Partida Rol por web

Crónicas de Cuatro Aventureros

Prólogo. Haciendo Amistades.

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17/04/2013, 11:44
Berhanu

Salí de la choza al amanecer. “Adiós, no eres más que un chamizo, pero te echaré de menos”. Al menos, echaría de menos la chimenea. El resto no eran más que hileras de troncos atados, que ni los dioses se explicaban cómo habían aguantado tantos años sin desplomarse encima de nosotros. O de mí, porque papá se pasaba más tiempo perdido que en casa.

Corrí ladera abajo, por las estribaciones, y me detuve mucho antes de llegar al sendero que descendía por la falda de la montaña. Eran tres horas de camino, incluso a buen ritmo, lo que sin lugar a dudas me impediría llegar al refugio de pescadores antes del anochecer, así que decidí usar el atajo.

A quién quiero engañar. Lo cierto es que es más divertido deslizarse por las rampas naturales de la cara sur, agarrándome de vez en cuando a un árbol para reducir la velocidad de descenso. Papá suele decir que un día me voy a matar, pero él caza osos lechuza con un cuchillo, por lo que su opinión sobre el peligro no tiene validez.

Cuando llegué al valle me temblaban las rodillas y estaba sofocada. Me dejé caer de culo y me senté cinco minutos a recuperar el resuello. Casi merecía darse la paliza de volver arriba para hacerlo de nuevo. Casi, pero no.

Desde allí, seguí descendiendo por las suaves pendientes hasta que, cuando el sol había recorrido la mitad de su camino en el firmamento, yo había dejado atrás mi montaña, y me encontraba en el valle. La temperatura era más agradable que en casa, así que me hice un hato con el abrigo, guardé los guantes y me interné en la espesura, atravesando diez millas de bosque antes de llegar al río. Y desde allí, seguí su serpenteante curso hacia el este, donde se encontraba el refugio. Faltaba todavía una hora para anochecer, y pasé el rato conversando con los pescadores. Uno de ellos estaba empeñado en que una chica no podía andar sola por ahí, y hasta me propuso matrimonio. Me gustaría pensar que eso significa que ya no soy una niña, pero bien puede ser que al tipo le gusten demasiado jóvenes o que había bebido demasiado.

Al día siguiente volví a ponerme en pie en cuanto pillé al sol escudriñando por el horizonte. Me despedí de los pescadores que ya estaban despiertos, preparando sus aparejos, y salí corriendo hacia el este.

Sé lo que estás pensando. No, no soy una guarra, por mucho que viva encima de una montaña. Me aseé en un regato lo bastante alejado del refugio. No soy una chica pudorosa, pero papá me enseñó al menos a hacer esas cosas en la intimidad, especialmente cuando anda cerca un hombre que quiere casarse contigo.

Con el cambio de temperatura, el sarpullido picaba como si me hubieran despellejado la mejilla. Preferiría tener una barba a trozos, como decía papá que les salía a los muchachos de mi edad. Al menos la barba se puede quitar.

Ignorando el picor, seguí la corriente del río durante horas, deteniéndome solamente cuando era necesario. Y cuando has sido tan idota como para comer demasiadas ciruelas verdes, es necesario a menudo.

Por fin, a media tarde, llegué a las proximidades del círculo. Me detuve en un estanque próximo para quitarme el sudor, y de paso, la tierra que se me había adherido a la pegajosa película.

Notas de juego

Lo dejo antes de entrar al Círculo, por si quieres describirlo, o encontrártela antes, o lo que sea.

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17/04/2013, 12:45
Haizti

Atrás quedaron los últimos árboles de la bruna y salvaje Irati. Lejos quedaba su casa, aquella que constituía toda su familia y el valle que había considerado su hogar. Pero nunca volvió la mirada atrás y sus ojos, siguiendo la estela del sol, permanecieron fijos en el mundo que, paso a paso, se iba descubriendo ante él. 

Había huido del encuentro con cualquier forma de vida que no fuera salvaje. Tan solo ciervos, ardillas, osos y felinos habían sido testigos de su sigiloso avance. Las escasas y desperdigadas aldeas o los aislados caseríos habían sido cuidadosamente evitados. El bosque le proporcionaba cuanto necesitaba, bien en forma de bayas o de piezas abatidas por su arco. Largas jornadas de soledad en las que había meditado profundamente sobre su futuro, sus objetivos, sus deseos. Se sabía ignorante en muchas lides, apenas un neonato gateando por la vida. Y sabía también que aprendería. Por caminos crueles en algunas ocasiones. No en otras. Más fuera cual fuera la escuela de la que bebiera, asumía los riesgos. 

Haizti miró al cielo. Gruesas nubes, grises como el pelaje de los linces, parecían haberse paralizado sobre su cabeza. Suspiró levemente. Su poder era aún tierno, como las carnes de un cachorro, y poco podía hacer. Más llegaría el día en que pudiera convocar a la tempestad, al viento y al rayo. Quizás incluso cabalgar la tormenta. Así se lo habían hecho saber. Así deseaba que fuera. Sonrió, bajando la mirada, y sopló en el hueco de las palmas de sus manos para calentarlas. Su dominio del aire en ese preciso momento era justo aquel.

El invierno comenzaba a dar sus primeros mordiscos. En apariencia solo gruñía por medio de ocasionales heladas en la noche y mostraba sus dientes cubriendo de blanco las cimas de las montañas. Pero pronto atacaría con ganas. Y algo en los huesos le decía que sería un invierno duro.

Llevaba horas caminando. No se sentía fatigado, pero la luz era cada vez más escasa, el frío mayor y la fortuna había dispuesto para él una pequeña caverna, no más grande que una oquedad pero suficiente como para dormir confortablemente en ella y protegerle de la lluvia si terminaba por hacer acto de presencia. Arrojó en ella sus escasas pertenencias, arco incluido, y recogió de las inmediaciones algunas brazadas de leña, suficiente para aquella noche. Siguieron helechos, musgo y ramas de pino, con las que vistió el suelo de la cueva. Prendió la leña y espetó, tras limpiarlas, dos ardillas cazadas aquella mañana. Mientras las soasaba, cantó delicadamente una de las canciones con las que había crecido, apenas un susurro en medio de la noche que terminaba por asentarse y del viento que arrastraba sus palabras como el canto de una sirena.

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17/04/2013, 17:30
Asha

No estaba cansada. Bueno quizá sí, pero no deseaba por nada detenerse. Las piernas le pesaban, cansadas del continuo andar sobre terreno irregular y troncos podridos sobre el suelo boscoso. La penumbra se instalaba en los huecos de los árboles y crecían las sombras de las hojas según el sol fue ocultándose, pese a que las nubes había convertido esa jornada en un día gris y aburrido, ocultando el ánimo de la joven tras sus nubes.


Ya llegará el día en que esas nubes no puedan retenerme, pensó Asha pasando sobre un tronco derribado cubierto de musgo. En su interior el dragón se desperezó ligeramente, transmitiendo su ansia de lograrlo. Asha identificó ese sentimiento como una extraña nostalgia e inquietud y se obligó a mantener la mirada fija en el mundo que se extendía bajo el cielo.

Caminó más, haciendo caso omiso a la perezosa pesadez de sus piernas mientras se planteaba dormir trepando a alguno de los árboles, lo más cerca posible del cielo el viento sopló entre los árboles llevando un susurro con él. Quizá otros no le hubieran prestado atención a la cadencia melodiosa de esa corriente, pero Asha sentía fascinación por los vientos, agradecía los aromas que le presentaban y disfrutaba de los sonidos que distinguía en ellos.

Eso no es un conejo. Pensó mientras dirigía sus pasos hacia la dirección de la que provenía el viento, prácticamente a ciegas, con las pupilas dilatadas por la falta de luz y la emoción que le brindaba poder indagar en lo que se le antojaba un misterio.Quizás fuera un druida solitario, los druidas eran agradables...o eso quería pensar, después de todo alguien que adora a la naturaleza y se fusiona con ella no podía ser desagradable. El olor del humo y un ligero resplandor terminó por orientarla hasta una pequeña cueva.

No entres. Podría ser peligroso.

Su curiosidad se antepuso al sentido común.
En realidad también fue su hambre, pues el olor de la carne haciéndose hizo que le sonaran las tripas. Se asomó apoyando las manos en la pared rocosa de la oquedad y las llamas se reflejaron en sus pupilas como si de un animal salvaje se tratara y arrancó destellos de las partes del tatuaje que quedaban al descubierto.
El suelo estaba cubierto por lo que parecía musgo y más musgo... incluso ramas de pino, como si no fueran incómodas sus hojas. Estaba demasiado ocupada arrugando la nariz en una mueca infantil pensando en lo que duelen las agujas de los pinos que no reparó en un principio en quien había estado cantando hasta instantes antes. Un hombre que no parecía un hombre, tampoco parecía un elfo. Al cruzar su mirada con la de él retrocedió un paso intimidada, como un cachorro al ser sorprendido.

-¡Ah!-se sorprendió agazapándose-¡Qué susto!¿Por qué no avisas que estás ahí?-le reprendió con voz melodiosa y llena de ingenuidad.-¡Por fin encuentro a alguien!¿Qué haces aquí dentro? Si te estás escondiendo no lo estás haciendo nada bien, uno no canta cuando se esconde, el viento se lo dice a cualquiera que sepa escuchar... y tampoco se encienden hogueras porque se ven.

 

Lo más lógico y aconsejable era que la chica hubiera seguido su camino, pero echaba de menos la compañía de alguien capaz de entenderla, no estaba hecha para la soledad y,según su punto de vista, nadie lo estaba asíque dio por supuesto que el chico que tenía enfrente agradecería la conversación

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17/04/2013, 18:31
Haizti

Alzó la mirada como si la estuviera esperando. Y así era. Sus pasos no habían sido lo suficientemente sigilosos y su olor la precedía. No respondió a sus preguntas de inmediato. De hecho, ella mismo se había respondido. Ladeó la cabeza, observándola, como un animal curioso ante algo desconocido.

-¿Por qué habría de esconderme? -dijo finalmente, mientras hacía girar las ardillas sobre el fuego.

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17/04/2013, 18:39
Asha

Se encogió de hombros confiada. No parecía que el chico fuera a ser especialmente peligroso ni sus gestos delataban una futura agresión así que la chica entró y se sentó cruzando los tobillos en el suelo, jugando con los largos mechones negros que caían sobre su pecho.

-Tú me dirás si no por qué te metes en una cueva que bien podría ser refugio de algún animal peligroso y más grande que tú-respondió con naturalidad y con evidente alegría.-¿Qué eres? ¿Bardo?-ladeó la cabeza en busca de algún instrumento, quizá había tenido suerte  y le había tocado algún cuentacuentos.

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17/04/2013, 18:35
Quarion Ringëril

Quarion andaba por las afueras de uno de los túmulos que eran usados por los druidas que le enseñaron. Eran varios árboles un poco más grandes alrededor de un pequeño claro, en el cual había una abertura directa al cielo, donde se efectuaban diferentes ritos a la luz del sol o de la luna. 

Ahora mismo estaba vacío y él rondaba por ahí con Skoll, observando todo y estudiando por donde podrían marchar. Todas las direcciones eran igual de buenas, pues no tenía un destino físico, era más bien un destino espiritual y de comunión con la naturaleza lo que buscaba.

La hierba del suelo del bosque estaba cubierta por una ligera capa de nieve, pues estaban en la estación fría, pero Quarion vestía con las mismas ropas durante todo el año, solo se envolvía más o se acurrucaba junto a Skoll cuando hacía frío.

Mientras vagaba se percató del sonido de unas pisadas. No eran de animal y ninguno de sus hermanos de clan estaba por esa zona ahora, por lo que podrías ser una amenaza. Con cuidado se subió a las ramas bajas de un árbol grande y cercano mientras indicaba a Skoll que se escondiera.

Quarion, con gran habilidad, comenzó a encordar el arco y sacó una flecha que colocó en la cuerda, tras lo que habló ligeramente para que Skoll comenzara a envolver a su visitante desconocido.

Unos latidos después después Skoll salió gruñendo a una chica. Una humana joven que andaba por el bosque. ¿Qué hacía una humana allí? Antes de que pudiera atacar a Skoll, Quarion habló.

-Si haces un movimiento brusco pueden ocurrir cosas malas -dijo en Común mientras seguía apuntando con la flecha a la chica- ¿Qué haces por aquí? ¿No sabes que estas son tierras de elfos?

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17/04/2013, 19:03
Haizti

Era evidente que a la muchacha le gustaba hablar. Él, sin embargo, había vivido rodeado de silencio.

-Es una cueva pequeña. En ella no podría refugiarse el oso, ni el lobo ni ningún animal grande -comentó sorprendido de la poca sapiencia de aquella hembra humana-. Pero protege del frío viento y de la lluvia que pronto caerá.

Volvió a callar, mirando las ardillas, cuya grasa chisporroteaba al caer sobre las maderas en llamas. Tendió una de ellas a la joven.

-¿Qué es un bardo? -preguntó al fin.

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17/04/2013, 19:22
Asha

Se frotó los brazos curioseando su alrededor. Estaba claro que el chico no había tenido en cuenta a los reptiles en su cálculo de animales peligrosos. Asha sacudió la cabeza, ella jamás se metería en sitios así a ciegas... aunque nada le decía que el chico se hubiera metido por las buenas ahí sin examinar con cautela el sitio.
-El viento y la lluvia no están tan mal-dijo ella mirando hacia el oscuro exterior donde las sombras de ambos se proyectaban en el resplandor anaranjado de las llamas en el suelo hasta fundirse con las tinieblas.

Contra todo pronóstico, el chico no era desagradable, solo un poco soso. Extendió la mano y tomó la ardilla cocinada que le había tendido. La giró curioseándola. No era un guiso, por supuesto...pero no estaba mal, mientras consideraba por donde empezar la voz del chico sonó tenue cerca, curiosa pero sin perder ese extraño carácter taimado.

-¿No has visto nunca un bardo?-se sorprendió la chica abriendo mucho los ojos- pues un bardo es alguien que va con un laúd o un algo que toque música y canta para alegrar el alma de los que le escuchan y cuentan historias fantásticas llenas de emoción y de intrigas.-abrió la boca y dio un mordisco a la criatura que sería su futura cena, llevando la carne a uno de los carrillos, masticándolo solo por un lado de la boca.

-¿Por qué estás solo, si no eres un bardo que anote sus canciones?-preguntó tras tragar-¿te has perdido?

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17/04/2013, 20:59
Berhanu

¿Te importaría darte la vuelta? espeté al elfo entrometido. No me agrada que me observen mientras me lavo.

Lo cierto es que me daba igual. No estaba desnuda ni nada parecido, y el elfo había tenido al menos la decencia de hacer ruido antes de ponerse a amenazarme desde su rama. Me molestaba más el lobo, que me miraba como si fuera su próxima comida.

Imaginaos la escena. Una chica menuda de catorce años lavándose en un charco, y un elfo subido a un árbol que la consideraba una amenaza suficiente como para apuntarle con un arco, mientras su lobo le gruñía fieramente. Me sentía peligrosa y todo.

Y sí, sé que es tierra de elfos, respondí sin dejar de frotar. Creía que esta ocasión iba a ser la excepción, pero parece que siempre tiene que haber alguien que me lo recuerde cuando paso por aquí.

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17/04/2013, 21:10
Haizti

-La lluvia no está mal cuando no te moja o, haciéndolo, tienes a donde regresar, que no es mi caso -dijo en una asombrosa encadenación de palabras consecutivas-. Tampoco he visto eso que llamas bardo, ni comprendo bien lo que quieres decir con historias fantásticas -señaló sin más, mordisqueando su ardilla-. Ni entiendo por qué piensas que estoy solo o que me haya perdido. Juzgas pronto y sin sentido. Y preguntas demasiadas cosas, por añadidura, pero no las que corresponden.

Dicho aquello, siguió limpiando los huesecillos del pequeño animal hasta hacer desaparecer todo vestigio de carne. Tras ello, sacó de un zurrón dos fragantes manzanas y tendió una a la muchacha.

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17/04/2013, 23:14
Asha

Asha prácticamente devoró el animal, antes de probarlo tenía hambre, pero tras degustarlo descubrió hasta donde llegaba su necesidad de comer.

-¿Qué no has entendido de la parte de historia fantástica?-preguntó lanzando los huesos mondos de la ardilla fuera de la cueva.-¿Nunca te han contado una historia fantástica?-le preguntó con una mezcla de curiosidad y ternura ante la actitud del chico. Rió alegremente, sin tomarse a mal sus palabras pues no parecía querer herirla.
-Pienso que estás solo porque no había nadie contigo cuando he llegado, pregunto demasiadas cosas porque preguntando se sabe. ¿Quién eres?

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18/04/2013, 11:56
Haizti

Haizti observaba discretamente a la muchacha. Sentía una vaga curiosidad por ella, como la que se pudiera tener por un insecto posado en la mano de forma sorpresiva. La oía hablar, incontenible como las aguas de un regato de alta montaña, barbotando sin pensar, llenando el silencio de ruido. Tal vez fuera propio de humanos hacerlo. Tal vez no supieran convivir con la soledad. O con ellos mismos cuando eran la única compañía de la que disfrutar. 

Fuera como fuera, aquel no era sino un paso obligado, una necesidad autoimpuesta. Hubiera sido muy fácil evitar cualquier contacto, cualquier roce con extraños, pero el elementalista era consciente de que en su particular cruzada, en su búsqueda, necesitaba aprender. Su vida en Irati había acabado. Nada lo retenía allí, y ante él se abría el panorama de una venganza, de un acto de justicia quizás, y una promesa vagamente murmurada por su verdadera madre. La oportunidad de ser aceptado por el pueblo de Fago y vivir como un verdadero elfo. 

Sí, necesitaba conocer las costumbres de los humanos, su lenguaje, sus conceptos. Unas pocas palabras con aquella muchacha habían servido para demostrarle cuánto ignoraba y ese era un lujo que no podía permitirse. Debería socializar con gentes extrañas y repulsivas si deseaba alcanzar el destino que se había marcado. 

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18/04/2013, 12:07
Haizti

-No entiendo la mayor parte de lo que dices -dijo sin que pareciera molestarle reconocer su propia ignorancia-. Sacas mucho ruido, llenas el aire de palabras, muchas sin sentido para mí. Demasiado en poco tiempo, como si fueras a morir sin haber dicho todo lo que quisieras -mordió la manzana y el suave aroma de su jugos carne llenó la cueva-. Tal vez tengas razón, tal vez no. Escuchar es el modo de aprender. Preguntando, es difícil distinguir el camino de la mentira de la senda de la verdad. 

Un nuevo mordisco, una dentadura blanca enmarcada por labios rojos como la sangre, las llamas jugando en el níveo cabello del semielfo, sus ojos verdes mirándola con vaga curiosidad.

-¿Quién soy? Soy lo que ves. ¿Qué otra cosa podría ser? Soy yo. Si no fuera yo, sería otro, y no estaría aquí. 

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18/04/2013, 20:06
Asha

Asha ladeó la cabeza haciendo que el alborotado cabello negro cayera sobre un lado de su cuerpo como una cortina densa y brillante.

-Usas muchas palabras para no decir nada-decidió frotando distraída la fruta entre sus manos y tamborileando en ella los dedos distraída. Probó la pieza de fruta y se deleitó con su sabor dulce antes de seguir con la charla- tus padres, o alguien, puede que tú mismo te puso un nombre por el que llamarte. Podría llamarte musgo por tus ojos, o quizá nieve por tu cabello, pero quizá no te guste. Y sigo sin saber qué haces aquí...a parte de comer fruta, claro.

Sonrió con una mezcla de diversión y nerviosismo y volvió a morder su fruta.

-Me llamo Asha-se presentó al terminar la fruta y lanzar lejos su hueso. El chico decía que escuchando se aprendía, pero si su interlocutor no es de palabras, no puede aprender de sus silencios. Avanzó por la cueva tanteando donde estaba el límite del improvisado compañero para tolerar su cercanía, después, se sentó cerca de él y apoyó los brazos en las piernas inclinándose hacia él contemplándole con curiosidad felina, quizá más abierta que la que relucía en los iris esmeralda del mestizo.

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18/04/2013, 22:55
Haizti

Haizti sonrió suavemente.

-Digo mucho, pero no escuchas. No me puse nombre. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Y para qué? Son los demás quienes quieren que me vuelva al llamarme. Por eso, podrías llamarme musgo o nieve y no me sentiría molesto -dijo con un encogimiento de hombros-. Pero hace mucho ya que me pusieron Haizti, si es lo que quieres usar para darme un nombre. Y aquí descanso protegido, además de alimentarme como bien has observado..

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18/04/2013, 23:11
Asha

Asha rió suave, cantarina, y ese sonido reverberó agradable entre las paredes rocosas envolviéndoles.
-Haizti-repitió cuando la risa se ahogó entre sus labios.
El semielfo era sencillo, quizá algo frío, quizá lo veía todo demasiado fácil.
-¿De dónde vienes, Haizti?-preguntó rodeando las piernas con los brazos y apoyando la barbilla sobre las rodillas, esperando alguna historia sencilla, ya que el mestizo no sabía de historias fantásticas.
Alzó los pies un poco y pisó repetidamente el suelo en un gesto infantil mientras la chamana observaba el afilado perfil del chico sentado con ella.

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19/04/2013, 09:25
Haizti

El semielfo terminó su manzana y arrojó el corazón sobre el fuego, y pronto el olor de la fruta quemándose llenó la cueva de un aroma acre y dulzón a un tiempo. 

-¿De dónde vengo? De mi madre -dijo y una levísima sorna pareció emanar de su voz por primera vez. Tal vez sus elusivas y simplonas respuestas no obedecían a una mente sencilla y todo constituía un juego con el que se divertía. O tal vez fuera una falsa impresión y la sorna ni siquiera formara parte del espectro tonal del joven de pelo blanco-. Pero eso ya lo sabes, así que imagino quieres saber de qué tierras procedo. Soy de la foresta de Irati. Está lejos de aquí.

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19/04/2013, 13:47
Asha

-Una madre no es un lugar, si no habría dicho "de quién" no "de dónde"-replicó la joven resoplando por la nariz ante el olor dulzón de la manzana quemada.
Se removió inquieta, quizá no terminaba de encontrarle la medida al extraño chico, quizá quería hablar más pero no quería saturar a su interlocutor.
- si vienes de un lugar lejano un motivo tendrá tu viaje-dejó caer algo agotada. No solo le cansaba tener que exprimir al mestizo, en otras condiciones la chica habría tenido energía suficiente para seguir importunándole y más.
Lástima que esa no fuera la noche adecuada, el dragón se había acurrucado en su interior y su fuego argénteo se apagaba en los ojos de Asha quien se frotó uno con el canto de la mano,emitiendo un gruñido dulce somnoliento mientras aguardaba la respuesta a su velada pregunta.

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19/04/2013, 15:37
Haizti

Parpadeó un par de veces antes de responder.

-Una madre es un lugar. Es el regazo al que acudes cuando sientes dolor o pena, las manos que te acarician el pelo, la voz que te arrulla, los labios que te besan. Es el lugar del que saliste por primera vez y al que nunca podrás regresar. La tierra en la que germinamos -dijpo casi como si cantara-. Una madre es quién, es dónde, es el porqué. ¿Motivo? -guardó silencio, pensativo-. Sí. Más de uno, de hecho.

Captó el sueño de la muchacha y sonrió. En todo aquel tiempo había sido muy consciente de que ella no había hablado de sí misma, inundando el silencio de preguntas. Haizti no sentía curiosidad en apariencia. Tan solo era una desconocida, un encuentro casual en un camino y con el alba, cada uno tomaría su camino y tras ellos solo quedarían dos nombres. Asha y Haizti.

-Duerme. Pareces cansada. Yo permaneceré aún despierto un tiempo -le dijo a la joven. Sus ojos se centraron en el fuego, las llamas bailando en sus pupilas, y comenzó a entonar muy baja una canción que sonaba a bosque y agua, a trsiteza infinita y a sueños inalcanzables.

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19/04/2013, 15:59
Asha

Asha se hizo un ovillo sobre el manto de musgo y ramaje apoyando la cabeza sobre uno de los brazos mientras el otro lo mantenía encogido con la mano al nivel del rostro.
La voz suave y aterciopelada de Haizti la arrulló al tiempo que llenaba su cuerpo de una indescriptible sensación de pérdida. Asha abrió un ojo y clavó la mirada en él mientras el cansancio ganaba esa batalla.
-No te vayas-musitó al borde de la inconsciencia estirando la mano hacia él como si al retenerle la sensación de soledad fuera a remitir. No llegó a ver la reacción de Haizti pues se sumergió en un pozo cálido en cuya negrura resonaba una voz triste y se intensificaba el olor a lluvia.