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Crónicas de Á: Tomo 0 - El Amanecer -

Biblioteca: Tal´Kokand

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25/06/2010, 01:33
Elocc`iso

Escrito de Tal-Khoiri sobre el Irian y la llegada de Él y Jeldhor.

Abrí los ojos y allí estábamos, eramos muchos, tantos que mis ojos no abarcaban a verlos a todos. Ellos dormían. Camine entre ellos solo, vagando entre ellos. Habían grandes y pequeños y otros que eran mas bellos. De inmediato supe que eran nuestras hembras y que los mas pequeños eran nuestros cachorros.

Anduve durante todo el día y todo lo que veía era nuevo para mi. Mi pueblo aun dormía, una vez mas supe al instante que no era aun su momento de despertar. Yo era su guía, su líder, debía de estar preparado para cuando ese momento llegara. Todo el día caminando y mi pueblo parecía no tener fin.

Llegada la noche, me aparte de ellos. Al fin estaba sobre la tierra, Albur, se llamaba. Albur era el nombre que alguien le había puesto ¿pero quien? Y lo que mas me inquietaba ¿por que conocía el nombre? Recuerdo que sentí miedo.

 Mire a lo lejos y solo veía grandes extensiones de tierra y mi pueblo descansando sobre ella. El viento soplo y levante la cabeza para recibir su fresco en la cara y entonces me pareció ver algo. Era algo que ya conocía, pues me resultaba increíblemente familiar. Aquella luz, ya la había visto antes. Mejor dicho, había visto a través de ella y comprendido esto. Lo vi a Él. Así lo llamamos, aunque no sabemos si ese es su nombre o si realmente tiene nombre. Ahora sabemos que si le llamamos de esa manera responde, pero también lo hace con Maestro, Mentor o Padre. Así que ¿quien sabe?

Aunque poco importa. Él estaba allí y sentí su voz. Me aviso de la llegada. Y nos animo a errar por el mundo buscando el punto adecuado por la llegada.

Aquella noche hablamos y me contó algunos de los secretos del mundo. Me hablo de los Dioses, sus iguales, aunque rara vez se refería a ellos con ese nombre, solía llamarlos: Hermanos. Pues todos venían del gran Á. Nos hablo de Arezos, el que nos trae el sol. Pyaray el que vaga por los mares. De Shenkis, la que nos daría los frutos de los que alimentarnos. De knhoss, pues en ella encontraríamos la voluntad de saber elegir. De kraag, que despertó a la tierra y de Yiradarkos, del que no dijo nada. Y de los hijos de los Dioses y nos pidió que los amaramos a todos, pues nosotros les daríamos sentido a sus obras. Eso me hizo sentir contento y asustado al mismo tiempo. Temía no agradar a todos los dioses. Pero Él, lo leyó en mi corazón y calmo mis dudas. No debes de sentir miedo. Otros vendrán y ocuparan también las tierras y sentirán el amor de sus padres. No se os va a pedir mas de lo que podéis dar Pero todos los que han de venir, lo harán a vuestra sombra. Sois los primeros en llegar. Pero no los únicos en morar.

El día llego y Él se desvaneció con la noche. No supe mas de él, aunque siempre sentí que nos vigilaba.

Conforme el sol se alzaba, el pueblo despertaba. Busque una roca alta y les hable. Les conté cuanto sabía y cuando hube terminado, alguien me pregunto. Ellos tienen nombre, pero que nombre nos queda a nosotros. Somos solo los caminantes.

Le mire a los ojos, no necesitábamos de nombre, pero Él no había escuchado y me susurro el nombre que les debía de dar. Y dije el nombre sin alzar la voz. Pero mi voz sonó clara y fuerte por toda la llanura y todos oyeron lo que tenía que decir.

-Kohirin – dije y todos asintieron, todos menos uno. El que me había preguntado, que me pregunto – ¿que nombre te daremos a ti? - y una vez mas el susurro me dijo lo que les tenía que decir.

-Llamadme Tal-Kohiri y ese nombre lo portara quien guíe al pueblo y así todos sabrán a quien buscar. Pues los Tal -Kohiri tendrán el don de poder hablar con Él.

Y así comenzó la búsqueda de la llegada. A lo que en nuestra lengua se le conoce como el Irian. Que quiere decir el primer paso.

 

Andamos durante muchos días y muchas noches. Cada mañana le dábamos gracias a Arezos, por traernos el calor del día. En cada comida, agradecíamos Shenkis, cuando la tierra paso de ser verde a marrón, le dábamos las gracias a kraag, que nos enseñaba nuevos lugares. A Pyaray cuando por primera vez vimos el mar. A khonss cuando de las plantas obtuvimos el néctar que nos saciaba la sed en las solitarias llanuras. A Él cada noche al contemplar las estrellas y a Yiradarkos, antes de dormir, pues no sabíamos que esperar de él.

Finalmente llegamos a la sombra de una montaña, no tenia nombre para nosotros y si la tierra era la Kohiri-Kand, esas tierras tan altas serian las Kohiri – kandon. (Skraag) y allí nos establecimos. No teníamos la cuenta de los días pasados, así que no sabíamos cuanto tiempo llevábamos andando. Pero estábamos cansados de andar por el Kohiri-Kand, así que nos sentamos a descansar.

 

El descanso se demoro demasiado. Muchos habían olvidado nuestra búsqueda y otros comenzaban a olvidarla. Los convoque a todos y hablamos durante horas, pues todos tenían voz y algo que decir. Al final llegamos al acuerdo de que algunos partirían y otros descansarían, contaríamos los días que estábamos fuera y cuando unos contaran diez veces diez soles, volverían para que otros continuaran su búsqueda. Y eso duro diez veces diez viajes.

Fue en el regreso del décimo viaje cuando llego el encuentro. Un Kohiri, mas alto, mas fuerte, mas sabio que todos los demás se presento ante nosotros. Jeldhor, dijo que se llamaba y había venido a nosotros para guiarnos y cuidarnos, era uno de los Dioses, que nos honro con su compañía y sus conocimientos.

Aprendimos la caza, la recolección y la forja de herramientas. Aguardamos a reunirnos todos y viajamos con el durante muchos soles, y nos enseño a contarlos. Aprendimos a encontrar los caminos y a desandarlos una vez hechos. Establecimos senderos seguros, para todos los que estaban por llegar. Nos contó mas acerca de el Gran Á y de Él, su maestro. No nos desvelo su nombre, si es que lo conocía.

Finalmente nuestros pasos nos llevaron de nuevo al Kohiri-Kandon, al que los Dioses llamaban Skraag y allí descansamos de nuevo. Muchos no quisieron seguir, yo entre ellos. Según las cuentas de Jeldhor, llevábamos cuatrocientos años caminando y los mas mayores, nos sentíamos cansados. Algunas de nuestras hembras traían nuevas criás y las largas marchas se les hacía pesadas. Una noche, cuando Jeldhor volvió de uno de su viajes, hable con él.

-Maestro, muchos de nosotros estamos cansados de recorrer el Camino. Queremos descanso y paz y las hembras un lugar reposado para parir a sus criás. Los jóvenes le seguirán con gusto, aun les quedan miles de lugares que recorrer. Pero no haremos nada sin su bendición.

Jeldhor nos la dio con pena, y se marcho con los que aun se sentían jóvenes y vigorosos para viajar y los que nos quedamos nos sentimos solos.

 

Tarde una semana antes de ir a la llanura a rogarle a Él.

-Padre, tu enviado nos llego, pero ya estamos cansados del Camino. Ya no estamos tan fuertes como antes y nos tuvimos que quedar. No nos quejamos, pero ahora sin la compañía de tu hijo nos sentimos solos. Estamos perdidos. Rogamos que nos envíes a otro, alguien que nos cuide y que enseñe los secretos del mundo a nuestros hijos.

Mas de cuatrocientos años mas tarde de nuestro primer encuentro, Él volvió a hablarme.

-Hijo mio, Tal-kohiri dije que llamaras a los que guiaran a mi pueblo. Pero no que cargaras solo con esa pesada tarea, no obstante así lo has hecho. Por eso a los que se han quedado les llamaras los Tal-Kohiri y en su mano dejare que abandonen el refugio del hogar para unirse a mi discípulo y andar el Camino o servirme a mi y educar en los secretos y atesorarlos en la ciudad que os entregue.

Descansa y ten a tus hijos y cuando estés listo te guiare hasta el hogar que os de.

Las lagrimas saltaban de mis ojos, la generosidad de Él me embriago y corrí para dar la noticia.

Hermanos – les grite cuando llegue a ellos – Él, nuestro padre, nos dará reposo, nos acogerá bajo su abrazo en Tal ´Kokand. La unica ciudad.

Notas de juego

Transportado por kinos, un kohiri que se unio al grupo de Tal-Kahir en las Cavernas Resplandecientes, salida oeste del camino secreto.

Año 1812 P.E

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25/06/2010, 01:41
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Primer registro sobre los Tal-Kohiri.

Hace un año que llegamos, según me contó el padre de mi padre, hace mas de mil años que comenzó la búsqueda de la ciudad prometida. Yo como muchos, nací en el camino, en la larga marcha o la ruta eterna. Todos nombres para los mismos pasos.

Según me contaron, nuestro viaje comenzó en las llanuras al oeste del Skraag,, donde habitábamos junto al resto de nuestro pueblo, hasta que fuimos bendecidos por el Gran Él y nos separamos de nuestros hermanos.

Viajaron por todo el continente y vieron grandes obras, se toparon con feroces criaturas, pasaron buenos veranos y duros inviernos. Pasaron hambre y vivieron en abundancia. Hechos que pasarían a formar parte de nuestras memorias y que se convirtieron en la vida de nuestros abuelos.

Finalmente llegaron al mar de Pyaray y allí se asentaron esperando el aviso de nuestro hacedor. Aquel año fue mi venida al mundo.

Yo aun era una cría pero recuerdo el sonido del agua abrirse en dos y el fuerte retumbar que ocasionaban las enormes criaturas al golpear el mar. Recuerdo que el miedo creció en todos y que nos refugiamos lejos de la costa. Allí aguardamos muchas noches.

Pero nuestras plegarias fueron escuchadas y una noche, una imagen que nunca olvidare, vimos caer una luz, tan blanca y brillante, que nos obligo a apartar la vista. Tan grande que muchos huyeron aterrorizados. Tan caliente que pensamos que estábamos en una tarde de verano. Y la roca choco contra la tierra y con toda su fuerza abrió un sendero que nos permitió pasar por debajo del agua.

Entonces llego Tal – Kahir y nos hablo en nombre de Él. Nos dijo que teníamos que cruzar el subterráneo que nos había abierto ya que nuestra ciudad estaba mas allá de los mares.

El paso subterráneo era increíble, lleno de magia. Grandes piedras que sujetaban el techo cubiertas de pequeñas rocas de mil colores. Los rayos de sol cruzaban las paredes a través de grandes cristales iluminando los pasillos con decenas de tonalidades, creando arco iris en las leves aperturas por donde se filtraban pequeñas gotas de agua.

Una continua corriente de aire, nos acompaño, sintiendo un frío que de no haber sido por el calor de la estrella nos habría congelado.

El día y la noche comenzaron a mezclarse, nos costaba diferencias una estación de otra y durante toda la década que nos llevo cruzar el océano, nos volvimos asustadizos a lo que nos aguardaba fuera.

Al final encontramos la salida y nuestro peregrinaje por el interior del mundo llegaba a su fin. Y allí nos encontramos una vez mas con un dilema. No queríamos salir.

Para la mayoría de nosotros, eso era lo que conocíamos, del mundo exterior solo recordábamos los grandes predadores que ya conocíamos y los que nos quedaba por descubrir, pues Él siempre ha bendecido a sus hijos mostrandoles en sueños criaturas y lugares que aun estaban por descubrir.

 

No conseguimos mantener la cuenta de los años que pasamos allí escondidos. Habíamos perdido la cuenta de los años y la capacidad para calcularlo, pero llegaron nuevas crías y los mas viejos se fueron a los dominios de Yradarkos.

Fue entonces, con las nuevas crías, cuando comenzaron las incursiones fuera de la cueva. Fue entonces cuando Él posó de nuevo la vista sobre nosotros y fue entonces cuando todo el mundo se sacudió con tanta fuerza que temimos caer sepultados y fuimos expulsados de nuestro hogar temporal.

Corrimos hasta la extenuación y nos dispersamos demasiado. Pasamos de ser un orden errante a ser pequeñas manadas perdidas. Buscamos en el cielo la estrella de Él, pero no la veíamos y es que el cielo había cambiado, mil tonalidades se dibujaban en los cielos. Y por primera vez desde que nuestro pueblo hubo nacido sentimos el verdadero terror.

Aquella noche, Él, nos otorgo la nueva luz guía, la estrella que tiempo atrás nos había abierto el camino hasta estas bastas y desiertas tierras, descendió de nuevo y se posó sobre Albur allá a lo lejos.

Y todos nos guiamos por ella, pues cada vez que alzábamos la mirada al cielo oscuro, nos inquietaba esas luces que marcaban ahora la celeste.

Nuestro paso por el desierto resulto ser lo mas pesado. Siendo un paisaje aburrido, seco, sin apenas vida. El miedo no hizo el camino mas llevadero y durante meses sentimos el temor de ser atacados en cualquier momento y durante años, sentimos el recelo de sentirnos seguros.

 

Por el camino algunos se separaron, como fue Tal-Kirin, quien dijo haber comprendido el sueño de Él y se desvió al sur con unos pocos. Aquel día nos dejo también Tal-Kahir, quien nos había guiado durante todo este tiempo y que pasara a la historia como uno de los kohiri mas longevos, con 555 años. Entonces fui escogido por nuestro hacedor como su guía y lleve a todo la orden hasta el final del mundo, en donde ya no quedaba nada.

Entonces comenzaron las preguntas, las dudas, todo querían una señal, una respuesta y lo único que podía darles era la luz que nos guiaba, mas allá que toda Albur.

Sentí la inquietud del quien duda de si mismo. ¿Había obrado bien? ¿Había comprendido los signos? Y mientras cada noche me torturaba y cada día respondía las mismas frases a las mismas preguntas, se presento ante nosotros un centauro. Era una cara nueva y a la vez familiar. Y la multitud le abrió paso, siguiéndole después hasta la orilla del mar.

-esperemos a que se reúna vuestro pueblo porque cruzar los dominios de Pyaray es peligroso y solo lo podremos hacer una vez .

Y bajo su mando aguardamos siete años antes de que con su gracia divina, abriera el mar y nos dejara cruzarlo para al fin llegar al reino prometido. La Tal´Kokand.

 

Notas de juego

Escrito por Tal-kheran, ultimo guía y primer maestro bibliotecario de la Kal `Kokand.

Año 3000 P.E.

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02/07/2010, 19:55
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El primer escrito de Tiri-Kihar. La primera guía del pueblo desde la llegada a Tal´Kokand.

Se me ha dado el papel de guía, para conducir a nuestro pueblo por el papel del conocimiento y de la sabiduría. No obstante aunque siento un enorme honor en recibir este titulo, mis palabras están teñidas de pena, pues el puesto me fue dado con un gran dolor.

Cuando Kheran falleció y fue a los dominios de Yoonel, esperamos la señal de Padre para darnos un nuevo guía que nos condujera. Pero los años pasaron y su palabra no nos fue dada.

Entonces nadie quiso asumir el control, todo el pueblo creía que sería una ofensa para Padre y nadie hizo nada al respecto. Pero unos cuantos, con el paso del tiempo nos sentíamos mas solos, como si Padre nos hubiera olvidado, como si sus haceres fueran tantos y de tanta importancia que nosotros carecíamos de su atención. O tal vez fuera el hecho de que una vez en su casa, ya había cumplido con nosotros y teníamos que valernos por nosotros mismos. 
Desde nuestro nacimiento nos había cuidado, tal vez fuera el momento de aprender a seguir sin la necesidad de recibir visiones.

Así pues, en el Templo de Tal´Kokand, montamos la primera asamblea, donde el único tema a discutir era si se debía de ordenar a un Tal del pueblo o dejar el hueco vació hasta recibir la palabra de Él.

La asamblea se convirtió en un airado debate sobre que hacer, cual era el camino correcto, cual era la decisión que se esperaba de nosotros. Perdidos cada uno decía las cosas como creía que eran o como las sentía en el corazón. Algunos alegaron la espera, pues desde siempre había sido así. Otros la elección, pues a pesar de todo seguían sintiendo el amor de Él en las paredes y en los techos, en los arboles y en las costas. Según decían no se había marchado, solo que nos estaba dejando libres y en paz, como había ordenado que ocurriera.

Al final se decidió alzar a un nuevo Tal y empezó una nueva batalla ¿Quien era el elegido? ¿quien determinaría tal decisión? miles de propuestas y nuevas peleas se iniciaron.

Si la primera asamblea fue dura por que duró tres días, esta fue llevada hasta el agotamiento pues se concluyó al décimo día.

La decisión final ha sido que tras la muerte del Tal, un representante de cada casa, la casa del artesano, la biblioteca de los kohiri, la biblioteca de Albur, la casa del herbolario, el Templo, la casa de curación y el hogar del pastor. Entre ellos escucharían las plegarías de su orden y luego las expondrían ante los demás. De todas las peticiones se escogería una y ese ser sería elevado por encima de los demás y convertido en Tal. Así es como llegue yo a dirigir nuestra ciudad.

Así es como se tomo la decisión de tener al Tal del pueblo, al que llamaremos Tiri, pues Tal es el titulo que solo nuestro Padre y Hacedor, puede otorgar.

 

 

 

Notas de juego

 

Fragmentos del diario de Tiri-Kihar.

....Cuando entre en la estancia, el amor y el dolor se fundieron en uno. Sentía la presencia de Él en aquel lugar, pero no lo sentía en mi corazón y eso me procuraba una pena absoluta, un deseo de derrumbarme a llorar tan fuerte que me hacían temblar las piernas.

Observe toda la sala, mi sala, el hogar que se había escogido para mi. El rincón que ocuparía de ahora en adelante hasta que me llegara la hora de viajar a los reinos de Yradarkos.

Por el día la sala era clara y llena de luz. Por la noche se quedaba en una oscuridad tan completa que el cielo entraba por las cúpula con una claridad que podías distinguir las formas de las estrellas. Solo un pequeño fuego sobre el escritorio iluminaba la sala. Escritorio dado para perderme en mis pensamientos y escribirlos en papel, tal como estoy haciendo ahora.

Es la primera noche que paso, y me siento extraña, como usurpando un lugar que no es mio. Escribiendo donde otro debería de estar escribiendo y la sensación es tan inquietante que me parece escuchar voces.

Padre, si me oyes, si escuchas mis suplicas dame una señal ¿este es mi lugar? ¿Esto es lo que aguardabas para mi? Una luz, solo una luz, una imagen... cualquier cosa que me diga que estoy obrando bien.

 

 

 

... ¡No puedo permitir eso! - fue lo que le dije, y acaso pretendió hacerme caso, no, se burlo de mi y se alejo con la intención de resolverlo como el crea justo.

Me piden que dirija al pueblo, pero después no responden ante mi, se que tengo que hacerme mas fuerte, mas segura, pero es que desde que me nombraron Tiri, no he recibido señal alguna de Él. Pasa el tiempo y sigo igual. Siento y ellos sienten, que cumplen mi palabra, mi voluntad, no la de Él.

 

 

 

Ayer incineramos a tres de los nuestros, el invierno esta siendo mas duro de lo habitual y según los mas viejos, el verano sera mas caluroso. hay días en que las lluvias no cesan durante horas, otros donde las lluvias no arrojan piedras de agua y otros en los que el agua cae con tanta fuerza que nos daña la piel.

Los jardines se resienten, ya no tienen vida en invierno y las flores se marchitan rápidamente en verano. Muchos mueren pronto, otros envejecen mas rápido. Sentimos como la vida nos consume y no podemos hacer mucho mas.

Padre, que ha ocurrido lejos de nosotros que tanto ha cambiado el mundo. Gran Á, creador de todo, por que nos sentimos tan desdichados, nosotros que solo quisimos un lugar al que llamar hogar. Quizás nuestro destino sea volver con el Dios Vagabundo...

 

 

Jeldhor, hijo de nuestro padre, nuestro guía en los primeros días, dime, ¿por que me siento abandonada? ¿por que nuestro pueblo sufre del exilio del amor de Él? ¿que le hemos hecho para ser castigados así? Tengo que dejar de escribir o acabare demente...

 

 

Kisir, mi sirvienta y fiel amiga a ido a avisar al consejo,aprovecho para escribir mis ultimas palabras. Hoy termina mi agonía, hoy llego al final de mi mandato. Han pasado trescientos años desde que me nombraron Tiri-Kihar y me parecen pocos, siento como el pueblo esta cambiando, siendo nuestras vidas cada vez mas cortas. Me siento como una estafadora que ha fingido ser quien no ha sido. Padre durante años te he esperado cada noche observando tu cúpula y no te he sentido nunca. Solo me espera que en el descanso de Yoonel me alivie de toda la carga que que he llevado en silencio estos largos años...