Partida Rol por web

-Comprendo.

Comentó el silfo, frotándose la barbilla con la mano, pensativo mientras que seguía avanzando.

De manera casi instintiva sonrió a la muchacha cuando la miró, y luego volvió a mirar hacia delante.

-Bueno, espero al menos que... quiero decir, que no tengamos que separarnos.. porque..bueno, estoy bastante bien contigo..

Comentó, confundiendose algo y cerrando un momento los ojos. Todo aquello lo habia dicho telepaticamente, sin que el guerrero se enterara.

-Es decir...bueno, si tienes que..tu escoges tu camino, y no yo. Disculpa.

Comentó, acelerando algo el ritmo de la marcha. Realmente se habia puesto nervioso ante tanto vacilar al decir aquello telepaticamente.

A pesar de que las palabras de Inzar resultaban algo reveladoras. Syara no pudo evitar desviar su atención cuando escucho las palabras de Seryu en su mente. El joven le resultaba increíblemente encantador y tierno, aunque misterioso. La timidez que había mostrado al transferirle esos pensamientos la hizo ver que el realmente le importaba por eso no pudo evitar pensar que donde el fuera también lo haría ella.

-Me encantaría que nuestros caminos no se separaran -pensó. Y manifestar eso tan abiertamente hizo que un ligero rubor acudiera a sus pálidas mejillas.

Finalmente, aquellos jovenes empezaban a divisar Seiní: Lo primero que se veía era la torre mas alta del castillo de la capital, una construcción elegante en cuanto a su arquitectura. Construida en piedra gris, podían apreciarse cerca de las almenas (pero unos cuantos metros mas abajo de las mismas) siluetas extrañas. Pero un vistazo mas agudo reveló que no era para inquietarse, se trataba de ornamentos en forma de seres angélicos decorativos. Las escasas figuras que si se movían estaban en la almena de la misma, seguramente algún atento centinela.

El viaje empezaba a pesar de nuevo sobre los hombros de aquella companía, incluyendo alguna queja de la tripa reclamando algo mas que la fruta de hacía unas horas.

Seiní. La tierra que había buscado durante tantos dias... al fin se encontraba en frente suyo. No se paró a pensar en dificultades, sino que aceleró su paso incluso olvidándose de todos....bueno, no de la muchacha, a la que instintivamente cogió de la mano para llevarla mas rapidamente hacia el lugar.

Quizás la belleza de la arquitectura humana era apreciada en sobremanera por el...quizás simplemente exageraba, pero estaba contento. Trataba de encontrar con la mirada el muro y si existían guardias custodiándola. Los problemas podían ser evitados, y a ello su magia le ayudaría.

Sencillamente siguieron el camino por ahora hasta encontrarse con la entrada de aquella ciudad.

Ya anochecía, y desde que el guerrero se había unido a su viaje no había pasado nada reelevante, hasta ese momento que habían avistado la primera y mas alta edificación de la capital. Pero ahora notaban algo que no habían visto hasta entonces, o que mas bien les dió la impresión de que había aparecido de repente en las cercanías. Era un grupillo de gente uniformada y podía apreciarse un pentáculo violáceo en algunas partes de la vestimenta, a modo de emblema. Pero lo llamativo no eran ellos sinó la colosal estructura que rodeaban, manipulando con prisa. Una catapulta de tamaño muy por encima de la media y ya cargada con una gigantesca piedra de al menos dos metros cubierta de algo negro y viscoso.

Aquellas personas movieron poleas y cuerdas con rapidéz ultimando detalles en cuestión de segundos, como toque final uno de ellos efectuó un ligero conjuro de fuego, que prendió la brea esparcida por la roca. Esta se encendió en llamas al mínimo contacto, y luego 4 de los más fórnidos individuos empezaron con esfuerzo a tirar de una palanca de metro y medio. Instantaneamente, aquel incandescente proyectil salió despedido por la brutal fuerza del artefacto, aunque no sin algún crujido de la madera dando parte del esfuerzo que suponía esto. Ese "meteorito" catapultado cayó en algún punto de la ciudad, habiendo pasado encima de las murallas.

A los pocos minutos, empezaron a escuchar campanadas lejanas, provenientes de la ciudad. Al principio solo era una, pero conforme pasaban los segundos mas y mas campanarios se sumaban al tañido metálico. Y fue entonces cuando observaron algo mas en dirección a la ciudad. Al principio alguno pudo pensar que se trataba de la imaginación, pero enseguida se podía corroborar que una Aureola estaba formandose en torno a la ciudad. Equiparable a las luces boreales, ese espectáculo magnífico y sobrecogedor lucía luminiscencias blancas y vaporosos destellos plateados. Tenues manchas de otros tonos, como un tembloroso carmesí y un pálido verde acompañaban aquel velo. Luego de aquel acto, uno de aquellos atacantes pareció efectuar un conjuro, y entonces su voz tronó con tal intensidad que podía escucharse a muy larga distancia de aquel sitio. Incluso por momentos, se sintieron aturdidos.

-Seiní no es impenetrable, y conforme pasa el tiempo cada vez mas de vosotros morís dentro. ¿Os agrada?

Tras estas pocas y bien calculadas palabras, la inmensa catapulta al igual que ese grupo de gente se desvanecieron tan súbitamente como había aparecido.

-¿Que carajo? ¡Han atacado la ciudad!

El joven dejó el espadón medio clavado en el suelo, con evidente cansancio por estar cargandolo todo el rato. Miró con gesto preocupado hacia donde había impactado el gigantesco proyectil, aunque su atención paso luego a mirar aquel delicado espectaculo de luces y destellos que envolvían la ciudad.

-¡La primera vez que puedo ver el escudo de Seiní activado, jajaja!

Incliné la cabeza hacia abajo al sentir como nuevamente cogía mi mano. El tacto de la suya en la mía se sentía bien, muy bien y no pude evitar sonreir, esperaba que él no se hubiese percatado de ello. ¿Acaso es él?.

El grupillo de gente que se avecinó me saco a flote de mis pensamientos, pero lo que más llamó mi atención fue aquella catapulta de tamaño anormal.

Me detengo dandole un ligero apretón a la cálida mano de Seryu. Observo confundida y curiosa a aquellas personas ¿Qué estában tramando? no aparto la vista ni por un segundo de ellos.

Y todo comenzó en pocos segundos. El fuego cubrío la roca y ésta salió volando por los aires. Llevo mi mano libre hacia la boca, sorprendida e impactada por lo sucedido. ¿Acaso estaba ésta tierra que tanto añoraba en pisar en guerra?.

Doy un paso hacia atrás y tiro suavemente de Seryu ¿Debíamos continuar? miro al joven espadón, más confundida aún -¿El escudo de Seiní?- le pregunto casi en susurro incrédula.

-Eso parece...bueno, no creo que nos dejen entrar por hoy. Han de estar alarmados aún. ¿Acampamos por aqui? ¿Y tu porque estas tan callado?

Esto último lo dijo mirando a Seryu. Caminó unos pasos, y se sentó en una piedra arrastrando el espadón mientras sus acompañantes terminaban de decidirse. Él ya había mostrado su parecer.

-Hay algo que yo debo haber. Probablemente tardaré mucho, quizá un día o mas.

El silfo miró a la mujer amablemente...

-Si eso pasa, por favor sigue hacia la ciudad, y luego hacia donde gustes. Prometo alcanzarte- esto ultimo lo dijo directamente a Syara y luego proyectó una frase a la psique -Cuidate mucho hasta entonces.

Tras este corto dialogo, el muchacho se dio vuelta y comenzó a desandar camino, con paso sereno. Al poco, se perdió de vista en la oscuridad.

Sentí una sensación extraña al tiempo que su mano se alejaba de la mia, una sensación diferente, confusa, una sensación rara, diferente.

Fruncí levemente el ceño al escuchar sus palabras ¿Qué era eso que debía hacer? No es de tu incumbencia...

Asentí como respuesta a sus palabras -Cuidate tú también; espero volverte a ver sano y salvo- le dedico una sonrisa un tanto forzada, tal vez...  ¿Por qué no deseaba que se marchara? No, no, tu emprendiste sola un camino y quizás así debas continuar... pero la compañia sentaba en ocasiones muy bien, especialmente... ¡Que no!

Observo como se aleja poco a poco, hasta perderse en la oscuridad. Me giro y observo al joven guerrero, quien estaba predispuesto a acampar. Camino hacia él y lo imito, me preparo para acampar. Ya era de noche y la situación alli adelante era incierta, debíamos esperar al amanecer.

Permanezco en silencio, sumergida en mis pensamientos.

Despues de reunir algunas rocas, el muchacho se acuclilló y las acomodó a modo de ronda para intentar encender un fuego en medio de estas.

-Durante el camino he notado que no son demasiado habladores ¿a que si?

El parecía algo anonado por el brusco giro que habían dado las cosas para si. Impulsivamente, y con el sentimiento de deber un favor a esos viajeros se había unido a la companía de los mismos. ¿Y quien sabe? Quizá incluso pudiese encontrar algo mas que hacer como había dicho antes.

Poco a poco fue adentrandose en la ciudad. Aquello que lo habia movido hacia alli seguia llamandolo. Algo en aquella ciudad emanaba una energia distinta a la comun. Era posible que fuera destructiva, y en ese caso poner en peligro a Syara sería un riesgo a asumir porque sí. No, debía de ir solo. Su andar calmo lo llevó hacia el interior de la ciudad, centrando su sentido mágico en la percepción de aquella fuerza extraña y sobrenatural.

Le dedico una sonrisa, poco convincente, aún me intrigaba la ida repentina de Seryu. Deja ya el tema...

Frunzo levemente el ceño, sentándome en el suelo, pegando mis piernas al pecho y apoyando el mentón en las rodillas. Fijo la mirada en las rocas que el guerrero había reunido -tal vez...- respondí casi en murmuro. No dejaba de pensar en los anteriores sucesos, en lo que pasaba en estas tierras y en...

Carraspeo y pestañeo -¿Tendrás suerte con ese fuego?- pregunto divertida.

Con un trozo de yesca y una piedra que había tomado del suelo, él empezó a hacer esfuerzos por lograr que surguieran unas chispas. Con algo de trabajo logró prender algo de la leña, y apiló mas de forma estratégica para que la fogata tomara fuerza.

-Al menos no pasaremos tanto frío hoy. Ahhh, lo que daría por estar en Shrae...al menos allí uno puede dormir al descampado sin miedo a congelarse de noche -Refunfuñó algo. Luego se volteoó y sacó algunas cosas del fardo que cargaba, bastante ligero en comparacón con el de ella- Bueno, señorita, hora de montar los lechos. Aunque el mio es solo una manta de lana asi que no es muy complicado.

Se puso a apartar nieve del pie de un árbol cercano al fuego. Parecía que sus intenciones eran acurrucarse allí.