día y noche, paredes doblemente reforzadas, troneras orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, sólidas puertas remachadas con acero y con suministro de agua fresca desde el aljibe del baluarte eran lo que podría definirse como una magna obra de defensa. Pero, ¿de qué servían si aquellos que debían ocuparlas no se hallaban presentes? Parrra una soberrrana mierrrda, según definiría Kormack más tarde. No podía estar más acertado el enano. La dejadez, la falta de acción y la sensación de seguridad habían conseguido lo que para un ejército probablemente hubiese llevado varios días o semanas y decenas de bajas.

Según un rápido cálculo aquel lugar no cobijaría a más de un centenar de personas ya que, aunque era amplio, dudaban mucho de que hubiese camas para todos. Había numerosas personas en el patio en el momento en que los aventureros alcanzaron la muralla. Eran al menos dos docenas de piratas los que jubilosamente cargaban un carro cerca de la doble puerta principal, el ambiente generalizado era de relajación y felicidad, tal y como se encontraban los guardias segundos antes de ser abatidos por el grupo de aventureros. Escucharon también la voz ronca de un militar que obligaba a desfilar a un grupo de personas al ritmo que marcaban su vara de mando golpeando el suelo. Cuando el grupo de diez hombres apareció marchando frente a los ojos del elfo, la muchacha y el gnomo no dieron crédito a lo que veían. Parecían auténticos soldados de Oaksville o Cherrybroof, tal y como vestían las tropas acantonadas en la ciudadela Felbar. Sus mismas armaduras, los mismos blasones, armas y modo de caminar, una representación tan perfecta que hubiese engañado a cualquier habitante de aquellas lejanas tierras. Pero ahí no cesaron las sorpresas por desgracia.

No había que ser un erudito para adivinar porqué reinaba aquel ambiente y porqué vestían aquellas ropas; estaban 
preparándose para abandonar el bastión. ¡Pero no sólo el bastión! ¡No! Si no la isla al completo. Recortando el horizonte, lejos, muy lejos, grandes velas, hinchadas con la brisa joven de la mañana, se divisaron por encima de las almenas sobre el mar plateado; intentaban ganar las corrientes que las llevasen lejos de allí. El destino, todos los supieron. Los siete aventureros fueron testigos presenciales de lo que sería conocido como El Éxodo de los Piratas, su última migración antes de poseer un reino propio, según contaron las canciones de los bardos años después por todas las tabernas a lo largo de la Costa de la Espada. Era un proceso lento, ya que preparar las naves, embarcar provisiones y tripulación no era fácil, pero seguro que a esas horas serían muchas las naves que surcarían las aguas en dirección a algún punto cercano a Athkatla.

La preocupación iba en aumento a medida que se daban cuenta del alcance que estaba tomando todo aquello que ocurría ante sus ojos. Pero hubo algo más, una última nota disonante en toda aquella tétrica canción fúnebre. Comenzó con una alargada sombra creciendo en el suelo del fuerte proveniente de las montañas que crecían a su izquierda. Las miradas de los piratas inmediatamente se elevaron al cielo. Allí, a cientos de pies de altura, la leyenda se convirtió en realidad. Un inmenso barco surcaba los cielos con la facilidad y la gracia de un pájaro. Fue sólo un breve vistazo lo que la nave de Steznag concedió a los curiosos puesto que inmediatamente emprendió rumbo hacia las hileras de barcos que abandonaban la isla.

El desterrado enano miraba desorientado todo. El cielo parecía gris. Su cara estaba llena de barro hollín y diferentes manchas. Se toca el pelo breñoso y sucio. Aún no alcanzaba a creer como había sido expulsado del paraíso. Él... Desterrado. Repudiado. Rechazado! decía mirando mientras apretaba fuerte sus manos. El palacio de plata con adornos dorados, le sabía a paraíso comparado con aquella fortaleza. Aún recordaba pisar aquel mármol verdoso y todos aquellos materiales preciosos que ahora se le antojaban.Expulsado! rechinaba entre dientes el enano. Sus portentosos brazos se encogían mostrando toda su fuerza...
Y entonces al mirar al suelo para ver el dibujo de Zanc, hago le llamó la atención... Unas piedras... N-no puede ser... dijo con el rostro desencajado. El enano se aproximaba para ver aquellas enormes piedras juntas. Lo que antes eran aquella mole. El enano llevo la mano a su cuello donde recibió aquel impacto. Uno le bastó para derribarlo. Y ahí estaba aquella mole destrozada. Sólo había un guerrero capaz de hacer aquella bestialidad. Su mirada se posó en Losse subido en aquel baluarte junto... junto con La Ojeras... Mi rival...¿Un elfo? pensaba avergonzado. Entre sus manos sostenía incrédulo la roca que antes fue la cabeza de la mole. Escupió en su interior. ¡Rrrecuerdos a Rrruzgath! dijo con una mueca. Dejó caer la piedra para mirar al causante de aquella barbarie. Davros, siempre le había parecido un debilucho, pero entonces calló en la cuenta. En el bosque, cuando aquella mole iba hacia él, como un rayo, el bárbaro calló y destrozó a aquel monstruo. El enano rellenó su poción de CHG ya vacía con restos de aquella mole. ​Aquí, vivirrás ahorra. se había ganado por derecho propio ese sitio. Había derribado al enano. Una vez guardó la poción. Lanzó una fugaz mirada al bárbaro... No había nada que envidiar. ​Necesito equipo. Se decía a si mismo. Debo ser un muro infranqueable. Debo ser más fuerte. El enano había encontrado su verdadera Némesis. La bestia parda que le obligaría a forjarse una leyenda. Entrar en el banquete de su familia y hacer que el mismísimo Thorn reconociese a Kormack!HHHHMMMMMmmmmpf! rugió el enano resentido. Su rostro adusto forjado en mármol parecía resentido. Sin dudarlo quería otro combate y todos sabían que cuando estaba así el enano sólo significaba que haría otra estupidez. Como aquella con el tigre...

Morwing consiguió trepar a lo alto del muro gracias a la ayuda de sus compañeros. Una vez arriba pudo contemplar la majestuosidad de fuerte al que pretendían asaltar y poder dar caza de una vez por todas a Todler el tuerto.

A pesar de que los piratas parecía que estaban preparándose para abandonar la isla, todavía eran muchas las defensas con las que contaba el fuerte, por lo que la incursión sería complicada y peligrosa.

- Quizá podríamos intentar acceder al edificio de allí, comentaba Morwing mientras señalaba el edificio que estaba a la derecha de donde se encontraban. - …si conseguimos acceder a él tendrí…, continuó interrumpiendo su frase ante lo que surcaba el cielo. Las historias que habían oído eran ciertas, y en el cielo pudieron admirar como un barco alado atravesaba la fortaleza como si de un pájaro se tratase. Por suerte para los aventureros no hubo señales de que desde ese barco volador descubriesen su posición, con lo que el hechicero resopló aliviado…

- Bufff, aquí estamos muy expuestos…es cuestión de tiempo que nos descubran. ¿Podéis llegar a ver dónde está la patrulla más cercana?, preguntó mientras se mantenía agachado tras los muros de la muralla.

- Hemos llegado tarde.- Dijo Ogna con la voz de Khizmiran que miraba asombrado el despliegue que habían montado los piratas. No había tiempo para advertir a Athkatla. El ataque era inminente, muchas naves ya habían partido. De nuevo la empresa se le antojaba demasiado grande para el grupo de aventureros allí reunidos. Miró al Losse buscando la sensatez que siempre había en los ojos del elfo de cabellos plateados.- ¿Qué es lo que queremos hacer?- Trató de clarificar los objetivos del grupo antes de arriesgarse a continuar.- ¿Destruir todo esto?¿Pasar desapercibidos? ¿Acabar con Tolder?- Después expuso lo que ella desearía.- Deberíamos salir de aquí cuanto antes pero cómo...- No se imaginaba como el Trueno del Mar pudiera acercase a la costa norte con tantos barcos piratas infestando las aguas. la impresión que le había causado ver a lo piratas formando y ataviados como guerreros de Cherrybroof u Oaksville no fue nada comparada a la que le dio levantar la cabeza en busca del origen de aquella sombra. 

¡El barco de  Steznag!Era cierto...

- Llegados a este punto, creo que lo mejor sería intentar acabar con Todler. Si podemos impedir que salgan más barcos, la ciudad lo tendrá más fácil. Acabemos con aquel que da las instrucciones aquí en la isla. - Respondió Losse a Ogna.

Desde luego que habían llegado tarde y, aquel barco volador, dejaba de ser un rumor para convertirse en un hecho. El cómo lo alcanzarían era otro tema, primero deberían ocuparse de aquello que tenían más cercano. - Debemos cerciorarnos también de cual va a ser su plan. ¿Y si realmente se reagrupan en otra isla? Quizá así dispondríamos de tiempo. Vamos a dar con El Tuerto e intentemos sonsacarle los planes que tienen. -

En un principio, el explorador se vio tentado a bajar hasta el patio, pero luego pensó que quizá, la mejor opción sería entrar por una de las casas, un lugar en el que no se vieran tan expuestos desde las murallas. - Podríamos empezar por la casa y el torreón que se encuentran a nuestra derecha*. De esta forma tendremos más fácil defendernos ante los ataques exteriores. Lancemos una cuerda para que suban los demás. -

El paladín fue de los últimos en llegar a la muralla, había estado felicitando a Davros por su hazaña y asegurándose de que Kormack hubiese sanado sus heridas de la mejor forma posible. Al llegar a la muralla y ojear su interior, sus ojos se fijaron instantaneamente en el grupo que desfilaba en el patio interior de la fortaleza. -Por todos los dioses, si hubiese visto a ese grupo en Cherrybroof no habrían levantado ni la más mínima sospecha por parte de sus habitantes- dijo sorprendido, -lo tienen todo muy bien pensado-.

De repente, mientras observaba con rigor todas las edificaciones y planteaba en su cabeza algún plan de incursión, una sombra distrajo los pensamientos de Allen, la sombra parecía venir de algo con un tamaño considerable que surcaba el cielo y así se confirmó cuando levantó la mirada y contempló extasiado aquel barco volador. -Por Tyr, las historias eran ciertas. Es el barco de Steznag- comentó nervioso al grupo.

-Aún podemos cortar de raiz la invasión a Athkatla. Si atrapamos a Steznag el ataque no se llevará a cabo- dijo esperanzado. -Si el barco tomase tierra, debería ser nuestra prioridad-