Partida Rol por web

Mientras dialogaban con Flerton sobre alguna alternativa para conseguir llegar a Athkatla, surgió la interrupción de un hermano elfo, asegurando que existía otro camino, dotado de conocimientos arcanos según él y ofreciendo su ayuda de forma desinteresada.

Bien por el hecho de ser un mago o por haber estado durante los últimos días en tierra hostil, Morwing no se fiaba de ese misterioso individuo… Cuando ya se preparaba para responderle y declinar su oferta, Kormack, haciendo gala una vez más de su exquisita educación, terminó espantando al elfo lunar dejando al hechicero con la palabra en la boca pero satisfecho del resultado final, no tanto en las formas por supuesto… - Putos Magos…

- No os preocupéis, amigos. Cuando lleguemos a Beregost tendremos la posibilidad de hacer llegar un mensaje a Athkatla nosotros mismos, comentó al resto de sus compañeros justo antes de retirarse a dormir y dar por concluida la jornada.

Todo hacía pensar por fin tendría una plácida jornada de descanso. Todo apuntaba a ello, una cómoda cama, una habitación cálida, ningún peligro que le acechase… Nada más lejos de la realidad. Morwing consiguió sumergirse pronto en un profundo sueño, tan profundo que hizo trasladar su mente a un escenario muy poco tranquilizador.

Todo lo que podía ver a su alrededor era un paisaje increíblemente descorazonador. Ríos de lava corriendo como arroyos saltarines a través de cualquier elevación del desolado terreno. Las pavesas de ceniza caían sobre su cabeza lentamente como si de nieve ardiente se tratase. Sobre él, proporcionándoles un exiguo alivio del abrasador y gigantesco sol, amenazadoras nubes llameantes erraban bajo un cielo rojo sangre sin que existiese viento alguno que las propulsase. – Es un sueño, es sólo un sueño… ¡¡¡ES SÓLO UN SUEÑO!!!, se repetía de forma alterada mientras corría fatigado hasta alcanzar la más absoluta oscuridad….

Entonces lo vio, lo escuchaba tan alto y claro que parecía realmente estar allí frente a él o peor aún, en su interior. Esto hizo saltar al hechicero de la cama, sudoroso y con los ojos abiertos de par en par miró a su alrededor apurado ante las miradas curiosas de Allen y Davros.

Cuando se levantó de la cama, hizo caso omiso a las preguntas de sus compañeros, - No es nada, no es nada… ¡dejadme!, respondió mientras se acercaba a la ventana.

Fue entonces cuando Morwing comenzó a recomponerse y tranquilizarse, el alborotado clima no le impidió disfrutar de la panorámica que ofrecía la ventana de su habitación. Ya era magnifico contemplar la gran biblioteca de noche, pero con la luz del día resultaba más hermoso gracias al contraste del edificio y los pintorescos y animados jardines. Esa imagen fue, poco a poco, calmando el pulso del hechicero… - Uffff

Con el grupo reunido en el salón de la posada y tras un breve desayuno, los aventureros se despidieron de Flerton y fueron a comprar el equipo más necesario para ponerse en marcha.

- Yo iré a los establos, a ver que nos pueden ofrecer, comentó con un rostro serio y claramente afectado por algo.- Si alguno necesitáis haceros con algo de equipo, nos reuniremos allí si os parece bien. Intentad no demoraros demasiado, así podremos aprovechar bien el día…. – Y marcharnos de aquí cuanto antes…

Después de que el "encanto" de Kormack, una vez más, diese al traste con la tan apreciada para el paladín comunicación verbal civilizada, y después de que Morwing asegurase que al llegar a Beregost nuestro mensaje podría enviarse, el grupo se dirigió a sus respectivas habitaciones.

El compartir zona de descanso, pues hacía tiempo que la palabra habitación había perdido su principal significado para el paladín, en esta ocasión era una bendición para él. Cama mullida y limpia, lejos de los ronquidos del enano y con una cansancio acumulado que bien le hubiese permitido dormir en medio de una batalla, quitose su armadura y se metiose bajo las sábanas para aprovechar al máximo el tiempo de descanso que se les brindaba.

En algún momento de la noche, el paladín fue súbitamente apartado de su reparador sueño para ver cómo Morwing se lenvantó intranquilo por algún sueño, tanto que el elfo tuvo que levantarse de la cama para tranquilizarse un poco. Aquello le pareció extraño pues, hasta la fecha y con momentos de tensión muy superiores a los vividos en los días anteriores, el elfo no había padecido pesadilla alguna. -Parece que no es el momento de hablar- se dijo a sí mismo cuando el hechicero, algo aturdido aún, les pidió espacio.

A la mañana siguiente, el elfo aún seguía actuando de forma extraña, por lo que Allen supuso que aquella pesadilla debió ser estremecedora, o bien no fue una pesadilla en absoluto. Por lo que decidió interesarse por lo ocurido en la noche anterior acompañando al elfo ya a los establos.

-¿Qué soñaste anoche, Morwing?, ¿estás bien?- preguntó sin rodeos pero con la educación que caracterizada al paladín, -no te había visto así hasta anoche, por lo que si quieres hablar de ello estoy a tu disposición- terminó diciendo al hechicero esperando una respuesta.

¡Qué noche! Ogna había apartado los problemas con aquel mago elfo y las extrañas reacciones de sus compañeros (a ninguno parecía importarle no poder enviar el mensaje) para después de desfogarse. Tras lavarse un poco hizo el amor a Losse en la blanda cama, en el duro pero limpio suelo, de pie, ella arriba, ella abajo...La resistencia del cabellos plateados era algo inusitado para una muchacha como ella. Sus experiencias con hombre digamos que habían sido breves. Al final, rendida, había caído dormida en sus brazos por el cansancio. A pesar de no haber dormido mucho, se levantó con una sonrisa de oreja a oreja. 

- Oaaaaah.- Bostezó y se estiró como un gato, luciendo unos ojos hinchados adornados por oscuras ojeras.- En cuanto me lave y me vista voy a hacer una visita a ese elfo.- Sentenció sin dejar lugar a dudas de que iba a ir, le gustase a Losse o no. - Si quieres acompañarme eres bienvenido, por supuesto.- Losse había mostrado su interés por contactar con algún sabio del lugar y el posadero le había indicado que el ofendido Elmengar Roccondil era con quien podía hablarlo. Así aprovecharía Ogna para enterarse de lo que Losse tenían tantas ganas por descubrir. Le intrigaba mucho pues quería saberlo todo de él. Eso sí, no quería admitirlo. Ogna, en su cabezonería, no podía permitir que pro los malos modos del enano perdieran la oportunidad de avisar al General de las tropas de Athkatla del inminente ataque a la ciudad.  El tiempo ahora jugaba un papel primordial y no entendía cómo sus compañeros podían actuar con tanta parsimonia.

Así que dicho y ello. Tras vestirse y coger sus cosas se dirigió hacia la primera planta, donde se hospedaba Elmengar. Tocó la puerta con delicadeza pero lo suficientemente fuerte como para que pudiera escucharlo. Espero a que el elfo abriera la puerta.

- Buenos días.- Dijo con la cara más inocente que pudo poner y una pequeña reverencia.- Siento molestarle de nuevo y a estas horas.- Lo mejor sería ir al grano.- Pero debo hacerle llegar un mensaje la ciudad de Athkatla de vital importancia, como usted ya sabe.- Dijo con un tono solemne y misterioso para que el elfo comprendiera que era un asunto de vida y muerte.- Por favor, déjeme explicarle para que entienda. Si es necesario puedo pagarle.

La intervención de Flerton fue malinterpretada por el enano que miraba al elfo con cara de - Si ya te decía yo que eres un maleducado. Y así ea pues el mago notó las indirectas y se fue a su madriguera a invernar, cual roedor asustado. Un - Ale! - le despidió. Tras este incidente bochornoso del elfo maleducado, Morwing evidenció que no era necesaria la intervención de desconocidos entrometidos, claramente un desconocido altruista y elfo a la par que mago era mucho de suponer. Ese asqueroso guardaba sus intenciones ocultas y la simplona de Ogna parecía no enterarse, no hacía falta entender lo que hablaban para saber que se había disculpado en nombre del enano. - Así le gustan a Losse... seguro que por ser humana tienen un rollo de látigos y perversidades que es mejor no pensar... - Se le cruzaba al enano y tras esos pensamientos en la que la extraña pareja migraba a su cuarto el enano prefirió encerrarse en su cuarto a dormirla. Ea! - Dijo a modo de despido.

Su despertar fue como si hubiese pasado varias dekhanas, su cuerpo apenas respondía a su voluntad. Totalmente recuperado y descansado tras mucho tiempo durmiendo a la intemperie. Kormack vio su ropa perfectamente limpia y todo hiperordenado un simple - JA! - De muy buen humor y una mirada cómplice bastaron para dar una buena sensación sobre lo útil que era Cuinthere. Tras esto un baño que le llevó bastante tiempo y no sólo el baño, asear su pelo. Sin duda una tare ardua, convertir las greñas en un pelo sedoso y limpio. Trenzar su barba y pelo. Para cuando hubo terminado sus compañeros ya habían terminado el desayuno. Se puso su ropa, nuevamente recompuesta y bajó a por un desayuno.
 

Buenos días. - Respondió sin mostrar la más mínima sorpresa por el hecho de que Ogna y Losse apareciesen delante de su puerta. Por favor, no se queden ahí, pasen. Disculpen el desorden. - La habitación, lejos de estar desordenada para dos personas que habían pasado varios días en el interior de un camarote, parecía no haber sido usada en absoluto. Los únicos elementos que los aventureros consideraron fuera de lugar fueron diversos pergaminos repartidos por la mesa y un grueso y pesado libro de conjuros.

Una diminuta comadreja observaba a la pareja desde encima de la mesa lamiéndose las patas delanteras y frotándoselas por la cabeza. Sí, por favor, explíquese señorita. - Invitó a Ogna a que continuara con la conversación de la noche anterior. El elfo no mostraba resentimiento alguno por lo que ambos imaginaron que el asunto de Kormack era agua pasada para él. 

Elmengar tomó asiento sobre la cama y escuchó con atención.

Helmencar dejó el martillo sobre el yunque que utilizaba para ajustar las herraduras a los caballos tan pronto los pasos de Morwing y Allen le avisaron de que tenía clientes. Se irguió dando la espalda a los dos compañeros y desperezó apoyando sus manos en los riñones, probablemente doloridos por la posición inclinada que se veía obligado a adoptar para herrar al caballo que tenía ante él. Tranquilo muchacho...tranquilo. - Tranquilizó al animal palmeando sus cuartos traseros.

Buenos días amigos, bienvenidos a los establos de Helmencar, ¿en qué puedo servirles en esta mañana lluviosa? - Preguntó acercándose hasta ambos aventureros. ¿Es su primera vez por aquí verdad? 

Aliviada por la reacción del elfo, Ogna pasó al interior de la habitación, mirando atrás no fuera a ser que el enano apareciera como de la nada a chafarle su plan. Una vez en el interior se preguntaba de qué desorden hablaba el mago. Estaba claro que era un erudito y que no pasaba su días de aventura como ellos. Sólo en la barba del enano había más bichos y suciedad que en esa habitación.

- Verá...- Comenzó nerviosa. ¿Hasta dónde podían confiar en un desconocido?- El mensaje que tengo que transmitir es para Lunther Kerredan.- Dejó unos instantes para escrutar el rostro del elfo. ¿Conocería al destinatario de su mensaje?- General de las tropas de Athkatla.- Acabó diciendo.- Comprenderá que es un asunto que hay que tratar con suma delicadeza. Un asunto de vida o muerte.- Con eso intentaba que no  tuviera que darle más explicaciones. El elfo estaba en la taberna cuando Allen comentó que el grupo se dirigía a Athkatla así que eso sí podía decirlo sin temor de meter la pata.- Partiremos hacia la ciudad lo más rápido posible, pero si consiguiéramos hacerle llegar el mensaje sería una gran ayuda. ¿Nos ayudaría entonces?

Aquella noche el Gnomo durmió como un bebé, desde que habían llegado a tierra y habían entrado a la taberna había sentido un aire de confort y calma que le tranquilizaba el alma. Con su acostumbrada sonrisa se mantuvo durante toda la velada mientras compartía una humeante comida calientita y bebidas con sus compañeros, en especial con su amigo Enano, el "percance" con el Elfo poco le importó y prefirió mantenerse alegre mientras disfrutaba con sus compañeros.

Finalmente sus ojos se abrieron, se sentía totalmente reconfortado, hacía ya mucho que no pasaba una noche como aquella, preparado contra los sonoros ronquidos de Kormack, el Gnomo quitó unos pequeños tapones para los oídos que había improvisado con algo de lana de su manta, parecía que el pobre Cuinthere no había pensado en ello y ya se encontraba despierto con cara de cansancio, quizás no pudo conciliar el sueño. Agradecido con Tymora por permitirle amanecer un nuevo día, Zanc le dedicó una corta plegaria, aquello era nuevo para él, nunca había sido creyente y desde su desafortunado episodio al borde de la muerte, había cambiado su manera de pensar. Después de desperezar sus músculos y hacer sus acostumbrados estiramientos matutinos, el Gnomo se dirigió a la ventana y allí se mantuvo en silencio con los ojos cerrados, en un momento de intimidad consigo mismo. Mientras tomaba el baño, el Gnomo tocaba los surcos de las heridas que había adquirido en aquella isla, heridas de batalla que le harían recordar por siempre aquella aventura en la isla pirata. Un sinsabor había quedado en él tras abandonar aquella isla y no haber encontrado ningún tesoro pirata, ni siquiera un mapa de esos que tanto cuentan en las historias, aún habría tiempo para ello, por ahora la prioridad era llegar a Athkatla y empezar a forjar su reputación.

Lunther Kerredan ¿eh? Sí, me suena. Sí, creo que sí. - Concluyó tras pensarlo detenidamente. Como les dije anoche he estado viviendo durante muchos años en Keczulla y debido a mi...bueno...digamos profesión, me he visto obligado a ir a Athkatla muchas veces. También es verdad que eran otros tiempos, cuando un mago podía moverse tranquilamente por Amn sin que temiese ser encarcelado en esa maldita prisión del hechicero. - Explicó dando por hecho que Ogna y Losse conocían el destino que corrían los magos considerados "descontrolados" por los Magos Encapuchados, la organización secreta que trabajaba en Amn desde hacía muchos años.

El elfo alcanzó un rollo de pergamino que reposaba sobre la mesa, como si hubiese estado escribiéndolo la noche anterior a pesar del encontronazo con el enano. Está bien, ¿de qué se trata? Puede confiar en mi señorita, no albergo ninguna simpatía por el Consejo pero tampoco deseo que las gentes que viven inconscientes a su despótico gobierno sufran un mal mayor. - El resentimiento hacia las autoridades de Amn mostrado por Elmengar le hizo agarrar con suficiente fuerza el pergamino como para que éste se arrugase entre sus manos.

- Está bien.- Dijo Ogna sin estar realmente convencida. El odio que un mago podía sentir por la Ciudad de los Comerciantes podía hacer que se aliase con el inspirador de una conspiración contra su actual sistema de gobierno. Sería prudente tomar algunas precauciones al respecto. Aún así confiaba en el elfo, pues el posadero había dicho que era un cliente habitual, pero existía una pequeña posibilidad de que fuera un espía de Stenzag.- El mensaje debe decir, de parte de Allen Shesar, que la misión ha resultado un éxito. Stenzag, el pirata traidor, junto con Todler el Tuerto, ha reunido a un enorme ejército de piratas en la Isla de la Sirena Muerta. Tenemos las pruebas que lo incriminan en nuestro poder. El ataque es inminente.- Le indicó al mago en un mapa la zona dónde los piratas tenían pensado reunirse antes del ataque.- Llevan armaduras con los símbolos de Athkatla y Cherrybroof.- Miró al mago con solemnidad. La gravedad del asunto lo requería.- Supongo que entiende la importancia de hacer llegar este mensaje. Muchas vidas inocentes corren un enorme peligro. ¿Cómo va a hacerlo?- Ogna había ocultado deliberadamente el hecho de que el resto de supervivientes se dirigían a La Puerta de Baldur a pedir refuerzos.

Morwing continuó dando vueltas a lo acontecido durante la noche. Estaba tan inmerso en sus pensamientos que ni si quiera se percató que iba camino de los establos con tan sólo la compañía del paladín.

- Aquella voz que me animaba a continuar huyendo me resultaba tan familiar…, pensaba cuando entonces fue interrumpido por Allen, que se interesaba por su estado.

- No estoy del todo seguro que se tratase de un sueño…, respondió al paladín, - Diría que era más bien como un cúmulo de recuerdos almacenados, continuó con rostro de preocupación, -… y de ser así… no sé qué llegaría a hacer en el pasado, pero puede que por ello yo y todos los que me acompañan corramos un grave peligro… el mal me acecha, lo presiento…, sentenció deteniendo sus pasos. – En fin, suspiró, - de todos modos creo que debería organizar mejor mis pensamientos. Gracias por tu preocupación, concluyó posando su mano sobre el hombro de Allen.

Al llegar a los establos, el dueño del establo salió al encuentro de los aventureros tras abandona sus labores.

- Buenos días. Estábamos interesados en hacernos con… ¿cuántos?... ¿tres caballos y un poni?, preguntó mirando a Allen para que diera su visto bueno. – Sí, creo que con eso será suficiente…, los necesitaríamos para esta misma mañana, ¿dispone de ellos?

El elfo se incorporó de un salto de la cama. ¿Steznag has dicho? - Preguntó sobresaltado. ¿Sabes si hay un mago anciano junto a él? ¿Lo habéis visto? ¿Conocéis a  Brankoren Thousandspark? - El mago sin poder contener su entusiasmo, sujetó a Ogna por los hombros. ¿Habéis visto algo raro en ellos? - Volvió a preguntar inquisitivamente. ¡Oh Mystra! ¡Gracias!

Sí, sí, sí, mandaré el mensaje sin dudarlo. - Respondió el elfo perdiendo la fachada marmórea carente de sentimientos que era su rostro. Con mano temblorosa sujetó un pergamino en blanco y en su mano apareció de la nada una pluma azul de algún pájaro exótico. 

Ibstun-simbler -nasper-panam- Allen Shesar dice que ha sido un éxito. Steznag y Todler preparan ejercito pirata. Ataque contra Athkatla inminente. Piratas con armaduras de Athkatla y Cherrybroof.

Así voy a hacerlo. - Respondió una vez finalizó el hechizo.

Y ahora por favor, es importante que sepa si habéis visto a un mago que se hace llamar Brankoren Thousandspark. 

Buena elección. Sí, por supuesto que dispongo de ellos caballeros. Si me dan un rato se los tendré listos para partir. - Respondió sonriente. Han venido en buen momento porque no tengo muchos más desde que el paso de Nashkel se encuentra cortado. Espero que ese tal Tugman Bezosdeoso haga algo y despejen el camino pronto, porque si no voy a tener que plantearme comprar caballos en otro sitio. - Comentó molesto.

¿A dónde se dirigen señores? No los había visto por aquí con anterioridad y discúlpeme si le ofendo señor, - se disculpó de antemano refiriéndose a Allen. - pero salta a la vista que usted no es como esa otra gente que viene aquí a pasar largas temporadas leyendo a la sombra de los árboles.

- Hummm, con que Tugman Bezosdeoso…

Era cierto que el tiempo apremiaba y que el grupo debería llegar cuanto antes a la ciudad de Athkatla. Pero era tan necesario alarmar a los ciudadanos de Athkatla como permitir que los posibles refuerzos de Puerta de Baldur pudiesen llegar a tiempo ante un más que probable ataque.

- No, es la primera vez que visitamos la Fortaleza y la verdad es que todo lo que había oído y leído de ella queda lejos de la belleza que ofrece realmente, contestó.

- Ha mencionado a un tal Tugman Bezosdeoso… ¿es él el encargado de intentar desbloquear el paso de Naskel? ¿Tiene idea de cómo tiene pensado hacerlo y el tiempo que tardará en conseguirlo? ¿Dónde podríamos encontrarlo?

La insistencia de aquel pariente suyo por conocer la respuesta, le hizo mosquearse. Desde luego conocía a Steznag, aunque no estaba claro si como villano o como aliado. Losse esquivó responderle directamente e indagó en él. - ¿Acaso tienes algo que ver con los Señores del Círculo del Silencio? - Sin dejarle apenas responder para observar la cara que ponía, le interrumpió - Quizá, como buen erudito del saber en este lugar, sepas decirme algo acerca de este tatuaje - le dijo mostrándole la mano. - Bueno, está un poco cambiado, antes, en el lugar de estas dos cicatrices había otros dos símbolos. Creo que tiene cierta relación con alguien de hace mucho tiempo que portaba una capa amarilla. Al menos eres un elfo y tu longevidad quizá pueda esclarecer lo que los humanos quizá no puedan contar. - Losse estaba casi seguro que no sacaría nada de información nueva, aunque, si tanta fama de sabio tenía, quizá estaría al corriente de ello. Además, era un elfo lunar y, sin duda alguna, él podría saber más sobre su origen que cualquier miembro de otra raza, e incluso de otra variedad de elfo.

Todo el mundo dice lo mismo cuando llega aquí por primera vez. Siempre me he considerado afortunado por porque mis padres me criaran aquí. - Contestó sonriente el dueño de los establos. Luego, asintiendo de un modo sereno y despreocupado, respondió a la pregunta sobre Tugman Bezosdeoso.

Sí, es un hombre grande, ya saben, de esos que pueden verse a leguas de distancia. - Bromeó mientras abría uno de los corrales para enseñar los caballos a los dos compañeros. Es la voz del Consejo de los Seis en Nashkel, vamos, el que manda en la ciudad. Podría gobernar como un rey puesto que el consejo está poco interesado en lo que pasa a este lado de los Picos Nublados pero es un buen hombre. Muy preocupado por la ciudad. De hecho sé por fuentes fiables que si le preguntasen a los ciudadanos de Nashkel éstos preferirían abandonar Amn y fundar su propia ciudad estado bajo el mando de Tugman. - Helmencar habló sin tapujos sobre la política del país vecino precisamente por eso, porque a él poco le interesaba si Nashkel permanecía al lado de Amn o decidía escindirse de la nación y fundar una nueva ciudad-estado, al estilo de Puerta de Baldur pero mucho más modesta. Desde que las minas de hierro se agotaron hará ahora diez o doce años, la ciudad dejó de ser importante para el Consejo pienso yo. - Confesó con un encogimiento de hombros.

Podrán encontrarlo en la Casa del Consejo de Nashkel, no tiene pérdida, pregunten cuando lleguen y cualquiera les indicará.- Helmencar condujo dos caballos negros, jóvenes, y briosos. Con sus grandes manos levantó los labios de los animales para mostrar la dentadura de ambos animales. Tras ello, prosiguió.

Pues creo que comenzó utilizando a los soldados de los que disponía para quitar las enorme piedras del camino pero... No sé, son sólo rumores. Pero según dicen de la última patrulla que fue hasta allí no quedaron ni las botas. Nadie sabe lo que ha pasado. Pero ya les digo, que no sé mucho, es lo que comentaba alguien en el mercado. - Levantó las manos indicando que lo mismo podía ser cierto como que no.

El elfo no pudo ocultar la ansiedad por conocer las respuestas a las preguntas que había realizado. Su delicada mano pasaba una y otra vez por su barbilla en un gesto de nerviosismo. ¿El Círculo del Silencio? - Preguntó extrañado. Así que los conoces ¿eh? No, estate tranquilo hermano, no tengo nada que ver con ellos. Nunca me han gustado esas congregaciones fanáticas. - Respondió desdeñoso. Además, esa orden de locos hace tiempo que fueron expulsados de Athkatla. Les perdí la pista cuando los magos encapuchados decidieron que la secta ya habían amansado demasiado poder y se estaban convirtiendo en un peligro. Es una de las pocas cosas en las que coincido con esos...estúpidos. - Su labio se contrajo descaradamente como si el simple hecho de pronunciar su nombre le amargara en la boca.

¡Oh! ¡Vaya! ¡Eso sí es una sorpresa! - Exclamó levantando la voz al ver los tatuajes. ¡Un Elegido de Mielikki! ¿Cuales eran los otros dos dioses? - Preguntó interesado dando a entender que sabía que había habido dos símbolos más en las manos de Losse.

Hace mucho que no veo a uno de vosotros, y mucho menos sin que sepa lo que significa lo que lleva en la mano. - Asintió ante la mención del hombre de la capa amarilla. Los llaman Siervos del Equilibrio y, como esos que has nombrado del Círculo del Silencio, bajo mi punto de vista son otra panda de fanáticos. Por lo que sé, esos tatuajes que hasta hace poco has llevado en tu mano, eran tus designios al nacer. Esas gentes tatúan a los niños cuando son pequeños según la posición de las estrellas en el día de su nacimiento si creen que tiene cualidades para ser un elegido de una de esas deidades. Dicen que habrá un día que uno de esos dioses se pondrá en contacto contigo para reclamar tu espíritu. ¿Es cierto? ¿Has recibido tu prueba? De ser así puede que tenga que tragarme mis palabras...

Losse arqueó su ceja derecha un tanto sorpendido por la respuesta del experto en magia. ¿Significaba eso que podía acabar conociendo a un dios? Por su trayectoria, estaba claro que sólo una deidad podría personársele, en caso de que ésto ocurriera, pues nada tenía que ver con los otros dos dioses. El encuentro con la sacerdotisa en Athkatla le mencionó claramente que había pasado la primera prueba para permanecer fiel a Mielikki y que le había reconocido como un elegido de la diosa. Por tanto, Losse tenía poco por lo que preocuparse de los otros dos símbolos que tenía. - Antes también aparecían las representaciones de Cyric y Málar. No sé cual es la forma en que crían a esos "elegidos", pero, por suerte, yo crecí junto a otras personas que poco o nada tienen que ver con esos fanáticos que comentas. Por cierto, ¿sabrías decirme cómo se les conoce a esos hombres de capas amarillas? -

El servidor de la Exploradora Suprema se encontraba mucho más aliviado por la nula relación de este elfo que se encontraba frente a él, al menos por lo que comentaba. - Respondiendo a tu pregunta, no conozco a ese tal Brankoren. Aún no hemos tenido el "placer" de encontrarnos con Steznag cara a cara, aunque sí conseguimos ver su barco volador. Creo que le hemos molestado, así que, por si acaso conseguimos tener un cara a cara con ese Pirata, y tu amigo está a su lado, ¿quieres que le digamos algo? -

Y mientras continuaba la conversación, y con los dos enamorados a punto de salir por la puerta, Losse quiso saber más sobre ese camino del que había hablado en el día anterior. - Dime, buen Elmengar, ayer comentaste algo de un camino oculto para cruzar las montañas. ¿Podrías decirme todo lo que sepas de él? Es muy importante que lleguemos cuanto antes a Athkatla y toda ayuda será bien recibida.